por Luis Felipe
López-Calva
15 Mayo
2019
del
Sitio Web
IPS
Este es
un artículo de opinión
de Luis Felipe
López-Calva,
subsecretario
general adjunto de la ONU
y director
regional del
PNUD de América
Latina y el Caribe
PANAMÁ
El desarrollo es un
proceso desigual, acompañado de resultados heterogéneos,
-
entre sectores
-
entre regiones
-
entre grupos de
ingresos
Dicho proceso, como fue
elegantemente establecido por Albert Hirschman hace más o
menos 60 años, genera tensiones frecuentes y exige la retribución de
recursos y poder.
En este sentido, el conflicto es inherente al desarrollo.
Los resultados en el largo plazo, en términos de prosperidad,
equidad y paz siempre dependerán de la forma en que dichas tensiones
se procesen.
De hecho, como se resuelven tales tensiones depende de la forma en
que los actores interactúan:
depende de una
gobernanza efectiva...
Si las tensiones se
resuelven mediante la exclusión sistemática de algunos grupos, es
más probable que la inequidad y la violencia caractericen a las
sociedades.
Luis Felipe López-Calva,
director regional del PNUD.
Crédito: PNUD
En América Latina y el Caribe (ALC), ciertamente vemos la
violencia se ha convertido en un mecanismo de adaptación a estas
tensiones y en una manera de procesar conflicto.
El Informe Regional de Desarrollo Humano 2013-2014 "Seguridad
Ciudadana con Rostro Humano" mostró la manera en la cual
la delincuencia y la inseguridad comprometen el desarrollo en
América Latina y el Caribe.
El crimen deteriora en bienestar de los ciudadanos y frena el
crecimiento económico (Enamorado
et al, 2013).
A pesar de recientes
progresos en la seguridad ciudadana y disminuciones marginales en la
violencia, ALC continúa siendo la región más violenta en el mundo.
De hecho,
un informe publicado recientemente
por el Instituto Igarape indica que, si bien América Latina
es el hogar del ocho por ciento de la población mundial, 33 por
ciento de todos los homicidios se cometen en esta región.
Además, 17 de los 20 países con las tasas de homicidio más altas del
mundo se encuentran en ALC.
Mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS)
clasifica más de 10 homicidios por 100.000 personas como una
epidemia, el promedio regional de homicidios en ALC fue de 24 por
cada 100.000 en el 2016, y se redujo marginalmente a 21,6 en el
2018.
Como se muestra en la figura de abajo, las tasas de homicidios en la
región y en particular para algunos países en América Central y el
Caribe, son mucho más altas que aquellas en países con niveles
similares en el Producto Interno Bruto (PIB) por habitante.
Por ejemplo,
Honduras y Congo
tienen tasas similares de PIB por persona, sin embargo, Honduras
sufre 56,6 homicidios por cada 100.000 habitantes mientras que
Congo sufre 9,3.
De igual manera, mientras que México sufre cerca de 20
homicidios por cada 100.000 habitantes, Montenegro, con un PIB
por persona similar sufre 4,5.
En Brasil la tasa de
homicidios alcanza los 30 por 1.000 habitantes, mientras que en
Líbano es de cuatro.
¿Qué explica
estas altas tasas de delitos violentos en ALC?
Villalta, Castillo y Torres
ofrecen un panorama de las teorías existentes para responder a esta
pregunta en la región.
La óptica económica sostiene que los individuos sopesan los costos
(de los posibles castigos) y los beneficios para decidir si se
involucran en la delincuencia o no.
La perspectiva socio-estructural considera que las fluctuaciones en
la delincuencia y la violencia son el resultado de cambios en las
estructuras sociales, culturales e institucionales.
Esta teoría respalda la idea de que los aumentos en las tendencias
delictivas son una consecuencia de cambios en las condiciones del
mercado laboral, marginación y crisis económicas.
La perspectiva política sostiene que el reciente progreso en los
países ALC, tales como,
-
las transiciones
hacia la democracia
-
los cambios en
las agendas políticas
-
la "Guerra Contra
las Drogas",
...han debilitado el
control gubernamental y ha dejado a gobiernos locales ineficientes a
cargo de la protección civil.
Finalmente, la teoría de la desorganización social sostiene que los
comportamientos delictivos y antisociales son aprendidos mediante
procesos de socialización del mismo modo que el lenguaje, roles y
expectativas sociales.
Según este enfoque, las áreas que están dentro de ciudades
caracterizadas por bajos niveles de ingresos, diversidad racial e
inestabilidad residencial, son más propensas a experimentar
desorganización social.
Dependiendo del contexto del país, una combinación de estas teorías
ayuda a explicar el crimen en ALC.
Investigaciones empíricas
respaldan las diferentes teorías:
...en ocasiones impide
que las víctimas reporten los crímenes.
Además, no es inusual que
policías corruptos colaboren con el crimen organizado en algunos
países por dinero o miedo.
El apoyo a la violencia extralegal es considerablemente más alto en
sociedades donde los sistemas políticos existentes reciben poco
apoyo; y la falta de oportunidades económicas tiene un rol puesto
que se ha detectado que existe
una correlación fuerte entre la
delincuencia y el desempleo juvenil.
La evidencia también demuestra el impacto que tiene la desigualdad
en el crimen (el caso de México estudiado por
Enamorado et al, 2016).
Como ya he mencionado, el pavimento del desarrollo en ALC requiere
de una gobernanza efectiva como precondición para mejorar la
productividad, inclusión y resiliencia.
La gobernanza efectiva consiste,
-
en crear
oportunidades socioeconómicas
-
en el
fortalecimiento de instituciones
-
en el fomento de
la seguridad ciudadana...
Estas son tareas
desafiantes según lo indican estas cifras.
Dos mujeres conversan con
dos
agentes de seguridad en San Salvador.
Crédito: PNUD El Salvador
Iniciativas basadas en
evidencia tales como
Infosegura, la cual apunta a
promover y mejorar la calidad de la información sobre seguridad
ciudadana en la región, son instrumentos de política pública
esenciales para abordar este desafío.
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