por Thierry Meyssan
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Han identificado los graves problemas de la UE pero los tratan con ligereza y no entienden lo que está en juego con la secesión británica - el llamado Brexit.
Están hundiéndose
lentamente en una crisis que podría no tener más solución que la
llegada a la violencia.
De paso, adoptaron el Tratado de Maastricht, que convirtió el proyecto europeo en una coordinación económica de Estados europeos que marchaba hacia la implantación de un Estado supranacional.
Se trataba de crear un
gran bloque político que - bajo la protección militar de Estados
Unidos - emprendería, según ellos, el camino de la prosperidad.
Nunca en la Historia había existido un Imperio que funcionara de esa manera.
Muy rápidamente, el
modelo paritario de la Comisión dio paso a una gigantesca burocracia
paritaria, en cuyo seno ciertos Estados son "más iguales que los
demás".
Pero, después de la desaparición de la URSS, aquel camino carecía de interés para ellas.
Por ejemplo, Polonia
compró aviones de guerra a Estados Unidos, con los fondos que la
Unión Europea le había concedido para modernizar su agricultura, y
comprometió esos aviones en la agresión contra Irak.
Sólo Dinamarca y el Reino Unido, presintiendo los problemas futuros, se mantuvieron al margen y no adoptaron la moneda única.
La cuestión de la
política exterior única para todos los miembros de la UE parecía
evidente en un mundo que se había hecho unipolar y dominado por
Estados Unidos.
La moneda única, que en el momento de su entrada en circulación había sido ajustada al valor del dólar estadounidense, se transformaba poco a poco en una versión internacionalizada del antiguo marco alemán.
Incapaces de rivalizar con los demás miembros de la UE,
...acabaron siendo designados en los medios financieros como los PIGS - sigla construida con los nombres en inglés de esos países pero que significa "cerdos" o "cochinos".
Mientras tanto, Berlín
saqueaba las economías de esos países y proponía a Atenas ayudar a
restaurar la economía griega… si le cedía parte del territorio
griego.
Ser miembro de la Unión
Europea era una ventaja para los países que habían pertenecido al
Pacto de Varsovia, pero se convirtió en un hándicap para los
europeos del este.
La Comisión Europea tuvo
miedo de que el ejemplo británico abriese las puertas a la salida
de otros países y a que, aunque se mantuviese el Mercado Común,
aquello pusiese fin a la UE, así que decidió imponer condiciones
que obligaran a Londres a renunciar a su salida de la Unión.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, esa aristocracia disponía de todas las ventajas que representa la Unión Europea, y también de una prosperidad que ya no puede esperar de la UE.
La aristocracia británica
votó, por consiguiente, por el Brexit, en contra de la alta
burguesía, abriendo así una crisis en el seno de la clase dirigente.
La alta burguesía, que no había creído que tal cosa pudiese suceder, trató inmediatamente de cuestionar la voluntad expresada en las urnas.
Se habló entonces de organizar un segundo referéndum, como se hizo con Dinamarca cuando los electores daneses rechazaron el Tratado de Maastricht.
Ante la dificultad de lograr eso, se habló entonces,
La prensa clama que el Brexit será una catástrofe económica para los británicos.
En realidad, todos los estudios anteriores al referéndum - y por consiguiente anteriores también a ese debate - muestran que los 2 primeros años de la salida de la UE serán de recesión, pero que la economía del Reino Unido no tardará en recuperarse y superar los índices de la Unión Europea.
La oposición al resultado del referéndum - y, por ende, a la voluntad popular - está logrando frenar la aplicación de la decisión ya adoptada por la mayoría.
La notificación a la UE
de la salida británica se realizó con 9 meses de retraso, el 29 de
marzo de 2017.
Cuando presenta ese
acuerdo a su gobierno, 7 ministros dimiten de inmediato - entre
ellos el ministro a cargo del Brexit. Es evidente que el hombre
ignoraba ciertos elementos del texto que la señora May le atribuye
a él.
Instituye un periodo de
transición - cuya duración no precisa - durante el cual el Reino
Unido deja de ser considerado miembro de la UE, pero estará obligado
a plegarse a sus reglas, incluyendo las que sean adoptadas durante
ese periodo.
En vez de tratar de
adaptar la economía alemana a esa circunstancia, el gobierno de la
canciller Angela Merkel se dio entonces a la tarea de
sabotear la salida del Reino Unido de la UE.
Si Tusk está en ese puesto no es por haberse sido antes primer ministro de su país sino por dos razones muy diferentes:
Tusk comenzó por plantear la cuestión del compromiso británico en los programas plurianuales de la Unión Europea.
Si Londres tuviese que
pagar lo que se había comprometido a financiar, simplemente no
podría salir de la UE sin desembolsar un derecho de salida que
fluctuaría entre 55 000 y 60 000 millones de libras esterlinas.
Barnier sentía una sólida
aversión por
la City, a la que ya había
maltratado durante la crisis de 2008. Además, los financieros
británicos soñaban con hacerse del control de la convertibilidad
del yuan chino a euros.
Para garantizar el
fracaso del Brexit, Jouyet se apoya en el coronel Tom Tugendhat,
líder conservador de la oposición a Theresa May, e incluso nombra a
la esposa del coronel - Anissia Tugendhat - como adjunta en la
embajada de Francia en Londres.
La primera ministra británica, Theresa May, espera pasar a manos de jefes de gobierno después de la foto familiar en la cumbre informal de la UE en Salzburgo, Austria, el jueves 20 de septiembre de 2018.
Theresa May presenta en esa cumbre el consenso que había logrado en su país - y que muchos deberían ver como un ejemplo.
Se trata del llamado "Plan de Chequers", [1] que propone,
[1] "Chequers" es el nombre de la residencia campestre oficial asignada al primer ministro británico. Allí se presentó la propuesta británica a la Unión Europea. Nota de la Red Voltaire.
Tusk rechaza de plano la
propuesta.
Se logró la paz sólo porque la creación de la Unión Europea permitió la eliminación de la frontera entre Irlanda del Norte (bajo la dominación inglesa) y la República de Irlanda (independiente del Reino Unido y miembro de la UE).
Ahora Donald Tusk exige que, para evitar el resurgimiento de aquella guerra de liberación nacional, Irlanda del Norte se mantenga en la unión aduanera de la UE.
Eso implicaría la
creación de una frontera, bajo control de la Unión Europea,
frontera que dividiría en dos el Reino Unido, separando Irlanda del
Norte del resto del reino.
Según la imagen que
proyectan, dan la impresión de ser respetuosos de las reglas de
imparcialidad y de tomar decisiones colectivas cuyo único objetivo
sería servir al interés general - aunque sólo los británicos
refutan la noción misma de interés general.
Algunos dirigentes
europeos defienden los intereses de sus países en detrimento de
todos los demás. Lo peor es, evidentemente, el chantaje que se
ejerce contra el Reino Unido, tratando de obligarlo a someterse a
las condiciones económicas de la UE bajo la amenaza de favorecer el
resurgimiento de la guerra de independencia en Irlanda del Norte.
Es cierto que si las tres
grandes potencias europeas crearan su propia alianza militar, el
problema quedaría resuelto. Pero es imposible concretar esa alianza
porque no se puede construir un ejército sin decidir antes quién
será el jefe.
El Mercado Común de la Comunidad Europea había permitido reconciliar a los europeos del oeste con los europeos del este y fortalecer la paz.
Su sucesora, la Unión Europea, está destruyendo ese legado, dividiendo nuevamente a los europeos y enfrentándolos entre sí. ..
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