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14 Junio 2003
del Sitio Web
WorldPeace-Phaedrus
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Editorial-Streicher
El Síndrome de la Televisión Tóxica No Es un Mito
- ¡La Televisión Tóxica Es Real!
-
Una de las más
remotas naciones en el mundo, ubicada en lo alto en la línea de las nieves
del Himalaya, sufrió una ola delictiva. Los 700.000 habitantes de un reino
que se llama a sí mismo la Tierra del Dragón de Trueno nunca antes habían
experimentado infracciones serias de la ley. Pero ahora había informes desde
muchas ciudades y pueblos reportando fraude, violencia e incluso asesinatos.
Cada aspecto de la vida butanesa está impregnado con el budismo himalayo, y sin embargo el 13 de Abril la policía del Reino de Bután comenzó a buscar en la ciudad provincial de Mongar a ladrones que habían destrozado y robado tres de las stupas (santuarios) más antiguas del país.
Tres días más tarde en Timbu, la tranquila capital de Bután, donde la indulgencia excesiva hacia el vino de arroz había sido el único vicio social, Dorje, un camionero de 37 años, aporreó a su esposa hasta la muerte después de que ella descubrió que él se había convertido en un adicto a la heroína.
En Bután, el bienestar de
la familia siempre estaba en primer lugar; entonces, el 28 de Abril, Sonam,
un agricultor de 42 años, condujo a sus aterrorizados parientes a un
acantilado en medio de una cólera causada por el alcohol, matando a su
sobrina e hiriendo a su hermana.
Para los butaneses, la única explicación parecía ser las cinco grandes
antenas parabólicas plantadas en un huerto rodeado de flores en las afueras
de la capital Timbu.
El Rey Dragón había levantado una prohibición de la
pequeña pantalla como parte de un plan radical para modernizar su país, y
aquellos que podían permitirse una suscripción de 4 libras esterlinas al mes
contrataron por miles un servicio de cable que proporcionaba 46 canales de
entretenimiento durante las veinticuatro horas, la mayor parte de ellos de
la red Star TV de Rupert Murdoch.
Un monje refugiado del Tíbet, el Shabdrung, creó este diminuto país en 1616 como un bey-yul, o santuario budista, un refugio contra los males del mundo. Tan exitosos fueron él y sus descendientes en aislarse ellos mismos, que hacia los años '30 prácticamente todo lo que se sabía de Bután en Occidente era la novela de 1933 de James Hilton "Horizonte Perdido" (Lost Horizon).
Él lo llamó Shangri-la, un secreto valle himalayo, cuya gente nunca envejecía y vivía de acuerdo a principios establecidos por su gran lama:
En el verdadero Bután no había hospitales públicos o escuelas hasta los años '50, y tampoco papel moneda, caminos o electricidad hasta varios años después de entonces.
Bután no tuvo relaciones diplomáticas con ningún otro país hasta 1961, y los primeros visitantes occidentales invitados llegaron sólo en 1974, para la coronación del actual monarca, el Rey Dragón Jigme Singye Wangchuck.
Hoy, aunque una constante corriente de gente se está
moviendo a Timbu - con sus automóviles - no existe aún ninguna palabra en dzongja, la lengua butanesa, para la congestión del tráfico vehicular.
Un editorial advierte:
Cada semana, la página de cartas publica columnas con correspondencia de gente preocupada:
Pero,
La Televisión siempre tiene la culpa en Occidente cuando la sociedad sufre convulsiones, y siempre existen los que están listos con un argumento contrario.
En Bután, gracias a su aislamiento político y
geográfico, y la brusquedad con la que su gente aceptó aquellos 46 canales
de cable, la cuestión debería ser más tajante. Y para aquellos de nosotros
sentados en el sofá en Occidente, la manera en que dicho reino es afectado
por la TV bien puede ayudar a encontrar una respuesta a la pregunta que nos
ha evadido: ¿nos hemos convertido en el producto de lo que miramos?
Sólo Sangay Ngedup, Ministro de Salud y Educación, admitirá que hay un abismo que se está abriendo entre el antiguo Bután y el nuevo:
Al llegar el anochecer, pasamos fortalezas medievales y torres de barro prensado, cuyos techos están alfombradas con pimientos rojos secos.
Débiles perlas de luz eléctrica delinean la somnolienta Timbu. Retorcidas callejuelas suben y bajan a lo largo de la ladera, todas ellas conduciendo al campanario central, donde el destrozado cadáver de Tshering, un agricultor de 50 años, fue encontrado. En esta escena parecida a las de Brueghel, abarrotada y caótica, donde la población entera comparte menos de dos docenas de nombres, la Televisión es omnipresente.
Las tiendas de
patatas venden Trinitrons de pantalla plana; viejos penitentes hacen girar
sus molinillos de oraciones [1] fuera del centro de servicio Sony; dentro de
cada tienda a la luz de las velas una nueva marca de pantalla brilla
intermitentemente.
Él nos conduce a una sala sostenida con pilares grabados con dragones dorados para explicar por qué el rey dio la bienvenida a la televisión por cable a la Tierra del Dragón de Trueno.
Y así, en 1998, el
Rey Dragón definió el principio rector de su nación como la Felicidad
Nacional Bruta.
Una delegación del ministerio de Asuntos Exteriores fue enviada al extranjero para investigar si la felicidad podría ser medida. Ellos finalmente encontraron a un profesor holandés que había hecho de ese estudio su trabajo de toda la vida y que estaba decepcionado de saber que su conclusión era que la felicidad equivalía a 6.400 libras esterlinas por año, la cantidad mínima con la cual se podía vivir cómodamente.
Ésta era una respuesta simple e irrelevante para
las clases medias butanesas, cuyo sueldo anual promedio era de apenas 1.000
libras esterlinas y cuya perspectiva era ligeramente más metafísica.
La pequeña pantalla siempre había estado prohibida en Bután, aunque el reino estuviera entrecruzado por señales de satélite de las cuales se encontraba cada vez más difícil impedir su entrada. Incluso se rumoreaba que el rey tenía un paquete satelital de Star TV instalado en su palacio.
Encarado con las recriminaciones, el gobierno aflojó y al Comité Olímpico de Bután se le permitió erigir una pantalla gigantesca en el estadio Changlimithang... pero sólo temporalmente.
Una pantalla de televisión en medio de Timbu era una vista revolucionaria.
El reino, durante tanto tiempo una autocracia, sólo recientemente había establecido vínculos con el mundo exterior.
En 1959 China reprimió un levantamiento en el Tíbet, derramando la guerra en el Norte de Bután, obligando al anterior Rey Dragón a forjar lazos diplomáticos por primera vez en la historia del país.
El padre del actual Rey Dragón inició un cuidadoso programa de modernización que vio a su pueblo adoptar la clase de progreso material que a la mayoría de los países occidentales toma siglos en conseguir:
Sin embargo, teniendo en cuenta
los temores de aquellos que señalaban que las influencias extranjeras podían
destruir la cultura butanesa, intentó inhibir el consumo ostentoso. Ninguna
Coca-Cola. Ninguna valla publicitaria. Y definitivamente ningún televisor.
Ese año el rey Jigme Singye Wangchuck anunció que abandonaría su papel como cabeza del gobierno y traspasaría el poder a la asamblea nacional. El pueblo sería consultado sobre la redacción de una Constitución.
El proceso completaría la transformación de Bután desde la monárquica Shangri-la en una democracia moderna. Y la Televisión jugaría su parte.
El Primer Ministro de Bután, Kinzang Dorji, nos había invitado a tomar té y nos sentamos con él bajo una gran pintura thangka de la Rueda de la Vida.
El año después de que Francia batiera a Brasil 3-0 en la final de la Copa Mundial, la gente de Timbu se reunió una vez más en el estadio Changlimithang, esta vez para celebrar el vigésimo quinto aniversario del Rey Dragón.
El 2 de Junio de 1999 él se paró frente a ellos para anunciar que ahora podrían mirar televisión siempre que quisieran.
El Primer Ministro insiste en que la introducción de la televisión fue cuidadosamente preparada:
Sólo después de
que el BBS hubo encontrado su voz, a un número limitado de canales
extranjeros le fue permitido emitir programas en Bután vía operadores
locales de cable.
Mynak Tulku, la reencarnación de un poderoso lama, es el embajador no oficial del Rey Dragón para la nueva tecnología. La luz que se derrama por las ventanas de madera esculpida atrapa sus sobresalientes grandes orejas y baña al monje en un resplandor dorado.
Cerca, en la biblioteca principal, algunos los más antiguos textos supervivientes del budismo tibetano, versos dhármicos escritos con oro líquido, están siendo digitalizados.
El Servicio de Difusión de Bután (BBS) fue concebido como un baluarte contra la televisión por cable.
Cuando le hacemos una breve visita, está claro que sus estudios todavía no han sido terminados de construir: el equipo de técnicos contratados desde Bollywood se ha ido a casa para Diwali [festividad hindú de la Luz]. La emisora estatal tiene sólo un micrófono de clip, pero el productor principal no puede encontrarlo.
Hay un montón de programas "envasados", dice él, pero ninguno está listo para ser emitido.
Una lista de ideas cuelga en una pizarra, cada una eclipsada por un gran signo de interrogación:
No hay nadie más en ninguno de los tres pisos del edificio del BBS, pero hay un clamor distante que viene desde fuera.
Allí, detrás de una caseta de jardín, finalmente encontramos a los camarógrafos y reporteros del BBS vestidos con sus ondulantes ghos, lanzando dardos gigantescos hacia un objetivo de arcilla.
Éste es un ejercicio de creación de equipos muy necesario, dice Kinga Singye, el director ejecutivo de BBS, con una voz triste que lo hace sonar como si él hubiera tenido ya bastante del experimento de la realeza con la televisión.
Él describe cómo, en 1999, los últimos en enterarse del levantamiento de la prohibición de la televisión fueron los que estaban encargados entonces de la creación de la nueva estación nacional.
Todos estuvieron sorprendidos
cuando los ministros expidieron luego licencias para operadores de
televisión por cable en Agosto de 1999, apenas tres meses después de que el BBS salió al aire.
Esa tarde, las nocturnas Noticias del BBS a las Siete comienzan a las 7:10 PM.
Un documental sobre un
(jugador) prodigio butanés de fútbol es misteriosamente recortado a la mitad
de tiempo. Es seguido por algunas imágenes de un importante acontecimiento
del gobierno, el Movimiento Por la Salud. El sonido no se aprecia, la imagen
se desvanece, el mensaje se pierde.
Bajo un retrato del Rey Dragón, el televisor en la tienda muestra un programa de lucha libre antes de que BeastMaster salga al aire. Un hombre con pantalones de piel de tigre ha entrenado a sus monos tití para infiltrarse en el palacio de un rey bárbaro.
Cuando el
monarca es decapitado y la sangre chorrea a través de la pantalla, los niños
que miran fuera chillan con regocijo. Dentro de la oficina de Sigma el
personal se pelea por el control remoto, saltando por los canales, mezclando
mensajes. El presidente Bush con un sombrero de 10 galones da la bienvenida
a Jiang Zemin a Texas. Los enanos luchan en Star World. Patinadoras se
enfrentan hostilmente en Rollerball.
Él fue una de las primeras personas en Bután en aprender a programar un computador, y entonces (en los años '80) su máquina se albergaba en una casera caja de madera. Cuando él lanzó Sigma el 10 de Septiembre de 1999, capturó el mercado en Timbu, suscribiendo a la reina madre, al rey y a sus cuatro esposas, entre otros.
En medio de llamadas a su nuevo teléfono móvil, él defiende la televisión por cable:
Un suscriptor descontento llama para quejarse de que MTV se ha caído. ¿Hay allí demasiados canales?
¿Han sido corroídos los valores de Bután por acción de la Televisión?
Y aunque usted lo mire, es obvio que el BBS ha sido repelido por el gigante Star TV.
Toma tres días ubicar a Leki Dorji, el viceministro de Comunicaciones, una sobrecargada persona designada por la corona que es también responsable de los caminos, la renovación urbana, la aviación civil y la construcción.
Él prontamente confiesa que, en su prisa por introducir la televisión, el gobierno dejó de preparar la legislación.
No hay ningún consejo de clasificación de películas o punto de referencia de la TV que esté vigente aquí, ninguna regulación sobre la propiedad de los medios. Compañías como Star TV son libres de transmitir lo que ellas quieran. Sólo tres años después de la introducción de la TV por cable el gobierno anunció que sería redactada una ley sobre los medios de comunicación.
Leki Dorji dice que su ministerio también planea un estudio de impacto, pero añade que él no cree que la televisión vía cable sea responsable de la ola delictiva de Abril.
Si el camionero Dorje fue influido por algo que hubo mirado por televisión cuando él comenzó a fumar heroína o cuando él aporreó a su esposa hasta la muerte, tiene que ser establecido aún. No sabremos si la muerte de la sobrina de Sonam tuvo algo que ver con la sociedad impaciente y egoísta promovida por la televisión hasta que el estudio de impacto sea completado.
Pero hay una riqueza de pruebas que señalan a la televisión como habiendo
sido un factor crítico.
Seis empleados del Banco de Bután han sido condenados por sustraer 2,4 millones de ngultrums (40.000 libras esterlinas). Seis semanas antes de que llegáramos, 18 personas fueron encarceladas después de que una pandilla de muchachos borrachos irrumpió en casas para robar moneda extranjera y un televisor de 21 pulgadas.
Durante las celebraciones sagradas
de Bishwa Karma Puja, un hombre fue apuñalado en el estómago en una lucha
por causa del alcohol. Un muchacho de la clase media de Timbu cumple una
condena después de ponerse un pañuelo y disparar al techo de una bar local
con la nueva arma de su padre. La policía apenas puede controlar las luchas
en la nueva noche de hip-hop los sábados.
Dorji Penjore, uno de los investigadores involucrados en el estudio, dice:
Kinley Dorji, editor del periódico Kuensel (lema: "Que la Nación Sea Informada"), advierte que la élite dirigente de Bután no está al corriente.
Kinley Dorji, un miembro de la fuerza de tarea encargada de redactar la primera ley de los medios de comunicación del reino, cree que la sociedad butanesa está en peligro de ser polarizada por la Televisión.
Una fanfarria de trompetas tibetanas retumba por el bosque de pinos.
Un coro áspero de mil voces repite:
Es tan de madrugada que las aves están todavía dormidas.
Pero Sangay Ngedup, Ministro de Salud y Educación, ha estado en el camino durante horas. Su gho está envuelto bajo su morral, y una insignia con la cara sonriente del rey está prendida en su sombrero de béisbol.
En los pasados 15 días él ha subido y ha trepado sobre algunos de los terrenos más extremos del mundo, desde el nivel del mar hasta unos enrarecidos 13.500 pies [4.150 metros] en el Himalaya butanés.
¿Hay algún otro lugar en el mundo donde un ministro viajaría 560 kilómetros para advertir a la gente que no se convierta en una nación de patatas de sofá?
Él hace una pausa en una improvisada estación de alimentación, tomándose de un trago el té de sal y el queso del yak untado con mantequilla.
Sangay Ngedup es uno de los únicos ministros del gobierno dispuestos a expresar sus
preocupaciones sobre la televisión.
Una muchacha fue descubierta prostituyéndose ella misma por un poco de dinero en un hotel en la sureña ciudad de Phuentsholing.
Esta marcha no es sólo contra un estilo de vida sedentario; es una protesta contra los valores de los canales de cable.
El cartel de un niño proclama:
Al día siguiente, como ellos lo hacen cada día en la escuela secundaria Yangchenphug, los profesores preparan a sus alumnos para el impacto nocturno de imágenes extranjeras por la televisión.
Ellos le rezan a Jambayang, el budista dios de la sabiduría, una adición reciente al horario escolar a petición del clero.
Una clase con alumnos de 15 años es inquisitiva e inteligente.
Ninguna mención del BBS. Nadie vio su documental sobre festivales budistas anoche.
Superficialmente, estos alumnos son como ellos serían en cualquier escuela
en el mundo, pero éste es un país que ha alcanzado la modernidad a tal
velocidad vertiginosa que Jambayang, el dios de la sabiduría, encuentra
prácticamente imposible competir con los nuevos iconos.
En otra página hay un breve obituario para el alumno del noveno año Sonam Yoezer,
La violencia, la avaricia, el orgullo, los celos, el rencor... algunas de las nuevas materias en el plan escolar de estudios, todas las cuales los profesores las atribuyen al mundo de la televisión.
En su amplia sala, el director, Karma Yeshey, cuyo grado académico de magíster es de la Universidad Leeds, pero cuya actitud es aún así desapegada del mundo, vierte té Earl Grey.
Fuera de Timbu, los dos mundos de Bután comienzan ya a confundirse en uno solo.
En el corazón de la capital espiritual del reino, Punaja, está el Palacio de la Gran Felicidad, donde el Shabdrung, el padre fundador del país, está enterrado. Hoy un alambre negro cruza el puente levadizo que lleva a la fortaleza del siglo XVII, traspasando una ventana de bisagras del último piso y llevando la televisión por cable al sagrado santuario.
Tan alta es la
demanda por Oprah (Winfrey) y Mutante X, que en esta ciudad del tamaño del
área de Blackheath en Londres hay ahora dos operadores rivales compitiendo
por el negocio.
En la blanqueada pared de barro del
antiguo crematorio, ellos han garrapateado con carbón un mensaje en inglés:
"Fuck off Kinley and die".
Un funcionario local nos dice que en un pueblo tantos agricultores estaban mirando la televisión que una cosecha entera falló. No es sólo de un estilo de vida sedentario del que este funcionario tiene miedo.
Aquí, en la Welcome Guest House, las esposas de los agricultores se comen con los ojos los anuncios de un automóvil Mercedes que costaría los salarios de más de una vida. Mobiliario que "usted siempre soñó", accesorios que "usted siempre quiso", zapatos con los que "usted siempre soñó"... los mensajes de los patrocinadores del cable aparecen cada cinco minutos, y la audiencia que los mira crece día a día.
Hay algo deprimente en
mirar a una sociedad que deja su carácter único de lado a cambio de una
playa californiana. La televisión por cable ha creado, con aguda velocidad,
una nación de consumidores hambrientos en un reino que alguna vez actuó
colectiva y espiritualmente.
Considere los resultados de un no oficial estudio de impacto. Un tercio de las muchachas ahora quiere parecer más estadounidense (piel más blanca, pelo rubio). Una proporción similar tiene nuevos enfoques de las relaciones (novios y no maridos, sexo y no matrimonio).
Más del 35% de los padres prefiere mirar la TV
que hablar con sus hijos. Casi el 50% de los niños mira televisión hasta 12
horas por día. ¿Así es como llegamos a vivir en
nuestra sociedad del Gran Hermano, hipnotizados por el destino de
celebridades menores que luchan en la selva?
Pero la Televisión es un portal, y en Bután está sistemáticamente sustituyendo una cultura por otra, torciendo la noción de la Felicidad Nacional Bruta, persuadiendo a una nación de novatos consumidores budistas de que estén preocupados por ellos mismos más bien que buscando su propio yo.
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