Cuando un banco se arruina, ¿quién debe pagar sus excesos: los accionistas, los directivos, los depositantes y los empleados de ese banco, o todo los ciudadanos del un país?
Islandia de nuevo ha marcado un camino a seguir en
esta materia, al igual que hizo hace cinco años cuando dejó quebrar a todos
su sistema financiero, juzgó al Gobierno y ‘reseteó’ todo su sistema, una
opción polémica pero que le ha permitido ya salir de la crisis.
Se abre la puerta así a que en otras situaciones límite de quiebra del sistema financiero o de buena parte de él los Estados no devuelvan el dinero de sus ahorradores extranjeros.
Imaginemos que podría
haber pasado si en vez de realizar la reforma financiera, España no hubiera
rescatado a los bancos quebrados del país y por tanto no se hubieran
devuelto los miles de millones de euros que deben esas entidades a los
acreedores alemanes, franceses, británicos o suizos.
Si el
ahorrador puede perder su dinero, la exigencia de responsabilidades y de
control será mucho más seria y eficaz que si son los ciudadanos los que
tienen que asumir esos desaguisados una vez que el problema ha estallado.
Y no aprecia discriminación en el trato dispensado a los clientes
del banco islandés en otros países europeos, en concreto, en Reino Unido y
Holanda porque Islandia salvó a sus ahorradores transfiriendo los activos
del banco quebrado a una nueva entidad, sin llegar a recurrir al fondo de
garantía.
Y en casos extremos, algún Estado podría negarse,
con el espíritu de esta resolución, incluso a compensar a sus propios
ciudadanos.
Reikiavik ya ha reembolsado unos 3.300 millones de euros, cerca de la mitad del total desembolsado en Icesave, el banco afectado. La cantidad ya pagada supone más del 90% del mínimo garantizado que el Estado estaba obligado a devolver.
El sistema por ahora sigue casi igual, esto son
precedentes para el futuro.
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