(Dublin
Institute for Advanced Studies)
La materia se arremolina y, antes de que la estrella vea la luz del día, no es raro que se produzcan violentos partos.
El
telescopio espacial James Webb ha
dirigido su objetivo hacia este espectáculo, que se revela con un
detalle sin precedentes.
El objeto se encuentra en
dirección a la
constelación de Perseo y consiste
en dos corrientes (o chorros) opuestas de gas que brotan de una
estrella bebé situada en el centro y que aún está cubierta en su
cuna.
Las corrientes de gas de este tipo emiten luz por sí solas y pueden remontarse a embriones estelares - o proto-estrellas - que crecen en medio de una densa nube molecular.
El progenitor estelar de HH211 es un análogo infantil de nuestro Sol.
Mientras que la vida
esperada de una estrella similar al Sol es de unos diez mil millones
de años, HH211 sólo tiene unas decenas de miles de años y apenas un
8% de la masa del Sol.
El gas expulsado hacia el exterior desde el turbulento centro del nacimiento de la estrella choca con el gas y el polvo de los alrededores, formando ondas de choque y desencadenando radiación.
Una mirada más atenta a
las trayectorias en forma de sacacorchos del chorro de gas
interior sugiere que no es una, sino dos las estrellas que
están naciendo en el centro, orbitando una alrededor de la otra.
Las observaciones generan información inestimable en nuestra búsqueda por comprender la formación estelar.
Se aprecian claramente una serie de ondas de choque arqueadas a lo largo del chorro. Esta serie de ondas de choque se origina en el gas expulsado episódicamente de la protoestrella situada en el centro a medida que ésta aumenta gradualmente de tamaño por la inflexión de gas y polvo sobre ella. foto ESA/Webb, NASA, CSA, T. Ray
(Instituto de Estudios Avanzados de Dublín)
Sin embargo, el
telescopio James Webb observa la
luz infrarroja emitida por los chorros de gas, que puede
penetrar el gas y el polvo que los oscurecen.
La imagen del telescopio
espacial es también una superposición de estas fuentes de luz, lo
que permite a los investigadores cartografiar la estructura de los
flujos de salida.
Como era de esperar,
estas longitudes de onda se desvían de las longitudes de onda
estándar que emitiría el gas en estado de reposo.
En el caso de HH211, los
investigadores utilizan este efecto para medir una velocidad de las
corrientes de gas que, de 80 a 100 kilómetros por segundo (unos
300.000 kilómetros por hora), es relativamente lenta en comparación
con otros sistemas en los que las proto-estrellas están más
avanzadas.
Esto es un indicio directo de que, en el caso de este sistema aún muy joven, el material del chorro está formado principalmente por moléculas.
Sin embargo, es probable que esto cambie a medida que aumente la edad de la proto-estrella...
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