Prologo
por Brian Swimme
Entre los sinólogos hay una leyenda popular sobre los primeros
occidentales -un grupo de jesuitas eruditos que estudiaron el I Ching
en el siglo XVII.
La empresa comenzó con gran alegría y esperanza,
el idioma había sido aprendido, y los significados al fin habían
sido descifrados y examinados con madurez. Entonces vino la tragedia.
Algunos de los jóvenes inteligentes estaban locos. Sencillamente, la
dificultad para entender la sabiduría del I Ching dentro de las
categorías de la mente occidental, abrumó a estos hombres
consagrados.
Finalmente, la Compañía de Jesús se vio obligada a
abandonar el proyecto, y aún a prohibir cualquier estudio posterior
de esta extraña escritura China.
Este relato, si bien apócrifo, arroja luz en la obra del Dr. José
Argüelles, porque él también se ha sumergido de todo corazón, en
aquello que para la mente occidental es igualmente un engañoso
sistema de conocimiento,
o sea el
Tzolkin Maya. Después de gastar una parte de su vida dando
vueltas alrededor de este enigma, el Dr. Argüelles ha aparecido con
su relato de lo que él significa, y realmente es un relato
descabellado. Se nos pide que examinemos los siguientes puntos,
entre otros igualmente insólitos:
Primero, que la historia humana está formada en gran parte por un
rayo galáctico a través del cual la Tierra y el Sol han estado
pasando durante los últimos 5.000 años, y que nos espera un gran
momento de transformación, a medida que lleguemos al final del rayo
en el año 2012.
Segundo, que las perspectivas y actividades culturales del mundo
siguen la naturaleza de las “estaciones galáctica?, cuyo código fue
captado matemática y simbólicamente por los mayas.
Tercero, que cada persona tiene el poder para conectarse
directamente, ya sea sensoria, sensitiva, o electromagnéticamente
con la energía/ información de este rayo que emana del corazón
galáctico, y de este modo se puede despertar la verdadera mente de
uno, es decir, al mente superior, la mente profunda.
Indudablemente muchos pensarán que el Dr. Argüelles ha seguido el
mismo camino de los jesuitas, quienes se extraviaron en el I Ching,
y se volvieron dementes y maniáticos, quedando aislados en sus
propias fantasías engañosas. Ciertamente, el mismo Dr. Argüelles es
consciente de que sus conclusiones son de naturaleza inquietante.
Él
nos advierte honestamente desde el comienzo:
“Para mí la situación
significaba dar un salto, sumergir bruscamente la punta, como si la
tuviese, en un territorio mental que los patrones de la cultura
dominante habían declarado inexistentes o como un tabú”.
Y en verdad,
su obra tiene la extravagancia y la confusión de las ideas propias
de toda nueva visión de la realidad, y esto sólo hace que leer su
libro sea un desafío, aún aparte de la magnitud cósmica que tienen
sus declaraciones.
Habiendo dicho todo eso permítaseme indicar por qué pienso que la
visión del Dr. Argüelles es de un valor profundo. Estoy convencido
de que cualquier visión del universo que no logre estremecernos, es
porque carece de valor para nosotros. Debemos tener en cuenta que,
nosotros, occidentales racionales, nosotros ciudadanos mundanos y
demócratas judeo-cristianos, con nuestras armas nucleares hemos
convertido la Tierra en un rehén. Nosotros los industriales modernos,
somos los que practicamos el ecocidio que ha cubierto la superficie
de todos los continentes.
Decir que una visión del universo es “racional”, quiere decir que
ella se ajusta a esta visión del mundo moderno, el cual ha iniciado
y sostiene el terror global.
No necesitamos visiones racionales; necesitamos las más
descabelladas e inquietantes visiones que podamos encontrar respecto
al universo. La visión del Dr. Argüelles es idónea.
Pero su visión no es totalmente descabellada. Con la exactitud
infalible de todo genio, el Dr. Argüelles conoce la ciencia
occidental y sabe que la única esperanza de un equilibrio para la
sociedad occidental, consiste en asimilar plenamente la cosmología
de los pueblos primitivos, ven particular la cosmología Maya.
¿Porqué
deben ser estudiadas por aparte las cosmologías primitivas? Porque
los pueblos primitivos empiezan con la misma convicción: la Tierra,
el Sol, la galaxia, el universo, todas las cosas en todas partes,
están vivas y son inteligentes.
Todo lo que necesitamos es humildad. Nosotros, quienes fuimos
educados en esta moderna visión del mundo, que es la que dirige y
sostiene nuestro militarismo, con su mismo patriarcado y
antropocentrismo, necesitamos comprender nuestro error fatal: la
suposición de que el universo está muerto, y carece de sensibilidad,
inteligencia, y propósito. ¿Podremos encontrar el valor para
librarnos de este engaño fatal?.
¿Encontraremos la sabiduría para volvernos hacia los mayas y su
ciencia, y para aprender la verdad del universo?.
En lo que resta de esta introducción, me gustaría comentar
extensamente algunas cosas respecto a los tres puntos
“descabellados” del Dr. Argüelles. Ya que mi propia educación la
constituyó la física matemática, mi línea de pensamiento refleja
necesariamente los contornos de la ciencia contemporánea. Pero
necesito hacer énfasis aquí, en que no estoy intentando ubicar la
visión de los mayas dentro de las categorías modernas y científicas.
La cosmología Maya no puede ser ubicada dentro de las categorías
modernas y científicas. Pero ahí es donde surge en nuestra época una
ciencia post-moderna, una orientación científica que asimila la
visión del mundo de los pueblos primitivos, con la visión del mundo
de la ciencia moderna.
Estoy hablando desde el contexto de esta
ciencia integral, pan-humana, y post-moderna.
Primero
El rayo galáctico a través del cual estamos pasando, según
lo afirman los mayas. Para empezar, permítanme decir que la ciencia
moderna nunca ha hablado de tal rayo, en la forma en que lo hacen
los mayas. Pero recientemente, los físicos se han hecho conscientes
de la manera en que estamos siendo influenciados por los rayos que
pasan a través de la galaxia, y esto en sí mismo, es algo nuevo. La
astrofísica comente describe estos rayos como unas ondas densas que
irrumpen a través de la galaxia, influenciando así su evolución.
Por
ejemplo, el nacimiento de nuestro Sol fue una consecuencia de estas
ondas. Las ondas densas pasaron a través de una estrella gigante y
la incendiaron, esta explotó y provocó la existencia de nuestro
propio sol.
En efecto, la formación de toda estrella se debe principalmente a
que estos rayos irrumpen a través de nuestra galaxia. Podemos
comenzar a formular la noción de que la galaxia es un organismo, el
cual está comprometido en su propia evolución. Hablamos de la
“dinámica auto-organizadora” de la galaxia. O con una perspectiva
más orgánica, hablamos de que la galaxia está desplegándose. El
nacimiento de las estrellas se describe como parte de la epigénesis
galáctica.
Entonces se ve que el Sol es activado por la dinámica
dirigida desde el centro galáctico; el ojo de una rana se ve
exactamente así, activado por la dinámica dirigida desde su propio
centro orgánico.
La pregunta obvia es esta:
-
¿Exactamente hasta qué punto está el
dinamismo galáctico relacionado con el desarrollo del sol y de sus
planetas en evolución?
-
Es decir, ¿Si la dinámica galáctica tiene
que ver solamente con la ignición inicial del Sol, después de ella
el Sol y la Tierra quedan fuera de esta influencia?
-
O ¿está comprometido el rayo
galáctico en la evolución de la vida?
Aquí son necesarios dos explicaciones.
-
Primera, puede decirse con
bastante simplicidad que la galaxia está continuamente comprometida
con la evolución de la Tierra y su vida.
Los rayos que tienen
densidad galáctica, han atravesado con fuerza a través de la galaxia,
durante la totalidad de los 4.55 billones de años que tiene de
existencia el Sol, y en cualquier época en que estos rayos pasen a
través del Sol, alteran su dinámica, y así alteran la energía
radiante que baña a la tierra.
No tengo ninguna duda de que, a
medida que los biólogos evolucionistas comiencen a reflexionar sobre
esto, ellos articularán las maneras como esta dinámica ha dado forma
al desarrollo de la vida en la tierra. Nos volveremos más
conscientes de que la forma que tienen las hojas del olmo, no ha
sido moldeada únicamente por la selección natural de la Tierra, sino
por la acción de la galaxia como un todo.
-
Y segundo, hemos de reconocer que para la ciencia moderna ha
resultado sencillamente imposible observar la existencia de un rayo
galáctico, tal y como lo describen los mayas.
La ciencia moderna se
concentró sobre lo material y sobre su cambio de posición. Todas las
cualidades, colores, olores, emociones, sentimientos percepciones
interiores fueron clasificadas como secundarias y descartadas.
Es
decir, nos comprometimos desde el comienzo con un modo de conciencia
que nunca reconocerá el rayo galáctico Maya.
Lo que debe evaluarse al mismo tiempo, es precisamente cuán difícil
fue hacer lo que la ciencia moderna ha hecho.
Por ejemplo, el
descubrir empíricamente que el Sol tuvo un comienzo, este es un
conocimiento que requiere un grado muy elevado de conciencia.
Pensemos solamente qué tan exótica tuvo que volverse la conciencia
para ver el movimiento de los continentes; ¡O realmente escuchar el
eco del primer globo de fuego, hace 20 billones de años en los
comienzos del tiempo!.
Al reconocer el desarrollo particular de la
conciencia de la ciencia moderna, podemos empezar a perdonar sus
equivocaciones, y a evaluar otros grados de conciencia que se han
desarrollado alrededor de diferentes proyectos culturales.
Los mayas fueron un pueblo embriagado por un objetivo cultural que
requería un desarrollo de conciencia bastante diferente. Donde los
científicos modernos han sido capaces de detectar experimentalmente
los efectos físicos de los rayos densos pasando con fuerza a través
de la galaxia, los mayas fueron capaces de detectar
experimentalmente rayos de diferentes efectos, rayos que no sólo
influenciaron el nacimiento y el funcionamiento de las estrellas,
sino también el nacimiento y el funcionamiento de las ideas,
visiones, y convicciones.
O más bien, yo pienso que el caso es que
tanto los científicos modernos como los mayas responden a los mismos
rayos. Los científicos modernos desarrollaron un grado de conciencia
que los capacita para articular los efectos Físicos de estos rayos;
Y los mayas desarrollaron una conciencia que los capacitó para
articular los efectos psíquicos de estos rayos.
Segundo
Las estaciones galácticas. Los mayas, en la presentación
del Dr. Argüelles, enseñaron que cada era tiene una cualidad
particular de sí misma, una cualidad que favorece un tipo especial
de actividad, y todo esto se encuentra registrado en el código del Tzolkin.
Al conocer los códigos galácticos para las estaciones, se
puede prever la llegada de éstas, y así se puede actuar de acuerdo a
ellas, y con gran efecto. Tal orientación hacia el universo era
común para la mayoría de los pueblos primitivos, aunque quizás
ninguno tuvo la exquisita sutileza de los mayas. Además de esto, la tradición religiosa
occidental primitiva y medieval tenía una concepción similar del
tiempo, según la cual cada momento o era, tenia su cualidad
especial, otorgada por el corazón de la Divinidad; al conocer la
cualidad del momento, uno se capacitaba para entrar profundamente en
una actividad divina.
Mi propia manera de aproximarme a esta idea de una “estación
galáctica”, se basa en los 20 billones de años que lleva la historia
cósmica. Si examinamos nuestra relación de lo que realmente ha
sucedido, vemos que cada era tiene una cualidad especial su momento
singular su, creatividad particular.
Por ejemplo, hace medio millón de años en la epopeya cósmica, llegó
el tiempo para crear los átomos de hidrógeno.
Necesitamos recalcar
aquí, que esta creatividad está ligada intrínsecamente a la macrofase natural del cosmos en ese momento. Hasta entonces, los
átomos de hidrógeno, no habían sido creados; Pero en el momento en
que los átomos de hidrógeno pudieron, saltaron a la existencia por
millares. Hay docenas de tales ejemplos a través de todas las eras
de la epopeya cósmica, pero quizás podemos quedarnos con la
aparición de los átomos de hidrógeno, para aclara el punto referente
a la actividad inherente a una estación cósmica.
Antes de que apareciera el hidrógeno, en verdad fue posible que se
formase un átomo individual de hidrógeno. Pero el hacerlo requirió
un formidable gasto de energía, y el átomo se fundió rápidamente en
el horno primordial. La creación de átomos de hidrógeno en otras
épocas, habría sido ir contra la comente del universo.
Una fluida y
abundante creatividad, depende por una parte de la necesidad natural
que se tenga del hidrógeno, y por otra de la cualidad de la época
del universo.
La creatividad efectiva sólo apareció, dice el Dr.
Argüelles,
“cuando la momentánea necesidad se unió con el propósito
universal. Cuando la cualidad del universo determinó invitar a la
existencia a los átomos de hidrógeno, estos salieron en gran
abundancia”.
La existencia de las estaciones cósmicas y galácticas
se encuentra siempre a través de los 20 billones de años de
existencia.
En la mente occidental, la pregunta que inmediatamente sale a la
superficie es:
“Puede haber estaciones para el nacimiento de átomos,
de galaxias, o de células primitivas, pero, ¿qué hay respecto a mis
propios pensamientos?. ¿Qué hay respecto a la cultura humana?. ¿Lo
uno y lo otro son afectados por las eras galácticas?”.
Esto nos
lleva a nuestro debate sobre:
Tercero
La interacción personal con la mente galáctica. Realmente,
¿qué podemos decir respecto a la noción de inteligencia y propósitos
galácticos?.
Dejé este punto de último, porque aquí trataremos de los profundos
alcances de la represión psíquica en occidente. Los mayas sintieron
que ellos estaban unidos con la mente del Sol, la cual manifestaba
para ellos la mente y el corazón de al galaxia. Los mayas captaron
que la galaxia tenia deseos. Cuando los científicos modernos
escucharon esto, colocaron a los mayas en el cuarto destinado a los
“cuentos de hadas”.
Pero nuestro rechazo a su conocimiento, revela
únicamente lo desequilibrado y peligroso de nuestra condición
psíquica.
Considere lo siguiente. Nuestros antepasados intelectuales de la
Europa del siglo XVII, podían estar ante un animal que profería
alaridos, y sin embargo estaban convencidos de que el animal no
sentía. Cuando se les preguntaba cómo podían tener un corazón tan
frío, ellos explicaban que los animales eran sólo máquinas que
habían sido dañadas, y que emitían sonidos lastimeros igual que lo
hacía cualquier máquina cuando estaba descompuesta.
Por ser descendientes de ellos, nosotros tenemos la misma
sensibilidad distorsionada. De otro modo, ¿cómo podemos permanecer
apáticos cuando en la actualidad el mundo viviente da alaridos de
angustia a través de todo el planeta?
Esto lo menciono, con la
esperanza de que una vez sospechemos la verdad que nuestra moderna
sensibilidad es la más deformada en todos los 50.000 años de
existencia del Homo Sapiens, comencemos con la tarea de despertar
todas las gamas de la sensibilidad psíquica en los seres humanos.
Sólo entonces así detendremos nuestro ataque violento contra la vida.
Sólo así viviremos una existencia en un éxtasis similar al de los
mayas.
Nuestra dificultad surge desde nuestro error cultural de creer que
los átomos de las estrellas de hidrógeno, y todo lo demás, son “sólo
cosas materiales”, y que nosotros y nuestra vida psíquica son
trascendentes, completamente desconectados del universo.
El relato de la creación cósmica que presenta la ciencia post-moderna,
ofrece un punto de partida diferente: es decir el universo como un
solo, multiforme evento energético. Y de este modo, la conciencia
humana y el cuerpo humano, y la conciencia del búho, y el cuerpo del
búho, todos son el florecimiento de un numinoso proceso cósmico.
En
esta orientación integral, podemos comenzar a apreciar la forma en
que nuestros pensamientos, huesos, e intuiciones (y los pensamientos,
huesos, intuiciones del búho), todos son los tejidos de la misma
dinámica sagrada y fundamental.
En esta perspectiva, las sensaciones no son elaboradas en la mente
humana trascendente sino que son transmitidas, del mismo modo en que
se transmiten los fotones. Esta es en verdad la experiencia más
común. Una persona que esté ante una gran roca de granito, es bañada
con toda clase de sensaciones, estas son las sensaciones que la
montaña ha comunicado al ser humano.
Piense entonces en un Maya de pie que está siendo bañado por la luz
del Sol. ¿Qué podemos decir respecto a lo que está sucediendo?
Qué
este evento, como cualquier otro, es al mismo tiempo físico y
psíquico. Podemos hablar de la acción recíproca quanto-electrodinámica de los fotones solares con los electrones
humanos; O podemos hablar de las sensaciones y los acontecimientos
íntimos que se experimentan “interiormente”. La totalidad del
acontecimiento exige que ambos polos sean tenidos en cuenta.
El Sol
calienta la piel y enciende la mente. El Sol comparte su calor y
expresa su sentimiento interior; el Sol transmite su energía
termonuclear y proyecta sus ideas y peticiones.
Es difícil dejar de reflexionar en las ideas fascinantes que se
encuentran en el libro del Dr. Argüelles. Amesgue y véalas por usted
mismo.
¡Que regrese con el nuevo poder para activar la salud y la
creatividad de la Comunidad Terrestre!.
Brian Swimme
Instituto para la cultura y la
creatividad espiritual
Holy Names College, OkIand.
Regresar
al Contenido
Introducción
El Misterio De Los Mayas - La Ciencia Trascendida
Desde el triunfo del racionalismo y de la revolución industrial del
siglo XVIII, siempre ha sido una verdad institucionalizada, el que
la ciencia moderna representa el pináculo de los logros humanos.
Esta creencia es la piedra angular de la doctrina del progreso
material y tecnológico. Virtualmente es inconcebible la noción de
que pudo haber existido una ciencia más avanzada que la predominante.
Y que de todos modos subyace en cada aspecto de la civilización
industrial global.
Sin embargo, ha llegado el momento en que lo
racionalmente inconcebible pude ser la única solución que queda, o
que ofrezca seguridad en el paso más allá del pérfido ataque
violento del militarismo nuclear, y del envenenamiento del medio
ambiente que ahora amenaza la existencia de este planeta.
Atrincheradas y siempre vigilantes en sus propias bases, las fuerzas
del materialismo científico custodian celosamente los portales de
sus dominios, con un solo objetivo en mente: mantener el mito de una
superioridad tecnológica que siempre continuará progresando.
Así
pues, los objetos voladores no identificados, la variedad de
experiencias paranormales, y el descubrimiento en 1976, de fenómenos
“racionalmente” inexplicables en la superficie de
Marte, rápidamente
se convirtieron en documentos clasificados, que le fueron ocultados
al público. Sin embargo, en la mañana del 28 de enero de 1986,
exactamente cuatro días después de que el triunfante Voyager 2
pasara cerca a Urano, suministrando una asombrosa cantidad de
información, el vehículo espacial Challenger explotó a plena vista
del público y la televisión.
En aquel asombroso momento de fuego, el
mito de la superioridad tecnológica sufrió un duro golpe.
Es desde la ventana de la duda y de la vulnerabilidad suscitadas por
la fatal misión del Challenger que las personas inteligentes pueden
cuestionar como nunca antes, el propósito de la tecnología y la
“infalibilidad” de la ciencia moderna. A través de esta grieta
soplan ahora vientos extraños en el mito de la superioridad
tecnológica.
A la luz lunar de lo que trasciende al racionalismo
científico, podemos formular las siguientes preguntas:
-
¿Y si la
manera como estamos haciendo las cosas no es la mejor o la más sabia?
-
¿Y si no somos la civilización más inteligente que la Tierra ha
conocido?
-
¿Pudo haber existido un pueblo más inteligente, más sabio,
y más avanzado que nosotros, al que hemos menospreciado por causa de
nuestra autosatisfacción?
-
¿Pudo haber existido una ciencia superior
a la nuestra que haya sido practicada en este planeta y en otras
partes?
-
¿Qué es lo que nos hace estar tan seguros de que el
materialismo científico es la mejor técnica para arrancar respuestas
de un cosmos infinitamente más vasto y misterioso que lo que la
mente racional puede comprender?
En otras palabras, lo que el
espectro de la crisis tecnológica invoca es un cambio paradigmático
de naturaleza genuinamente radical.
Dicho cambio ha estado en el
aire durante largo tiempo, gracias a la pionera investigación de la
física cuántica, pero ha necesitado una sacudida experimental para
lograr cimentarse.
Durante todo el siglo XX, las mentes científicas sensitivas han
estado tratando de informarse y de alertar al público, respecto al
comportamiento irracional en el mundo, que la ciencia racional trata
de implantar. Aunque su mensaje ha escapado a los señores de la
guerra y a los tecnócratas, cuyo poder decisorio da forma al orden
social, los difusores de la “nueva ciencia”, como Frijof Capra,
Isaac Bentov, y Gary Zukov, han hecho esfuerzos admirables para
darle a conocer la similitud que hay entre la física cuántica y el
misticismo oriental, por lo menos a una minoría de pensadores
críticos.
En realidad, la parte final de los Maestro danzante de Wu Li (1979), se aproxima a lo inconcebible al afirmar que nos estamos
acercando al “fin de la ciencia”. Sin embargo aún él es incapaz de
rehuir la noción del “esfuerzo sin tregua”, y del desarrollo en
continuo progreso de más y más teorías físicas que son-comprensibles
y útiles.
El “fin real” de la ciencia, el cambio paradigmático y radical,
previsto hace mucho tiempo, significa renunciar al concepto mismo
del progreso incesante. O al menos renunciar a él, el tiempo
suficiente para ver si no pueden existir ciencias no físicas y no
materiales, que trasciendan totalmente el concepto del progreso y
del no progreso.
De hecho el mito del progreso científico y de la
superioridad tecnológica no podría recibir un golpe más duro que el
de descubrir que una ciencia más avanzada existió antes de que
surgiera el mito del progreso, y esta fue practicada por un pueblo
que aún estaba en la edad de piedra, según la opinión moderna. Me
estoy refiriendo, más específicamente, a un sistema de pensamiento
que virtualmente fue pasado por alto por todos los impulsores de la
“nueva ciencia”. Este sistema de pensamiento es la ciencia que fue
conocida y practicada por un pueblo antiguo llamado los mayas.
El ejemplo más cercano al sistema de la ciencia Maya, y que es
conocido por los defensores de la nueva ciencia, es el legado chino
del
I Ching.
Sin embargo, el I Ching aún no ha sido plenamente
comprendido por los “nuevos científicos”, quienes, todavía
sumergidos en la doctrina del progreso, no han sido capaces de ver
lo que es: la forma codificada de una ciencia basada en la
resonancia holonómica, y no en la física atómica.
Martín Schönberger en El I Ching y el Código Genético,
La Clave
Oculta de la Vida (1973), Robert Anton Wilson en
Los Documentos
Iluminados (1980), y mi propia La Tierra en Ascenso (1984), son
algunos de los pocos esfuerzos que postulan al I Ching como el
ejemplo de un sistema que es más comprensivo que la ciencia de la
actualidad.
Como Schönberger lo expone, el I Ching representa,
“...una fórmula universal con la estatura de un orden de la realidad...; la respuesta a la búsqueda de Heisenberg de aquellas “formas
anónimas básicas y simetrías polares de naturaleza uniforme”.
Igual que el sistema de orden universal del I Ching, el sistema de
la ciencia Maya es de resonancia holonómica, tanto del futuro como
del pasado.
Y es que, desde la perspectiva de la ciencia Maya, los
términos futuro y pasado son de poco valor como medios para medir la
superioridad del progreso. Para los mayas el tiempo no existe en
modo alguno, este es un circuito desde cuya fuente común proceden
igualmente el futuro y el pasado, siempre encontrándose y uniéndose
en el momento actual.
La ciencia Maya, al igual que el I Ching,
puede ser considerada como pre-científica y post-científica.
-
¿Cómo es entonces, que en este momento de crisis tecnológica y de
cambio paradigmático los mayas invitan a entrar en nuestra
conciencia?
-
¿Quiénes fueron, o quiénes son los mayas?
-
¿De dónde
vienen?
-
¿Cuáles fueron sus logros?
-
¿Por qué hicieron lo que
hicieron?
-
¿Por qué abandonaron su civilización cuando esta estaba
en su apogeo?
-
¿Adónde fueron, y por qué?
Mientras que las formas del pensamiento oriental y las prácticas
actuales como la yoga, la meditación, los arreglos florales, las
artes marciales, y otras cosas, lentamente se convirtieron en un
fenómeno sobresaliente que viene en aumento durante la última mitad
del siglo, revolucionando inexorablemente nuestra cultura e
impactando en nuestro pensamiento científico, los mayas han quedado
como algo enigmático y extraño.
Sin embargo, evocar a los mayas de América Central, es evocar una
curiosa resonancia del oriente, de la India. Después de todo, Maya
es un término filosófico clave hindú que significa “el origen del
mundo”, y “el mundo de la ilusión”.
Además de eso, la palabra Maya
en sánscrito, está asociada a conceptos que significan “grande”, “medida”,
“mente”, “magia”, y “madre”. No nos sorprende encontrar que Maya es
el nombre de la madre del Buddha. Y en el clásico de los Vedas, el
Mahabharata, leemos que Maya era el nombre de un eminente astrólogo,
astrónomo, mago, y arquitecto, como también era el nombre de una
gran tribu de navegantes erráticos.
No solamente en la antigua India, hogar de alta metafísica y
aventura espiritual, encontramos el nombre Maya, sino que la
encontramos aún más al occidente:
-
El tesorero del célebre Tutankhamen, el rey niño de Egipto, se llamaba Maya, mientras que en
la filosofía egipcia encontramos el término Mayet, que significa el
orden universal del mundo.
-
En la mitología griega, las siete
Pléyades, hijas de Atlas y Pleione, y hermanas de Hyades, enumeran
entre ellas a una llamada Maia, también conocida como la estrella
más brillante de la constelación de las Pléyades.
-
Y finalmente,
sabemos que nuestro mes de Mayo se deriva de la diosa romana Maia,
“la grande”, la diosa de la primavera, hija de Fauno y esposa de
Vulcano.
Volviendo a los mayas de América Central, encontramos que su nombre
se deriva de la palabra Mayab, término que describe a la península
del Yucatán, área clave de la base y hogar bio-regional de los mayas.
Así pues, queda la pregunta:
-
¿Quiénes fueron los mayas?
-
¿Por qué el
nombre asociado con esta civilización de América Central, aparece en
muchas otras civilizaciones del mundo?
-
¿Es tan sólo una
coincidencia?
-
¿De dónde vinieron los mayas?
El dogma antropológico en boga, afirma que los mayas fueron parte de
un numeroso grupo de amerindios que atravesaron el estrecho de
Behring durante la última edad del hielo, hace 12.000 años, y
eventualmente se establecieron en lo que hoy es América Central.
Al
leerlos recientes textos mayas como el
Popol Vuh,
El Libro de Chilam
Balam, y Los Anales de los Cakchiqueles, tenemos la clara impresión
de que en verdad, los mayas llegaron de muy lejos,
“del otro lado
del mar llegamos al lugar llamado Tulan, donde fuimos engendrados y
nacimos de nuestras madres y padres...”
(Cakchiqueles)
A fin de que uno no crea que el asunto es simple, leemos en
cualquier otra parte del mismo libro un texto algo adulterado según
el cual hubo cuatro Tulanes:
“La gente llegó a Tulan de cuatro lugares. En el oriente hay un Tulan. Otro en Xibalbay (el mundo inferior); otro en el occidente
desde donde vinimos nosotros mismos, desde el oeste, y hay otro
donde está Dios (arriba, en los cielos). Por eso hubo cuatro Tulanes”.
Al examinar el pasaje anterior, encontramos que el lugar de los
orígenes, o el proceso de los orígenes descrito por los mayas en
este último texto, es de naturaleza mandálica, celestial, y cósmica.
Los cuatro Tulanes representan el paso del Sol, de oriente a
occidente, como también un mundo superior y uno inferior. Además,
una lectura de la antigua historia y mitología, Maya mejicana en
general, demuestra que Tulan o Tollan es un nombre arquetípico,
clave, tanto como un lugar real. ¿Que sucederla si Tulan no
describiese necesariamente un lugar geográfico, sino un proceso de
transformación y un punto de entrada de un reino o mundo a otro?.
A
este respecto, el recuerdo que los mayas tenían de sus orígenes, se
parece al de
los Hopi, que describe una travesía desde mundos
diferentes, de los cuales el actual es el cuarto.
Pero,
Dejando a un lado por el momento la cuestión sobre los orígenes, nos
encontramos en terreno más firme contemplando los logros de los
mayas indudablemente, los mayas representan una de las
civilizaciones más grandes que haya florecido en el planeta Tierra.
Esparcidas a través de las selvas de Yucatán, y de las tierras
montañosas de la actual Guatemala, hay un número increíble de
ciudades antiguas y templos. Pirámides escalonadas, plazas
elegantemente dispuestas, y centros ceremoniales exquisitamente
adornados con piedras esculpidas y cubiertas por todas partes con
inscripciones jeroglíficas.
Respecto a las espléndidas ruinas de los mayas, hay varias cosas que
nos sorprenden, siendo la principal entre ellas, su aislamiento. Aún
si se compara con la cercana civilización de las tierras montañosas
mejicanas, el estilo artístico de los mayas es único.
Aislados en
las junglas de América Central, los mayas se nos presentan tan
elevados como remotos. Al considerar sus pirámides que como torres
se elevan sobre los contornos de la jungla, y sus intrincados
jeroglíficos, también nos sorprende lo tarde que los mayas aparecen
en la historia universal. Casi tres mil años después de que
culminara la construcción de las pirámides en Egipto, con cuya
civilización son justamente comparables, los mayas aparecieron
súbitamente en escena.
Pero aún más dramático que el ascenso relativamente tardío de la
civilización Maya, lo es su repentina desaparición. En el año 830
D.C. después de unos 500 a 600 años de intensa actividad, los
principales centros fueron dejados a merced del tiempo y de la selva.
De todos los enigmas dejados por los mayas, este parece ser el más
grande.
Aunque se han hecho esfuerzos para dar la hipótesis de una
revolución interna, una sequía,
o una peste, como causa del desalojo de los grandes centros, no
existe ninguna prueba convincente que confirme alguna de estas
teorías. Aún queda la posibilidad, tan conmocionante como puede ser
para nuestra manera de pensar, de que los mayas abandonaron
conscientemente su civilización cuando ella estaba en su apogeo.
Si
este es el caso, debemos preguntar ¿por qué?.
Íntimamente relacionado con el misterio del desalojo de los centros
claves alrededor del año 830 D.C. está el enigma no sólo del
significado de los jeroglíficos, sino de los datos calendáricos,
matemáticos, y astronómicos dejados por los mayas.
Si los mayas sólo
hubieran dejado su arquitectura y su trabajo artístico, su
civilización estaría en línea con lo más alto que la humanidad ha
logrado, es decir, con los egipcios y los griegos, la dinastía Gupta
de la India, los templos de Java, la dinastía T'ang de la China y la
clásica dinastía Heian del Japón. Pero son además sus alcances
científicos los que sobresalen tanto o más que las alturas armónicas
de su trabajo artístico, los que continúan asombrándonos.
Comúnmente se habla de los alcances científicos de los mayas en
términos de sus adelantos en el calendario.
Los mayas calcularon la
longitud de la revolución terrestre alrededor del Sol, con una
precisión de cerca de una milésima de un punto decimal de acuerdo a
los cálculos de la ciencia moderna. Esto, se nos dice incesantemente,
lo hicieron sin nuestros instrumentos de precisión.
No sólo eso,
sino que elaboraron calendarios sobre los ciclos de las lunaciones y
de los eclipses. Y aún más, tenían calendarios que registran las
revoluciones sinódicas y las sincronizaciones de los ciclos
pertenecientes a Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, y Saturno. Y, en
algunos de sus monumentos encontrados los registros de fechas y
acontecimientos que sucedieron hacen 400.000.000 de años.
Ellos
hicieron todo esto con un sistema numérico único e increíblemente
sencillo y flexible, en el que contaban por veintenas (en lugar de
hacerlo por decenas), y únicamente utilizaron tres símbolos de
numeración escrita. ¿Por qué, y con qué fin?.
¿De qué manera el conocimiento del calendario Maya se refiere al
misterio de sus orígenes, y al enigma del desalojo de sus ciudades
principales en el año 830 D.C.?. Y ¿a dónde se fueron los mayas
después del año 830?
Ciertamente, hubo quienes se quedaron, y sin
embargo, hay una brecha tan clara, anterior al nuevo comienzo de la
civilización Maya en la postrimerías del siglo X, que parece como si
hubiera sido hecha de manera consciente y deliberada. No sólo existe
una brecha entre el llamado Nuevo Imperio Maya, y el Gran Imperio
Maya anterior al año 830 D.C., sino que también en la época en que
llegaron los españoles, es como si se hubiera olvidado todo el
conocimiento del pasado.
Y sin embargo, quedó el calendario. Una
pista. ¿Para quién?.
De hecho, los arque6logos ven el sistema del calendario tan sólo
como eso, es decir, como una manera de registrar el tiempo.
Pero
queda sin respuesta la pregunta de por qué se gastó tanto tiempo
registrando el tiempo, surge entonces la sospecha de que el
calendario es más que un calendario. ¿Es también el sistema numérico,
- tan delicadamente proporcionado-un medio para registrar las
señales armónicas que no sólo se refiere a las posiciones del
espacio-tiempo, sino a las cualidades resonantes del ser y de la
experiencia, cuya naturaleza nos la oculta nuestra predisposición
materialista?.
No hay ninguna duda de que en los volúmenes de literatura que se han
escrito sobre los mayas y sus sorprendentemente precisos logros
intelectuales, pocos son los escritores para quienes la civilización
Maya no haya representado una “cosa del pasado”, y una civilización
no tan avanzada como la nuestra.
La visión que informa de casi todo
lo que se ha dicho respecto a los mayas, es la visión atrincherada y
progresiva de que los mayas representaron una de las diversas
comentes de civilización que lucharon contra todas las dificultades
ambientales para alcanzar nuestro nivel de materialismo y ciencia. Y
por esta razón, la mayor parte de todo lo que se ha dicho respecto a
los mayas puede estar completamente equivocado.
Después de muchos años de estudio y meditación sobre el misterio de
los mayas, he llegado a la inevitable conclusión de que los mayas no
pueden ser comprendidos con la vara que hemos usado para medirlos y
juzgarlos.
Habiendo captado intuitivamente que el objetivo de la
vida de acuerdo a los mayas, en gran parte pudo haber sido muy
diferente de lo que nuestra imaginación materialista puede reconocer,
muy recientemente he llegado a la conclusión de que los mayas, al
menos los mayas cuya civilización llegó a una parada repentina en su
pináculo, durante el año 830 D.C., no sólo fueron más inteligentes
que nosotros, sino que su ciencia estaba mucho más adelantada que la
nuestra.
Por esta razón poco importa el que ellos no hubieran
utilizado herramientas metálicas, o inventos que ahorrasen trabajo,
tales como la rueda (tampoco utilizaron bestias de carga).
Debido a que ellos pudieron realizar tantas cosas con tan pocos
medios, los mayas tienen algo muy importante que enseñarnos en
nuestro tiempo de crisis tecnológica y cambio paradigmático. En
realidad, los mayas no sólo pueden poseer ya el “nuevo modelo”, sino
también el conocimiento científico por el cual puede aplicarse éste
modelo. Siendo esto así, no pudo haber sido meramente una casualidad,
el que los mayas fueran la última de las antiguas comentes
civilizadoras que florecieron en este planeta.
Ni tampoco puede ser
una casualidad, el que los mayas representen la última tradición
antigua, a examinarse y entenderse a la luz del pensamiento moderno.
Parece que ya a llegado el momento para un “redescubrimiento de los
maya”.
Al reflexionar en todo esto, he llegado a percibir la presencia
espiritual de los mayas. Hábiles sabios de lo que nosotros llamamos
tiempo, Maestros de la sincronización, los espíritus de los mayas se
sonríen y hacen muecas. Por supuesto, la época es precisa. Todo esto
ha sido diseñado, dispuesto, e impreso. Las pistas fueron dejadas
deliberadamente.
Todo lo que se ha estado esperando es llegar a un estado mental que
sea conveniente para interpretar las pistas. La depresión del actual
estado mental, permite la posibilidad de interpretar las pistas, y
sacar de ellas las conclusiones correctas. Conclusiones que pueden
tener mucho que ver con timonear los asuntos planetarios no con
rumbo a la extinción sino rumbo a una transformación.
Al preparar la presentación de este texto, hay dos cosas que me
sirven de guía: el estudio de un fenómeno que he llegado a
interpretar como un código maestro galáctico, y el presentimiento de
que es absolutamente necesaria una ruptura dramática con el modelo
científico ordinario, si hemos no sólo de sobrevivir sino de
transformarnos de la manera más positiva y benigna posible.
Después
de haber sido menospreciado durante tanto tiempo, el Factor Maya
debe ser examinado ahora.
La intención de escribir este libro me vino muy repentinamente. Sin
embargo, mientras reflexionaba en ello, comprendí que había estado
trabajando con el material por más de 30 años. En esta etapa de mi
vida, y de la vida de este planeta, es necesario presentar clara,
coherente, y honestamente aquello que es verdadero. Los medios para
llegar a la verdad son múltiples.
La intravisión, la intuición
directa, la experiencia y la revelación, son complementados por el
estudio, la investigación, la experimentación, y el examen. Todos
estos elementos han sido puestos en juego al tratar con el Factor
Maya, y al presentarlo. Pero más que cualquier otra cosa,
siento que es mi deber presentar el Código Maya, o sea el Código
Armónico, tan sencillo y directamente como sea posible.
Más que un calendario, el Módulo Armónico Maya presentado en esta
época, evoca la imagen del I Ching en el Hexagrama 49:
Se ha dado a conocer este libro con miras a poner en orden el
calendario - el calendario que conocieron los viajeros mayas del
cosmos - y para destacar que estamos implicados en las estaciones
galácticas.
Armados y reasegurados con dicho conocimiento, podemos
ponernos a tono con la Tierra, y abandonar nuestro infantil y ahora
muy peligroso encaprichamiento con el mito del progreso y la
superioridad tecnológica.
En esto radica la importancia de El Factor
Maya: Un Camino Más Allá de la Tecnología.
GRAN RUEDA, MANDALA DE
PACAL VOTAN
EL CALENDARIO AZTECA EN PIEDRA, SIGLO XV D.C.
Regresar
al Contenido
|