CAPÍTULO 2 - MÍ
INTRODUCCIÓN A LOS EJERCICIOS PLEYADIANOS DE LUZ
En el verano de 1993 estaba tomándome un descanso merecido en el
balneario de Breitenbush, un centro turístico de Oregón. Me senté,
rodeada de bosques milenarios y del sonido del río Breteinbush, en
un banco de madera, tomando plácidamente una comida orgánica
vegetariana preparada por su estupendo personal de cocina. Llevaba
en el centro seis días dándome baños minerales calientes, saunas,
duchas frías y paseos, además de largos períodos de sueño y algunas
siestas, hasta el punto de empezar a sentirme de nuevo con fuerzas.
Llevaba encima una sonrisa de satisfacción y poco más me hacía falta
aquella tarde calurosa verano.
Cuando me levantaba a devolver la bandeja al interior, me llamó la
atención el colgante que llevaba en el cuello una mujer. Seguí mi
camino y dejé la bandeja, pero volví a salir y me acerqué
inconscientemente a la que lo llevaba y le dije: «Hola, me ha
llamado la atención el diseño poco corriente de este colgante. ¿Lo
ha diseñado usted?» Ya se me ha olvidado la explicación que me dio,
pero sirvió para conocernos.
Me dijo ser quiromasajista y que vivía
en la zona de Laguna Beach. Luego me explicó que había estado
trabajando en algo que no era quiromasaje y poco más me pudo decir
aparte de que mejoraba muchísimo el estado de los clientes. Era algo
totalmente intuitivo que nunca hacía dos veces igual. Se encontraba
pasando una pequeña crisis de identidad en el sentido de no saber
cómo describir su trabajo, pero reconocía que los cambios eran
positivos.
Al poco tiempo de haber iniciado la conversación me distraje de tal
manera con unas visiones, que dije, casi a modo de excusa:
«Perdona, pero me está pasando algo
que me pide entrar en trance. Soy clarividente y esto no suele
pasarme con gente que acabo de conocer, mas por alguna razón
parece importante. ¿Me disculpas?».
Le brillaron los ojos de curiosidad y de
inmediato me dio permiso. Lo que vi me cogió totalmente por
sorpresa. En una burbuja casi pegada sobre el lado derecho de su
aura vi una escena en miniatura de las dos con varios Emisarios
Pleyadianos de Luz a bordo de una nave espacial, aprendiendo y
observando una sesión de Enlace Estelar Delfínico. Abrí los ojos y
dije algo como:
«Dime si ese nuevo trabajo que haces
consiste en colocar la punta de los dedos en los puntos del
cuerpo que necesitan una energía que surge de conectar unos con
otros. Dime si cuando lo haces se reconecta y se activa el
circuito eléctrico entre esos puntos. Y ¿qué sienten los
pacientes: dolor o liberación inmediata de presión?»
Bastante sorprendida, me respondió:
«Pues sí, pero nunca he podido
explicarlo tan bien. ¿Cómo lo has sabido?» Le contesté: «Porque
lo hemos aprendido en la misma nave pleyadiana de luz. Llevo
imponiendo así las manos desde principios de los 80, pero hasta
ahora no sabía que los pleyadianos me habían enseñado».
Se produjo una pausa en la que apareció
mi guía pleyadiano Pa-La pidiéndome que le dijera a ella que la
habían estado preparando durante los últimos seis meses mientras
dormía. Cuando se lo dije, sólo me contestó:
«Ese es el tiempo que llevo haciendo
este nuevo trabajo. No sé por qué, pero no puedo decir que me
sienta sorprendida».
Desde aquel momento compartí con ella
algunas de mis experiencias conscientes con los Emisarios
Pleyadianos de Luz. Los Ejercicios Pleyadianos de Luz, que más tarde
llamaría técnicas de sanación pleyadianas, se crearon para sustituir
el tipo de quiromasaje que sólo trata los síntomas en lugar de
despejar la fuente del dolor estructural. Coincidió conmigo en que
ya sentía la necesidad de aplicar técnicas más profundas antes de
empezar con el nuevo método y que había algo más que aquello.
Seguí contándole mis primeras
experiencias con el Enlace Delfínico Estelar y ella también
compartió sus experiencias conmigo. Luego, Pa-la le dio un nuevo
giro a la conversación.
Pa-la me pidió que consiguiese papel y lápiz, lo que hice. Durante
la siguiente hora y media me habló de los canales ka, descritos con
más detalle en la Sección 11 de este libro. Me mostró las grandes
vías de estos canales que son una «nueva» versión del sistema
clásico de meridianos. También me informó sobre algo llamado
Plantilla Ka, que sirve para regular el flujo de energía Ka en el
cuerpo. La energía Ka se ha descrito como la luz cósmica básica y
fuerza vital que cuando fluye adecuadamente por nuestros cuerpos
físico y etérico restaura los demás sistemas de meridianos, como los
utilizados en Shiatsu y acupuntura, manteniendo su flujo abierto.
Esta fuente de energía consiste
esencialmente en frecuencias descendidas de nuestro Yo Superior en
su alineamiento multidimensional holográfico. Cuando nos
reconectamos con nuestro Yo Superior, y abrimos los canales Ka
recibiendo la energía Ka de dimensiones superiores, aumenta
considerablemente la oportunidad de unir el espíritu al cuerpo
físico. Para aquellos de nosotros, buscadores espirituales de la
Verdad, lo que esencialmente se ofrece es ayuda en el proceso
completo de descenso del espíritu en la materia con el propósito de
transfigurarse e iluminarse. Cuando el espíritu desciende plenamente
sobre la materia nos convertimos en cuerpos de Cristo aquí en la
Tierra.
A esto se le podría llamar la segunda
venida colectiva de Cristo. La activación final de Ka es la
ascensión.
¡Y eso que iba a ser una conversación trivial de sobremesa! Mi nueva
amiga y yo estábamos encantadas con la información recibida, así
como con el chorro de energía que la acompañaba, particularmente la
energía de las visiones y sentimientos de mis vidas pasadas, que
llegaron de forma espontánea a mi conciencia. Había escenas de
Lemuria, la Atlántida y el antiguo Egipto en las que yo estaba entre
los sanadores que utilizaban los mismos procesos de sanación que
ahora se me recordaban. Volví a experimentar actividades en templos
de antiguas culturas en una mayor sintonía espiritual que nuestro
mundo de hoy. Me sentía como si hubiese regresado allí. Pero también
estaba fresco en mi memoria el conocimiento de la caída de aquellas
civilizaciones.
Los pleyadianos [el nombre abreviado de los Emisarios Pleyadianos de
Luz] dicen que la Tierra gira alrededor de Alción, así como Alción y
el sistema pleyadiano orbitan alrededor del Núcleo Galáctico, y a
medida que nuestra galaxia realiza su danza en continua espiral a
través del tiempo y del espacio, existen puntos en la sagrada
espiral en los que entramos en períodos de gracia.
En esas épocas se multiplican las
oportunidades para la evolución y el despertar espiritual de cada
persona, así como del planeta enconjunto. Ésta de ahora es una de
esas épocas: una época para recordar e ir más allá de lo que
habíamos ido. Disponemos de un margen durante el cual tenemos la
oportunidad de aprender de los errores cometidos en el pasado,
perdonar y asumir la responsabilidad de todo lo que hemos creado y
experimentado -así como de lo que crearemos y experimentaremos-. Con
ello abriremos la puerta a la revelación de este futuro ancestral.
En Breteinbush mi nueva amiga y yo nos sentimos profundamente
inspiradas compartiendo y recordando. Después de intercambiar
números de teléfono y direcciones y entregarle una copia de los
apuntes, mi nueva «vieja» amiga y yo nos separamos quedando en
seguir en contacto. Esa misma tarde, en mi habitación, recibí otra
transmisión, esta vez del Maestro Ascendido Jesucristo [al
que me referiré como «Cristo» o «el Cristo» en las futuras
alusiones; utilizo «Jesucristo» cuando me refiero a la encarnación
histórica de Cristo].
Era una transmisión sobre los siete
rayos y el papel de las parejas divinas, que son las guardianas y
emisoras de los rayos de energía que reciben las parejas de la
Tierra. Esta transmisión explicaba que ahora es esencial la
transformación de las relaciones hombre/mujer en lo que han de ser
realmente, formando parte del plan global de Cristo y los
pleyadianos. [Se incluyen más detalles sobre el paradigma
hombre/mujer en el capítulo 10 titulado «Cámara de Configuración de
Amor»].
Esta información me puso triste, ya que
yo no tenía una relación de pareja en ese momento y lo deseaba de
todo corazón. Pero plantó la semilla de la esperanza de que pronto
llegaría. Había esperado mucho tiempo a mi compañero espiritual y
ayudante. Pero me dormí casi contenta y agradecida.
Aproximadamente dos semanas después de mi vuelta a casa se
produjeron dos acontecimientos consecutivos. Primero, se me concedió
un período de «iluminación» de veinticuatro horas, como Ra lo llamó
cuando me pidió que fuese a Sand Flat en el monte Shasta a una hora
determinada de la tarde siguiente y me sentara debajo del «árbol de
Cristo». El árbol que me había mostrado Cristo en forma etérica
hacía unos años como lugar de encuentro con él. Durante unos meses,
cada vez que iba allí, Cristo me daba la bienvenida.
Me proporcionaba enseñanzas espirituales
y discursos que me ayudaban a sentir compasión hacia mí misma, o a
encontrar maneras de dirigir mi vida o mi crecimiento espiritual. Un
día, después de un departir especialmente alegre con él, me informó
que ya no nos encontraríamos allí excepto en raras ocasiones. Dijo
que quería que fuésemos amigos en igualdad de condiciones y que no
dependiese demasiado de él. El pie del árbol sería un lugar para
sentarse en paz y conectar con mi propia presencia de Cristo más
intensamente de lo que era capaz entonces. Así que, cuando Ra me
pidió que fuese, allí fui.
Cuando me acababa de sentar cómodamente bajo el árbol, me rodeó un
grupo de pleyadianos -con el que iban el Cristo y Quan Yin junto con
numerosos ángeles y Seres de Luz-. Fui llevada a un estado de
expansión que llamaban punto de referencia para la iluminación.
Las primeras palabras que oí fueron de Ra:
«Impartirás un programa de veinte
días llamado Ejercicio de Luz Pleyadiano Intensivo. Se celebrará
desde últimos de noviembre hasta diciembre de este año y
comprenderá tres partes. La Sección 1 se llamará Remodelación
Córtico-Neuro-Muscular [ahora denominada Remodelación Cerebral
Delfínica), que liberará la columna y el sistema óseo de las
pautas de restricción, permitiendo y mejorando la circulación
del fluido cerebro espinal. Así se abrirán los neurotransmisores
del cuerpo a nuevas frecuencias de luz.
»Estas nuevas frecuencias se presentarán en la Sección 2 que se
denominará Los Canales de Ka y la Activación de la plantilla Ka.
En esta Sección del intensivo también enseñarás la conexión con
el Yo Superior, ética superior y la responsabilidad espiritual
esencial para mantener el flujo de las energías Ka una vez
activadas. La Sección 3 se denominará Realineamiento y
Reactivación del Cuerpo Eléctrico de Luz (ahora denominada
Enlace Delfínico-Estelar). Para lograr un efecto más duradero y
pleno, los canales Ka deben abrirse antes de proceder con los
ejercicios eléctricos. Se necesita la energía Ka para mantener
despejadas las vías eléctricas una vez realizados los ejercicios
iniciales.»
Estaba más que sorprendida. Para
empezar, yo tendía a la cautela respecto de los círculos en los que
me daba a conocer. Llamar abiertamente a este nuevo programa, «Curso
intensivo de Ejercicios Pleyadianos de Luz», era un gran paso para
mí, cosa que no cuestioné porque en aquel estado yo lo percibía como
correcto. Que así sea.
El siguiente paso llegó cuando Ra me esbozó un par de cosas que ni
siquiera intuía. Me dijo en un tono ligeramente divertido que yo
estaría preparada cuando llegase el momento. Entonces me explicó
muchos más planes y detalles que, debo confesar, recordé sin ningún
problema cuando llegué a casa. Cosa que no es normal en mí, pues, en
general, mi memoria no es algo de lo que pueda presumir.
El segundo acontecimiento importante ocurrido al llegar de
Breteinbush fue la vuelta de mi ex novio a mi vida. Ésa fue una
sorpresa aún mayor, ya que consideraba que aquella relación no podía
llenarme más. Sin embargo, ahí estaba -amado y compañero del alma
ancestral con toda la fuerza de los sentimientos.
Volví a la práctica de la enseñanza y la sanación. Al principio no
parecía progresar mucho en relación al intensivo de Ejercicios
Pleyadianos de Luz. La única continuidad fue que los pleyadianos,
junto con el Cristo, seguían dándome sesiones regulares de sanación
para abrirme todo lo posible los canales Ka sin recurrir a la
imposición de manos.
Me dijeron que los resultados serían más
duraderos cuando la imposición de manos pudiera realizarse a través
de estudiantes preparados. A veces, los Emisarios Pleyadianos de Luz
me mostraban, mediante la clarividencia, en qué parte del cuerpo
estaban operando para que me ocupase de eliminar el dolor, lo que
por alguna razón ellos son incapaces de hacer. En otros momentos los
dedicaba a relajarme sola, sintiendo leves energías o durmiéndome.
El cambio que más efecto tuvo en mí fue el mantenimiento de mi nivel
energético a lo largo del día. Disminuyeron hasta casi desaparecer
por completo los altibajos que solía sentir. Tomó cuerpo en mí una
sensación general de ligereza y capacidad de recuperación.
Posteriormente, los clientes a los que impartí los Ejercicios
Pleyadianos de Luz describían unos resultados casi idénticos. Los
pleyadianos encontraban divertida mi tendencia a juzgar el trabajo
por los resultados inmediatos; me dijeron que el verdadero objetivo
del trabajo tenía muy poca relación con mi experiencia de entonces.
Tendrían que pasar dos años a partir de
la apertura de los canales de Ka para que la mayoría de los
receptores pudieran percibir la verdadera función de Ka, la conexión
a través de las dimensiones superiores con nuestro propio Yo
Superior. Esta conexión abrirá comunicaciones multidimensionales con
el Yo Superior, así como con otros seres de luz, permitiéndonos la
comunicación directa con los sistemas estelares asociados con
nuestro sistema solar y esta galaxia. Incluso después de esos dos
años la gama de funciones de Ka continuaría expandiéndose en formas
que aún no podemos ni imaginar.
Todavía satisfecha con los cambios que los ejercicios producían en
mi vida y sabiendo que aún faltaba lo mejor, empecé la primera serie
de sesiones con una amiga íntima que era a la vez alumna y cliente.
Empezaba cada sesión sin tener ni idea de lo que iba a hacer.
Siempre se me mostraba un canal, un punto de activación cada vez,
cuyas experiencias yo trasladaba al papel. Otro estudiante y amigo
vino a un intensivo de sanación de tres días, en medio del cual me
revelaron tres grupos más de canales. A través de estas sesiones,
así como durante las reuniones privadas con ellos, los pleyadianos
me enseñaron todos los canales. Las piezas del rompecabezas
empezaban a encajar.
Había un total de treinta y dos meridianos organizados en dieciséis
pares. Todos tenían varios puntos de activación. A veces se daba la
necesidad de sanar los canales mediante lo que podríamos llamar
cirugía psíquica. En otras ocasiones, las técnicas de apertura de
canales Ka eran más simples aunque más específicas; éstos eran los
aspectos más fácilmente perceptibles de los Ejercicios de Luz
Pleyadianos.
En una lectura con un cliente se me mostró el papel que juegan las
rutas neuronales del cerebro en el desarrollo espiritual y la
honradez. En pocas palabras, si nuestra respuesta a cada situación
de la vida no es espontánea, correcta y sincera al 100 por 100, el
espíritu no puede vivir en el cuerpo. La frecuencia de incluso el
más mínimo engaño, hasta por omisión, está por debajo del nivel
mínimo de frecuencia necesario para que el espíritu se encarne
plenamente. [Se explica esto en detalle en el capítulo 12, «Despejar
las rutas neuronales erróneas»]. Por ahora sopesa las implicaciones
de ser espontáneamente sincero al 100 por 100 en tu propia vida.
¿Cómo te cambiaría eso?
Llegó noviembre, y con él el Intensivo de Ejercicios Pleyadianos de
Luz. Ahora puedo decir sinceramente que superó con creces mis
expectativas. Cada día la nave de luz venía a cubrir la casa, y el
ánimo de todos los presentes se aceleraba de inmediato. Después de
sólo tres días pensé:
«Ahora sé por qué lo llaman
intensivo».
¡En verdad que lo era! Todos sin
excepción sufrieron la presión emocional por lo menos una vez;
algunos alumnos en repetidas ocasiones. En parte se debía a la
tendencia a recurrir a pautas de resistencia y oposición al cambio.
Sin embargo, los Ejercicios Pleyadianos de Luz se reducían en su
mayor parte a un proceso de sanación profunda que se daba con la
suficiente consistencia como para ayudar a traspasar los límites
previamente establecidos en una persona. En otras palabras, todos,
incluso yo, progresamos mucho en esos veinte días.
La mayor dificultad supuso tener a mi pareja en el grupo, ya que
nuestra relación tendía a ser bastante inestable en el mejor de los
casos. Allí me encontraba yo al frente del grupo enseñando las
bondades de
la sinceridad espontánea en forma de responsabilidad espiritual
dentro de los Ejercicios Pleyadianos de Luz cuando había días que no
podía contener las lágrimas. Tener a mi compañero en la clase que
dirigía habría sido difícil en el mejor de los casos. Máxime si a
esto se añadía el mal estado de nuestra relación (incluso a veces me
era difícil mirarle sin echarme a llorar). Así que... ¿qué es lo que
hice?, ser totalmente sincera con el grupo, sin culpar a nadie, como
les enseñaba que debían ser en su vida.
Nada más entrar en clase por la mañana explicaba cómo me sentía. A
veces abierta y llena de equilibrio y amor; otras veces llorosa, y
otras me sentía frustrada. Lo único que no variaba era mi voluntad
constante de sincerarme ante el grupo. Cada día renovaba el
compromiso de darles en cualquier caso lo mejor de mí. Y así fue. Me
atrevo a decir que mi propia presencia diaria enseñó al grupo más
sobre el dolor que acarrea la sinceridad y el sentir la mirada de
los demás que cualquier otra cosa que hice entonces.
Empecé a criticarme a mí misma por no
estar normalmente más serena, por no tener una relación más
satisfactoria y por haberle permitido permanecer en 0¡ grupo. Cada
día me enfrentaba a mis propias críticas y expectativas sobre mí
misma y cada día las transformaba en autoaceptación y autocompasión.
Al final, todos los miembros del grupo sin excepción me agradecieron
haber tenido el valor de «recorrer el trecho del dicho al hecho» y
mostrarme tan vulnerable ante ellos. Su modo de aceptarme y acogerme
con amor hicieron que fuese mucho más fácil aceptarme a mí misma.
Pero, aún así, al término de la experiencia me prometí que nunca
repetiría esa parte; la verdadera compasión hacia mí misma era no
volverme a colocar nunca en esa situación. Lo cual no quiere decir
que yo estuviese nerviosa todo el santo día. También tenía días
alegres y despejados.
Pero cuando el dolor aparecía, yo le
dejaba quedarse. Sin dar demasiados detalles sobre mi compañero,
hacía saber de palabra a los miembros del intensivo cómo me sentía.
Pero a la hora de dar la clase ponía toda la carne en el asador.
Existe una gran fuerza interior y un respeto hacia uno mismo cuando
se madura lo suficiente para saber que podemos ser útiles a los
demás a pesar de lo que nos vaya ocurriendo en la vida. Nunca antes
mi capacidad se había puesto a prueba de esa manera. Seguro que
después de aquello tenía las rutas neuronales echando humo.
La relación terminó poco después del Intensivo de los Ejercicios
Pleyadianos de Luz, a lo que le siguió la sanación y la recuperación
de mi persona. Como siempre, se mezcló mi propio proceso con la
práctica de la sanación y de la enseñanza. Fue de gran ayuda que por
fin me abrieran algunos de los canales Ka mediante la imposición de
manos de un alumno diplomado en Ejercicios Pleyadianos de Luz, lo
que supuso una gran compensación. Cuanto más profundo era el trabajo
en mi cuerpo, más ganas tenía de compartirlo con más personas.
Una noche de invierno fui al salón a leer el correo y relajarme.
Había entre el correo un boletín informativo de una amiga que no
había visto hacía más de año y medio. En el boletín exponía los
objetivos de un centro de sanación que ella misma estaba poniendo en
marcha. Según iba leyendo, sentía cada vez más que el Intensivo de
Ejercicios Pleyadianos de Luz tenía un papel que jugar en un futuro
común con esta amiga. Sin embargo, cansada como estaba, empecé a
dudar de mí misma pensando que podría estar proyectando mis
expectativas sobre ella por tratarse de «lo último» que me había
llamado la atención. Pero el sentimiento era intenso.
Al final me fijé en un libro,
The keys of Enoch que alguien de
casa había dejado en la mesa. Nunca antes había tenido ganas de
leerlo, pero de pronto me sentí empujada a tomarlo. En cuanto lo
hice sonó la voz conocida de Ra que decía:
«Abre el libro al azar y fíjate en
lo que dice. Confirmará tus dudas o te reafirmará acerca del
futuro de los Ejercicios Pleyadianos de Luz».
Abrí el libro al azar. En la sección 315
estaba la definición de Ka como el «doble divino» llamándolo por su
nombre. Me quedé boquiabierta leyendo las tres secciones siguientes.
Los pasajes describían la función de este doble divino en nuestro
propio encristamiento, lo que supone hacer sitio para que nuestro
propio Yo Maestro Ascendido adquiera forma física. Las líneas
axiatonales, que a mi parecer coinciden con los canales Ka, se
describen como equivalentes a los meridianos en acupuntura.
Estas líneas o meridianos se describían
no sólo como la clave de la salud física, sino que, correctamente
alineadas con nuestro yo de dimensiones superiores, son también
capaces de regenerar órganos y abrirse al descenso de nuestro yo
crístico a nuestro cuerpo. Básicamente, el libro esbozaba los
requisitos para que se dé la iluminación colectiva a nivel personal,
aunque no explicaba el procedimiento concreto. Los Ejercicios
Pleyadianos de Luz consisten precisamente en el procedimiento para
llevar a cabo esta digna y oportuna tarea, y mi entusiasmo se
disparó.
Lo siguiente que irrumpió con fuerza en mi vida después de semanas
de insinuaciones fue la necesidad de escribir. En las veinticuatro
horas siguientes a la experiencia de The Keys of Enoch dos amigos me
hicieron esta pregunta:
«¿Cuándo vas a empezar tu libro?»
Ninguno de ellos sabía por mí que
pensaba escribir. Sin embargo, me Preguntaban por ello. Shahan me
contó que, en el transcurso de varias semanas, cada vez que iba a
meditar en la rueda medicinal junto al lago, un libro flotaba en el
aire sobre el círculo. Me contó que estaba escrito por mí y editado
por ella y me preguntó cuándo empezábamos. Luego llamó Beth, una
diplomada del primer intensivo.
Había impartido en Georgia la primera
tarde de introducción a los Ejercicios Pleyadianos de Luz y había
resultado un éxito de asistencia. La mayoría de los asistentes
estaban interesados ya sea en clases o en sesiones privadas. Pero lo
que más le había sorprendido es que Ra llegó a la presentación con
un mensaje para el grupo, anunciando:
«Estad atentos al libro de Amorah
que saldrá dentro de un año o año y medio. La palabra Ka es sólo
conocida por un puñado de gente, pero en el tiempo que se acerca
será una palabra muy oída por muchos...»
Después de recibir este mensaje de Ra,
Beth me dijo:
«No sabía que estabas escribiendo un
libro ¿cuándo saldrá?» Mi respuesta sincera fue: «Yo tampoco lo
sabía con seguridad pero supongo que tendré que ponerme a ello».
En ese momento de la conversación recibí
una imagen de la portada de un libro en la que estaban escritas las
palabras AHORA ES EL MOMENTO. Entonces pensé que las palabras de la
portada eran el título; luego me di cuenta de que eran un mensaje
para mí. Años antes, cuando los pleyadianos ya habían desaparecido,
Ra me dijo:
«Cuando sea el momento estaremos
juntos de nuevo...»
Hace unos meses pregunté a los
pleyadianos por qué se introducía la sanación ahora y no antes.
Ra me replicó:
«Ahora es el momento».
Así de claro y simple.
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