El autor ha tenido acceso
a las fuentes de información más seguras, a múltiples archivos, a lo
que se une un vasto conocimiento histórico. Son 643 páginas densas,
pero escritas con tal fluidez y elegancia que da la impresión de
estar leyendo una novela histórica. Moniz Bandeira es ante todo un minucioso investigador y, al mismo tiempo, un militante contra el imperialismo estadounidense, cuyas entrañas corta con un bisturí de cirujano. No sin razón fue preso entre 1969 y 1970 , y de nuevo en 1973, por el temible Centro de Informações de Marinha - Brasil (Cenimar), por oponerse críticamente, en el contexto de la guerra-fría, al principal soporte de la dictadura: Los materiales de que dispone le permiten denunciar la lógica imperial presente en el subtítulo:
Quien alimenta todavía
admiración por la democracia norteamericana y procura alinearse con
los designios imperiales (como hacen los neoliberales brasileros),
encontrará aquí un vasto material para reflexión crítica y datos
para una lectura del mundo más diferenciada.
Es decir, la política externa norteamericana se inspira en el (ilusorio),
...llamada a difundir en todo el mundo la democracia, la libertad y los derechos (siempre según la interpretación imperial que prestan a estos términos) y a considerarse (pretendidamente),
Ya en el siglo XVIII Edmund Burke (1729-1797) y en el siglo XIX el francés Alexis Tocqueville (1805-1859) presentían que el presidente norteamericano tenía más poderes que un monarca absolutista y que eso degeneraría en una military democracy (p. 55).
Efectivamente, con George W. Bush a raíz de los "atentados a las Torres Gemelas", se instauró una verdadera democracia militar, con la declaración de la war on terror y la publicación del patriot act que suspendió los derechos civiles básicos hasta el habeas corpus y dio permiso para las torturas.
Esto, ciertamente, configura un estado terrorista.
Como varios científicos norteamericanos, citados por Moniz Bandeira (p. 470), afirmaron:
En esta lógica, de 1776 a
2015, o sea, en los 239 años de existencia de los EUA, 218 han sido
años de guerra y sólo 21 años de paz (p. 472).
Cambió solo los nombres, pero mantuvo todo el espíritu excepcionalista y las torturas en Guantánamo y en otros lugares fuera de Estados Unidos como en tiempos de Bush.
A la perpetual war
le dio el nombre de Oversee Contingency Operation. Por
decisión personal (penal), autorizó cientos de ataques con drones y
con aviones no pilotados, matando a los principales líderes árabes
(p. 476).
De Irak huyeron en
silencio en la oscuridad de la noche (p. 508).
La cantidad de
informaciones presentadas sustentan esta afirmación, no obstante las
limitaciones que siempre podrán ser aducidas.
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