recibido por Email 03 Febrero 2020
En esa ocasión, se mencionó que además de organizaciones como el Comité Olímpico Internacional (COI), existían agencias especializadas que se encargaban del control del uso de sustancias prohibidas.
Particularmente se relacionó a la
World Anti-Doping Agency (WADA) o
en español, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Así pues, la WADA (AMA) cuenta con una lista específica de sustancias y métodos prohibidos dentro y fuera de competición.
El deber ser de la agencia es proveer los
mecanismos necesarios para evitar que deportistas de diversas
disciplinas obtengan ventaja frente a sus contrincantes o, en otras
palabras, que las justas deportivas se desarrollen en un ambiente de
equidad y justicia.
Por ejemplo, a las atletas norteamericanas como las tenistas Williams, la basquebolista Elena Donne o la gimnasta Simone Biles, les fue permitido participar en las olimpiadas de Río 2016, a pesar de haber dado positivo en sustancias ilícitas.
Pero no sólo eso:
Esta situación contrasta
con atletas de otras nacionalidades (particularmente rusos) para
quienes los controles y sanciones parecen ser mucho más severos.
En efecto, la reciente sanción a la delegación de la Federación rusa raya en lo absurdo, pues es inconcebible que por la actuación de un puñado de atletas toda una delegación e incluso un país completo sea apartado de las justas deportivas.
Desde esa perspectiva, si un deportista incurrió en una falla que fue investigada y probada después de un proceso imparcial y justo, es necesario que se imponga una sanción individual (que, dicho sea de paso, debe ser proporcional a la de otros competidores sin distingo de su nacionalidad), ¿pero que una nación completa sea descalificada?
Esta circunstancia realmente no tiene una explicación
más allá de ser una persecución con tintes políticos.
Así las cosas, la delegación de ese país no podrá tomar parte de las olimpiadas de Tokio 2020, ni tampoco de su edición de invierno en Pekín 2022.
Pero quizá una de las separaciones más dolorosas será el mundial de fútbol de Qatar 2022, uno de los eventos deportivos más importantes en el mundo.
La determinación fue tomada por la agencia antidopaje, la cual concluyó que Moscú,
No obstante, los motivos de la WADA (AMA) no son
del todo esclarecedores y el argumento de no permitir la
participación a toda una delegación por la actuación de ciertos
deportistas y dirigentes no es sólido ni convincente, por ello se
puede pensar más en un complot por parte de los altos directivos de
la agencia antidoping.
Esto es una completa humillación para una de las delegaciones históricas más importantes del mundo.
De hecho, la extinta Unión Soviética obtuvo varias veces el primer lugar en el medallero general de una competición y aún se ubica en el segundo lugar histórico sólo por debajo de los Estados Unidos.
Incluso una delegación joven como la rusa que ha disputado siete olimpiadas (desde 1992) acumula 153 preseas doradas.
Estos datos hablan por sí solos de la gran
capacidad deportiva de la Federación rusa y cómo existen intereses
oscuros que quieren apartar a estos grandísimos atletas de la
gloria, algo que hace recordar el boicot occidental a las olimpiadas
de Moscú de 1980.
A pesar de todo este
entramado, la delegación rusa no ha tenido la oportunidad de
defenderse en un proceso justo y todos los deportistas, sin importar
su disciplina, han tenido que cargar con un estigma que no les
corresponde.
En efecto, muchos
atletas rusos no tienen la culpa de lo que está sucediendo y, sin
embargo, sus carreras también se han afectado por la decisión
deliberada de la agencia antidopaje. Además de lo anterior, no debe
perderse de vista la composición de la WADA (AMA) y la influencia de
los directivos británicos y de la
USADA (la agencia antidopaje de
los Estados Unidos, por sus siglas en inglés).
Todo ello sumado a la presión de Estados Unidos que busca limitar, a como de lugar, el papel geopolítico de Rusia y su permanente influencia en el mundo, pues el deporte es la extensión de la política.
Por tanto, ya se especula
que la próxima víctima de la agencia antidopaje puede ser la
República Popular China, lo que confirmaría categóricamente la
influencia política de esta agencia.
En este escenario es donde se comprueba que el criterio de evaluación de los casos de dopaje varía sustancialmente de país a país.
Mientras deportistas de nacionalidad
estadounidense o británica reciben sanciones risibles o incluso les
permiten la utilización de sustancias prohibidas bajo criterio
médico, otros deportistas son excluidos por años de las competencias
y, como en el caso de Rusia, toda la delegación es juzgada sin
derecho a la defensa.
Es imposible dejar de ser suspicaz frente al hecho de que todos los jefes de la WADA (AMA) incluido su máximo representante, Craig Reedle, son de origen anglosajón.
Es por ello que constantemente las delegaciones del mundo se preguntan si los máximos directivos no están políticamente agendados.
No en vano, han surgido múltiples propuestas para reformar la autoridad antidopaje. El llamado fue realizado por más de 17 delegaciones que se encuentran inconformes con la manera en la que la agencia antidopaje dirige las investigaciones.
Además, resulta un claro conflicto de intereses el hecho que el actual director Craig Reedie haya sido vicepresidente del Comité Olímpico Internacional (COI).
Estas acusaciones dan
cuenta de las complejas y parciales decisiones que se han tomado al
interior del organismo rector antidopaje.
En todo caso, el deporte debe primar por encima de las ambiciones políticas de unos pocos funcionarios de corbata.
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