Junio 25, 2014
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
La monarquía es la institución más absurda
y ridícula del mundo.
Pero que nadie se confunda. Éste no es un artículo sobre monarquía o
república...
No centraremos nuestros argumentos en aspectos
circunstanciales sobre la monarquía española o una posible república, aunque
el tema esté candente en estos momentos.
En este artículo pretendemos enfocar el tema desde un punto de vista
diferente.
Como veréis, la monarquía, como concepto, no solo es una idea absurda y
basada en un gran engaño, sino que además resulta ser una vergüenza a
nivel biológico.
Para comprender a qué nos referimos, vayamos a la raíz del concepto de
poder hereditario, que es, de hecho, la base de la monarquía y la
aristocracia.
LA CREACIÓN DEL PODER
HEREDITARIO
La herencia del poder no tiene una raíz biológica, sino que parte de una
hábil pirueta intelectual.
Es de hecho, un invento genial, una creación
abstracta admirable en sus orígenes, sin duda derivada directa de nuestro
desarrollo intelectual superior.
Para encontrar los orígenes del poder hereditario, deberíamos sumergirnos en
el estudio de las estructuras sociales de nuestros ancestros más primitivos
y probablemente no llegaríamos a conclusiones definitivas al respecto, pues
ni los propios antropólogos se ponen de acuerdo en ello.
Sí podemos concordar que, al menos en sus estadios iniciales, los puestos de
poder y dominio en los grupos humanos más primitivos recaían en aquellos
individuos que DEMOSTRABAN tener algún tipo de superioridad manifiesta sobre
los demás; es decir, las posiciones de poder se determinaban por una suerte
de "meritocracia".
La posición de superioridad sobre el resto del grupo tendía a recaer sobre,
-
el más fuerte
-
el más persuasivo
-
el más carismático
-
el más sabio
-
el más experimentado
-
el más inteligente
Es decir, el "mejor" en algún aspecto
determinante para la pervivencia grupal.
Se trataba de un mecanismo de clasificación social basado en la siguiente
lógica:
Soy superior, porque soy "mejor".
Este mecanismo lo encontramos constantemente en
la propia naturaleza.
Por ejemplo, lo podemos ver en la dinámica
social de nuestros parientes más cercanos a nivel genético: los chimpancés y
los gorilas, donde la "autoridad" en un grupo determinado recae en el macho
que demuestra ser más fuerte.
En este caso concreto, estaríamos hablando de un tipo de "meritocracia"
basada en la fuerza bruta.
EL GRAN ENGAÑO
Pero he aquí donde hace acto de presencia la gran pirueta psicológica, una
de las mayores maniobras de engaño jamás realizadas.
En algún momento, perdido en la profundidad de los
tiempos, algún individuo dominante dentro de una agrupación
(probablemente una tribu) concibió una idea genial. Un concepto mediante el
cual perpetuar su dominio y el de sus descendientes sobre la comunidad sin
tener que volver a DEMOSTRAR ser el "mejor".
Ese concepto genial radicaba en hacer creer a los demás, por la vía que
fuera, que la superioridad era inherente y consustancial a su propio ser.
En otras palabras, si el mecanismo de la autoridad en sus orígenes era:
Soy superior porque soy "mejor".
Gracias a esta idea genial, el razonamiento pasó
a ser:
Soy "mejor" porque soy superior.
Como podemos ver no es lo mismo...
Estamos ante un truco del lenguaje, un vuelco magistral de conceptos. Una de
las primeras obras maestras del pensamiento humano.
Porque en su origen, la posición de superioridad o preponderancia social
dentro del grupo, estaba en función de una demostración constante y efectiva
de fuerza, inteligencia, sabiduría o capacitación de algún tipo. Aquel que
alcanzaba una posición de dominio debía DEMOSTRAR a los demás su
superioridad de forma activa y efectiva.
En el segundo caso, en cambio, la superioridad está en función de sí misma.
Deja de ser la consecuencia directa de un hecho
real y se convierte en una definición, en un concepto abstracto que existe
per se y que no requiere de demostración efectiva alguna.
Evidentemente, no sabemos cómo acontecieron los hechos, dónde ni de qué
manera, ni tan solo si fue obra de un individuo o si se trató de un largo
proceso; pero fuera como fuera, el mecanismo descrito es el mismo y
representa, probablemente, el primer caso de concepto abstracto que moldea
la estructura social.
O dicho de otra manera:
el primer ejemplo de manipulación mental,
pura y dura sobre la población.
Y es que una vez inoculado y aceptado el
concepto de "superioridad per se" en todos los miembros de una agrupación y
convertido en nueva realidad social dentro de sus mentes, todo viene rodado.
El siguiente paso lógico es establecer la herencia por vía sanguínea de esa
"superioridad inherente" y traspasarla a los descendientes. Algo fácil de
conseguir, pues al fin y al cabo, es solo un concepto imaginario fácilmente
"heredable".
Si además, el ejercicio del poder lleva asociado algún tipo de patrimonio
material, aparece el primer caso de acumulación de riqueza hereditaria. Ese
patrimonio acumulado en forma de riquezas, es la base en la que se sustenta
el poder real y tangible, a nivel social, de la aristocracia y la realeza a
través de los tiempos.
Como podemos ver, una idea, un simple concepto basado en un mero giro
lingüístico acaecido en algún lugar remoto y perdido en el tiempo, cambió
para siempre el devenir de la especie humana.
Pero lo más extraordinario del caso, es que este mecanismo conceptual se
basa en la PRESUNCIÓN FALSA de que alguien es superior a los demás sin
tener que demostrarlo, algo que representa el fin de la "meritocracia"
como motor básico de la evolución social humana.
Así pues, la base conceptual de la monarquía y la aristocracia se sostiene
enteramente en una falsedad, en un gran engaño.
Alguien fabricó una mentira y los demás la creyeron.
Y la humanidad se transformó para siempre, otorgando los puestos de dominio
en las sociedades no a los "mejores" o los más capacitados, sino a grupos de
individuos sin ningún tipo de capacidad superior beneficiosa para el
colectivo.
Estos hechos, por si mismos, ya son suficientes para descalificar la
existencia de la aristocracia, la monarquía y todo tipo de autoridad de
carácter hereditario desde el principio de los tiempos hasta ahora.
Pero eso no es lo peor: falta el mecanismo más aberrante de todos.
LA GRAN VERGÜENZA
BIOLÓGICA
El gran problema aparece con el paso de las generaciones.
Generación tras generación, los descendientes de aristócratas y reyes,
gracias a los recursos superiores de los que disponen, disfrutan de una
serie de ventajas determinantes sobre el resto de la población.
Para empezar, disponen de una mejor alimentación, hecho que repercute, muy
probablemente, en un mejor desarrollo físico. Por otro lado, tienen acceso a
una mejor formación y a una educación superior en todos los campos,
especialmente en el terreno militar.
A eso debemos añadir la promoción premeditada, por su parte, de la
ignorancia y la limitación de recursos en las clases dominadas, con el fin
de garantizar y perpetuar su propia posición de superioridad.
La combinación de todos estos factores tiene una consecuencia lógica con el
paso del tiempo: el arraigo de un fuerte sentimiento de superioridad de
"clase".
Augusta Of Saxe-Gotha
La aristocracia se cree superior al resto de la población y al hacerlo, está
creyendo, como si fuera cierta, la falsedad original creada por sus remotos
antepasados.
Dicho en otras palabras: al creerse superiores, los aristócratas se están
creyendo sus propias mentiras.
Esto podría parecer algo meramente anecdótico, pero acaba generando
consecuencias difícilmente previsibles en un principio.
Y es que, con el sentimiento de superioridad de clase, los aristócratas
acaban creyendo que efectivamente su genética (su herencia sanguínea) es
superior a la de los demás.
Y es aquí cuando deciden procrear,
exclusivamente, entre miembros de su misma clase, con el fin de garantizar
la (falsa) superioridad de su genética y la "limpieza" de su sangre.
Hirohito
Y así es como nos vemos abocados al mayor de los absurdos.
Porque como todos sabemos, la procreación continuada entre miembros de un
grupo reducido o de una misma familia o clan cerrado, acaba desembocando
irremisiblemente en
endogamia (homogamia) y por lo tanto, en
deterioro genético (depresión endogámica).
Y esa es la gran ironía del destino: salvaguardando su presunta superioridad
genética, los miembros de la aristocracia y de la realeza han conseguido
degenerar su propia carga genética, convirtiéndose, de hecho, en una nutrida
selección de seres potencialmente inferiores al resto, sobretodo en el
aspecto intelectual.
la 'gloria' de la sangre azul
Esto es lo que acaba convirtiendo la mera existencia de la realeza y la
aristocracia en una vergüenza para todos los seres humanos.
Somos el único ser de este planeta que ha otorgado posiciones de poder y
privilegio, sin razón lógica alguna basada en la aptitud, a los peores
especímenes de nuestra propia especie a nivel biológico
Algo que de por si, va en contra de nuestro progreso como seres vivos y que
nos debería hacer dudar de nuestro nivel real de inteligencia y desarrollo,
o como mínimo, invitarnos a redefinir estos conceptos.
Alguna gente quizás tenga la tentación de discutir sobre la degeneración
genética de los miembros de la aristocracia y la realeza.
Duquesa de Alba
Sin duda nos dirán que la mayoría de ellos están muy preparados, tienen
estudios, una amplia cultura y que hablan varios idiomas. Y no se
equivocarán con ello.
Tienen acceso a una educación de élite y
disponen de tiempo y recursos más que suficientes para maquillar sus
carencias intelectuales y sus taras genéticas.
Infanta Elena
Pero hagamos memoria.
-
¿Alguien recuerda a algún rey que haya
hecho una aportación determinante al desarrollo científico o
cultural humano?
-
¿Alguien recuerda a algún rey con
capacidades artísticas manifiestas?
-
¿Algún rey que, por ejemplo, haya sido
pintor, compositor o escritor?
-
¿Algún rey que haya inventado o
descubierto algo útil alguna vez?
Si los hay, podríamos contar los ejemplos con
los dedos de una mano.
A pesar de disfrutar de los mejores recursos, la mejor educación y disponer
de más tiempo que los demás por no verse obligados a trabajar para
garantizar su subsistencia, prácticamente ninguno de ellos ha sido capaz de
aportar nada provechoso a la humanidad.
Tal incapacidad manifiesta expresada durante generaciones a lo largo y ancho
del mundo, es un indicio claro de la degeneración intelectual que sufren los
miembros de la mayoría de casas reales.
De hecho, podemos comprobarlo cada día sin demasiado esfuerzo: ni tan solo
son capaces de escribir sus propios discursos.
A pesar de que en la mayoría de países su función actual es meramente
representativa y está cada vez más centrada en la comunicación, apenas saben
transmitir emociones en sus parlamentos.
Sus discursos tienen la misma carga emocional y
la misma profundidad que la voz de una máquina de tabaco.
Proclamación de Felipe VI
Por otro lado, es de dominio público cuales son sus principales intereses
e inquietudes en esta vida:
-
el ocio
-
la diversión
-
la caza (imagen abajo)
-
el sexo
-
las fiestas
-
el alcohol
Pero para eso no hace falta ser de sangre azul:
podemos encontrar especímenes interesados en estos mismas cosas en cualquier
taberna portuaria y con muchas más probabilidades de que dispongan de una
genética sana.
Repetimos lo que decíamos al principio:
no estamos hablando específicamente de la
monarquía española ni hacemos referencia a la coyuntura actual del
país.
Hablamos del concepto de institución
monárquica en sí: algo basado en un gran engaño y que acaba derivando en
un disparate a escala biológica de tal magnitud, que va en contra de todo
mecanismo de progreso natural.
Un claro ejemplo de como un simple concepto, una sola idea bien inoculada en
la mente de los individuos, puede cambiar la evolución de toda una especie.
Algo que demuestra que el gran campo de batalla de este mundo siempre ha
sido, es y será la mente humana.
Allí viven todas las cadenas. Y allí deben empezar todas
las revoluciones...