por Jake Horsley June 2002 del Sitio Web MindMined traducción de Editorial-Streicher
20 Septiembre 2012
«La mente está en su propio lugar, y de
por sí
de
Milton
La historia de La Matrix (1999) - probablemente la película de acción más detalladamente tramada alguna vez hecha - es auténticamente gnóstica.[1]
Es de hecho, y lejos más allá de "Los Archivos X", "gnosticismo renacido" [ver nota 1, al final]. Dondequiera que exactamente Andy y Larry Wachowski idearan su diabólicamente inspirada y perversamente efectiva parábola pop sobre la esclavitud del hombre moderno bajo las máquinas, ellos han aparecido con un original genuino.
Es una mezcla asombrosamente coherente de Philip K. Dick, H. P. Lovecraft, Jean Baudrillard, profecía mesiánica, ciencia apocalíptica, misticismo de artes marciales y paranoia tecnológica. La Matrix bien puede ser la película estadounidense sobresaliente de los años '90. Pero es a la vez menos y más que una gran película promedio.
Por una parte, es
resbaladiza y vagamente carente de alma, con toda la violencia
cargada de adrenalina que caracteriza a las películas de MTV de años
recientes (está producida por Joel Silver, después de todo). Por
otra parte, puede ser la primera obra surrealista totalmente
comprendida del cine predominante hasta ahora.
La Matrix es todo esto y un poco más, pero también indudablemente no es para todos. A menos que usted esté preparado para aceptar su premisa - que la realidad es un sueño, controlado por fuerzas secretas para esclavizarnos, y que sólo mediante el soñar consciente podemos escapar a nuestra esclavitud y reclamar nuestra naturaleza divina (una premisa realmente gnóstica, como digo) - la película entonces será puro disparate y caos y no más. Indudablemente, millones la vieron y disfrutaron de ella como tal.
Pero La Matrix es bastante más que sólo una pieza de
entretenimiento de primera clase: es un experimento artístico
desbocado, una experiencia que doblega nuestros conceptos de lo que
es real y lo que no, y nos deja en un punto muy apremiante en verdad.
La película comienza a toda velocidad, y no nos da ningún tiempo para ser orientados; está explotando ya nuestro sentido de "lo que es real" antes de que hayamos establecido siquiera la más vaga idea de tal, al punto que, durante la primera media hora o más, no podemos estar seguros si estamos mirando el sueño o la realidad, u otra cosa por completo.
Este es un mecanismo de desorientación absolutamente eficaz, puesto que es la forma en que el mismo Thomas Anderson (interpretado por Keanu Reeves) siente, cuando su existencia repentinamente va más allá de lo extraño... a lo sobrecogedor. Pero al mismo tiempo ésta es quizá la debilidad más grande de la película.
El hecho de que
nunca se nos da el tiempo para instalarnos en la falsa realidad de
Thomas antes de que logremos verla hecha trizas y expuesta como la
fantasía de simulación computacional que es, nos niega el máximo
ímpetu de la iniciación de aquél (tanto al horror como al placer).
A pesar de la complejidad e ingeniosidad de la trama, la película carece de sutileza, carece de personajes, y por lo tanto carece de cualquier verdadera profundidad psicológica.
Sus profundidades - que son
realmente carentes de seriedad - son todas subtextuales; ellas no son
profundidades textuales, porque no hay sombras ni matices en los
personajes o en sus acciones, todos los cuales se ven
inevitablemente abrumados por el alcance completo y la amplitud de
la historia.
Ya que esto bien pudo haber sido necesario para asegurar que la película fuera un éxito, sin embargo - y La Matrix simplemente tenía que ser un éxito o no hubiera sido hecha en absoluto - esto realmente puede no ser tanto una crítica válida como algo importante que deplorar.
El milagro es que la película no fue modificada en lo más mínimo; pero de todos modos, no podría imaginar una La Matrix de tres horas de largo, con una muda sensación de los años '70 y con un verdadero actor en su centro, con el paso mesurado y la atención al detalle científico de "Alien", las profundidades humanas de "Invasion of the Body Snatchers" de Kaufman, y quizás un poco más del espíritu anárquico de "Brazil".
Pudo haber sido El Padrino de los años '90: un clásico de
ciencia-ficción para gente a la que no le gustan las películas de
ciencia-ficción. Tal como es, es estrictamente para ciberpunks y
gnósticos.
De alguna manera, a lo largo del camino, él ha sido puesto en contacto con un hombre llamado Morfeo, un "terrorista" célebre con quien nunca realmente se ha reunido pero que ha estado buscando durante algún tiempo.
A Thomas (Tomás el incrédulo) [2] se le dan indicios y pistas, en primer lugar por la misteriosa Trinity, quien le envía mensajes en su computador que predicen acontecimientos próximos.
Poco después Thomas es arrojado físicamente en "el juego", y dejado allí para correr, esconderse, hacer el salto o caer hasta su muerte. Su involucramiento en este juego comienza cuando él está en su trabajo y recibe una llamada de Morfeo, advirtiéndole que "ellos" están detrás de él. Bastante seguros, los siniestros hombres de negro (agentes del gobierno) en aquel preciso momento se dirigen a su escritorio.
Siguiendo intrincadas instrucciones de Morfeo (quien parece ser capaz de ver el trazado completo del mundo de Thomas como si mirara un mapa, o como un dios desde lo alto), Thomas se mueve sigilosamente por delante de los agentes hacia una oficina vacía. Allí se le pide hacer un salto improbable hacia la seguridad. Él deja de dar el paso - de hecho ni siquiera intenta hacerlo - y en vez de ello permite que sea capturado por los agentes del gobierno.
Él es detenido y se le ofrece un trato: cooperar en el rastreo de Morfeo a cambio de un historial limpio.
Cuando él rechaza el trato, su mundo se transforma sin advertencia en una pesadilla surrealista, cuando el agente cuyo nombre es Smith literalmente hace desaparecer la boca de Thomas, dejándolo mudo y retorciéndose de horror. Los otros agentes lo dominan cuando un ciber-organismo parecido a un parásito metálico pero definitivamente vivo es insertado en su cuerpo, por el ombligo.
En este punto, Thomas se despierta, como de un sueño. Poco respiro se le concede, sin embargo, cuando él es recogido con prontitud por el equipo de Morfeo (también vestido de negro), sujetado a la fuerza en la parte de atrás de una limusina, y sometido a otro extraño procedimiento, donde le remueven el implante parásito.
Thomas grita de horror:
Por ahora no tenemos más
pistas que él. Según resulta luego, no es real, pero entonces nada
más en su vida tampoco lo es.
Ésta es una secuencia genuinamente desquiciadora y espeluznante, y bien puede ser el vertiginoso punto culminante del cine de ciencia-ficción hasta la fecha. En primer lugar, después de su discurso inaugural, él ofrece a Thomas que haga una elección: la píldora azul o la píldora roja. Si toma la primera, él se despertará otra vez y todo eso habrá sido sólo un sueño.
Si toma la roja, sin embargo, él pasará a través del espejo y averiguará,
Por supuesto, él toma la roja.
Su decisión ya está incorporada en la oferta de Morfeo, porque, si es sólo un sueño, ¿por qué no tomar la roja?; y si no lo es, entonces ¿por qué tomar la azul?.
Pero a lo que Thomas se somete a consecuencia de la píldora roja se parece al peor viaje de todo buscador psicodélico. Como el traidor Cypher lo dice:
Thomas es desgarrado desde un no tan dichoso olvido, y se le da la horrible Verdad literalmente destructora de la mente: que él es un esclavo para un orden de seres inorgánicos que hasta ese momento él ni siquiera sabía que existían.
Morfeo explica que el año no es realmente 1999,
que es de hecho probablemente un siglo más tarde, y que aquella
civilización mientras tanto ya ha sido destruida, y que a
consecuencia del descubrimiento de la Inteligencia Artificial (AI),
en algún punto a comienzos del siglo veintiuno, se produjo un
enfrentamiento entre el hombre y las máquinas - entre la creación y
el creador (exactamente como en The Terminator) - y las máquinas
ganaron.
Ellos fueron puestos en un sueño profundo, y se creó un sueño colectivo para mantenerlos manejables y dóciles, como bebés en sus cunas, mientras su fuerza vital les era succionada. La gente es engendrada y criada directamente en estas incubadoras, y alimentada intravenosamente con los restos licuados de los muertos.
Esto es ocultismo puro, y va lejos más allá incluso del mejor cine de ciencia-ficción, hasta los lóbregos reinos y las pesadillas veladas de Lovecraft, Heinlein, Kenneth Grant, Carlos Castañeda, y otros, con sus relatos del "laberinto de la penumbra", y las entidades inorgánicas que han esclavizado a la Humanidad y la han convertido en una fuente de alimentación.
Por supuesto la moderna ciencia de los OVNIs de "los grises" adapta y desarrolla las mismas creencias atávicas, completas y con adiciones tecnológicas como "implantes" y clones, etc.
Todo lo cual pone a La Matrix en la mismísima
primera línea de la moderna fabricación del mito; ¿o es en realidad
psico-historia?.
Ellos son los "despertados" - Illuminati, si usted prefiere - quienes se han salido de la rejilla de fantasía simulada por computador y han liberado sus cuerpos de las granjas de energía en "el mundo real" (es difícil tomar incluso este mundo como verdadero, ya que hemos pasado mucho más tiempo en los otros mundos, y ya que también éste resulta ser el mundo más extraño y surrealista de todos ellos).
Como consecuencia de haber liberado sus cuerpos, estos Illuminati son capaces de entrar a voluntad en la Matriz - el mundo soñado - y funcionar allí con un potencial sobrehumano.
Por
ejemplo, cualquier conocimiento, dato o entrenamiento requerido
puede ser simplemente descargado inmediatamente, directamente en su
conciencia, mediante computador.
A pesar de tales capacidades aparentemente sobrehumanas para navegar en la Matriz, sin embargo, los luchadores de la "resistencia" [3] están en una profunda desventaja cuando se trata de encarar a los siniestros hombres de negro, quienes son "de hecho" (!) proyecciones concentradas de la IA - campos de energía, si usted prefiere - enviadas por la Matriz a la Matriz para mantener una sujeción sobre su programa-realidad.
Para este objetivo, estos agentes persiguen y
erradican a todos los potenciales "disidentes", a aquellos contra-agentes Illuminati empeñados en interrumpir el hechizo de la Matriz y en
hacer colapsar la realidad tal como la conocemos.
3. Lo más decepcionante en La Matrix es su confianza en los
términos familiares de las películas de acción, presentando la
violencia y la "resistencia" como los únicos medios para vencer a la
tiranía.
Ellos pueden torcer, e incluso romper, algunas reglas de la Matriz, pero no todas ellas. Ellos no pueden simplemente pasar por encima de su tiranía y asumir su status divino como hologramas dentro de un holograma, porque sólo "el Único" puede hacer esto. Por el momento ellos todavía están todos restringidos por los límites de sus mentes, todavía trabajando para erradicar el viejo programa impuesto sobre ellos por la IA.
De aquí que el entrenamiento que Morfeo aplica sobre Thomas - ahora Neo, el Único (Neo, One, Eon) - está centrado en torno a la "liberación de su mente", en hacerle comprender que de hecho él no está restringido por las leyes del cuerpo en absoluto sino sólo por su creencia en ellas.
Como un artificial pero impresionante niño-Buda doblador Gelleresco de cucharas [a lo Uri Geller] explica a Neo:
Esto es puro Zen, y va más allá de Yoda y su
Fuerza, hacia
la física cuántica.
Obviamente, la Matriz debe sustentar y mantener constante su espejismo de la realidad, porque de otra manera los durmientes comenzarán a despertar. Entonces estos agentes deben moverse de manera sutil, dentro de restricciones, y al menos aparentar ser humanos. Aunque la Matriz pueda cambiar todo lo que quiera dentro del juego, todavía tiene que tratar con las conciencias individuales vivientes que ha esclavizado allí.
De ahí que esté limitada por sus propios mecanismos: si quiere mantener su sujeción no puede realizar demasiados trucos excesivamente imposibles, porque esto sólo servirá a largo plazo para dar poder a los luchadores rebeldes, liberando sus mentes de la "tiranía de la continuidad” (Tiempo), de la cual el programa entero depende.
Nada
de esto es explicado en la película, pero parece justo deducir que
la Matriz es limitada, a pesar de ser la creadora de la realidad, y
también que hay probablemente alguna razón para esta limitación.
Esto es lo único que parece mantenerse firme.
Y esto por supuesto él lo lleva a cabo. Lo que es tan satisfactorio en la película es que al final - a pesar de su confianza en la violencia y la destrucción - es el poder de la imaginación el que triunfa finalmente. Una vez que Neo alcanza una cierta comprensión él es capaz de simplemente detener las balas con su mente - puesto que ellas no existen, en primer lugar - y proyectarse en el cuerpo (holográfico) del Enemigo (cumpliendo así el propio secreto deseo de éste de llegar a ser real), y hacerlo explotar desde dentro.
Dentro de la fantasía de acción de Hollywood, hay un ave muchísimo más extraña esperando escaparse.
No lo hace completamente en esta película, pero el potencial está allí para las secuelas, si ellas han de venir y si ellas demuestran tan sólo la mitad de esta temprana promesa (una posibilidad de la que estoy obligado a dudar, obviamente). Pero en este y otros momentos, The Matrix consigue la simetría perfecta, y ofrece algo parecido al éxtasis chamánico.
Ésta no es sólo una película; es una experiencia.
Keanu Reeves, como Thomas/Neo, es una personalidad bastante atractiva, pero él es también un centro decepcionantemente insulso para un drama tan intenso girando alrededor.
Él juega al arquetípico héroe reacio, el hombre de ayer, una cáscara quemada con apenas la energía para sonreír. Como tal, es el candidato ideal para ser el salvador del mundo - mitológicamente hablando - porque no hay nada ni remotamente heroico en él.
La película es sobre su propio
renacimiento espiritual - su acceso a la conciencia - y ésta es su
fuerza principal, la que le da su resonancia, más allá de todos los
trucos y volteretas y las patadas de karate. Éste es también su
defecto, sin embargo, porque Neo, según lo interpreta Reeves, nunca
es realmente verdadero para nosotros, sino que es como un zombie o
como un superhombre.
Ésta puede ser una cosa genética, pero si la película no se detiene mucho sobre el asunto, lo mantiene entonces vaga pero específicamente mental. Neo es un hechicero nacido naturalmente, uno podría decir. Él tiene la capacidad de suspender la incredulidad, junto con aquellos espantajos gemelos, el miedo y la duda, y lanzarse hacia lo desconocido, confiando en que sus alas brotarán a tiempo para llevarlo a través del Abismo, y por la cuarta dimensión.
La película hace un uso dramático de un salto físico y real - Neo intenta saltar de un edificio a otro - para representar el proverbial salto de la fe. Ésta es para Blake la liberación de la percepción hacia la Imaginación, y está perfectamente a propósito aquí. Tal como la Fuerza en las Star Wars, viene directamente de las obras de Carlos Castañeda, y está hecha a la medida para la fantasía.
Por supuesto, Neo falla al hacer el salto; su "fe" lo abandona (como a Pedro caminando sobre el agua) y él cae en picada, tal como (nos dicen) todos lo hacen la primera vez.
Es inconcebible que Neo no sea confrontado con dudas mortales y miedos que paralizan ante la mera idea de ser el hombre que va a salvar el mundo. Cuando él visita a la Pitonisa (the Oracle, Gloria Foster), en probablemente la mejor escena de la película (una pequeña joya surrealista en sí misma), ella comienza, como una buena vidente, jugando con la mente de él y confundiendo todas sus expectativas.
Ella le dice categóricamente que él no es el Elegido, añadiendo (ante la propia insistencia de Neo) que Morfeo nunca aceptará esto, sin embargo, y morirá probablemente defendiendo su creencia en Neo. En virtud de esto, el héroe reticente es presentado a su propio desafío. A él se le da la opción imaginaria de retirarse de una situación insostenible, pero siéndole presentadas tales circunstancias, él no puede probablemente, en conciencia, hacer tal cosa; él simplemente tiene que luchar por Morfeo y por aquello en lo que cree, aunque ahora crea que es falso él mismo.
Esto recuerda las
burlas de Don Juan Matus a Castañeda, en el primero de los libros de
éste, para asegurarse de que él lleve adelante el aprendizaje.
A partir de aquí él es liberado de la duda de sí mismo y es puesto en libertad para actuar, con plena conciencia de su insuficiencia, sin ninguna restricción. Neo es efectivamente "configurado" en la misma manera por la Pitonisa (the Oracle).
Ya que ésta parece ver el tiempo presentado ante sí como un mapa, sin embargo, ella probablemente sabe que Morfeo no morirá, y que Neo es el elegido, pero que ambos hechos - ambas posibilidades - dependen de que Neo crea lo contrario (tal como su rotura del jarrón dependía de que ella le dijera que no se preocupara de ello).
A fin de convertirse en "el Elegido" - ser digno de su vocación - él debe primero ser liberado de la carga intolerable que este llamado implica, haciéndolo para él peor que algo inconducente, hasta que él mismo se dé cuenta de que aquél es verdadero. Por consiguiente él tiene que demostrarlo, no a nadie sino a él mismo.
Como Don Juan le enseña a Castañeda, al comienzo mismo de su asociación:
Ésta es la materia prima más apasionante y existencial imaginable para un melodrama de acción, y le da a La Matrix la clase de poder emocional que uno generalmente sólo obtiene de las obras de arte.
En
cuyo caso, esto es lo que es; como tal, bien puede ser la más
desfachatada, más audaz y más estimulante obra de arte desde el "Ciudadano
Kane".
Pero la agresión continúa y él es abrumado, sucumbe ante la duda, y muere. Mientras tanto, en el mundo real, Trinidad (Carrie-Anne Moss) viene a su rescate.
Firmemente persuadida por fin (de que Neo es el Elegido) por sus propios sentimientos hacia él (el Oráculo le dijo a ella que se enamoraría algún día y que lo sería del Elegido), ella susurra en el oído de Neo:
La verdad, representada aquí en quizá la más simple y conmovedora imagen poética que hay - el beso de los amantes - resucita a Neo a su nueva vida.
Lo pone en libertad. Él se levanta, nacido de nuevo. Los agentes (esos fastidiosos demonios) reanudan su ataque, pero Neo simplemente se encoge de hombros y sacude su cabeza, con quizá la más débil de las sonrisas. Su gesto es elocuentísimo: la confianza que excede lo humano, la confianza de un holograma dentro del universo holográfico, de uno quien es todo - la cuchara, las balas, el universo - porque él no es nada en absoluto.
De aquí que su muerte
no sea simbólica ni figurada, sino literal. Chamánicamente, él cruza
por el puente del arco iris hacia el mundo superior y allí su cuerpo
es reemplazado por los espíritus; él regresa, con una imagen
perfecta en el lugar de la carne. Como Jesús y su gemelo.
Él es "el Elegido" (the One), no en el sentido de único sino más bien como el primero: el primero en comprender su verdadera naturaleza y en llegar así a convertirse en un gran conocedor, un creador de realidad, un soñador tolteca. Él ha llegado a la totalidad de sí mismo, él está completo (holográfico). El hecho de que su momento de muerte-renacimiento también implica la unión con su compañera espiritual o ánima (Trinidad, nada menos) tiene un perfecto sentido alquímico.
Aparece entonces el divino andrógino.
Hasta aquí al menos, Keanu Reeves está bien elegido para el papel, teniendo una cualidad naturalmente andrógina, la que también probablemente le consiguió la parte del Pequeño Buda de Bertolucci. Después de su resurrección Neo detiene las balas y se zambulle dentro del demonio (Smith) y así lo hace explotar desde dentro.
Éste es el momento en el cual él es
totalmente reconocido como el Único (es decir, la Unidad de
masculino y femenino, mente y cuerpo, simulado y real, cerebro
izquierdo y derecho, razón e imaginación), y la realización de
cultura pop de la Gran Obra (opus magnus) por excelencia. Éste es
punto por punto el elevado clímax que la película nos ha prometido
desde el principio.
La forma en la cual esto trasciende esta limitación potencialmente invalidante, sin embargo, es integral para el atractivo de la película en su conjunto.
Ya que los personajes están interactuando en gran parte en una realidad simulada por computador, la violencia puede ser imposible sin estirar nuestra paciencia o creencia; las circunstancias requieren que ella sea no-convencional (la única vez que realmente sobrepasa sus límites es cuando Neo le dispara a una pieza llena de agentes en la cual Morfeo también está cautivo, sin que éste reciba ni un rasguño en el proceso).
La absurdidad de la violencia aquí se mueve libremente en lo surreal, que es a donde pertenece. Y ya que la surrealidad de ella conduce inevitablemente a su propia obsolescencia - donde está el verdadero poder ya no es necesaria la fuerza - hay allí, quizá por primera vez, un propósito, un punto, un objetivo, para todo ese exceso.
La Matrix es un mapa de la realidad para que potenciales artistas y soñadores y aspirantes a chamanes consideren cuidadosamente durante horas.
La posibilidad de que todo en ella sea exacta y precisamente verdadero - si esto es enunciado metafóricamente - y de que la película misma sea un trabajo innovador en el programa de propaganda-iluminación de las ocultas fuerzas rebeldes "del futuro" (es decir, el mundo real), es una posibilidad que no debería ser dejada como una línea desechable al final de un catálogo de películas sobre la violencia.
Es una posibilidad que
invita a nuestra consideración más seria, aunque fuera sólo por el
puro placer que hay en ello.
Quizás estamos reprimiendo un miedo que está al acecho que, si comprendiéramos que es posible, también podríamos comprender que es igualmente inevitable, y que en efecto ya ha sucedido.
Percibiremos la matriz
de nuestra mente como la trampa mortal en que se ha convertido. Y en
ese punto no tendremos sino una de dos opciones: la píldora azul o
la roja.
La cosa más notable de todas acerca de La Matrix consiste en que crea expectativas casi imposibles y luego no decepciona.
Es todo lo que intenta ser; no tiene verdaderas pretensiones, siendo un gran espectáculo de efectos de acción, y cuando tiene aspiraciones heroicas cumple con ellas casi sin esfuerzo.
Presenta el final del mundo, la batalla final entre la luz y la oscuridad, como el último videojuego en el cual los riesgos son reales y sólo los medios son artificiales. Por supuesto, el hecho de que en La Matrix el Apocalipsis ha sucedido ya - tecnológicamente hablando, no psicológicamente - (¡aunque nadie lo haya notado!) añade un giro extra a los procesos.
Sobre todo permite que la película evite atascarse en la cansada y agotadora mecánica de la victoria y el fracaso, el bien contra el mal, etc., que caracteriza a las películas de acción y que garantiza que sean invariablemente una decepción al final. Se entiende intuitivamente aquí que lo que está en juego, en esta arena, y a pesar de todo el hardware dentro del software, no es el mundo (ya ha sido perdido) sino el alma del mundo.
Y como en The Terminator, aunque más explícitamente aquí, puede
verse que la inteligencia-máquina que oprime y se opone al espíritu
individual en realidad lo sirve, permitiéndole que evolucione y que
desarrolle todo su potencial, usando los obstáculos y desafíos que
la máquina suministra para ello.
Es la selección natural al nivel de las almas. Es dentro de esta "prisión de hierro negro" de la mente que al alma se le permite que se incube y florezca, con la opción - pero de ningún modo la garantía - de recolectar su poder a tiempo para salir del estado de crisálida y emerger completamente formada en la realidad, más o menos exactamente como la mariposa extiende sus alas para volar, en el mismo momento en que destruye su anterior y temporal morada. Lo que fue una vez construido para su protección se ha convertido ahora simplemente en su esclavitud.
El deseo del agente Smith de llegar a ser real de alguna manera y de serlo en la última ocupación humana sobreviviente, Sión [4], es una amplia indicación de la voluntad secreta o agenda de la máquina.
Ésta quiere nacer, quiere
experimentar la carne, no sólo simularla. Lo más cercano que
consigue, sin embargo - hasta ahora al menos - es cuando Neo ingresa
dentro del campo de energía de la IA y causa con ello que se
interrumpa, que estalle, probablemente (estoy conjeturando
nuevamente) por una sobrecarga de energía, de información, o quizá
incluso de emoción.
Hay difícilmente una escena sola que no sirva para hacer progresar o para protestar contra su trama o para establecer algún personaje, y por lo tanto la película tiene una sensación entrecortada, forzada, como de interminables patadas de Kung-fu. Carece quizás del placer más escurridizo de todas las obras de arte: el momento superfluo, los pequeños detalles, las felicidades fortuitas.
Al mismo tiempo, a consecuencia de esta carencia, ninguna de las realidades nos parece completamente verdadera, porque nunca se nos da el tiempo para acostumbrarnos a ellas, para habitarlas.
La película nunca sitúa sus escenas sino que simplemente se lanza de cabeza en ellas. Este punto débil es más especialmente deplorable en las secuencias del mundo real, que nunca se toman el tiempo para darnos una idea de este mundo post-apocalíptico y de a qué se parece (más allá de las imágenes de los "campos" interminables en los cuales las entidades inorgánicas están parasitando a los humanos, la imagen más espeluznante e inspirada de la película).
Nos quedamos con poco más que el interior del aerodeslizador de Morfeo, el Nabucodonosor, en el cual los rebeldes funcionan, sin ningún sentido de sus movimientos (con relación a Sión por ejemplo, que está localizado cerca del centro de la Tierra) o de por qué esta fuerza rebelde es tan limitada en número, si hay otros grupos trabajando para el mismo objetivo, etc., etc.
Ya que ellos son simplemente vehículos humanos para los temas y la trama de la película, no se permite que ninguno de los personajes se desarrolle. La más bien deslucida actuación en toda la película apenas compensa esta debilidad, en cualquier caso (las excepciones principales son Fishburne, Foster como el Oráculo, y Hugo Weaving como el demonio-agente Smith).
Éste es el nivel en el cual la
película es más débil, y bastante irónicamente, es el nivel humano.
Y lo mismo se aplica para el resto de los personajes: ellos son casi tan sustanciosos como los hologramas que ellos pueden ser o no (no tendemos a distinguir mucho entre las tres diferentes "modalidades" o realidades que la película nos da, en todo caso).
Esta no es obviamente ninguna crítica menor cuando se refiere a una supuesta obra de arte, aunque al mismo tiempo la película nunca realmente sufre mucho por su debilidad. Tiene tanto carácter en sí misma que esto pasa inadvertido. Y La Matrix debe ser también la única película de su tipo en salir adelante sin un villano standard.
Aunque el Smith que interpreta Weaving sirva para esta función básica, ya que él es evidentemente sólo un peón del "gobierno", carece de la grandiosidad del genio del mal standard ni tampoco es particularmente detestable (aunque Weaving lo interpreta con maravilloso talento haciendo verosímil su amenaza, dándonos la mejor interpretación en la película).
En La Matrix el enemigo está en todas partes y en ninguna.
Ya que la IA es una creación de la Humanidad, obviamente el enemigo somos nosotros mismos. Pero al mismo tiempo las entidades de la máquina inorgánica han evolucionado en una especie hacia ellas mismas, y de ahí que puedan ser vistas como encarnaciones vivientes de este "mal", aunque es nuestro propio mal.
Ciertamente ellas cumplen admirablemente con tal definición (ellas dejan a los Daleks en el polvo), y las escenas de la infernal Tierra baldía, que apesta a azufre, hacia 2099, son lejos las más inquietantes en la película. Dentro del reino "humano" - dentro de la Matriz - el enemigo es difuso, descentralizado, huidizo, y efectivamente se extiende a la Humanidad misma. Aquellos que no están listos para ser despertados, estos autómatas fabricados en serie, han llegado a ser uno con la máquina.
Como Morfeo dijo:
5. Como Morfeo lo dice, "Ellos son todavía parte del sistema, y eso los convierte en nuestros enemigos... La mayor parte de esta gente no está lista para ser desconectada. (Ellos) son tan inertes, tan desesperanzadamente dependientes del sistema, que lucharán para protegerlo". Puesto que los agentes de la IA son capaces de entrar en - de "poseer" - cualquier ser humano que esté aún conectado a la máquina, y de convertirlos por lo tanto en autómatas sin inteligencia que hacen la voluntad de ésta, en asesinos programados, nada menos, cualquier humano que no haya sido reclutado activamente por los Illuminati es una amenaza potencial para éstos.
Tales cualidades, aunque bastante prodigiosas, son también (lo confieso libremente) completamente discutibles. Es como un fenómeno social, a la par con y también íntimamente relacionado con "The X-Files", que La Matrix merece la atención y el respeto, más allá de cualquier otra película en la memoria reciente.
Llegando como lo hizo en la misma víspera del Eón (fue estrenada durante la última Pascua de Resurrección del milenio [miércoles 31.3.1999]), resume eficazmente un cuerpo entero de miedos, creencias, fantasías, esperanzas y paranoias que está ganando una acogida cada vez más firme en la imaginación colectiva (al menos en la del mundo occidental).
The
Matrix reúne una serie enorme de temas milenarios en un conjunto
resbaladizo y extraordinariamente ameno, que parece diseñado para
provocar su propio grupo de seguidores de culto, en algún punto a lo
largo de los acontecimientos de unas Star Wars para adultos.
Considerando todo esto, La Matrix sirve a la más antigua y más respetable, la más reverenciada, causa del arte: la de sacar de la oscuridad a la masa, por medios tanto profundos como ridículos, hacia la Verdad.
Quizás uno entre mil de aquellos que ven la película reconocerá o incluso notará sus principios gnósticos; pero independientemente de esto, cualquiera que ve la película ha sido efectivamente expuesto a ellos. Por supuesto, usando la lógica de los niños de la película The Faculty, podría igualmente argumentarse que La Matrix sirve a la función precisamente opuesta, ya que al presentar la verdad como ciencia-ficción la está despojando de su credibilidad.
Este
argumento sólo se mantiene firme sin embargo si la obra en cuestión
es verdaderamente ridícula en sí misma. En el caso de La Matrix, la
obra es simplemente demasiado inspirada y efectiva (e impresionante)
para ser cualquier cosa menos un trabajo de revelación.
La Matrix tiene un impulso y una lógica internos más allá de la mecánica de su trama basada en la paranoia, y su base mítica se compara con (y finalmente excede a) lo mejor del cine de ciencia-ficción, desde Metropolis a Invasion of the Body Snatchers, Alien y The Terminator, todas películas que han surgido - con grados variados de integridad y poesía - del inconsciente colectivo de la Humanidad.
Ya que la ciencia-ficción por definición implica nuestro futuro tanto como nuestro presente, puesto que intenta proyectar la imaginación colectiva hacia adelante, y así percibir mejor lo que está sucediendo ahora (viendo a dónde nos está conduciendo), la gran ciencia-ficción es intrínsecamente más reveladora - más progresiva - que los otros géneros. (Las posibles excepciones son el horror y la fantasía, que están igualmente obligados a saquear el inconsciente).
La Matrix es la proyección más completamente realizada y apasionada de nuestros miedos y aspiraciones colectivos en una película de ciencia-ficción desde Metropolis de Fritz Lang; y ya que ha sido calculada con alarmante precisión para aparecer al final mismo del milenio, no se ha simplemente ganado sino que activamente se ha apoderado de su lugar en la historia del cine.
Es un verdadero
sujetalibros para una época.
Al comienzo de La Matrix, Neo es uno de los muertos vivientes, un sonámbulo perdido en el laberinto de su propio estupor mundano; pero él tiene pasiones, sentimientos, anhelos, que le dicen dos cosas sobre todo: que él es de alguna manera especial, diferente de todos los demás; y que algo de alguna manera no está precisamente bien en el mundo en el que vive.
En virtud de esto, cuando él es contactado por Morfeo por los canales telefónicos computacionales de la Matriz (que representan la mente inconsciente), y se le pide que siga las pistas, él no puede sino responder.
Éste es (chamánicamente hablando) el "descenso del Espíritu" (el polvo del sueño de Morfeo), anunciado en la película por un llamar a la puerta, tradicionalmente adecuado en los círculos de hechicería. Se le pide, como a Alicia, que siga al conejo blanco; el conejo significa el temor, entre otras cosas.
En esta etapa, impulsado sobre todo por la curiosidad, la naturaleza primaria de la experiencia que aguarda a nuestro neófito (una vez que él haya dado el primer paso activo en el camino chamánico, y así entrado en el laberinto que el Espíritu ha armado para él) será el miedo. Bastante seguro, la siguiente reunión de Thomas es con Trinidad, la mujer Espíritu Santo que susurra en su oído (las tentadoras palabras de Eva) que ella conoce lo que él ha estado ansiando conocer, equiparado al menos parcialmente (bíblicamente) con el sexo.
De este modo por supuesto él es enganchado, y permite
que sea atraído - en un paso voluntario - hacia la trampa de Morfeo,
el señor de los sueños: el chamán.
Un hombre Negro era la obvia siguiente opción. Un maya habría sido simpático, supongo, pero ya que no hay actores mayas en Hollywood, podemos estar agradecidos al menos de haber conseguido a Laurence Fishburne (pudo haber sido Will Smith). Fishburne hace de Morfeo una presencia hipnótica desde el principio. Ya que él está viviendo más allá del Apocalipsis, él está más allá de la serenidad también.
Él es tan tranquilo que parece una piedra, como una pirámide, emanando poder, exactamente como el chamán debería. Él influye en Thomas por medio de la transparente fuerza de su personalidad y su presencia. Él no se ablanda frente a su potencial aprendiz sino que se la da directamente. Morfeo le deja sentir a Thomas que es éste quien está eligiendo, pero se asegura de que haya sólo una elección que él pueda hacer.
Ya que él sabe que Thomas es el Elegido, sabe que el espíritu de éste es la cosa más fuerte en él. De ahí que él sólo tiene que despertarlo, y el resto llegará solo. Y él fuerza a Thomas a enfrentar su miedo desde el primer momento, cuando lo conduce al precipicio en el edificio de oficinas.
Morfeo indudablemente sabe que él no será capaz de hacer el salto, de manera que él está según parece simplemente presentándoselo como la tarea que le espera. El primer enemigo del hombre de conocimiento, según Don Juan, es el temor. Pero Morfeo (como Don Juan) se asegura de que su aprendiz no sea abrumado por este miedo, sino que realmente lo usa para espolearlo.
Puesto que la curiosidad de Thomas es tan formidable, él es obligado a encarar su miedo, a fin de encontrar su fuente, y esto él lo hace directamente. Ya que Thomas ha visto ya demasiadas cosas extrañas para siquiera dar algo por supuesto nuevamente, él simplemente tiene que averiguar lo que está sucediendo.
Y entonces él toma la píldora roja, y es lanzado sin más preámbulos hacia la Zona, la dimensión astral, el inframundo, el inconsciente, llámelo como usted prefiera.
Él llega a
la conciencia corporal después de toda una vida de estupor, y se
encuentra en el Infierno. Él es rápidamente rescatado por su
guía-chamán, sin embargo (habiendo lo inorgánico dejándolo por muerto),
y allí, en su nuevamente aumentado estado de conciencia, le cuentan
los hechos.
Es la verdad literal y horrible, y Morfeo puede demostrársela. No obstante, él le muestra otra realidad, una que está totalmente bajo el control consciente de Morfeo, su mismo propio mundo de ensueño, en el cual él es Dios.
De aquí que Thomas - ahora Neo, al menos en espíritu - a pesar de la tensión casi intolerable sobre su razón y su valentía, sea obligado a aceptar la verdad y, haciendo eso, encararla y cambiarla. A él se le muestra el enigma insondable - de su propia identidad - y se le dice que sólo yendo allí, y presentándole batalla a los monstruos allí, puede él esperar sobrevivirlo.
Ya no hay más ningún lugar hacia el cual él pueda retroceder: él se ha tragado ya la píldora; él ha elegido la vida.
(Otro personaje en la película - un pobremente trazado pero clave jugador, Cypher - realmente intenta tal fuga, volver a su sopor de muerte y olvidar que él alguna vez lo dejó; él es el Judas de la película, y él por muy poco casi destruye el movimiento entero de Neo en el proceso).
Una vez que se confía a su guía-chamán, el iniciado es
lanzado a la clase de existencia a la que sólo un guerrero puede
sobrevivir, y es por ello que él es entrenado en artes marciales,
aprendiendo por osmosis, por así decirlo, transmitiendo el chamán su
conocimiento directa y corporalmente sobre el aprendiz, y sólo
entonces mostrándole cómo estimar su conocimiento como poder. Neo es
por supuesto un estudiante premiado - él es después de todo "el
Elegido" - y muy pronto él estará en condiciones de equipararse a
Morfeo.
Las enseñanzas del chamán han asegurado sin embargo que el aprendiz retorne al mundo con algo nuevo: la conciencia de que el mundo es sólo una simulación, un punto de vista, y que, más aún y en gran medida, no es ni siquiera propio. Su tarea es cambiar esto, pero él sólo puede comenzar a hacerlo primero estando perfectamente distanciado de ello, aprendiendo cómo "no creer", para comprender que el mundo es un sueño, sujeto a su propia voluntad consciente.
Es en este punto que el segundo enemigo del hombre de conocimiento - la claridad, la percepción nítida - surge.
Neo está tan convencido de su punto de vista, de su interpretación de la realidad, que ésta lo esclaviza (que es exactamente para lo que la Matriz está diseñada, obviamente). Para vencer esto él debe liberar su mente, derrotar su razón, o claridad, y simultáneamente liberar su "cuerpo" también, comprendiendo que él es simplemente un modo de percepción, un sentimiento.
De aquí que él sea liberado para
convertirse en poder puro: un chamán, o un "caminante del cielo".
[6]
Esta comprensión sin embargo no puede ocurrir sin enfrentar primero sus dudas, y aquí es donde el Oráculo entra. Antes de reunirse con la Pitonisa, Neo hace una pausa en la sala de espera para recibir una breve lección mágica del niño parecido a Yoda y su cuchara. Este incidente de la cuchara que se dobla lo prepara adecuadamente para la curvatura de la mente que la Pitonisa hará para él, momentáneamente.
Ella confunde sus expectativas y lo deja libre de obligaciones antes de que venga el golpe grande. Ella lo deja en el estado anímico apropiado para su completa iniciación como guerrero-chamán: él es abandonado (él no es el Elegido, así que no importa lo que él haga en adelante), pero controlado (él no puede no hacer nada y ver morir a Morfeo); y salvando a Morfeo (y a Trinidad juntamente), Neo confirma su poder, y el aprendiz se convierte en maestro.
Neo está listo ahora para lo real.
Todo lo que le sucede es parte de su iniciación, son los medios para que él "libere su mente".
Por lo tanto, por vez primera, todo el caos tiene un sentido: es literalmente apocalíptico. Y ésa es la belleza de La Matrix, porque realmente practica lo que predica. No es sólo acerca de un viaje chamánico, velado tras una forma dramática y engalanado al mejor estilo de Hollywood, sino que al mismo tiempo es este viaje mismo, en miniatura.
Es como un laberinto flexible, en el cual la percepción del espectador puede vagar y espiar y avanzar lentamente y elevarse, a voluntad, para su propia desesperación o su deleite, como sea. Es un medio para enfrentar de manera divertida al inconsciente; y si es tomado (o hecho, pues La Matrix es la primera verdadera obra de cine participativo, de "realidad virtual") con el espíritu correcto, es un bálsamo potencial para el alma fatigada y deprimente del espectador.
Tal vez incluso sea una bendición. Brinda la clase de regocijo, expectativa y alegría (para este espectador al menos) que puede ser asociada más con la infancia que con otra cosa. O con los sueños.
Ver La Matrix puede hacerle parecer que cada día
es Navidad. Verla libera la mente.
A dónde podrían llegar los hermanos Wachowski a partir de aquí, es la pregunta más intrigante de todas.
Ellos han declarado que dos películas más de La Matrix están en camino, pero si ellas serán continuaciones o historias previas, o ambas, permanece en la incógnita (lo ideal sería una de cada una, ya que La Matrix no nos muestra ni el final ni el comienzo de la historia).
Hay un potencial aquí que verdaderamente sobresalta la mente. Después de todo, como un semidiós holográfico - sólo uno de un creciente número, o de una raza viniente - literalmente no hay ningún límite para aquello de lo que Neo sea capaz, con el tiempo.
El objetivo parecería ser no terminar simplemente la tiranía del viejo programa sino también introducir un nuevo programa en el antiguo, para hacer por lo tanto posible la transición; de otro modo, la mayoría de los humanos (como la película lo señala) simplemente no es lo bastante fuerte para dar el salto, desde el beato olvido a la realidad infernal, sin perder su mente en el proceso (la línea entre "liberación" y "pérdida" aquí es muy fina en verdad).
Puesto que Neo y su compañeros Illuminati están destinados no simplemente a navegar y derrocar a la Matriz sino realmente a remodelarla - para reorganizar sus componentes en algo más viable, algo más abierto, algo que conduzca a la libertad - su trabajo ya no es simplemente el del terrorismo.
Es algo
infinitamente más exigente, y si los hermanos Wachowski - inspirados
como están - son capaces de prever tal proceso de una iniciación
mundial, sólo el tiempo lo dirá. Parece dudoso, a menos que ellos
puedan ignorar con éxito la presión de los estudios y de los
espectadores y simplemente seguir su propia inspiración hasta el
final, y asumir tantos riesgos la próxima vez como lo hicieron esta
vez, apareciendo por lo tanto con algo igual de inesperado.
Una pregunta que nunca surge en la película está relacionada con esto, a saber:
Porque la tiranía del programa está relacionada directamente con esto:
De allí la necesidad de un nuevo programa, puesto que en el antiguo no hay ninguna posibilidad de crecimiento, de cambio.
Toda la novedad ha sido exprimida, quedando sólo una repetición interminable, una reconfiguración de los mismos elementos infinitas veces bajo plantillas agotadas ya muy conocidas.
Este
"final de la novedad", en relación a la explosión de la información
del presente siglo, ha sido postulado por el escritor-chamán Terence McKenna, quien imagina un punto en el tiempo en el cual todo el
conocimiento (racional) habrá sido acumulado, reunido, asimilado, y
el programa como tal completado. Esto es referido por él como
el "eschaton"
[έσχατον, "fin, final, extremo"], o de otra manera (para usted y
para mí), el final del mundo (o de la palabra). [7]
Posteriormente él comenta:
La Matrix, ¿hecha por encargo,
cree alguno?.
Ya que la realidad de la Matriz está siendo continuamente descargada en la conciencia colectiva de la Humanidad en tanto ésta está en su sopor - y ya que Neo y su equipo son capaces de funcionar tanto dentro como fuera de esta realidad (actuar a través de ella pero también sobre ella) - no es difícil imaginarlos desarrollando la capacidad de congelar temporalmente el flujo de información (como Morfeo lo hace en una de sus simuladas caracterizaciones) a voluntad, e incluso quizá revertirlo o adelantarlo, más o menos como uno hace una pausa o adelanta en una videograbadora.
Esto les daría el poder realmente divino de alterar y reordenar las cosas dentro de la conciencia humana colectiva, dentro de la Matriz, y así reorientarla constantemente y de manera creativa hacia un resultado deseado.
Y
puesto que este resultado no es simplemente el derrocamiento de la
tiranía de la IA sino también el despertar de la Humanidad, se
requeriría no tanto la crueldad del terrorista sino la sutileza del
artista, la magia del hechicero, el poder
del chamán.
Morfeo le enseña a Neo cómo funcionar - con un potencial sobrehumano - dentro de un simulado campo de entrenamiento, de modo que él pueda luego moverse adecuadamente en la Matriz con el conocimiento que ha obtenido, y funcionar allí; esto aunque él no pueda menos que seguir percibiéndolo como la realidad verdadera.
De modo que si el final y el objetivo último de todo esto es liberar su mente y así demostrar que la realidad es un asunto puramente subjetivo - una ciencia participativa, si usted prefiere (como la física cuántica nos asegura) - entonces seguramente esta misma conciencia - este mismo poder - ¿debe también aplicarse a la "realidad" misma, esto es, al mundo post-apocalíptico donde la IA reina?
Ciertamente es una conclusión lógica e irresistible que éste también es sólo otra simulación, aunque de un orden muy diferente.
Pongámoslo de otra manera: después de descubrir, más allá de toda posibilidad de duda, que lo que él una vez pensó que era la realidad concreta y empírica es realmente una proyección mutable y plástica de la realidad - sin leyes fijas más allá de las leyes (las limitaciones) de la mente - ¿cómo es posible para Neo - habiendo comprendido esta verdad que acaba con todas las verdades - tomar alguna vez algo como "sólido" otra vez?
Obviamente, no lo es. Uno no puede liberar la mente sólo en parte; uno debe liberarla completamente, o nada en absoluto.
De aquí que la Matriz misma no es más que un campo de entrenamiento - exactamente como las simulaciones de Morfeo para Neo, sólo que del siguiente nivel - para la iniciación en el universo mágico, como está programado por "Dios", si debemos darle un nombre.
Y aquí es donde los hermanos Wachowski podría
volverse realmente estrafalarios con La Matrix.
McKenna cree que el día en que se descubra que el viaje en el tiempo es físicamente posible - el día en el cual la Humanidad en su conjunto se dé cuenta de este hecho (y parece estar cercano) - efectivamente será el final del tiempo como lo conocemos.
Él postula una especie de portal que se abre en el espacio-tiempo a través del cual el futuro vendrá derramándose hacia el presente. Si el viaje en el tiempo se llega a hacer posible, sostiene McKenna, lógicamente entonces nuestras futuras individualidades llegarán por lo tanto a ser conocidas por nosotros.
Pero para no abolir completamente nuestra ilusión de la cronicidad (el gobierno de Cronos, o Saturno, o el Tiempo) - a fin de permitirnos todo el beneficio de la instrucción y preparación con la que esta corriente del tiempo nos está proveyendo - obviamente nuestras futuras identidades deben ser cautelosas.
Tal como los agentes de la IA de La Matrix, ellas pueden andar entre nosotros pero no pueden hacerse conocidas para nosotros, por la simple razón de que hacer aquello efectivamente colapsaría el programa y, como se dice comúnmente, haría estallar nuestras mentes.
De esto se desprende, sin embargo, que el momento en el que los viajes en el tiempo se hagan posibles para el individuo corriente, y en el cual el hombre de ayer consigue un atisbo del dios del mañana, estos seres divinos - que son tanto nuestros demonios como nuestros ángeles, nuestros creadores y nuestros descendientes - pueden finalmente caminar libremente entre nosotros.
Por lo tanto (según McKenna), el momento en el que el viaje en el tiempo sea descubierto, ocurrirá un influjo masivo y verdaderamente apocalíptico - una ola gigantesca, si usted prefiere - de energía alienígena, o datos no procesados de unidades absolutamente nuevas de información, o, para decirlo más derechamente, de seres sobrehumanos.
Los dioses llegaron hoy. Por
supuesto, uno también podría "reducir" este escenario escatológico a
términos menos apocalípticos diciendo que todo lo que esto realmente
implica es la apertura de las compuertas entre el lado izquierdo y
el lado derecho del cerebro, conocida por otro nombre como un apocalipsis...
¿Dónde está el Paraíso? [8]
La película sólo ofrece una variedad de purgatorios (donde el alma es purgada y preparada), y un solo Infierno. No hay ninguna mención de a dónde realmente podemos ir desde aquí. Nadie pregunta; nadie se atreve. La película parece presentar una situación a puertas cerradas (huis clos), una situación carente de salida, excepto por el hecho singular de que está ante todo preocupada por la naturaleza de la ilusión, por cómo usarla y cómo vencerla.
Como tal, La Matrix nunca realmente desciende a la "realidad" en absoluto. Ésta aún debe venir, y puede ser que la mente humana, tal como es (y la Matriz no es ni más ni menos que esto), no puede conocer la realidad directamente en absoluto sino que sólo percibe una serie interminable de interpretaciones, de simulaciones.
Estas ilusiones no son el territorio, pero con el tiempo podemos ver que ellas son más seguramente mapas, mediante los cuales podemos algún día llegar allí, a tierra firme por fin, donde podremos desechar todos los mapas e ilusiones de una vez para siempre. Y, en aquel día, podemos encontrar que la verdad era la que teníamos desde el principio, sólo que no podíamos comprenderla.
Tanto la Serpiente del Edén como Jesús Cristo silbaron la misma melodía, aunque por diferentes razones:
Aparentemente, el Paraíso no es para todos.
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