3 - Los Maestros Galácticos y Los Números del Destino
Mientras los mitos y leyendas están aquí, ocultos en los textos, atisbando desde las enredaderas de la jungla, haciendo guiños desde las flores brillantes que brotan de la piedra cortada, lo que se centra sobre nuestra atención son los números. Como hemos visto, la persistencia de los números aparece en el cálculo de los tiempos de “origen”.
Los números también hablan cuando leemos los
textos adulterados de los profetas del
Chilam Balam, quienes al
entrar en trance lo expresaban todo con números: El 1, el 13, el 7,
el 9, el 4. ¿Son los números seres vivientes? ¿Son ellos entidades
etéreas e intangibles, que ocupan dimensiones de la mente, y cuya
existencia resulta insospechada para nuestro rígido pensamiento
materialista?.
Aún más, ¿cómo podría la totalidad del
relato, es decir, la ciencia, el mito, la medida galáctica, y la
estrategia divina, estar contenida en una matriz cuya medida es de
13 X 20 unidades?.
¿Pero entonces, el I Ching le pareció algo diferente a Leibnitz, Hegel, o Jung, cuando ellos lo encontraron por primera vez?
Sabemos
que el Tzolkin, al que llamamos módulo armónico, también es igual a
la tabla de permutación llamada el Buk Xok. Sin embargo, cuando
examinamos la tabla de permutación, tan divertida como ésta pueda
parecer, su profundidad huye de nosotros. ¿Cómo puede esta medida de
trece números en veinte series, hablar de la resonancia universal?
¿Qué significan pues los números mayas?
Del mismo modo, al conocer el lenguaje clave del Tzolkin, que es el módulo armónico de los mayas, se pueden abrir canales de entendimiento y comunicación con un poder igual o aún mayor que el que obtenemos a través del alfabeto. Porque el número, al no ser diferente del símbolo, es una condensación de los sobre-tonos altos y de niveles de significado.
Y cada número individual es un campo
resonante para sí mismo. Esta es la razón por la cual solamente son
necesarios trece números para describir el complejo total que
llamamos ser galáctico -trece números que ocupan cada uno una
posibilidad de veinte ubicaciones de posición, para un total de 260
permutaciones.
Estos
números, el 13, el 7, el 4 y el 9, en particular, como también el
20, penetran tanto en el pensamiento de los mayas, que es importante
entender que cada uno de los números representa una multitud de
cualidades, y la suma de las cualidades, al igual que la suma de los
números, representa lo que llamamos “mundo”, o más bien “universo”.
Para pensar en los números como cualidades armónicas, nos es muy útil la analogía musical. Puede decirse que cada tono musical representa un número o viceversa. El do podría estar representado por el 1, el re por el 2, y así. En el espacio de una octava hay un número fijo de tonos - 7 para ser exactos - do, re, mi, fa, sol, la, y si - siendo el octavo tono un do más elevado.
Cada tono de una octava determinada tiene sus sobre-tonos secundarios en las octavas superiores e inferiores. Son virtualmente infinitas las posibilidades de secuencias de tonos, como también de sostenidos y bemoles, la riqueza y el timbre de los tonos, la interpretación de rangos de octavas, y las sincronizaciones armónicas de dos o más tonos.
Y sin embargo, para empezar sólo hemos expresado un pequeño conjunto de tonos. Esta analogía demuestra que el número, al representar cualidades sensitivas como también cualidades simbólicas de la mente, es esencial, pues posee múltiples tonos secundarios de profundidad y significado, y es capaz de expresar la extensión completa de posibilidades universales.
La analogía también muestra que una cantidad muy limitada de números puede realizar todos estos fines. Para el Factor Maya, la función cualitativa y armónica del número es de suma importancia.
Así pues, mientras para nosotros la medida del tiempo es el conteo de una serie de unidades que expresan cantidad, sean éstas días o minutos, años u horas, para los mayas lo que llamamos tiempo es una función del principio de resonancia armónica.
De este modo, los días son en realidad tonos, y éstos se llaman Kin, y están representados por los números correspondientes; la secuencia de los días (kin) crea los ciclos armónicos, llamados vinal, tun, katunes, baktunes, etc... y las secuencias de ciclos armónicos, tomados como conjuntos más grandes, describen las frecuencias o calibraciones de un orden orgánico más grande, es decir, del modelo armónico del planeta Tierra en relación con el Sol y las galaxias que están más allá. Sin embargo, para continuar con la analogía musical, mientras que un día representa un tono o número particular, éste también tiene sus tonos secundarios.
Cuando está debidamente afinado en su esencia, entonces, la cualidad de un día puede conducir a experiencias en otras octavas, o en otras dimensiones del ser.
Aunque esta perspectiva tiene alguna analogía con la astrología, el significado es algo diferente, porque los números señalan hacia los armónicos galácticos más que o lo mismo que hacia los ciclos planetarios. Como resultado de esta perspectiva, aquello que los eruditos han tomado como la obsesión Maya con respecto al tiempo, no lo es en modo alguno.
Más bien, las series de números que tan profusamente adornan los monumentos de los Mayas Clásicos, están destinadas a describir principalmente las calibraciones de la armónica galáctica, correspondientes a los ciclos del tiempo solar y terrestre.
Regresaremos brevemente a las
implicaciones de esta afirmación.
En otras palabras, el significado del número como representante de las series de armónicos, no es lineal o progresivamente cuantitativo, sino radialmente recíproco.
Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos que
el significado del número es radialmente recíproco?.
El término recíproco significa que cada número retroalimenta a
todos los otros números, y que como número se encuentra expresado en
los demás dentro de un circuito que los incluye a todos.
Como un circuito gigantesco, la galaxia puede ser representada por una serie de comentes de energía, en las que cada una de sus pulsaciones radiales puede ser descrita mediante una de las series de los números primarios. Igual que en un circuito, todas y cada una de las comentes de energía vibratoria tienen un final y un punto de origen comunes, es decir, Hunab Ku, el núcleo galáctico.
El mismo circuito, tal y como es descrito aquí, es llamado por los mayas el Zuvuya, o sea la comente desde y hacia la cual todo brota y a la cual todo regresa, yendo y viniendo simultáneamente, a la fuente de origen.
Regresemos entonces al Hunab Ku, el núcleo galáctico cuya brillantez
no puede expresarse con palabras.
Digamos que las comentes de energía contrarias puede describirse mediante una serie de números que van en direcciones opuestas. Además de eso digamos que una comente pulsa en frecuencias representadas por las series del 1 al 13, y la otra pulsa en las series de frecuencias que van del 13 al 1. Es decir, la primera va desde una pulsación simple a una más compleja, y la última va desde una pulsación más compleja a una sencilla.
Si igualamos las pulsaciones de las comentes que van en sentido de spin y contra-spin, la serie que obtenemos es la siguiente:
El ciclo completo de spin y contra-spin, también puede ser descrito por los números que representan las diferencias entre cada uno de los números adyacentes de los dos ciclos, es decir, la diferencia entre 1 y 13, 2 y1 2, 3 y 11, etc..
La secuencia de las diferencias entre las dos series se expresa mediante la siguiente serie de números:
Vemos también que la suma de los números 1+2+3+4+5+7+8... +l 3 es igual a 91, que es igual a 13 X 7, mientras que los números d e las series representadas por las diferencias de los dos ciclos suman 84, o sea 7 X 12, la diferencia entre 84 y 91 vuelve a ser 7.
Aún como
número par, el 12 también puede ser factorizado por 3 (3 X 4), y 84
es igual también a 3 X 28, mientras que el 28 está representado por
4 X 7.
Si hubiera dos números claves que resultaran
de este ejercicio, ellos serían el 13 y el 7.
Recordando que los números representan diferentes tonos de resonancia, pulsaciones de onda, o cualidades de energía radiante correspondientes a diferentes sensaciones y categorías mentales, podemos empezar a valorar el “significado” que los mayas dieron a los números.
Como agentes
activos de los diferentes niveles de resonancia, los números son en
realidad entidades mágicas, seres armoniosos que saltan las octavas,
cambian de identidad, hacen pasar de una dimensión a otra, y viajan
inexorablemente hacia atrás, con la misma facilidad con que se
extienden al avanzar progresivamente hacia adelante. (Para más
detalles sobre el código numérico radialmente recíproco de los
mayas, véase el Suplemento A. Números Direccionales y Números
Radiales).
En resumen, el Tzolkin es un teclado
o tablero de frecuencias periódicas de aplicación universal.
Así, como los móviles brazos galácticos son expresados por los números que se mueven hacia atrás y hacia adelante en su mutua relación; lo que nosotros llamamos tiempo, por ejemplo, es realmente el movimiento simultáneo desde y hacia el núcleo galáctico.
En verdad, mientras estemos afinados con el movimiento del “tiempo” que va en una sola dirección, lo que percibimos de la galaxia y del universo es tan sólo la mitad de la imagen. Para completar esta consideración general de la naturaleza cualitativa del número en el esquema de los mayas, no debemos perder de vista la función del sobre tono del número.
Esta función, que se llama en matemáticas el principio fractal, expresa la capacidad de un número para permanecer proporcionalmente constante. Por consiguiente, el 2 es al 10 lo que el 20 es al 100, y el 200 es al 1.000. Aunque cambie la cantidad del número, en esta serie la proporción es constante. Además, el todo puede reconstruirse desde la proporción.
En el código Maya uno se sorprende por la continua aparición de ciertos números que se refieren a proporciones holográficas específicas o fractales, incluyendo 26, 260, etc., y 52, 520, etc.
En verdad, es por las
propiedades fractales que los números resuenan en diferentes
octavas, trayendo a los sentidos y a las esferas mentales ciertos
rangos de información superior, para ser decodificadas por medio de
la afinación celular. (Para más información sobre fractales en el
sistema Maya, véase el Suplemento B, Factores y Fractales mayas.)
El registro de números hecho por los Mayas Clásicos
solo tuvo que ver secundariamente con los calendarios.
Verdaderamente, lo que encontramos registrado en los grandes
monumentos de piedra, y en algunos de los códices existentes o
manuscritos pintados, es en realidad la habilidad que los mayas
demostraron para expresar la relación entre la armonía galáctica y
los ciclos anuales de la tierra, la luna y otros planetas del
sistema solar.
1.800 kin es un holtun al cual le faltarían solo 25 días para los 5 años solares. 1.825 = (S X 365) días.
De
igual manera, 10 “años” son 3.600 kin, y 20 “años” son 7.200 kin.
Como punto de interés, vemos que cada uno de estos números 1,800,
3.600 y 7.200 tienen al 9 como su factor básico (18 = 9 X 2; 36 = 9
X 4; 72 = 9,X 8). Como veremos, el 9 es el número clave asociado a
los cálculos que se correlacionan con lo que llamamos tiempo.
Aún cuando el bote y el rayo estén en movimiento, habrá un
intervalo de tiempo durante el cual el bote sea realmente bañado por
el rayo de luz. Así ocurre con la nave espacial Tierra, al pasar
como un bote a través del rayo de sincronización galáctica. Desde la
perspectiva de los armónicos mayas, este rayo tiene un diámetro de
5.200 tun. Esto se traduce aproximadamente en 5.125 años terrestres
de diámetro. ¿Cómo es esto?.
Debido a que el rayo está calibrado en 5.200 tun, y debido a que un tun de 360 kin, o el equivalente a 360 días,
son 5 días menos de un vago año solar de 365 días, el modelo
completo de 5.200 tun es en realidad el equivalente de unos 5.125
años de duración. De nuevo, estamos suponiendo que la intención
principal de los Mayas Clásicos no era la de contar el tiempo, sino
la de anotar las calibraciones armónicas del rayo de sincronización
armónica de 5.200 tun.
La causa
de este asombro, radica en el hecho de que los ciclos de 260 y 360
unidades no son ciclos originalmente calendáricos o para
contabilizar el tiempo, sino que son índices fractales de la armonía
galáctica. Como fractal, 260 es realmente un sobretono secundario de
26, o sea, de 2xl3, y 360 es un sobretono secundario de 36, o de
2xl8 y 4x9. Así pues, en los números 260 y 360 vemos los factores
claves mayas 4, 9 y 13.
El “calendario” de 360 unidades es el calibrador armónico. El 260 es constante porque representa la interminable ronda de permutaciones generadas por los 13 números y las 20 posiciones direccionales que definen el menor conjunto posible de cambios, que dan cabida al mayor número de posibilidades galácticas, desde frecuencias de onda, hasta arquetipos.
Tanto el 260 como el 360 son números de cálculo
que se basan en la unidad más pequeña, que es un kin. 360 kin, o sea
un tun, es el calibrador armónico en virtud de ser un múltiplo de 9,
de su representación del número de grados en un círculo, y en su
aproximación a los 365 días en un año solar. (Para una información
más detallada sobre las progresiones armónicas de los “calendarios”
de 260 y 360 unidades, véase el suplemento C, Armónicos del
Calendario).
Los
hechos señalan a otros que al menos sembraron semillas en el
planeta, en otro tiempo o época cercana a la entrada en la comente
del rayo armónico, en el año 3113 A.C.. Pero por su ubicación en la
historia de la civilización global, la significación más grande y
singular de los mayas radica en que ellos son la más reciente onda
de maestros galácticos, que nos trajeron en su totalidad la matriz
de información galáctica.
En este sistema de numeración
escrita, un punto es igual a una unidad, una barra a cinco unidades,
y una concha estilizada a cero. Con estos tres símbolos notacionales
los mayas realizaron milagros matemáticos.
El primer número, el 6, registra el número de baktunes que han pasado desde la fecha inicial; la segunda posición
registra el comente período katún; la tercera posición el tun; la
cuarta el vinal y la quinta, el kin.
El 9 es el número que
simboliza periodicidad y perfección, también es el número de los
Míticos Señores del Tiempo, y es el número que representa a los
mismos maestros galácticos mayas. La fecha del punto intermedio,
6.10.0.0.0., fecha en la cual fueron ejecutadas las esculturas de
Monte Albán, se refiere a la “venida de los Nueve Señores del
Tiempo”, y a la llegada de la medida galáctica al planeta.
El nombre Olmeca significa literalmente “gente de caucho”, porque fueron los olmecas los que supuestamente inventaron el juego ritual de la pelota, y el uso de pelotas de caucho.
Habiendo comenzado su ascenso a la civilización alrededor del año 1500 A.C., los olmecas se caracterizaron por sus poderosas esculturas de piedra y de jade, que representan jaguares con yelmos o criaturas con rostro de felino. Se supone que las bases religiosas de los olmecas surgieron de una cultura chamanística del Neolítico tardío, centrada en el nagual o espíritu del jaguar.
Los olmecas también incluían entre sus ritos la ingestión de psilocybina, un hongo alucinógeno llamado por los nativos teonánacatl, carne de los dioses. Supongamos que después de su materialización en Mesoamérica, la cual se recuerda en las memorias del cuádruple Tulán, algunos de los mayas tuvieron una actitud amistosa frente a las órdenes olmecas de sacerdotes jaguares más adelantados, y se infiltraron en ellas.
El
nombre que los mayas le otorgaron al sacerdote jefe durante los
últimos tiempos fue el de Balam, que significa jaguar o sacerdote
jaguar. Por medio de esas infiltraciones, los mayas fueron capaces
de introducir el sistema notacional de la barra y el punto, como
también el “Calendario Sagrado”; las permutaciones incesantes de los
13 números y de las 20 posiciones direccionales, fueron adoptados
para utilizarlos en este planeta como signos jeroglíficos de
carácter sagrado.
Mientras tanto, después de la implantación de
la armonía galáctica, representada por el Calendario Sagrado de 260
días, y conmemorado por la fundación de Monte Albán; un gran centro
surgió en el México central: Teotihuacán.
En realidad, Teotihuacán, -el lugar donde los dioses tocan la tierra-, igual que todos los demás centros importantes en Mesoamérica, fue construido como un recuerdo de la primera Tollan o Tulan, que era el lugar de origen, como también el lugar de entrada a este mundo. Dominada por la pirámide del Sol cuya base es casi exactamente de la misma medida de la gran pirámide de Giza en Egipto, Teotihuacán alcanzó un esplendor sin paralelo como ciudad de abundancia y de gloria artística.
La intensamente espiritualizada visión artística Teotihuacán llegó a ser conmemorada con el nombre Tolteca, que
significa maestros constructores, artistas y videntes.
Como el más importante héroe cultural, Quetzalcóatl está relacionado con el cielo, las estrellas, el mar, el agua, la abundancia, y el cultivo de toda clase de artes y ciencias de la civilización. Representando la unión del Cielo y la Tierra, la imaginería de la serpiente emplumada, como también la del jaguar emplumado, abundan por todas partes en Teotihuacán, en vajillas de cerámica, en murales y en las grandes figuras esculpidas de la ciudadela de Quetzalcóatl.
Y aquí
en la ciudadela de Quetzalcóatl encontramos otra vez el simbolismo
del 13: Doce templos con plataformas bajas rodeando un decimotercer
templo, que representa al mismo Quetzalcóatl.
Y entonces vino la terminación del octavo baktún y el comienzo del noveno. Comenzando en el año 435 D.C., la fecha 9.0.0.0.0. representaba el armónico 1296 (1.296.000 kin o días transcurridos desde el año 3113 A.C.). Esto se supo en todos los templos mayas. Ahora es el momento de prepararnos para la segunda oleada galáctica.
El baktún 9,
o sea el ciclo décimo, era una fase para efectuar una sincronización
máxima. Este fue el período críticamente importante para registrar
las correlaciones armónicas del rayo galáctico con el ciclo anual de
la Tierra, el Sol, la Luna y los otros planetas del sistema solar.
Mientras que el 1,366, 560 Kin año 631 D.C., es también el equivalente de 3.796 tun o ciclos de 360 días completados desde la fecha de iniciación, el año 683 corresponde a 3.796 años solares transcurridos desde la misma fecha de iniciación. Es interesante observar que ambas fechas 631 D.C. y 683 D.C. tienen un número de armónicos que corresponden a 3.796, la primera como tun, y la última como años solares.
Además, es muy significativo que el lapso de 52
años entre estas fechas, corresponda a la duración de la vida
terrestre de Pacal Votan.
Su
“tumba”, única en toda Mesoamérica, y la única que es comparable a
la tumba de la
Gran pirámide de Giza, está fechada en el año 683.
Esta se encuentra en Palenque dentro del Templo de las
inscripciones, que consta de nueve pisos.
La escultura que se encuentra en la tapa del sepulcro, y que ya mencionamos al final del capítulo anterior, ha sido interpretada de diversas maneras, ya sea como un astronauta en una cápsula espacial, o como la representación de un rey dinástico que al morir había descendido a las fauces del monstruo Tierra. Aquí está, sin embargo, la leyenda de Pacal Votan, maestro galáctico, quien declaró que él mismo era una serpiente, un iniciado, un posesor del conocimiento.
Por mandato de sus superiores, Pacal Votan abandonó su “patria”, el misterioso Valum Chivim, para dirigirse a Yucatán, el país de los mayas en la Tierra.
Alejándose de Valum Chivim y pasando por medio del “Domicilio de las 13 Serpientes”, Pacal Votan llegó a Valum Votan, en el río Usuamacinta, no lejos de Palenque, la que supuestamente Pacal Votan había fundado. Al hacer varias visitas de regreso a su “patria”, Pacal Votan descubrió una torre, la cual hubo de ser destruida debido a una confusión de lenguas entre sus constructores.
Sin embargo, a Pacal Votan le fue permitido alcanzar la “Roca de los
Cielos” por medio de un pasaje subterráneo que comenzaba desde la
torre.
Valum Chivim es una referencia a una de las bases estelares de los mayas, quizás en las Pléyades, quizás en Arcturus. Por supuesto, estas bases habían estado supervisando la misión Maya desde la primera oleada de maestros galácticos, y entre ellos los Nueve Señores del Tiempo, que originalmente habían sembrado el planeta Tierra.
El maestro
galáctico Pacal Votan, escogido por sus superiores para vigilar la
iniciación de la fase final del proyecto terrestre Maya, también
sería conocido como el
agente galáctico 13 66 56, que corresponde al equivalente armónico
de la fecha 631, época de su encarnación y manifestación en este
planeta. Numerológicamente, la cifra 13 66 56, como todos los
factores de 9, también suma 9 (1 + 3 + 6 + 6 + 5 + 6 = 27 =2 + 7 =
9).
Como la fibra de vida galáctica, sería natural representar al Kuxan Suum por medio de una serpiente, o forma de serpiente. El 13, número del movimiento, es también el número del más alto y elevado de los cielos o niveles de ser más allá de nuestro sistema solar; el más próximo a la información central, o Hunab Ku, el centro galáctico.
Seres en proceso de transformación que fueron esculpidos
en forma de serpiente, y que son similares a los de Quirigua,
adornan el templo de las inscripciones en Palenque, y son una
inscripción plástica del Kuxan Suum como medio de transporte de
Pacal Votan, el agente galáctico 13 66
56.
La fecha de su llegada también coincidiría con la expectativa del próximo avatar Kukulkán, cuyo papel asumiría Pacal Votan. En el desarrollo de este papel sólo seria natural fundar una ciudad, correspondiente a la Tollan mítica, que seria llamada Xibalanque, o en forma moderna Palenque. En el Popol Jul, Xibalanque correspondería a la mítica Xibalba, que es el lugar del mundo inferior, o mundo de manifestación y de la heroica prueba de la mortalidad.
Esto haría referencia a que el agente
galáctico 13 66 56 tomó una forma humana y mortal, lo cual seria
anotado y recordado como la “tumba” del mundo inferior, situada
dentro del Templo de las inscripciones que tiene 9 pisos.
Ya que la tumba de Pacal Votan es la única que puede ser comparada con la tumba que está dentro de la Gran Pirámide de Egipto, es muy significativo que, en sentido arquitectónico, la Torre que mira hacia la Pirámide que contiene la tumba, posee una fuerte semejanza con la Cámara del Rey en la Gran Pirámide. Tanto la Torre como la Cámara del Rey, poseen cuatro niveles que se levantan sobre una base o arca elevada.
En cualquier
caso, la torre representa la aspiración que rodea a la mortalidad,
mientras que la confusión respectiva es nuestro fracaso en
comprender nuestro inherente estado de no muerte o inmortalidad.
Desde el templo que está sobre la pirámide, cuya altura es de 52 pies, hay 26 peldaños que conducen hacia abajo tomando un giro brusco, descendiendo otros 22 peldaños, y llegando hasta la cámara.
Los 26 peldaños se refieren al número 26 = (13 x 2), que es fractal de la constante galáctica 260. Los 22 peldaños se refieren al número que representa la suma de 13 - las 13 serpientes en su domicilio u Oxlahuntiku, las trece divinidades de los cielos superiores y 9 - a los Nueve Señores del Tiempo, los Bolontiku, las nueve divinidades o maestros galácticos originales que precedieron a Pacal Votan en su misión en este planeta.
El número total de peldaños que es 48, es el
equivalente de 6 octavas (8 X 6).
Una vez allá, él informó que los mayas terrestres estaban capacitados para recibir números selectos de su kin galáctico, y de concluir verdaderamente la actividad armónica relacionada con el planeta Tierra en su paso a través del rayo de sincronización galáctica de 5.200 tun, que empezó el 13 agosto del año 3113 A.C..
Curiosamente, hay un “tubo parlante” que va desde la cripta hasta el
templo que está sobre la Pirámide de las Inscripciones.
El número total de días o kin en dicho ciclo es 37.960. El fractal 3796 representa el número de tun transcurrido entre el año 3113 A.C. y el año 631 D.C. y el número de años solares transcurridos entre el año 3113 A.C. y el año 683 D.C..
El ciclo de 52 años (del año 631 al 683 D.C.) que representa la duración de la actividad vital de Votan en este planeta, corresponde por supuesto al “ciclo calendárico”:
Al considerar la armonía de los números que rodean la misión vital del maestro galáctico Pacal Votan, agente 13 66 56, podemos apreciar que su “tumba” es única, y es comparable sólo a la de Keops en la Gran Pirámide de Egipto.
Si la gran pirámide, cuya construcción empezó supuestamente en el año 2623 A.C., se sitúa en un extremo del espectro armónico que marca el ciclo normal de la civilización, entonces, qué diremos respecto al significado de la aparición de Pacal Votan, conmemorada con su Tumba Pirámide, acercándose al otro extremo de este ciclo?
Además, ¿es absurdo considerar que allí
podría haber una conexión entre estos dos monumentos “fúnebres”?.
Este proceso se extendió desde
Palenque hasta Tikal y hacia el sur, especialmente hasta Copan, y
finalmente a Quirigua. Por el año 810 D.C.= 9.19.0.0.0., y con la
consagración del Gran Templo en Quirigua, la labor había finalizado.
En realidad estas figuras “zoomorfas” son
representaciones de capullos galácticos, y de unidades de
transformación serpientes/etéricas de doble cabeza, que facilitan el
cambio de una forma galáctica a otra. A esto se debe el que una
forma humana, a la que con frecuencia se representa sentada en
meditación, aparezca saliendo de las fauces de uno de estos
“monstruos”.
Los capullos galácticos luminosos se están materializando en una visión. Los capullos primero se encuentran suspendidos sobre los maestros galácticos, y luego los van cubriendo lentamente; aumenta el zumbido vibratorio, mezclándose con la incesante sinfonía de la jungla omnipresente.
Al principio esto sucede imperceptiblemente, luego,
como si fuera una escena que cambia durante un sueño, los capullos
vibratorios se desvanecen y desaparecen. Un temor apaciguado domina
la pequeña reunión, que se dispersa luego con un aire de propósito y
dedicación solemnes.
Vendría una oleada de invasores, y después de ellos vendrían otros, y finalmente otros más, hasta que la peste y las plagas arruinarían la región. Lo que los modelos armónicos indicaban era un período de creciente densidad. Desde la perspectiva de. la resonancia armónica, densidad es la incapacidad para percibir con todo el cuerpo las frecuencias armónicas y sus sobretonos secundarios.
Lo que esto
implica es la llegada del materialismo, un sistema de creencia
basado en un poderoso temor a la muerte.
Estos números permanecerán como una clave, y como un signo de que todavía ha de realizarse una tercera fase del proyecto Maya.
En algún lugar en aquella época lejana y distante, cuando los ejércitos combatieron con armas metálicas; y los químicos liberaron el fuego de Sol, el milagro de los mayas irrumpirá otra vez, liberando el misterio y mostrando el camino que indica el regreso en medio de los modelos de las estrellas. BAKTÚN 10; AÑO 830 D.C. ÉXODO Y PROFECÍA
|