¿Que llevó a un psiquiatra como usted hacia el terreno de la
psicología transpersonal?
Mi orientación inicial fue hacia el psicoanálisis freudiano.
Tras leer un libro de Freud decidí estudiar
medicina, pero aunque la teoría psicoanalítica resultaba muy
atrayente a nivel práctico le veía muchas limitaciones. Entonces
hubo un acontecimiento que cambió por completo la dirección de
mi vida profesional y personal.
El departamento de psiquiatría donde trabajaba recibió una
muestra de los laboratorios Sandoz, de Suiza, que contenía LSD.
El objetivo era descubrir si esa sustancia tenía
alguna utilización terapéutica. Me convertí en uno de los
conejillos de indias, y en mi primera experiencia tuve una
intensa apertura espiritual. Quedé muy impresionado por lo que
había descubierto y por el aprendizaje potencial que contenían
ése tipo de experiencias, y decidí dedicar mi tiempo a estudiar
los estados alterados de conciencia.
Ahora se cumplen 50 años desde ese momento.
¿Qué nos pueden aportar los estados no ordinarios de
conciencia que no podemos hallar en nuestra vida más cotidiana?
La práctica con estos estados se remonta al alba de la
humanidad.
Todas las culturas, excepto la civilización
industrial occidental, han tenido en gran estima este tipo de
experiencias. Desde siempre se han
utilizado técnicas o sustancias
como instrumentos para conectar con realidades sagradas, con la
naturaleza y las personas, considerándolos también una vía de
sanación.
Sin embargo, el beneficio más obvio es que estas experiencias
permiten tener acceso a un conocimiento sobre uno mismo, los
demás o el mundo, y esta comprensión más profunda puede
servirnos en nuestra vida cotidiana.
¿Y cuál ha sido su mayor descubrimiento?
Ver que lo que llamamos conciencia ordinaria es tan sólo
una parte muy reducida de todo lo posible.
El modelo tradicional de la psique sólo da
importancia a lo que ocurre tras el nacimiento. Sin embargo, en
los estados no ordinarios de conciencia este nivel de
experiencia en la que pueden aparecer recuerdos biográficos es
el más superficial.
Cuando empecé a trabajar con psicodélicos comprobé que también
afloraban recuerdos del propio nacimiento, e incluso vivencias
intrauterinas.
A un nivel todavía más profundo aparecían
experiencias que denominamos transpersonales, porque iban más
allá de los sentidos y los límites habituales de la persona,
como identificarse con animales u otras formas de vida, o tener
experiencias de conciencia amplificada.
Por eso se creó la Psicología Transpersonal, para ampliar el
concepto de la psique humana e incluir las experiencias
espirituales, como algo natural e inherente al ser humano.
Usted afirma que el nacimiento determina nuestra vida
futura, y que revivirlo puede resolver conflictos de la vida
actual ¿cómo llegó a esa conclusión?
Mi formación psiquiátrica me enseñó que el recién nacido no
tiene aún conciencia ni puede recordar.
Así que al experimentar con otras personas
esperaba encontrar recuerdos biográficos, pero surgieron de
manera clara memorias del nacimiento. Fue imposible no verlo.
Ni siquiera yo estaba preparado para ello y las
reacciones de las personas me asustaban al principio porque las
desconocía.
Resultó obvio que el nacimiento se graba en el
cerebro y que las sensaciones y emociones de ese momento juegan
un papel importante en el desarrollo posterior de un modo de
vida particular o de síntomas.
Al revivir esa experiencia la persona puede descubrir que parte
de su vida ha sido mal conducida por estar condicionada por
miedos que empezaron a engendrarse durante su nacimiento, pero
que carecen de sentido en la actualidad, lo cual le permite
librarse de ellos y sentirse más libre, más auténtica.
¿Se pueden dar estados alterados de conciencia de
manera espontánea?
Durante años he trabajado con personas que han tenido
experiencias de este tipo de manera espontánea.
Las llamamos Emergencias Espirituales.
Digamos que en la conciencia ordinaria hay unas barreras que
contienen esta experiencia ampliada. Acontecimientos poco
habituales o difíciles pueden bajar estas defensas, y permitir
que aparezcan contenidos inconscientes.
Pérdidas importantes, sucesos traumáticos,
momentos de cambio… pueden modificar nuestra percepción de la
realidad cotidiana.
La cuestión está en ayudar a las personas a trabajar con estos
contenidos que emergen. Si se pueden entender desde un marco de
referencia, sin negarlos, se observa que tienen una utilidad.
Junto a mi esposa, escribí uno de los libros que
creo que ha sido de mayor ayuda para las personas, "La
Tormentosa Búsqueda del Ser", donde explicamos
nuestro trabajo con este tipo de crisis.
Pero si estas barreras existen es porque son necesarias: ¿Qué
riesgo hay de traspasarlas, ya sea con experiencias espontáneas
o provocadas?
Estas barreras nos protegen de vivencias difíciles y quizás
olvidadas, pero aún allí, desde el inconsciente, tienen una
influencia en nuestra vida, haciendo que sea más problemática,
menos auténtica, influenciando nuestra actitud…
El principal trabajo psicoterapéutico es
integrar el material olvidado. Pero en los estados no
ordinarios de conciencia este material no llega paso a paso,
sino de repente.
El contexto, por lo tanto, es de mayor riesgo pero también de
mayor oportunidad. Emerge mucha información que de otra manera
sería difícil de obtener, pero es necesaria una integración para
poder manejarla.
Precisamente el término Emergencias Espirituales
lo ideamos como un juego de palabras: por una parte porque
emerge material a la superficie, a la conciencia, y también
porque se trata de una emergencia, es decir, de una situación
crítica.
Normalmente las experiencias inusuales son consideradas por la
psiquiatría tradicional como algo patológico, erróneo, algo que
es preciso contener y reprimir, por ejemplo con medicación.
Sin embargo, si se permite este proceso, dándole
confianza, puede culminar y llegar a una integración que aporte
mayor conocimiento a la persona.
Entonces la crisis resulta sanadora.
¿Qué significado tienen para usted los síntomas?
Los síntomas representan un esfuerzo incompleto del organismo
para librarse de un problema antiguo, y tal esfuerzo debería ser
fomentado y apoyado.
Empezó a utilizar la técnica de la Respiración Holotrópica como
alternativa a la terapia con psicodélicos, legal en los años 60.
Pero ahora, ¿le pude ver ventajas respecto a la
que empleaba antes? Lo ideal sería utilizar ambas técnicas.
Hay personas que nunca tomarían un psicodélico
pero que en cambio sí les atrae la idea de la respiración. Lo
mejor sería empezar experimentando con la respiración para
introducirse en los estados no ordinarios de conciencia, enseñar
a las personas cómo trabajar con ellos y después utilizar los
psicodélicos como una activación más potente del inconsciente.
El trabajo con la respiración es más suave, la persona tiene más
sensación de control. En todo momento tiene la llave de seguir o
no y debe trabajar para seguir avanzando.
Otra ventaja es que la persona sabe que los
efectos son producidos por ella misma, mientras que con
sustancias puede dudar si aquello que ha vivido es tan sólo un
efecto de una droga y no tiene tanto que ver con ella.
El miedo, ¿es una de nuestras mayores trabas?
Pienso que nuestro mayor miedo es a ser la totalidad.
Cuando se alcanza un nivel profundo de conciencia
el yo o ego, es decir, el concepto que tenemos de nosotros
mismos, lo que pensamos y sentimos que somos, se modifica. De
alguna manera significa morir en nuestra concepción habitual,
perder nuestra identidad, y eso es lo que nos produce más miedo.
Sabemos lo que perdemos, pero no a dónde vamos.
Nuestra idea de la muerte a menudo es errónea. La entendemos
como un final, en lugar de un tránsito o una apertura a cosas
nuevas. Por eso, todo lo que implica morir en algún sentido, o
cambiar, despierta temor.
En realidad, la muerte y el nacimiento no son tan distintos. Al
nacer también atravesamos un proceso que puede parecer
amenazante. En las contracciones el feto pierde su estado de
equilibrio anterior y vive intensas sensaciones de opresión.
El esfuerzo y la tensión se intensifican hasta
llegar a un nivel extremo, en que finalmente el niño sale del
cuerpo de la madre y nace, lo cual también significa morir en su
estado anterior, para nacer en un mundo mucho más amplio.
En los estados alterados de conciencia a menudo se viven luchas
parecidas. Cuando finalmente la persona se rinde y se entrega a
la experiencia puede abrirse a una conciencia más amplia,
dándose cuenta de que es algo más que ese "yo" con el que
normalmente se identifica.
Aunque nos atemoriza, también deseamos experimentar la
totalidad. Así como existe un impulso sexual, también existe un
anhelo espiritual. Cuando alguien tiene una vivencia de este
tipo se percata de que es algo muy nuevo y desconocido, pero a
la vez tiene la sensación de haber vuelto a casa.
Es una sensación muy curiosa.
Y, ¿qué es para usted Dios?
Para mí Dios no es un concepto, no es algo en lo que yo necesite
creer, sino que es algo real que he experimentado.
En dos ocasiones he tenido experiencias de
encuentro con lo divino, en las que percibía algo mucho más
grande que yo, que poseía una intencionalidad y un enorme poder
creativo.
Un
problema de las religiones es
que cada una se identifica con una figura divina diferente:
Dios, Alá, Buda, Jesucristo… En realidad hay muchos dioses, pero
se trata de arquetipos que definen los diferentes aspectos de la
divinidad.
Si no entendemos que detrás de estas figuras hay
una trascendencia, algo más amplio, devienen las peleas, porque
cada uno piensa que su Dios es el verdadero y que los
demás son falsos.
¿Experimentar con estados no ordinarios de conciencia
puede entenderse como una preparación para la muerte? ¿Son
similares ambos viajes?
Sí. Mi último libro, editado por La Liebre de Marzo "El
viaje definitivo", trata precisamente de esto.
Se basa en una investigación que realicé durante
los años 70 con enfermos terminales y LSD. Las sesiones estaban
incluidas dentro de un programa de integración psicológica y
espiritual de preparación para la muerte.
Se dieron varios casos de personas que algún tiempo después de
la sesión con LSD tuvieron una experiencia cercana a la muerte
debido a su enfermedad.
Al regresar, explicaban que les había sido de
mucha ayuda la vivencia con LSD, porque el territorio que se
habían encontrado era parecido.
¿Cuál es su principal objetivo en esta vida?
Integrar en el mundo cotidiano los contenidos que emergen de los
estados ampliados de conciencia.
Sé que cuando se produce esta integración la
persona puede vivir más plenamente y tener una referencia desde
la cual comprender mejor su vida o el mundo.
Al mismo tiempo, quiero contribuir en la adquisición de los
valores transpersonales. Se basan en una actitud de respeto
hacia los demás o la naturaleza, entendiendo que no puedes hacer
daño a algo sin hacerte también daño a ti mismo. Estos valores
de tolerancia, ecología… se obtienen de manera natural cuando
uno tiene una experiencia transpersonal.
Entonces no hacen falta normas, pues esta actitud
surge desde una convicción profunda.
¿Cómo definiría la conciencia?
La conciencia es la realidad última.
Hasta el momento la ciencia tradicional ha
considerado la conciencia como un epifenómeno de la materia.
Pero cada vez existen más pruebas, por ejemplo en la física
cuántica, de que puede ser justamente al revés:
el mundo material podría ser creado o
conducido desde un nivel superior, que es la conciencia.
Desde la investigación con estados no ordinarios
de conciencia, se ha observado que podemos experimentar
múltiples vivencias que van más allá de nuestra persona.
Entonces uno puede preguntarse:
¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi verdadera
naturaleza?
En cierta manera la respuesta está en lo que une
a todas esas experiencias.
En cualquier caso eres, existes, porque tienes
conciencia.