por Marcos Salgado (CLAE)
23 Noviembre 2018
del
Sitio Web
Estrategia
Luego de 15 años de gobierno del centroizquierdista
Frente Amplio en Uruguay, su
continuidad en el poder está en discusión ante la falta de recambio
dirigencial y programático y un ambiente de desilusión generalizado
en la población.
Esto amenaza a que la
derecha vuelva al poder en 2020, sumándose al oleaje conservador con
tintes fasciostoides que se verifica en la región.
Tras la segunda guerra mundial el tablero mundial quedó distribuido
y las potencias europeas vencedoras se quedarían con el continente
africano y Estados Unidos tendría en América Latina su patio
trasero.
Viejas generaciones
Luego de la crisis del neoliberalismo, a principios de los 2000, en
la región se sucedieron gobiernos que podemos denominar progresistas
y, al hacer la crítica (necesaria y fundamental) de estos gobiernos,
muchas veces nos olvidamos de la correlación de fuerzas y el sentido
común reaccionario y neoliberal que impera en nuestro día a día.
La tarea de
las elites transnacionales es
legitimar la democracia para así poder legitimar su
transferencia de recursos de abajo hacia arriba.
Por eso, la necesidad de
tener de aliados a las oligarquías nacionales.
En caso de no tener éxito
a través de las formalidades de la democracia, los militares
podrán borrar los marcos de la institucionalidad para que las elites
trabajen con el campo allanado y así poder obrar a rostro
descubierto.
Es un ganar-ganar para ambas partes.
De parte de las
elites económicas se genera una abrupta transferencia, sin
control alguno, sin tapujos y saltándose cualquier normativa,
por mas poco restrictivas que sean las de las democracias.
Por el lado de los militares se sublima ese deseo de imponer su
modus de vida en el plano moral, ideológico y cultural.
Mientras unos cooptan
nuestros bolsillos, los otros captan nuestras mentes, cuerpos y
sentires.
Es la colonialidad en
nuestros fueros más íntimos, donde luego nos vincularemos en la
esfera pública según esas relaciones que nos fueron dadas y que no
revisten nada de libertad.
Como dice
Manuel Carvalho da Silva,
sociólogo portugués, profesor y ex-secretario general de la
Confederación General de Trabajadores Portugueses,
la democracia
(burguesa) en la dictadura del capital, nos da la libertad de
luchar por ella.
Pero no de ejercerla. Es
una aspiración no algo concreto.
Es una proyección virtual
más que un derecho inalienable.
De los errores propios y las virtudes ajenas, hoy asistimos a una
contraofensiva de la derecha que está siendo efectiva.
Cada proceso es distinto
y peculiar pero no se debe perder de vista que la estrategia es
continental.
¿Son todos
iguales?
Dentro de la interna frenteamplista se dirimen dos proyectos
de país.
-
Uno es el que
entiende que se puede administrar
el capitalismo a través de
una cierta redistribución de la riqueza con políticas
sociales.
Desarrollo de las
capacidades productivas del país con cierto agenda de
derechos sociales; un capitalismo de rostro humano.
La incógnita
sería develar qué rostro y de qué humano.
-
El segundo es un
proyecto que entiende que
el capitalismo
es una etapa a ser superada por la humanidad.
Es de profundo
raigambre antiimperialista, que exige profundizar más y
radicalizar en los gravámenes a los grandes capitales y en
la consolidación de una industria nacional al servicio del
pueblo.
Por ahora el primer
proyecto es el que conduce el Frente Amplio (FA)
en este momento.
¿Hacia dónde? Se podrían
aventurar varios finales.
Lo que está claro es que
luego de 15 años de gobierno si no se trazan esperanzas y recambio,
la derecha volverá a gobernar en el 2019 sumándose a este oleaje
conservador en el continente con visos fascistas.
El proceso que se viene
gestando en materia de derechos sociales es de franco retroceso.
Un fantasma recorre
Latinoamérica y es el del fascismo...
Uno de los mayores errores del Frente Amplio uruguayo es no
haber sabido (o querido) transformar la matriz productiva del país,
de forma que dejara de ser una economía agro-exportadora sumamente
dependiente.
Otra cuestión que está atada a lo anterior y es denominador y factor
condicionante de la situación de Uruguay (y de los países de la
región) es la deuda pública.
Ante ésto, el gobierno
frenteamplista no se ha desmarcado mucho de los partidos
tradicionales.
El Frente Amplio ha colocado un ítem más en una lista que
avergüenza a cualquiera que se diga de izquierda. En la cámara de
Senadores la bancada frenteamplista votó por unanimidad el
ingreso de tropas estadounidenses a suelo uruguayo.
Dar estas señales ante el
avance de la derecha y
el Imperio es más que alarmante.
Ser la base logística de una cuasi posible represión al pueblo
argentino en la cumbre del G20 es inaudito e inadmisible.
No, no son todos iguales...
Es innegable el avance
para los más postergados que ha significado el Frente Amplio
en estos 15 años de gobierno. Pero nos debemos una seria
autocrítica.
Cada vez que la derecha
se corre hacia el centro sigue siendo derecha pero cada vez que la
izquierda se corre hacia el centro, deja de ser izquierda.
Dios los cría…
A la interna uruguaya, la bancada evangelista (foto abajo)
sigue acumulando fuerzas en consonancia con las coordenadas actuales
del continente.
Recientemente el diputado
Álvaro Dastugue y el suplente Carlos Lafigliola (ambos
del Partido Nacional) iniciaron una campaña de firmas para derogar
la recientemente proclamada Ley Trans, sumándose al coro de
voces conservadoras que se posicionan en contra de dicha ley.
El espíritu de su campaña es que esta ley es un privilegio y no una
conquista de derechos. Curioso privilegio para una población que
tiene una expectativa de vida de 40 años.
En el litoral norte del país, un candidato a diputado por el
Partido Colorado propone:
"cero lumpen, mano
dura y plomo para los delincuentes".
La
bolsonarización de la política
ya está presente frontera adentro del Uruguay.
En política no existen
los espacios vacíos. Espacios que no ocupa la izquierda, espacio que
es tomado por el conservadurismo.
Saltar este
muro…
Las salidas parecen pocas y no muy cercanas.
Pero se puede atinar a
plantear algo que se puede empezar a hacer hoy mismo.
-
Lo primero es
resistir al fascismo envalentonado.
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Lo segundo es
organizar, organizar, organizar y formar cuadros.
-
Lo tercero (y de
manera más local) es empoderar a los movimientos sociales,
además de girar el Frente Amplio hacia la izquierda.
Esto no es en orden
lineal ni una etapa sucesiva luego de la otra. Es conjugar las
distintas necesidades urgentes y los importantes horizontes
emancipatorios de manera dialéctica.
Tamaña tarea le espera al
FA ante este monstruo que es grande y pisa fuerte, diría
León Gieco...
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