EPÍLOGO
En verdad espero que podamos continuar con este maravilloso
descubrimiento del agua y el universo.
Cuando oí por primera vez que el agua aún llega a la Tierra de
manera constante desde los confines del universo, quedé lleno de
asombro. Pensé que si seguía llegando a ese ritmo, la Tierra pronto
se inundaría.
Desde tiempos muy remotos, la raza humana ha estado sujeta en forma
continua al daño y a la destrucción provocados por el agua. Casi
todas las culturas del mundo tienen alguna historia sobre un gran
diluvio, e incluso hay evidencias científicas de que la Tierra
estuvo cubierta de agua. No podemos desechar por completo el relato
sobre Noé y el gran diluvio, ni las historias acerca de la
Atlántida y el continente de
Mu, perdidos bajo el mar.
La afirmación de que la historia se repite es cierta a fin de
cuentas, e incluso ahora existe el riesgo de que llegue agua del
espacio y vuelva a cubrir nuestro planeta. Aunque este suceso tal
vez ocurra dentro de 1 000 ó 10 000 años, no es demasiado pronto
para emprender acciones a fin de prevenir este desastre.
Aún ahora, con frecuencia escuchamos sobre inundaciones ocurridas en
todo el mundo.
Pero una vez, agobiado por esta posibilidad, llegó a mí un
pensamiento completamente diferente. Todo lo que existe en el
universo es paralelo. El micromundo es una reproducción fiel del
macromundo, y el universo es una enorme mándala (término que en
lengua sánscrita significa "circulo"). Esta manera de pensar nos
lleva a la conclusión de que todo lo que sucede en el universo
también ocurre dentro de nuestro propio cuerpo.
El cuerpo humano necesita la circulación del agua, y podemos
concluir que también la requiere el universo. Si fluyen grandes
volúmenes de agua en una sola dirección, hacia la Tierra, su
circulación en el universo acabará por detenerse. El agua llega a
nuestro planeta y, al final, regresa a los confines del universo en
un recorrido interminable y maravilloso. El agua de la Tierra
emprenderá un día su camino de regreso al cosmos.
Pero, ¿qué significa para nosotros que el agua llegue constantemente
a la Tierra? Quizá no sea el único destino de esas masas de agua.
Pero aunque hubiese otras escalas en su viaje, ningún otro planeta
conocido posee las condiciones necesarias para acumular agua.
Sospecho que si comparáramos el sistema solar con el cuerpo humano,
la Tierra desempeñaría el papel del hígado.
Cada día, tu hígado filtra 200 litros de agua y la envía purificada
a los demás órganos del cuerpo. Si se considera esto, no es difícil
imaginarse que Ja Tierra desempeñe el papel vital de purificar el
agua que circula por el sistema solar para luego regresarla al
universo.
Entonces, ¿de quién es la responsabilidad de purificar esta agua que
ha llegado a la Tierra? La responsabilidad es nuestra, de la
humanidad. Y esto se debe a que nosotros mismos somos agua. Puesto
que nacimos aquí, todos tenemos la responsabilidad de purificar el
agua de la Tierra.
Mientras examino el largo y maravilloso viaje del agua a través del
universo, pienso en el origen y el futuro de la humanidad. Pero si
consideramos que somos agua, entonces la respuesta a muchos
misterios se vuelve clara. El agua constituye hasta un 70 por ciento
del cuerpo, y es muy probable que la información contenida en ella
contribuya en gran medida la formación de nuestra personalidad.
A menudo he sabido de gente que resulta herida en accidentes y,
mientras recibe transfusiones de sangre, ve imágenes de lugares en
los que nunca ha estado, o tiene recuerdos de un pasado que no es el
suyo. Incluso se sabe que, en ocasiones, las transfusiones provocan
un cambio en la personalidad,
Es posible que las experiencias en el curso de nuestra vida se
conviertan en recuerdos registrados por el agua —la cual permanece
en nuestro— cuerpo, y que eso sea que llamamos alma.
Aún existen muchas preguntas sin respuesta acerca del alma, las
reencarnaciones y la existencia de espíritus, pero yo sospecho que
llegará un día en el que muchas de estas preguntas se responderán
por medios científicos, mediante el uso del agua.
¿De dónde proviene nuestra alma? Hemos visto la posibilidad de que
provenga de los confines del universo, transportada por el agua.
Por ende, nuestra siguiente pregunta es: ¿Qué ocurrirá con el alma?
Como somos la propia agua, un día todos los recuerdos de nuestras
experiencias en este planeta serán enviados al espacio, Pero antes
de que esto ocurra, nuestra responsabilidad es volvernos agua pura
en esta Tierra.
Para hacer esto posible, primero y ante todo debemos vivir la vida
con plenitud. Nuestra conciencia es lo que purificará el agua, y por
este medio, enviaremos mensajes de belleza y fuerza a toda la vida.
¿No sería maravilloso que pudiéramos llenar el mundo con los más
hermosos cristales de agua?
¿Cómo podemos lograr esto? La respuesta es: "Con amor y gratitud".
Me gustaría pedirte que veas de nuevo la belleza de los cristales,
Si toda la gente del mundo pudiera tener amor y gratitud, la Tierra
recuperaría su belleza original.
Vivimos nuestra corta existencia en este planeta y luego iniciamos
un viaje a través del universo. Yo no sé muy bien cómo funciona este
proceso, pero eso podemos dejarlo a las leyes del universo. Claro
que, cuando emprendamos este viaje, no lo haremos ya en nuestra
forma física actual, sino como agua o bruma.
Y cuando mi alma esté
lista para iniciar su viaje por el cosmos, pretendo convocar a todo
el mundo para decirle:
"¡Preparémonos para
ver el universo! ¡Vayamos pues a Marte!"
Regresar al Índice
SOBRE EL AUTOR
Masaru Emoto nació en Yokohama en julio de 1943.
Egresó de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Universidad Municipal de Yokohama, con
especialidad en Relaciones Internacionales. En 1986 estableció la
Corporación IHM en Tokio. En 1992, recibió la certificación de la
Universidad Abierta Internacional como doctor en Medicina
Alternativa. Posteriormente, se adentró en el concepto de agua en
microgrupos en Estados Unidos, así como tecnología del análisis de
la resonancia magnética. Así comenzó su búsqueda en los misterios
del agua.
El doctor Emoto realizó extensas investigaciones sobre el agua en
todo el planeta, no tanto como investigador científico sino desde
una perspectiva de pensador original Finalmente, se percató de que
el agua revelaba su verdadera naturaleza cuando se convertía en
cristales congelados. Ha continuado con esta experimentación y
escrito varios libros en japonés, muy bien recibidos, así como el
influyente Messages from Water, en japonés e inglés.
Está casado con Kazuko
Emoto, quien comparte su pasión y funge como cabeza de Kyoikusha,
rama editorial de su compañía.
Tienen tres hijos.
Regresar al Índice
|