por Daniel Salazar
19 Julio
2018
del Sitio Web
IPSNoticias
Una pareja joven al fondo de una empinada escalera de La Carpio,
un barrio degradado de la periferia de San José de Costa Rica.
Alrededor de la mitad de los jóvenes que viven en
comunidades como esta de América Central
dicen que migrarían si pudieran.
Crédito: Josué Sequeira
IPS
SAN JOSÉ (IPS)
La Carpio es una isla
urbana empobrecida de la periferia de la capital de Costa Rica,
donde a un lado fluyen las aguas más contaminadas del país, las de
río Torres, mientras al otro hay un enorme depósito de basura.
Una planta de tratamiento de aguas negras provenientes de 11
ciudades también circunda el asentamiento, mientras en medio, entre
casas sin pintar, bazares, más de setenta tabernas y un centenar de
iglesias de diferentes confesiones, viven casi 25.000 personas, a
unos 10 kilómetros del centro de San José.
Ahí se tejen las historias de miles de costarricenses y
nicaragüenses, en la que se considera la mayor comunidad de
migrantes de ese país vecino en América Central.
La mayoría son jóvenes
que debieron migrar debido a la desigualdad y el miedo a la
violencia de diferente signo.
"En promedio,
la diferencia
entre los países de origen y de destino
a nivel mundial
en cuanto a ingreso
es de uno a 70,
y se estima que en unos 25 años
hablaremos de
100 a uno.
Es muy difícil
que en ese mundo
será sencillo
convencer a los migrantes de no migrar
a donde está el
ingreso y el bienestar"
Salvador
Gutiérrez.
En promedio, casi la
mitad de los residentes de entre 14 y 24 años dice que se irían de
sus países… si pudieran, en barrios centroamericanos degradados
similares a La Carpio, como,
-
Jorge Dimitrov
(Managua)
-
El Limón (Ciudad
de Guatemala)
-
Nueva Capital
(Tegucigalpa)
-
Popotlán (Área
Metropolitana de San Salvador)
El dato se recoge en una
investigación del el Instituto de Investigaciones Sociales de
la Universidad de Costa Rica (UCR),
que entrevistó a 1.501 jóvenes de esos cinco barrios pobres de las
periferias de las capitales centroamericanas, divulgada en parte en
junio con el título de "Centroamérica
desgarrada. Demandas y Expectativas de jóvenes residentes en
comunidades empobrecidas".
El estudio se basó en entrevistas realizadas de forma domiciliaria
durante el último trimestre de 2017, y consultó a 300 jóvenes en
cada comunidad con la ayuda de casi un centenar de encuestadores
reclutados en cada una de ellas.
En esas localidades, en promedio casi dos tercios de los jóvenes
perciben la distribución de la riqueza como "muy injusta", o
"injusta", alrededor de la mitad dice haber sentido miedo
recientemente por la violencia de su entorno e igual porcentaje cree
que tienen,
"un destino que no
depende de ellos".
El caso
salvadoreño
En Popotlán, en el municipio metropolitano salvadoreño de Apopa, 76
por ciento de los menores de 24 años afirmaron que desean emigrar,
mientras en el barrio de Tegucigalpa lo dijeron 60 por ciento, en La
Carpio 50 por ciento, en el de Ciudad de Guatemala 49 por ciento y
en el de Managua 47 por ciento.
Los jóvenes de Popotlán viven sumergidos en la violencia, bajo la
estigmatización de habitar en una zona con límites territoriales de
pandillas, problemas de salubridad y acceso a la alimentación.
Lo sabe bien María, por vivir en ese barrio y coordinar una
organización comunitaria que apoya a jóvenes con alimentación y
estudios y que días después de la entrevista pidió identificarla con
ese nombre supuesto y no indicar como se llama su colectivo, tras
producirse varias muertes en el área.
"Ser joven aquí
pareciera un delito.
Tú dices contento 'ya
voy a ser mayor de edad', pero aquí eso no pasa. Aquí es el
temor de que la policía te agarre porque eres joven, no tanto
porque estés en la pandilla, sino porque vives en la colonia.
Para buscar trabajo
es muy fuerte decir que eres de Popotlán", se lamentó a IPS en
diálogo por teléfono.
La juventud,
rasgo dominante de migración
Para Salvador Gutiérrez, oficial de Políticas y Enlace de la
Oficina Regional de la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM)
para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, el rasgo "casi
identitario" de la migración en esta región es la juventud.
Los techos de latón
predominan en el populoso barrio de La Carpio,
en la
periferia de San José de Costa Rica,
donde
se estima que la mitad de sus viviendas
están
construidas con materiales inadecuados.
Crédito: Daniel Salazar/IPS
"En general el grupo
que más migra es el que se comprende entre los 14 y los 24 años,
en el caso de Centroamérica.
Lo que se ve
claramente como un elemento diferenciador en el caso de la
migración de jóvenes es el hecho de que estas personas están
construyendo un proyecto de vida", dijo a IPS en la oficina
regional en San José.
Los jóvenes
centroamericanos se diferencian también de otros migrantes porque
huyen de la violencia y el crimen, muchas veces sufrida en primera
persona, quieren reunificarse con sus familias que viven ya en otros
países, o buscan trabajar como "relevo" agrícola de productores
rurales que migraron a su vez.
El estigma de 'ser joven' en Popotlán lleva a muchos a
migrar, pero otros como la activista comunitaria deciden quedarse y
luchar por los jóvenes del barrio,
"en una zona donde el
Estado apenas llega".
Cinco de esos jóvenes
están por ingresar a la universidad.
"Vivir es un milagro,
e intentamos animarles a descubrir los valores que pueden
ofrecer a los demás (…)
Un joven me decía que
quería entrar a la universidad, y que quería que sus papás se
sintieran orgullosos. A veces duele mucho cuando la misma
familia no cree en ti", afirmó María.
Un entorno
desgarrado
Carlos Sandoval, coordinador del estudio de la UCR, analizó
para IPS que 31 años después del
Acuerdo de Esquipulas II, que en su
preámbulo dijo que se destinaba a las juventudes del istmo y que
fijó medidas para una "paz duradera" en la región, "América Central
sigue desgarrada".
"Incluso el principal
logro de la democracia electoral como un mecanismo de
legitimación política se nos está cayendo. Tal vez lo que aporta
este estudio es que hay un gran vacío propositivo de cómo pensar
Centroamérica", comentó.
"No nos extrañemos si lo que ocurre en Nicaragua abre un nuevo
ciclo de movilización social", reflexionó...
Esto en referencia a la
rebelión social estallada en ese país en abril, y que no decae pese
a que su brutal represión ha provocado ya más de 370 muertos,
mayormente jóvenes, y está generando una explosión de emigración.
En los cinco barrios del
estudio, la realidad es aún más compleja para las mujeres.
Casi 32 por ciento de las
jóvenes encuestadas dijeron ser madres, mientras que solo 13 por
ciento de ellos afirmaron ser padres.
Esa situación la ha vivido Mario de León, quien nació en
Nicaragua y creció en La Carpio, gracias al cuido de una madre que
crió sola a sus cuatro hijos.
"Mi mamá trabajaba de
seis de la mañana a nueve de la noche de lunes a domingo en un
supermercado. Nosotros pudimos comer, estudiar y vestirnos por
ella", dijo.
Ahora, De León, con 30
años recién estrenados, es profesor de matemáticas en la UCR.
Él llegó a La Carpio a los 6 años, contó mientras acompañaba a IPS
por el barrio.
Su familia había perdido
todo en Nicaragua durante la guerra, había vivido algún tiempo en
Guatemala y llegó a Costa Rica a mediados de los años 90.
"Era horrible
estudiar.
La escuela era de
cuatro latas, techo y un piso de tierra. Llovía, la luz se iba y
se acababan las clases. Yo me quedaba estudiando, mientras el
agua se metía en las paredes.
Uno mismo trataba de
motivarse", recordó.
Solo este año La Carpio
estrenó una moderna escuela para unos 2.100 estudiantes.
Aunque el acceso a la
educación ya existía, garantizar servicios de calidad para
comunidades como esta suele ser una tarea a la que el Estado llega
tarde, si llega...
En los barrios consultados, la gran mayoría de los jóvenes (entre 64
por ciento en Costa Rica y 79 por ciento en El Salvador) afirmó que
no le importaba,
"sea o no
democrático", si no que "resuelva problemas".
Para Gutiérrez, de la
OIM, con el contexto que evidencia el estudio, es crucial la
cooperación para el desarrollo entre estos países, si desea
abordarse la migración.
"Hay que trabajar en
las causas estructurales de la migración: la pobreza, la
desigualdad, la seguridad y oportunidades de desarrollo
entendidas desde un punto de vista amplio", dijo.
Para él, eso implica
crear oportunidades de regularización de migrantes, cooperar para
atender la seguridad pública y disminuir la desigualdad entre
ciudadanos y, sobre todo, entre países.
"En promedio, la
diferencia entre los países de origen y de destino a nivel
mundial en cuanto a ingreso es de uno a 70, y se estima que en
unos 25 años hablaremos de 100 a uno.
Es muy difícil que en
ese mundo será sencillo convencer a los migrantes de no migrar a
donde está el ingreso y el bienestar", señaló.
Esa es la razón,
establece el estudio de la UCR, por la que en las comunidades pobres
de América Central la mitad de los jóvenes piensan que de emigrar
depende tener un futuro...
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