por Manlio Dinucci
20 Abril
2021
del
Sitio Web
IlManifesto
traducción de
Red Voltaire
23 Abril
2021
del
Sitio Web
VoltaireNet
Versión original en italiano
Todos los países miembros de la OTAN fueron conminados a presentarse
de inmediato ante el Consejo del Atlántico Norte y a firmar una
declaración contra Rusia.
Y todos corrieron a cumplir la orden.
Sin
embargo, cuando el presidente estadounidense Joe Biden pareció dar
marcha atrás, invitando el presidente ruso Vladimir Putin a un
encuentro bilateral, los fieles soldaditos de la OTAN perdieron su
marcial entusiasmo.
Dan la impresión de haberse vuelto nuevamente
obedientes ante Estados Unidos pero siendo menos entusiastas
después del breve paréntesis de libertad que vivieron bajo la
administración Trump.
Roma
(Italia)
Los ministros italianos de Exteriores y de Defensa -
Luigi Di Maio y
Lorenzo Guerini - fueron convocados con urgencia para una reunión
extraordinaria del Consejo del Atlántico Norte realizada en el
cuartel general de la OTAN en Bruselas el 15 de abril, precisamente
el mismo día que el presidente estadounidense
Joe Biden firmaba, en
Washington, su,
"Decreto Contra las Actividades Exteriores
Perniciosas (sic) del Gobierno Ruso"...
En ese decreto, Biden no se limita a ordenar la expulsión de
diplomáticos rusos y la adopción de sanciones económicas que
reportan los grandes medios de difusión.
Biden estipula además que,
"si Rusia prosigue o intensifica sus acciones internacionales
desestabilizadoras, Estados Unidos impondrá costos tales que
tendrán un impacto estratégico sobre Rusia".
Para preparar ese "impacto estratégico", o sea una escalada
político-militar incrementada contra Rusia, se convocó el Consejo
del Atlántico Norte, a nivel de los ministros de Exteriores y de
Defensa de los 30 países miembros de la OTAN, bajo la presidencia
del secretario de Estado,
Antony Blinken, y del secretario de
Defensa, el general
Lloyd Austin.
El secretario de Estado, Antony Blinken (en primer plano)
y el
general Lloyd Austin, secretario de Defensa.
Y el Consejo del Atlántico Norte - el órgano político de la OTAN,
que, según las normas de la alianza atlántica, toma sus decisiones
no por mayoría sino "por unanimidad y de común acuerdo" - aprobó de
inmediato y por unanimidad una,
"Declaración de solidaridad con
Estados Unidos sobre las acciones, anunciadas el 15 de abril, en
respuesta a las actividades desestabilizadoras de Rusia".
Esa declaración enuncia, con las mismas palabras que el decreto del
presidente Biden, los cargos que se emiten contra Rusia:
"comportamiento desestabilizador y provocador, violación de la
integridad territorial de Ucrania y de Georgia, interferencia en
las elecciones de Estados Unidos y sus aliados, amplia campaña de
desinformación, utilización de gas neurotóxico contra Navalni,
apoyo a los ataques contra las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN
en Afganistán, violación de los acuerdos sobre la no proliferación
y el desarme".
Ante todas esas acusaciones habría que recordar un solo elemento que
las echa todas por tierra:
quien acusa a Rusia de haber violado los
acuerdos de no proliferación nuclear y sobre el desarme es nada más
y nada menos que Estados Unidos, el país que ya violaba el Tratado
de No Proliferación nuclear con su despliegue armas atómicas en
Italia y en otros países europeos, el mismo país que rompió el
Tratado INF (el Tratado sobre las Fuerzas Nucleares de Alcance
Intermedio) y que abrió así el camino a la instalación de nuevos
misiles nucleares en Europa.
La escalada ya no es sólo verbal.
El día antes de la realización del
Consejo del Atlántico Norte, las fuerzas terrestres de Estados
Unidos en Europa anunciaron que, como en los próximos 2 meses van
a recibir 2 nuevas unidades de operaciones, Estados Unidos mantendrá
en Alemania 3 bases militares que supuestamente iba a devolver al
gobierno alemán.
Y al día siguiente de la reunión del Consejo del
Atlántico Norte, Estados Unidos anunció un acuerdo con Noruega que
permitirá al Pentágono disponer de 4 bases aéreas y navales en las
fronteras con Rusia.
Mientras tanto ha regresado a Europa el destructor
USS Arleigh Burke, después de una
modernización ,
"incrementó el radio de
acción y la capacidad de su armamento".
El USS Arleigh Burke es uno
de los 4 navíos lanzamisiles de despliegue avanzado de la Sexta
Flota estadounidense que operan principalmente en el Báltico y en
el Mar Negro, bajo las órdenes del Mando de las Fuerzas Navales de
Estados Unidos en Europa - cuyo cuartel general está en Nápoles,
Italia.
Esos 4 buques estadounidenses están equipados con lanzadores
verticales
Mk 41, de Lockheed Martin, y, según las
especificaciones técnicas del fabricante, son capaces de lanzar
misiles,
"misiles para todo tipo de misiones: antiaéreos, antibuque y
misiles de ataque contra objetivos terrestres".
Estos últimos,
entre ellos los
misiles Tomahawk, pueden llevar tanto ojivas
convencionales como ojivas nucleares.
Por su parte, mientras el gobierno británico también anuncia el
próximo envío de otro buque lanzamisiles al Mar Negro, el gobierno
ruso hizo saber que desde el 24 de abril y hasta el 31 de octubre
no concederá ninguna autorización de paso a barcos de guerra
extranjeros a través de las aguas territoriales rusas en 3 áreas
del Mar Negro.
La situación se hará todavía más tensa durante el próximo verano,
cuando la OTAN y Ucrania realicen en el Mar Negro la maniobra
Sea Breeze, con la participación programada de varios países miembros
de la alianza atlántica, con más de 30 navíos que contarán con el
apoyo de aviones, helicópteros y drones...
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