25 Febrero 2023
del
Sitio Web
SputnikNews
Joe Biden, presidente de Estados Unidos
© AP Photo / Evan Vucci
Un artículo publicado en 'Bloomberg'
revela que el Gobierno de Biden
seguirá intimidando a compañías
de numerosos países para que
corten
sus lazos comerciales con Rusia.
El reportaje reconoce,
sin embargo,
que la estrategia estadounidense no ha funcionado
y que
la economía rusa
se mantiene robusta y crecerá este año.
El análisis, titulado
Cómo la táctica de máxima fuerza no está
deteniendo a Rusia, hace una cronología de los intentos del Gobierno
de EE.UU. para perjudicar la economía rusa tras el inicio de la
operación militar especial en Ucrania, especialmente la
imposición
de sanciones económicas.
Pese a la confianza de los integrantes del equipo de
Biden, que
consideraban las medidas como el equivalente económico de lanzar un
arma nuclear, Bloomberg admite que no han hecho mella en
la fuerte
economía rusa y se pregunta si esta herramienta de su política
exterior, cada vez más usada por los Estados Unidos para castigar a
los países que no se alinean con sus directivas, están perdiendo
efectividad.
"Las sanciones a
largo plazo del pasado, impuestas a países como Cuba o
Venezuela, han debilitado a los adversarios, pero no los ha
inducido a cambiar su política.
Eso será algo más
difícil de lograr en el caso de una gran economía como Rusia con
tecnócratas capaces, amigos poderosos y muchos productos que el
mundo quiere", reflexiona el autor.
El medio financiero añade
con tono casi elogioso:
"Las profundas redes
diplomáticas de Rusia ayudaron a que su economía fuera más
resistente. Cuando las ventas de crudo a Europa se desplomaron,
India, un antiguo aliado de Moscú, intervino como comprador.
A medida que se
agotaron las ventas de semiconductores del bloque liderado por
Estados Unidos, las importaciones de Rusia desde China y Hong
Kong se dispararon".
Debido a este fracaso de
la guerra económica librada por Washington, es que, de acuerdo a
Bloomberg, el Gobierno de Biden está redoblando sus intentos
para presionar a compañías de distintas partes del mundo para que
corten sus lazos con Rusia, especialmente de países como Turquía y
los Emiratos Árabes Unidos, países que fueron visitados
recientemente por funcionarios estadounidenses para lograr ese
objetivo según consigna el artículo.
Llamativamente, la nota precisa que los Estados Unidos también busca
convencer a empresas chinas de suspender sus relaciones con Rusia,
pese a que el Gobierno de Biden ha profundizado en el último tiempo
su política de demonización y agresiones hacia el gigante asiático,
mientras que Moscú y Pekín
han ratificado sus buenas relaciones y su
asociación estratégica en los últimos días.
Romper esta alianza, vaticina Bloomberg, sin embargo, será una tarea
difícil:
"La amplia hostilidad
hacia China en Washington significa que hay límites a los
incentivos que la Administración Biden puede ofrecer al
principal rival geopolítico de Estados Unidos".
El fracaso de
la beligerancia de Washington
Pese a las diligencias extorsivas de los funcionarios de Biden,
el artículo apunta que la estrategia de Washington de mantener su
guerra económica tiene pocos chances de tener éxito dado el contexto
geopolítico actual, alejado de la hegemonía unipolar estadounidense
de otras épocas.
"Hay un riesgo más
amplio en la estrategia de 'con nosotros o contra nosotros de
Washington', sostiene Bloomberg.
"Los objetivos de las sanciones anteriores no eran países
líderes que podrían formar un bloque económico rival, como lo
puede ser el eje Rusia-China.
Las medidas que
tenían como objetivo acorralar a los países y regresarlos al
orden dictado por Washington podrían terminar estimulándolos a
elaborar su propio conjunto de reglas", agrega.
Agathe Demarais,
ex-funcionaria del Tesoro francés, asegura en el artículo que esa
beligerancia ha hecho que Estados Unidos haya perdido influencia
sobre la lista cada vez mayor de naciones sujetas a sanciones.
Países como Irán, Cuba, Venezuela, y ahora Rusia y China, se han
dado cuenta de que,
"es mejor adaptarse a
las sanciones y reorientar su comercio hacia otros países que
hacer esfuerzos para intentar que se levanten las sanciones",
reflexiona la economista francesa.
Datos comparativos
Más allá de los análisis y las predicciones, los datos confirman la
fortaleza de la economía rusa pese a la oleada de sanciones de
Occidente, a la vez que exhiben la debilidad de la marcha económica
de los Estados Unidos.
Pese a declaraciones como la del ministro francés de Economía, Bruno
Le Maire, quien aseguró el año pasado que la Unión Europea haría
"colapsar" a Rusia con la imposición de sanciones, el PIB ruso cayó
apenas un 2,1% en el 2022, según el servicio ruso de estadísticas
Rosstat.
Es casi un 1,5% por
debajo de las primeras estimaciones del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y un 0,9% mejor que lo pronosticado por los
propios economistas del Kremlin.
Por si esto fuera poco, las más recientes estimaciones del FMI
tienen a Rusia nuevamente en la senda del crecimiento, proyectando
una expansión del 0,3% para el 2023, según los más recientes
cálculos.
De hecho, según los datos
del FMI, está previsto que el crecimiento del PIB de Rusia supere en
su crecimiento a la vasta mayoría de los países europeos en 2023 y
2024.
La cara opuesta de este éxito económico es el Estados Unidos de
Biden.
Pese a las proclamas del
presidente demócrata ufanándose de sus sucesos, las cifras reales
cuentan otra historia:
en el cuarto
trimestre del 2022 el crecimiento de la economía se frenó,
alcanzando apenas el 2,7%, cuando durante el tercer trimestre la
economía había aumentado un 3,2%.
De la misma forma, el PIB de Estados Unidos se expandió nada más
un 2,1%, por debajo de las estimaciones más pesimistas, y muy
lejos del aumento del 5,9% que se vio en el 2021.
¿Por qué Fracasaron
...las
Sanciones Occidentales contra Rusia?
25 Febrero 2023
del
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SputnikNews
Vista del Centro Internacional de Negocios de Moscú
© Sputnik / Alexey Mayshev
Las sanciones debían
asestar un golpe rápido y devastador a la economía rusa, del que
tardaría años en recuperarse.
Sin embargo, para
disgusto de los políticos occidentales, Rusia no solo ha superado la
tormenta de las sanciones, sino que tiene el potencial de emerger
incluso más fuerte que antes.
Durante un discurso en Polonia el año pasado, el presidente
estadounidense,
Joe Biden, se jactó de que las sanciones
habían reducido el rublo ruso a "escombros" y predijo con certeza
que la economía rusa iba "camino de reducirse a la mitad".
El ministro francés de
Finanzas, Bruno Le Maire, fue aún más lejos en su
declaración, afirmando que Occidente provocaría el "colapso"
económico de Rusia.
"Estamos librando una
guerra económica y financiera total contra Rusia", declaró a una
emisora francesa en marzo 2022.
"El equilibrio de
poder económico y financiero está totalmente a favor de la Unión
Europea, que está en proceso de descubrir su propio poder
económico", agregó.
A pesar de estas fuertes
promesas, la economía rusa
se contrajo apenas un 2,5% el año pasado,
un descenso considerablemente menor que los experimentados durante
la crisis financiera de 1998 (5,3%) y la gran recesión de 2008
(7,9%).
En un informe publicado
el mes pasado, el Fondo Monetario Internacional pronosticaba que el
crecimiento económico ruso superaría al de Alemania y el Reino Unido
tanto en 2023 como 2024.
Las sanciones tampoco han conseguido convertir a Rusia en un paria
mundial.
Un informe reciente de la Universidad de St. Gallen (Suiza)
reveló que solo el 8,5% de las empresas europeas y del G7 había
desinvertido en Rusia entre febrero y noviembre de 2022.
Al mismo tiempo, la
facturación comercial de Rusia con potencias económicas no
occidentales como China, la India, Turquía e Indonesia se disparó.
A principios de este mes, el jefe de la política exterior de la UE,
Josep Borrell, se vio obligado a admitir que la estrategia de
sanciones de Occidente no iba según lo previsto.
"Es cierto que la
economía rusa no se ha hundido y que el PIB no es el previsto, y
es cierto que el año pasado obtuvo unos ingresos
extraordinariamente altos procedentes del petróleo y el gas",
declaró durante un discurso en el pleno del Parlamento Europeo.
¿Cómo ha logrado Rusia
superar un ataque de sanciones sin precedentes?
Para responder a esa
pregunta, Sputnik conversó con economistas y empresarios rusos de
sectores que varían desde la agricultura a las tecnologías de la
información.
Nos indicaron que las
sanciones occidentales estaban condenadas al fracaso desde el
principio porque se basaban en una visión distorsionada de la
economía rusa.
Subrayaron que aunque las sanciones indudablemente crearon desafíos
económicos para Rusia a corto y medio plazo, también presentaron una
poderosa oportunidad para reactivar la industria nacional y el
potencial científico, así como para establecer nuevas asociaciones
con economías asiáticas, de Oriente Medio, América Latina y África.
Una estrategia
fallida
Durante las semanas y meses que siguieron al inicio de la
operación
militar de Rusia en Ucrania, EE.UU. y la UE aplicaron los paquetes
de sanciones más amplios jamás vistos.
Los gobiernos
occidentales presionaron al sistema mundial de pagos SWIFT para que
expulsara a varios de los mayores bancos rusos, prohibieron la
entrada de barcos y aviones rusos en sus puertos y espacio aéreo, e
impusieron controles a la exportación destinados a restringir el
acceso de Rusia a diversas tecnologías avanzadas y componentes clave
de producción.
Aunque esta ola de sanciones provocó inicialmente una caída de la
moneda nacional rusa, el rublo, y un repunte de la inflación, el
efecto de choque duró poco.
En pocas semanas, el rublo
recuperó todo
el valor que tenía antes del conflicto e incluso lo incrementó.
Del mismo modo, la
inflación alcanzó una tasa máxima del 17,8% en abril de 2022 y luego
comenzó a descender de forma constante, llegando al 11,8% en enero
de 2023 (una tasa inferior a la de muchos países de Europa Central y
Oriental).
En contra de las
expectativas de muchos economistas occidentales, la tasa de
desempleo de Rusia no solo no aumentó, sino que alcanzó un mínimo
histórico postsoviético del 3,7% en diciembre de 2022.
A pesar de las nuevas restricciones financieras y logísticas
impuestas a los exportadores rusos, los contactos comerciales con el
exterior también
se mantuvieron sólidos.
El superávit por cuenta
corriente de Rusia - que mide la diferencia entre las salidas y
entradas de comercio de un país - alcanzó el año pasado la cifra
récord de 227.400 millones de dólares, un 86% más que en 2021.
¿Por qué unas sanciones sin precedentes dieron resultados tan poco
impresionantes?
Jacques Sapir,
economista de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, con
sede en París, explicó a Sputnik que la razón principal era que se
basaban en premisas falsas sobre el tamaño y la resistencia de la
economía rusa.
Gran parte del problema,
explicó, era que los responsables políticos estadounidenses y
europeos se fijaban en estadísticas equivocadas.
La principal métrica utilizada en Occidente para medir la economía
rusa es el producto interior bruto (PIB) nominal, que se calcula
simplemente convirtiendo su valor en rublos a dólares
estadounidenses.
Sapir argumentó que el
PIB nominal subestima la fortaleza de la economía rusa porque no
tiene en cuenta la paridad del poder adquisitivo (PPA), que ajusta
las diferencias de costes entre países.
Señaló que, mientras que
el PIB nominal de Rusia era comparable al de España, su PIB basado
en la PPA era aproximadamente del mismo nivel que el de Alemania.
Otro factor clave es que la economía rusa está mucho menos orientada
a los servicios que sus homólogas occidentales.
Sapir explicó que, aunque
los servicios podían ser una importante fuente de crecimiento
económico en tiempos de paz, inevitablemente quedaban relegados a un
segundo plano frente a los sectores manufacturero y de materias
primas en épocas de agitación geopolítica.
Señaló que Rusia sigue
manteniendo una base industrial considerable y es uno de los
principales proveedores mundiales de gas natural, petróleo, metales
de tierras raras y productos agrícolas.
"Rusia ocupa un lugar
muy específico en los mercados mundiales y, por tanto, intentar
aislar a este país conduciría inevitablemente a una catástrofe
económica internacional", afirmó.
"Como era de esperar,
muchos países nunca aceptarían sumarse a los esfuerzos
encaminados a aislar a Rusia porque necesitan comerciar con
ella", añadió.
Sapir también afirmó que
Occidente subestimó la capacidad de Rusia para encontrar proveedores
alternativos para varios tipos de maquinaria y componentes clave
utilizados en la producción.
Señaló que aunque las
importaciones rusas cayeron sustancialmente durante el segundo
trimestre de 2022, repuntaron durante el tercer y cuarto trimestre.
"Rusia importa ahora
más o menos la misma cantidad de productos que importaba a
finales de 2021", afirmó.
Esta recuperación
relativamente rápida se debió a que Rusia reorientó sus flujos
comerciales de Europa a Asia, especialmente China, explicó Sapir.
Otro factor importante
fue que las empresas rusas se habían vuelto bastante expertas en
eludir las sanciones occidentales con la ayuda de sus homólogas en
terceros países.
Por ello, muchos
productos europeos y estadounidenses siguen entrando en el mercado
ruso.
El
renacimiento de la industria
Las sanciones pueden convertirse en una bendición disfrazada para
Rusia, de acuerdo con Konstantín Babkin, presidente de
Rostselmash, uno de los mayores fabricantes rusos de maquinaria
agrícola.
Décadas de integración económica con Occidente habían hecho que
Rusia sacrificara parte del potencial industrial que heredó de la
Unión Soviética, argumentaba Babkin.
En lugar de fabricar
aviones y camiones desde el inicio hasta el producto final, como
hacía antes, Rusia empezó a importar esa compleja maquinaria de
Occidente.
Las sanciones occidentales impuestas el año pasado han creado una
necesidad urgente de que Rusia reconstruya su base industrial.
Durante un
discurso ante
la Asamblea Federal, el presidente ruso, Vladímir Putin,
declaró que Rusia necesitaba reorientar su economía, pasando de
vender materias primas a Occidente a desarrollar sus propias
tecnologías y equipos avanzados.
Babkin declaró a Sputnik que Rusia poseía todas las condiciones
necesarias para apoyar una reactivación industrial: una inmensa
riqueza en recursos naturales, vastas extensiones de tierra
disponible, un mercado de 150 millones de personas y sólidas
instituciones científicas capaces de formar a la próxima generación
de innovadores.
Lo principal para hacer realidad el potencial económico de Rusia es
un fuerte apoyo gubernamental a los fabricantes nacionales.
Algunas de las medidas
políticas que Babkin recomendó incluyen tipos de interés e impuestos
más bajos, así como nuevos aranceles.
"Muchos países ya han
alcanzado los límites físicos o espaciales de su desarrollo:
ya no quedan
mercados que conquistar, ni campos que sembrar, ni
oportunidades de expansión.
Por eso gran parte
del mundo moderno está atravesando una crisis", afirmó.
"Rusia es uno de los
pocos países, quizá incluso el único, que tiene mucho margen
para seguir desarrollándose. Podemos crecer muchas veces si
confiamos en nuestros recursos, en nosotros mismos y en nuestra
civilización", subrayó.
Algunas empresas rusas ya
se están moviendo para ocupar los recién formados nichos en el
mercado nacional.
El pasado noviembre, el
sector manufacturero ruso experimentó su mayor expansión en más de
cinco años, de acuerdo con una encuesta empresarial de la firma de
análisis financiero S&P Global.
El aumento de la demanda
interna fue el principal motor del incremento de la producción y el
empleo.
Babkin señaló que después de que Occidente
impusiera sanciones
contra Rusia en 2014 por la reunificación de Crimea, la cuota de
equipos agrícolas de fabricación rusa en el mercado nacional saltó
del 25% al 65%.
Sostuvo que la actual
ronda de sanciones podría proporcionar un impulso similar para
resucitar la producción rusa de aviones y automóviles.
"Hoy en día, la tarea
prioritaria en la aviación civil es lanzar lo antes posible la
producción en serie de aviones de pasajeros fabricados por
completo en Rusia, sin ningún componente extranjero", declaró a
Sputnik la Corporación Aérea Unida, empresa aeroespacial rusa
que forma parte de la corporación estatal Rostec.
La compañía explicó que
la decisión de los gigantes occidentales Boeing y Airbus de
abandonar el mercado ruso el año pasado obligó a los fabricantes
nacionales no solo a aumentar la producción de aviones, sino también
a empezar a fabricar sus propios motores y otros componentes clave.
Por su parte, la United Air Corporation tiene previsto fabricar 500
aviones de aquí a 2030 para ayudar a sustituir la actual flota de
aviones extranjeros, que se irá retirando gradualmente.
Uno de sus proyectos más
prometedores es
el MC-21, un avión de pasajeros de nueva generación
que ya está en producción.
La principal ventaja del
MC-21 es su ala compuesta de última generación, que proporciona al
avión una aerodinámica superior.
La soberanía
tecnológica
Uno de los objetivos centrales de las sanciones occidentales es
sofocar la innovación tecnológica rusa.
Cuando Biden desveló el
primer paquete de sanciones
relacionadas con Ucrania el año pasado,
prometió que EE.UU. y sus aliados socavarían la,
"capacidad de Rusia
para competir en una economía de alta tecnología del siglo XXI".
El aspecto tecnológico de
las sanciones no ha hecho más que cobrar importancia desde entonces.
Aunque los políticos
occidentales admiten ahora que las sanciones no han conseguido
colapsar la economía rusa, siguen expresando su esperanza de que las
restricciones tecnológicas frenen el progreso de Rusia a largo
plazo.
Muchos científicos y empresarios rusos cuestionan esta hipótesis.
Por ejemplo, Evgueni
Nikolaev es director de proyectos en Health Test, una empresa
rusa que trabaja en el desarrollo de un programa de aprendizaje
automático que ayudará a los médicos a diagnosticar la enfermedad de
Alzheimer en pacientes durante las primeras fases de su desarrollo.
Esta tecnología, que no tiene análogos extranjeros, se está
sometiendo actualmente a pruebas clínicas en un hospital de Moscú,
tras lo cual se distribuirá a otras instituciones médicas de la
capital rusa.
Nikolaev afirmó que las sanciones occidentales no han tenido ningún
impacto significativo en el desarrollo del proyecto, señalando que
todos los,
"reactivos y
consumibles necesarios podrían sustituirse por otros nacionales
u obtenerse mediante importación paralela".
Al mismo tiempo, subrayó
que los científicos rusos no necesitaban patrocinios extranjeros
para realizar avances.
Señaló que instituciones
gubernamentales como el Departamento de Sanidad de Moscú y el
Clúster de Innovación de Moscú estaban ofreciendo al proyecto un
importante apoyo en términos de desarrollo de productos y aplicación
práctica.
Un argumento similar planteó Valentín Makárov, el presidente de la
Asociación Rusa de Desarrolladores de Software (RUSSOFT). Según
declaró a Sputnik, Rusia cuenta con dos ventajas para seguir
innovando a pesar de las sanciones occidentales.
La primera es la sólida formación científica de Rusia, cuyo legado
de excelencia se remonta a la época zarista.
Además, Makárov argumentó
que Rusia estaba bien posicionada para crear nuevas asociaciones
tecnológicas con economías no occidentales como China y la India.
Irónicamente, las
sanciones han brindado a los sistemas de software y ciberseguridad
rusos la oportunidad de demostrar su resistencia ante una presión
externa sin precedentes.
"Tras el inicio de la
operación militar especial, asistimos a un aumento múltiple de
los ciberataques contra los sistemas rusos, a la prohibición del
uso de software extranjero y a la finalización de las licencias
de soporte de este software", afirmó.
"A pesar de todo lo
ocurrido, los sistemas rusos siguieron funcionando como antes.
Resultó que las
gigantescas corporaciones estadounidenses, que dominan las
tecnologías de la información mundiales, no pueden destruir el
funcionamiento de estos sistemas rusos.
Esto demostró a todo
el mundo que Rusia tiene capacidad de soberanía tecnológica",
agregó.
De acuerdo con Makárov,
el mundo está al borde de un nuevo orden tecnológico, centrado en la
inteligencia artificial y los sistemas ciberfísicos.
En lugar de seguir siendo
un socio menor en el ecosistema tecnológico liderado por Occidente,
Rusia necesitaba tomar la iniciativa y desarrollar sus propios
proyectos ambiciosos y revolucionarios en coordinación con sus
aliados.
Una idea prometedora, según Makárov, es que Rusia encabece la
creación de un nuevo sistema euroasiático de pagos financieros
digitales.
Tal iniciativa no solo
facilitaría un mayor comercio regional, sino que también protegería
a sus miembros de las sanciones occidentales y otras formas de
presión económica.
"No podemos
convertirnos en líderes del nuevo orden tecnológico si seguimos
vendiendo petróleo y gas al mercado mundial y luego utilizamos
esos beneficios para comprar sistemas tecnológicos desarrollados
por otros países", afirmó.
"Si no nos centramos en desarrollar nuestros propios sistemas,
en cooperación con socios de países amigos, por supuesto, eso
significa que volveremos a depender de otro.
Rusia cuenta con un
enorme número de especialistas capaces de crear nuevas
tecnologías que cambiarán el mundo, así que debemos
aprovecharlo", concluyó.
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