por Idoya Noain

08 Abril 2025

del Sitio Web ElPeriodico

 

 

 

 

El presidente de EE.UU., Donald Trump,

en una cena con senadores republicanos

en Mar-a-Lago.

BEN CURTIS / AP
 

 

 

El Plan que daría un Sentido

a la Guerra Comercial de Trump.


Más allá del

relanzamiento de la manufactura

y la reducción del déficit del EE.UU.

late una estrategia donde los aranceles

son la puerta para el proyecto

que reharía el orden

económico y geopolítico mundial...

 



Las últimas semanas no han sido aptas para nadie que opere o invierta tomando como guía las normas que han regido durante décadas en las relaciones económicas y políticas mundiales.

 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto en marcha una guerra comercial sin precedentes en prácticamente un siglo.

 

Y aunque lo ha hecho de forma errática y caótica, en medio de la confusión se identifican señales de un método, de una estrategia.

 

Trump ha planteado por el momento un enfrentamiento monumental con China con aranceles que en algunos casos, según aclaraba este miércoles la Casa Blanca, llegan al 245%.

 

Tiene al resto del mundo castigado con gravámenes del 10%, además de los del 25% que aplican a importaciones a EE.UU. de acero, aluminio y vehículos.

 

Y ha dado a más de 70 naciones un plazo hasta el 9 de julio días para negociar una salida que evite los mal llamados aranceles "recíprocos", más onerosos. 

 

Con todos esos gravámenes Trump busca alcanzar la meta de reducir el déficit comercial de EE.UU. y relanzar la producción de la manufactura en el país.

 

Y al plantearse cómo llegar a esos objetivos entra en juego también el papel del dólar como divisa de reserva del mundo.

 

 

 

 

El "Acuerdo de Mar-a-Lago" y Stephen Miran

 

El presidente, guiado por sus creencias y sus instintos y por las ideas de algunos de sus principales asesores económicos,

plantea que sus aliados o socios comerciales deben llevar parte de peso del paraguas de defensa y seguridad global que despliega Washington, así como ayudarle con su deuda nacional.

Y esos asesores han preparado una hoja de ruta en la que se pretende deshacer el orden económico y geopolítico mundial y rehacerlo al servicio de los intereses de EE.UU.

 

La idea de un reordenamiento la ha barajado, por ejemplo, el secretario del Tesoro, Scott Bessent.

 

Y el gran sustento ideológico para las acciones de Trump se ha identificado en un documento que publicó en noviembre Stephen Miran,

presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump, cuando trabajaba para el fondo de inversiones Hudson Bay Capital...

La idea básica que plantea Miran es buscar un dólar más débil y barato que reviva la manufactura en EE.UU. y mantenga a raya la competencia de EE.UU. a la par que se mantiene la moneda como la divisa de reserva.

 

Es el resto del mundo el que paga.

 

Y es un plan que incluye lo que el economista ha bautizado como "Acuerdo de Mar-a-Lago", una "licencia poética" en homenaje a acuerdos como el de Bretton Woods, que tras la Segunda Guerra Mundial sentó las bases del orden económico mundial, o el Acuerdo del Plaza, con el que en 1985 Japón, Francia, Reino Unido y Alemania pactaron con EE.UU. una devaluación del dólar.

 

El documento de noviembre se titula "Guía del Usuario para Reestructurar el Sistema Global de Comercio" y en él Miran planteó los aranceles como un elemento de presión que puede forzar a negociar a socios comerciales, que serían más receptivos a,

algún tipo de acuerdo sobre la devaluación del dólar, lo que haría las exportaciones de EE.UU. más competitivas, y la refinanciación de la deuda, con los tenedores de esa deuda aceptando, por ejemplo, cambiar sus bonos actuales por otro a 100 años, con interés mucho más bajo o nulo, lo que abarataría el coste de EE.UU. para financiarse.

Los aranceles, en las propias palabras de Miran,

son el "palo" con que llevar a la mesa de negociación y mantenerse bajo el paraguas de la seguridad en defensa que ofrece EE.UU. es la "zanahoria"...

Y a principios de este mes (Abril 2025), en un discurso en el Hudson Institute, ponía sobre la mesa algunas "ideas" de cómo otros países pueden colaborar con Trump. 

 

Entre ellas mencionaba,

  • "aceptar aranceles a las exportaciones a EE.UU. sin represalias"

  • "acabar con prácticas comerciales injustas y dañinas abriendo sus mercados y comprando más de EE.UU."

  • "elevar su gasto de defensa y adquisiciones de EE.UU., comprando más bienes producidos en EE.UU."

  • "invertir e instalar fábricas en EE.UU."

La quinta era,

  • "simplemente, escribir cheques al Tesoro que ayuden a financiar bienes públicos globales".

 

 

 

Descarrilamiento

 

Durante meses observadores y analistas han estado escribiendo y escudriñando la propuesta.

 

Firmas de Wall Street incluso hablaron públicamente a clientes del impacto que podría tener en sus inversiones ese plan, y le dieron credibilidad voces como la del ex-ministro de economía griego Yanis Varoufakis, que definió el plan de,

"sólido aunque arriesgado".

El propio Miran, no obstante, había escrito que para que sus ideas llegaran a buen puerto harían falta,

"planificación cuidadosa, ejecución precisa y atención a los pasos para minimizar consecuencias adversas".

Y no parece que Trump llegara a leer o discutir esa parte del documento.

 

La impulsiva y desordenada manera en que el republicano ha acometido el despliegue y la escalada de su guerra comercial, así como las reacciones del mercado de la deuda pública,

ha hecho que a voces que nunca creyeron que hubiera un plan se sumen otras que, incluso habiéndole credibilidad, ven ya inviable la idea de que se repita un acuerdo como el del Plaza.

Como mucho, creen, Trump podrá lograr acuerdos individuales.