por José Manuel Nieves
07 Junio
2017
del Sitio Web
ABC
La Vía Láctea se encuentra
al
borde de un gran vacío.
Mide más de
mil millones de años luz de
extensión
y en su interior
no hay "nada".
La Vía Láctea, nuestra galaxia, junto a todas sus compañeras, se
encuentra en el borde mismo de un enorme vacío de más de mil
millones de años luz de extensión y en cuyo interior no hay "nada".
Esa es la extraordinaria
conclusión presentada por un grupo de cosmólogos en la reunión anual
de la Sociedad Astronómica Americana, que se celebra estos
días en Austin, Texas.
Ya en 2013, un estudio (Evidence
for a ~300 Megaparsec Scale Under-Density in the Local Galaxy
Distribution) elaborado por la astrónoma
Amy Barger y su entonces
estudiante Ryan Keenan, de la Universidad de Winsconsin-Madison,
mostraba que la galaxia en que vivimos, en el contexto de las
estructuras a gran escala del Universo, reside justo en los límites
de un gigantesco
vacío, una oscura y enorme región
de espacio que contiene muchas menos galaxias, estrellas y planetas
de lo que podemos ver en nuestro vecindario cósmico más inmediato.
Ahora, un nuevo estudio (Do
We Live Within a Large Local Void?)
llevado a cabo por otro astrónomo (Benjamin Hoscheit) de la
misma Universidad, también estudiante de Barger, no solo confirma la
idea de que todos nosotros vivimos en el mayor de los vacíos
conocidos hasta ahora en el Universo, sino que, además, ese hecho
ayuda a reconciliar el aparente desacuerdo entre los dos modos que
hay de medir la
constante de Hubble, que los
cosmólogos utilizan para describir la
velocidad a la que el Universo se expande.
La citada discrepancia se produce por el simple hecho de que los
resultados varían según cuál sea la técnica empleada para medir la
expansión.
"Pero
independientemente de qué técnica se esté usando - afirma Ben
(Benjamin) Hoscheit, autor de la investigación - se debería
obtener el mismo valor para la tasa de expansión actual.
Afortunadamente, el
hecho de vivir en un vacío nos ha ayudado a resolver esa
discrepancia".
La razón para ello es que
un vacío así, con mucha más materia fuera tirando gravitatoriamente,
puede afectar a las medidas de la constante de Hubble que se
obtengan con una técnica que utiliza supernovas (relativamente
cercanas).
Por el contrario esa
misma gravedad no tendrá efecto alguno sobre la medición si ésta se
ha llevado a cabo usando la técnica que usa el Fondo Cósmico de
Microondas (CMB),
la radiación residual
del Big Bang, que permea por igual
todo el Universo.
Para Ben Hoscheit, ambas técnicas son correctas, pero la que se basa
en la observación de supernovas nos da un resultado "local",
mientras que la basada en el CMB nos ofrece resultados "cósmicos".
Un queso de
Gruyere
El trabajo se encuadra en el enorme esfuerzo que los cosmólogos
están llevando a cabo para comprender mejor la estructura del
Universo en que vivimos.
Sabemos que, a una escala
enorme, el Universo tiene el aspecto de un queso de Gruyere, o de
una enorme tela de araña en 3D en el que la materia "normal" se
distribuye en agujeros y filamentos.
Los filamentos están
hechos de cúmulos y super-cúmulos de galaxias, que a su vez están
formadas por miles de millones de estrellas, gas, polvo y planetas.
Y toda esa materia "normal" apenas supone el 5% de la masa total del
Universo.
El 95% restante, que no
puede ser observado directamente, está hecho de
materia y energía oscuras.
El "agujero" que contiene la Vía Láctea (y a nosotros con ella) es
conocido como el "Vacío
KBC" (por Keenan, Barger y Lennox Cowie, de la
Universidad de Hawai), y es verdaderamente enorme.
De hecho, es siete veces
mayor que la media de otros vacíos observados, y tiene un radio de
cerca de mil millones de años luz. Por ahora, es el mayor vacío
conocido por la Ciencia.
Las primeras estimaciones de Keenan, de acuerdo con las de Barger,
sostenían que el vacío KBC tenía la forma de una esfera, con una
"cáscara" de grosor creciente hecha de galaxias, estrellas y materia
de otros tipos. Algo así como una descomunal pompa de jabón con toda
la materia concentrada en la superficie y casi totalmente vacía por
dentro.
Ahora, Hoscheit afirma en
su nuevo análisis que esa visión parece confirmarse, ya que no queda
descartada por ninguna otra evidencia observacional.
Por supuesto, observar la realidad en una escala tan enorme es algo
que entraña para nosotros una gran dificultad. Sería como pedirle a
una bacteria que dedujera que vivimos en la Tierra, y que ésta forma
parte del Sistema Solar.
En palabras de Amy Barger,
"resulta
extremadamente difícil encontrar soluciones consistentes a
partir de varias observaciones diferentes.
Y lo que Ben (Hoscheit)
ha demostrado es que el perfil de densidad medido por Keenan es
consistente con las observaciones cosmológicas".
O dicho en otras
palabras, Hoscheit no ha podido encontrar objeción alguna, ni
obstáculo observacional que vaya en contra de la conclusión de que
la Vía Láctea reside en el borde mismo de un gigantesco vacío...
Un vacío que, además, ha
permitido resolver las discrepancias que existían al usar diferentes
técnicas para medir la velocidad a la que el Universo se expande.
Video
|