por Tony Fernandez
23 Julio 2014
del Sitio Web
TonyFdez
"El engaño siempre ha sido un
arte.
Desde hace algún tiempo
se ha convertido también en una
ciencia (...)
Se trata de una disciplina de
vanguardia
que no constituye una materia
de enseñanza
pero que ya forma parte de la
cultura
de los científicos
profesionales (...)
La engañología es la ciencia que
enseña a los científicos cómo engañar a otros científicos.
Estos, a su vez, convencen a los
periodistas, quienes finalmente se encargan de seducir a las
masas. (...). El objetivo real lo constituyen los científicos
que forman parte de los organismos estatales que financian la
investigación y que son los que tienen el poder de decidir qué
estudios y qué investigadores deben obtener la ayuda económica y
a cuánto debe ascender.
La engañología, pues, enseña a quien no lo es a disfrazarse de
científico exitoso y señala el camino que le permitirá surgir de
entre la masa de más de tres millones de investigadores que hoy
colman los laboratorios.
Esta ciencia incluye dos secciones:
una burocrática y otra más técnica. La burocrática es la parte
más fácil, aunque no por ello menos importante (...). Incluye
una sección que explica a los falsificadores más ambiciosos de
qué manera pueden implicar a los organismos administrativos y
políticos hasta lograr transformar en asuntos de Estado las
disputas entre científicos.
Sin embargo, el verdadero núcleo de la engañología es la parte
técnica (...).
En la base de una sólida aunque
falsa reputación científica se encuentran siempre y ante todo
los trucos bibliográficos, que van desde la publicación del
mismo artículo (si bien con otro título) en la mayor cantidad
posible de revistas, pasando por la divulgación de datos
inventados (técnica que permite publicar muchísimo en poco
tiempo y con poco esfuerzo), hasta el plagio descarado; existen
también el robo de ideas, de material de experimentación, de los
apuntes de colegas, y la sustracción de tablas, cuadros y
fotografías.
Es esencial la violación de los
protocolos de laboratorios y de los registros, que no son de
gran ayuda si no están acompañados por ese toque de
prestidigitador que permite orientar el experimento hacia donde
se desea, o de la posibilidad de recurrir, e caso de necesidad,
al fraude en sí mismo como el falseamiento de una prueba, o la
manipulación (mejor por la noche) de animales y material de
experimentación.
Existe también una técnica para
descubrir cosas y efectos que no existen y otra que enseña la
forma de reivindicar la primacía de un descubrimiento que otros
llevaron a cabo.
Finalmente, es fundamental el
conocimiento profundo de los trucos estadísticos, que otorgan la
posibilidad de hacer que los cálculos siempre se correspondan, y
de sostener con rigor matemático toda idea surgida de la
fantasía que el falsificador debe poseer como requisito
esencial.
La difusión de estas "capacidades" es lo que produjo el
increíble aumento que se dio recientemente de las teorías y
descubrimientos científicos falsos, y que convirtió en un hecho
dramático para la ciencia la distinción entre lo verdadero y lo
falso (...).
(...) las estafas actuales constituyen un fenómeno reciente,
asociado al sistema de financiación de la investigación adoptado
en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y que
luego se difundió en todos los países occidentales.
La engañología nace virtualmente
cuando la ciencia de vocación se transforma en profesión y,
concretamente, con la Big Science, la ciencia de los grandes
proyectos, que nació amparada por el dinero después de 1945.
En esa época de ideó el sistema de
financiación de la investigación científica que ha creado el
clima de competitividad responsable no sólo de las
falsificaciones sino también de la amplia red de complicidades
entre los científicos, universidades y organismo de financiación
que se esconde detrás de todo fraude (...).
Hoy en día, cuando la población
científica ha aumentado, las financiaciones han disminuido y la
creatividad media del científico ha decaído, el mismo sistema
empuja al investigador a delinquir simplemente para sobrevivir.
Hoy, a fin de cuentas, se engaña por
dinero; antes se hacía por una idea (...)".
extraído del prólogo del
libro
LAS MENTIRAS DE LA CIENCIA -
¿Por qué y cómo engañan los científicos?
de Federico di Trocchio
469 páginas
Alianza Editorial, Madrid, 1995
Los católicos
quemaron a
Giordano Bruno.
Los protestantes hicieron lo propio con
Miguel Servet.
Eran los últimos coletazos de poder de
un aparato represivo en decadencia.
Otra fuente de verdades y certezas
comenzaba a tomar el relevo. Y el profeta del positivismo, Agust
Comte, reclamaba el método científico como la única fuente de
dogmas para esa nueva "religión científica de la humanidad" que
rescataría a Occidente del "caos y la anarquía".
Ciento cincuenta años después, la Ciencia se ha investido de los
mismos poderes que acabaron con Bruno y Servet. Tal y como quiso
Comte, es la única fuente de dogmas indiscutidos.
Y el mecanismo fundamental por el que se
da a conocer la palabra revelada de la nueva religión son las
publicaciones científicas.
Estudios publicados por las propias revistas científicas,
declaraciones de sus editores y un análisis de sus relaciones con
la Industria Farmacéutica permiten
concluir que la manipulación y falsificación de datos, la censura
a través del peer review y las perversiones metodológicas y morales,
no son hechos puntuales protagonizados por tal o cual persona
deshonesta, sino un problema estructural derivado de
la función de la Ciencia como sostenedora del Poder.
La evidencia es aplastante:
Estudio publicado en el Journal
of the American Medical Association (JAMA) por el Dr. Jim
Nuovo:
revisados 359 estudios sobre
nuevos medicamentos publicados entre 1989 y 1998 en revistas
consideradas como prestigiosas - la misma JAMA, The New
England Journal of Medicine, The Lancet, The British Medical
Journal and Annals of Internal Medicine - tan sólo 26 de
ellos habían publicado estadísticas que realmente recogieran
los efectos de los tratamientos en los pacientes.
Es decir, 333 estudios mentían o
falseaban datos.
Estudio publicado en JAMA por
Lisa M. Schwartz y Steven Woloshin:
analizados los comunicados de
prensa de seis números consecutivos de las revistas The
Lancet, British Medical Journal y JAMA - en total 127
comunicados - los autores concluyen que las revistas
escriben "frecuentemente" exageraciones y ocultan datos.
Significativamente, sólo un 22%
menciona la financiación por parte de la industria
farmacéutica.
Estudio de Wolins (ver
Creation Research Society Quarterly, Vol. 21(2) 89-91.
septiembre de 1984):
se pidieron a 37 autores de
artículos de psicología los datos que habían utilizado como
base de sus estudios.
De los 32 que contestaron, 21 lo
hicieron para informar que "desafortunadamente sus datos
habían quedado traspapelados, se habían perdido o habían
sido involuntariamente destruidos".
De los 9 conjuntos de datos que
fueron enviados, 3 contenían graves errores en sus
estadísticas.
Broad y Wade (en "Betrayers
of the Truth". New York, NY: Simon and Schuster, 1982):
analizan varios estudios que
demuestran la falta absoluta de criterio a la hora de
recomendar artículos para su publicación.
En uno de ellos se utilizaron
artículos "de alta calidad" ya publicados, y se volvieron a
enviar a las revistas que los habían publicado cambiando los
nombres de los autores:
Declaraciones del editor de una de
las más importantes revistas científicas del mundo:
El editor de The British Medical
Journal (BMJ), acaba de realizar una de las declaraciones
más duras que puede recibir la comunidad científica:
"El fraude de las
investigaciones clínicas es como el abuso infantil. Una
vez que se reconoce que existe se empieza a observar lo
frecuente que es".
Richard Smith pronunciaba
estas palabras durante la celebración reciente del Primer
Congreso Internacional de Medicina de Hong Kong.
El editor del BMJ insistió en
que tanto los métodos de detección, de investigación, como
las conclusiones de los ensayos clínicos, son deshonestos y
"absolutamente inadecuados", declaró Richard Smith.
Los casos de fraude incluyen la
fabricación de datos o la invención completa de los mismos.
Este experto insistió en la necesidad de
que las instituciones creen mecanismos para evitar esta conducta
poco ética. (El Fraude de los estudios científicos. Mundo, 13-12-98
- Patricia Matey).
"Muchos ensayos son demasiado cortos
para ser relevantes, y muchos estudios publicados recogen los
resultados positivos - hay una gran cantidad de evidencia
negativa que nunca ve la luz del día".
Hablando en la conferencia anual del
Real Colegio de Psiquiatras, el profesor [Richard Smith] dijo
que muchos artículos científicos se contradicen entre sí y es casi
imposible averiguar cuáles son los correctos.
Muy pocos doctores visitan bibliotecas
médicas, añadió, y los libros y revistas médicos son "herramientas
de información muy primitivas" y de uso reducido durante las
consultas.
Fue también muy crítico con el sistema
de "peer review" el cual es utilizado para vetar. (Medical
Studies mostly rubbish - Medical Observer 24/7/98 - Andy
Whyman).
Así es como funcionan las "prestigiosas" revistas científicas.
Teniendo en cuenta que
la Industria Farmacéutica controla
la inmensa mayoría de publicaciones especializadas y revistas de
divulgación científica, financia proyectos de investigación, concede
becas, subvenciones y empleos... y finalmente influye poderosamente
en los medios de masas, ¿qué otra cosa se podía esperar?
La recomendación de Einstein,
"lo importante es no dejar nunca
de cuestionar",
... o las lecciones de rigor y
honestidad de Niels Bohr o Erwin Schrödinger parecen
enterradas definitivamente por una ciencia cuyo motor fundamental no
es, como escribe Galimberti,
"la voluntad de saber, sino la
voluntad de dominar",
...y ello mediante procedimientos
refinados de censura de los cuales es especialmente significativo el
sistema de revisión por pares o peer review que garantiza
desde el anonimato la perpetuación de una élite al servicio del
poder, el control del reparto de fondos y la administración de
credibilidad ante una cada vez más indefensa sociedad.
De hecho, las publicaciones científicas no son más que un caso
particular de "Medios
de Comunicación de Masas" con sus mismos mecanismos y
objetivos:
El ciudadano medio cree,
-
que lo que lee en los
periódicos, oye en la radio y ve en la televisión es
algo real
-
que realmente provocar una
matanza en Irak es legitimo y se hace para proteger la
democracia, la libertad y la paz
-
que realmente en Palestina
existen soldados luchando contra terroristas
-
que realmente se prohíben
partidos políticos para defender la democracia,
...y así sucesivamente.
De la misma forma y por los mismos motivos, el lector medio de
las publicaciones científicas cree,
-
que lo que publican es
real
-
que el desciframiento del
genoma humano permitirá erradicar las enfermedades y
fabricar seres a la carta
-
que
las vacunas han servido
para acabar con las enfermedades contagiosas
-
que hay
un "VIH" que se dedica a matar
las defensas de millones de personas (aunque no se sepa
cómo)
-
que la única solución es
atiborrarlas de productos químicos cada vez más
agresivos, que son proporcionados por las benefactoras
de la humanidad -
las multinacionales farmacéuticas
- que pagan a quiénes los desarrollan, fabrican, recetan
y publicitan
Pero tranquilos. De momento no hay
peligro...
La capacidad de poner en duda es
inversamente proporcional a la complejidad de la cosa. No se trata
de un problema de conocimiento, sino de confianza en el especialista
- ese ser que cada vez sabe más de menos, y que por pura lógica
terminará sabiéndolo todo de nada.
Las publicaciones científicas cumplen regularmente su misión de
adoctrinamiento de la misma forma que los medios de masas, sólo que
en un nivel superior de complejidad y por ello mismo, con un nivel
superior de impunidad.
Y los médicos de a pie (y el resto de
los profesionales de a pie, cuyo trabajo esté ligado de una u otra
forma a los saberes científicos), se aferran a su fe - a esas
"ficciones necesarias" de las que hablaba Nietzsche - con las
mismas patéticas fuerzas que lo hace el ciudadano de a pie a las
encíclicas televisivas.
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