del Sitio Web NumenBooks traducción de Editorial Streicher 23 Febrero 2016 del Sitio Web Editorial-Streicher
Podemos recordar que en los años '30 del siglo pasado, Alemania procuró combatir los regímenes económicos del capitalismo y el comunismo con doctrinas de la primacía de la raza, y de la raza germánica en particular.
Eso fue por supuesto en parte una estrategia para imponer el dominio germánico sobre el continente después de la expulsión de las fuerzas judías internacionalistas que lo habían controlado hasta entonces.
Las glorificaciones de Alfred
Rosenberg de la raza nórdica en su libro Mythus des
zwangisten Jahrhunderts que fueron utilizadas con ese propósito
estuvieron naturalmente enfocadas en una Europa occidental
germánica, pero dichos esfuerzos generalmente descuidaban la parte
oriental entera de Europa, habitada por eslavos y gobernada por una
cultura aria del Este.
Las referencias en la epopeya sumeria de
Enmerkar y el Señor de Aratta,
141-146, a una época en que todos los pueblos de la región "al
unísono/a Enlil [4] en una lengua [daban
alabanza]", así como en Génesis 11:1 los hijos de Noé (Sem, el
semita; Jafet, el Ārio, y Cam el camita) hablando originalmente la
misma lengua, refuerzan esta teoría.
El profesor Petr Charvat también ha notado recientemente la aparición de la primera "religión universal de Mesopotamia" ya en las culturas calcolíticas de Tel el-Halaf en Mesopotamia del Norte y Ubaid en Mesopotamia del Sur, que se remontan al 6º milenio a.C.
* * * En cuanto al hogar original de la gente que desarrolló la comprensión cosmológica compartida por las religiones más antiguas de la región, la principal evidencia que tenemos es la de la así llamada historia del "Diluvio".
La historia del diluvio es un relato cosmológico del nacimiento del universo y su luz después de la destrucción del cosmos al final de una edad cósmica.
El "barco" que sobrevive a la inundación lleva las semillas de la vida universal y se detiene en la cima de una montaña, que es en realidad la localización desde la cual surge la luz del universo, como la evidencia egipcia lo deja en claro.
La historia del Diluvio, sin embargo, es transferida a un escenario terrestre en las populares historias del diluvio de Sumer, India e Israel.
El "arca", o barco, que navega por sobre la inundación, se detiene en una montaña terrestre, y esa montaña es considerada el punto originador de la raza misma, ya que el sobreviviente es descrito como un rey o un sabio primitivo.
Dado que los centros más tempranos de alta cultura son aquellos de los cananeos, Hatti, elamitas, sumerios y egipcios, es posible que la región alrededor del monte Ararat fuese la región central desde donde los proto-dravidianos viajaron a Palestina, Anatolia, Egipto, Mesopotamia y las costas del Mar Negro. [5]
Es probable también que una de las regiones más tempranas en ser colonizadas por los pueblos descendientes de Noé de la vecina Armenia fuera Anatolia. Esto es sugerido por la gran antigüedad de los hallazgos arqueológicos neolíticos en Çatal Hüyük (ca. 7º milenio a.C.).
La civilización de Siria-Palestina puede
ser incluso tan antigua como la de Anatolia, ya que los
asentamientos en Jordania son detectables desde fines del 7º milenio
a.C. y en Biblos desde el 6º milenio.
Speiser, junto con Frankfort, conjeturó que la fuente de esa cultura puede haber estado en Armenia misma, ya que el sitio del Norte más apartado donde se descubrió cerámica del tipo Susa I es el monte Ararat. En cuanto al relato bíblico de los elamitas más tempranos, considera a Elam como un hijo de Sem.
Esto sugiere que un componente principal
de la población proto-dravidiana en Elam deben haber sido los proto-semitas,
probablemente semitas proto-acadios.
El mismo término "subari" o, más
precisamente, "suwari", está relacionado con Suvalliyat (Suvariya) /
Sūrya, que es también el nombre hitita / índico del dios del Sol.
Hurri entonces sería la pronunciación irania del mismo nombre, como
lo sugiere el nombre iranio del dios del Sol, "Hvare".
Esos primeros hurritas hablaban una
lengua caucasoide aglutinante que poseía características
dravidianas, y F. Bork y G.W. Brown han revelado la
íntima relación lingüística entre el hurrita (junto con su dialecto
de Mitanni), el elamita y el dravidiano. Los pueblos semitas,
jaféticos y camitas mencionados en la Biblia están todos
estrechamente relacionados con esta raza original cuyo mismo nombre
apunta a una característica adoración religiosa del Sol.
La poderosa influencia de la cultura halafiana está atestiguada en las imitaciones de su cerámica en Armenia del Sur así como en el Noreste de Siria. La cerámica de Tel el-Halaf está marcada por diseños bucráneos [de cabezas de buey] que la asocian con los santuarios del 7º milenio de Çatal Hüyük en Anatolia del Este, que pueden haber sido establecidos por los primeros proto-dravidianos o hurritas.
Petr Charvat ha revelado que las formas sociales y religiosas fundamentales de la posterior cultura mesopotámica, incluso la de Uruk en Sumer, son evidentes ya en su forma embrionaria en los sitios calcolíticos [de la Edad del Cobre] tempranos de Mesopotamia del Norte.
Las prácticas crematorias asociadas con rituales del fuego son notadas aquí, y Tell Arpachiyah (TT6, cerca del actual Mosul en Irak) también presenta las primeras pruebas del uso de la tríada de color blanco-rojo-negro que persiste desde tiempos calcolíticos hast Uruk [6] y que es representativa de las tres castas originales de los indoeuropeos:
El imperfecto estado de las investigaciones arqueológicas en las regiones bajo investigación prohíbe cualquier identificación definida de la raza original que creó la cultura espiritual de estas tempranas civilizaciones de la Humanidad.
Sin embargo, dado que todas estas civilizaciones están situadas en el Sur y, según Gordon Childe, el elemento racial predominante en las tumbas más tempranas en la región desde Elam al Danubio es el "mediterráneo", [7] podemos suponer que esas culturas tempranas fueron fundadas por el genio de aquel amplio grupo racial.
La raza mediterránea dolicocéfala, o "morena", [8] puede haber constituido así el estrato más temprano de las poblaciones de Asia, Egipto y Europa.
Esa raza puede ser identificada como "proto-dravidiana" o "proto-hurrita" o incluso como la raza proto-indoeuropea.
Muchas de las palabras de las tablillas
de Uruk más tempranas que fueron designadas como "proto-eufráticas"
por B. Landsberger son más probablemente de origen proto-acádico,
como G. Rubio ha señalado recientemente. Langdon, sin
embargo, notó que la mayor parte de los nombres semíticos estaban
concentrados en el Norte, y esto sugiere la "entrada de los semitas
en el área del Norte en Kish y Maer en un período muy temprano".
No es sorprendente que los acadios más tempranos estuvieran estrechamente asociados con tribus hurritas también, con quienes ellos parecen haber compartido una tradición histórica común.
Tenemos aquí una indicación de la gran
antigüedad de la familia semítica acádica. * * *
Los Ārios son generalmente divididos en arios del Este, "shatem", y occidentales, "centum".
En cuanto a los pueblos Ârios
occidentales, podemos notar que en Génesis 9:2 el hijo mayor de
Jafet (los Ârios) es llamado Gomer, representando a los cimerios,
quienes son descritos por Heródoto (IV, 14) como habiendo tenido su
hogar inicial "en las orillas del Mar Negro".
Diodoro Sículo (Bibliotheca Historica V, 32) también declara que los celtas que viven cerca del Mar Negro están dispersos "tan lejos como hasta Escitia", y las más norteñas de esas tribus celtas son las más salvajes y las más poderosas, habiendo aparentemente,
Los celtas del Norte son sin duda los
goidélicos [o gaélicos], pero el hecho de que el nombre antiguo se
conserve principalmente entre los galeses bretónicos puede ser
debido al predominio del conservador elemento druídico entre éstos.
Los celtas y los escitas están
estrechamente relacionados, como lo indica Estrabón (XI,
7,2), quien declara que los autores griegos llamaron a todas las
poblaciones del Norte escitas o celto-escitas.
Los iranios referidos por Heródoto sin embargo no construyeron templos ni adoraban representaciones estatuarias de sus deidades (I, 131), y esto enfatiza su antigua afiliación con los escitas, mientras que los hurritas-hititas y hurritas-mitanios, sin embargo, no eran ciertamente contrarios a tales representaciones.
Además, los rituales iranios son descritos por Heródoto como no involucrando el fuego, aunque más tarde la religión zoroastriana - al igual que la índica - en efecto sea tipificada por su adoración del fuego, Atar.
Esto sugiere que los iranios posteriores
deben haber entrado en contacto en el Sur con los ailas [una
dinastía] de Pururava (elamitas / hurritas), quienes, como veremos,
derivaron su adoración del fuego de los gandharvas, quienes están
relacionados con los pobladores del complejo arqueológico Bactria-Margiana
en Afganistán.
Los mitanios mismos pueden ser identificables con los medas, y, como lo revela Heródoto (VII, 69), los medas fueron alguna vez universalmente llamados Arios. Los medas pueden haber estado relacionados con los proto-iranios, ya que varias palabras medas son detectables en el persa antiguo.
Los reyes de Mitanni tienen nombres
sánscritos que se distinguen por su afiliación a la conducción de
carros, y esa habilidad es reflejada también en los nombres
(Keres-aspa, Pourus-aspa) de la rama irania de la familia Âria, así
como en el extraordinario prestigio asignado al caballo por los
indo-Ārios en sus rituales sagrados.
Sin embargo, los mitanios exhiben una
adhesión a una forma védica de religión (y no a la posterior forma
avéstica zoroastriana), junto con una adoración de deidades hurritas,
estableciendo de esa manera lo relativamente tardío de la religión
zoroastriana.
Según Heródoto (IV, 3), los escitas se consideraban a sí mismos como,
Sin embargo, el amplio territorio de los escitas se extendía a través de Rusia hasta Asia Central.
Los escitas también están estrechamente
asociados con los indo-iranios, con quienes ellos compartían un
lenguaje Ârio "shatem" del Este y muchas de sus prácticas
religiosas.
En efecto, esa área corresponde a la
habitada por los eslavos, y podemos considerar razonablemente a los
escitas como los antepasados de éstos.
El relato de Heródoto de las costumbres religiosas de los escitas (IV, 59) en efecto revela su agudo foco en la vida marcial, ya que ellos por lo visto no establecieron altares o estatuas a ningún dios excepto a Ares, dios de la guerra.
Las investigaciones de Eliade también apuntan a una aplicación práctica muy rudimentaria de las bases espirituales de la religión cosmológica del antiguo Oriente Próximo a rituales cuasi-chamanísticos.
Esto también explica la antigua
designación de los escitas como "haoma-varga”, o "bebedores de
soma".
Sin embargo, parece que siguieron otras oleadas de indo-Ārios que se instalaron en el Complejo Arqueológico Bactria-Margiana (situado en los actuales Turkmenistán y Afganistán) alrededor de 2200-1700 a.C. y la región de Gandhara (alrededor de Peshawar) alrededor de 1700 a.C., quienes habían mantenido la tradición de los rituales del fuego.
Esas culturas pueden ser remontadas en último término a las culturas de tumbas de chozas y de catacumbas de Ucrania (ca. 2800 a.C.) y, más temprano, a la cultura yamnaya (4º milenio a.C.), también al Norte del Mar Negro. Elaborados altares para el fuego son evidentes en las ruinas del complejo Bactria-Margiana que corresponden a los sacrificios Ârios del fuego.
Los templos también contienen cuartos con,
Cuando investigamos el asunto crucial de la institución de rituales del fuego entre los indo-Ārios, deberíamos recordar que ni los iranios más tempranos, ni los indo-Ârios de Mittani, ni los escitas, presentan ninguna evidencia de tal adoración del fuego.
En los Purānas, Pururavas, el temprano rey aila (= ¿elamita?), se dice que obtuvo el fuego del sacrificio de los "Gandharvas", quienes también le enseñaron la constitución de los tres fuegos sagrados de los Ārios.
Esto sugiere que los primeros hurritas de Elam y los iranios más tempranos no adoraron el fuego y lo aprendieron de una oleada posterior de Ārios de más al Norte. Sin embargo, incluso los gandharvas son incluídos entre las dinastías ailas (= ¿elamitas?) en los Purānas, lo que sugiere que ellos también eran una rama del Norte y del Este de proto-hurritas identificable con los jaféticos.
Esas tribus jaféticas que se movieron
hacia el Norte a las estepas póntico-caspias crearon la cultura
yamnaya allí, que es considerada la fuente principal de los pueblos
Ârios.
* * * En cuanto a los arios "centum" occidentales, aun cuando los cimerios o los celtas, representados por Gomer, sean considerados como el primogénito de Jafet, la evidencia histórica más temprana de una lengua "centum" viene de Anatolia, entre los hititas.
Los llamados hititas eran, a diferencia de los nativos de Hatti, Ârios.
Pero ellos, al igual que los jafetitas
cimerios (así como los semitas y camitas), no proporcionan ninguna
evidencia arqueológica de ningún ritual del fuego en su adoración
religiosa.
Sin embargo, la cultura minoica pre-griega de Creta contribuyó decisivamente al desarrollo de la escritura Lineal A (antes de 1700 a.C.) que precedió a la Ārio-micénica Lineal B (1300 a.C.).
Y tal como la escritura cretense está en
la base de la micénica, así también su religión es seguida sin
alterar por los inmigrantes posteriores. No es sorprendente así que
el Zeus cretense, quien es hijo de Cronos, sea llamado Zagreo, lo
que sugiere un origen de la deidad en los montes Zagros del Irán
occidental.
Según Snorri Sturlusson, el autor de la Edda en Prosa, los germanos primero derivaron su religión de los anatolios, quienes se trasladaron a Europa. Se dice que el primer anatolio (uno de los "Aesir", o Asuras) que emigró a Germania es "Voden" u "Odín", el dios del Viento (la forma germánica original, Wotan, está claramente relacionada con el indo-iranio Wata, una forma del dios del viento, Vāyu).
Se dice que Odín, sin embargo, es un descendiente distante de "Tror" o "Thor", el hijo de un rey troyano llamado Mennon o Munon (= ¿Manú?) que se había casado con una hija del rey Príamo.
Se dice que Thor mismo había deambulado
primero por Tracia y luego por otras partes del mundo. Notaremos que
Tracia es también la fuente del culto dionisíaco.
Vemos por lo tanto la posición central
de Anatolia como la tierra de donde derivó la mayor parte de las
culturas indoeuropeas occidentales, aunque los cimerios celtas
estuvieron en gran parte localizados al Norte del Mar Negro.
La primera tribu germánica que cruzó el
Rin y expulsó a los celtas autóctonos fue la de los Tungri (una
tribu belga), cuyo otro nombre, Germani, fue usado por todas las
tribus.
* * * En cuanto a las percepciones cosmológicas y filosóficas que dan forma a las religiones antiguas, es probable que ellas fueran desarrolladas primero por medio de la meditación yóguica, como declara, p. ej., el Brahmānda Purāna I, i, 3, 8.
Es significativo que en el Mahabhārata, Shalyaparva 44, Skanda o Muruga, el dios dionisíaco de los dravidianos, sea descrito como dotado con poderes yóguicos mientras su padre Shiva en Mahabhārata, Anushāsanaparva 14, es referido como el "alma del yoga" y el objeto de toda la meditación yóguica.
Ya que es muy probable que la raza
Noéica fuera en realidad una proto-dravidiana / proto-hurrita, es
por lo tanto probable que ese profundo conocimiento yóguico del
universo sea característico de ella.
Después del diluvio cósmico que marca el final de la primera edad cósmica (kalpa), el Alma Divina, Âtman, dentro del océano cósmico (el Abismo) gradualmente re-crea el cosmos asumiendo la forma de un Macroanthropos ideal, u Hombre Cósmico.
El aliento o fuerza vital (Vāyu/Wotan) del Hombre cósmico primero se unen con la materia (Tierra) para formar un complejo estrechamente unido del Cielo (la sustancia del Purusha, el hombre cósmico) y la Tierra.
Pero el aspecto temporal (Kāla, Cronos) del rápidamente móvil aliento o viento también separa los dos elementos, un acontecimiento representado como una castración del Purusha.
El semen que cae del falo cercenado
impregna al Purusha mismo con un Huevo Cósmico del cual surge el
cosmos manifestado compuesto, otra vez, de sustancia terrenal y luz
divina (Brahman). Este luminoso Brahman también es representado
antropomórficamente como un Hombre Cósmico.
Sin embargo, la misma fuerza tormentosa ha tragado mientras tanto el falo divino y así finalmente reanima a la luz moribunda en el mundo inferior con su potencia. Luego separa la sustancia de la Tierra en las regiones terrenales y el cielo de nuestro universo y emerge por la hendidura entre los dos en la región media de las estrellas como un universal Árbol de la Vida o Falo.
La semilla de ese universo recién
formado es emitida entonces dentro de nuestra galaxia, primero como
la Luna, y luego la fuerza solar finalmente surge en la cima del
Árbol (Falo) como el Sol.
En esta tarea lo ayudan siete sabios,
que representan la sabiduría y la cultura del hombre iluminado. Los
brahmanes derivan su ascendencia de esos siete sabios, y así vemos
que la religión brahmánica es en efecto la más antigua y una que
está originalmente marcada por la elevación espiritual yóguica.
Hemos notado que los cimerios son los más antiguos de los arios jaféticos, y sabemos que sus sacerdotes eran llamados "druidas", de modo que es posible que los druidas sean en efecto descendientes de los proto-dravidianos mismos. Las semejanzas fonéticas entre "druida" y "drávida" son obvias.
En los textos clásicos, el nombre de los druidas aparece sobre todo en una forma plural, como "druidai" (en griego) o "druidae" o "druides" (en latín). En irlandés, "drai" o "druí" es la forma singular de una palabra que significa "hombre sabio", del cual "draod" o "druida" es el plural.
La asociación de los druidas con la
palabra griega para "roble", primero hecha por Plinio (Historia
Naturalis XVI, 95), es probablemente posterior, debido a la
importancia de la adoración del árbol entre los antiguos druidas,
así como entre la mayor parte de los pueblos indoeuropeos antiguos,
ya que el árbol sagrado sirve como un símbolo del falo divino que
representa la vida del universo.
Sin embargo, entre los galos, los druidas, junto con los "equites", constituían las "castas" superiores. Piggott creía que la tradición druídica podía remontarse al menos al 2º milenio a.C. ya que tiene mucho en común con el lenguaje y la ideología indoeuropeos, especialmente el sánscrito y el hitita.
Sin embargo, es completamente posible que los druidas se hubieran establecido en Europa incluso antes que los Ārios, quizás tan tempranamente como en el 3er milenio a.C.
El dios tricéfalo atribuible a los
druidas en el Marne y en la Côte d’Or está posiblemente relacionado
con el dios tricéfalo o tetracéfalo [16] del valle
del Indo del 3er milenio a.C. [17]
Puede recordarse que F.E. Pargiter una vez sostuvo que el brāhmanismo mismo podría no haber sido originalmente Ârio, sino haber sido adoptado en la religión indo-Āria desde los dravidianos. [18]
Sin embargo, Pargiter no consideró la
posibilidad de que tanto la cultura Âria como más tarde la
dravidiana pueden haberse derivado de una cultura espiritual proto-dravidiana
o proto-hurrita.
Amiano Marcelino declaró que ellos investigaban,
Diodoro Sículo, siguiendo a Posidonio,
sostuvo que ellos creían que "las almas de los hombres son
inmortales, y que después de un número definido de años ellos tienen
una segunda vida en que el alma pase a otro cuerpo", que es también
la doctrina de los proto-dravidianos que formularon los principios
originales de la religión índica.
No obstante, la veneración del fuego entre los antiguos celtas puede ser débilmente detectada en la relativa frecuencia de la denominación "Áed" (fuego) entre los legendarios y tempranamente históricos Reyes Supremos de Irlanda. [19]
Fue sólo entre los proto-arios que los rituales religiosos indoeuropeos se centraron en la adoración del fuego, lo que implica una dramatización externa de acontecimientos cósmicos y particularmente del nacimiento del Sol dentro del fuego sacrificial sagrado, Agni.
Sin embargo, con la aparición más tarde
de las culturas camitas de Sumer y Egipto, la adoración de las
fuerzas cósmicas asumió formas antropomórficas, y la idólatra
adoración del templo se convirtió en la regla, como lo hizo en el
hinduísmo posterior también.
En los sacrificios de los indo-arios el sacrificador se somete a una muerte y renacimiento rituales como el Sol, mientras que en la adoración camita del templo, el ídolo sagrado es adorado como una representación viviente del Sol naciente y en desarrollo.
Ambas formas de adoración están
naturalmente relacionadas con ejercicios yóguicos tántricos que
emplean las correspondencias entre el macrocosmos y el microcosmos
para divinizar al adepto mismo.
Así,
Si bien los sacrificios del fuego y los rituales del templo de las religiones indoeuropeas antiguas fueron considerados necesarios para el bienestar del Purusha y el adecuado funcionamiento del universo, el objetivo del sabio verdaderamente iluminado, sin embargo, era trascender completamente la encarnación cósmica por medio de la ascesis yóguica.
Hemos visto que la prisca theologia (primitiva teología) de los antiguos indoeuropeos es claramente politeísta, y la transformación de ese politeísmo en pseudo-monoteísmo cristiano bajo la influencia del monoteísmo hebreo merece una investigación más cercana.
El monoteísmo hebreo debería ser más correctamente designado como un mono-nacionalismo basado en el culto tribal a Yahvé, dios de los hebreos.
Los hebreos son una rama de los arameos semíticos occidentales (e indoeuropeos), y son reconocibles en los nómadas "habiru" del antiguo Oriente Próximo, quienes fueron considerados como peligrosos bandoleros, subversivos y mercenarios. [20]
La aversión abrahámica original al
politeísmo cosmológico de los indoeuropeos es evidente de acuerdo a
las referencias existentes en las Antigüedades Judías de
Josefo, I, 157 y en De Mutatione Nominum de Filón,
72-6.
La rebelión monoteísta mono-nacionalista de los hebreos (Abraham) contra las religiones cosmológicas de sus vecinos en el antiguo Oriente Próximo representa así la primera caída de la Humanidad, dirigida por los judíos, desde su foco espiritual original.
Como lo señaló el historiador cultural inglés del siglo XIX Houston Stewart Chamberlain, la mentalidad predominantemente materialista de los escribas judíos es claramente evidente en su transformación de las elaboradas especulaciones mitológicas de los sumero-acadios en un mero registro histórico de la tribu judía misma:
Es verdad que hay algún misticismo cosmológico en las obras kabalísticas como el Sepher Yetzirah (Libro de la Creación) y el Zohar (Libro de la Luz), que también fueron compuestas en los primeros siglos d.C.
Esas obras, como las gnósticas, se
derivaron con toda probabilidad de los asirios entre quienes los
hebreos fueron exiliados en el siglo VI a.C., [21]
y contienen algunas nociones de las bases cosmológicas originales de
las primeras secciones del Génesis.
Es Tvashtr quien forma la semilla de la
luz del universo que aparece como Brahma, mientras que la
impregnación del sustrato material del cosmos es emprendida por el
aliento de Purusha, representado como la deidad del viento Vāyu (Wotan),
que corresponde al Espíritu Santo cristiano.
La traducción de este mito cosmológico
de Jesús, que es el mismo que el de Helios/Brahma, en un
cuento histórico ambientado en la Judea de los tiempos romanos es
quizás el trabajo de los judíos que se llamaron a sí mismos los
evangelistas, y de Pablo, que deseó hacer del culto cristiano un
culto judío internacional añadiendo un capítulo final a la historia
judía del Antiguo Testamento.
Marción se horrorizó de la concepción
hebraica de Yahvé como un dios tribal que aprueba toda suerte de
crímenes a sus israelitas "elegidos", y por tal razón él, como los
gnósticos contemporáneos, diferenció entre el demiurgo del universo
material, Yahvé, y el "Padre Celestial" de Cristo.
Según Marción, los pecados de la Humanidad creada por Yahvé tuvieron que ser expiados por el sacrificio del dios encarnado, Cristo, a fin de que todos los hombres pudieran heredar la Vida eterna.
Lamentablemente, a pesar de su
discernimiento intelectual, Marción fue excomulgado por la Iglesia
romana, la cual reforzó sus conexiones judaicas formando una Iglesia
ortodoxa "católica", o universal.
En efecto, el judaísmo como regla ha subordinado la exégesis kabalística al estudio literal de la Torá y el Talmud, que son registros mundanos de la temprana vida política y social judía que carecen completamente de espiritualidad.
La inexistencia de cualquier desarrollo
vigoroso de la Kábala como un culto judío predominante confirma los
orígenes extranjeros del sistema, y su modelo cosmogónico
cuasi-politeísta no ha tenido éxito en la transformación de la
obsesión etno-política de los hebreos que dio a la religión
revolucionaria de Abraham su primera y más típica forma.
Sin embargo, con las rebeliones
Protestantes, y sobre todo la Puritana, contra el catolicismo, los
aspectos cosmológicos de la Trinidad y de la adoración a María
fueron arrancados a la fuerza por un retorno a una interpretación
literal, mundana y monoteísta del Antiguo Testamento.
Puesto que, como hemos visto, la forma rabínica del judaísmo no es realmente religiosa en absoluto sino más bien un culto político que mantiene unidos a los judíos en sus ambiciones materialistas y financieras, la lucha de las potencias occidentales en favor de Israel sólo puede esperar establecer un "paraíso" material, estilo Las Vegas, en la tierra regida dictatorialmente por el supuesto "dios" de Israel.
Los esfuerzos militares, comerciales y
sociales de los judíos sionistas para sostener su aberrante religión
mundana y al Estado israelí que sirve como su símbolo político,
constituyen de esa manera la amenaza más alarmante hoy para la
cultura espiritual cosmo-céntrica de los indoeuropeos que conforma
el fundamento profundo tanto de la civilización europea como de la
hindú.
Un cristianismo así renovado que esté de
acuerdo con el espíritu del politeísmo cósmico y de la auto-renuncia
que hemos vislumbrado en las antiguas religiones indoeuropeas es el
fundamento obvio de la reunificación de las diversas partes de
Europa, occidental y del Este.
Si Europa debe sobrevivir a los efectos apocalípticos de las dos grandes guerras del siglo pasado, debe ser reunida otra vez con una cultura religiosa uniforme cuya elevación espiritual pueda permitir que sus pueblos asuman otra vez el dominio de sus propias antiguas y sagradas tierras.
Referencias
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