18 Mayo 2018
del Sitio Web
LaBrujulaVerda
Foto: dominio público
pixabay.com
Los primeros métodos para asegurar bienes aparecieron en China y
Babilonia durante el tercer y segundo milenios a.C.
Los
mercaderes chinos utilizaban un
sistema ingenioso:
repartían sus
mercancías entre los barcos de todos y, de ese modo, se
aseguraban de que si alguno sufría una desgracia, siempre
quedaba parte de la carga a salvo y no lo perdían todo.
Los babilonios, tal y como se puede
leer en las 282 cláusulas recogidas en el
Código de Hammurabi, utilizaban un
sistema mediante el que los comerciantes recibían préstamos para
financiar sus envíos, pagando una cantidad adicional al prestamista
como garantía de que el préstamo sería cancelado en caso de
naufragio o pérdida.
Posteriormente los
rodios y los
genoveses aportarían nuevos
modelos.
En cuanto a los
seguros de propiedades inmobiliarias, lo que hoy llamamos
seguro del hogar, aparecieron en 1666 a consecuencia del
Gran Incendio de Londres, por
motivos evidentes.
La primera aseguradora moderna,
Lloyd’s de Londres
foto dominio público en Wikimedia Commons
En un primer
momento solo existía una compañía que ofrecía este tipo de
productos, aunque pronto fueron surgiendo muchas más. No había un
'comparador' de seguros de hogar como los que ahora podemos
utilizar online.
Sin embargo, tanto
entonces como ahora, cuando se trata de contratar una póliza para
nuestra casa seguimos cometiendo los mismos errores:
-
Primer
error:
no leer las
condiciones:
nos
pasa lo mismo que cuando nos damos de alta en una red
social, no leemos el aviso legal ni las políticas de
privacidad.
Y luego
pasa lo que pasa...
Aquí la
cosa puede llegar a ser más grave, si no nos leemos bien
todas las coberturas podemos pensar que estamos
completamente asegurados y luego llevarnos una sorpresa.
Hay que
tener en cuenta que lo que se pretende con un seguro del
hogar, en el peor caso, es que la aseguradora
reconstruya nuestra casa.
Pero los
precios de venta varían mucho con el paso del tiempo. Hay
que tener en cuenta muchos factores, como los materiales y
su calidad, así como el valor de reconstrucción.
si
aquellos comerciantes chinos de los que hablábamos al
principio hubiesen hecho esto, mal negocio habrían
obtenido, nadie sabría a ciencia cierta el valor de la
carga perdida y lo más seguro es que acabasen teniendo
pérdidas.
Realizar un
inventario concienzudo puede salvarnos de un disgusto.
Y si no
podemos determinar el valor exacto de lo que poseemos, lo
mejor sería contactar con un profesional, que los hay.
-
Cuarto
error:
pensar que,
aunque la vivienda de nuestro vecino es igual que la nuestra
él paga mucho menos por su seguro.
Volviendo
al símil de los navegantes, es posible que la carga de
nuestro vecino sean vasijas de porcelana, mientras que
nosotros comerciamos con sedas, que son mucho más caras.
Un seguro
de hogar no depende solo del continente.
-
Quinto
error:
pensar que,
como estoy asegurado, ya puede pasar cualquier cosa que
puedo estar tranquilo. Si y no...
Podemos
estar tranquilos si hemos omitido todos los errores
anteriores y sabemos exactamente por las coberturas que
estamos pagando.
Hay que tener
presente que un seguro no es más que una manera de compartir
el riesgo, pero no significa que el riesgo vaya a
desaparecer por arte de magia.
Solo que seremos
capaces de afrontar sus consecuencias en mejor posición que si nunca
hubiéramos contratado un seguro, algo que los comerciantes chinos y
los babilonios ya sabían, muy acertadamente, hace 5.000 años...
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