Como resultado de la venta, Rusia se hizo con una quinta parte de las reservas de uranio de EE.UU., lo que dejó al país norteamericano en una situación vulnerable desde la perspectiva geoestratégica.
El trato se produjo a través de la Fundación Clinton, en los años en que ella era secretaria de Estado del presidente Obama.
La información salió a la luz gracias a los documentos filtrados por Wikileaks en días pasados, explica William F. Jasper en su artículo para The New American.
La revista destaca que, de este modo, EE.UU. perdió una cantidad importante de combustible para el sector energético.
Así, Rusia, teóricamente, podría dejar a otros países sin luz y a la vez aumentar el poder de los BRICS en cuanto a riquezas e influencia mundial, subraya el autor.
Pero Obama y, especialmente, Clinton, ignoraron estos hechos y Rusia, hoy en día, posee una quinta parte del uranio estadounidense y lo exporta a otras partes del mundo, explica el medio.
Lo más grave, señala William F.
Jasper, es que la venta de las acciones de Uranium One, que fue
ratificada por la secretaria de Estado, permitió a la
Fundación Clinton recibir un donativo de decenas de millones
de dólares por parte de Frank Giustra, fundador de UrAsia
Energy, compañía que terminó fusionándose con Uranium One tras
el acuerdo.
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