por Stella Calloni
05 Enero
2014
del Sitio Web
CubaDebate
La periodista argentina Stella Calloni es editora en
El Día Latinoamericano (Ciudad de México) y
corresponsal en América del Sur para
La Jornada (Ciudad
de México).
Ha escrito numerosos trabajos sobre política
latinoamericana y actualmente está preparando un
libro de relatos. Cuando los documentos mencionados
fueron consultados por la autora en Asunción,
Paraguay, aún no estaban catalogados y clasificados.
Sin embargo, a mediados de 1994 se publicó una
selección de los archivos en Boccia Paz, Myriam
Angélica González y Rosa Palau Aguilar ediciones, Es
mi informe: Los archivos secretos de la Policía de
Stroessner (Asunción: Centro de Documentación y
Estudios, 1994).
Los documentos mencionados en este artículo que han
sido catalogados por Boccia Paz, et al, utilizarán
las clasificaciones CDE.
Los esqueletos en los armarios de los dictadores de derecha, que
gobernaron América Latina durante los años setenta, son literalmente
reales.
Cuando en Paraguay
salieron a la luz los enormes archivos secretos de la policía,
resultó evidente la existencia de una campaña de terror coordinada
internacionalmente.
Ahora, los EE.UU., que
apoyaron a los dictadores, estarían ayudando a quienes están
intentando depurar los registros documentales de unas 50.000
personas asesinadas, 30.000 desaparecidos y 400.000 encarcelados.
Una mañana de diciembre de 1992, el juez paraguayo José Fernández
y el profesor y ex prisionero político Martín Almada,
entraron a la estación de policía de Lambaré, suburbio de Asunción,
a buscar los archivos policiales de Almada.
Lo que encontraron en su
lugar fueron décadas de historia documental sobre la represión en
Paraguay y otros países.
También encontraron
registros de la cooperación de la inteligencia estadounidense con
las dictaduras de la región, incluida la paraguaya.
Los "Archivos del Horror", tal como fueron conocidos desde entonces,
se han convertido en una clave para descifrar la historia reciente
de América Latina.
Los archivos detallan el
destino de cientos, quizá miles, de latinoamericanos secretamente
secuestrados, torturados y asesinados por los regímenes derechistas
de los años setenta.
También ofrecen una pista
en papel que confirma la existencia de una conspiración escurridiza
y sanguinaria entre los servicios de,
-
Argentina
-
Bolivia
-
Brasil
-
Chile
-
Paraguay
-
Uruguay,
...para rastrear y
eliminar a los adversarios políticos con independencia de las
fronteras nacionales.
Ahora es posible
completar el esbozo de la "Operación
Cóndor", tal como se conocía a esta red ilícita.
Pero debido a que los archivos plantean una amenaza a los hombres
que organizaron y llevaron a cabo la represión hemisférica, se están
realizando esfuerzos para eliminarlos o depositarlos en manos
"seguras".
Algunos de los documentos
ya han desaparecido y existen sutiles maniobras para sustraer a los
restantes del control legal y periodístico.
Cuando Fernández y Almada entraron en la comisaría de Lambaré,
desenterraron una montaña desordenada de amarillentos y deteriorados
papeles, archivos, cartas y registros que describían las actividades
de la policía y la inteligencia militar durante la recientemente
derrocada dictadura de Stroessner.
Una búsqueda similar,
realizada pocos días después en el cuartel general de la Policía
Técnica paraguaya (contraparte del FBI estadounidense), sacó, a la
luz más documentos reveladores.
En total, se han
rescatado unas cuatro toneladas de documentación.
Algunas fotografías y registros incluían el país de origen de los
prisioneros. Muchos eran de Argentina, Brasil o Chile. Los
periodistas autorizados a buscar entre los caóticos archivos se
apresuraron a fotocopiar cartas y documentos.
Los primeros datos
confirmaban el arresto y asesinato de políticos paraguayos cuya
"desaparición" había sido continuamente negada por la dictadura,
además de la entrega e intercambio de prisioneros con otros países,
particularmente Argentina, Chile y Uruguay.
La justicia
tardía llega al Paraguay
Paraguay, un país de cuatro millones de habitantes situado en el
centro de América del Sur, tiene una larga tradición de aislamiento
introspectivo con extravagantes y veleidosos dictadores.
El General Alfredo
Stroessner, que tomó el poder con un golpe en 1954, impuso una
estructura social feudal y represiva y ofreció su hospitalidad a
nazis sin residencia fija y traficantes de drogas bien conectados.
El despiadado aparato represivo del dictador controló con eficiencia
a una población mayormente atemorizada. Pero en febrero de 1989, la
era de 35 años de Stroessner llegó a su fin.
El General fue derrocado
por su amigo, pariente político y segundo al mando, General
Andrés Rodríguez, y huyó al Brasil como exiliado.
Martín Almada, un conocido profesor y figura política, se
puso bajo la mira de la policía secreta de Stroessner en 1974,
cuando publicó un discurso doctoral crítico sobre la educación en
Paraguay.
Fue arrestado y acusado
de "terrorismo" y vinculación con los comunistas paraguayos. Fue
torturado antes de pasar los siguientes tres años en el conocido
campo de concentración Emboscada.
Su esposa de 33 años
murió de un ataque al corazón tras recibir una llamada telefónica en
la que los torturadores reproducían sus gritos. 1 Tras su
liberación en 1977, se marchó al exilio pero después de la caída de
Stroessner, Almada inició los procedimientos legales contra sus
perseguidores.
Mediante una provisión de la nueva Constitución paraguaya
post-Stroessner, Almada presentó un mandato dehabeas data, que
permite que las personas accedan a sus registros policiales.
A través de sus propias
investigaciones privadas y una carta anónima, Almada se enteró que
algunos documentos relacionados con su caso podían encontrarse en la
comisaría de Lambaré. 2
Actuando con discreción y
cuidado, Almada pasó esta información al juez Fernández, que ordenó
el registro.
Los documentos se convirtieron en un acontecimiento político y
generaron órdenes de detención contra primeras figuras del régimen
de Stroessner, además de oficiales militares de Argentina y Uruguay.
La temida cabeza de los
detectives de Stroessner, Pastor Coronel, está actualmente
encarcelado en Paraguay, al igual que el jefe de estado mayor y
titular de la inteligencia militar de Stroessner, General Benito
Guanes Serrano.
El jefe de la Policía
Técnica, Antonio Campos Alum, se reunió con el dictador en el
exilio; ambos están actualmente citados por los tribunales
paraguayos como "acusados en rebeldía" y "fugitivos de la justicia
paraguaya". 3
El caso
Inzaurralde-Santana
Un informe de Pastor Coronel a Stroessner, fechado el 16 de mayo de
1977, ha demostrado ser crucial para la producción de un
extraordinario caso legal.
En 1973, Gustavo
Edison Inzaurralde huyó a Paraguay tras ser arrestado y
torturado por su pertenencia a una organización combativa uruguaya
antigubernamental.
Cuando fue arrestado en
Paraguay, el 28 de marzo de 1977, se estaba preparando para
exiliarse en Suecia y reunirse con su esposa, embarazada de siete
meses. En cambio, el "desapareció" después de ser apresado por
militares argentinos.
El informe revela que las autoridades paraguayas entregaron a
Inzaurralde, a su compatriota Nelson Rodolfo Santana y a tres
argentinos, a un capitán de la armada argentina y todos oficiales de
inteligencia argentinos.
El Coronel informó a
Stroessner de la "gratitud" de los militares argentinos y uruguayos
por haber permitido que dos agentes de los servicios de inteligencia
argentina (SIDE) y un oficial uruguayo interrogaran [torturaran] a
los prisioneros en Asunción. 4
Con esta información en la mano, las familias de Santana e
Inzaurralde iniciaron los procedimientos legales en Paraguay. En
junio de 1993, el juez Arnulfo Arias inculpó en el caso al
jefe de la inteligencia militar, Guanes Serrano, y al jefe de la
Policía Técnica, Campos Alum.
Guanes Serrano
admitió ante el tribunal los intercambios extrajudiciales de presos
políticos entre Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay durante los
años setenta.
Campos Alum
testificó que "el intercambio de prisioneros era frecuente en la
región" e identificó como principales colaboradores a los oficiales
argentinos y uruguayos mencionados en el informe de Coronel. 5
En un paso sin precedentes, el juez Arias decidió entonces someter a
juicio también a oficiales militares extranjeros. En marzo de 1994
comenzó un juicio singular.
Doce agentes de seguridad
militares - cinco paraguayos, seis argentinos y un uruguayo - fueron
acusados por,
"abuso de autoridad,
privación ilegal de la libertad, tortura y secuestro". 6
Almada y los dos
uruguayos desaparecidos forman parte de los miles de perseguidos por
los regímenes militares derechistas del Cono Sur (Argentina,
Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay) durante los años setenta.
Mientras que muchos de
los crímenes fueron estrictamente asuntos internos, otros implicaron
la cooperación de oficiales de inteligencia y militares más allá de
las fronteras nacionales.
Con el nombre en clave de
Operación Cóndor, los dictadores del Cono Sur se embarcaron en una
empresa de alcance hemisférico para neutralizar o eliminar a los
adversarios detectados.
Y al llevar a cabo su
tarea, no diferenciaron entre oposición violenta y disenso pacífico.
El Cono Sur
durante los años setenta
Alfredo Stroessner ya había estado en el poder durante una década
cuando los generales derechistas brasileños interrumpieron la
democracia de dicho país en 1964.
Se aseguró el cargo en su
feudo sin salida al mar, a medida que el resto del Cono Sur
descendía hacia un torbellino de inestabilidad política y terror de
Estado.
El resultado del golpe y contragolpe de Bolivia desembocó en la
dictadura derechista de Hugo Bánzer en 1971.
El golpe de Pinochet
de 1973 en Chile interrumpió el experimento socialista de Salvador
Allende. Ese mismo año, la prolongada democracia de Uruguay finalizó
cuando el presidente Juan María Bordaberry clausuró el
Parlamento y encaminó al país hacia la dictadura.
La violencia política
tras el retorno y la muerte de Juan Perón desembocó en la
perversa dictadura militar derechista argentina en 1976.
Los crecientes niveles de represión dejaron a la región plagada de
refugiados y exiliados políticos. Unos cuatro millones de personas
huyeron de sus hogares buscando un refugio seguro, mayormente en los
países vecinos. 7
Tras los golpes de Chile
y Uruguay, millares buscaron asilo en Argentina, reuniéndose con los
cientos de miles de paraguayos que ya estaban allí. Mientras tanto,
los argentinos buscaban seguridad en Bolivia y Paraguay.
La región era el
escenario de un frenético ir y venir de refugiados.
Pero, a medida que se fue
expandiendo la ola de dictaduras militares, quedaron de lado las
viejas tradiciones de santuarios para los exiliados políticos. El
tributo generado por la represión en el Cono Sur fue de unos 50.000
asesinatos, 30.000 desaparecidos - la mayoría en Argentina - y
400.000 encarcelados.
Entre los asesinados y
los desaparecidos se cuentan unos 3.000 niños. 8
No obstante, estas
cantidades sólo aluden a la espeluznante realidad de los estados
ilegales.
Descenso a la
brutalidad
La caída del Cono Sur en el salvajismo se originó en la crisis
política y geopolítica y en la ideología común compartida por los
regímenes militares de la región. Estados Unidos desempeñó un papel
crítico en todas estas causas.
La Guerra Fría
proporcionaba el contexto global para un anticomunismo patológico y
Estados Unidos ofreció formación ideológica y militar a sus aliados
latinoamericanos. Las fuerzas armadas de la región se mostraron muy
receptivas.
De hecho, desarrollaron
una visión mundial abiertamente totalitaria con consecuencias
mortales.
El entonces Ministro de Relaciones Exteriores argentino, almirante
César Augusto Guzzetti manifestó sin reservas esta
perspectiva en una entrevista de 1976:
"No existe una
subversión de derecha o terrorismo de ese tipo. El cuerpo de la
sociedad está afectado por una enfermedad que corroe las
entrañas y forma anticuerpos.
Estos anticuerpos no
pueden considerarse del mismo modo que el microbio. La acción
del anticuerpo desaparecerá cuando el Gobierno controle y
destruya a la guerrilla". 9
Los países del Cono Sur
se enfrentaron de hecho a desafíos armados provenientes de la
izquierda.
-
En Uruguay, los
Tupamaros asestaron unos golpes políticos espectaculares.
-
En Argentina, el
marxista Ejército Revolucionario del Pueblo y los peronistas
de izquierda Montoneros se implicaron en una lucha
despiadada contra las fuerzas de seguridad y los escuadrones
de la muerte de la derecha peronista.
-
En Bolivia, Hugo
Bánzer pudo hacerse con el poder sólo tras un sangriento
enfrentamiento con los populistas de izquierda alineados con
su predecesor, el general Juan Torres. 10
-
Los militares
brasileños aplastaron un alzamiento armado de la izquierda
hacia finales de los años sesenta. Su situación recordaba la
de Chile; en ambos casos, los movimientos de guerrilla no
surgieron hasta después de que un gobierno militar represivo
se hiciera con el poder.
Sin embargo, la respuesta
de las fuerzas de seguridad en todos estos países fue mucho más allá
que derrotar a las guerrillas.
Estaban implicados en una
guerra santa contra la izquierda, que para ellos incluía a
cualquiera que desafiara el statu quo, estuviera armado o no.
En consecuencia,
enfermeras, profesores, estudiantes, trabajadores, artistas,
actores, periodistas e incluso políticos de la oposición democrática
pasaron a ser vistos como los "microbios" de Guzzetti.
Estados Unidos proporcionó la inspiración, el financiamiento y la
asistencia técnica para la represión y puede haber plantado la
semilla que desembocaría en el Operativo Cóndor. La CIA facilitó una
mayor coordinación entre los servicios de inteligencia de la región.
Un historiador atribuye a
un operativo de la CIA el haber acordado los primeros encuentros
entre oficiales de seguridad argentinos y uruguayos para discutir la
vigilancia de los exiliados políticos.
La CIA también organizó
encuentros entre líderes de los escuadrones de la muerte brasileños
con argentinos y uruguayos. 11
Estados Unidos hizo algo más que simplemente organizar encuentros.
La división de Servicios Técnicos de la CIA suministró equipo
eléctrico de tortura a brasileños y uruguayos y ofreció información
sobre cuánta descarga podría soportar un cuerpo humano. 12
Los agentes de seguridad
latinoamericanos también recibieron formación para la fabricación de
bombas, de parte de la CIA, en las instalaciones de la Agencia de
Seguridad Pública (OPS) del Departamento de Estado, en Texas.
13
El asesoramiento y la ayuda de Estados Unidos facilitaron la
coordinación entre los servicios de inteligencia regionales. Esta
cooperación hizo posible el intercambio de información y prisioneros
e incluso asesinatos conjuntos.
Un exiliado político
podía ser mantenido como rehén o secuestrado y llevado a través de
las fronteras, torturado y desaparecido, sin ninguna autorización
judicial.
Paradójicamente, la moderación aplicada en la CIA tras su
descubrimiento parcial en los informes del comité Church and Pike,
de 1974-75, podrían haber favorecido la creación de la Operación
Cóndor.
La administración
Carter se opuso a la postura de la CIA,
"anulando todas las
solicitudes de inteligencia presentes en América Latina.
La cooperación de la
CIA ha sido muy valiosa para todas las dictaduras militares
desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero el Gobierno
estadounidense comenzó a tener reservas acerca de solicitudes de
colaboración tras varios escándalos, principalmente provocados
por Chile". 14
Si la administración de
Carter no estaba dispuesta a ayudar a las dictaduras, éstas lo
estaban y podían ayudarse a sí mismas.
Primeros
avistamientos del Cóndor
Aunque en 1976 el Cono Sur ya estaba inundado con la sangre de miles
de víctimas del terrorismo de Estado, tres asesinatos de alto nivel
provocaron los primeros rumores sobre una conspiración internacional
contra la izquierda.
En todos los casos, las
víctimas eran prominentes exiliados chilenos. En septiembre de 1974,
el Ministro de Defensa de Salvador Allende, general Carlos Partas,
y su esposa, fueron asesinados en Buenos Aires cuando explotó una
bomba bajo su coche.
Las autoridades
argentinas no investigaron el caso. 15
En octubre de 1975, el
vicepresidente de Allende y líder de los demócratas cristianos
chilenos, Bernardo Leighton, y su esposa, sobrevivieron
milagrosamente a un intento de asesinato en Roma.
Los investigadores
italianos comenzaron a seguir el hilo de una red internacional que
vinculaba a los servicios de seguridad del Cono Sur con neofascistas
de su país. 16
A mediados de 1976, estos intentos de asesinato de alto nivel, así
como los relatos horrendos que provenían del Cono Sur, comenzaron a
generar la atención de la prensa mundial.
El periodista británico
Richard Gott, que había investigado las denuncias de
familiares de víctimas, llamó a la represión como,
"algo parecido a la
Operación Fénix [en Vietnam]. Las personas con capacidad de
inspirar y unir a la nación en una campaña para resistir a las
fuerzas de ocupación, son quitados del medio uno a uno",
escribió.
Gott culpó a Washington,
declarando que el entonces Secretario de Estado,
Henry Kissinger,
"debía conocer [quién
era responsable]". 17
Pero fue el asesinato de
Orlando Letelier, ex Ministro de Defensa y de Relaciones
Exteriores de Allende, en la Embassy Row de Washington, en
septiembre de 1976, lo que puso al descubierto las piezas de la
Operación Cóndor.
Un coche bomba colocado
por el ubicuo Townley y un grupo de terroristas cubanos anti-castristas,
asesinó a Letelier y a su secretaria, Ronni Moffitt.
El marido de Moffitt,
Michael, que estaba viajando en el asiento trasero, sobrevivió, y
deambulando aturdido por el lugar gritaba que
"¡Fueron los
fascistas chilenos! ¡Hijos de puta!". 19
Por supuesto, Michael
Moffitt estaba en lo cierto, aunque los fiscales estadounidenses
emplearían dos años antes de poder llevar el caso a los tribunales.
Townley y los cubanos
fueron finalmente declarados culpables de los asesinatos. También
fueron procesados el general Manuel Contreras, director de la DINA,
y otros dos oficiales|19|.
El asesinato de Letelier produjo un escándalo que terminó por abrir
las puertas que ocultaban las operaciones encubiertas en América
Latina. Ahora los rumores se confirmaban parcialmente. Uno de los
primeros informes provino del agregado legal de Estados Unidos en
Buenos Aires, el agente especial del FBI Robert Scherrer.
Una semana después de la
muerte de Letelier, Scherrer envió un cable al cuartel general del
FBI dando nombre y describiendo la operación:
El "Operativo Cóndor"
es el nombre en clave para la recolección, intercambio y
almacenamiento de información secreta relativa a los denominados
"izquierdistas", comunistas y marxistas, que se estableció
recientemente entre los servicios de inteligencia en América del
Sur, con el fin de eliminar las actividades terroristas
marxistas en la región.
Además, "Operativo
Cóndor" tiene previstas operaciones conjuntas contra objetivos
terroristas en los países miembros.
Una tercera fase, y
más secreta, del "Operativo Cóndor" implica la formación de
grupos especiales de los países miembros, que deberán viajar por
cualquier parte del mundo hacia países no-miembros, para llevar
a cabo castigos incluido el asesinato contra terroristas o
simpatizantes de organizaciones terroristas de los países
miembros del "Operativo Cóndor".
Por ejemplo, en el
caso de que un terrorista o simpatizante de una organización
terrorista de un país miembro del "Operativo Cóndor" se
encontrara en un país europeo, se enviaría un grupo especial del
"Operativo Cóndor" para localizar y vigilar al objetivo.
Cuando hubiera
terminado la operación de localización y vigilancia, se enviaría
un segundo grupo del "Operativo Cóndor" para llevar a cabo el
castigo real contra el objetivo.
Los grupos especiales
serían provistos de documentación falsa de los países miembros
del "Operativo Cóndor". 2
De acuerdo con un informe
reservado del Comité de Relaciones Externas del Senado, de 1979 y
basado en archivos de la CIA,
"Esa operación en
'fase tres' fue planificada en 1974 a raíz del asesinato del
Embajador boliviano en París, de un oficial chileno en Medio
Oriente y de un agregado uruguayo en París.
Por lo tanto, Cóndor
planificó una operación destinada a asesinar a tres
izquierdistas europeos bien conocidos, uno de los cuales era el
notorio Carlos [el recientemente capturado Illich Ramírez
Sánchez]. El plan fue desbaratado" después de que la CIA lo
descubriera y "advirtiera a los Gobiernos de los países en los
que probablemente tendrían lugar los asesinatos - Francia y
Portugal - que a su vez advirtieron a los posibles objetivos".
El operativo fue
aparentemente suspendido y se negó su existencia. 21
Pero ninguno de estos datos salió a la luz hasta mucho después.
Aunque cada vez eran más los testimonios de una cooperación
interfronteriza para el secuestro, tortura y asesinato de cientos de
personas, salvo por lo difundido a partir de las investigaciones del
asesinato de Letelier, las pruebas de la existencia de Cóndor eran
excepcionales. 22
Hacia finales de los años
setenta, el Cono Sur se encontraba en lo más profundo de la
represión y sólo un reducido grupo de activistas y periodistas se
atrevía a hacer frente a los regímenes militares.
Y, a medida que las
dictaduras titubearon y finalmente cayeron durante los años ochenta,
los débiles gobiernos civiles que les sucedieron, sancionaron leyes
de amnistía que pusieron en discusión toda investigación seria de
esta Asesinatos S.A. Internacional. 23
Estaba claro que se estaba desarrollando algún tipo de operación
clandestina, principalmente por la acumulación de denuncias de
familiares de las víctimas. Pero los testimonios se desvanecían en
el laberinto de los sistemas judiciales despreocupados de los
derechos humanos. La impunidad era la regla inviolable del día.
Durante los años
siguientes, parecía que los operativos Cóndor nunca se enfrentarían
a una investigación legal.
Documentación
de la Operación Cóndor
El descubrimiento de los archivos paraguayos cambió todo el
panorama. Los archivos descubiertos ofrecen en cantidad una esbozo
documental de los orígenes, los propósitos y la organización de la
Operación Cóndor.
Durante 1975, a instancias de los chilenos, los servicios de
inteligencia del Cono Sur codificaron la cooperación informal que ya
existía.
Los archivos contienen
una carta del general Contreras de la DINA al general
paraguayo Guanes Serrano, denominando "Primer Encuentro de
Trabajo de Inteligencia Nacional" a lo que se convertiría en Cóndor.
Contreras ofrecía las
instalaciones de la DINA como el cuartel general para,
"la centralización de
la información sobre los antecedentes de personas,
organizaciones y otras actividades conectadas directa o
indirectamente con la subversión. En líneas generales, sería
algo similar a la Interpol instalada en París, pero dedicada a
la subversión", escribió. 24
El encuentro convocado en
la carta de Contreras tuvo lugar en el cuartel general de la DINA,
en Santiago, en octubre de 1975.
Los asistentes fueron los
jefes de la inteligencia militar de Argentina, Brasil, Paraguay y
Uruguay. Un mes más tarde, Contreras recibió a Guanes Serrano y al
jefe de la policía paraguaya, Francisco Brites.
En esa reunión, ellos
implementaron el Operativo Cóndor, configurando,
"un banco de datos,
un centro de información y talleres".
Con el inofensivo término
de "talleres" se aludía realmente a las sesiones de planificación de
los grupos multilaterales de agentes encargados de vigilar,
arrestar, encarcelar, torturar y "repatriar" a opositores de los
diferentes regímenes. 25
Uno de los documentos más
significativos que explica el método de operación de Cóndor,
detallaba un encuentro secreto en Asunción, en 1978. Con Guanes
Serrano como anfitrión y la presencia de oficiales argentinos y
paraguayos, el "Segundo Encuentro Bilateral de Inteligencia" afinó
los mecanismos para el intercambio de prisioneros e información
secreta. 26
Guanes Serrano informó a
Stroessner que,
"la primera fase era
el intercambio de información sobre el enemigo [exiliados
políticos]. La segunda fase correspondía a la investigación del
objetivo y la tercera fase a la detención [secuestro] y traslado
del objetivo a su país de origen". 27
Guanes Serrano destacó
que los intercambios de prisioneros tendrían lugar directamente
entre los servicios de inteligencia y que los agregados militares de
las embajadas actuarían como enlace.
Otros documentos de los
archivos confirman que los agregados militares de las embajadas de
los países implicados, eran realmente el conducto por el cual
viajaban los informes de inteligencia. 28
A finales de 1993, los investigadores encontraron una nota fechada
en Chile en 1978. En este documento típico del trabajo cotidiano de
Cóndor, "Cóndor Uno" advierte a "Cóndor Dos" para que lleve a cabo
una,
"vigilancia de un
encuentro de izquierdistas argentinos y paraguayos en la
provincia norteña de Salta, Argentina, en la frontera con
Bolivia". 29
"Cóndor Uno" no era otro
que Contreras y "Cóndor Dos" era el nombre en clave de Guanes
Serrano. 30
Otros documentos solicitan la captura de chilenos, bolivianos,
argentinos, paraguayos y brasileños e informan sobre otras figuras
políticas latinoamericanas. Uno de estos casos fue la detención en
Paraguay del ciudadano chileno Jorge Fuentes Alarcón, posteriormente
entregado por la policía paraguaya a un oficial chileno en mayo de
1978. 31
Uno de los documentos más perjudiciales incluye una entrada en un
cuaderno de notas del jefe de la Policía Técnica paraguaya, Antonio
Campos Alum.
Este cuaderno quedó
abandonado cuando Campos Alum dejó Paraguay tras ser acusado de
haber torturado personalmente a prisioneros, y lista los nombres de
oficiales de policía y militares argentinos, bolivianos, chilenos y
uruguayos que participaron en la represión internacional. 32
Tomado en su conjunto, loas archivos paraguayos aportan una prueba
documental irrefutable de la existencia de la Operación Cóndor.
También pueden
proporcionar una base para el enjuiciamiento de quienes cometieron
crímenes, suponiendo la existencia de los políticos.
Gente de la
misma calaña
Los archivos paraguayos aportan una nueva y reveladora luz sobre la
implicación de Estados Unidos con los servicios represivos del Cono
Sur, especialmente - pero no sólo - el de Paraguay.
Los paraguayos siempre han acusado a Estados Unidos de ayudar a la
policía secreta de Stroessner. Un grupo de oficiales militares
estadounidenses enviados bajo los auspicios de la Agencia
Internacional para el Desarrollo (USAID) fiscalizó la formación de
la Policía Técnica. Los ex prisioneros del régimen declararon varias
veces que oficiales estadounidenses los habían interrogado en
Paraguay. 33
Basado en dichos
informes, el historiador paraguayo Aníbal Miranda acusa a los
Estados Unidos de haber ayudado en la represión, en 1959, de un
movimiento guerrillero anti-Stroessner instalado en Argentina.
34
Ahora han aparecido pruebas concretas sobre la cooperación y
formación estadounidense con la policía secreta del dictador. Una
carpeta de los archivos contiene correspondencia entre ministros
paraguayos y el coronel estadounidense Robert Thierry.
Thierry sirvió como
"asesor sobre administración pública" de la AID (entonces la
Administración de Cooperación Internacional) para el Ministerio del
Interior y supervisó la formación de la Policía Técnica.
Una carta del Ministro de Relaciones Exteriores solicitaba que
Thierry permaneciera durante dos años más para asesora a la Policía
Técnica. 35
En una de las respuestas
de Thierry se mostraba la relación profesor-alumno:
Con respecto a la
jefatura de Asuntos Técnicos, usted ha recibido la formación
suficiente.
Estoy seguro de que
bajo la dirección de Antonio Campos Alum, esta pequeña pero
poderosa organización continuará aportando el mismo servicio,
altamente satisfactorio, que ha tenido desde su creación.
Sugiero que continúe
las conversaciones con el Director de la Misión de Operaciones
de Estados Unidos en Paraguay, con el fin de establecer algún
programa similar sobre Seguridad Pública. 36
Otros documentos
demuestran que la Policía Técnica continuó siendo el principal
vínculo entre los servicios de inteligencia estadounidenses y
Paraguay. 37
Dicha cooperación
continuó durante el período de la Operación Cóndor.
El hombre del FBI en el
Cono Sur, el agente especial Robert Scherrer, que vivía en
Buenos Aires, trabajó de forma regular y directa con Campos Alum.
En 1974, informó a Campos
Alum sobre un festival realizado en un teatro de México y listó los
nombres de todos los asistentes latinoamericanos. El siguiente paso
de la policía paraguaya fue dirigir las investigaciones sobre el
movimiento cultural paraguayo. 38
En otra carta escrita dos años más tarde, Scherrer solicitó a Campos
Alum información sobre un Raúl Valentín Quintana porque,
explicaba, el FBI creía que Quintana era un "agente cubano".
Esas solicitudes de
información tenían serias consecuencias en la gente inocente.
"Ahora sabemos por
qué varias familias con el apellido Quintana fueron perseguidas
y encarceladas", destacó Martín Almada. 39
También la CIA trabajó
con los paraguayos.
El entonces Director
delegado, Vernon Walters, visitó el país a principios de 1976
para entrevistarse con el jefe de estado mayor de Stroessner,
Conrado Pappalardo, y otros altos oficiales. 40
Pocas semanas de después,
Pappalardo le diría al Embajador estadounidense, George Landau,
que Walters había aprobado un intento frustrado por obtener
pasaportes falsos para dos agentes de la DINA chilena. Pappalardo
dijo que estaba actuando bajo órdenes directas de Stroessner, que a
su vez estaba haciendo un favor a Pinochet.
Los chilenos, Armando
Fernández Larios y Michael Townley, pensaban utilizar los
pasaportes falsos para viajar a Estados Unidos como parte de su
misión de asesinar a Orlando Letelier. 41
Otro ejemplo de la cooperación de la CIA con Paraguay ocurrió al año
siguiente. Una advertencia firmada por Guanes Serrano y dirigida a
las "naciones amigas", describe a un venezolano de nombre Omar
Rossel como un "terrorista".
Guanes cita a la "CIA
(USA)" como su fuente. 42
Incluso después de que el Operativo Cóndor hubiera golpeado en
Washington y que Estados Unidos hubiera supuestamente movilizado al
FBI y a la CIA para resolver los asesinatos de Letelier y Moffitt,
el director del FBI, Clarence Kelley, envió una aduladora
carta, con el sello del FBI, a Campos Alum:
"En estas Navidades,
deseo hablar en nombre de todos mis colaboradores y agradecerle
de todo corazón la cooperación que ustedes, con tanta buena
voluntad, han proporcionado al FBI.
Deseándole lo mejor
de las cosas, que merece con creces". 43
Cabe recordar que Campos
Alum se encuentra fugitivo, acusado de graves violaciones de los
derechos humanos, crímenes que cometió antes, durante y después de
esta época.
El FBI, gracias al agente
especial Scherrer, estaba al tanto de los crímenes de Campos Alum en
la época en que se escribió esta carta.
El hecho de que Estados Unidos y Paraguay fueran aliados no impidió
que la inteligencia militar paraguaya espiara a políticos
estadounidenses que, en su opinión, interferían los asuntos internos
de Paraguay. Los archivos incluyen un informe enviado al jefe de
detectives, Pastor Coronel, por un informante desde Buenos Aires.
El informante había
asistido e informado sobre un encuentro en Buenos Aires entre el
senador Edward Kennedy (diputado por Massachusetts) y representantes
del Acuerdo Nacional, una coalición que agrupaba a los grupos
opositores paraguayos. 44
Estados Unidos, por
supuesto, también estaba interesado en obtener información acerca de
sus propios adversarios. Una carta del agregado legal en Buenos
Aires, Calvin Clegg, solicitaba la ayuda de Pastor Coronel
sobre una organización "subversiva":
Adjunto un informe reservado, enviado por la oficina del FBI en
Nueva York.
El informe describe la
historia y antecedentes del Consejo Mundial para la Paz, una
organización que sirve como instrumento político del Partido
Comunista de la Unión Soviética. Le ruego que examine sus archivos
buscando toda información relacionada con el Consejo Mundial para la
Paz en su país que esté dirigido contra Estados Unidos o sus
ciudadanos. 45
En una entrevista reciente, el líder del partido opositor Liberal
Radical Auténtico, Domingo Laino, recordó que durante una de
sus muchas detenciones fue interrogado por Campos Alum, que se
jactaba acerca de unas fotografías que lo mostraban con uniforme
militar estadounidense. 46
Los alardes de Campos
Alum tendrían, de hecho, cierta base. Los archivos incluyen el
curriculum vitae de Campos Alum, que lista su formación especial
sobre contrainsurgencia en bases militares estadounidenses y la
asistencia a cursos de la DEA acerca de legislación sobre las
drogas. 47
Una carpeta con la faja "Confidencial" contenía un manual de Fort
Gulick (base militar estadounidense en la Zona del Canal de Panamá,
anteriormente sede de la Escuela de las Américas) producido para la
formación de las fuerzas armadas de Estados Unidos para,
"interrogadores como
referencia para interrogatorios de campo". 48
La misma carpeta, en un
apartado titulado "instrucción en la Escuela de las Américas",
contiene un manual que instruye a los "interrogadores" sobre cómo
mantener vivas y con capacidad de respuesta a las víctimas de un
shock eléctrico.
El manual recomienda
remojar los cuerpos y cabezas d ellas víctimas con agua de mar e
incluye un boceto que muestra cómo debería llevarse a cabo este
"tratamiento". 49
Esta carpeta también
incluye una carta del entonces Embajador de Estados Unidos,
Timothy Towell, en la que da instrucciones a la policía
paraguaya y adjunta otro manual para interrogatorios. 50
Los paraguayos
toman la iniciativa.
En mayo de 1993, el profesor Almada y otros parientes de los
asesinados o "desaparecidos" en Paraguay, enviaron una carta al
presidente Clinton exigiendo una compensación por las víctimas de la
represión en Paraguay.
Ellos alegan que el
régimen de Stroessner,
"fue asesorado por
oficiales militares estadounidenses, que instruyeron a los
principales torturadores, y que la persecución se incluyó dentro
de la guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que
produjo un genocidio en América del Sur". 51
Pero el Embajador de
Estados Unidos, Jonathan Glassman, en respuesta a la carta,
manifestó que Estados Unidos no tenía nada que ver con la represión
en Paraguay.
Meses más tarde, antes de
que las pruebas de los archivos comenzaran a divulgarse poco a poco,
Glassman rechazó acusaciones similares, que él atribuía a,
"acusaciones
terroristas con el fin de justificar los ataques a oficiales
estadounidenses fuera del país". 52
"Incluso habiendo dicho eso", dijeron los familiares, "la
Embajada de Estados Unidos nunca podría haber permanecido
ignorante de lo que estaba sucediendo en el país y nosotros
hemos visto documentos de funcionarios como Scherrer que
conocían la existencia de la Operación Cóndor". 53
Actualmente, seis altos
oficiales de la policía paraguaya y un general están prisión a causa
de los archivos. 54
Y Francisco de Vargas,
miembro de la Comisión de Derechos Humanos del parlamento paraguayo,
dijo que tenía testimonios orales que acusaban a 12 generales, al ex
Ministro del Interior, Sabino Montanaro, y a dos ex
diputados, de ordenar el asesinato de cuatro prisioneros políticos
en 1976.
Las víctimas fueron
asesinadas tras haber estado en prisión durante dos años.
Mientras tanto, el avance de los juicios paraguayos se ha hecho
agotadoramente lento.
En el caso Inzaurralde,
ninguno de los oficiales extranjeros inculpados se ha preocupado por
presentarse. Los intentos de obtener su extradición han sido
infructuosos.
Y los miembros de la
familia de Inzaurralde se han quejado en una carta abierta de los
numerosos obstáculos que impiden el avance de la justicia.
¿Quién
vigilará a los custodios?
Cuando AID ofreció 40 millones de dólares para microfilmar los
archivos, Faustino Centurión, y otros diputados del ala
disidente del Partido Colorado, declararon públicamente su
desacuerdo.
"No podemos aceptar
que el Gobierno de Estados Unidos, que entrenó a la policía que
persiguió a quienes lucharon por la democracia, ahora quiera
ayudar con la microfilmación", dijo.
A pesar de las protestas,
AID está asesorando al Centro de Documentación en Paraguay. Ni se ha
perdido la conciencia.
Cuando, a finales de
1993, los periodistas volvieron a revisar los archivos, se habían
separado archivos y carpetas con temas militares, fuera del alcance
de los periodistas, porque los jueces consideraban que "era sólo un
asunto de la policía".
Las pruebas documentales
más importantes acerca de la Operación Cóndor han comenzado a
ponerse de lado con rapidez. También están en peligro los documentos
que contienen la correspondencia entre los servicios de Estados
Unidos y la dictadura paraguaya.
La Comisión de Derechos Humanos paraguaya continuará investigando en
forma conjunta con organizaciones semejantes de la región.
Sus líderes dicen que
Washington,
"debe realizar un
acto responsable y abrir sus propios archivos, de manera que sea
posible reconstruir la tragedia de miles de víctimas en América
Latina".
El jefe de estado mayor
del ejército argentino y miembro de la Junta, general Roberto
Viola, intentando evadir las preguntas acerca del reino del
terror en el Cono Sur, dijo en 1979:
"Están los muertos,
los heridos, los encarcelados y los que están ausentes para
siempre. No pidan explicaciones donde no las hay".
Viola estaba equivocado.
Existen las
explicaciones, existen las personas que son culpables y, gracias a
los "Archivos del Horror", a algunas de ellas se les ha aplicado al
menos una justicia parcial.
Notas finales
1. Jack Epstein, "A
History of a Dirty War: Paraguay's Secret Police 'Horror Files'
Come to Light", Cleveland Plain Dealer, 13 de junio de 1993, p.
1C
2. Patrick John Buffe, "Une multinationale de la Terrour sous
les ailes du Condor", Journal de Geneve et Gazette de Lausanne,
7 de julio de 1993, p. 2
3. Ximena Ortúzar, "A Common Market of Terror", World Press
Review, mayo de 1993.
4. Boccia Paz et al, op. cit., Paraguayan Archives, Libro A1, p.
131, Informe de Pastor Coronel al presidente Stroessner, 16 de
mayo de 1977. Los argentinos eran el capitán de la armada José
Abdala y los agentes del SIDE teniente Angel (o Luis) Spada y
José Monte. El uruguayo era el capitán Carlos Calcagno.
5. Citado en Agencia France Presse, "Jefe militar de Stroessner
admite que hubo intercambio de prisioneros", La Jornada (ciudad
de México), 24 de junio de 1993, p. 46
6. Los argentinos acusados son los tenientes Angel (o Luis)
Spada y Juan Carlos Camicha, el capitán de marina José Abdala y
los agentes del SIDE José Montenegro, Alejandro Stada y Juan
Manuel Berret. Abdala y Camicha también están acusados por el
Centro de Estudios Legales y Sociales argentino por participar
en torturas en dicho país. El uruguayo acusado es el coronel
Carlos Calcagno, que se está oponiendo a una orden de
extradición paraguaya. Lucas Guagnini, "Citarán en Paraguay a
militares argentinos por la represión ilegal", Clarín (Buenos
Aires), 19 de diciembre de 1993, p. 14
7. Informe de la Comisión de Derechos Humanos de Argentina
(Buenos Aires, Comisión de Derechos Humanos de Argentina),
febrero de 1990
8. Ibid
9. Ibid, pp. 124-42, 242. La OPS se estableció bajo la cobertura
de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) del
Departamento de Estado en 1962. Estaba dirigida por el oficial
de la CIA, Byron Engle, y se integraba mayormente con oficiales
de operativos de la CIA que tenían la cobertura de la OPS. Ibid,
pp. 48-9, 58, 124-25, 233-35; y Michael Klare, War Without End:
American Plannings for the Next Vietnams (Nueva York, Alfred
Knopf, 1972), pp. 241-69.
10. Rogelio García Lupo, El Paraguay de Stroessner (Buenos
Aires: Ediciones B, colección Reporteros, 1989), p. 149
11. No sólo las autoridades argentinas no respondieron, sino que
están directamente implicadas en el asesinato. La bomba fue
transportada por Michael Vernon Townley, nacido en Estados
Unidos y agente de la DINA, el organismo de inteligencia
chilena. Fue ayudado por miembros de Milicia, un grupo derivado
de la Alianza Argentina Anticomunista (Triple A), utilizado por
la inteligencia argentina (SIDE). Consultar Martin Andersen,
Dossier Secreto: Argentina's Desaparecidos and the Myth of the "Dirty
War" (Boulder, Colorado: Westview, 1993), p. 119
12. El supuesto asesino de Leighton era miembro de Avanguardia
Nazionale, una organización paramilitar neofascista italiana,
encabezada por Stefano Della Chiaie. La organización de Della
Chiaie fue contratada para el atentado por Townley. Taylor
Branch y Eugene M. Propper, Labyrinth (Nueva York: Viking,
1982), pp. 305-9. Della Chiaie es conocido por su protagonismo
en la violencia política derechista en Italia y en América
Latina. Sobre Italia, consulte Arthur E. Rowse, "Gladio:
The Secret U.S. War to Subvert Italian Democracy", CovertAction,
núm. 49, verano de 1994. Sobre Della Chiaie en Argentina,
consulte Andersen, op. cit., cap. 10 y 20.
13. Richard Gott, "Shots and Plots", The Guardian (Londres), 4
de junio de 1976, p. 17
14. Taylor y Propper, op. cit., p. 23
15. Sin embargo, el Gobierno chileno se negó a detenerlos. Tras
el cambio de régimen en Chile, en 1991, Contreras y el general
Pedro Espinoza fueron finalmente juzgados en Chile y condenados
por los asesinatos de Letelier y Moffitt. Contreras fue
sentenciado a siete años de prisión y Espinoza a seis años, pero
ambos permanecen en libertad mientras apelan a la Corte Suprema
chilena. El ciudadano estadounidense Townley gestionó una
reducción de pena negociada y ahora está en el Programa Federal
de Protección a Testigos
16. Cable del agente especial del FBI, Robert Scherrer, 28 de
septiembre de 1976
17. Jack Andersen y Michael Binstein, "How the CIA Spared Carlos
the Jackal", Washington Post, 22 de agosto de 1994, p. C12. El
mismo día, el Post citó a una fuente de la CIA no identificada
que afirmaba que una "contribución clave de la CIA en el éxito
francés" para capturar a Carlos, había consistido en seguir a
Carlos a través de cuatro continentes durante 20 años y ayudar a
"ir cerrando el lazo al no permitirle conseguir un refugio
seguro". (Ibid, In Brief, p.3.)
18. Consultar, por ejemplo, Cámara de Representantes de Estados
Unidos, Human Rights in Uruguay and Paraguay, Audiencias ante el
Subcomité de Organizaciones Internacionales del Comité de
Relaciones Internacionales, 17 de junio a 4 de agosto de 1976
19. Consultar Jack Anderson, "'Condor': South American Assassins",
Washington Post, 2 de agosto de 1979, p. D.C.9
20. Boccia Paz, et al, op. cit., Archivos Paraguayos, Archivador
245, p. 156, Carta del comandante de la DINA, general Manuel
Contreras, al jefe de estado mayo paraguayo, general Benito
Guanes Serrano.
21. Ibdem.
22. Archivos Paraguayos, varios documentos sin numerar.
23. Archivos paraguayos, documento sin numerar.
24. Entrevista de la autora con oficial militar paraguayo que
solicitó permanecer anónimo, Asunción, diciembre de 1993.
25. Archivos paraguayos, documento sin numerar. Tras el anuncio
de la prensa del descubrimiento de los archivos en febrero de
1993, el presidente chileno Patricio Aylwin solicitó al gobierno
paraguayo toda la información sobre el Operativo Cóndor y varios
parlamentarios chilenos viajaron a Paraguay para comenzar unas
investigaciones que todavía están desarrollándose.
26. Archivos paraguayos, Cuaderno de "Instrucciones especiales"
perteneciente a Antonio Campos Alum, hallado en el cuartel
general de la Policía Técnica.
27. Testimonios de ex prisioneros políticos del Movimiento por
la Paz, Solidaridad, Soberanía y Libertad entre los Pueblos,
Buenos Aires, 29 de mayo de 1993.
28. Entrevista de la autora con Aníbal Miranda, Asunción,
diciembre de 1993.
29. Archivos paraguayos, Carta del Ministro de Relaciones
Exteriores, Raúl Sapena Pastor, al coronel Robert Thierry, 30 de
septiembre de 1957.
30. Archivos paraguayos, carta del coronel Robert Thierry al
Ministro del Interior, Edgardo Insfran (fecha ilegible).
31. Archivos paraguayos, cartas entre Antonio Campos Alum y
oficiales estadounidenses.
32. Archivos paraguayos, carta de Robert Scherrer a Antonio
Campos Alum, 1974 (día y mes ilegibles).
33. Archivos paraguayos, carta de Robert Scherrer a Antonio
Campos Alum, junio de 1976 (día ilegible).
34. Entrevista de la autora con Martín Almada, Asunción, 24 de
febrero de 1993.
35. Branch y Propper, op.cit., pp. 6-7.
36. Ibid., pp. 1-3, 10-13; y García Lupo, op. cit., p- 150.
Walters negó todo conocimiento sobre la misión en una cable
enviado al Embajador Landau, con fecha 4 de agosto de 1976.
37. Citado en Epstein, op. cit.
38. Archivos paraguayos, archivo marcado "Confidencial", carta
de Clarence Kelley a Antonio Campos Alum, diciembre de 1976.
39. Archivos paraguayos, informe confidencial al general Guanes
Serrano, fecha ilegible.
40. Archivos paraguayos, carta con membrete de la Embajada de
Estados Unidos de Calvin Clegg a Pastor Coronel, 8 de octubre de
1979.
41. Entrevista de la autora con Domingo Laino, Asunción, 26 de
febrero de 1993.
42. Archivos paraguayos, curriculum vitae de Antonio Campos Alum,
archivo sin numerar. El curriculum vitae de seis páginas incluye
las fechas de sus estudios en instituciones militares de Estados
Unidos y las fechas de los encuentros de la Liga Mundial
Anticomunista, en los que él representaba a Paraguay.
43. Archivos paraguayos, carpeta "Confidencial", sin numerar.
44. Ib idem
45. Citado en Federico Ferber, "Paraguay: Right Activist's
Resolve Breaks Repressive Apparatus", Inter Press Service, 26 de
abril de 1993.
46. Fragmento de la carta enviada a la Embajada de Estados
Unidos en Asunción por Martín Almada, mayo de 1993.
47. Conferencia de prensa de la Embajada de Estados Unidos,
Asunción, 20 de febrero de 1993. Acerca del descubrimiento de
las cartas en las que el consejero de Estados Unidos, Thierry,
alababa a Campos Alum, Glassman declaró lo siguiente: "Es
evidente que Thierry era un funcionario de un programa de ayuda
política de AID; [su tarea era] precisamente profesionalizar
[las fuerzas de seguridad] e impedir los abusos de los que los
paraguayos estaban siendo objeto".
48. Entrevista de la autora con un grupo de familiares de
"desaparecidos" en Paraguay, Asunción, mayo de 1993.
49. Epstein, op. cit.
50. Citado en Ferber, op. cit.
51. Carta firmada por William y Alberto Inzaurralde, Montevideo,
5 de abril de 1994.
52. Citado en Stella Calloni, "Estados Unidos busca ocultar que
fue cómplice de Stroessner", La Jornada (Ciudad de México), 23
de febrero de 1993, p. 49.
53. Entrevista de la autora con familiares de "desaparecidos",
Asunción, mayo de 1993.
54. Juan de Onis, "Rights Inquiry in Argentina Finds Evidence of
Violations and Reform", New York Times, 17 de septiembre de
1979, p. A4
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