por Joaquín Roy
13 Agosto
2018
del
Sitio Web
IPS
Joaquín Roy es Catedrático Jean Monnet y Director del
Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami.
jroy@miami.edu |
MIAMI, (IPS)
La decisión de Iván
Duque, el nuevo presidente colombiano, de retirar a su país de
la organización
UNASUR, no solamente es la
inauguración de las medidas que el mandatario deberá tomar en su
nuevo cargo, sino también el certificado de defunción del
tradicional y precario proyecto de cooperación de la parte sur del
continente americano.
La drástica declaración es al mismo tiempo un amplio mensaje de que
los tiempos de la integración latinoamericana pasan por un período
negativo que se presenta con visos de ser terminal y no meramente
temporal.
La atmósfera en el subcontinente latinoamericano no es aislada, sino
que viene acompañada de un contexto adverso a los experimentos de
integración (y de cooperación económica) en todo el continente, bajo
el influjo amenazante de
Estados Unidos, liderado por
Donald Trump.
Por otra parte, el núcleo de
la Unión Europea, que fuera un faro
de mensajes positivos en el pasado, no parece pasar por sus mejores
momentos.
Se halla bajo la ambivalencia de ciertos miembros (y el influjo
del Brexit) y la presión de
sectores populistas que no solamente socavan el consuetudinario
mensaje de unión, sino que vienen trabajando sin cesar por la
prioridad del nacionalismo, azuzado por
la inmigración descontrolada.
Mientras la debilidad europea puede considerarse temporal y al mismo
tiempo consustancial a su largo desarrollo de más de medio siglo,
los síntomas latinoamericanos son más serios, ya que la historia de
la integración del subcontinente no rebasa los conatos de
experimentos y declaraciones ampulosas.
Además, el registro de proyectos adolece de un problema innato que
consiste en no solamente equivocar los límites geográficos, sino
también en responder no a unos objetivos positivos de sumar, sino
también a responder a unas miras de plasmar proyectos en contra de
algunos vecinos y competidores en la media distancia.
La defunción de UNASUR (Unión de
Naciones Suramericanas) estaba anunciada desde los momentos en que,
-
Argentina
-
Brasil
-
Chile
-
Perú
-
Paraguay,
...decidieron suspender
su membresía.
Un largo periodo sin secretario general carcomía su funcionamiento.
Pero diversas voces han estado señalando que las carencias de UNASUR
proceden de orígenes complementarios.
-
Uno es la
limitación geográfica.
-
Otro es el
objetivo primordial en un contexto en que UNASUR no
solamente debía compartir escenario con diversas
organizaciones interamericanas y estrictamente
latinoamericanas.
-
Un tercero estaba
presentado por los objetivos que su curioso ADN anunciaba.
El primer enigma se
presentó tempranamente con el limitado marco geográfico.
Al ceñirse al
subcontinente sudamericano, se revelaba que la nueva organización
esquivaba dos actores imponentes:
Evitar al primero parecía
ser el objetivo central de repetir el marco de la
OEA (Organización de Estados
Americanos), que estaba considerado por la mayoría los miembros
fundadores de UNASUR como el poder hegemónico obstaculizador.
México se consideraba competidor de Brasil y cómplice de numerosas
carencias latinoamericanas. Brasil soslayaba así incómodos socios.
Por otra parte, UNASUR
era una ampliación del escenario del
ALBA (Alianza Bolivariana de los
Pueblos de Nuestra América), la creación bolivariana de Venezuela,
impelida por los argumentos de la ayuda petrolífera.
Los objetivos de UNASUR resultaban un tanto etéreos para rellenar el
espacio reservado por Ecuador en el "centro del mundo".
El admirable edificio
construido sobre la raya de los hemisferios, entonces bajo el
influjo entusiasta del presidente argentino Néstor Kirchner
(2003-2007), se fue quedando vacío de objetivos.
Nunca se vio claro el proyecto de convertir a UNASUR en una eficaz
OTAN sudamericana que velara por la seguridad y garantizara a
sus miembros la coexistencia en su diversidad. Nunca se palpó su
eficacia en convertirse en foro de solucionar controversias.
Simultáneamente, su evolución contrastaba en la deriva de los dos
proyectos tradicionales latinoamericanos que compartían el teatro
geográfico:
Si de integración
regional se trataba, esa función pertenecía a la CAN y MERCOSUR.
Simultáneamente a la evolución de UNASUR, la CAN quedaba herida
internamente por su inhabilidad en sublimar su inexistente unión
aduanera, a pesar de contar con un notable bagaje de legislación
común.
La fuga temprana de Chile fue el aviso de los escarceos que Colombia
y Perú fraguaban con la UE y Estados Unidos para plasmar acuerdos
individuales comerciales que terminaron por provocar la irritación
de Venezuela.
Hugo Chávez necesitaba excusas para anunciar su particular
salida y su extemporánea entrada de MERCOSUR.
El ingreso de Caracas en
la organización con sede en Montevideo será recordado como la
clásica inserción del elefante en la cacharrería, un trauma del que
los socios originarios de MERCOSUR todavía no se han recuperado.
Las ansias de Bolivia por pertenecer a MERCOSUR es el penúltimo
capítulo del drama sudamericano, del que queda como resto,
especialmente luego del desastre de UNASUR, el flexible remiendo
futuro de una coalición (en lo que se llama la
Alianza del Pacífico) de los
miembros más confiables de MERCOSUR,
-
Perú
-
Colombia
-
Chile
-
incluso México,
...con algunos socios del
oriente de subcontinente.
Esta sería la alternativa a la tradicional construcción de la
integración latinoamericana, soslayando la institucionalización
(la hija predilecta de la Unión Europea), y priorizando el
pragmatismo de los acuerdos estrictamente comerciales y de
inversiones con socios confiables...
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