por Esther Pinilla J.
08
Septiembre 2022
del
Sitio Web
ElMundo
Un grupo
de científicos españoles
codirigido desde
Canarias
confirma la
presencia de planetas hechos en
una inmensa
proporción de agua y, además,
muestra que hay
tantos
como planetas
rocosos...
Imagine que la Tierra no tuviera tanta tierra, sino que casi toda
ella fuera agua.
Quizá no sería como la
conocemos ahora, con mares, ríos y océanos fluyendo sobre la
corteza, sino un planeta formado por una proporción de agua
inmensamente mayor, también en su interior, bajo la superficie.
Podría ser habitable,
aunque no seguramente para especies como la nuestra.
Pues bien, esta clase de
mundo existe y, de hecho, es más común de lo que se pensaba.
Los científicos españoles Enric Pallé, investigador del
Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), y Rafael Luque,
de la Universidad de Chicago, han confirmado la existencia de estos
mundos de agua fuera del Sistema Solar y, además, han constatado que
estos exoplanetas abundan tanto como los terrestres.
Así se desprende de un
nuevo estudio de 43 exoplanetas, todos los cuales orbitan alrededor
de estrellas enanas de tipo M, las más abundantes de la galaxia.
El hallazgo lo acaba de publicar (Density,
not radius, separates rocky and water-rich small planets orbiting M
dwarf stars) la revista Science.
"Hemos intentado
averiguar cuál es la naturaleza de los planetas pequeños
parecidos a la Tierra. Se pensaba que había multitud de tamaños,
masas y densidades, y que había planetas de todas las
categorías.
Pero hemos confirmado
que hay 43 planetas conocidos en torno a las estrellas enanas M
y que se dividen sólo en tres familias de planetas: acuáticos,
terrestres y gaseosos.
Es la primera vez que
se puede confirmar esta teoría", explica Pallé.
Lo que el nuevo estudio
ha mostrado es que, ahí fuera, hay tantos waterworlds como
tierras.
Los astrofísicos han
centrado su investigación en los exoplanetas con un tamaño similar a
los mundos que, en nuestro Sistema Solar, estarían comprendidos
entre la Tierra y Neptuno.
Además, se limitaron a
aquellos que giran alrededor de las estrellas más comunes de la Vía
Láctea (un 80% del total), las enanas M, y analizaron el tamaño y
peso de esos mismos.
El resultado fue revelador: el 50% de la masa de los mundos de agua
es líquida; y la otra mitad, de roca.
Si pensamos únicamente en
la superficie, podría parecer que estos planetas son similares al
nuestro, pero la realidad es que no tienen nada que ver:
"El agua de la Tierra
es sólo un 0,02 % de su masa total, mientras que, en los mundos
acuáticos, es el 50% de la masa del planeta", apunta Pallé.
"Es la primera prueba
de que los planetas acuáticos existen, que son potencialmente
habitables y que están compuestos por una estructura distinta a
la que se pensaba".
En 2012, el telescopio
espacial Hubble
analizó la atmósfera de un exoplaneta
y los astrofísicos consideraron que se trataba de un nuevo tipo de
mundo nunca antes detectado: un mundo de agua.
En ese momento, se pensó
que el agua fluía por el planeta como si fuera un gran océano que
abarcaba toda la superficie.
Ahora, la investigación de Luque y Pallé ha descartado esta
hipótesis.
"El agua no se pierde
en un océano, sino que está mezclada con rocas compuestas del
planeta", afirma Pallé.
"Aunque habían hecho
descubrimientos sobre ello, esta es la primera certeza que
tenemos de que son tan comunes como los terrestres", continúa su
compañero Luque.
"Los planetas
acuáticos estaban en el olvido, pero las teorías de formación
planetaria vigentes siempre predecían su existencia. No ha sido
hasta esta investigación cuando se ha podido comprobar", añade.
"Aparte de los waterworlds, hemos comprobado que la mitad
de esos mundos son de densidad terrestre, y nos da esperanza de
encontrar planetas como la Tierra y que haya vida en esos
planetas".
¿Es posible, entonces,
que haya vida ahí fuera?
Ambos científicos
responden que sí, aunque, recuerdan, no hay pruebas que lo
confirmen, continúa Luque.
Pallé, por su parte,
sostiene que,
"es posible que
existan zonas donde, debajo de la superficie, el agua esté en
estado líquido.
A priori, son
potencialmente habitables, pero tenemos que investigar sobre
cómo es su superficie y en qué capas se distribuye el agua".
De igual modo, Luque
defiende que una de las consecuencias de la investigación es
analizar las posibilidades de habitabilidad de estos exoplanetas:
"Creemos que el agua
de los waterworlds no está en su superficie, sino que
está debajo de la corteza y que podría reunir las condiciones
para la vida.
Por lo que una de las
consecuencias de esta investigación es estudiar de forma teórica
las condiciones de habitabilidad que hay en estos planetas",
apunta Luque.
Han comprobado también
que estos nuevos mundos acuáticos migraron con el tiempo hacia las
partes más cercanas de la estrella,
"algo que se pensaba
que no se podía, pero que nosotros hemos confirmado de forma
indirecta".
Los exoplanetas de agua
sólo se pueden formar tras la línea del hielo, es decir, la zona de
un sistema planetario donde el agua ya no se evapora, al no estar
demasiado cerca de su estrella.
Al mismo tiempo, si está
demasiado lejos, se congela. Por tanto, los waterworlds no pueden
estar en cualquier sitio.
Pero aquí también hay un
nuevo hallazgo.
"Los mundos acuáticos
sólo se pueden formar después de la línea del hielo, para que
existan esas grandes cantidades de agua.
Nosotros no los hemos
detectado a largas distancias, sino más cerca de su estrella,
por lo que han tenido que migrar, con el paso del tiempo, de las
partes más externas del disco a las internas.
Si el agua de estos
planetas estuviera sólo en la superficie - no mezclada como
hemos demostrado - ya se hubiera evaporado", desgrana Luque.
Tras este hallazgo, el
siguiente paso para estos investigadores será analizar los planetas
que orbitan estrellas tan grandes como el Sol.
Además, pretenden
constatar si esta tendencia se mantiene y averiguar más sobre la
naturaleza de esos mundos con el nuevo
telescopio espacial James Webb.
Luque apunta que,
"hay tres o cuatro
mundos que ya están preparados para ser observados con el Webb,
y hay otros que se están intentando ver también con unos
telescopios gigantes que estarán listos dentro de siete u ocho
años para saber las peculiaridades de su atmósfera y su
superficie".
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