21 Julio
2022
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MONTEVIDEO (Sputnik)
Litio, trigo, carne,
cobre, petróleo, madera... Latinoamérica vuelve a ser el almacén del
mundo gracias a sus materias primas y un conflicto, el de Rusia y
Ucrania, que genera otra demanda histórica.
Sin embargo, existe la sensación de que la región, como bloque, está
dejando pasar otra gran oportunidad para crecer en forma conjunta, y
una señal de eso acaba de ocurrir en Paraguay, donde los países que
componen el Mercado Común del Sur (Mercosur) concluyeron otra
cumbre álgida en la que Uruguay se negó a firmar una de las
declaraciones finales por una palabra:
"flexibilización"...
Para el director de la
Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno de la Universidad
argentina de Lanús, Diego Raus,
"es un buen momento
para polarizarnos un poquito nosotros".
"Las viejas instituciones que se quisieron crear prácticamente
son un papel pintado y el Mercosur que era una alianza regional
que más o menos había tenido una vida económica también está
desdibujado", argumenta el sociólogo.
"Bolsonaro reniega
del Mercosur, Lacalle Pou reclama hacer un tratado directo con
China.
Entonces, si uno pone
un mundo multipolar, donde los polos se están reagrupando y
fortaleciendo, nosotros estamos haciendo un camino inverso".
El mundo que describe
Raus es el que presencia el retroceso de Estados Unidos como única
potencia, para dar paso a una multipolaridad, con especial
protagonismo de
China, y la expectativa de lo
que pueda pasar con
Rusia, una vez concluido el
conflicto.
"El mundo multipolar
ya estaba puesto en el debate antes de lo de Rusia y Ucrania,
sobre todo con la inserción tan pujante de China a nivel
económico y comercial.
La famosa ruta de la
seda es, a partir de la economía, generar un área de influencia.
Rusia está entrando
en esa disputa multipolar porque estaba quedando muy atrás,
tanto en su potencial económico como geopolítico, pero ahora
parece que es otro de los jugadores de ese mundo multipolar",
agrega el analista.
El
conflicto entre Rusia y Ucrania
tuvo un efecto directo quizás no buscado, el que llevó a la
articulación de la Unión Europea para decidir sanciones económicas y
ver que hacer ahora que se viene el invierno y no está el gas ruso.
"Están actuando como
bloque del mismo modo que el bloque militar OTAN, que se ha
consolidado a pesar de que hacía 20 años no tenía hipótesis de
conflictos", resume Raus.
Señales
Las visitas de los presidentes de las principales economías de
Sudamérica, Brasil y Argentina, a China y Rusia, en febrero pasado,
fue una señal del acercamiento regional a estas dos (¿nuevas?)
potencias, que alertaron a Estados Unidos.
El periódico Folha de Sao Paulo publicó entonces un artículo
que reveló que diplomáticos estadounidenses expresaron su
preocupación por el momento de la visita de Bolsonaro a
Moscú.
Según la información, fue
el secretario de Estado, Antony Blinken, quien planteó al
canciller brasileño, Carlos Franca, su preocupación de que el
viaje de Bolsonaro a Rusia se pueda interpretar como una señal de
que Brasil está tomando partido en el conflicto.
Según el medio, el mismo mensaje se transmitió a Argentina.
Pero no fueron las únicas señales de una región que, en palabras de
Raus, demuestra que,
"los intereses
económicos están siendo mucho más dominantes respecto a
alineaciones geopolíticas o acuerdo políticos".
El propio Bolsonaro
anunció hace 10 días un
acuerdo para comprar diésel
procedente de Rusia, que según dijo sería más barato que el que está
disponible en estos momentos en Brasil.
Argentina, por su parte,
solicitó hace un mes ser incorporado como miembro permanente al
grupo de
los BRICS (integrado por Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica).
Ambos gestos se dan en medio de las fuertes sanciones que Estados
Unidos y sus aliados más directos dictaron contra Rusia, desde la
operación militar especial desplegada en
Ucrania, y son vistos como movimientos emancipadores de
la permanente sombra que el águila calva ha desplegado sobre la
región.
"Puede ser que se
busquen nuevas alianzas pero eso también debe tener que ver con
que Estados Unidos abandonó un poco América Latina", explica el
sociólogo.
"Después de fines del
siglo XX y las reformas económicas donde América Latina estaba
dentro del marco global, Estados Unidos se dedicó a otras
cuestiones como el tema islámico y China y eso permitió que se
consoliden regímenes aparentemente por fuera de la órbita
norteamericana".
Para el analista, en este
momento prevalecen necesidades económicas, y en ese sentido Estados
Unidos sólo está complicando las cosas.
El conflicto algún día va a terminar y cuando eso pase,
Latinoamérica tiene el bien
económico que más va a estar demandado en los próximos años, desde
minerales hasta alimentos.
"Hay que ver como
jugamos con eso y sobre todo como región", advierte Raus.
Y aconseja:
"El tema es que no
repitamos el error de principios de siglo XXI cuando tuvimos
seis años seguidos de tasas de crecimiento continuo, más del
doble que los países del G7, y cuando pasó ese boom volvimos a
los 'problemas de siempre'...
Si con todo ese
dinero extra - que no crea empleo pero sí ingresos -
fortalecemos otras actividades económicas, como la tecnológica,
el conocimiento y algunas actividades industriales, ahí
tendremos el empleo futuro".
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