Las Palabras del Señor Enki

 


Sinopsis de la Duodécima Tablilla

El suelo se seca, las llanuras y los valles de los ríos se repueblan
Oro en abundancia llega desde las Tierras Más Allá de los Mares
Anu y su esposa Antu llegan en una visita memorable
Rememorando, los líderes se dan cuenta de que son marionetas del Destino Los líderes asignan tres regiones de civilización para la Humanidad
Indultado por Anu al partir, Marduk mantiene su rebeldía La Primera Región y las instalaciones espaciales son tierras Enlilitas La primera civilización del Hombre comienza en la Primera Región (Sumer)
Marduk usurpa un lugar para construir una torre de lanzamiento ilícita Frustrado por los Enlilitas, Marduk se apodera de la Segunda Región
Depone y exilia a Ningishzidda (Thot) a tierras lejanas
Se declara a sí mismo Ra, dios supremo, en una nueva religión
Da inicio a los reinados faraónicos para marcar una nueva civilización
Enlil designa a su hijo Ishkur para que proteja las fuentes de metal
A Inanna se le conceden los dominios de la Tercera Región (el Valle del Indo)
Los dioses conceden la realeza, comienzan las guerras

LA DUODÉCIMA TABLILLA

Anu decidió ir a la Tierra una vez más; con Antu, su esposa, deseaba venir. Mientras esperaban su llegada, los Anunnaki comenzaron a reestablecer sus moradas en el Edin.
Desde las tierras montañosas, donde moraban los descendientes de Sem, las gentes de cabeza negra emigraron a las tierras de antaño.
Sobre el terreno recién desecado, los Anunnaki les dejaron asentarse, para que proveyeran de alimentos para todos.


Donde antes del Diluvio se había levantado Eridú, la primera ciudad de Enki, sobre montones de lodo y cieno se diseñó una nueva Eridú.
En su centro, sobre una plataforma elevada, se construyó una morada para Enki y Ninki,
se la llamó Casa del Señor Cuyo Retorno Es Triunfante; se adornó con oro, plata y metales preciosos que proporcionaron los hijos de Enki.


Arriba, en un círculo que señalaba hacia el cielo, se plasmaron las doce constelaciones por sus signos.
Abajo, al igual que en el Abzu, fluían las aguas llenas de peces.
En un santuario, un lugar donde no podían entrar los que no eran invitados, Enki guardaba las fórmulas ME.
Para Enlil y Ninlil se fundó una nueva Nibru-ki sobre el lodo y el cieno;
en mitad de las moradas del pueblo, de los rediles
y los establos, se amuralló un recinto sagrado.
En su interior se construyó una morada para Enlil y Ninlil, en siete niveles se elevaba;
una escalinata, que parecía ascender al cielo, llevaba hasta la
plataforma más elevada.


Allí guardaba Enlü sus Tablillas de los Destinos, con sus armas se protegían: el Ojo Elevado que explora las tierras, el Rayo Elevado que todo lo penetra. En el patio, en su propio recinto, se guardaba el veloz Pájaro-celeste de Enlil.


Mientras se aproximaba la llegada de Anu y Antu, se seleccionó un nuevo lugar para su estancia en el Edin, que no fuera ni de Enlil ni de Enki.
Unug-ki, el Lugar Encantador, se le llamó. Se plantaron árboles de sombra, y en mitad se construyó una estructura de un blanco puro, la Casa de Anu. Su exterior se elevaba en siete niveles; su interior era como la residencia de un rey. Cuando llegó a la Tierra el carro celestial de Anu, las naves celestes de los
Anunnaki se elevaron hacia él; se le dirigió para que aterrizara a salvo en el Lugar de los Carros, en
Tilmun.


Utu, el comandante del Lugar, dio la bienvenida a la Tierra a sus bisabuelos. Los tres hijos de Anu, Enlil, Enki y Ninharsag estaban allí para recibirles. Se abrazaron y se besaron, rieron y lloraron. ¡Qué larga, qué larga ha sido la separación! Se decían unos a otros. Se miraban unos a otros, examinando el paso del tiempo: ¡Aunque mayores en Shars eran los padres, parecían más jóvenes que los hijos! A los dos hijos se les veía viejos y con barba; Ninharsag, en otro tiempo bella, estaba encorvada y arrugada.


Los cinco estaban cubiertos de lágrimas; se mezclaban las lágrimas de alegría con las lágrimas de pesar.
En naves celestes fueron llevados al Edin los invitados y sus anfitriones, las naves celestes aterrizaron en un lugar preparado junto a Unug-ki. Todos los Anunnaki que habían quedado en la Tierra estaban de pie como guardia de honor. ¡Salve y bienvenidos! ¡Salve y bienvenidos!, gritaban al unísono para Anu y Antu.
Después, los Anunnaki acompañaron a los invitados en procesión, cantando y tocando música, hasta la Casa de Anu.


En la Casa de Anu, Anu se lavó y descansó, más tarde se perfumó y se vistió;
Antu fue escoltada por las mujeres Anunnaki hasta la Casa del Lecho Dorado;
en un patio abierto, mientras la brisa de la tarde hacía crujir las hojas de los árboles,
Anu y Antu se sentaron sobre tronos. Flanqueándoles estaban Enlil, Enki y Ninharsag.
Los asistentes, Terrestres que iban completamente desnudos, sirvieron vino y buen aceite;
otros, en un rincón del patio, estaban asando al fuego un toro y un carnero, regalos de Enlil y Enki.
Se preparó un gran banquete para Anu y Antu, se esperaba la señal en los cielos para comenzar.


Siguiendo las instrucciones de Enlil, Zumul, que estaba instruido en materia de estrellas y planetas,
ascendió los niveles de la Casa de Anu para anunciar la aparición de los planetas en la noche.
En el primer nivel apareció Kishar en los cielos orientales, Lahamu se vio en el segundo nivel,
Mummu se anunció en el tercer nivel, Anshar surgió en el cuarto nivel, Lahmu se vio en el quinto nivel, la Luna se anunció desde el sexto nivel.


Después, a una señal de Zumul, se empezó a cantar el himno El Planeta de Anu se Eleva en los Cielos,
pues, desde el nivel más alto, el séptimo, se divisó al rojizo Nibiru.
Los Anunnaki daban palmas y bailaban con la música, danzaban y cantaban con la música;
cantaban a aquél que aumenta en brillo, al planeta celestial del señor Anu. A una señal se encendió una hoguera, viéndose de lugar en lugar se encendieron más hogueras:
¡antes de que terminara la noche, toda la tierra del Edin estaba encendida con hogueras!
Tras la comida de carne de toro y carne de carnero, de pescado y de caza, acompañada de vino y cerveza,
se les acompañó a Anu y a Antu a sus dependencias para que pasaran la noche; Anu y Antu dieron las gracias a todos los Anunnaki.


Durante varios días y noches de la Tierra, Anu y Antu durmieron; al sexto
día, Anu llamó a sus dos hijos y a su hija. Escuchó sus relatos de lo acontecido en la Tierra, supo de la paz y de la
guerra.
Anu supo de cómo los Terrestres, que tenían que haber sido aniquilados por el juramento de Enlil, habían proliferado de nuevo;
Enlil le reveló el descubrimiento de oro en la tierra más allá de los océanos y el lugar del carro que había allí.
Fue entonces cuando Enki le contó a su padre lo del sueño y la tablilla de
Galzu.


Anu quedó enormemente desconcertado con esto: ¡Nunca envié a la Tierra a un emisario secreto con ese nombre! Así dijo Anu a los tres líderes. Enki y Enlil estaban desconcertados, se miraron perplejos uno a otro. ¡Debido a Galzu se salvaron Ziusudra y la simiente de vida!, dijo Enki. ¡Debido a Galzu nos hemos quedado en la Tierra!, dijo Enlil a su padre. El día que volváis a Nibiru moriréis, nos dijo Galzu. Incrédulo de esto estaba Anu; ¡el cambio de ciclos, ciertamente, causaba
estragos, pero se podía curar con elixires! ¿De quién era emisario Galzu, si no era tuyo?, dijeron al unísono Enki
y Enlil.
¿Quién había querido salvar a los Terrestres, quién hizo que nos quedáramos en la Tierra?
Ninharsag movió la cabeza lentamente: ¡Galzu apareció por el Creador de
Todo!


¡La creación de los Terrestres también estaba destinada, de eso debo maravillarme! Durante un rato, guardaron silencio los cuatro; cada uno rememoró en su
corazón acontecimientos del pasado. ¡Mientras nosotros decretábamos hados, la mano del destino dirigía cada
paso! Así dijo Anu. La voluntad del Creador de Todo es evidente: En la Tierra y para los
Terrestres, sólo emisarios somos. ¡La Tierra pertenece a los Terrestres, se nos ha utilizado para preservarlos
y para hacerles avanzar! ¡Si ésa es nuestra misión aquí, actuemos de acuerdo con ello! Así dijo Enki.


Los grandes Anunnaki que decretan los hados intercambiaron consejos en lo referente a las tierras:
los Grandes Anunnaki decidieron crear regiones civilizadas, para proporcionar en ellas conocimientos a la Humanidad;
fundar Ciudades de Hombre, crear en ellas recintos sagrados como morada para los Anunnaki;
establecer la realeza en la Tierra, al igual que en Nibiru, dar corona y cetro a un hombre escogido;
transmitir a través de él la palabra de los Anunnaki al pueblo, hacer cumplir el trabajo y la destreza;
establecer en los recintos sagrados un sacerdocio, para servir y dar culto a los Anunnaki como señores nobles.


Enseñar los conocimientos secretos, transmitir la civilización a la Humanidad.
Los Anunnaki resolvieron crear cuatro regiones, tres para la Humanidad, una restringida:
establecer la primera región en la antigua tierra del Edin, bajo el dominio de Enlil y sus hijos;
para seguir después con la segunda región en la Tierra de los Dos Estrechos, para que la señorearan Enki y sus hijos;
la tercera región se le concedió a Inanna en una tierra distante, para que no se mezclara con las otras dos;
la cuarta región, consagrada sólo para los Anunnaki, sería la península del Lugar de los Carros.
Viene ahora el relato del viaje de Anu a las tierras de más allá de los océanos,
y de cómo en la Primera Región se reestablecieron ciudades para los Anunnaki.


Habiendo tomado las decisiones acerca de las cuatro regiones y de las civilizaciones de la Humanidad,
Anu preguntó por su nieto Marduk. ¡Debo verle de nuevo!, dijo Anu a los líderes.
¡Si yo mismo causé la cólera de Marduk al invitar a Dumuzi y a Ningi-shzidda a Nibiru!
se preguntaba Anu; deseaba reconsiderar el castigo de Marduk.
¡Cuando hagas tu viaje a las tierras de más allá de los océanos, se le dirá
a Marduk que se encuentre contigo! ¡La tierra por donde vaga está en aquellas partes de la Tierra! Así dijo Enlil
a Anu.


Antes de que la pareja real fuera a las tierras distantes, Anu y Antu inspeccionaron el Edin y sus tierras; visitaron Eridú y Nibru-ki, vieron dónde se habían planeado las ciudades
de la primera región.
En Eridú, Enlil se quejó de Enki: ¡Enki guarda para sí las fórmulas ME! Anu, sentado en el asiento de honor, dijo palabras de alabanza a Enki: Mi hijo construyó una magnífica casa para sí, hermosamente sobre una
plataforma está elevada.
Enki dará grandes conocimientos a las gentes que rodean y sirven a la Casa; ¡ahora, los conocimientos que se guardan en secreto en los MEs, deben ser
compartidos con los demás Anunnaki!


Enki se sintió violento; le prometió a Anu compartir con todos las fórmulas divinas. En los días posteriores, Anu y Antu inspeccionaron las otras regiones en
naves celestes. Después, en el decimoséptimo día, la pareja real volvió a Unug-ki para
descansar una noche más. A la mañana siguiente, cuando los Anunnaki más jóvenes llegaron ante
Anu y Antu para ser bendecidos,
Anu se encariñó de su bisnieta Inanna; la estrechó, la abrazó y la besó. ¡Ténganse en cuenta todas mis palabras!, anunció a los congregados: ¡Este lugar, después de que nos vayamos, désele a Inanna como dote, sea mi presente para Inanna la nave celeste en la cual hemos inspeccionado la Tierra! Con regocijo, Inanna se puso a bailar y a cantar, sus alabanzas a Anu se
llegarían a cantar como himnos con el paso del tiempo. Después, despidiéndose de los Anunnaki, Anu y Antu partieron hacia las
tierras de más allá de los océanos;
Enlil y Enki, Ninurta e Ishkur, fueron con ellos a la tierra dorada. Para impresionar a Anu, el rey, con las grandes riquezas de oro, Ninurta construyó para Anu y Antu una morada;
sus bloques de piedra, tallados a la perfección, estaban cubiertos por dentro de oro puro.
¡Un recinto dorado, con flores de cornalina tallada, esperaba a la pareja real!
A orillas de un gran lago de montaña se erigió la morada.


Se les mostró a los visitantes cómo se recogían las pepitas de oro;
¡Aquí hay oro suficiente para muchos Shars venideros!, dijo Anu satisfecho.
En un lugar cercano, Ninurta les mostró a Anu y a Antu un montículo artificial,
Ninurta explicaba cómo se había hecho un lugar para fundir y refínar metales.
Les mostró cómo se extraía un nuevo metal de las piedras: Anak, Anunnaki-hecho, lo llamó,
les mostró cómo, al combinarlo con el abundante cobre, había inventado un fuerte metal.
En el gran lago, desde cuyas costas llegan los metales, Anu y Antu navegaron;
el Lago de Anak lo llamó Anu, a partir de entonces fue su nombre.


Después, desde las tierras del norte, tierras donde se cazaban grandes bestias con cuernos,
vino Marduk ante su padre Enki y su abuelo Anu; Nabu, su hijo, estaba con él.
Cuando Enki preguntó por Sarpanit, Marduk les habló con pesar de su muerte.
¡Ahora, sólo Nabu queda conmigo!, dijo Marduk a su padre y a su abuelo.


Anu estrechó contra su pecho a Marduk: ¡Suficiente has sido castigado!, le dijo;
poniendo la mano derecha en la cabeza de Marduk, Anu bendijo a Marduk para ser perdonado.
Desde el lugar dorado, arriba en las montañas, todos los que se habían reunido fueron hasta la llanura de abajo.
Allí, extendiéndose hasta el horizonte, Ninurta había preparado un nuevo lugar para los carros.
El carro celestial de Anu y Antu estaba allí preparado, cargado hasta los topes de oro.
Cuando llegó la hora de partir, Anu dijo a sus hijos palabras de despedida y de guía:
¡Sea lo que sea lo que el Destino pretende de la Tierra y de los Terrestres,
dejad que así sea!


Si el Hombre, y no los Anunnaki, está destinado a heredar la Tierra, ayudemos al destino. Dadle el conocimiento a la Humanidad, enseñadles hasta cierta medida los
secretos del cielo y de la Tierra,
enseñadles leyes de justicia y rectitud, ¡luego partid e iros! Estas instrucciones dio, fraternalmente, Anu a sus hijos. Una vez más se estrecharon, se abrazaron y se besaron, y desde el nuevo
lugar de los carros Anu y Antu partieron hacia Nibiru. El primero en romper el pesaroso silencio fue Marduk; sus palabras llevaban ira:
¿Qué es este nuevo Lugar de los Carros Celestiales?, exigió una explicación de los demás.
¿Qué ha ocurrido después de mi exilio sin mi conocimiento? Cuando Enki le habló a Marduk de las decisiones de las cuatro regiones, la furia de Marduk no conoció límites: ¿Por qué ha de tener Inanna, causante de la muerte de Dumuzi, su propia región? ¡Las decisiones han sido tomadas, no se pueden alterar! Así le dijo Enlil
a Marduk.


Volvieron al Edin y a las tierras adyacentes en naves celestes separadas;
Presintiendo problemas, Enlil dio instrucciones a Ishkur para que se quedara atrás, para vigilar el oro.
Para conmemorar la visita de Anu, se introdujo una nueva cuenta del paso
del tiempo: por años de la Tierra, no por Shars de Nibiru, para contar lo que sucediera
en la Tierra.


En la Era del Toro, dedicada a Enlil, comenzó la cuenta de años de la Tierra.
Cuando los líderes regresaron al Edin, el lugar de la primera región civilizada,
los Anunnaki les enseñaron a los Terrestres cómo hacer ladrillos con el
barro, para con ellos construir ciudades. Pero donde una vez sólo se habían levantado las ciudades de los Anunnaki,
se levantaron ahora ciudades tanto para ellos como para los Terrestres, en las nuevas ciudades se consagraron recintos sagrados para los grandes Anunnaki,
en ellas, se les proporcionó a los Anunnaki nobles moradas, a las que la
Humanidad llamó Templos;
en ellos, se servía y se daba culto a los Anunnaki como Señores Nobles, se les honraba con rango-números, la línea sucesoria a la Humanidad
hicieron saber:
Anu, el celestial, tenía el rango de sesenta, a Enlil se le dio el rango de cincuenta,
a Ninurta, su hijo principal, Enlil le concedió el mismo rango. El siguiente en la sucesión era el señor Enki, sostenía el rango de cuarenta; a Nannar, el hijo de Enlil y Ninlil, se le asignó el rango de treinta. A su hijo y sucesor, Utu, le tocó el rango de veinte; al resto de los hijos de los líderes Anunnaki se les concedió el rango-número de diez. Los rangos de los cincos se compartieron entre las mujeres Anunnaki y las
esposas.


Después de que se terminaran Eridú y Nibru-ki y sus morada-templos, se construyó en Lagash el recinto del Girsu para Ninurta, allí se guardaba
su Pájaro-celeste Negro. Eninnu, Casa de Cincuenta, se le puso por nombre a la morada-templo de
Ninurta y Bau, su esposa; El Cazador Supremo y el Golpeador Supremo, armas que le regalara Anu,
protegían el Eninnu. Donde había estado Sippar antes del Diluvio, encima del suelo-barro, Utu
fundó una nueva Sippar. En el Ebabbar, la Casa Brillante, se levantó una morada para Utu y su
esposa Aya;
desde allí, Utu promulgó leyes de justicia para la Humanidad. Donde a causa del lodo-cieno no se pudieron seguir los planos de antaño,
se eligieron nuevos emplazamientos. Adab, un emplazamiento no distante de Shurubak, se convirtió en el nuevo
centro de Ninharsag. Allí, su morada-templo recibió el nombre de la Casa del Socorro y del
Conocimiento Sanador;
en su santuario guardó Ninharsag los MEs de cómo se había creado a los Terrestres.
A Nannar se le proporcionó una ciudad con rectas calles, canales y muelles; Urim era su nombre,
a su morada-templo se le llamó Casa de la Simiente del Trono, reflejaba los rayos de la Luna sobre sus tierras.


Ishkur volvió a las tierras montañosas del norte, su morada se llamó la Casa de las Siete Tormentas;
Inanna residió en Unug-ki, vivía en la morada que Anu le había regalado.
Marduk y Nabu vivieron en Eridú, en el Edin no tenían sus propias moradas.
Viene ahora el relato de la primera Ciudad de los Hombres y de la realeza
en la Tierra, y de cómo Marduk tramó construir una torre y de donde Inanna robó los
MEs.
En la Primera Región, en las tierras del Edin y en las ciudades con recintos, sus señores Anunnaki enseñaban trabajos y oficios a los Terrestres. No mucho después se irrigaron los campos, pronto las embarcaciones
navegaron por canales y ríos;
rediles y graneros estaban rebosantes, la prosperidad henchía la tierra. Ki-Engi, Tierra de los Nobles Vigilantes, se llamó a la Primera Región. Después, se decidió dejar que las gentes de cabeza negra tuviera una ciudad para ellos mismos;
Kishi, Ciudad Cetro, se llamó, en Kishi comenzó la realeza del Hombre. Allí, en terreno consagrado, Anu y Enlil implantaron el Objeto Brillante
Celestial.


En él, Ninurta designó al primer rey, Hombre Poderoso fue su título real. Para hacerlo centro de la Humanidad Civilizada, Ninurta viajó a Eridú para obtener de Enki las tablillas ME que conservaban las fórmulas divinas para la realeza. Con el atuendo adecuado, Ninurta entró en Eridú con respeto, preguntó por
los ME de la realeza:
Enki, el señor que salvaguarda todos los MEs, concedió a Ninurta cincuenta MEs. En Kishi, se les enseñó a las gentes de cabeza negra a calcular con números,
La celestial Nisaba les enseñó a escribir, la celestial Ninkashi les mostró cómo hacer cerveza.
En Kishi, dirigidos por Ninurta, proliferó el trabajo del horno y la herrería carretas con ruedas, tirados por asnos machos, se crearon hábilmente en Kishi.


En Kishi se promulgaron leyes de justicia y de recta conducta.
Fue en Kishi donde el pueblo compuso himnos de alabanza a Ninurta:
de sus heroicas hazañas y victorias cantaban, de su terrorífico Pájaro Negro cantaban,
de cómo había sometido a los bisontes en tierras lejanas, cómo había encontrado el metal blanco para mezclarlo con el cobre.
Fue un tiempo glorioso para Ninurta, con la Constelación del Arquero se le honró.
Mientras tanto, Inanna esperaba su señorío en la Tercera Región, Mientras tanto, exigía de los líderes sus dominios.


¡La Tercera Región vendrá después de la segunda!, le aseguraban los líderes.
Después de ver cómo Ninurta había ido a Eridú, cómo había obtenido el ME de la realeza,
Inanna urdió un plan en su corazón, tramó la obtención del ME de Enki.
Envió a su doncella de cámara Ninshubur a Eridú, para anunciar una visita de Inanna.
Al oír esto, Enki dio rápidamente instrucciones a Isimud, su mayordomo: La doncella, completamente sola, dirige sus pasos hasta mi ciudad de Eridú, Cuando llegue, completamente sola, hazla entrar en mis cámaras interiores.
Ponle agua fría para que refresque su corazón, dale pasteles de cebada con mantequilla,
¡prepara vino dulce, llena vasijas de cerveza hasta el borde!
Cuando Inanna entró sola en la morada de Enki, Isimud siguió las órdenes de Enki;
después, cuando Enki recibió a Inanna, se vio abrumado por la belleza de Inanna:
Inanna iba engalanada con joyas, a través de su fino vestido se revelaba su
cuerpo;
Cuando se inclinaba, Enki admiraba completamente su vulva.


Bebieron vino dulce de las copas de vino, compitieron en beber cerveza. ¡Enséñame los MEs!, le dijo Inanna a Enki jugueteando, ¡Deja que sostenga un ME en mi mano! Siete veces en el transcurso de la competición Enki le dejó sostener MEs
a Inanna,
las fórmulas divinas del señorío y la realeza, del sacerdocio y la escribanía, Enki le dejó sostener a Inanna los MEs del atuendo amoroso y de la guerra; de la música y el canto, del trabajo de la madera, los metales y las piedras
preciosas, los noventa y cuatro MEs necesarios para los reinos civilizados le dio Enki
a Inanna. Sujetando con fuerza sus premios, Inanna se escabulló del adormilado
Enki; se apresuró en llegar a su Barco del Cielo, dio instrucciones de elevarse
y alejarse a su piloto. Cuando Isimud despertó a Enki de su sueño, ¡Prende a Inanna!, le dijo
a Isimud. Cuando Enki oyó de Isimud que Inanna ya había partido en su Barco del
Cielo,
dio instrucciones a Isimud para que persiguiera a Inanna en la nave celeste de Enki. ¡Tienes que recuperar todos los MEs!, le dijo.


Isimud interceptó el Barco del Cielo de Inanna en las cercanías de Unug-ki,
la hizo volver a Eridú y enfrentarse a la ira de Enki.
Pero cuando Inanna fue llevada de vuelta a Eridú, los MEs no estaban con
ella: se los había dado a su doncella de cámara, Ninshubur, a la Casa de Anu en
Unug-ki se los había llevado Ninshubur. ¡En nombre de mi poder, en nombre de mi padre Anu, te ordeno que me
devuelvas los MEs!


Así le habló Enki, enfurecido, a Inanna; en su morada la tuvo cautiva. Cuando oyó esto, Enlil fue a Eridú a enfrentarse con su hermano. ¡En justicia he obtenido los MEs, el mismo Enki los puso en mis manos! Así le dijo Inanna a Enlil; verdad que Enki admitió sumisamente. ¡Cuando llegue a su fin el tiempo de Kishi, la realeza pasará a Unug-ki-» declaró Enlil.


Cuando Marduk oyó todo esto, se enfureció enormemente, su ira no conoció límites.
¡Suficiente ha sido mi humillación!, le gritó Marduk a su padre Enki.
Inmediatamente, exigió de Enlil una ciudad sagrada para sí mismo en el Edin.
Pero Enlil no tuvo en cuenta la petición de Marduk, y Marduk tomó en sus propias manos el hado.
Consideró un lugar que había sido seleccionado para la llegada de Anu, antes de que se decidieran por Unug-ki,
llamó a Nabu, a los Igigi y a sus descendientes desde sus tierras dispersas, ¡para fundar una ciudad sagrada para Marduk, un lugar para naves celestes!


Cuando sus seguidores reunidos en el lugar no encontraron piedras con las que construir,
Marduk les mostró cómo hacer ladrillos y cocerlos al fuego, para que sirvieran como piedras;
con todo esto, empezaron a construir una torre cuya cima pudiera alcanzar los cielos.
Enlil se apresuró en ir al lugar para frustrar el plan, intentó aplacar a Marduk con palabras de calma;
pero no consiguió detener a Marduk y a Nabu en su empresa.
Enlil reunió a sus hijos y nietos en Nibru-ki; consideraron todos qué podían hacer.
¡Marduk está construyendo un Pórtico al Cielo no permitido, se lo está confiando a los Terrestres!
Así dijo Enlil a sus hijos y nietos.


¡Si permitimos que esto ocurra, nada de cuanto se proponga la Humanidad dejará de alcanzarlo!
¡Hay que detener este malvado plan!, dijo Ninurta; todos coincidieron en ello.
Era de noche cuando, desde Nibru-ki, llegaron los Anunnaki enlilitas,
desde sus naves celestes dejaron caer sobre la torre en construcción fuego y azufre;
a la torre y a todo el campamento dieron fin por completo. Entonces, Enlil decidió dispersar al líder y a sus seguidores, Enlil decretó confundir sus consejos en lo sucesivo, destruir su unidad:
Hasta ahora, todos los Terrestres tenían un solo lenguaje, en una única lengua hablan.
¡En lo sucesivo confundiré su lenguaje, para que no se comprendan entre sí!


Todo esto sucedió en el año trescientos diez desde que comenzara la cuenta de los años de la Tierra:
en cada región y en cada tierra hizo hablar a la gente en lenguas diferentes,
después le dio a cada pueblo una forma diferente de escritura, para que no se pudieran comprender unos a otros.


Veintitrés reyes reinaron en Kishi, durante cuatrocientos ocho años fue la Ciudad del Cetro;
también fue en Kishi que un amado rey, Etana, fue llevado a un viaje
celestial.
¡Que en el tiempo asignado se transfiera la realeza a Unug-ki! Así lo decretó Enlil.
Hasta su suelo se transfirió el Objeto Brillante Celestial desde Kishi. Cuando se le anunció al pueblo la decisión, le cantaron a Inanna un himno
de exaltación:
Dama de los MEs, Reina, brillante resplandeciente, justa, vestida radiante, amada del cielo y la Tierra; por el amor de Anu consagrada, portadora de grandes adoraciones, siete veces obtuvo los MEs, en su mano los sostiene. Destinados para la tiara de la realeza, adecuados para el sumo sacerdocio, ¡Dama de los grandes MEs, de ellos es la guardiana! En el año cuatrocientos nueve desde que comenzara la cuenta de los años
de la Tierra,
se transfirió a Unug-ki la realeza de la Pimera Región; ¡su primer rey fue el sumo sacerdote de la morada-templo del Eanna, hijo
de Utu era!


En cuanto a Marduk, se fue a la Tierra de los Dos Estrechos, esperaba ser el señor de la Segunda Región, una vez se estableciera.
Viene ahora el relato de cómo se establecieron la Segunda y la Tercera Regiones,
y de cómo Ningishzidda fue exiliado y Unug-ki amenazó a Aratta.
Cuando Marduk, tras una larga ausencia, volvió a la Tierra de los Dos Estrechos,
encontró allí a Ningishzidda como su señor, su Noble Señor era Ningishzidda.
Ningishzidda supervisaba las tierras con la ayuda de los descendientes de los Anunnaki que se habían casado con Terrestres,
lo que una vez Marduk había planeado e instruido, Ningishzidda lo había revocado.
¿Qué es lo que ha pasado?, exigió saber Marduk.


Marduk acusó a Ningishzidda de la destrucción de lo oculto,
de hacer partir a Horon a un lugar desierto, un lugar que no tiene agua,
¡un lugar sin límites donde no disfrutaba de placeres sexuales!
Los dos hermanos montaron un alboroto, se embarcaron en una amarga disputa.
¡Presta atención, aquí estoy en mi propio lugar!, le dijo Marduk a Ningishzidda.
Tú me has quitado mi sitio; de ahora en adelante, sólo serás un ayudante mío.
¡Pero si te sientes inclinado hacia la rebelión, a otra tierra tendrás que largarte!
Durante trescientos cincuenta años de la Tierra, estuvieron peleando los hermanos en la Tierra de los Dos Estrechos,
Durante trescientos cincuenta años, estuvo la tierra en el caos, hubo diferencias entre los hermanos;
Entonces, Enki, el padre de ambos, le dijo a Ningishzidda: ¡Por el bien de la paz, parte a otras tierras!
Ningishzidda optó por ir a una tierra de más allá de los océanos, con un
grupo de seguidores se fue allí.


Seiscientos cincuenta años de la Tierra era en ese momento la cuenta, pero en los nuevos dominios, donde a Ningishzidda se le llamó la
Serpiente Alada, comenzó una nueva cuenta propia.
En la Tierra de los Dos Estrechos se estableció la Segunda Región bajo el señorío de Marduk;
en los anales de la Primera Región se le llamó Magan, Tierra del Río de las Cascadas.
Pero, para la gente de la Segunda Región, cuando las lenguas se confundieron,
se le llamó a partir de entonces Hem-Ta, la Tierra Marrón Oscura. En la nueva lengua se les llamó a los Anunnaki Neteru, los Vigilantes
Guardianes. Marduk fue adorado como Ra, el Brillante; a Enki se le veneró como Ptah,
el Constructor.


A Ningishzidda se le renombró como Tehuti, el Medidor Divino; para borrar su memoria, Ra sustituyó su imagen en el León de Piedra por
la de su hijo Asar. Ra hizo que el pueblo contara por dieces, no por sesenta; también dividió
el año en dieces,
sustituyó la observación de la Luna por la observación del Sol. Mientras bajo el señorío de Tehuti se reestablecieron las antiguas Ciudad
del Norte y Ciudad del Sur, Marduk/Ra unió en una sola Ciudad de la Corona las dos tierras, la del
Norte y la del Sur. Un rey, un descendiente de Neteru y Terrestre, designó allí; Mena fue su
nombre. Donde las dos tierras se encuentran y el gran río divide, Ra fundó una
Ciudad del Cetro. Le dio esplendor para sobrepasar a Kishi, en la Primera Región, se le llamó
Mena-Nefer, la Belleza de Mena.

 

Para honrar a sus mayores, Ra construyó una ciudad sagrada, para honrar
al rey de Nibiru la llamó Annu;
allí, sobre una plataforma, erigió una morada-templo para su padre Enki-Ptah, su ápice, dentro de una alta torre, salía hacia el cielo como un cohete afilado. En su santuario, Ra depositó la parte superior de su Barcaza Celestial, se
le llamó Ben-Ben; era aquélla en la cual había viajado desde el Planeta de los Innumerables
Años. En el día de Año Nuevo, el rey realizaba las ceremonias como Sumo
Sacerdote, únicamente en ese día, entraba solo en la profunda Sala de la Estrella, ante
el Ben-Ben ponía las ofrendas. Para beneficiar a la Segunda Región, Ptah le dio a Ra todo tipo de MEs.
¿Qué sé yo que tú no sepas?, le preguntó el padre a su hijo. Le dio a Ra todo tipo de conocimientos, salvo el de revivir a los muertos. Como un Grande de los Doce Celestiales, Ptah le asignó a Ra la constelación del signo del Carnero.


Ptah reguló el flujo del agua del Hapi, el gran río del país, para Ra y su pueblo,
no tardó en llegar la abundancia a los fértiles suelos, hombres y ganados se multiplicaron.
Los líderes se animaron con el éxito de la Segunda Región; procedieron a establecer la Tercera Región.
Decretaron hacerla dominio de Inanna, tal como se le había prometido.


Como corresponde a la señora de una región, se le asignó una constelación celestial:
previamente, junto con su hermano Utu, compartía la Estación de los Gemelos,
a partir de entonces, como regalo de Ninharsag, su propia Constelación de la Doncella se le asignó a Inanna;
en el año ochocientos sesenta, según la cuenta de los años de la Tierra, se honró así a Inanna.
Lejos, en las tierras orientales, más allá de las siete cadenas montañosas, estaba la Tercera Región;
Zamush, Tierra de las Sesenta Piedras Preciosas, se le llamó a su reino de las tierras altas.
Aratta, el Reino Arbolado, estaba ubicado en el valle de un gran río sinuoso; en la gran llanura, la gente cultivaba cereales y pastoreaba el ganado.


También se construyeron dos ciudades con ladrillos de barro, las llenaron de graneros.
Como exigía el decreto de Enlil, el Señor Enki, Señor de la Sabiduría,
diseñó una nueva lengua para la Tercera Región, un nuevo tipo de signos de escritura elaboró para ella,
en su sabiduría, Enki creó para Aratta una lengua de hombre hasta entonces desconocida;
pero Enki no dio los MEs de los reinos civilizados a la Tercera Región: ¡Que Inanna comparta con la nueva región lo que obtuvo para Unug-ki!, declaró Enki.


En Aratta, Inanna designó un pastor-jefe, era parecido a su amado Dumuzi.
Inanna viajaba en su nave celeste de Unug-ki a Aratta, volaba sobre montañas y valles.
Tenía en mucha estima las piedras preciosas de Zamush, llevaba con ella lapislázuli puro hasta Unug-ki.
En aquel tiempo, el rey en Unug-ki era Enmerkar, era el segundo en reinar allí;
fue él el que expandió las fronteras de Unug-ki, por sus glorias se exaltó
a Inanna.


Fue él el que codiciaba la riqueza de Aratta, tramó conseguir la supremacía sobre Aratta. Enmerkar despachó hacia Aratta a un emisario para exigir las riquezas de
Aratta como tributo. Sobre las siete cadenas montañosas, cruzando tierra resecas y, después,
empapado por las lluvias, el emisario fue hasta Aratta, le repitió palabra por palabra al rey de Aratta las exigentes palabras de
Enmerkar. El rey de Aratta era incapaz de entender su lengua; le sonaba igual que el
rebuzno de un burro.


El rey de Aratta le dio al emisario un cetro de madera en el que había inscrito un mensaje.
El mensaje del rey pedía que Unug-ki compartiera con Aratta los MEs, como regalo real para Unug-ki se cargaron muchos burros con cereales,
fueron con el emisario hasta Unug-ki. Cuando Enmerkar recibió el cetro inscrito, nadie comprendió su mensaje
en Unug-ki.


Lo llevó de la luz a la sombra, lo llevó de la sombra a la luz; ¿Qué clase de madera es ésta?, preguntó. Después, ordenó que la plantaran en el jardín. Pasaron cinco años, pasaron diez años, del cetro creció un árbol, era un
árbol de sombra.
¿Qué hago?, le preguntó el frustrado Enmerkar a su abuelo Utu. Utu intercedió con la celestial Nisaba, señora de los escribas y de la escritura.
Nisaba enseñó a Enmerkar a inscribir su mensaje en una tablilla de arcilla, era en la lengua de Aratta;
El mensaje se entregó por mano de su hijo Banda: ¡Sumisión o guerra!, decía.


¡Inanna no abandonó Aratta, Aratta no se someterá a Unug-ki!, dijo el rey de Aratta.
¡Si Unug-ki desea la guerra, que se encuentren un guerrero y un guerrero! ¡Mejor aún, intercambiemos tesoros pacíficamente; que Unug-ki dé sus MEs a cambio de las riquezas de Aratta!
En el camino de vuelta, portando el mensaje de paz, Banda cayó enfermo; su espíritu le dejó.


Sus camaradas le levantaron el cuello, estaba sin aliento de vida;
en el Monte Hurum, en el camino de Aratta, Banda fue abandonado a su muerte,
Unug-ki no recibió las riquezas de Aratta, Aratta no obtuvo los MEs de Unug-ki;
en la Tercera Región, la Humanidad Civilizada no floreció del todo.

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