DOS
Adolfo Hitler envió realmente expediciones a lo largo y ancho de
Europa y Asia y, finalmente, a América, para que ubicaran una
entrada al reino subterráneo. El dictador alemán estaba fuertemente
influido por un libro: “La raza futura -
Vril - The Power of the Coming Race”, de Lord
Edward George
Bulwer Lytton (1803-1873), que en esencia trata de una sociedad de
seres avanzados que viven en túneles y cuevas bajo la superficie
terrestre y que poseen una inteligencia y poderes muy adelantados
con respecto a los de nuestra humanidad.
Su objetivo último es salir
de este submundo y tomar en control el resto del planeta. El
narrador es un hombre anónimo descrito como “un nativo de Estados
Unidos”, que en un año no especificado de principios del siglo XIX
llega a Inglaterra y es conducido a una excursión por unas minas;
allí se entera de una leyenda según la cual uno de los túneles
conduce a un misterioso mundo subterráneo. El propio Lord Bulwer
Lytton excusa el anonimato que da a la localidad:
“El lector
comprenderá, ahora que cierro esta narración, mis motivos para
ocultar toda indicación referente a la zona que me refiero, y quizá
me agradezca evitar cualquier descripción que pueda llevar a
descubrirla”.
El Honorable Lord Lytton (como se lee su nombre en la portada de la
edición original del "The Coming Race", publicada en 1871) era un
escritor muy popular en la época victoriana. Hoy día sigue
recordándose -aunque no se lea mucho- su novela "Los últimos días de
Pompeya" (otra de sus obras, "The haunted and the haunters", ha sido
descrita por H.P. Lovecraft como “uno de mis libros inspiradores”).
Pero “La raza futura” está relegada al olvido y es hoy uno de los
libros más difíciles de encontrar. Se hizo una traducción al español
que, quien esto escribe, pensaba imposible de ubicar antes de
localizar un volumen curiosamente encuadernado en una librería de
viejo de la calle Donceles de la Ciudad de México; el libro tiene
una extraña textura de piel blanca y no hay título ni autor visible,
sólo una palabra escrita en tinta dorada en la parte superior del
lomo: vril.
Una página marcada de la obra, que forma parte de los párrafos
finales del capítulo VII, era la explicación de por qué se había
escrito esa palabra en el lomo:
“No hay ninguna palabra en lenguaje
alguno que yo conozca que sea un sinónimo exacto de vril. Le podría
llamar electricidad, salvo porque comprende en sus múltiples ramas
otras fuerzas de la naturaleza a las que, en nuestra nomenclatura
científica, se les asignan diferentes nombres, como magnetismo,
galvanismo, etcétera. Las gentes subterráneas consideran que en el
vril han llegado a la unidad de las agencias energéticas naturales,
que han sido conjeturadas por muchos filósofos de la superficie, y a
las que Faraday da el nombre más precavido de correlación.
Creo
-sigue el narrador- que las diversas formas bajo las que las fuerzas
de la materia se manifiestan tienen un origen en común; dicho de
otro modo, están tan directamente relacionadas y son tan mutuamente
dependientes que son convertibles, por así decirlo, la una en la
otra, y poseen equivalentes de poder en su acción. Estos filósofos
subterráneos afirman que, mediante el funcionamiento del vril, se
puede influir en la mente y el cuerpo de hombres, animales y
vegetales.”
Por medio de su narrador, Lord Bulwer Lytton explica que
el vril
puede ser utilizado para ampliar la conciencia de la mente y
permitir la transferencia de pensamiento de una persona a otra por
medio del trance o visión. Dice que “este líquido que en todo
penetra”, es el mayor poder sobre todas las formas de la materia, ya
sea ésta animada o inanimada. Puede destruir con la velocidad del
rayo y se la puede disciplinar; aplicado de modo diferente es capaz
de recuperar o vigorizar la vida, curar y conservar.
Al narrador le
dicen que la fuerza puede utilizarse para cortar el diamante así
como dirigirla para destruir al enemigo. Le enseñan una vara que
regula el vril y aprende que,
“el fuego alojado en el hueco de la
vara dirigida por un niño podría echar abajo la fortaleza más
poderosa o abrirse un camino ardiente desde la vanguardia a la
retaguardia en un campo de batalla.”
Otros usos del vril son como fuente de propulsión para sus ingenios
volantes, vehículos de tierra, mar y aire comunes en los reinos
subterráneos. El científico Charles A. Marcoux, director del
Subsurface Research Center en Phoenix, Arizona, que ha inventado
instrumentación para el análisis microscópico incorporada a
satélites, ha estado investigando la tradición de los reinos
subterráneos hace 25 años, y dice que,
"por el vril los habitantes
del interior gozan de un clima purificado y tienen máquinas que se
parecen a detectores rodantes de radar, a manera de radiación
(irradiation), que limpia la atmósfera de todos los elementos
radiactivos. La mayor parte de ellas son móviles y tienen una antena
parecida a un ventilador, y están diseñadas como una tela de araña
que atrae las partículas dañinas del aire y las procesa por unos
filtros que eliminan todas las sustancias nocivas para la vida”.
Asegura Marcoux que estas máquinas además añaden sustancias vitales
al aire, que producen un efecto beneficioso sobre todo lo que vive.
Sin embargo, la más notable afirmación de este científico
estadounidense es el medio de transporte de que se vale la gente que
vive en el interior de la Tierra para viajar por sus túneles; de
acuerdo con su informe son los creadores de los comúnmente llamados
platillos voladores:
“Y no sólo utilizan estos aparatos en su reino,
sino que a veces también aparecen en la superficie.”
Recién, en un fascinante artículo aparecido en
Predition (Nº111),
Nadine Smith escribe:
“La explicación extraterrestre de los Objetos
Volantes No Identificados está siendo ampliamente cuestionada hoy
entre los estudiosos del tema, especialmente porque las pruebas
espaciales dirigidas hacia nuestros vecinos más cercanos a nuestro
sistema solar han revelado que hay en ellos sólo gérmenes de vida
tal como la conocemos. Cada vez más, los científicos consideran la
posibilidad de una explicación síquica en lugar de física. Sugieren
que los ovnis no vienen de otros planetas, sino de otras dimensiones
de vida de nuestro propio mundo (…) un mundo invisible coincidente
con el espacio de nuestra vida física”, que es lo mismo que concluyó
el general del aire de Gran Bretaña Víctor Goddard, en una
conferencia que dio en Caxton Hall a finales de 1960.
En tres
artículos (aparecidos en O Cruzeiro de Brasil) dos investigadores
respetados en su país, Henrique Bose de Souza y el comandante
militar Paulo Strauss, declararon que aunque era evidente que
ninguna nación de la Tierra tenía el secreto de los ovnis, también
era claro, por la investigación espacial, que al menos nuestro
sistema solar está deshabitado, y si vienen de otros sistemas es
inconcebible que en 2 mil años de historia conocida no se hubieran
contactado abiertamente con nuestra civilización; además es
improbable un tipo de navío espacial que realice viajes más allá de
la Vía Láctea, aunque no estuviera probado que existiera algún tipo
de vida.
Entonces, la única posibilidad es que los ovnis tienen su
propio origen en la Tierra, y precisamente en su interior.
Dicen Bose de Souza y Strauss:
“Está fuera de toda duda que los
habitantes del reino subterráneo son un pueblo avanzado, pues si son
capaces de vivir y prosperar bajo la superficie terrestre, no hay
motivo para que no hubiesen desarrollado una forma de transporte
mucho más sofisticada que las conocidas entre nosotros. Y el propio
diseño, maniobrabilidad y velocidad que se adjudica a estos aparatos
parecen muy convenientes para atravesar la red de túneles que
conecta a las ciudades subterráneas”.
Otro investigador, O.C. Huguenin, analiza las ideas de De Souza y
Strauss en su informe "From the subterranean world to the sky:
flying saucers", realizado para las Naciones Unidas, escribe:
“Debemos considerar la reciente e interesante teoría acerca de la
existencia de un gran mundo subterráneo con innumerables ciudades en
las que viven millones de habitantes, y donde tendrían su origen los
platillos voladores.
Esta otra humanidad debe haber alcanzado un
altísimo grado de civilización, organización económica y social,
desarrollo cultural y espiritual, junto con un extraordinario
progreso científico, en comparación con los cuales la humanidad que
vive en la superficie terrestre, puede considerarse como una raza de
bárbaros.
De acuerdo con una información suministrada por el
comandante Paulo Strauss, el mundo subterráneo no se limita a
cavernas, sino que es más o menos extenso y está localizado en un
interior hueco de la Tierra lo bastante para contener ciudades y
campos, donde viven animales y seres humanos”.
El investigador
describe entonces que desarrollaron unas máquinas que “vuelan
utilizando una forma de energía obtenida directamente de la
atmósfera”. El doctor Raymond Bernard también cree que los ovnis
funcionan con este fabuloso poder nombrado vril que Hitler buscó.
Para un hombre como Adolfo Hitler, encantado por el misticismo y la
pureza racial y enfermo de poder, el libro "La raza futura" de Lord
Bulwer Lytton expresaba sus más profundos deseos de gloria, Y es
evidente que poco se ha estudiado su interés por las ciencias
ocultas. En la obra "Hitler: estudio de un tirano", dice
Alan Bullock:
“El poder de Hitler para embrujar a un público se ha
vinculado con las prácticas ocultas de los hechiceros africanos y
con los chamanes asiáticos; dicen que poseía la sensibilidad de un
médium y el magnetismo de un hipnotizador”.
Su fascinación por el
mundo invisible puede rastrearse a su relación con un extraño
personaje: Karl Haushofer, llamado “mago maestro del partido nazi”,
que fue presentado a Hitler por Rudolf Hess, quien se autoeliminó
hace unos meses en la cárcel donde pagaba sus crímenes de guerra.
Luego de educarse en la Universidad de Munich, Karl Haushofer inició
la carrera militar en el ejército alemán. Había nacido en Baviera y
está claro que tenía profundos conocimientos sobre el misticismo
oriental y estaba obsesionado por los orígenes y el destino último
del pueblo alemán. Su trabajo en el Estado Mayor le llevó a varios
sitios en Oriente, como escriben Louis Pauwels y Jacques Bergier en
"El retorno de los brujos":
“Hizo varias visitas a India y el Lejano
Oriente y fue enviado a Japón, donde aprendió la lengua. Creía que
el pueblo alemán tenía su origen en Asia Central, y que la raza
indogermánica era la que garantiza la permanencia, nobleza y
granDiosidad del mundo”.
En aquel tiempo, Haushofer empezó a
demostrar un extraño talento: la capacidad profética. Y cuando
durante la primera guerra mundial puso en práctica esta habilidad
prediciendo el momento preciso en que atacaría el enemigo y los
lugares donde las bombas explotarían, sus afirmaciones resultaron
siempre certeras y creció su fama entre sus hombres y superiores. Se
convirtió en el general más joven del ejército alemán, y en la
conciencia de gran parte de la juventud de ese país, a quien
predicaba que su destino era gobernar un día sobre Europa y Asia y
ejercer luego un control sobre el mundo que sólo ellos estaban
preparados para administrar.
Escribió varios libros y fundó
revistas, en las cuales hizo varias revelaciones sobre lo que había
aprendido en el Lejano Oriente. Una de ellas decía que mientras
viajaba por Asía central oyó hablar de un vasto campamento
subterráneo bajo el Himalaya, donde habitaba una raza de
superhombres. El nombre de este lugar era Agartha y su capital se
llamaba Shamballah.
Se ha sugerido, justificadamente, que esta
afirmación de Haushofer era en la que él basaba su creencia de que
la dominación mundial de Alemania sólo podría conseguirse por la
fuerza, pues Shamballah era “una ciudad poderosa cuyas fuerzas
mandan sobre los elementos y las masas de la humanidad, y precipitan
la llegada de la raza humana al punto decisivo del tiempo…”, que
ayudaría a los arios a dominar nuestra civilización.
Trevor
Ravenscroft dice en "The spear of destiny" (1972):
“Karl Haushofer
cubrió la geografía con un velo de misticismo racial, proporcionado
a los alemanes una razón para volver a aquellas zonas del interior
de Asia que se creía había sido origen de la raza aria. De este modo
sutil incitó a la nación alemana a la conquista de toda la Europa
oriental y a extenderse más allá de la gran área interior de Asia,
que tiene 4 mil kilómetros de Oeste a Este entre los ríos Volga y
Yangtsé, e incluye en su lado más meridional las montañas del
Tibet.”
EL primer encuentro entre Haushofer y Hitler tuvo lugar en la
prisión de Landsberg en 1924, cuando el dictador alemán fue
encarcelado tras el fracaso del putsch de Munich. Dicen Pauwels y
Bergier:
“Introducido por Hess, el general Haushofer visitó a Hitler
todos los días y pasó con él varias horas exponiendo sus teorías y
deduciendo de ellas todos los argumentos posibles a favor de la
conquista política. Cuando estaba a solas con Hess, Hitler, con
propósitos propagandísticos, amalgamó las teorías de Haushofer y
formó con ellas la base de "Mein kampf".
Entre los libros que Haushofer le llevó a Hitler estaba "La raza
futura", que leyó en la soledad de su prisión e iba a impresionarlo
profundamente: no parece caber duda que mientras leía las páginas de
la extraña historia que narra esta obra, en su reclusión de la
celda, Hitler comenzó a ansiar el día en que pudiera establecer por
sí mismo la realidad de la civilización secreta que vive en el
interior de la Tierra. Al año siguiente, ya libre, Hitler formó una
sociedad oculta con el nombre de
Logia Luminosa Vril.
El doctor Willy Ley, el brillante científico investigador de los fenómenos
espaciales, que se encontraba en Berlín en aquel tiempo y que huyó
de Alemania en 1933, es un ensayo titulado "Las seudociencias bajo
el régimen nazi", describe la formación de la sociedad del vril cuya
filosofía estaba basada totalmente en el libro de Bulwer Lytton.
Decía el doctor Ley que los miembros de la logia creían tener el
conocimiento secreto de la fuerza vril, y esperaban que ella les
permitiera convertirse en los iguales de la raza escondida en el
interior de la Tierra. Habían desarrollado métodos de concentración
y “un sistema total de gimnasia interna con la que podrían ser
transformados”. Aunque Ley expresa una opinión general con respecto
a lo que él imaginaba que podía ser este poder vril, lo describe
como la energía inherente de nuestros cuerpos, de la que “sólo
utilizamos una diminuta proporción en nuestra vida diaria”.
En "The spear of destiny", Trevor Ravenscroft escribe:
“El único
objetivo de esta logia era investigar más los orígenes de la raza
aria y saber como esas capacidades mágicas que duermen en la sangre
pueden ser reactivadas para convertirlas en vehículo de poderes
sobrehumanos. Sorprendentemente, una de las obras que resultó ser
fuente infinita de inspiración para los principales miembros de esta
logia, dirigida por el mismo Hitler, resultó el libro de Bulwer
Lytton, en que un escritor inglés revela veladamente muchas de las
verdades que había aprendido mediante la iniciación personal de la
doctrina secreta; no tenía idea de que su obra "The coming Race" se
convertiría en la maligna inspiración de un pequeño grupo de
políticos en su intento de esclavizar al mundo.”
Otro investigador, Gunther Rosemberg, escribió en la revista
Fate (julio de 1972):
“Creían que los creadores del universo vivían en el centro de la
Tierra. Los hombres de la superficie deben convertirse en semejantes
a Dioses y hacer una alianza con la raza interior. De no ser así,
serían esclavizados por la raza que ha de venir”.
Los documentos nazis capturados tras la caída del Tercer Reich
indican que Hitler y sus partidarios lanzaron varias expediciones en
búsqueda de una entrada al mundo interior. Geógrafos y científicos
alemanes recibieron la orden de encontrar un túnel que condujera a
los vril-ya (como se denominó entonces a este pueblo oculto).
Se
revisaron los planos de minas alemanas, suizas e italianas para
ubicar posibles pozos, e incluso Hitler ordenó a un coronel de
inclinaciones intelectuales que investigara la vida de Lord Bulwer
Lytton, con la esperanza de conocer dónde y cuándo el autor había
visitado el mundo de los vril-ya. Desde 1936 en adelante, los nazis
enviaron con regularidad equipos de soldados de elite a las cuevas y
minas de Europa. Grupos completos de spelunkers rondaron buscando al
hombre nuevo que debía ayudar a entronar al nazismo en el planeta.
Resultó evidente que el fuhrer se vio frustrado en su intento de
develar los secretos del poder vril, aunque algunos documentos de la
Logia Luminosa, estudiados con posterioridad (entre los pocos que se
conocen), afirman que cuando se ha controlado el poder vril se tiene
la capacidad de adquirir todos los otros poderes. Y este “control”
puede hacerse aparentemente de dos modos: el primero de ellos es
descrito como el “método científico”. Este exige que la persona que
busque el poder vril aísle químicamente las partículas de protón A1
contenidas en el plomo.
Luego, dicen las instrucciones, éstas deben
ser “capturadas en el magnetismo protónico de Saturno o en la lava
que haya salido de un volcán en actividad”. A continuación, bajo el
efecto de las radiaciones obtenidas con este proceso,
“las glándulas
sexuales masculinas activan todos los Korlos y confirman el ego en
su centro físico de gravedad”.
El poder vril es el control de una
energía sutil que penetra la piedra, dicen los escritos.
El segundo método, citado como “método místico”, deriva,
aparentemente, de un ritual mágico antiguo ejecutado ante un mandala
símbolo que representa al mundo interior. El adepto debe bañarse en
una luz de color violeta hecha por una amatista, “con la vibración
del sonido del nombre del primer sacerdote dicho
ininterrumpidamente”.
Los documentos conocidos indican que el poder
puede obtenerse más fácilmente si está presente el signo de Saturno
así como el Ankh, la cruz ansada egipcia (una cruz en forma de T con
un lazo sobre la barra horizontal) simbolizando la naturaleza
terrenal coronada: “durante el ritual, el iniciado efectuará una
regresión simbólica de la vida, antes de encontrarse a sí mismo en
posesión de los poderes del vril.
En la realidad, estudios recientes
han determinado que vril es una antigua voz hindú que nombre los
tremendos recursos de la energía que puede utilizarse tras haber
dominado el cuerpo etérico (u organización del tiempo), habiendo
conseguido el control de las fuerzas de la vida de cada uno dentro
del cuerpo.
En esencia, es el control de lo que Lord
Bulwer Lytton
llamó “el único gran líquido que invade toda la naturaleza”, el que
los místicos hindúes llaman kundalini es la fuerza microcósmica de
energía universal; o dicho mas simplemente, el gran almacén de
energía estática y síquica potencial que existe en forma latente en
todo ser. Es la manifestación más poderosa de fuerza creativa que
hay en el cuerpo humano.
El concepto de kundalini no es peculiar de
los tantras, sino que constituye la base de todas las prácticas del
yoga, y toda auténtica experiencia espiritual se considera como un
ascenso de este poder.
CORRESPONDENCIA DOS
L.Z., México D.F.
“El siglo XX se concentró en la conquista del espacio exterior,
ignorando la conquista del mar y las expediciones hacia el centro de
la Tierra. Realmente, Hitler parece ser que enfrentó una solitaria
apuesta a la magia de la vida en un intento desesperado de revertir
lo inevitable. Apeló a los Poderes Supremos para que lo hicieran
victorioso, y murió en el intento.
Los Poderes Supremos no lo
oyeron, simplemente, porque el vril es una fuerza poderosa y
superior pero la más humilde en su forma de presentarse en la
naturaleza porque casi no ocupa espacio. Y Hitler era el puro
orgullo. Es cierto que los nazis persiguieron una fantasía sagrada y
la hicieron realidad histórica. Más acá todo es anécdota.
La oficina de gobierno hitleriana encargada de investigar una
posible entrada a Agartha era el Instituto Ahnenerbe, que fijaba las
sendas y las probables entradas secretas. Crearon mapas marcando
rutas como quien siembra una dimensión metafísica sobre la nada. El
trabajo en Ahnenerbe fue el resultado de años de experiencias
ocultas.
Sintetizaban una información casi inaccesible que rescata
la memoria de las avanzadas que destacó Alejandro el Grande desde Bactrinia y Alejandría Eschata, pasando por las versiones de la
migración de los últimos esenios al Asia central, después de la
destrucción de Massada por la legión de Florus; recogieron las
señales dejadas por Rudolf von Sebbtendorf a los miembros de la
Sociedad de Thule, la sociedad madre del nazismo, que, en 1921,
elige a Hitler como su héroe. Y aplauden los delirios de Dietrich
Eckart a su regreso de Mongolia. También habían fijado las notas del
abate Theodorico von Hagen que creó en el siglo XIX, escritas a su
regreso, cuando ya estaba loco.
A los expedicionarios elegidos en el Ahnenerbe los formaban en
Ordensburg, una de las escuelas secretas de las fuerzas especiales.
Casi al amanecer tomaban un desayuno espartano (impuesto por Himmler
en persona): agua de las rocas y tarta de avena. Los hombres debían
ser intelectuales y atletas. Peter Auchnaiter coordinaba las tareas
geodésicas, geológicas y cosmogónicas, y entre su gente tenía a
Lebenhoffer y Calemberg, entre varios más, muchos de los que a la
caída del tercer Reich emigraron masivamente a América, en especial
a USA, Argentina y Chile.
Sus primeros estuDios los enfocaron al
campo magnético de dos alturas terrestres: el monte Kailas, en el
Tíbet occidental, que los lamas llaman “el trono de los Dioses”; y
el volcán Villarrica, en el Sur de Chile, que encierra los
montículos de Piedra Blanca, Piedra Negra y Cumbre Pirámide: conos
de piedra y hielo que forman la masa volcánica emergiendo solitaria
entre las montañas próximas. Para Auchnaiter, Sudamérica era el polo
negativo del Axis Mundi, como para los tebanos el monte Kailas era
el polo positivo. Eran estuDios de la “ciencia nueva”, para la nueva
cosmogonía y cosmología que debían alimentar al Reich que duraría un
milenio.
Ellos estudiaban la Tierra como a un ser vivo y como un
organismo cósmico: un sistema de ondas ondulatorias, de materia que
vibra en energía y de energía que se transmuta en materia cumpliendo
un ciclo cuyo fin se desconoce. Más allá de su incentivo, estos
hombres trabajaron en condiciones heroicas, emprendieron iniciativas
científicas y arqueológicas admirables, enviando por telegramas
cifrados un enorme caudal de información técnica.
A ellos se deben
importantes descubrimientos en la vertiente norte de los Himalayas,
a 5.700 metros de altura, como el sistema de cuevas excavadas en la
roca viva, entre aberturas de los glaciales, en que se halló tallado
en las paredes de piedra un bajorrelieve con un mapa del cielo con
estrellas ya no visibles, que probablemente corresponde a unos
13.000 años de antigüedad, según estimó Calemberg.
Ellos pensaban
que en algún momento antes de un gran cataclismo geológico, Tíbet
estaba a nivel del mar; al igual que el sur de los Andes, donde
hasta hoy se encuentra en esas cordilleras fósiles marinos de toda
índole”.
N.F., La Joya, California:
“Entre los documentos que se conocen rescatados de la caída del
Tercer Reich, hay varios informes de investigaciones que se hicieron
a personas que afirmaban haber estado en comunicación con Agartha.
Uno sobre el jesuita Teilhard de Chardin, dice:
“Vive en Pekín,
prácticamente marginado por la iglesia, con prohibición de editar
sus investigaciones. Nuestros agentes lo ubicaron, pero no pudieron
traspasar sus reservas. Ahnenerbe estima que Teilhard se dirigió al
desierto de Gobi en el sur de Mongolia, movido por los relatos
secretos de los sacerdotes Huc y Gabet en siglo XIX; los prodigios
que éstos habrían comprobado fueron publicados sólo en parte, el
resto estaría en los archivos secretos de los jesuitas en Ravena.
Teilhard pudo viajar al Asia Central uniéndose a ciertas
expediciones comerciales, como la Haardt-Citroen y la Roy
Chapman-Andrews. Ahnerbe sitúa hacia 1923 (poco después del viaje de
Ossendowski) su merodeo en torno de los poderes de Agartha. Es
dudoso que haya recibido el grado de Hamsa o Anagami, que se impone
a los espíritus superiores que han cumplido su misión iluminadora
pese a lo que se opone. Su trabajo "Geological Observations in the
Turfan Area", demuestra su acercamiento a la Región. Habría sido
conducido por guías pagados por él mismo separándose del grueso de
la expedición Citroen.
Se tiene como probable que buscasen los
restos ocultos de la secta de los esenios (posibles iniciadores de
Cristo). Una corriente jesuítica sostiene que los esenios se
replegaron hacia una región oculta de Asia después de la caída de
Jerusalén en manos de los romanos. Lo inquietante de Teilhard de
Chardin es su viaje pagano y panteísta; su “pasaje al corazón de la
materia total”, como anotó en uno de sus trabajos conocidos, uno de
los pocos que han salido a la luz de sus escritos prohibidos por la
Iglesia”.
Un documento informa de la investigación realizada a Gurdjieff, el
curiosísimo ruso levantino:
“Gurdjieff se aparta de toda complicidad
con la Sociedad de Thule, rehúsa a todo contacto y se dedica a su
enseñanza. Sólo con la ocupación de París fue posible que Ernst
Junger pudiera conseguir un relato de sus viajes.
Los viajes de Gurdjieff por el Asia Central fueron varios entre 1897 y la Primera
Guerra, pero su entrada en el Gobi en 1898 es tal vez lo más válido:
E.J. evalúa que en esa época Gurdjieff llegó efectivamente a la
“zona de Agartha”, pero no afirma implícitamente que “a Agartha”. Gurdjieff se silenció sin poder o no querer explicar su experiencia;
manifestó que la expedición había concluido cuando uno de sus
camaradas, uno de los “buscadores de la verdad”, el geólogo
Soloviev, murió desnucado por la mordedura de un camello salvaje.
Algunas frases de su relato:
-El secreto está guardado mucho mejor y más profundamente que todo
lo que podría preverse.
-Muchas veces se aludió a una región del desierto de Gobi donde hay
una gran ciudad subterránea. Era un secreto que se transmitía por
herencia y cualquiera que lo violara debía sufrir un castigo
semejante a la gravedad de tamaña traición.
-Debo decir que esa región está constituida por una maraña de
estrechos valles. Nunca nos había tocado explorar zona más
inextricable. Era como para creer que las Potencias Superiores
quisieron hacer o eligieron esas zonas complicadas y desconcertantes
para que ninguno tuviese la osadía de aventurarse por ellas.”
Sin embargo, nadie de los viajeros que registran estos documentos
confirma asertivamente la entrada en la misma Agartha. Eckart, antes
de morir, sólo balbuceó que “visité ámbitos, hablé con seres
superiores”. Gurdjieff, con su pasión por lo confuso, dice que,
“la
ciudad secreta, o la ciudad de los poderes, está en la zona de
confluencia de las sabidurías. Es el lugar donde están los hombres
que llegaron más lejos y los Dioses que todavía soportan la cercanía
humana.”
Otro de los documentos informa de una investigación realizada a Von
Sebottendorf y Teodorico Von Hagen, expedicionarios que inflamaron
entre los nazis la concepción de un mundo subterráneo:
“Von Sebottendorf está desaparecido pese a registrar domicilio en
Turquía. Informó nuestra embajada (von Papen):
“Nadie responde en
sus presuntos domicilios. Se lo tiene por un ser excéntrico,
asocial, de formas duras carente de toda cortesía. Se supone que
pudo haber fijado domicilio en México pues realizó experiencias
místicas con los inDios Tarahumaras mediante el uso de drogas.”
Lo
cierto es que no dejó una palabra sobre Agartha más que esta
recomendación a Eckart (en el momento de abandonarlo):
“Nadie
encuentra a Agartha. Es Agartha quien conduce a alguien que ha
elegido.”
Se sabe que a fines de 1857, von Hagen está en el Cáucaso, desde
donde hará su “entrada” hacia el triángulo de la zona oculta. Sin
embargo, a los doce años de su partida se lo vio regresar para morir
en Lambach. No dio explicación alguna a nadie del detalle de sus
búsquedas; pasaba los últimos días encerrado, escribiendo.
Se
despidió en una larga y sosegada locura, rodeado de la piadosa
caridad de los monjes benedictinos. Su única medida de autoridad fue
pedirle a los albañiles que reparaban un muro que grabasen el signo
de la svástica en el arco de piedra que da al claustro interior, y
que le permitía ver desde su propia celda la cruz gamada en la
piedra; la misma cruz que durante todos los días, a los nueve años
de edad, vio Adolf Hitler cuando fuera escolar de los benedictinos
de Lambach.
De von Hagen es esta frase:
“Agartha es móvil. Puede que
el viajero crea haber llegado a Agartha sin saber que ya estaba en
Agartha”.
Por lo demás, aún hoy, se piensa que el vril es una fuerza cósmica,
originaria, que subyace en cada hombre; la atrofiada fuerza de los
genios, de los héroes. La fuerza que alienta bajo nuestra necrosis.
Puede ser lo que en India denominan como Akasa, o Mana en Polinesia.
Los poderes que duermen a lo largo de la columna vertebral, la
serpiente Kundalini, los Siddhus… la fuerza a la que se acerca
Nietzsche en su visión de Sils María.
Tal vez sea la misma de la
mítica “transfiguración” de Jesucristo en el Monte Tabor. Llevamos
esa fuerza latente como un olvido; tanto como el átomo está cargado
de una energía que algún día se sabrá cabalmente dominar, movilizar,
liberar."
E.C., Guadalajara, Jalisco:
“El más exaltado de los investigadores que inspiraron a los nazis,
entre los que buscaron entonces a Agartha, es, por supuesto,
Teodorico von Hagen, que escribiría:
“Quien llegue a Agartha,
después de haber sido aceptado en las puertas secretas, no debería
estar del todo seguro de no estar pasando de largo, dejando la
esquiva Agartha para siempre a sus espaldas”.
“Agartha atrae y
ciega. Se transforma en una pasión. Quien cede a ella se verá
irresistiblemente atraído hacia su centro, como el insecto ante la
luz de la noche. Cerca de Agartha el iniciado se sentirá ajeno a su
vida anterior. Sentirá terrores, pero esto es bueno. Agartha exige
el paso a otra dimensión.”
Fue von Hagen uno de los profetas entre
los nazis empeñados en esta tarea excepcional; un profeta del que
nunca se ha tenido claro cuál fue el móvil que lo impulsa en 1856 a
abandonar la abadía benedictina de Lambach para lanzarse como un
alucinado hacia el Oriente. En algún momento algo le hace rebelarse
a su vida de monje cristiano de claustro, que se embarca en un
velero polaco, el “Príncipe Orlov”, que lleva carbón a Alejandría;
alcanza el puerto de Jaffa desde donde emprende viaje a lomo de
burro hacia Jerusalén. No busca refugio en los conventos cristianos.
Se instala en la zona salvaje del desierto de Qumram, a orillas del
Mar Muerto, lugar que fuera patria de los Esenios hasta el siglo II
cuando la secta se traslada o se disuelve. Vive como un ermitaño en
las cuevas que aquellos excavaron en los montes de Judea.
Probablemente busca los evangelios secretos: tiene la convicción de
que la Biblia y en especial el Nuevo Testamento han sido despojados
de textos fundamentales.
Podría tratarse de los llamados “evangelios
gnósticos” aparecidos en parte en 1945 por obra de la casualidad
cuando dos peones picaban el terreno del cementerio de Nag Hammadi,
en el alto Egipto. Son textos escritos en el siglo II con la versión
evangélica de Tomás, María, Felipe y el “evangelio de la verdad”.
Podría también von Hagen haber buscado los libros ocultos de los
Esenios en los mismos terrenos donde vivieron. En 1948 aparecieron
también por azar los llamados “Rollos del Mar Muerto”, justamente en
una de las cuevas de Qumram, donde luego en las últimas décadas han
aparecido más manuscritos.”
G.M., México, D.F.:
“Los alemanes afines a Hitler expresaron su idea del reino
subterráneo de diversas maneras, incluso construyendo verdaderos
templos bajo la tierra, como el cavado por orden expresa del jefe de
las SS del Tercer Reich, Heinrich Himmler, el hombre más temido de
la Alemania nazi. Es muy conocida la obsesión de Himmler por el
ocultismo pero está menos documentado su interés por la geomancia y
por la llamada “geometría mágica”.
A través de Ahnenerbe, una
organización establecida para investigar todos los aspectos de la
antigua historia y la erudición germanas, Himmler acumuló una
cantidad de material sobre las “heilige linien” ("líneas sagradas")
de Alemania y del “imperio” oriental. Se despacharon expediciones
hacia Tíbet para establecer el emplazamiento de la mítica Agharthi,
mientras otras estudiaban meticulosamente la geometría de los
cementerios medievales judíos en el centro de Alemania.
Himmler
dirigía esta investigación desde un castillo medieval reconstruido
con enormes costos y transformado en santuario del nazismo; como
otros parajes geománticos de poder espiritual y político, Schloss
Wewelsburg, en westfalia, tenía forma triangular (también son
triangulares el Kremlin de Moscú y al Abadía de Westminster en
Londres).
Schloss Wewelsburg tiene una amplia sala en el medio de la cual hay
una mesa redonda con trece sillas; a la manera del Rey Arturo,
Himmler y sus doce Obergruppenfuhrer (caballeros de la negra orden
de la SS) ocupaban esas sillas meditando sus intentos de influenciar
síquicamente a Alemania. Debajo de esta reproducción “arturiana”
estaba la misma cripta de Himmler: conocida como el Reino de los
Muertos, estaba rodeada de paredes de piedra de un metro y medio de
ancho; contenía una cavidad semejante a un pozo, a la que se llegaba
por un tramo de escalera.
En el centro de esta depresión había una
pila de piedra en forma de copa. En el caso de que un miembro de Obergruppenfuhrer muriera, su saco o vestón de armas debía ser
quemado en esa pila y sus cenizas debían colocarse sobre un pedestal
en un nicho especialmente provisto para ese propósito: había cuatro
respiradores en el techo de la cripta, ubicados de tal manera que el
humo ascendería hacia el cielo raso en una sola columna.
Este
llamado Reino de los Muertos se estimaba que sería el futuro
mausoleo del propio Hitler, pero los hechos resultaron diferentes.
Como los hipogeos iniciatorios de la antigüedad, se esperaba que
este templo bajo tierra se convirtiera en un santuario; no fue así.
De todas las iglesias y mausoleos del mundo hechos en la roca, el
más grandioso es el construido en España por orden del dictador
falangista Generalísimo Franco: el llamado Valle de los Caídos, en
las montañas de Guadarrama, al norte de Madrid, y es uno de los
pocos proyectos impresionantes de los tiempos modernos que llegaron
a realizarse.
El hall con la gran cúpula que pensó hacer Hitler en
Berlín y la pirámide-mausoleo que el general argentino Perón quería
dedicarle a Eva Duarte, nunca fueron construidos, pero la inmensa
basílica subterránea de Franco subsiste hasta hoy: realizada en el
sólido granito cortado por prisioneros republicanos, comunistas y
anarquistas, tiene una vasta área abovedada, apenas menor que la más
grande catedral de la cristiandad, la de San Pedro en Roma, y
contiene una cripta y cuatro osarios, donde descansan los huesos de
miles de muertos en la guerra.
Franco mismo aprobó los planos de
planta y la ubicación de este monumento: su emplazamiento es, tal
vez, el último acto de geomancia estatal llevado a cabo en Europa,
ya que la inmensa basílica subterránea está en el centro de una cruz
formada por las líneas que unen la Catedral de Avila con el Panteón
Condesa de la Vega del Pozo, y la Catedral de Segovia con El
Escorial.
En 1975, Francisco Franco fue enterrado allí junto a un
altar dorado, flanqueado por legiones de muertos: sobre su capilla
se colocó una gran cruz de piedra de más de ciento cincuenta metros
de altura, iluminada para que, de noche, sea visible desde cinco
provincias españolas. El entierro de Franco en este centro geomántico de España encierra todo un concepto añejo del mundo, pero
aparentemente de acuerdo con el materialismo moderno”.
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