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	 del Sitio Web GlobalResearch 
 
 
 
 
 
 
 
 Candidato opositor se niega a reconocer derrota, a pesar de la votación haber sido legitimada 
	por observadores internacionales 
 
	 El candidato de la derecha venezolana se niega a reconocer su derrota en las elecciones presidenciales del 14 de abril, a pesar de la transparencia del escrutinio que reconocieron los observadores internacionales. 
 
	Al contrario, incita a sus partidarios a “expresar la rabia”. 
	El balance es muy grave: al menos 8 muertos y 61 heridos. 
 Las consecuencias de este llamado del líder de la oposición fueron dramáticas. 
 Los grupúsculos de extrema derecha asesinaron a siete personas, entre ellas a seis militantes socialistas que celebraban la victoria de su candidato y a un policía. Hubo 61 personas heridas. A una militante del partido gubernamental PSUV la quemaron viva y se encuentra en estado crítico. 
 Luisa Ortega Díaz, Fiscal general de la República, condenó los actos de violencia: 
 
	Quemaron varios centros médicos, símbolos de los programas sociales que 
	lanzó Hugo Chávez, así como oficinas de la empresa nacional de 
	telecomunicaciones CANTV, almacenes alimentarios gubernamentales (MERCAL), 
	empresas de producción y distribución de alimentos (PDVAL) que pertenecen al 
	Estado así como numerosos servicios públicos y otros comercios. 
 
	Tras esas declaraciones, la oposición asedió la 
	residencia de la Presidenta del CNE, lo que necesitó una intervención 
	policial. 
 
 
	
	 
 El vicepresidente Jorge Arreaza confirmó esas declaraciones e informó de que la oposición, a pesar de sus declaraciones públicas, no realizó ningún trámite formal para exigir una auditoría completa de la elección: 
 
	En efecto, 
	como estipula la legislación, se volvió a contar automáticamente el 54% de 
	los votos el mismo día. 
 Según él, la oposición se encuentra ahora al margen “de la Constitución y la ley”, y tendrá que responder de sus actos ante la justicia. 
 Maduro también acusó explícitamente a Capriles de ser responsable de la situación: 
 Capriles, quien no dejó de acusar de parcialidad al Consejo Nacional Electoral durante la campaña presidencial, se había mostrado mucho más indulgente hacia la institución durante las elecciones regionales del 16 de diciembre de 2012. 
 Había una razón para ello: 
 Tras el resultado apretado del 14 de abril de 2013 - 213.473 votos de diferencia a favor de Maduro (50,75%) - Capriles rechazó el sufragio popular. 
 
	No obstante, durante su 
	elección como gobernador (51,86%), la diferencia con su opositor de 
	izquierda Elías Jaua fue de apenas 45.111 votos sobre un total de más de dos 
	millones. Sin embargo Jaua aceptó su derrota. 
 
	A guisa de comparación, imaginemos un 
	instante que tras su derrota electoral en mayo de 2012, el presidente 
	saliente Nicolas Sarkozy se hubiera negado a reconocer la victoria de 
	Hollande a causa del resultado apretado (3,28% de diferencia), hubiese 
	llamado a sus partidarios a manifestar en las calles para “expresar la rabia” 
	y que los manifestantes hubieran asesinado a seis militantes del Partido 
	Socialista y a un policía. ¿Acaso habría sido noticia? 
 El propio Capriles participó en la ruptura del orden constitucional asediando la embajada cubana y procediendo al arresto de Ramón Rodríguez Chacín, entonces Ministro de Interior y Justicia del gobierno legítimo. 
 Capriles fue enjuiciado y estuvo varios meses en prisión. 
 
	La derecha venezolana acaba de 
	recibir un apoyo importante a su empresa desestabilizadora: Estados Unidos, 
	que se niega a reconocer la elección de Nicolás Maduro. 
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