por Mario Osava
20 Junio
2019
del
Sitio Web
IPS
El presidente Jair Bolsonaro
tiene predilección por participar en actos militares,
un sostén clave para su gobierno,
con ocho de sus 22 ministros militares,
la mayoría generales retirados del Ejército.
El mandatario de extrema derecha, un capitán retirado,
manifiesta con frecuencia
su nostalgia con la dictadura militar (1964-1985)
y reivindica volver a la sociedad conservadora de entonces.
Crédito: Tânia Rêgo/Agência Brasil
Jair
Bolsonaro y su vicepresidente son militares retirados
y el presidente
electo incorporará a otros siete militares
como ministros
de su gobierno.
Desde que es
mandatario electo de Brasil,
el político de
extrema derecha ha mostrado su predilección
por participar
en ceremonias castrenses,
como
graduaciones de oficiales de la Marina...
RÍO DE JANEIRO
Suena raro que Brasil
haya elegido un gobierno extremista de derecha, moralista y
retrógrado, el opuesto de un país cuya imagen internacional es de
alegría, libertad de costumbres, convivencia interracial y
creatividad cultural.
La contradicción, previsible desde las elecciones de octubre de
2018, tomó cuerpo con la extinción del Ministerio de Cultura, uno de
los primeros actos del presidente Jair Bolsonaro luego de su
toma de posesión el 1 de enero.
Apareció de forma más cruda en marzo, cuando el presidente difundió
por Twitter un video en que dos hombres practicaban la "lluvia
dorada" (práctica sexual de orinar sobre la otra persona), señalando
que lo hizo para "exponer la verdad" sobre lo que ocurre en los
desfiles de carnaval.
"Mantienen en el
gobierno
la misma
estrategia de la campaña electoral,
hacen mucha
agitación, aunque son minoritarios.
Producen una
sensación que contradice
la pérdida de
popularidad sufrida por el gobierno,
para indicar que
sus bases están intactas"
Alessandra Aldé.
Fue una de las crudas
maneras en las que evidencia su rechazo a la gran fiesta nacional,
un símbolo global además de la entidad de la población de este país
de 210 millones de personas.
En el mundo artístico y de espectáculos es casi unánime la oposición
a Bolsonaro, quien en contrapartida fomenta la hostilidad de sus
seguidores contra el sector cultural, que acusa de estar contaminado
por el izquierdismo y el "marxismo cultural", tal como las
universidades.
Sus adeptos "parecen vivir en un universo paralelo" informándose
entre ellos por redes sociales, últimamente usando más a videos en
YouTube, según Alessandra Aldé, profesora de comunicación en
la
Universidad del Estado de Rio de Janeiro.
"Mantienen en el
gobierno la misma estrategia de la campaña electoral, hacen
mucha agitación, aunque son minoritarios.
Producen una
sensación que contradice la pérdida de popularidad sufrida por
el gobierno, para indicar que sus bases están intactas", dijo a
IPS la especialista, basada en datos de un grupo académico en
participa y que investiga el uso político de medios digitales.
"La sociedad brasileña es más conservadora de lo que creíamos",
señaló para explicar el triunfo electoral del Bolsonaro, un
capitán retirado del Ejército cuyas ideas no parecen compatibles
con el estereotipo cultural de los brasileños.
El momento de rebelión
contra el izquierdista
Partido de los Trabajadores,
que gobernó el país de 2003 a 2016, y contra la política en general
encarada como corrupta,
"hizo emerger el
reaccionarismo antes oculto", sostuvo.
Algunos datos desnudan
ese conservadurismo mezclado con racismo, homofobia y el machismo,
señaló la investigadora, reflejados en los numerosos feminicidios y
asesinatos de homosexuales que ocurren en el país.
Fátima Pacheco Jordão, socióloga especialista en sondeos de
opinión pública, coincide que Bolsonaro no conquistó la presidencia
por sus ideas, su liderazgo o organización partidista, sino por el
fuerte sentimiento anti PT que,
"alimentó un
conservadurismo radical".
Los grandes escándalos de
corrupción y la crisis económica, un coctel iniciado en 2014 y
atribuido a los gobiernos del PT, debilitaron el principal
adversario electoral, el petista Fernando Haddad, desbrozando
el camino al triunfo de Bolsonaro.
Pero el excapitán tiene características que lo consagraron como el
candidato antiPT y contra el sistema político corrompido, al
defender valores del pasado, como la familia tradicional, la
tradicional primacía patriarcal y la disciplina militar.
El vicepresidente Hamilton Mourão,
general
retirado del Ejército,
en la
ceremonia en que recibió el título de
ciudadano de honor de Río de Janeiro, el 17 de junio.
El
vicepresidente ha asegurado que las familias sin padre o abuelo
crían
hijos "desajustados", con gran probabilidad de volverse
delincuentes,
descalificando por lo menos 11,6 millones de familias de Brasil,
que
solo cuentan con una madre como cabeza y sostén.
Crédito: Adnilton Farias/VPR
Sus seguidores lo llaman "Mito", desde cuando aún era poco conocido
y un diputado sin brillo y de opiniones condenables, como la defensa
de la tortura y de la dictadura militar de 1964 a 1985, recordó
Jordão.
La construcción de mitos, héroes a quienes confiar el destino, forma
parte de la cultura brasileña y a Bolsonaro lo favoreció también el
hecho de haber sido víctima de un atentado con una cuchillada que le
perforó el intestino, durante la campaña electoral.
Tres semanas en cirugías y tratamiento en el hospital impidieron su
participación en los debates electorales. Pudo así evitar debates
públicos que lo hubiesen obligado a exponer sus planes de gobierno.
Su elección como mito la amplificaron las redes sociales, donde la
difamación de adversarios fue un arma recurrente.
Haddad, por ejemplo, fue
acusado de promover la distribución del "kit gay", un supuesto
material escolar que estimularía la homosexualidad, cuando fue
ministro de Educación (2005-2012).
Bolsonaro recuerda a Macunaíma, personaje que el escritor
Mario Andrade creó "con precisión literaria y sociológica" para
representar al brasileño promedio, tras viajar por el interior de
Brasil en los años 20 del siglo pasado, evaluó Jordão a IPS.
Se trata de un "héroe sin ningún carácter", perezoso, egoísta,
inmaduro y vengativo, en la obra que es un hito del modernismo
brasileño.
El presidente discrepa de la cultura brasileña, incluso la rechaza,
en sus aspectos modernos, de conquistas recientes, como el
ambientalismo y la creación artística y contemporánea.
Pero logró conquistar y movilizar millones de seguidores por
atavismo, rescatando y proponiendo como objetivo la vuelta a valores
y costumbres del pasado, muchos ya superados por la realidad.
"Representa algo
retrógrado, un retroceso sobre todo en la cultura brasileña",
resumió Jordão.
La familia tradicional,
heterosexual y encabezada por un hombre, es central en la "utopía"
de Bolsonaro y sus fieles.
Familias sin padre o abuelo son,
"fábricas de personas
desajustadas que tienden a incorporarse a las narcobandas",
...afirmó durante la
campaña electoral el vicepresidente, el general retirado Hamilton
Mourão.
En Brasil, sin embargo, 40,5 por ciento de las familias ya tenían
como jefa solitaria a una mujer en 2015, según estudio de
Eustaquio Diniz Alves, basado en datos estadísticos oficiales.
En números absolutos eran
28,9 millones de familias, el doble de la cifra de 2001.
Las que más crecieron son familias con padre y madre, pero bajo
jefatura femenina. Alcanzaron 9,9 millones, siete veces más que en
2001, golpeando viejas pretensiones machistas.
El culto de la familia única y tradicional se vincula a también al
viejo dogma de que solo hay dos sexos y que género es una concepción
ideológica que busca destruir la familia.
Bolsonaro criticó como "un error" que el
Supremo Tribunal Federal haya
decidido el 13 de junio equiparar la homofobia al racismo,
con penas de hasta tres años de cárcel para sus delitos.
Eso perjudicará a los
homosexuales porque empresas dejarán de emplearlos, según su
argumento desmentido por varios empresarios.
El presidente afirmó también que los extranjeros serán bienvenidos
para hacer turismo heterosexual en Brasil, pero no el homosexual.
Sus declaraciones homofóbicas agravan el riesgo para los
homosexuales, víctimas de cerca de un asesinato homofóbico en este
país sudamericano.
Además, ignoran la realidad de un país que ya aprobó el matrimonio
entre personas del mismo sexo y atrae millones de personas a las
Paradas del Orgullo Gay en
muchas ciudades. En São Paulo tienen lugar desde 1997.
Bolsonaro enfrenta otras resistencias a su obsesión de borrar de la
historia avances en áreas como,
-
ambiente
-
educación
-
seguridad pública
-
diplomacia
-
igualdad de
género
-
derechos humanos
Un Brasil "similar al de
40, 50 años atrás" es su meta anunciada en vísperas de las
elecciones...
Su decreto del 7 de mayo que facilita la posesión y porte de armas
de fuego a millones de personas fue rechazado por
el Senado el martes 18 de junio y
depende de una próxima votación en la
Cámara de Diputados.
Es inconstitucional, según la mayoría de los senadores, porque un
decreto no puede alterar una ley.
En ese caso busca
retroceder a la situación anterior al Estatudo del Desarme,
una ley vigentes desde 2003, para restringir y controlar las armas
en manos de civiles.
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