Todo
ser humano miente entre dos y 80 veces al día.
Esto
puede parecer mucho, pero no todas las mentiras son
iguales. Las mentiras piadosas son cortesías.
Estas mentiras sociales son el lubricante para una
convivencia armoniosa.
Sin
embargo, las llamadas 'mentiras negras' se pronuncian para
actuar de manera fraudulenta o por interés propio.
Los
científicos han descubierto que cuanto más miente
alguien, menos reacciona el cerebro.
Se
produce un efecto de embotamiento. Incluso los animales
son capaces de engañar.
Los
científicos de la Universidad de Medicina Veterinaria de
Viena están realizando pruebas con una especie que se
parece más a los humanos de lo que quisiéramos:
los cerdos.
La
mentira es aparentemente una antigua herencia 'natural'.
Esta
habilidad se desarrolla en la infancia. A partir de los
cinco años, los niños entienden cómo funcionan el
engaño.
Esto
no es malo, porque si un niño puede mentir, eso
significa que su cerebro está 'bien' desarrollado...
Los
científicos han buscado durante mucho tiempo el método
para desenmascarar a los mentirosos.
El
lenguaje corporal envía señales. Investigadores de
Granada descubrieron que al mentir la temperatura de la
cara y las manos cambia.
Por
lo tanto, la mentira incluso puede medirse de manera
confiable con una
cámara termográfica.
Lo
mismo no puede afirmarse del
polígrafo clásico.
Estas mediciones de pulso, frecuencia cardíaca,
respiración y conductancia de la piel son inexactas.
Pero
ahora, un científico de Würzburg logra resultados
sorprendentemente precisos con la ayuda de un detector
de mentiras.
Su
secreto:
la técnica correcta de preguntar...