Este fragmento arriba descrito, bien podría haber sido sacado novela de ficción o de una película futurista, pero no es así.
Se trata de la descripción que el profeta Ezequiel hizo del encuentro con un misterioso objeto volador cuando se encontraba junto al río Kebar, descansando de las labores propias de su cargo de sacerdote.
Y es que según investigadores de la talla de Blumrich, ingeniero de la NASA, los datos obtenidos nos muestran un vehículo espacial no sólo absolutamente posible desde el punto de vista técnico, sino también inteligentemente adaptado a sus funciones y misión.
Lo único fantástico de todo esto es que semejante nave fuese ya una realidad palpable hace más de 2.500 años.
Así lo muestra la pintura rupestre neolítica que data de hace unos 5.000 años y en la cual sin lugar a dudas un extraño ser aparece rodeado de los típicos platos volantes que se describen hoy en día.
El dibujo representa un disco ovalado con propulsión a chorro que parece elevarse verticalmente. Debajo de él, se ve claramente la imagen de una persona dotada de casco, antenas y el típico traje que hoy en día utilizan nuestros astronautas.
Una imagen absurda para la Edad del Bronce, en las que las pinturas rupestres se limitaban a representar escenas de caza, animales y plantas.
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