Tal como se comentara en otras partes de este texto, nuestra entrada plena en dicho cinturón fotónico será inevitable que ocurra entre hoy y el final de este siglo.
Resulta interesante, por tanto, hacer notar que para el año 2.000, o fechas muy cercanas al mismo (Aquí hemos indicado entre marzo de 1998 y Septiembre del 2001), se cierran muchos ciclos calendarios de diversas culturas en el mundo.
Información relevante sobre todo si pensamos que la milenaria tradición Védica, surgida bajo los preceptos del filosofo Krishna, hace mas de cuatro mil años al norte de la India, señala que en la actualidad nos encontramos en la Cuarta Era del Mundo, es decir, en Kali-Yuga o Edad del Hierro, una era que acaba de terminar, y que los Vedas asocian con una edad oscura, donde prevalece la mentira y la enfermedad, se niega la divinidad y se pierde contacto con el reino espiritual.
¿Significará esto, la destrucción definitiva de nuestro
mundo?
Tal vez valga la pena aclarar
que el ciclo Hindú de Yugas (Eras o Edades) tiene una
duración total de 24.000 años, dividiéndose en periodos
desiguales.
Ahora bien, si sumáramos hasta aquí tendríamos tan solo 12.000 años.
Pero por tratarse de un ciclo eterno procede sumarle otros 12.000 años más en sentido contrario, iniciando con otros 1.200 años de Kali-Yuga, hasta llegar a Satya-Yuga, para completar un total de 24.000 años.
La mitología azteca representó dichos cielos en soles, los que se detallan se la siguiente manera:
Los Mayas también tenían ciclos u épocas describiendo el Gran Año y la rotación adicional de nuestro sol y galaxia alrededor de otro punto en el espacio.
Por lo mismo, es
que se fijaron particularmente en las Pléyades, a las
que denominaron Tzaib ó Cascabel, debido a que creían
que tenían la misma función que el cascabel de una
serpiente, el cual sacude como una advertencia antes de
atacar.
Este número de años lo han contado desde tiempos antiguos; no se sabe cuando empezó, pero creían con bastante fidelidad que el mundo acabaría al cumplirse una se estas gavillas y sus profecías y oráculos les revelaban que los movimientos del cielo cesarían entonces, y tomaban como señal el movimiento de las Cabrillas (Pléyades) en relación con la noche de esta fiesta, a la cual dieron el nombre de Toxiub Molpilli.
Es claro que
este método de medición era la invención del diablo, por
lo que renovaban el pacto cada 52 años, atemorizados con
la aproximación del fin del mundo puesto que creían que
el extendía el tiempo y se los concedía como un don,
moviendo el mundo hacia adelante...
Nuevos cálculos, nuevas coincidencias.
GRIEGOS Y EGIPCIOS
Este, lo elaboraron relacionándolo con los ritmos cíclicos del Ave Fénix, elemento derivado de las leyendas egipcias del pájaro Bennu, quien se elevaba de sus propias cenizas cada 500 años aproximadamente. Este ciclo del fénix para los egipcios estaba en relación con la salida helíaca del Sirio (salida a la mañana).
Con la culminación de cada Ciclo del Fénix, y por cien años, antes y después, se precedía un influjo de almas especiales, que encarnarían con la misión de elevar la conciencia planetaria. El siglo XX marca precisamente el inicio de un nuevo Ciclo del Ave Fénix (1990 - 2000).
Esto se conoce como presesión de los
equinoccios. Es más interesante aún, hacer notar que el
conocimiento de la presesión de los equinoccios está
inscrita con asombrosa exactitud (25.826,6 años) en la
arquitectura de la Gran Pirámide de Keops (al sumar las
diagonales de la base, y en el piso de la Cámara del
Rey).
Retrotrayendo matemáticamente a Alción hasta el
meridiano de la Gran Pirámide, se observa que esta
posición tarda en repetirse aprox. 26.000 años
(25.694,25).
Asignando 2.160 años a cada signo, da un total de 25.920 años (26.000 aprox.)
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