Moreno (Ecuador) - Anaya (Mexico) - Meade (Mexico) - Macri (Argentina) - Piñera (Chile)
Ello configuró un relato progresista de gran calado basado en:
Algunas derechas lograron recodificar estas premisas como:
Los liderazgos favoritos del establishment, Sebastián Piñera y Mauricio Macri, tienen en común el hecho de ser presidentes empresarios, [i] niños mimados de la élite local y los primeros en lograr una victoria en las urnas desde la plataforma de un partido abiertamente de derecha desde el retorno de la democracia, en 2010 y 2015 respectivamente.
A pesar de ser herederos millonarios en sus países han logrado presentar su éxito como producto del esfuerzo personal, al modo de lo que José Natanson denomina,
Además, sus campañas han demostrado escapar de los lugares comunes del imaginario conservador de derecha y han rejuvenecido las propuestas, una receta que cada vez más comienza a ser replicada en distintas latitudes.
En primer lugar, han intentado mostrar cierta conciencia social, prometiendo garantizar un piso de derechos, políticas públicas y programas sociales, heredados de la gestión anterior.
Esta idea fue resumida en uno de sus spots televisivos en el que prometía, acerca de su gestión:
En el caso de Chile, la lógica del bipartidismo logró alternar entre oficialismo y oposición de manera ponderada y ordenada.
Un duopolio de Gobierno, con el que se pueden tener diferencias en cuanto a políticas públicas, pero muy poco que objetar en cuanto al modelo económico.
Aún en este contexto afirmaba en su discurso triunfal:
Una extraña variante de la ambigüedad discursiva entre cambio y continuidad provino desde las propias filas del oficialismo, en Ecuador.
Lenin Moreno llegaría al poder como el candidato del correísmo y, aunque advertía que su estilo sería diferente, poco hacía suponer que una de sus primeras medidas sería la 'descorreización' del Gobierno y la persecución política a sus recientes partidarios.
Sin embargo, al poco tiempo de asumir, fue evidente que el cambio no sería solo de formas.
Para nadie es un secreto que Piñera es un empresario multimillonario y, sin embargo, en su discurso destaca el bienestar social, los valores solidarios y la superación de la pobreza:
Del mismo modo, enumera en su plan de gobierno la necesidad de modificar las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP), exigencia que movilizó a miles de chilenos en las calles durante 2016 y 2017.
Se trata del sistema previsional fundado por su hermano durante el pinochetismo.
En el mes de diciembre de 2017, a días del balotaje,
llegó a manifestar que podría reconsiderar una reforma para la
creación de una AFP estatal, esto es, emular las ideas de su
antecesora, Michelle Bachelet.
Pero el mayor giro discursivo del presidente argentino se concretó en julio de 2015, cuando lanzó su campaña presidencial y - para sorpresa de seguidores y detractores - afirmó:
En 2012, cuando fue anunciada su creación, Macri la calificó como "una política del fracaso". [vii]
En el mismo sentido, cuando fungía como jefe de gobierno porteño solicitó no votar el decreto de estatización de Aerolíneas Argentinas y de YPF.
Sin embargo, en campaña aseveró:
Al menos en este aspecto aún no
hubo cambios.
Su extendida publicitación de "timbreos" seguía un estilo propio de un gobierno local que lograba estetizar la escucha del ciudadano medio. Donde el kirchnerismo apelaba a lo universal - "todos y todas" - y a actores colectivos.
'Cambiemos' lo hacía al individuo particular:
Asimismo, con
un fuerte énfasis en las redes sociales logró desactivar las
críticas de su adversario mediante la ironía y el humor (campaña del BU o @conmiedovotasmejor)
[ix] [x] en la cual satirizaba sobre lo que
denominaba "campaña del miedo" del Frente para la Victoria.
Entre ambos partidos lograron desactivar la única
opción que se presentaba como posible competencia a los espacios
políticos tradicionales, situando al Frente Amplio como una opción
de cambio extremo, demasiado a la izquierda de la zona de
estabilidad y confort.
Sin embargo, el diálogo sólo mejoró con la prensa, los empresarios e, incluso, con alcaldes opositores como Jaime Nebot y Mauricio Rodas, no en su propio espacio político.
Por el contrario, acabó reestructurando las reglas del juego democrático para evitar el retorno de su antecesor, con quien compartió binomio presidencial en dos ocasiones (2006 y 2009).
Se trata de nuevas instancias de identificación y movilización en torno a demandas y valores, sin necesidad de la adhesión a un programa político como en el caso de la militancia tradicional.
Sus miembros se definen como activistas y han mostrado eficacia a la hora de encabezar protestas sociales.
Esta nueva subjetividad global, con énfasis en la
comunicación digital y capaz de congregar individuos sin afiliación
partidaria bajo consignas movilizantes, se convertiría en un
preciado botín para el universo electoral.
Es el caso de las campañas de los candidatos de los derechistas partidos tradicionales en México, José Antonio Meade (PRI) y Ricardo Anaya (PAN), que han buscado captar el voto femenino ante la avasallante superioridad en intención de voto del candidato de MORENA, Andrés López Obrador.
La apelación al género
les permite recrear un discurso inclusivo en aras de distanciarse de
su raigambre elitista y patriarcal. [xi]
Ciudad Verde constituyó todo un
eslogan de la gestión porteña, además de contar con Juan Carlos
Villalonga, un ex Greenpeace que también encabeza el Partido Verde,
entre las filas de Cambiemos.
Sin embargo, mientras Piñera ha puesto trabas legales a las tres causales para el aborto no punible impulsada por Bachelet, Macri ha buscado - sin éxito - congraciarse con el feminismo, habilitando el tratamiento del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo en el Congreso.
De esta forma, ha logrado afinar una performance de la democracia basada en un orden social meritocrático en lo discursivo que exalta el éxito personal y la idiosincrasia urbana como horizonte de prosperidad.
El progreso significa el éxito
personal, familiar y, en el mejor de los casos, de grupos acotados.
Ante un terreno dúctil, la calle seguirá siendo un medidor de la capacidad de transformación o restauración de los gobiernos y de las respuestas a las demandas ciudadanas.
Referencias
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