10 - EL PRISIONERO DE LA
PIRÁMIDE
El incidente de la Torre de Babel llevó a un inesperado final la era
más larga de Paz en la Tierra que el Hombre pueda recordar. La
cadena de acontecimientos trágicos que desencadenó aquel incidente
tuvo, según creemos, una relación directa con la Gran Pirámide y sus
misterios. Para resolverlos, vamos a ofrecer nuestra propia teoría
acerca de cómo se planificó y se construyó esta singular estructura,
que más tarde sería sellada y violentada desde fuera.
A los muchos enigmas referentes a la construcción y al propósito de
la Gran Pirámide de Gizeh, se añadieron dos más tras su terminación.
Todas las teorías relacionadas con ellos, al estar basadas en la
suposición de que la pirámide era una tumba real, muestran
imperfecciones y deficiencias. Y es que creemos que las respuestas
no se encuentran en los relatos de los faraones, sino en los de los
dioses.
Las distintas referencias que, sobre la Gran Pirámide, aparecen en
los escritos de los cronistas clásicos griegos y romanos atestiguan
la familiaridad que se tenía en sus tiempos con la entrada de la
piedra giratoria, el pasadizo descendente y el foso subterráneo.
No
se sabía nada de todo el sistema superior de pasadizos, galerías y
cámaras, dado que el pasadizo ascendente quedó taponado con tres
grandes bloques de granito y camuflado con una piedra triangular,
para que nadie que bajara por el pasadizo descendente llegara a
sospechar que existía una entrada a un pasadizo superior (Fig. 65).
Fig. 65
A lo largo de los muchos siglos que siguieron, se llegó a olvidar
incluso la ubicación de la entrada original; y cuando, en el 820 d.G,
el califa Al Mamun decidió entrar en la pirámide, sus hombres
forzaron una entrada a través de un túnel, sin rumbo fijo a través
de las piedras. Sólo después de que oyeran caer una piedra en algún
lugar dentro de la pirámide fue cuando orientaron el túnel en
dirección al sonido, llegando al pasadizo descendente.
La piedra que
había caído era la piedra triangular que ocultaba la entrada al
pasadizo ascendente, con lo que quedó al descubierto el tapón de
granito. Incapaces siquiera de mellar los bloques de granito, los
hombres atravesaron la piedra caliza a su alrededor, descubriendo al
fin el pasadizo ascendente y las partes internas superiores de la
pirámide. Como atestiguan los historiadores árabes, Al Mamun y sus
hombres lo encontraron todo vacío.
Tras limpiar de escombros el pasadizo ascendente -trozos de caliza
que, de algún modo, se habían deslizado por su suelo hasta el tapón
de granito-, consiguieron arrastrarse hasta el extremo superior del
pasadizo. Al salir de este túnel cuadrado, pudieron ponerse de pie,
pues habían llegado al enlace del pasadizo ascendente con el
pasadizo horizontal y la Gran Galería (Fig. 66).
Fig. 66
Después, siguieron
el pasadizo horizontal, llegando a la cámara abovedada de su extremo
(que exploradores posteriores llamarían «Cámara de la Reina»);
estaba vacía, al igual que su enigmática hornacina (ver Fig. 49).
Volviendo al cruce de pasadizos, treparon por la Gran Galería (Fig.
45); sus surcos, precisamente tallados, ahora agujeros y huecos
vacíos, les ayudaron a trepar, tarea harto difícil debido a la
resbaladiza capa de Polvo blanco que cubría el suelo y las rampas de
la galería.
Treparon hasta el gran escalón que se eleva en el
extremo superior de la galería y que se nivela con el suelo de la
Antecámara; al entrar en ésta, se encontraron con que no estaban los
rastrillos que bloqueaban la entrada (Fig. 67).
Fig. 67
Se arrastraron hasta
la cámara abovedada (llamada más tarde la «Cámara del Rey»); estaba
vacía, salvo por un bloque de piedra vaciado (apodado «El Cofre»),
pero tampoco aquí había nada.
Cuando volvieron al cruce de los tres pasadizos (el ascendente, el
horizontal y la Gran Galería), los hombres de Al Mamun se percataron
de que, en el lado occidental, había un agujero en el sitio donde la
piedra correspondiente de esa rampa había sido hecha pedazos (Fig.
68).
Fig. 68
Aquel agujero llevaba, través de un corto pasadizo horizontal,
a un conducto vertical que los árabes supusieron que era un pozo.
Cuando bajaron por este «pozo» (como al final se le llamó), se
encontraron con que no era más que la parte superior de una larga y
sinuosa serie de conductos conectados (60 metros), que terminaba con
un empalme de casi dos metros en el pasadizo descendente, conectando
así las cámaras y los pasadizos superiores de la pirámide con los
inferiores (Fig. 66).
Las evidencias indican que la abertura
inferior se bloqueó y se ocultó para todo aquél que bajara por el
pasadizo descendente, hasta que los hombres de Al Mamun bajaron por
el Pozo y abrieron su fondo.
Los descubrimientos de los árabes y las posteriores investigaciones
han levantado un montón de dudas. ¿Por qué, cuándo y quiénes
taponaron el pasadizo ascendente? ¿Por qué, cuándo y quiénes crearon
el sinuoso Pozo a través de la pirámide y de su lecho de roca?
La primera y la más persistente teoría explicaba los dos misterios
con una sola respuesta. Manteniendo la idea de que la pirámide se
construyó como tumba del faraón Keops, esta teoría sugería que,
después de que su cuerpo momificado fuera situado en el «Cofre» de
la «Cámara del Rey», los obreros hicieron deslizarse los tres
grandes bloques de granito desde la Gran Galería por la pendiente
del pasadizo ascendente, con el fin de sellar la tumba.
De este
modo, los obreros habrían quedado atrapados con vida en la Gran
Galería. Pero, sin saberlo los sacerdotes, los obreros habían
quitado la última piedra de la rampa y habían excavado el Pozo,
abriéndose camino hasta el pasadizo descendente, para salir después
por la puerta de la pirámide, salvando así la vida.
Pero esta teoría no soporta el más mínimo análisis crítico.
El Pozo
está compuesto por siete segmentos diferentes. Comienza
con el segmento horizontal superior (A), que lleva de la Gran
Galería hasta un segmento vertical (B), que conecta, a través de un
segmento sinuoso (C) con un segmento vertical inferior (D). Después,
sigue un segmento largo, recto, pero muy inclinado (E), que lleva a
un segmento más corto (F), inclinado en un ángulo diferente.
Al
final del (F), un segmento que pretendía ser horizontal pero que, de
hecho, está ligeramente inclinado (G), conecta el Pozo con el
pasadizo descendente. Dejando aparte los segmentos horizontales de
enlace A y G, el Pozo de verdad (segmentos B, C, D, E y F), a pesar
de sus cambios de rumbo, cuando se contempla desde un plano
norte-sur, se encuentra precisamente en un plano este-oeste paralelo
al plano de pasadizos y cámaras de la pirámide; la distancia de
separación, de alrededor de 1,80 metros, queda cubierta por el
segmento A en la parte superior, y por el G en la inferior.
Mientras que los tres segmentos superiores del Pozo atraviesan unos
18 metros de mampostería de la pirámide, los segmentos inferiores
atraviesan alrededor de 45 metros de roca sólida. Los escasos
obreros que, según la teoría mencionada, hubieran quedado dentro de
la pirámide para deslizar los tapones de granito no hubieran podido
atravesar toda esa roca.
Por otra parte, si la excavación se hizo
desde arriba, ¿dónde están los escombros, que sólo podían llevar
hacia arriba a medida que profundizaban? Con un Pozo de 70
centímetros de abertura media en la mayoría de sus segmentos, se
habrían amontonado más de 28 metros cúbicos de escombros en los
pasadizos y en las cámaras superiores.
A la vista de hechos tan poco probables, se propusieron nuevas
teorías, basadas en la suposición de que el Pozo fuera excavado de
abajo a arriba, sacando así los escombros de la pirámide a través
del pasadizo descendente. Pero, ¿para qué?
La respuesta es: un
accidente. Cuando el faraón estaba siendo enterrado, un terremoto
sacudió la pirámide, soltando prematuramente los tapones de granito.
Como consecuencia de ello, los que quedaron atrapados con vida no
fueron unos simples obreros, sino miembros de la familia real y
sumos sacerdotes. Con los planos de la pirámide aún disponibles, los
equipos de rescate hicieron un túnel hacia arriba, alcanzando la
Gran Galería y salvando así a los dignatarios.
Esta teoría, así como la ya descartada de los ladrones de tumbas que
se pudieran abrir paso así al interior de la pirámide, falla, entre
otros aspectos, por una cuestión de precisión. Con la excepción del
segmento (C), en el que la obra se perforó de un modo tosco e
irregular, y la sección (G), dos de cuyos lados cuadrados resultan
toscos y no demasiado horizontales, el resto de segmentos son rectos
y precisos, de fino acabado y de ángulos uniformes en toda su
longitud. Un equipo de rescate (o unos ladrones de tumbas),
¿hubieran perdido el tiempo en hacer un trabajo tan perfecto y
preciso? ¿Para qué molestarse en alisar los lados, cuando tal
alisado hubiera hecho mucho más difícil trepar por el conducto?
A medida que aumentaban las evidencias de que ningún faraón había
sido enterrado nunca en la Gran Pirámide, una nueva teoría iba
ganando adeptos, la de que el Pozo se había hecho para permitir el
examen de unas fisuras que habían aparecido en la roca como
consecuencia de un terremoto.
Los más elocuentes defensores de esta
teoría fueron los hermanos John y Morton Edgar (The Great Pyramid
Passages and Chambers), que, motivados por el celo religioso que
veía en la pirámide la expresión pétrea de las profecías bíblicas,
visitaron, limpiaron, examinaron, midieron y fotografiaron todos los
rincones conocidos de la pirámide. En sus conclusiones, demostraron
que el corto pasadizo superior horizontal del Pozo (A), así como la
más elevada de las secciones verticales (B), formaban parte de la
construcción original de la pirámide (Fig. 69).
Fig. 69
También descubrieron
que la sección vertical inferior (D) se había construido
cuidadosamente con bloques de obra a su paso por una cavidad
(apodada La Gruta) en el lecho de roca (Fig. 70); esto sólo se pudo
construir cuando la roca aún estaba al aire libre, antes de que se
cubriera la Gruta con los bloques de piedra de la pirámide.
Es
decir, también esta sección debía de ser parte -parte primitiva- de
la construcción original de la pirámide.
Fig. 70
Los hermanos Edgar teorizaron que, cuando se estaba construyendo la
pirámide, ya por encima de su base, un potente terremoto fisuró el
lecho rocoso en varios puntos. Con la necesidad de conocer el
alcance de los daños para determinar si se podría seguir
construyendo la pirámide sobre el agrietado lecho rocoso, los
constructores perforaron la roca en lo que ahora son los segmentos E
y F con el fin de inspeccionar en niveles profundos.
Tras constatar
que el daño no era grave, se prosiguió con la construcción de la
pirámide; pero, para permitir la realización de inspecciones
periódicas, se hizo un corto pasadizo (1,80 metros), el G, entre el
pasadizo descendente y la sección F, para poder realizar la
inspección entrando desde abajo.
Aunque las teorías de los Edgar (expuestas posteriormente por
Adam
Rutherford en Pyramidology) fueron aceptadas por todos los
piramidólogos, así como por algunos egiptólogos, aún están lejos de
resolver los enigmas. Si las secciones largas E y F eran pozos de
inspección de emergencia,
-
¿Por qué se construyeron de forma tan
elaborada, de un modo que precisaba de tanto tiempo para su
construcción?
-
¿Cuál era el propósito de las secciones verticales
originales B y D?
-
¿Cuándo y por qué se atravesó la mampostería de
forma tan irregular y sinuosa en la sección C?
-
¿Y qué hay de los
tapones de granito?
-
¿Para qué se pusieron si no hubo funeral ni
enterramiento?
Para todas estas preguntas no ha habido una respuesta
satisfactoria, ni de los piramidólogos, ni de los egiptólogos.
Sin embargo, en la ardua e infatigable medición y exploración de
unos y otros se encuentra la clave de las respuestas, pues creemos
que los segmentos esenciales del Pozo los hicieron, efectivamente,
los constructores originales, pero no a posteriori ni como respuesta
a una emergencia, sino como medida de previsión, para que sirvieran
de directrices arquitectónicas en la construcción de la pirámide.
A lo largo de los siglos, se ha escrito mucho acerca de las
increíbles proporciones y las notables relaciones geométricas de la
Gran Pirámide. Sin embargo, debido a que el resto de las pirámides
sólo pasadizos y cámaras inferiores, se ha insistido en considerar
todo el sistema superior como algo que se desarrolló en una fase
posterior. Como consecuencia de ello, se prestó poca atención a
determinados alineamientos entre los sistemas superior e inferior de
la pirámide, que sólo tendrían sentido si ambos sistemas se hubieran
planificado y ejecutado al mismo tiempo.
Así, por ejemplo, el punto
de la Gran Galería en el que el suelo se eleva abruptamente para
formar el Gran Escalón (U), el eje central de la «Cámara de la
Reina» (Q), y un nicho (R) que hay en el corto pasadizo horizontal
inferior, están situados en línea, precisamente, con el eje central
de la pirámide. Por otra parte, hay un enigmático escalón bajo (S)
en el pasadizo horizontal superior que está alineado con el punto
que marca el fin (P) del pasadizo descendente. Y aún hay más de
estos alineamientos desconcertantes, como se podrá ver en nuestro
siguiente diagrama.
¿Serían todos estos alineamientos algo casual, puras coincidencias
arquitectónicas, o son el resultado de una cuidadosa planificación y
un preciso diseño? Como vamos a demostrar, estos y otros
alineamientos no reconocidos hasta ahora emanan de la ingeniosa, y
sin embargo sencilla, planificación de la pirámide. Y también
demostraremos que los segmentos originales del Pozo no sólo formaron
parte integral de la ejecución de la pirámide, sino también de su
planificación.
Comenzaremos con el segmento D, porque creemos que fue el primero en
construirse. Actualmente, en términos generales, se acepta que la
prominencia rocosa sobre la que se erigió la pirámide se niveló de
forma escalonada. La parte más baja de la roca, que se puede ver en
el exterior, formó la línea base; la parte más alta de la roca está
en el nivel de la Gruta; allí se puede ver la primera capa de la
obra de la pirámide.
El hecho de que el segmento D se encuentre por
debajo de esta manipostería, significa que tuvo que ser construido a
través de la Gruta y el lecho rocoso antes de que se construyera
nada por encima, es decir, antes que los segmentos A, B y
C del
Pozo. Y debido a que la única forma de hacer un túnel a través de la
roca es desde la parte que da al aire libre, el segmento E, que
comienza su descenso precisamente desde el extremo final del D, sólo
pudo ser llevado a cabo tras la finalización del segmento D; el
F
tuvo que seguir al E, y el G llegó al final.
Es decir, hubo que construir el segmento D con gran precisión (ver
Fig. 70), a través de la Gruta y de la roca, antes que el resto de
segmentos del Pozo.
-
Pero, ¿por qué se ubicó en ese sitio?
-
¿Por qué
es exactamente vertical?
-
¿Por qué no se continuó hacia arriba y se
le dio la longitud que tiene?
-
¿Por qué, de hecho -algo que ha pasado completamente inadvertido-,
el segmento E se encuentra inclinado con respecto al D y con
respecto a la línea base en un ángulo exacto de 45o?
-
¿Y por qué el
segmento E, si su única función era la de servir como conducto de
conexión, no se prolongó hasta llegar al pasadizo descendente, en
vez de girar en ángulo y formar así el segmento F?
-
¿Y por qué este
segmento, el F -otro detalle inadvertido-, está inclinado con
respecto al pasadizo ascendente en un ángulo exacto de 90o?
Para responder a estas cuestiones, nos tenemos que preguntar:
¿cómo
pudieron diseñar y conseguir estas simetrías, estos alineamientos
perfectos y estas notables relaciones geométricas los arquitectos de
la pirámide?
La solución que proponemos se puede ilustrar mejor con
un dibujo (Fig. 71); es un plano de distribución del interior de la
pirámide que hemos trazado, así nos parece, como lo podrían haber
trazado los propios constructores: ¡un sencillo, aunque ingenioso,
plano arquitectónico que consigue esos impresionantes alineamientos,
simetrías y perfección a partir de unas cuantas líneas y tres
círculos!
Fig. 71
La construcción de la pirámide comenzó con el nivelado de la
prominencia rocosa sobre la cual se iba a elevar. Para darle a la
estructura una mayor estabilidad, se cortó la roca al nivel de la
base sólo cerca de la circunferencia de la pirámide; en su centro,
la cara de la roca era más alta, se elevaba por niveles. Fue
entonces, según creemos, cuando se eligió la Gruta -una deformación
natural de la roca, o quizás una cavidad artificial- como punto en
donde debían tener su inicio los alineamientos de la estructura.
Allí se situó el primero de los conductos, el D, verticalmente, a
través de la Gruta -en parte atravesando la roca y en parte
construido con bloques de obra (ver Fig. 70). Su altura (Fig. 71)
marca exactamente la distancia desde el nivel de la base, donde
termina la roca y comienza la obra en el corazón de la pirámide.
Hace tiempo que se reconoce que el valor de n -el factor que
gobierna las relaciones entre un círculo o una esfera, sus elementos
lineales y sus proyecciones de superficie- se utilizó para
determinar la circunferencia, los lados y la altura de la pirámide.
Como se puede ver en nuestro dibujo, no sólo la cubierta de la
pirámide, sino todo en su interior, se determinó con la ayuda de
tres círculos iguales.
Con instrumentos teodolíticos situados dentro del conducto D se
trazó la línea vertical clave, cuya función pronto describiremos.
Pero, primero, se trazó con estos instrumentos una línea horizontal
roca/obra, sobre la cual se situaron los centros de los tres
círculos. El primero de éstos (Punto 1) estaba en D; mientras que
los Puntos 2 y 3 se situaron donde su círculo intersecaba la línea,
sirviendo como centros de otros dos círculos superpuestos.
Claro está que, para trazarlos, los arquitectos de la pirámide
tuvieron que decidir cuál debía ser el radio más adecuado. Los
investigadores de la Gran Pirámide siempre se han visto frustrados
en sus intentos por aplicar a sus perfectas proporciones cualquiera
de las unidades de medida del antiguo Egipto -ni el codo común de 24
dedos, ni el codo real de 28 dedos (525 milímetros). Hace alrededor
de tres siglos, Sir Isaac Newton llegó a la conclusión de que tanto
en la construcción de la pirámide, como en la del arca de Noé y el
templo de Jerusalén, se utilizó un enigmático «Codo Sagrado» de 641
milímetros.
Tanto los egiptólogos como los piramidólogos aceptan
ahora estas conclusiones, al menos en lo que respecta a la pirámide.
Según nuestros propios cálculos, el radio adoptado para los tres
círculos supuestos era de 60 de tales codos sagrados; siendo el
número 60, no por casualidad, el número base del sistema matemático
sexagesimal de los sumerios. Esta medida de 60 codos sagrados es la
dominante tanto en longitudes como en alturas de la estructura
interior de la pirámide, así como en las dimensiones de su base.
Tras seleccionar el radio, se trazaron los tres círculos; y,
entonces, la pirámide comenzó a tomar forma: donde el segundo
círculo intersecara el nivel de la base (Punto 4), el lado de la
pirámide se tenía que elevar con un ángulo de 52° -un ángulo
perfecto, porque es el único que incorpora las proporciones de TC en
la pirámide.
Desde la base del conducto D, se perforó el conducto E hacia abajo,
con una inclinación exacta de 45° con respecto a E. La línea teodolítica proyectada desde
E hacia arriba, intersecando el círculo
2 en el Punto 5, proporcionó la inclinación de la línea para el lado
de la pirámide, marcando también el nivel de media área -sobre el
cual tendrían que situarse la Cámara del Rey y la Antecámara (la
línea 5-U-K)- y dónde tendría que terminar la Gran Galería.
Proyectada hacia abajo, la pendiente E determinaría el punto P,
donde tendría que terminar el pasadizo descendente, y la vertical de
P determinaría la posición del escalón 5 en el pasadizo horizontal.
Si observamos el tercer círculo, veremos que su centro (Punto 3)
marcaba la línea central vertical de la pirámide. En el punto en
donde esta línea intersecaba la línea de media área, se situó el
gran escalón (U), marcando el final de la Gran Galería y el
comienzo del suelo de la Cámara del Rey. También determinaba la
posición de la Cámara de la Reina (Q), que estaba situada
exactamente en la línea central. Conectando el Punto 2 con el Punto
U, se obtenía la línea del suelo del pasadizo ascendente y de la
Gran Galería.
Después se perforó el conducto F, a partir del final del conducto
E,
de tal modo que su prolongación intersecara la línea de suelo
ascendente 2-U en ángulo recto (90°). Desde su intersección con el
primer círculo (Punto 6), se trazó una línea a través del Punto 2,
hacia arriba, hasta llegar al lado de la pirámide (Punto 7). Así se
delineó el pasadizo descendente, el cruce con el pasadizo ascendente
(en el Punto 2) y la entrada a la pirámide.
Así, los conductos D, E y F, y los tres círculos, hicieron posible
la mayor parte de los detalles esenciales de la Gran Pirámide. Sin
embargo, faltaría por determinar el punto en donde debería terminar
el pasadizo ascendente y comenzar la Gran Galería, así como dónde
habría que situar el nivel del pasadizo horizontal que lleva a la
Cámara de la Reina.
Y según creemos, es aquí donde entró en juego el
conducto B. Hasta ahora, nadie ha señalado el hecho de que su
longitud es exactamente igual a la de D, y que marca exactamente la
distancia entre el nivel de la entrada y el nivel del pasadizo
horizontal. B se situó allí donde la línea ascendente intersecaba el
círculo 2 (Punto 8). Su prolongación vertical marca el comienzo del
muro elevado de la Gran Galería; la distancia desde el Punto 8 al
Punto 9, donde la línea de D interseca la línea horizontal de 8, es
el lugar de la grandiosa intersección representada en la Fig. 68.
El segmento B, conectado en el Punto 8 con los pasadizos a través
del corto segmento A, permitió así a los constructores de la
pirámide completar su interior. Una vez hecho esto, los segmentos
del Pozo dejaron de tener utilidad arquitectónica o funcional, y la
entrada a ellos se cubrió, colocando allí una piedra ajustada con
forma de cuña (Fig. 72).
Fig. 72
Los segmentos D, E y F también desaparecieron de la vista cuando la
obra de la pirámide se elevó sobre su base rocosa. Quizás se
construyó entonces el segmento G, para permitir la extracción de los
teodolitos de los segmentos D-E-F o para hacer comprobaciones de
última hora. Finalmente, en el punto donde el pasadizo descendente
conectaba con este segmento G, se cubrió la abertura con un bloque
de piedra ajustado, con lo que estos segmentos inferiores
desaparecieron también de la vista.
La pirámide se terminó, con todos sus segmentos ocultos del Pozo;
todos menos uno, que, como hemos visto, no tenía ninguna función o
propósito en la planificación y construcción de la pirámide.
La excepción la constituye el irregular e insólito segmento C,
extrañamente sinuoso, que toscamente atraviesa la caliza dejando
muchos bloques de piedra rotos y con salientes. ¿Cuándo, para qué y
cómo se hizo esta enigmática sección?
Creemos que esta sección no existía aún cuando la pirámide fue
terminada. Como expondremos, se hizo precipitadamente con
posterioridad, cuando se encerró vivo a Marduk en la Gran Pirámide.
No hay duda de que se encerró vivo a Marduk en la «Montaña Tumba»;
los textos que se han encontrado y traducido así lo atestiguan.
Otros textos mesopotámicos arrojan luz sobre la naturaleza de su
delito. Y todos juntos nos permiten llegar a una reconstrucción
plausible de los acontecimientos.
Desterrado de Babilonia y Mesopotamia, Marduk volvió a Egipto y se
estableció en Heliópolis, potenciando su papel como «centro de
culto» suyo al reunir sus objetos personales celestes en un
santuario especial, al cual los egipcios peregrinaron durante mucho
tiempo después.
Pero, al intentar reestablecer su hegemonía en Egipto, Marduk se
encontró con que las cosas habían cambiado desde que se fue de allí
en su intento de golpe de estado en Mesopotamia. Aunque Toth, según
parece, no planteó una lucha por la supremacía, y Nergal y Gibil
estaban lejos del centro de poder, un nuevo rival había aparecido
mientras tanto: Dumuzi. Hijo menor de Enki, cuyos dominios tenían
fronteras con el Alto Egipto, estaba mostrándose como un
pretendiente al trono de Egipto.
Y por detrás de sus ambiciones no había otra que su novia Inanna/
Ishtar -otro motivo para las sospechas y la antipatía de Marduk.
El relato de Dumuzi e Inanna -él, hijo de Enki; ella, nieta de Enlil- es
algo así como un antiguo relato de Romeo y Julieta. Al igual que en
el drama de Shakespeare, también aquí hay un final trágico de muerte
y venganza.
La primera presencia de Inanna/Ishtar en Egipto se menciona en el
texto de Edfú que habla de la Primera Guerra de la Pirámide. Llamada
aquí Ashtoreth (su nombre cananeo), se dice que apareció en el campo
de batalla entre las fuerzas de Horus.
El motivo de su inexplicable
presencia en Egipto pudo ser el de la visita a su novio Dumuzi, a
través de cuya región estaban pasando las fuerzas de combate. Por un
texto sumerio sabemos que Inanna había ido a visitar a Dumuzi («El
Pastor») a su lejana región rural. Aquí se nos cuenta que Dumuzi
estaba esperando su llegada y deja constancia de sus
tranquilizadoras palabras ante una novia desconcertada por un futuro
en una tierra extranjera:
El joven estaba esperando; Dumuzi abrió la puerta.
Ella llegó a él como un rayo de luna... Él la miró, se regocijó en ella,
la tomó en sus brazos y la besó.
El Pastor puso su brazo alrededor de la doncella;
«No te he llevado a la esclavitud», [dijo]; «Tu mesa será una espléndida mesa,
la espléndida mesa en donde yo mismo como...».
En aquel momento, Inanna/Ishtar tenía la bendición de sus padres,
Nannar/Sin y Ningal, así como la de su hermano Utu/Shamash, en esta
historia de amor a lo Romeo y Julieta entre una nieta de Enlil y un
hijo de Enki. Algunos hermanos de Dumuzi, y probablemente el mismo
también dieron su consentimiento. Le hicieron a Inanna un regalo
de lapislázuli, la azulada piedra preciosa que ella tanto se
estimaba.
Como sorpresa, le escondieron gran cantidad de cuentas y
de cuadritos de esta piedra debajo de un montón de su fruta
favorita: los dátiles. En su dormitorio encontró «un lecho de oro,
adornado con lapislázuli, que Gibil había refinado para ella en la
morada de Nergal».
Y entonces comenzaron los combates, y lucharon hermano contra
hermano. En la medida en que la pelea era sólo entre los
descendientes de Enki, nadie vio ningún problema particular en que
estuviera por ahí una nieta de Enlil. Pero, tras la victoria de
Horus, cuando Set ocupó tierras que no eran suyas, las cosas
cambiaron por completo: la Segunda Guerra de la Pirámide arrojó a
los hijos y nietos de Enlil contra los descendientes de Enki.
«Julieta» tuvo que separarse de su «Romeo».
Cuando, después de la guerra, los amantes se volvieron a reunir y
consumaron su matrimonio, pasaron muchos días y noches de dicha y
éxtasis -motivo de numerosas canciones de amor sumerias. Pero
incluso cuando estaban haciendo el amor, Inanna le susurraba a
Dumuzi palabras provocadoras:
¡Tan dulces como tu boca son tus partes,
merecedoras de una condición principesca!
¡Somete al país rebelde, deja que la nación se multiplique;
yo dirigiré al país con justicia!
En otra ocasión, le confesó su visión a su amado:
Tuve la visión de una gran nación en la que se elegía a Dumuzi como
Dios de su país... Pues yo he hecho que se exalte el nombre de Dumuzi, le di prestigio.
Aún con todo, no fue una pareja feliz, pues no tuvieron un heredero
-requisito esencial, según parece, para llevar adelante sus
ambiciones divinas. Y así sucedió que, en un intento por conseguir
un heredero varón, Dumuzi recurrió a la táctica que adoptara tiempo
atrás su propio padre: intentó seducir y tener relaciones sexuales
con su propia hermana. Pero, mientras en el pasado, Ninharsag
accedió a las pretensiones de Enki, la hermana de Dumuzi,
Geshtinanna, se negó. Desesperado, Dumuzi transgredió un tabú
sexual: violó a su propia hermana.
El trágico relato está anotado en una tablilla catalogada por los
expertos como CT.15.28-29. El texto cuenta que Dumuzi se despidió de
Inanna diciéndole que se iba a la llanura desértica donde estaban
sus rebaños. Había quedado allí con su hermana: «su versada en
canciones hermana estaba allí sentada». Ella creía que la había
invitado a un picnic. Mientras estaban,
«comiendo alimentos puros,
aderezados con miel y mantequilla, mientras estaban bebiendo la
fragante cerveza divina», y «estaban pasando el rato de buen
humor... Dumuzi tomó la solemne decisión de hacerlo».
Para preparar
a su hermana para lo que tenía en mente, Dumuzi tomó un cordero y lo
hizo copular con su madre; después, hizo que un cabrito copulara con
su hermana. Mientras los animales estaban perpetrando el incesto,
Dumuzi comenzó a tocar a su hermana por imitación, «pero su hermana
aún no lo había comprendido».
A medida que las acciones de Dumuzi se
fueron haciendo más y más obvias, Geshtinanna «gritó y gritó
protestando»; pero «él la montó... su simiente fluyó en su
vulva....» «¡Detente!», le gritó, «¡Esto es una deshonra!» Pero él
no se detuvo.
Tras perpetrar su acción, «el Pastor, sin temor y sin vergüenza, le
habló a su hermana». Desgraciadamente, lo que pudo decir se perdió,
debido a las fracturas de la tablilla. Pero sospechamos que, «sin
temor y sin vergüenza», tal como dice el texto, pasó a explicar a
Geshtinanna los motivos de su comportamiento. Que había sido
premeditado, queda claro en el texto; también se dice que Inanna
estaba al tanto del plan: Dumuzi, antes de partir, «le habló a ella
del plan», e Inanna «a su esposo respondió acerca del plan, a él le
dio su consejo».
La violación, según el código moral de los anunnaki, era una grave
transgresión sexual. En tiempos primitivos, cuando los primeros
equipos de astronautas llegaron a la Tierra, un consejo de guerra
sentenció a su comandante supremo Enlil al exilio por haber violado
a una joven enfermera (con la que después se casó).
Dumuzi debía de
ser consciente de todo esto, por lo que o bien esperaba que su
hermana se entregara libremente a la relación, o bien los motivos de
su acción eran tan imperiosos que se impusieron sobre la
prohibición. El consentimiento previo de Inanna nos trae a la mente
el relato oiolico de Abraham y de su estéril esposa Sara, que le
ofreció a su Joven sierva para que pudiera tener un heredero varón.
Consciente de haber perpetrado un acto horrible, Dumuzi fue detenido
poco después con la premonición de que tendría que pagar su acción
con la vida, tal como dice en el texto sumerio SHA.GA.NE.IR IM.SHI
-«Su Corazón Estaba Lleno De Lágrimas». Compuesto en la forma de un
sueño autogratificante, el texto relata que Dumuzi se durmió y soñó
que el «Pájaro Principesco» y un halcón le iban arrebatando de uno
en uno todos sus atributos de estatus y propiedad. La pesadilla
terminaba cuando Dumuzi se veía a sí mismo muerto en medio de sus
rediles.
Al despertarse, le pidió a su hermana Geshtinanna que le explicara
el significado del sueño. «Hermano mío», dijo ella, «tu sueño no es
favorable, me resulta muy claro». En él se predecía que «bandidos
emboscados se levantan contra ti... las manos tendrás sujetas con
esposas, los brazos sujetos con grilletes». Tan pronto Geshtinanna
terminó de hablar, aparecieron los malvados por detrás de la colina
y capturaron a Dumuzi.
Sujeto con esposas y grilletes, Dumuzi gritó invocando a Utu/
Shamash:
«¡Oh, Utu, tú eres mi cuñado, yo soy el marido de tu
hermana... Convierte mis manos en manos de gacela, convierte mis
pies en pies de gacela, para que escape de los malvados!».
Tras
escuchar su llamada, Utu propició la huida de Dumuzi. Y, después de
algunas aventuras, éste buscó un escondite en la casa de la Vieja Belili -un personaje dudoso que juega un doble papel. Dumuzi fue
capturado de nuevo y volvió a escapar, y al final se ocultó una vez
más en los rediles. Soplaba un fuerte viento, las copas se habían
volcado; los malvados lo estaban cercando -todo lo que había visto
en su sueño. Y, al final:
Con las copas tiradas a su lado;
Dumuzi estaba muerto. El redil arrojado por el viento.
En este texto, el escenario de los acontecimientos es una llanura
desértica cercana a un río. El marco geográfico se amplía en otra
versión de los hechos, un texto titulado «El Más Amargo de los
Lamentos». Compuesto como un lamento de Inanna, nos cuenta que siete
enviados de Kur entraron en el redil y sacaron a Dumuzi de su sueño.
A diferencia de la versión anterior, que se refería simplemente a la
captura de Dumuzi a manos de «malvados», en este texto se deja claro
que éstos venían por orden de una autoridad superior: «Mi señor nos
ha enviado a por ti», le dice el jefe de los enviados al dios recién
despierto. Y procedieron a despojar a Dumuzi de sus atributos
divinos:
¡Quítate el tocado divino de la cabeza,
que tu cabeza quede desnuda; quítate la toga real del cuerpo, quédate desnudo;
deja a un lado el báculo divino que tienes en la mano,
que queden tus manos vacías; quítate las sagradas sandalias de los pies, quédate descalzo!
Dumuzi se las ingenia para escapar y llega al río «al gran dique, en
el desierto de E.MUSH («Hogar de las serpientes»). Sólo había un
lugar en Egipto donde un desierto y un río se encontraran en un gran
dique: la primera catarata del Nilo, el lugar donde se encuentra la
gran presa de Asuán en nuestros días.
Pero las arremolinadas aguas no permitieron que Dumuzi llegara a la
otra orilla, donde tanto su madre como Inanna le esperaban para
ofrecerle su protección. Más bien, «las furiosas aguas llevaron al
joven hacia Kur; a Kur llevaron las furiosas aguas al desposado de
Inanna».
En éste y en otros textos paralelos se nos revela que aquéllos que
capturaron a Dumuzi, lo estaban arrestando, de hecho, según las
órdenes dadas por un dios superior, el Señor de Kur, que «había
dictado sentencia sobre él». Pues no pudo haber sido una sentencia
dictada por el pleno de la Asamblea de dioses: los dioses enlilitas,
como Utu/Shamash e Inanna, estaban ayudando a escapar a
Dumuzi. La
sentencia, por tanto, era unilateral, dictada por el señor de los
que habían ido a detenerle, que no era otro que Marduk, el hermano
mayor Dumuzi y de Geshtinanna.
Su identidad queda clara en el texto que los expertos llaman «Los
Mitos de Inanna y Bilulu». En él, la sombría Vieja Belili resulta
ser un hombre, el Señor Bilulu (EN.BILULU) disfrazado, que es el que
dirige la acción punitiva contra Dumuzi. Los textos acadios que
tratan de los epítetos divinos explican que En-Bilulu era el
Marduk
sha hattati, «el dios Marduk que había pecado», y «El Que
Apesadumbró a Inanna».
Al censurar desde un principio el emparejamiento amoroso de Dumuzi e
Inanna, no hay duda de que Marduk se opondría aún más a esta unión
tras las Guerras de la Pirámide. La violación de Geshtinanna, de
motivaciones políticas, se convirtió en el pretexto que Marduk
precisaba para bloquear las pretensiones de Inanna sobre Egipto,
capturando y castigando a Dumuzi. Pero, ¿acaso Marduk pretendía dar
muerte a Dumuzi? Probablemente, no; el exilio solitario era el
castigo acostumbrado. La muerte de Dumuzi, de un modo que no ha
quedado aclarado, fue probablemente accidental.
Pero el hecho de que fuera accidental o no era algo irrelevante para
Inanna. Por lo que a ella concernía, Marduk había provocado la
muerte de su amado y, tal como podemos ver en los textos, buscó
venganza:
¿Qué hay en el sagrado corazón de Inanna?
¡Matar! Matar al Señor Bilulu.
Trabajando con fragmentos encontrados en las colecciones de
tablillas mesopotámicas dispersas por varios museos, los expertos
han recompuesto parte del texto que Samuel N. Kramer (Sumerian
Mythology) tituló «Inanna y Ebih». Según él, pertenecía al ciclo de
«mitos en donde se da muerte al dragón», pues trata de la lucha de
Inanna contra el dios malvado que se oculta en el interior de «La
Montaña».
Los fragmentos disponibles nos cuentan que Inanna se pertrechó con
buen número de armas para atacar al dios en su escondrijo. Aunque el
resto de dioses intentaron disuadirla, ella se dirigió, segura de sí
misma, a La Montaña a la que llamaba E.BIH («Morada de la Llamada
Apenada»). Altivamente, Inanna proclamó:
Montaña, eres muy alta, te elevas por encima de todas las demás...
Tocas el cielo con tu punta...
Y, sin embargo, te voy a destruir,
al suelo te haré caer... Llevaré el dolor al interior de tu corazón.
No sólo en los textos se evidencia que
La Montaña era la Gran
Pirámide, y que la confrontación tuvo lugar en Gizeh, Egipto, sino
también en las representaciones de un sello cilíndrico sumerio
(Fig-73). A Inanna representada con su habitual pose seductora y
medio desnuda- se le ve enfrentándose a un dios que se apoya en tres
pirámides. A las pirámides se las representa exactamente como
aparecen a la vista en Gizeh; el símbolo egipcio del ankh, el
sacerdote con un tocado egipcio y las serpientes entrelazadas nos
indican un lugar: Egipto.
Inanna siguió adelante en su desafío a Marduk, ahora oculto en el
interior de la poderosa estructura, y su furia crecía mientras él
ignoraba sus amenazas.
«Por segunda vez, enfurecida en su orgullo, Inanna se acercó [a la pirámide] de nuevo y proclamó: '¡Mi abuelo
Enlil me ha permitido entrar en La Montaña!'».
Haciendo gala de sus
armas, Inanna anunció altivamente:
«¡En el corazón de La Montaña
penetraré... Dentro de La Montaña estableceré mi victoria!».
Y, al
no obtener respuesta, comenzó su ataque:
Fig. 73
Ella no dejaba de golpear los lados de E-Bih
y todas sus esquinas, incluso sus muchas piedras elevadas.
Pero dentro... la Gran Serpiente que había entrado su veneno no cesaba de escupir.
El mismo Anu intervino entonces, advirtiéndole a ella de que el dios
oculto en el interior disponía de terroríficas armas; «sus
estallidos son terribles; te impedirán entrar». Por lo que Anu le
aconsejó que buscara justicia sometiendo a juicio al dios escondido.
Los textos identifican abundantemente a este dios. Como en los
textos de Ninurta, recibe el nombre de A.ZAG y se le apoda La Gran
Serpiente -nombre y epíteto despectivo enlilitas de Marduk. Su
escondrijo también queda claramente identificado como «el E.KUR,
cuyas impresionantes paredes llegan al cielo» -la Gran Pirámide.
Los archivos del juicio y la sentencia de Marduk se pueden encontrar
en un texto fragmentado que publicara la Sección Babilónica del
Museo de la Universidad de Pennsylvania. Las líneas que se conservan
comienzan en el punto en que los dioses han rodeado la pirámide, y
un dios elegido como portavoz se dirige a Marduk «en su encierro»;
«al que era malvado imploró».
Marduk se conmovió con el mensaje: «A
pesar de la ira de su corazón, limpias lágrimas cayeron de sus
ojos»; y aceptó salir y afrontar el juicio. El juicio se realizó a
la vista de las pirámides, en un templo junto a la orilla del Nilo:
Al lugar de reverencia, junto al
río, con el que fue acusado se presentaron.
En verdad hicieron que los enemigos se apartaran.
Se hizo justicia.
Pero, para sentenciar a Marduk, el misterio de la muerte de
Dumuzi
planteaba un problema. No había duda de que Marduk era el
responsable de su muerte, pero ¿había sido premeditada o accidental?
Marduk merecía una sentencia de muerte, pero ¿y si su crimen no
había sido deliberado?
Allí, de pie, a la vista de las pirámides, con Marduk fuera de su
escondrijo, se le ocurrió una solución a Inanna, y procedió a
dirigirse a los dioses:
En este día, la misma Dama, la que dice verdad,
la acusadora de Azag, la gran princesa, un temible juicio pronunció.
Había una forma de sentenciar a Marduk a muerte sin tener que
ejecutarlo, dijo:
¡que se le entierre vivo dentro de la Gran
Pirámide!
Que se le encierre allí como en una gigantesca tumba:
En una gigantesca tumba que está sellada,
sin nadie que le ofrezca alimento; solo para sufrir, la fuente de agua potable cortada.
Los dioses jueces aceptaron sus sugerencias:
«La señora eres tú...
Tú decretas el destino: ¡que así sea!».
Suponiendo que Anu estaría
de acuerdo con el veredicto, «los dioses dieron la orden ante el
Cielo y la Tierra». El Ekur, la Gran Pirámide, se convirtió en una
prisión; y uno de los epítetos de su señora fue, a partir de
entonces, «Señora de la Prisión».
Fue entonces cuando, según creemos, se finalizó el sellado de la
Gran Pirámide. Dejando a Marduk solo en la Cámara del Rey, los
dioses guardianes soltaron tras ellos los tapones de granito del
pasadizo ascendente, bloqueando herméticamente todo acceso a las
cámaras y los pasadizos superiores.
A través de los conductos que van de la Cámara del Rey a las caras
norte y sur de la pirámide, Marduk tenía aire para respirar; pero no
disponía ni de alimentos ni de agua. Se le había enterrado vivo,
condenado a una agónica muerte.
El recuerdo del entierro de Marduk vivo en el interior de la Gran
Pirámide se preservó en unas tablillas de arcilla que se encontraron
en las ruinas de Assur y de Nínive, las antiguas capitales asirías.
El texto de Assur sugiere que este acontecimiento sirvió como
argumento para un misterio de Año Nuevo en Babilonia, que se
representaba el sufrimiento y posterior indulto del dios. Pero no se
han llegado a encontrar ni la versión original babilonia, ni el
texto histórico sumerio sobre el que se basó el argumento.
Heinrich Zimmern, que transcribió y tradujo el texto de Assur, cuyas
tablillas de arcilla se encuentran en el Museo de Berlín, levantó un
gran revuelo en círculos teológicos cuando anunció su
interpretación, durante una conferencia pronunciada en septiembre de
1921. El motivo del revuelo estribaba en que lo interpretó como un
Mysterium precristiano acerca de la muerte y resurrección de un
dios, es decir, lo interpretó como un primitivo relato de Cristo.
Después, en 1923, Stephen Langdon incluiría una traducción al inglés
en su volumen sobre Textos de Misterios de Año Nuevo Mesopotámicos,
dándole como título The Death and Resurrection of Bel-Marduk, y
resaltando sus paralelismos con la muerte y la resurrección de Jesús
en el Nuevo Testamento.
Pero, tal como dice el texto, Marduk o Bel («El Señor») no murió;
ciertamente, fue encarcelado en el interior de La Montaña a modo de
tumba, pero se le encerró vivo.
El antiguo «guión» comienza con una presentación de los actores. El
primero «es Bel, que estuvo confinado en La Montaña». Después, hay
un mensajero que lleva las noticias del encarcelamiento de Marduk a
su hijo, Nabu. Impactado por las noticias, Nabu acude inmediatamente
con su carro a La Montaña. Llega a una estructura y el guión
explica: «ésa es la casa junto a La Montaña en donde ellos le
interrogan». En respuesta a las preguntas de los guardianes, se les
dice que el inquieto dios es,
«Nabu, que viene de Borsippa; es el que
viene en busca del bienestar de su padre que está prisionero».
Entonces, aparecen otros actores moviéndose por el escenario; «es el
pueblo que por las calles se agita; buscan a Bel, diciendo: '¿Dónde
se le tiene cautivo?'». Por el texto sabemos que «se hicieron
tumultos en la ciudad a partir del momento en que Bel fue
introducido en La Montaña» y «por él, se originaron peleas en la
ciudad». Más tarde, aparece una diosa; se trata de Sarpanit, la
esposa-hermana de Marduk.
Se encuentra con un mensajero «que llora
ante ella, diciendo: 'A La Montaña lo han llevado'». Le muestra las
vestimentas de Marduk (posiblemente, manchadas de sangre): «éstas
son sus prendas, las que le arrebataron», dice; y explica que, en
lugar de estas vestimentas, a Marduk «se le vistió con una Prenda de
Condena». Lo que se le muestra a la audiencia son mortajas: «Eso
significa que está en un ataúd». ¡Marduk ha sido enterrado!
Sarpanit va a una estructura que simboliza la tumba de Marduk. Ve a
un grupo de gente que se lamenta. El guión explica:
Son aquellos que se lamentan TU porque los dioses lo han encerrado,
separándolo de entre los vivos.
En la Casa de la Cautividad,
si lejos del sol y de la luz, lo han puesto en prisión.
El drama alcanza así su siniestra culminación: Marduk ha muerto...
Pero, alto ¡no perdamos las esperanzas! Sarpanit recita una súplica
respecto al encarcelamiento de Marduk a los dos dioses que se pueden
acercar a Inanna, su padre Sin y su hermano Utu/Shamash: «Ella ruega
a Sin y a Shamash, diciendo: '¡Dad vida a Bel!'».
Después, aparecen en procesión sacerdotes, mensajeros y un
observador de estrellas, recitando oraciones y ensalmos. Se le hacen
ofrendas a Ishtar, «para que muestre su misericordia». El sumo
sacerdote apela al dios supremo, a Sin y a Shamash: «¡Devolvedle la
vida a Bel!».
Entonces, el drama da un nuevo giro. De repente, el actor que
representa a Marduk, vestido con mortajas que «están teñidas de
sangre», dice: «¡No soy un pecador! ¡No debo ser castigado!» Y
anuncia que el dios supremo ha revisado su caso y no lo ha
encontrado culpable.
¿Quién, entonces, fue el asesino? La atención de la audiencia se
desvía hacia la puerta; «es la puerta de Sarpanit en Babilonia».
Entonces se entera la audiencia de que el verdadero dios culpable ha
sido capturado. Ven su cabeza por detrás de la puerta: «Ésta es la
cabeza del malhechor, al que han dado castigo y muerte».
Nabu, que había vuelto a Borsippa, «regresa de Borsippa; llega y se
pone de pie sobre el malhechor y lo contempla». No se nos dice la
identidad de El Malhechor, salvo que Nabu dice que lo había visto
antes en compañía de Marduk. «Éste es el pecador», dice, y de este
modo señala el destino del cautivo.
Los sacerdotes prenden a El Malhechor; se le da muerte: se llevan en
un ataúd «a aquél cuyo pecado fue». El asesino de Dumuzi ha pagado
con su vida.
Pero, ¿acaso el pecado de Marduk, como causante indirecto de la
muerte de Dumuzi, ha quedado expiado? Sarpanit vuelve a aparecer,
llevando las Prendas de la Expiación. Simbólicamente, enjuga la
sangre que se ha derramado. Con agua pura se lava las manos: «Es
agua para lavarse las manos que le traen después de que se hayan
llevado a El Malhechor». En «todos los lugares sagrados de Bel» se
encienden antorchas. Una vez más, se dirigen súplicas al dios
supremo.
La supremacía de Ninurta, que se proclamó con ocasión de la
victoria de éste sobre Zu, se reafirma, en apariencia, para mitigar
cualquier temor que pudiera evocar la liberación de Marduk, como
contrincante por la supremacía entre los dioses. Las súplicas tienen
éxito, y el dios supremo envía al mensajero divino Nusku a «anunciar
las [buenas] nuevas a todos los dioses».
Como gesto de buena voluntad, Gula (la esposa de Ninurta) le envía a
Sarpanit nuevas prendas y sandalias para Marduk; también aparece el
carro sin conductor de Marduk. Pero Sarpanit está muda de asombro:
no puede comprender cómo se puede liberar a Marduk de una tumba que
no se puede abrir:
«¿Cómo lo van a liberar, al que no puede salir?».
Nusku, el mensajero divino, le dice que Marduk pasará a través del
SA.BAD, la «abertura superior cincelada». Le explica que se trata de
Dalat biri sha iqabuni ilani Un conducto de salida que los dioses taladrarán;
Shunu itasrushu ina biti etarba
Sacarán su vórtice, reentrarán en su
morada.
Dalla ina panishu etedili La puerta que atrancaron ante él
Shunu hurrate ina libbi dalti uptalishu
En el vórtice de la excavación, en las entrañas, una salida taladrarán dando giros;
Qarabu ina libbi uppushu Al acercarse, en su mitad se abrirán paso.
La descripción del modo en que Marduk fue liberado ha resultado
incomprensible para los expertos; pero estos versículos resultan
explosivamente significativos para nosotros. Como hemos explicado,
el sinuoso e irregular segmento C del Pozo no existía cuando se
finalizó la pirámide y cuando Marduk fue encarcelado en su interior;
fue, en realidad, el «conducto de salida que los dioses taladrarán»
para rescatar a Marduk.
Conocedores de la disposición interna de la pirámide, los anunnaki
se dieron cuenta de que el camino más corto y rápido para llegar
hasta el hambriento Marduk consistía en hacer un túnel qué conectara
los segmentos B y D -un túnel de menos de diez metros a través de
los relativamente blandos bloques de caliza; era una tarea que se
podía realizar no en días, sino en horas.
Quitando la piedra que tapaba la entrada al Pozo desde el pasadizo
descendente a G, el equipo de rescate pudo acceder rápidamente a los
segmentos F y E. Allí donde el segmento E contactaba con el segmento
vertical D, había una piedra de granito que cubría la entrada de la
Gruta; se apartó a un lado -y todavía se encuentra allí, en la
Gruta- tal como mostramos en la
Fig. 70. Después, el equipo de
rescate trepó la corta distancia del segmento D, y se enfrentó con
la primera hilera de mampostería de la pirámide.
Casi diez metros por encima, pero a un lado, se encontraba el fondo
del segmento vertical B y la entrada a la Gran Galería. Pero, ¿quién
podía saber la forma de taladrar un sinuoso túnel conector –el C-
salvo aquéllos que construyeron la pirámide? ¿Quiénes conocían las
secciones superiores selladas? ¿Y quiénes tenían los planos para
localizarlas?
Creemos que fue el equipo de rescate de Marduk el que atravesó los
bloques de caliza, el que enlazó el segmento D con el B: «una
excavación en las entrañas, una salida taladrarán dando giros»,
según el antiquísimo texto.
Tras llegar al enlace con B, se arrastraron por el corto pasadizo
horizontal A. Allí, cualquier extraño se habría parado en seco, aun
cuando hubiera sido capaz de llegar tan lejos, pues todo lo que
habría visto hubiera sido un muro de piedra, de sólida obra. Una vez
más, nos atrevemos a sugerir que los anunnaki, que tenían el plano
de la pirámide, podían saber que al otro lado de la piedra que se
les ponía por delante estaba la inmensa cavidad de la Gran Galería,
la Cámara de la Reina y el resto de cámaras y pasadizos superiores
de la pirámide.
Para poder entrar en todas aquellas cámaras y pasadizos, era preciso
quitar la piedra en forma de cuña de la rampa (Fig. 72). Pero estaba
tan bien encajada, que no se podía mover.
Si se hubiera quitado la piedra, aún estaría allí, en la Gran
Galería. Pero lo que hay es un agujero (Fig. 68), y los que lo han
examinado han utilizado textualmente las palabras volar y saltar por
los aires para describir el aspecto que tiene; y esto no se hizo
desde la Gran Galería, sino desde dentro del Pozo:
«el agujero tiene
el aspecto de haber sido provocado por un
tremendo estallido desde
el interior» del Pozo (Rutherford, Pyramidology).
Una vez más, las crónicas mesopotámicas nos ofrecen una explicación.
Ciertamente, la piedra se quitó desde dentro del conducto
horizontal, porque fue por allí por donde llegó el equipo de
rescate. Y, ciertamente, «una fuerza tremenda la hizo estallar»; en
el antiguo texto dice: «Al acercarse, en su mitad se abrirán paso».
Los fragmentos del bloque de caliza cayeron por el pasadizo
ascendente hasta llegar a los tapones de granito; y ahí es donde los
hombres de Al Mamun los encontraron. La explosión esparció también
por la Gran Galería un polvo blanco y fino, que fue el que los
árabes encontraron cubriendo el suelo -la evidencia muda de una
antigua explosión y del agujero que dejó.
Después de abrirse paso a la Gran Galería, el equipo de rescate
llevó a Marduk de vuelta por el mismo camino que habían seguido. La
entrada desde el pasadizo descendente se volvió a sellar, para ser
descubierta milenios después por los hombres de Al Mamun. Los
tapones de granito siguieron en su sitio, con la piedra triangular
encajada que ocultó el pasadizo ascendente durante miles de años. Y,
dentro de la pirámide, las partes superior e inferior del Pozo
quedaron unidas para siempre a través de un túnel burdo y sinuoso.
¿Y qué pasó con el prisionero que fue rescatado de la pirámide? Los
textos mesopotámicos dicen que fue al exilio; en Egipto, Ra adquirió
el epíteto de Amen, «El Oculto».
Hacia el 2000 a.C, volvió a aparecer para reclamar de nuevo su
supremacía; por este hecho, la humanidad terminó pagando un alto y
amargo precio.
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