del Sitio Web BibliotecaVirtualNoamChomsky
Existe una imagen convencional acerca de la nueva era en que estamos entrando y las promesas que implica. Esa imagen fue formulada con claridad por el asesor de Seguridad Nacional, Anthony Lake, cuando presentó la Doctrina Clinton en septiembre de 1993:
El "nuevo mundo" que se abre ante nosotros "presenta
inmensas oportunidades" para adelantarse a fin de "consolidar la victoria de
la democracia y de los mercados abiertos", agregó un año después.
Ésta es la "cara constante" de lo que Estados Unidos ha hecho
en el mundo, y "la idea" que estamos "defendiendo" nuevamente en la
actualidad. Es en la verdad duradera sobre este nuevo mundo" en que podemos
perseguir nuestra misión histórica de una manera más efectiva, enfrentando a
los "enemigos de la sociedad tolerante" -a la cual siempre estuvimos
dedicados- que siguen en pie, moviéndonos desde la "contención" hacia el "agrandamiento".
Por fortuna para el mundo, la única superpotencia es, "por supuesto", única
en la historia en el sentido de que "no estamos buscando expandir el alcance
de nuestras instituciones mediante la fuerza, subversión o represión",
utilizando la persuasión, compasión y medios pacíficos'
Este punto de vista domina el discurso público y académico a tal grado que es superfluo contrastarlo con la realidad.
Su temática básica fue posiblemente expresada de manera más sucinta por el Eaton profesor para la Ciencia de Gobierno y Director del Instituto Olin para Estudios Estratégicos de Harvard en la revista académica International Security:
Dado que esto es un asunto de definición, como enseña la Ciencia de Gobierno, podemos ahorrarnos la aburrida tarea de la confrontación empírica. Una medida sabia. Una indagación revelaría rápidamente que la imagen convencional presentada por Lake tiene un rango de verdad desde dudoso hasta falso en todos los aspectos cruciales, excepto en uno: tiene razón en urgirnos a que miremos la historia para descubrir las "verdades duraderas" en lo referente a ciertas estructuras institucionales y tomarlas en serio cuando consideramos el futuro probable, cuando esa estructura queda esencialmente sin cambios y libre para operar con pocas restricciones.
Una
revisión honesta sugiere que "este nuevo mundo" podría caracterizarse por un
marcado cambio de la "contención" hacia el "agrandamiento", aunque no
precisamente en el sentido que Lake y el coro de seguidores procuran
hacernos entender. Adoptando una retórica ligeramente diferente de la Guerra
Fría, lo que estamos viendo en proceso de evolución es un cambio de la "contención"
de la amenaza de una democracia y de mercados que funcionan, hacia una
campaña para "hacer retroceder '' lo que se ha avanzado en un siglo de
luchas frecuentemente amargas.
Ella informó al Consejo de Seguridad, que estaba
dudando de una resolución dictada por Estados Unidos acerca de Irak, que
Estados Unidos seguirá actuando de manera "multilateral, cuando podamos, y
unilateral, cuando tengamos que hacerlo". Haga su juego como quiera, pero en
el mundo real "se hace lo que nosotros decimos", como expresaba el
presidente Bush sobre esta doctrina fundamental de una manera más brusca,
mientras que bombas y misiles llovían sobre Irak. Estados Unidos tiene
derecho a actuar unilateralmente, la embajadora Albright instruía al errado
Consejo, porque "nosotros reconocemos al Medio Oriente como vital para los
intereses nacionales estadounidenses". No s requiere mayor concesión de
autoridad.
Volvamos hacia "nuestra pequeña cercana región que nunca ha
preocupado a nadie", como el secretario de Guerra Henry Stimson describió el
hemisferio a final de la Segunda Guerra Mundial, mientras explicaba que
todos los sistemas regionales tienen que ser desmantelados excepto el
nuestro, que tiene que ser extendido., una posición perfectamente razonable,
dado que "lo que era bueno para nosotros era bueno para el mundo" y
cualquier cosa que hacemos es "parte de nuestra obligación para con la
seguridad del mundo", agregaba el colega liberal de Stimson, Abe Fortas,
descartando las sospechas irracionales de Churchill de que Estados Unidos
albergaba ideas de dominación.
Dentro de "nuestra pequeña región", la organización regional que nosotros seguramente dominamos está autorizada para funcionar, pero dentro de límites. Si los latinoamericanos "intentaran usar irresponsablemente su fuerza numérica dentro de la OEA", explicaba John Dreier en su estudio de la organización, "si llevan a extremos la doctrina de la no-intervención, si no le dejan a Estados Unidos otra alternativa que la de actuar unilateralmente para protegerse a sí mismo, entonces habrán destruido no sólo la base de la cooperación hemisférica para el progreso sino toda la esperanza de un futuro seguro para ellos mismos". Estados Unidos tendrá que actuar "unilateralmente cuando esté obligado a hacerlo".
Esas condiciones están aún vigentes en los límites extremos de la tolerancia, bajo la política del Buen Vecino, de Franklin Delano Roosevelt, que llevaban una "obligación implícita de reciprocidad", enfatizo el oficial para América Latina del Departamento de Estado, Robert Woodward:
Huelga decir, que nadie más tiene tal derecho, en
particular, ningún derecho de defenderse de Estados Unidos y su, "ideología"
que no son "extranjeros", sino, de hecho, nada más que la vindicación de
objetivos que cualquier persona razonable ha de buscar.
Nadie, pues, puede acusar al liderazgo
de Estados Unidos de no estar preocupado salvo con "el bien del mundo",
incluyendo la plena libertad para actuar como nosotros dictamos. Si nuestros
subalternos usan la libertad que concedimos, en una forma necia, entonces
tenemos todo el derecho de responder unilateralmente en autodefensa, aunque
las opiniones varían en cuanto a las decisiones tácticas correctas, lo que
genera las divisiones entre "palomas" y "halcones".
Las guerras terroristas
promovidas y organizadas por Washington se dirigieron en gran medida contra
la Iglesia, que se había atrevido a adoptar "la opción preferencial para los
pobres" y, por lo tanto, tenía que enseñársela las lecciones habituales por
desobediencia criminal. Casi no sorprende que esa horripilante década se
iniciara con el asesinato de un arzobispo y terminara con la matanza de seis
líderes intelectuales jesuitas, en ambos casos por fuerzas armadas y
entrenadas por Washington.
Después de todo, un juicio razonable, ¿Por qué debería ponerse atención a aquellos que sostienen la ridícula idea de que la ley internacional o los derechos humanos podrían entrar en los cálculos de un poder que siempre ha rechazado "la fuerza, la subversión o represión", y que, por definición se adhiere al principio de que "los gobiernos no existen para usar o abusar de su gente, sino para proveerlas con libertad y oportunidades"?
La "verdad duradera" fue bien formulada por un distinguido hombre de Estado hace dos siglos:
Una mirada a esta región nos enseña mucho sobre nosotros mismos. Pero éstas son lecciones falsas y, por ende, excluidas del discurso respetable. Otra lección equivocada, y por lo mismo necesariamente consignada al mismo destino, es que la Guerra Fría ha tenido poco que ver con todo esto, aparte de proveer pretextos. Las políticas fueron las mismas antes de la Revolución Bolchevique y han continuado sin cambio desde 1989.
Sin una "amenaza soviética", Woodrow Wilson invadió Haití (y a la República Dominicana), desmantelando el sistema parlamentario porque se negó a adoptar una constitución "progresista" que permitiera a los norteamericanos apropiarse de las tierras de Haití, matando a miles de campesinos, restaurando virtualmente la esclavitud y dejando al país en manos de un ejército terrorista como plantación estadounidense y posteriormente como una plataforma de exportación para empresas de ensamblaje bajo condiciones miserables.
Después de su desafortunado y rápidamente terminado experimento
con la democracia, el sistema tradicional fue restaurado con asistencia
estadounidense, justo cuando Lake anunciaba la Doctrina Clinton, mostrando a
Haití como el primordial ejemplo de nuestra pureza moral. En otras partes
también las políticas continuaron sin cambio esencial después de la caída
del muro de Berlín, seguido a las pocas semanas por la invasión de Bush a
Panamá para restaurar el poder a una camarilla de banqueros europeos y
narcotraficantes, con las consecuencias previsibles en un país que quedó
bajo ocupación militar, tal como lo aceptó el mismo gobierno títere puesto
en el poder por la fuerza estadounidense.
Pero vamos a ver un caso que
posiblemente es aún más revelador y que también ilustra la relevancia
marginal de la Guerra Fría en cuanto a las actitudes tradicionales
estadounidenses hacia la democracia y los derechos humanos. Regresaré a los
"mercados libres" más adelante.
En ese entonces, Estados Unidos procedía a desplazar a sus principales enemigos, Francia e Inglaterra, aunque éstos lograron durar hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos fue capaz de excluirlos de la región y apoderarse de Brasil como un "área de experimentación para métodos modernos de desarrollo industrial", en palabras de una muy reputada monografía escolástica sobre las relaciones Estados Unidos-Brasil, escrita por el historiador y diplomático Gerald Haines, que también es un historiador de jerarquía de la CIA.
Esto fue un componente de
un proyecto global, que Estados Unidos "asumió por interés propio, la
responsabilidad para el bienestar del sistema mundial capitalista" (Haines),
Desde 1945, el "área de experimentación" ha sido favorecida por una intensa
guía y tutela de Estados Unidos. El resultado es "una verdadera historia
americana de éxito ; las políticas americanas para Brasil fueron enormemente
exitosas", produciendo "un crecimiento económico impresionante basado
sólidamente en el capitalismo", un testimonio de nuestros objetivos y
valores-
Ellos estaban en condiciones de "apelar directamente a las masas", se quejaba Eisenhower. Es una apelación "que nosotros no podemos duplicar", agregó Dulles, explicando por qué:
Nosotros encontramos difícil
"apelar directamente a las masas" en vista de nuestro principio de que los
ricos tienen que robar a los pobres, un problema de relaciones públicas que
queda sin resolverse.
Para parar semejante injusticia,
Se requiere bastante talento para no ver que esta "verdad
duradera" ha sido el "interés nacional" desde entonces hasta hoy día, y que
la "sociedad tolerante" reconoce el derecho de sostener este principio
"unilateralmente si nos obligan", y con extrema violencia si es necesario.
La Guerra Fría no fue irrelevante para este prospecto ominoso. El estudio advierte - si bien Rusia no había dado señales del crimen - que ella "no hubiera coqueteado con la idea" de apoyar esas aspiraciones de la gente común. Tenemos que actuar, en consecuencia, en forma directa para contener la amenaza para las democracias de mercado, como entendemos la noción. De hecho, el Kremlin alegremente se unió con el capo en jefe de la Mafia en la destrucción de las aspiraciones de la gente común, en "nuestra pequeña región" y otras partes.
Pero uno nunca puede estar
seguro, y la mera existencia de una fuerza "fuera de control" ofreció un
espacio peligroso para la no-alineación e independencia, lo que es parte del
significado real de la Guerra Fría.
Bajo el dominio británico cayó en decadencia y miseria, pero algún desarrollo comenzó después de la salida de los británicos. Esto, sin embargo, no fue válido para la industria farmacéutica, donde empresas transnacionales (en su mayoría británicas) hicieron ganancias tremendas en la India mediante precios muy altos, aprovechando su monopolio de mercado. Con ayuda de la Organización Mundial de la Salud y de UNICEF, India comenzó a escaparse de estos controles, pero la producción de medicinas por parte del sector público fue finalmente establecida mediante tecnología soviética. Esto produjo una reducción radical en los precios de medicinas; para algunos antibióticos los precios cayeron hasta el 70%, obligando a las transnacionales a recortar sus precios.
Una vez más, la malicia soviética
había socavado la democracia de mercado, permitiendo a millones de personas
en India sobrevivir a enfermedades. Por suerte, con el criminal ido y el
capitalismo triunfante, las transnacionales están volviendo a tener el
control, gracias, recientemente, a las características fuertemente
proteccionistas del último tratado de GATT; de ahí que quizás podemos
esperar un marcado incremento en defunciones junto con crecientes ganancias
para la "minoría opulenta" en cuyos "intereses permanentes" los gobiernos
democráticos tienen que trabajar'.
Los horribles crímenes de Stalin preocupaban poco.
El presidente Truman admiraba al brutal tirano, considerándolo "honesto" y "astuto como el diablo". Truman sentía que su muerte sería una "verdadera catástrofe". Él podía "entenderse" con Stalin, mientras Estados Unidos imponía sus intereses el 85% de las veces, observaba Truman: lo que pasaba dentro de la URSS no era su asunto. Otras figuras dirigentes estaban de acuerdo.
En reuniones de los tres grandes, Winston Churchill elogiaba a Stalin como "un gran hombre, cuya fama se ha extendido no sólo en toda Rusia sino en el mundo entero", y hablaba cálidamente de su relación de "amistad e intimidad" con esta estimable criatura:
Churchill estuvo particularmente
impresionado con el apoyo de Stalin a la sanguinaria represión de la
resistencia antifascista griega, encabezada por los comunistas, que fue uno
de los brutales episodios dentro de la campaña mundial de los libertadores
para restaurar las estructuras básicas y las relaciones de poder de los
enemigos fascistas, mientras dispersaban o destruían la resistencia, con sus
radicales democráticas tendencias y su incapacidad para comprender los
derechos y necesidades de la "minoría opulenta".
El objetivo fue descrito de manera precisa por Lars Schoultz, el reconocido especialista académico americano en derechos humanos y política exterior estadounidense en América Latina:
Nuevamente, la Guerra Fría no tenía virtualmente nada que
ver con esto. Y como siempre, la URSS estuvo muy contenta de colaborar con
los asesinos más depravados, aunque por razones completamente cínicas
ofreció a veces asistencia a gente que trataba de defenderse de] ejecutor
hemisférico, y sirvió como un disuasivo contra la implementación total de la
violencia estadounidense -uno de los pocos casos auténticos de disuasión,
pero que por algún motivo sufre de prominencia en tantos estudios sobrios de
la teoría de la disuasión.
El golpe
militar fue "una gran victoria para el mundo libre", explicó el embajador
Lincon Gordon, antes de volverse presidente de una gran
universidad no lejos de aquí. El golpe fue realizado "para preservar y no
para destruir la democracia brasileña". En efecto, se trató del "caso más
decisivo de victoria de la libertad durante mediados de¡ siglo XX", que
debería "crear un clima muy mejorado para las inversiones privadas", de ahí
que contenía una amenaza para la democracia de mercado, en un cierto sentido
del término.
La "gran bestia", como Alexander Hamilton llamaba al
temido y odiado enemigo público, tiene que ser domesticado o enjaulado, si
el gobierno quiere asegurar "los intereses permanentes del país".
Ésos fueron "honestos", escribe, pero en gran medida un fracaso -un fracaso extrañamente sistemático-. Donde la influencia estadounidense era menor, el progreso fue mayor: en el cono sur de América Latina, donde hubo un progreso real al cual se opusieron los reaganistas, éstos se adjudicaron el crédito por él, cuando no pudieron impedirlo. Donde la influencia estadounidense fue más grande -en Centroamérica-, el progreso fue menor.
Ahí Washington,
Estados Unidos buscó mantener "el orden básico de... sociedades bastante
no-democráticas" y de evitar "cambio basado en el populismo" que podría
trastornar "órdenes económicos y políticos establecidos" y abrir "una
dirección de izquierda".
En Haití, al presidente electo le fue permitido regresar después de que las organizaciones populares fuesen sometidas a una dosis suficiente de terror, pero únicamente después de que aceptó un programa económico dictado por Estados Unidos que estipulaba que,
Inversionistas estadounidenses son el núcleo de la sociedad civil haitiana junto con los super-ricos que apoyaron el golpe de Estado, pero no los campesinos y habitantes de los guetos que escandalizaron a Washington creando una sociedad civil tan viva y vibrante que fueron capaces de elegir un presidente y entrar en la arena pública.
Esta desviación de las normas aceptables fue superada de manera usual, con amplia complicidad estadounidense; por ejemplo, mediante la decisión de los gobiernos de Bush y Clinton de permitir a Texaco el envío de petróleo a los líderes golpistas en violación de las sanciones, un hecho crucial revelado por la Associated Press el día antes del desembarco de tropas estadounidenses, pero que todavía tiene que pasar por los portales de los medios nacionales.
El
"Estado renovado" ha vuelto a la normalidad, siguiendo las políticas
apoyadas por el candidato de Washington en las elecciones de 1990, que
"salieron fuera de control", en las que recibió el 14% del voto.
Aquí se elogia como una democracia excepcional y es descrita por un grupo de derechos humanos de los jesuitas - que trata de funcionar a pesar del terror- como una "democra-dura", un término de Eduardo Galeano para la mezcla de formas democráticas y terror totalitario favorecida por la "sociedad tolerante realmente existente", cuando la democracia amenaza con "salirse del control".
Además, la más poderosa de ellas - Estados Unidos
- en cabeza el ataque. Y en el mundo real, Estados Unidos nunca ha apoyado
mercados libres, desde su historia más temprana hasta los años de Reagan, en
que establecieron nuevos estándares de proteccionismo e intervención estatal
en la economía, contrario a muchas ilusiones.
Tampoco estuvo solo Estados Unidos. Gran Bretaña seguía un curso semejante antes que nosotros, volcándose hacia el libre comercio sólo después de que 150 años de proteccionismo le hubiese dado tan enormes ventajas que "condiciones competitivas iguales" parecían estar aseguradas, abandonando esta posición cuando. la expectativa dejó de ser satisfecha. No es fácil encontrar una excepción.
Los Primer y Tercer Mundos de hoy fueron mucho
más similares durante el siglo XVIII. Una de las razones de las enormes
diferencias desde entonces es que los que dominaban no aceptarían la
disciplina del mercado que impusieron a la fuerza en sus dependencias. El
"mito" más extraordinario de la ciencia económica, concluye Bairoch desde
una revisión del desarrollo histórico, consiste en que el mercado libre
provee el sendero del desarrollo: "Es difícil encontrar otro caso donde los
hechos contradicen tanto una teoría dominante", escribe, subvalorando la
importancia de la intervención del Estado para los ricos porque se limita de
manera convencional a una restringida categoría de interferencias de
mercado.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el sistema del Pentágono - incluyendo a la NASA y al Departamento de Energía -ha sido usado como un mecanismo óptimo para canalizar subsidios públicos hacia los sectores avanzados de la industria, una de las razones por las que sigue existiendo con escasos cambios después de la desaparición del presupuesto alegado.
El actual presupuesto del Pentágono es más alto en dólares reales
que bajo Nixon y no muy por debajo de su promedio durante la Guerra Fría y
probablemente se incrementará bajo las políticas de los reaccionarios
estadistas mal llamados "conservadores". Como siempre, mucho de eso funciona
como una forma de política industrial, un subsidio del contribuyente fiscal
a la ganancia y el poder privados.
Si se hubiera permitido que las fuerzas del mercado funcionaran, entonces no habría una industria de acero automovilístico estadounidense ahora. Los reaganistas simplemente cerraron el mercado a la competencia japonesa. El entonces secretario de Hacienda, ]ames Baker, proclamó orgullosamente ante un público empresarial que Reagan "había concedido más alivio de las importaciones a la industria estadounidense que cualquiera de sus predecesores en más de medio siglo". Era demasiado modesto: fue, de hecho, más que todos sus predecesores juntos, aumentándose las restricciones a las importaciones en un 23%.
El economista internacional y director del
instituto para la Economía Internacional, en Washington, Fred Bergsten
(quien realmente aboga en favor del comercio libre), agrega que el gobierno
de Reagan se especializó en el tipo de "comercio gerenciado" que más
"restringe el comercio y cierra mercados", como por ejemplo los acuerdos de
restricción voluntaria de exportaciones. Ésta es la "forma más insidiosa de
proteccionismo", recalcaba, que "aumenta los precios, reduce la competencia
y refuerza el comportamiento tipo cartel". El Informe Económico 1994 para el
Congreso estima que las medidas proteccionistas de Reagan redujeron las
importaciones industriales en un 20%.
El Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo, de 1992, estima que tales medidas han privado al Sur de 500.000 millones de dólares al año, esto es alrededor de 12 veces la "ayuda" total -que en su mayor parte, de hecho, es promoción de exportaciones bajo diferentes disfraces. Este comportamiento es "virtualmente criminal", observó recientemente el distinguido diplomático y autor irlandés, Erskine Childers.
Uno podría detenerse un momento para ver, por
ejemplo el "genocidio silencioso" condenado por la OMS: 1 1 millones de
niños que mueren cada año porque los países ricos les niegan centavos de
ayuda, siendo Estados Unidos el más miserable de todos, aun si incluimos el
componente más grande de "ayuda", que va hacia uno de los países ricos, el
cliente americano Israel. Es un tributo al sistema de propaganda
estadounidense el que sus ciudadanos groseramente sobrestimen los gastos de
ayuda externa, al igual que hacen con la asistencia social, que también es
miserable a la luz de los estándares internacionales, si excluimos la
asistencia social para los ricos, y no la que tienen en la mente.
Para mencionar sólo una pequeña distorsión del
mercado, una buena parte del presupuesto del Pentágono ha sido dedicada para
"asegurar el flujo del petróleo a precios razonables" desde el medio
Oriente, "predominantemente un territorio reservado para Estados Unidos",
como observa Phebe Marr, de la Universidad de Defensa Nacional, en una
revista académica; ésta es una contribución a la "eficiencia del comercio"
que pocas veces recibe atención.
Por lo mismo es simplemente razonable que Gillette emplee tres veces más trabajadores fuera de Estados Unidos, independientemente de los costos y no por razones de eficiencia económica. De manera similar, la corporación Caterpillar, que ahora está tratando de destruir los últimos restos del sindicalismo industrial, está prosiguiendo "una estrategia empresarial que ha empujado a los trabajadores americanos desde una posición de desafío hacia una de sumisión", informa el corresponsal para asuntos empresariales, James Tyson.
La estrategia incluye "manufacturar en instalaciones más baratas en el exterior y contar con importaciones desde fábricas en Brasil, Japón y Europa".
Esto se facilita por las ganancias que se han
vuelto extraordinarias al tiempo que se diseña la política social para
enriquecer a los acaudalados; la contratación de "temporales" y
"trabajadores de remplazo permanente" en violación de los estándares
internacionales del trabajo; y la complicidad del Estado criminal que se
niega a cumplir con las leyes laborales, una posición convertida en cuestión
de principio por los reaganistas, como Business Week documentó en una
importante reseña.
El título dice: "El conservadurismo florece
entre los supermercados", en este acaudalado suburbio de Atlanta,
escrupulosamente aislado de cualquier infección urbana, de tal manera que
los habitantes pueden disfrutar de sus "valores empresariales" y entusiasmos
de mercado, defendidos en el Congreso por el guía conservador, Newt Gingrich,
en un "mundo de Norman Rockwell con computadores de fibra óptica y aviones
jet", como Gingricht describió su distrito con mucho orgullo'.
La mayoría de los trabajos en el Condado de Cobb,
debidamente con altos salarios, se ganan nutriéndose del pesebre público. La
riqueza de la región de Atlanta, en general, puede trazarse sustancialmente
hacia la misma fuente, Mientras tanto, los elogios de los milagros de
mercado llegan a los cielos donde el "conservadurismo está floreciendo".
En la primera categoría están incluidas mayores
franquicias fiscales para empresas y ricos, reducción de impuestos sobre
ganancias de capital, etc. En la segunda categoría se trata de subsidios de
los contribuyentes fiscales para inversiones en plantas y equipo, reglas más
favorables para la depreciación, el desmantelamiento del aparato regulatorio
que sólo protege a la población y las generaciones futuras y fortaleciendo
nuestra defensa nacional" para que podamos "mantener (mejor) nuestra
credibilidad en el mundo" de tal manera que, cualquiera que tenga ideas
extrañas, corno sacerdotes y organizadores campesinos en América Latina, va
a entender que "lo que nosotros decimos, se hace".
Pero, sin lugar a dudas, hablará sobre los temas
que enfatizó en la última cumbre de la APEC en Seattle, donde presentó su
"gran visión de un futuro de libre mercado", ante mucha reverencia, asombro
y aclamación. Había decidido hacer esto en un hangar de la corporación aérea
Boeing, ofreciendo este triunfo de valores empresariales como el ejemplo
primordial de la gran visión de¡ mercado libre. La selección (del lugar)
tiene sentido: Boeing es el principal exportador del país, aviones civiles
encabezan las exportaciones industriales estadounidenses, y la industria del
turismo -basada en el transporte aéreo- cuenta con el 30% del surplus
comercial estadounidense en servicios.
Su "fenomenal historia financiera" en los años
que siguieron, se basaba también en la largueza del contribuyente fiscal,
señaló Frarik Kofsky en un estudio de las primeras fases de posguerra
del sistema del Pentágono, "permitiendo a los dueños de las compañías aéreas
cosechar ganancias fantásticas con inversiones mínimas de su parte".
El primer secretario de la Fuerza Aérea, Stuart Symington, presentó el asunto con claridad en enero de 1948:
Como
representante industrial en Washington, Symington regularmente demandó
suficientes fondos de adquisición en el presupuesto militar para "satisfacer
las necesidades de la industria aérea", como decía, ganando la Boeing la
mayor parte.
En cuanto a las ganancias del mercado civil, una
estimación adecuada de su volumen excluiría la contribución que se deriva de
la tecnología de doble uso y otras contribuciones del sector público que son
difíciles de cuantificar con precisión pero, sin lugar a dudas, muy
sustanciales.
En 1948, la prensa empresarial consideraba los "gastos de Guerra Fría" de Truman como una "fórmula mágica para tiempos buenos casi interminables" (Steel). Tales subsidios públicos podrían "mantener un tono ascendente", comentó Business Week, siempre y cuando los rusos cooperaran con una postura lo suficientemente amenazante. En 1949, notaron con alivio que "hasta ahora las iniciativas de paz han sido barridas a un lado" por Washington, pero siguieron preocupados porque su "ofensiva de paz", pese a todo, pudiera interferir con "el prospecto de un continuo crecimiento en los gastos militares".
El Magazine of Wall Street vio los gastos
militares como una forma de "inyectar nueva fuerza en toda la economía" y un
par de años más tarde, consideró "obvio que tanto las economías extranjeras
como la nuestra dependen ahora principalmente del volumen de los continuos
gastos para armamentos en este país", refiriéndose al keynesianismo militar
internacional que finalmente tuvo éxito en la reconstrucción de las
sociedades capitalistas industriales foráneas.
Los gastos sociales pueden levantar también el
interés y la participación públicos, aumentando de esta forma la amenaza de
la democracia. Por estas razones, Business Week explicaba en 1949
que, "existe una diferencia social y económica tremenda entre gastos de
inversiones gubernamentales para la asistencia social v para lo militar",
siendo lo último mucho más preferible. Y así continúa, notablemente en el
Condado de Cobb y otros baluartes semejantes de la doctrina libertaria y de
los valores empresariales.
Con apologías desesperanzadamente inadecuadas para las víctimas, dejaré a un lado esta terrible historia de grandes crímenes contra la humanidad, por los cuales seguimos teniendo responsabilidad.
Economistas enfatizan que el flujo laboral es difícil de estimar, pero ésta es una parte pequeña del problema. La amenaza es suficiente, para forzar a la gente a aceptar salarios más bajos, jornada,, más largas, beneficios y seguridad reducidos y otras "inflexibilidades" de esta naturaleza.
El fin de la Guerra Fría que retorna a la mayor parte de Europa del Este a su tradicional papel de servicio, pone nuevas armas en las manos de los dueños, como informa la prensa empresarial con irrestricto regocijo, General Motors y Volkswagen pueden desplazar la producción hacia un Tercer Mundo restaurado en el Este, donde pueden encontrar trabajadores a una fracción de los costos de los "mimados trabajadores occidentales", mientras se benefician con altas tarifas proteccionistas y demás amenidades que los "mercados libres realmente existentes" proveen para los ricos.
Estados Unidos y Gran Bretaña conducen el
proceso de pulverizar a los pobres y a la gente trabajadora, pero otros
serán arrastrados, gracias a la integración global.
La desigualdad ha regresado a los niveles
anteriores a la Segunda Guerra Mundial, si bien América Latina tiene la peor
historia en el mundo, gracias a nuestra benevolente tutela. Como el Banco
Mundial -entre otros- reconoce, una igualdad relativa y gastos para la salud
y educación son factores significantes para el crecimiento económico (para
no mencionar la calidad de vida). Pero aquél sigue actuando también, para
incrementar la desigualdad y socavar el gasto social, en beneficio de los
"intereses permanentes".
Un informe de la UNCTAD estima que el 95% se usa
actualmente para la especulación. En 1978, cuando los efectos ya estaban a
la vista, el premio Nobel en Economía, James Tobin, sugirió en su
discurso presidencial a la Asociación Economistas Estadounidenses que
deberían constituirse impuestos para desacelerar los flujos especulativos,
que llevarían el mundo hacia una economía de escaso crecimiento, bajos
salarios y altas ganancias. En la actualidad, este punto es ampliamente
reconocido; un estudio dirigido por Paul Volcker, anterior jefe de la
Reserva Federal, atribuye alrededor de la mitad de la desaceleración
sustancial en el crecimiento económico desde los comienzos de los años
setenta al incremento de la especulación.
Aquí, el método favorito ha sido el de confinar
a la gente superflua en guetos urbanos que crecientemente se parecen a
campos de concentración. Si esto falla, van a las cárceles, que son la
contraparte en una sociedad más rica, a los escuadrones de la muerte que
nosotros entrenamos y apoyarnos en nuestros dominios. Bajo los entusiastas
reaganistas del poder estatal, el número de presos en Estados Unidos casi se
triplicó, dejando nuestros principales competidores, África del Sur y Rusia,
muy atrás, - si bien Rusia acaba de alcanzamos, va que empieza a dominar los
valores de sus tutores estadounidenses.
Entre los afortunados se encuentran la industria de la construcción, consultorios legales, el floreciente y beneficioso complejo de cárceles privadas,
Y para no olvidarse,
No sorprende que el Contrato de Gingrich llama a la expansión de esta guerra contra los pobres. La guerra tiene como blanco primordial a los afro-estadounidenses; la estrecha correlación entre raza y clase hace el procedimiento simplemente más natural.
Hombres negros son considerados como una
población criminal, concluye el criminólogo William Chambliss, autor
de muchos estudios, incluyendo la observación directa por parte de
estudiantes y profesores en un proyecto con la policía de Washington. Esto
no es exactamente correcto; se supone que los criminales tienen derechos
constitucionales, pero como muestran los estudios de Chambliss y otros, esto
no es verdad para las comunidades escogidas como puntos de mira, que son
tratadas como una población bajo ocupación militar.
Éstas son las razones básicas, parece, para el crecimiento de lo que Chambliss llama "la industria de control del crimen".
No es que el crimen no
sea una amenaza real para la seguridad y la sobrevivencia; lo es y lo ha
sido durante mucho tiempo. Pero no se enfrentan las causas; más bien, el
crimen es explotado de diferentes maneras como un método de control de la
población.
El modelo angloamericano, escribe Hewlett, es un
"desastre" para niños y familias; el modelo europeo-japonés, en contraste,
ha mejorado su situación considerablemente. Como otros, Hewlett, atribuye el
"desastre" angloamericano a la preferencia ideológica para los "mercados
libres". Pero ésta es sólo una verdad a medias, como he mencionado.
Cualquier nombre que uno quisiera dar a la ideología reinante, es injusto
manchar el buen nombre de "conservadurismo", aplicándolo a esta forma de
estatismo reaccionario, violento y sin ley, con su desprecio hacia la
democracia y los derechos humanos, y también a los mercados.
No hay ninguna mención del estudio de la UNICEF,
y tampoco he visto ninguna reseña en otra parte -o de hecho, de cualquier
estudio que se ocupara de la guerra contra los niños y familias en las
sociedades angloamericanas.
Sucede que es bastante limitada: posiblemente el IQ es parcialmente heredado, y de manera más ominosa, vinculado a la raza, con negros que engendran como conejos y echan a perder la reserva genética. Quizás las madres negras no crían a sus niños porque se desarrollaron en el cálido pero altamente impredecible ambiente de África, sugiere uno de los autores de los libros reseñados. Ésta es ciencia verdadera, que ignoramos a nuestro propio peligro.
Pero podemos, de hecho tenemos que ignorar las
políticas sociales para los pobres y la protección estatal para los ricos
-basadas en el mercado libre-, y el hecho, por ejemplo, de que en la ciudad
donde aparecen estos materiales -que es la más rica en el mundo- el 40% de
los niños vive debajo de la línea de pobreza, privado de la esperanza de
escapar de la miseria e indigencia. ¿Podría esto tener algo que ver con el
estado de los niños y sus logros? Podemos ignorar en seguida tales
interrogantes -una decisión natural de los ricos y poderosos, dirigiéndose
unos a los otros y buscando justificaciones para la guerra de clases que
conducen y sus efectos humanos.
Son inconsistentes con una ideología acomodada a
las necesidades del privilegio y poder, que celebra la ganancia privada como
el valor humano supremo y niega los derechos de la gente más allá de lo que
ésta puede salvar en el mercado laboral- aparte de los ricos, que deben
recibir una amplia protección por el Estado.
Para mencionar sólo un aspecto, alrededor del 40% del "comercio mundial" no es, realmente, comercio; consiste en operaciones internas de las corporaciones, gerenciadas de manera central por una mano altamente visible, con toda clase de mecanismos para socavar los mercados en beneficio de ganancia y poder. El sistema casi-mercantilista del capitalismo transnacional corporativo está lleno de las formas de conspiraciones de los dominantes, sobre las cuales advertía Adam Smith, para no hablar de la tradicional utilización y dependencia del poder estatal y del subsidio público.
Un estudio de 1992 de la OECD concluye que,
La gran mayoría de la población mundial, que está
sujeta a la disciplina del mercado e inundada con odas a sus milagros, no
debe escuchar esas palabras; y pocas veces las oye.
Los aristócratas de sus días eran los
protagonistas del naciente Estado capitalista, que Jefferson consideraba con
mucha consternación, reconociendo la contradicción entre democracia y
capitalismo, que es mucho más evidente en la actualidad, cuando tiranías
privadas sin control adquieren un poder extraordinario sobre todos los
aspectos de la vida.
El otro sendero es uno de lucha, muchas veces de derrota, pero también de recompensas que no pueden ser imaginadas por aquellos que sucumben a lo que la prensa obrera denunciaba hace 150 años como "el Nuevo Espíritu de la Era":
El mundo de hoy está lejos del mundo de Thomas Jefferson o de los
trabajadores de mediados del siglo XIX. Pero, las alternativas que ofrece,
no han cambiado en esencia.
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