por RedacciónT21
08 Diciembre
2021
del Sitio Web
Tendencias21
Instantánea tomada desde la nave espacial Apolo 11,
que muestra la Tierra asomándose
por encima del horizonte de la Luna.
Crédito: NASA
La Luna pudo ser
impactada en el pasado
por un agujero
negro del tamaño de un átomo
que habría
dejado una
huella
perdurable e inconfundible.
Si la
encontráramos,
habríamos
resuelto tal vez el misterio de
la materia
oscura.
La
Luna, que se formó hace 4.600 millones de años, podría
haber sido bombardeada en el pasado por agujeros negros de tamaño
atómico que hoy podríamos rastrear, según un estudio publicado
en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
El estudio considera que las huellas de esos impactos todavía deben
estar en nuestro satélite y que deberíamos buscarlas porque, si
realmente están ahí, el misterio de
la materia oscura podría quedar
resuelto,
destaca Singularity Hub.
Para comprender lo que plantea este estudio, meramente teórico, hay
que partir de la base de que, en los comienzos del universo, se
habría producido una eclosión de agujeros negros de todos los
tamaños, tal como sugirió Stephen Hawking en los años 70 del
siglo pasado.
De estos agujeros negros surgidos después
del Big Bang,
unos fueron los
precursores de los agujeros negros supermasivos, y en el
otro extremo del espectro, habrían surgido también agujeros
negros de tamaño atómico.
Vestigio de materia
oscura
Algunos astrónomos consideran que la enorme abundancia de agujeros
negros en los primeros momentos del universo podría constituir una
manifestación de la materia oscura,
aunque nunca se ha podido comprobar que esos agujeros negros
primordiales existieron alguna vez en realidad.
Pero si realmente existieron, esos enjambres de agujeros negros
atómicos habrían cruzado el sistema solar y muchos habrían impactado
sobre lunas y planetas, dejando una huella que, en algunos casos,
perduraría hasta nuestros días, según este razonamiento.
Si algún agujero negro microscópico hubiera caído en la Tierra, lo
más probable es que su impacto ya habría desaparecido como
consecuencia de la erosión, el agua y la tectónica de placas.
Pero, si también alguno de esos agujeros negros impactó la Luna, lo
más probable es que todavía esté allí su huella y podríamos
reconocerla: sería la reliquia más valiosa para conocer los orígenes
del universo.
Larga vida
La idea de que agujeros negros primordiales estuvieron
deambulando por el universo en sus primeros momentos ha llevado a
los científicos a pensar que, si pudiéramos investigar a fondo
alguno de ellos, podríamos palpar la materia oscura, que suponemos
representa el 80 por ciento del total de la masa del universo.
Acercarnos al interior de un agujero negro de los que hemos
localizado en el universo es algo que está fuera del alcance de la
ciencia, pero explorar la huella de un agujero negro del tamaño de
un átomo es algo imaginable y potencialmente muy revelador, aunque
esa huella esté en la Luna y no en la Tierra.
Los astrónomos consideran que los agujeros negros primordiales,
con una masa no mayor que la de un átomo, podrían tener una vida
útil más larga que la del universo y estar esperando tal vez que
demos con el rastro de alguno de ellos.
Los autores de la nueva investigación han profundizado en esta
hipótesis y modelaron el impacto de un asteroide o meteorito
promedio contra la Luna y lo compararon con el hipotético impacto de
un mini agujero negro.
Cráter reconocible
Descubrieron que los dos serían notablemente diferentes:
el cráter que dejaría
un agujero negro podríamos reconocerlo con la tecnología
adecuada entre los numerosos cráteres presentes en nuestro
satélite.
Desde luego, ese
reconocimiento no sería suficiente:
sería necesario
enviar nuevas misiones para buscar entre los cráteres lunares
los restos del impacto del minúsculo agujero negro primordial.
Los autores calculan que
las probabilidades de se haya producido al menos un impacto de
agujero negro en la Luna es del 10 por ciento y que el cráter que
habría dejado, según otras estimaciones, podría durar hasta 13.000
millones de años antes de desaparecer.
El nuevo estudio puede suponer que futuras misiones espaciales
incluyan en sus programas la búsqueda impactos de mini agujeros
negros primordiales en Mercurio,
Marte, Plutón o
lunas rocosas en el sistema solar
exterior.
Referencia
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