por Eduardo Martínez de la Fe
30 Noviembre
2021
del Sitio Web
Tendencias21
Primer plano y visión amplia
de la pareja de
agujeros negros supermasivos
más cercana a la Tierra.
ESO.
Dos
agujeros negros supermasivos,
descubiertos a 89 millones de años luz de la Tierra, son los más
cercanos a nuestro planeta jamás observados.
Separados entre sí por
1.600 años luz, dentro de 250 millones de años se fusionarán en un
agujero negro monstruoso.
Utilizando el Very Large Telescope del Observatorio Europeo
Austral (ESO),
los astrónomos han descubierto una pareja de agujeros negros
supermasivos a 89 millones de años luz de la Tierra, que son los más
cercanos a nuestro planeta jamás observados.
Ambos agujeros negros supermasivos están tan cerca uno del otro que
acabarán fusionándose en un agujero negro gigantesco dentro de 250
millones de años, destacan los investigadores en
un comunicado.
La Tierra será muy diferente cuando eso ocurra:
dentro de 250
millones de años, seguramente los continentes del planeta se
habrán fusionado de nuevo en la así llamada
Pangea Última...
La pareja de agujeros
negros supermasivos ha sido localizada en la
galaxia NGC 7727, en la
constelación de Acuario.
El anterior récord de
proximidad estaba en la galaxia
NGC 6240, localizada a 470 millones
de años luz de la Tierra:
aunque tiene dos
agujeros negros supermasivos en su interior, la distancia a la
que está no ha permitido medir bien sus propiedades.
Ocultos en galaxias
Los agujeros negros supermasivos se esconden en el centro de las
galaxias masivas y, cuando dos de esas galaxias se fusionan, los
agujeros negros terminan en curso de colisión.
El par de NGC 7727 bate el récord de la separación más pequeña entre
dos agujeros negros supermasivos, ya que están a solo 1.600 años luz
de distancia entre ellos.
La fusión de agujeros negros como estos podría explicar el proceso
de formación de los agujeros negros más masivos del universo,
explican los investigadores.
Los astrónomos pudieron determinar las masas de los dos objetos
observando cómo influye la atracción gravitacional de los agujeros
negros en el movimiento de las estrellas que hay a su alrededor.
La comunidad astronómica sospechaba que la galaxia albergaba dos
agujeros negros, pero no habían podido confirmar su presencia hasta
ahora, ya que no se aprecian grandes cantidades de radiación de alta
energía proveniente de su entorno inmediato, lo que los delataría.
¿Más
reliquias?
"Nuestro hallazgo
implica que podría haber muchas más de estas reliquias fruto de
fusiones de galaxias por ahí y pueden contener muchos agujeros
negros masivos ocultos que aún esperan ser encontrados", afirma
la autora principal, Karina Voggel.
Y añade:
"El número total de
agujeros negros supermasivos conocidos en el universo local
podría aumentar en un 30 por ciento".
Se espera que la búsqueda
de parejas de agujeros negros supermasivos ocultos de manera similar
dé un gran salto adelante con el Telescopio Extremadamente Grande
(ELT)
de ESO, que comenzará a operar a finales de esta década en el
desierto de Atacama, en Chile.
Según el coautor, Steffen Mieske, astrónomo de ESO en Chile y
Jefe de Operaciones Científicas de ESO en Paranal,
"la detección de esta
pareja de agujeros negros supermasivos es solo el comienzo.
Con el instrumento
HARMONI del ELT podremos hacer
detecciones como esta considerablemente más allá de lo que es
posible actualmente.
El ELT de ESO será
fundamental para comprender estos objetos".
J. Miguel
Mas-Hesse
Conocemos las propiedades de 2
agujeros negros supermasivos en una galaxia "relativamente" cercana
a la nuestra
José
Miguel Mas Hesse
José Miguel Mas Hesse, Doctor
en Astrofísica por la Universidad Complutense y director del
Departamento de Astrofísica del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA),
explica a Tendencias21 que este descubrimiento es
especialmente relevante por la cercanía a la Tierra de este par de
agujeros negros, lo que nos permite observarlos con una precisión
sin precedentes.
Aunque no ha participado directamente en este trabajo, José Miguel
Mas Hesse es el coordinador español de la red de difusión de ESO.
Su trabajo se centra en
el estudio de galaxias mucho más alejadas, en los confines del
Universo, a 13.000 millones de años luz.
¿Cuál es el
contexto en el que se produce este descubrimiento?
Ya en los años 60 del siglo XX se descubrieron alguna galaxias que
contenían en su interior agujeros negros "supermasivos", esto es,
con la masa de varios millones de soles.
En función de sus
propiedades observacionales han recibido el nombre de cuásares,
galaxias activas,
galaxias tipo Seyfert o blazares.
Cómo se han llegado a
formar esas acumulaciones de masa en volúmenes tan pequeños como
puede serlo el Sistema Solar hasta la órbita de Saturno, es algo que
todavía no comprendemos bien.
Por otra parte, el 14 de septiembre
se detectó por primera vez en el
observatorio LIGO el primer flash de ondas gravitacionales,
producido por la fusión de dos agujeros negros de varias decenas de
masas solares.
Las ondas gravitacionales
habían sido predichas por la Relatividad General de Einstein,
pero hicieron falta casi 100 años para que se pudieran detectar.
Esta detección fue
importante porque, además, mostró una vía para que los agujeros
negros vayan creciendo por fusión entre ellos con el paso del
tiempo, y dio luz a posibles mecanismos de formación de los agujeros
negros supermasivos en otras galaxias.
¿Por qué son
relevantes los nuevos resultados?
Los resultados que ahora se publican son especialmente relevantes
porque por primera vez se ha conseguido caracterizar las propiedades
de 2 agujeros negros supermasivos en una galaxia "relativamente"
cercana a la nuestra: a una distancia de 89 millones de años luz.
Parece mucho, pero es que
las galaxias lejanas que observamos están a 13.000 millones de años
luz de distancia.
Los investigadores han encontrado que el agujero negro que se
encuentra en el núcleo de NGC 7727 tiene 154 millones de veces la
masa del Sol, mientras que el agujero negro que orbita en torno a él
tiene "solamente" 6,3 millones de masas solares.
Se espera que se vayan
acercando poco a poco, hasta que en unos 250 millones de años
colapsen y se fusionen, dando lugar a un potente estallido de ondas
gravitacionales, que tal vez nuestros descendientes puedan estudiar
(¡si es que queda alguien por aquí...!).
Con el telescopio ELT de ESO, que se espera entre en funcionamiento
en la segunda mitad de esta década, se podrán observar este tipo de
objetos con mayor detalle y a mayor distancia, proporcionando nuevos
ejemplos con los que conocer mejor su origen y evolución.
¿Qué
implicaciones tiene la presencia de este par de agujeros negros tan
cerca de la Tierra?
Para nuestro planeta las implicaciones son mínimas, ya que estos
fenómenos se producen a gran distancia.
Pero su estudio nos
permite comprender mejor el proceso de formación y evolución de los
agujeros negros, las fusiones entre ellos que dan lugar a objetos
más masivos, y, en general, conocer mejor cómo funciona la Gravedad,
que es la maquinaria que mueve el Universo.
No olvidemos que nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, alberga un
agujero negro de 4 millones de masas solares, situado a sólo 26.000
años luz de la Tierra.
Si algo le pasara (¡o le
hubiera pasado ya en los últimos miles de años, la información tarda
26.000 años en llegarnos!) entonces sí que podría afectar a nuestro
planeta...
Referencia
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