5 Agosto 2009 Traducción Horizons et débats del Sitio Web VoltaireNet
En ese tratado los estados nacionales transfieren casi todos sus derechos a la UE. Aproximadamente 500 millones de ciudadanos pierden su posibilidad de práctica democrática. La UE va a intervenir en todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos. La brecha entre ricos y pobres se va a abrir todavía más.
Ese proceso es contrario al Artículo 1 de la Ley fundamental que declara inviolable la dignidad del ser humano y obliga a Alemania a defender los derechos humanos.
Según ese artículo, sólo un «pueblo europeo» podría legitimar la
constitución – pero de hecho un «pueblo europeo» no existe. Un «estado
europeo» supondría el acuerdo de los pueblos de Europa.
Pero no consultar al pueblo es contrario a la cláusula de inmodificación del art. 79 párrafo 3 GG:
Las élites políticas ignoran ese principio fundamental conscientemente. Tratan de engañar a los ciudadanos.
A través de la manipulación de la opinión pública quieren lograr sus metas de poder político. Una discusión pública o en los parlamentos no deberá tener lugar. Esa persecución de poder es contraria a la ley fundamental – por ejemplo del artículo 1 GG «La dignidad de los seres humanos es inviolable» y del artículo 20 GG (Principios de la constitución).
Esos artículos están por encima de toda política, para velar por la dignidad del ser humano y lograr para todos una existencia digna, en libertad, y sobre las bases de la verdad.
Se
destruyen principios fundamentales del estado de derecho. Entre ellos, sobre
todo la división de poderes, que protege a los ciudadanos de un abuso de
poder. Resulta irresponsable que esa protección del derecho se pierda, en
gran parte, por medio del tratado de Lisboa.
Por ejemplo, el «derecho al trabajo» que es parte de la Carta de los derechos fundamentales de la UE, así como en la declaración de los derechos humanos de 1948, se anuló en el tratado de Lisboa. También el derecho a una «remuneración adecuada y satisfactoria» del trabajo, que al trabajador le permita «asegurarse una existencia digna».
Por el contrario, por primera en la historia de los derechos fundamentales se ha fijado en la Carta de la UE, la «libertad de comercio».
Este principio es ignorado en los considerandos de la sentencia del Tribunal federal constitucional, a raíz de las autorizaciones extremadamente amplias atribuidas a la UE. Con el tratado de Lisboa, la UE puede actuar para lograr sus cometidos sin consultar a los parlamentos nacionales.
Está incluso autorizada a subir los impuestos de la UE como le plazca.
Además, por una resolución del Consejo europeo, con «procedimientos facilitados para cambios» puede cambiar totalmente, o en parte, el contenido del tratado (salvo lo referente a la política exterior y de seguridad). El tratado de Lisboa es así una ley de autorización; la UE se despide por completo de los principios constitucionales fundamentales, que son la base de la cultura europea.
Ese engaño de las personas – con profundas repercusiones en la vida diaria – debe ponerse al descubierto.
Los pilares del capitalismo son las cinco «libertades fundamentales»:
..están fijadas en forma extrema en el tratado de Lisboa.
Ese sistema del «mercado abierto y libre competencia» en el que el aspecto social es poco considerado, va a ser decisivo en nuestras condiciones de vida.
El orden económico en Alemania
tiene un fundamento social, en el que no sólo se considera el principio de eficiencia sino también el aspecto social: la economía debe tener también una
función de servicio a la comunidad. En cambio, el tratado de Lisboa tiene
una clara línea contraria a ese principio. La libre competencia no es más
que un liberalismo que crea las condiciones de expoliación en nuestra
actualidad, a costa del aspecto social.
El sistema neoliberal de mercado y libre competencia no admite una política de trabajo estatal efectiva y lleva a la tiranía del capitalismo desencadenado.
Ese principio permite a empresas extranjeras realizar su trabajo en Alemania, bajo las condiciones que rigen en su país de origen. Por ejemplo, una empresa polaca con empleados polacos y ucranianos puede realizar trabajos con salarios muy por debajo de los salarios alemanes.
Además de los salarios, rigen también las condiciones del país de origen, entre otros, para el standard de calidad, obligaciones de garantía etc. La competencia sin límites que así resulta, amenaza sobre todo a las empresas medianas y también a la cogestión de las empresas en Alemania.
Aún más empresas tendrán que cerrar, pero también las multinacionales resultan afectadas, por ejemplo, las de productos alimentarios; se corre el riesgo de que éstas ofrezcan productos de menor calidad a precios más bajos, para lograr una mayor ganancia.
Además, está ausente el derecho al trabajo – un derecho elemental según el artículo 23 de la Declaración general de los derechos humanos.
Además el tratado de Lisboa no sólo obliga a los países miembros de la UE al rearme, sino que en el art. 43 párrafo 1 EUV le atribuye el derecho a la guerra, sobre todo dentro de la lucha contra el terrorismo en todo el mundo y en los propios países.
Con ello queda eliminada la prohibición de una guerra ofensiva, contenida en el art. 26 párrafo 1 de la Ley fundamental alemana.
Lamentablemente, vivimos en una época en la que el derecho es violado constantemente.
Eufemismos o simplemente mentiras están a la orden del día. La misión de los soldados alemanes en Afganistán, por ejemplo, según el gobierno no es una misión de guerra, aún cuando obviamente lo es. Mentiras como esas deben ponerse al descubierto. También los procedimientos de una política de poder para establecer el tratado de Lisboa, a través del cual se anularía la democracia.
Los pueblos de Europa tienen el derecho de vivir en paz y libertad como ciudadanos soberanos en una auténtica democracia.
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