por Bruce H Lipton, PhD
Traducido por
Jorge y Silvia Patrono
del Sitio Web
BruceLipton
Originalmente publicado en,
Peak Vitality: Raising the Threshold of
Abundance in Our Material. Spiritual and Emotional Lives (2008)
Editor: J. M. House, Elite Books, Santa Rosa, CA |
Debajo de tu piel existe una bulliciosa metrópolis de 50 billones de
células, cada una biológicamente y funcionalmente equivalente a un
humano en miniatura. La opinión popular actual sostiene que el
destino y la conducta de nuestros ciudadanos celulares internos son
pre-programados en sus genes.
La idea de que nuestro destino está
indeleblemente inscripto en nuestros genes es un derivado del
anticuado concepto científico conocido como “determinismo genético”.
Desde que Watson y Crick descubrieron el código genético, el público
ha sido programado con la creencia convencional de que el DNA
“controla” los atributos pasados a través de la herencia familiar,
incluyendo enfermedades disfuncionales como el cáncer, Alzheimer,
diabetes y depresión entre muchas otras. Como “víctimas” de la
herencia, nos percibimos naturalmente sin poder en relación a lo que
nos pasa en nuestras vidas.
Desafortunadamente, la asunción de no
tener poder es el camino a la irresponsabilidad personal:
“Como no
puedo hacer nada sobre esto… ¿por qué me debería importar?”.
Destrozando Ilusiones
Tan pronto como el
Proyecto del Genoma Humano arrancó al final de
1980, los científicos comenzaron a adquirir una nueva forma de ver
cómo funciona la vida. Su revolucionaria investigación se convirtió
en la fundación de una nueva rama científica conocida como control epigenético, la cual ha sacudido los cimientos de la biología y la
medicina. Revela que nosotros no somos “víctimas”, sino “amos” de
nuestros genes.
La versión convencional de herencia que todavía se enseña en las
escuelas, enfatiza el control genético, o “control por genes”.
Sin
embargo, los nuevos mecanismos revelados del control genético
proveen una visión profundamente diferente de cómo se maneja la vida.
El prefijo derivado del Griego epi significa “por encima”.
Consecuentemente, la traducción literal de control epigenético, es
“control por encima de los genes”.
Los genes no controlan la vida,
la vida está controlada por algo por encima de los genes. Este
conocimiento de cómo la vida funciona nos provee el elemento más
importante en nuestra búsqueda por el poder propio.
La nueva ciencia de
epigenética reconoce que las señales del medio
ambiente son los reguladores primarios de la actividad de los genes.
Como está descrito en mi libro,
The Biology of Belief - Unleashing
the Power of Consciousness, Matter and Miracles ("La Biología de la
Creencia - Liberando el Poder de la Consciencia, Materia y
Milagros"), las células leen las condiciones de su medio ambiente y
responden a las mismas usando los interruptores de las percepciones
de la membrana de la proteína.
Los interruptores activados envían
señales para controlar la conducta y regular la actividad de los
genes - las huellas hereditarias usadas para crear el cuerpo.
Asombrosamente, la información epigenética puede modificar o editar
la lectura de la huella de un gen para crear 30,000 diferentes
variaciones de proteínas - los bloques
moleculares que construyen la célula - desde el mismo gen.
Este
proceso de edición puede proveernos productos de proteínas normales
o disfuncionales desde el mismo gen. Uno puede haber nacido con
genes sanos, y a través de
procesos epigenéticos, expresar
comportamientos mutantes, tales como
el cáncer. Asimismo, uno puede
haber nacido con genes mutantes defectuosos y por medio de
mecanismos epigenéticos crear proteínas y funciones normales
saludables.
Se ha comprobado la falsedad de la creencia convencional de que el
genoma representa al equivalente de una computadora con programas
que se pueden “leer solamente”.
Los mecanismos de la epigenética modifican la lectura del código genético lo que significa que los
genes en realidad representan programas que se pueden “leer-escribir”,
en donde las experiencias de la vida redefinen activamente la
expresión genética de un individuo.
¡La “nueva” biología está basada
en el hecho de que la percepción controla el comportamiento y la
actividad del gen!
Esta versión revisada de la ciencia, enfatiza la
realidad de que nosotros controlamos activamente nuestra expresión
genética momento a momento a través de nuestras vidas. En lugar de
vernos como víctimas de nuestros genes, debemos asumir la
responsabilidad de que nuestras percepciones están moldeando
dinámicamente nuestra biología y comportamiento.
Cuando los organismos experimentan el medio ambiente, sus mecanismos
de percepción afinan la expresión genética para aumentar las
oportunidades de supervivencia. La expresión de una biología sana o
enferma está directamente influenciada por la exactitud de la
interpretación o percepción que tiene un individuo en relación a su
medio ambiente.
Las percepciones incorrectas re-escriben la
información genética tan efectivamente como las percepciones
acertadas, pero con consecuencias mucho más graves y hasta quizás
peligrosas para la vida.
Del Microcosmos de la Célula al Macrocosmos de la Mente
Durante los primeros tres mil quinientos millones de años de vida en
este planeta, la biosfera consistía en una población masiva de
organismos unicelulares individuales, tales como bacterias,
fermentos, algas y protozoos.
Hace alrededor de 700 millones de años,
las células individuales comenzaron a juntarse en colonias
multicelulares. La conciencia colectiva adquirida en una comunidad
de células era mucho mayor que la conciencia de una célula
individual. Como la conciencia es un factor primario en la
supervivencia de los organismos, la experiencia comunitaria ofrecía
a sus ciudadanos muchas más oportunidades de estar vivas y
reproducirse.
Las primeras comunidades de células, al igual que las primeras
comunidades humanas, eran clanes básicos de cazadores en los cuales
cada miembro de la sociedad ofrecía los mismos servicios para apoyar
la supervivencia de la comunidad. Sin embargo, cuando las densidades
de ambas comunidades, celular y humana, alcanzaban números más
grandes, ya no era más eficiente o efectivo que todos los individuos
hicieran el mismo trabajo. En ambos tipos de comunidades, la
evolución llevó a los individuos a asumir funciones especializadas.
Por ejemplo, en comunidades humanas, algunos miembros se enfocaban
en cazar, otros en las tareas domésticas o en la crianza de un niño.
En comunidades celulares, la especialización significaba que algunas
células empezaban a diferenciarse de las otras como en el caso de
las células del sistema digestivo, las células del corazón, y otras
como las células de los músculos.
La mayoría de los billones de células que forman cuerpos tales como
los nuestros, no tienen percepción directa del medio ambiente
externo. Las células del hígado “ven” lo que sucede en el hígado,
pero no saben directamente que es lo que sucede en el mundo fuera de
la piel.
La función del cerebro y el sistema
nervioso es interpretar los estímulos del medio ambiente y enviar
señales a las células que integran y regulan las funciones vitales
de los sistemas de los órganos del cuerpo.
La naturaleza exitosa de las comunidades multicelulares permitió (no
permitieron) a los cerebros en evolución dedicarles un vasto número
de células para catalogar, memorizar e integrar percepciones
complejas. La habilidad de recordar y seleccionar entre los millones
de experiencias percibidas de la vida provee al cerebro con una base
de datos creativa muy poderosa desde la cual puede crear complejos
repertorios de comportamiento.
Cuando se ponen en juego, estos
programas de comportamiento dotan al organismo con el rasgo
característico de la conciencia: el estado de estar despierto y
consciente de lo que está sucediendo alrededor suyo.
Muchos científicos prefieren pensar sobre la conciencia en términos
de una cualidad digital: un organismo lo tiene o no.
Sin embargo,
una evaluación de la evolución de las propiedades biológicas sugiere
que la conciencia, como cualquier otra cualidad, evoluciona con el
tiempo. Consecuentemente, el carácter de la conciencia se expresaría
a sí mismo en forma de diferentes grados de conciencia que van desde
sus raíces más simples en organismos primitivos, al carácter único
de la conciencia de sí mismo manifestado en los humanos y otros
vertebrados más elevados.
La expresión de la conciencia de sí mismo está específicamente
asociada a una pequeña adaptación evolutiva en el cerebro conocida
como la corteza pre-frontal. Esta es la plataforma neurológica que
nos permite darnos cuenta de nuestra identidad personal y
experimentar la cualidad de “pensar”. Los monos y organismos menores
no expresan conciencia de sí mismos.
Cuando se miran a un espejo,
los monos nunca se darán cuenta de que se están mirando a sí mismos;
siempre percibirán que la imagen es de otro mono. Por el contrario,
chimpancés neurológicamente más avanzados, cuando se miran a un
espejo perciben la reflexión del espejo como la imagen de ellos
mismos.
Una diferencia importante entre la conciencia del cerebro y la
conciencia de sí mismo, de la corteza pre-frontal, es que la
conciencia permite que un organismo mida y responda a condiciones
inmediatas de su medio ambiente que son importantes en ese momento.
Por otro lado, la conciencia de sí mismo permite que el individuo
mida las consecuencias de sus acciones con respecto no sólo a como
impactan en el momento presente sino también como influirán el
futuro.
La conciencia de sí mismo es un complemento evolucionario de la
conciencia ya que provee otra plataforma para crear comportamiento:
el rol de “sí mismo” en el proceso de tomar decisiones.
Mientras que
la conciencia les permite a los organismos participar en la dinámica
del “juego” de la vida, la calidad de la conciencia de sí mismo
ofrece una oportunidad para ser simultáneamente un observador desde
la “audiencia.”
Desde esta perspectiva, la conciencia de sí mismo
provee al individuo la opción de la auto-reflexión, revisar y editar
la actuación de su personaje. Nos podemos referir a las funciones
conscientes y conscientes de sí mismo del cerebro en forma colectiva
como la mente.
En lenguaje convencional, nos referimos al mecanismo consciente del
cerebro asociado a comportamientos de estimulo-respuesta
automatizado como la mente subconsciente o inconsciente, en razón de
que sus funciones no requieren ni observación ni atención de la
mente consciente de sí misma. Las funciones de la mente
subconsciente se desarrollaron mucho antes que la corteza pre-frontal; consecuentemente, puede operar exitosamente un cuerpo y su
comportamiento sin ninguna contribución de la mente consciente de sí
misma más desarrollada.
La mente subconsciente es un procesador de información
asombrosamente poderoso que puede grabar y reproducir experiencias
perceptuales (programas). Curiosamente, mucha gente sólo toma
consciencia de los comportamientos programados automatizados de la
mente subconsciente cuando se dan cuenta de que están involucrados
en un comportamiento no deseado como consecuencia de una situación
que no es de su agrado.
El poder de la mente subconsciente se basa en su habilidad de
procesar cantidades masivas de información, adquirida de las
experiencias de aprendizaje directas e indirectas, a una velocidad
extraordinaria. Se ha estimado que la masa del cerebro que provee la
función subconsciente tiene la habilidad de interpretar y responder
a más de 40 millones de impulsos nerviosos por segundo.
Por el
contrario, se estima que la diminuta
corteza pre-frontal de la mente
consciente de sí misma sólo puede procesar alrededor de 40 impulsos
nerviosos por segundo.
Como procesador de información, la mente
subconsciente es un millón de veces más poderosa que la mente
consciente de sí misma.
Como compensación por la gran capacidad de procesamiento, la mente
subconsciente expresa sólo una habilidad creativa marginal -una que
puede ser comparada a la de un niño precoz de 5 años. En contraste
con el libre albedrío ofrecido por la mente consciente, la mente
subconsciente expresa primeramente “hábitos” de estímulo-respuesta
pregrabados como caminar, vestirse o manejar un automóvil.
Aunque la habilidad de la corteza pre-frontal para cumplir tareas
múltiples está físicamente limitada, la mente consciente de sí misma
puede enfocarse en cualquier función en el cuerpo humano y
controlarla. Hubo un tiempo en que se pensó que algunas de las
funciones del cuerpo - como la regulación de los latidos del corazón,
la presión sanguínea y la temperatura del cuerpo - estaban más allá
del control de la mente consciente de sí misma.
Actualmente está
reconocido que los yogis y otros practicantes que entrenan la mente
consciente, pueden controlar completamente las funciones que
anteriormente eran definidas como comportamiento involuntario.
Los componentes de la mente subconsciente y consciente de sí misma
funcionan en conjunto, siendo el subconsciente el que controla cada
comportamiento que no es atendido por la mente consciente de sí
misma. Rara vez las mentes conscientes de sí mismas de la mayoría de
la gente están enfocadas en el momento presente ya que el
procesamiento mental salta continuamente de un pensamiento a otro.
La mente consciente de sí misma está tan preocupada con pensamientos
sobre el futuro, el pasado, o resolviendo algún problema imaginario,
que la mayor parte de nuestras vidas estamos controlados por
programas de la mente subconsciente.
Discernimientos Simples, Consecuencias Profundas
Los neuro científicos cognoscitivos concluyeron que la mente
consciente de sí misma proporciona solamente alrededor de un 5 por
ciento de la actividad cognitiva. Consecuentemente, el 95 por ciento
de nuestras decisiones, acciones, emociones y conductas son
derivadas del procesamiento desapercibido de la mente subconsciente.
Esta información revela que nuestras vidas no están controladas por
nuestras intensiones y deseos personales como solíamos creer. ¡Haz
la cuenta! Nuestro destino está bajo el control de las experiencias pre-programadas manejadas por la mente subconsciente.
Los programas más poderosos y de mayor influencia en la mente
subconsciente se originaron durante el periodo formativo entre la
gestación y los 6 años de edad. Y aquí está el problema - estos
programas
subconscientes que dan forma a nuestras vidas han sido grabados
directamente a partir de la observación de nuestros primeros
maestros: nuestros padres, parientes, miembros de la comunidad.
Desafortunadamente, como psiquíatras, psicólogos y consejeros, somos
profundamente conscientes de que muchas de las percepciones
adquiridas sobre nosotros mismos en el período de formación son
expresadas como creencias limitadoras y auto saboteadoras.
Sin que los padres lo sepan, sus palabras y acciones han sido
grabadas continuamente en las mentes de sus hijos. Como el rol de la
mente es encontrar una coherencia entre sus programas y la vida
real, el cerebro genera respuestas de comportamiento apropiadas a
los estímulos de la vida para asegurar la “verdad” de las
percepciones programadas.
Vamos a aplicar este concepto en un comportamiento de la vida real:
imagínate que eres un niño de 5 años haciendo un berrinche generado
por el deseo de tener un juguete en particular.
Tratando de parar la
situación, tu padre te grita,
“No te mereces nada.”
Ahora eres un
adulto y en tu mente consciente de sí misma estas considerando la
idea de que tienes las cualidades y el poder para asumir una
posición de liderazgo en tu trabajo.
Mientras estás teniendo esta
idea positiva en la mente consciente de sí misma, todos tus
comportamientos están manejados automáticamente por los programas
que están en la poderosa mente subconsciente. Como tus programas
fundamentales de conducta son aquellos derivados de tus años de
formación, la advertencia de tu padre que dice que “tú no mereces
nada” se puede convertir en la directiva automática de tu mente
subconsciente.
Así que mientras tienes pensamientos maravillosos de
un futuro positivo y no estás prestando atención, tu mente
subconsciente automáticamente se dedica a crear una conducta auto
saboteadora para asegurar que tu realidad coincida con tu programa
de “no merecer.”
Y aquí está la trampa: la conducta está controlada automáticamente
por los programas de la mente subconsciente cuando la mente
consciente de sí misma no está enfocada en el momento presente.
Cuando la mente consciente de sí misma reflexiva está preocupada con
algún pensamiento y no está prestando atención, no observa las
conductas automáticas derivadas de la mente subconsciente.
Como el
95 por ciento o más de nuestra conducta proviene de la mente
subconsciente… ¡entonces la mayoría de nuestras conductas son
invisibles para nosotros!
Por ejemplo, considera que conoces a alguien íntimamente y que
también conoces a sus padres. Desde tu perspectiva ves que la
conducta de tu amiga se parece mucho a la de su madre.
Y entonces un
día muy casualmente le comentas a tu amiga,
“¿Sabes qué María? Eres
igual a tu madre.”
“¡Sal de aquí!”
Incrédulamente y tal vez
conmocionada, es muy probable que María responda.
“¿Cómo puedes
decir eso?”
El chiste cósmico es que todo el mundo puede ver que la
conducta de María se parece a la de su madre excepto María.
¿Por qué?
Simplemente porque cuando María está enganchada en los programas de
conducta subconsciente que ha grabado en su juventud mientras
observaba a su madre, su mente consciente de sí misma no está
prestando atención. En esos momentos, sus programas subconscientes
automáticos operan sin ser observados.
Consecuentemente, cuando la vida no funciona como fue planeada,
raramente reconocemos que nosotros hemos contribuido a nuestras
propias decepciones.
Como generalmente no estamos conscientes de la
influencia de nuestras propias conductas subconscientes,
naturalmente nos percibimos como víctimas de fuerzas externas.
Desafortunadamente, al asumir el papel de víctimas estamos aceptando
que no tenemos el poder de manifestar nuestras intenciones. ¡Nada
está más lejos de la verdad!
El principal determinante
en la formación del destino de nuestras vidas es el banco de
información de percepciones y creencias pre-programadas en nuestras
mentes.
¿De Dónde Viene Nuestro Comportamiento?
Existen tres fuentes de percepciones que controlan nuestra biología
y comportamiento.
Las
percepciones
más primitivas son las que adquirimos por nuestro genoma. Dentro de
nuestros genes existen programas que proveen conductas de reflejos
fundamentales denominados instintos. Retirar la mano del fuego es un
comportamiento derivado de la genética que no tiene que ser
aprendido.
Instintos más complejos incluyen la habilidad de los
bebes recién nacidos de nadar como delfines o la activación de
mecanismos de curación innatos para reparar el sistema dañado o
eliminar un bulto cancerígeno.
Los instintos genéticamente heredados
son percepciones adquiridas de la naturaleza.
La
segunda
fuente de percepciones que controlan nuestras vidas está
representada por las memorias derivadas de las experiencias de vida
grabadas en la mente subconsciente. Estas percepciones aprendidas,
profundamente poderosas, representan la contribución de la crianza.
Entre las percepciones de vida más tempranas que se grabarán,
figuran las emociones y sensaciones experimentadas por la madre al
responder a su mundo.
La nutrición, la química emocional, las
hormonas y el factor de estrés que controlan las respuestas de la
madre a las experiencias de vida, cruzan la barrera de la placenta e
influyen la fisiología fetal y su desarrollo. Cuando la madre está
feliz, también lo está el feto. Cuando la madre tiene miedo, el feto
también. Cuando la madre “rechaza” al feto como una amenaza
potencial a la supervivencia familiar, el sistema nervioso del feto
queda pre-programado con la emoción de haber sido rechazado.
El
valioso libro de Sue Gearhardt “Why Love Matters” ("Por qué Importa
el Amor") revela que el sistema nervioso del feto graba memorias de
experiencias intrauterinas. En el momento que el bebé nace, la
información emocional grabada de las experiencias de vida
intrauterina ya ha formado la mitad de la personalidad de ese
individuo.
Sin embargo, la programación perceptual más influyente de la mente
subconsciente ocurre en el período que va desde el nacimiento hasta
los primeros seis años de vida. Durante este tiempo el cerebro del
niño está grabando todas las experiencias sensoriales además de
estar aprendiendo complejos programas motores para hablar, y para
aprender primero cómo gatear, luego a pararse, y finalmente a correr
y saltar.
Simultáneamente, la mente subconsciente adquiere
percepciones relacionadas a los padres, quiénes son ellos y qué
hacen. Luego, observando los patrones de conducta de la gente de su
medio ambiente inmediato, el niño aprende a percibir conductas
sociales aceptables e inaceptables que se convierten en los
programas subconscientes que establecen las “reglas” de vida.
La naturaleza facilita el proceso de enculturación aumentando la
habilidad de la mente subconsciente para adquirir cantidades masivas
de información.
Los resultados de
EEG (electroencéfalogramas) de
cerebros de adultos revelan que la actividad eléctrica neural está
relacionada con al menos 5 estados de conciencia diferentes, cada
uno asociado con un
nivel de frecuencia diferente:
Actividad
|
Frecuencia
|
Estado Cerebral |
delta
|
0.5-4 Hz
|
sueño/inconsciente |
theta
|
4-8 Hz |
imaginación |
alpha
|
8-12 Hz
|
conciencia calma |
beta
|
12-35 Hz
|
conciencia enfocada |
gamma
|
>35 Hz |
rendimiento pico |
Durante el procesamiento normal del cerebro en los adultos, las
vibraciones del EEG cambian continuamente de un estado a otro,
abarcando el rango completo de frecuencias.
Sin embargo, con el
tiempo, el índice de vibraciones del EEG y sus correspondientes
estados evolucionan en etapas incrementales. La actividad
predominante del cerebro durante los primeros 2 años de vida del
niño es delta, la frecuencia más baja del EEG. En un cerebro adulto,
delta está asociada con el dormir o el inconsciente.
Entre los dos y seis años de edad, la actividad del cerebro del niño
se acrecienta y opera fundamentalmente en el rango de theta. En el
adulto, la actividad theta está asociada con estados de ensueño o
imaginación. Mientras están en el estado theta, los niños pasan la
mayor parte del tiempo mezclando el mundo imaginario con el mundo
real.
Únicamente después de los seis años de edad, la consciencia
calma asociada con la actividad alpha se convierte en un estado
predominante del cerebro. A los doce años, el cerebro expresa todos
los rangos de frecuencia, aunque su actividad principal está en el
estado beta de consciencia enfocada. Los niños dejan la escuela
primaria atrás a esta edad y entran a los programas académicos más
intensos de la escuela secundaria.
Un hecho profundamente importante en la evolución descrita más
arriba y que puede haber escapado a su atención, es que los niños no
expresan las frecuencias alpha del procesamiento consciente como un
estado predominante del cerebro hasta después de los seis años de
edad. La actividad predominante delta y theta en niños de menos de
seis años significa que sus cerebros están operando a niveles por
debajo del consciente.
Las frecuencias del cerebro delta y theta
definen un estado cerebral conocido como trance hypnogógico, el
mismo estado neural que los hipnoterapeutas usan para cargar nuevas
conductas directamente en la mente subconsciente de sus clientes.
El niño vive los primeros seis años de su vida en un trance
hipnótico.
Durante este tiempo, sus percepciones del mundo son
grabadas directamente en el subconsciente, sin la discriminación de
la mente consciente de sí misma, la cual se encuentra latente. En
consecuencia, aprendemos nuestras percepciones fundamentales sobre
la vida antes de que expresemos la capacidad de elegir o rechazar
esas creencias.
Simplemente somos “programados.”
Los Jesuitas eran
conscientes de este estado de programación y se jactaban
orgullosamente:
“Dennos a un niño hasta que cumpla seis o siete años
de edad y pertenecerá a la iglesia de por vida.”
Ellos sabían que
una vez que el
dogma de la iglesia era implantado en la mente
subconsciente de un niño, esa información influenciaría
inevitablemente el 95 por ciento de la conducta de ese individuo por
el resto de su vida.
La inhibición del procesamiento consciente (actividad alpha del EEG)
y el compromiso simultáneo de un trance hipnogógico durante las
etapas formativas de la vida de un niño son una necesidad lógica.
Los procesos del pensamiento asociados con la mente consciente de sí
misma no pueden operar desde una pizarra en blanco. La conducta
consciente de sí misma requiere de una base de datos operativa de
las percepciones aprendidas.
En consecuencia, antes de que la
conciencia de sí misma sea expresada, la función primaria del
cerebro es adquirir una conciencia del mundo operativa, grabando
experiencias y
observaciones directamente en la mente subconsciente. Sin embargo,
el adquirir consciencia de esta forma tiene un lado negativo muy
serio. La consecuencia es tan profunda que no sólo afecta la vida
del individuo, sino que también puede alterar a una civilización
entera.
El tema está relacionado con el hecho de que nosotros
grabamos nuestras percepciones y creencias sobre la vida mucho antes
de adquirir la habilidad del pensamiento crítico.
Nuestras primeras
percepciones están literalmente escritas en piedra como verdades
inequívocas en la mente subconsciente, donde habitualmente operan de
por vida, a menos que hagamos un esfuerzo activo para re-programarlas.
Cuando siendo pequeños grabamos creencias limitadoras y saboteadoras
sobre nosotros mismos, estas percepciones se convierten en nuestras
verdades, y nuestro procesamiento subconsciente generará
inadvertidamente conductas que son coherentes con esas verdades.
Las
percepciones adquiridas en la mente subconsciente pueden hasta
anular los instintos dotados genéticamente.
Por ejemplo, cada ser
humano puede nadar instintivamente como un delfín en el momento que
sale del canal de parto. Entonces, ¿por qué tenemos que esforzarnos
tanto para enseñarles a nadar a nuestros hijos? La respuesta reside
en el hecho de que cada vez que la criatura se encuentra frente al
agua, como ser en una piscina, un río o en la tina de baño llena,
los padres se desesperan preocupados por la seguridad de su hijo.
En
la mente del bebé, la conducta de los padres hace que el niño
identifique al agua como algo que tiene que temer. La percepción
adquirida del agua como algo peligroso y amenazante, invalida la
habilidad instintiva de nadar y convierte al niño, anteriormente
capacitado, en alguien susceptible a ahogarse.
A través de nuestras experiencias de desarrollo, adquirimos la
percepción de que somos organismos frágiles y vulnerables, a merced
de gérmenes y enfermedades contagiosas.
La creencia de que somos
frágiles realmente nos hace frágiles, ya que esta percepción
limitada inhibe la habilidad innata del cuerpo de curarse a sí mismo.
Esta influencia de la mente en los procesos curativos es el foco de
la psiconeuroinmunología, el campo que describe el mecanismo por el
cual nuestros pensamientos cambian la química del cerebro, la cual a
su vez regula la función del sistema inmunológico. Mientras las
creencias negativas pueden provocar enfermedades (el
efecto nocebo),
la enfermedad resultante se puede aliviar a través de los efectos
curativos de los pensamientos positivos (efecto placebo).
Finalmente, la tercera fuente de percepciones que da forma a
nuestras vidas deriva de la mente consciente de sí misma.
A
diferencia del programa reflexivo de la mente subconsciente, la
mente consciente de sí misma es una plataforma creativa que nos
permite mezclar la gran variedad de reflexiones con la infusión de
la imaginación, un proceso que genera un número ilimitado de
creencias y variaciones de conducta.
La calidad de la mente
consciente de sí misma dota a los organismos de una de las fuerzas
más poderosas del universo, la oportunidad de expresar el libre
albedrío.
Tomando Responsabilidad Personal
Todos nosotros hemos sido encadenados emocionalmente debido a
conductas disfuncionales programadas por las historias del pasado.
Sin embargo, la próxima vez que estén “hablándose a sí mismos” con
la esperanza de cambiar los programas subconscientes de sabotaje, es
importante tomar en cuenta la siguiente información. Usar la razón
para comunicarse con el subconsciente con el propósito de cambiar la
conducta es el equivalente a tratar de cambiar el programa de un cassette hablándole al grabador.
En ninguno de ambos casos existe
una entidad dentro del mecanismo que responderá a nuestro diálogo.
Los programas subconscientes no son conductas fijas e inalterables.
Tenemos la habilidad de re-escribir nuestras creencias limitadoras y
en el proceso, retomar el control de nuestras vidas. Sin embargo,
cambiar programas subconscientes requiere la activación de un
proceso que va más allá de un simple diálogo con la mente
subconsciente.
Hay una gran variedad de procesos efectivos para re-programar
las creencias limitadoras, incluyendo hypnoterapia clínica,
conciencia Buddhista y una cantidad de modalidades nuevas y muy
poderosas referidas colectivamente como psicología energética.
Para
ver la lista de recursos, pueden visitar
www.brucelipton.com
Aprender cómo aprovechar nuestras mentes para promover el
crecimiento es el secreto de la vida, y es por lo cual me refiero a
esta nueva ciencia como La Biología De La Creencia (del inglés: “The Biology Of Belief”).
Al volvernos más conscientes y depender menos
de los programas automáticos subconscientes, nos transformamos en
los dueños de nuestro destino en lugar de las “víctimas” de nuestros
programas.
De esta forma podemos re-escribir viejas percepciones
limitadoras y transformar activamente el carácter de nuestras vidas
para que estén llenas de amor, salud y prosperidad, los cuales son
nuestro derecho de nacimiento.
(Leer abajo el reportaje en español sobre Epigenética de Bruce Lipton
por Jorge Patrono).
¿Somos Esclavos de Nuestro ADN
...o Tenemos La Posibilidad de Ser lo
Que Nuestra Mente Nos Permita Imaginar?
La Epigenética Nos Da una Nueva
Respuesta Muy Alentadora
del Sitio Web
CreandoTuVida
Jorge Patrono Entrevista al Dr. Bruce H. Lipton en San Francisco,
California
El Doctor Bruce H.
Lipton, biólogo celular, ha sido profesor de la Escuela
de Medicina de la Universidad de Wisconsin. Después de
varios años de enseñar, se convirtió en un pionero del
estudio científico de la biología celular en la Escuela
de Medicina de la Universidad de Stanford.
Sus
experimentos, junto a los de otros líderes en el campo
de la biología, han examinado minuciosamente los
mecanismos con los cuales las células reciben y procesan
información. Los resultados de estos estudios han
cambiado radicalmente el entendimiento del
funcionamiento de la vida por medio de dos nuevas
corrientes científicas, la transducción y la
epigenética.
Su trabajo nos
muestra que los genes y el ADN, no controlan nuestra
biología, como lo enuncia la escuela de Darwin de
determinismo genético o herencia, sino que los genes y
el ADN están controlados por señales externas,
incluyendo los mensajes energéticos emanados por
nuestros pensamientos positivos y negativos. Este nuevo
concepto unifica la biología celular con la física
cuántica, al mostrarnos que nuestro cuerpo puede cambiar
si cambiamos nuestra forma de pensar.
Estas nuevas
ciencias, la transducción y la epigenética, nos
sugieren que los estímulos energéticos que recibimos del
medio ambiente, determinan nuestra calidad de vida.
www.creandotuvida.com |
Jorge Patrono - En su libro,
“La Biología de la Creencia”, usted menciona dos nuevos campos
de la ciencia genética: transducción y epigenética. ¿Podría
explicarnos la diferencia entre ambos campos?
Bruce H. Lipton - La
epigenética es el control de los genes. Transducción, que
significa transformación de un tipo de señal en otro tipo de
señal, es cuando un organismo lee la señal del medio ambiente y
la traduce en comportamiento y genética. O sea que la
transducción controla comportamiento y también genética. La
transducción de la señal está por encima de la epigenética
porque es necesaria para entender la epigenética.
La
Transducción se basa en leer el medio ambiente, interpretarlo y
luego generar una respuesta, que es la respuesta a un estimulo.
La repuesta puede reflejarse en la conducta o en la genética.
Por eso cuando hablamos de genética, siempre digo que la
respuesta al medio ambiente que controla la genética no está
relacionada a la genética regular de los libros académicos sino
que está relacionada a la epigenética. Y la razón por la cual se
llama epigenética es la siguiente: epi significa “por encima”,
como epidermis, o sea “por encima de los genes”.
Ahora,
descubrimos que la señal por encima de los genes viene del medio
ambiente, o sea que el medio ambiente es el que controla los
genes, en vez de ser los genes quienes se controlan a sí mismos.
En contraposición al Dogma Central (ver recuadro abajo),
actualmente la epigenética nos dice: primero, señal del medio
ambiente, luego proteínas cromosomáticas, que son como fundas
que cubren al ADN y al cromosoma, y cuando quitas esta funda
puedes leer el ADN.
Esta funda responde a la señal del medio
ambiente, o sea que para leer el ADN tienes que tener,
-
primero
una señal del medio ambiente
-
segundo, afectar a la proteína
-
tercero, cuando la proteína, o funda, se corre, queda expuesto
el gen
-
cuarto, se produce una copia del gen que se llama ARN
-
quinto, el ARN genera una nueva proteína
Entonces ¿en dónde
está el ADN? En tercer lugar.
¿Y por qué es importante esto?
Porque la biología convencional dice que el
ADN está en primer
lugar debido a que dejaron fuera de la ecuación a la proteína y
al medio ambiente. Bueno, esto es epigenética, y reemplaza el
concepto clásico de la genética.
La epigenética dice que si
queremos cambiar los genes, lo que tenemos que hacer es cambiar
el medio ambiente y los genes cambiarán.
DOGMA CENTRAL
Cuando hablamos del control genético en la fórmula
ancestral
del Dogma Central:
ADN>ARN>proteína, nos estamos basando en la teoría de la
primacía del ADN.
Como nos muestran las
flechas, la información fluye en una sola dirección,
desde el ADN al ARN y desde allí a la proteína.
El ADN
representa la memoria de largo plazo que pasa de
generación en generación.
El ARN, una copia inestable
del ADN, es la memoria activa, la cual es usada por la
célula como un patrón para sintetizar proteínas.
Las
proteínas son los bloques constructores moleculares que
proveen la estructura y conducta de la célula.
El DNA (o
ADN en castellano), en esta teoría convencional está
considerado como “la fuente” que controla el carácter de
las proteínas de las células, de donde viene el concepto
de primacía del DNA que literalmente significa “primera
causa”. |
J.P.- ¿Cuándo menciona el
medio ambiente, se refiere al exterior solamente o incluye
también nuestros pensamientos?
B.H.L.- A todo. El medio ambiente es
energía universal. Abarca
desde el sol, los planetas, o sea la astrología, hasta nuestros
propios pensamientos. Nuestro cuerpo es energía, nuestros
pensamientos son energía.
Toda esta energía influye nuestra
biología, obviamente algunas en forma directa y otras
indirectamente.
J.P.- Usted menciona que “La Biología de la Creencia”, no es un
libro de auto-ayuda sino de auto-poder.
B.H.L.- Así es. En los libros de auto ayuda, el autor presenta
una fórmula para ir del punto A al punto B, paso a paso, y si la
persona sigue las instrucciones probablemente llegue al punto B.
En el caso de “La Biología de la Creencia” yo estoy informando
como funciona nuestra biología y los lectores tienen la libertad
de usar esa información como deseen.
No hay pasos a seguir o
fórmulas. Mi función no es decirles qué es lo que tienen que
hacer con esta información, mi función es proveer los elementos
para que cada lector pueda elegir qué quiere cambiar de su
biología y sienta que tiene el poder de hacerlo. Yo no estoy
diciendo qué es correcto o incorrecto, esa es una decisión
individual derivada de una experiencia personal.
Mi intención es
que después de leer el libro se den cuenta de que no existen los
accidentes y que todos tenemos el poder de elegir nuestra
experiencia de vida.
Por eso es auto-poder y no auto-ayuda.
J.P.- Cuando hablamos de biología indefectiblemente nos viene a
la mente el tema “salud.” ¿Cómo podemos vivir una vida sana sin
tener que estar combatiendo enfermedades constantemente, tanto
físicas como psicológicas?.
B.H.L.- En el tema de salud, hay una analogía que me gusta
usar que es la del automóvil con palanca de cambios. Supongamos
que yo le vendo a alguien un auto con palanca de cambios y la
persona que me compra el auto siempre manejó autos automáticos o
sea que no tiene idea de cómo usar el embrague y la palanca de
cambios.
Obviamente cuando arranque el auto y ponga “primera”,
éste no va a moverse en forma automática, sino que dependerá del
uso del embrague. Como el conductor en este caso no tiene idea
de cómo funciona, el auto andará a los saltos, se parará el
motor, harán ruido los engranajes de las marchas, etc. Después
de dos semanas de maltratar al auto, la transmisión dejará de
funcionar y habrá que llevar el vehículo al mecánico.
El
mecánico (médico) mira el auto (enfermo) y dice:
“hay que
cambiar el embrague (medicina) porque está roto (diagnóstico)”.
En ningún momento se le ocurre preguntarle al conductor
cómo usa
el embrague y la palanca de cambio (medicina preventiva). Pasan
dos semanas y nuevamente, debido al mal uso del auto, el
embrague se vuelve a romper y nuevamente hay que llevarlo al
mecánico, quien dice que hay que cambiar el embrague y sin saber
qué es lo que lo causa, el mecánico determina que es una falla
de fábrica del auto (enfermedad crónica).
De ahora en más el
auto tiene que ser reparado cada dos semanas (medicación de por
vida).
El problema es el siguiente, si le enseñan a la persona
como usar el embrague, éste no se volverá a romper, pero al
mismo tiempo no le van a poder vender más embragues
(laboratorios farmacéuticos). La analogía es la siguiente, el
90% de las enfermedades del corazón son ocasionadas por la falta
de cuidado del paciente (o sea el conductor del vehículo).
¿Y
qué nos dice el médico?:
“usted tiene un corazón débil, tiene
las arterias tapadas, la presión alta… y éstos son los
medicamentos que tiene que tomar para poder seguir funcionando,”
pero nadie le enseña al paciente cómo ser un buen conductor de
su propio vehículo, no es un buen negocio.
Pero hay un médico
que conozco que se llama Dean Ornish quien en vez de prescribir
medicamentos, enseña al paciente como conducir su propio
vehículo y la diferencia en los resultados es enorme.
En la
medicina convencional, si le dan al paciente drogas y logran
parar la enfermedad, lo llaman éxito. Dean dejó de darles a los
pacientes drogas y no sólo la enfermedad desapareció sino que se
regeneraron los órganos que estaban afectados. Esto normalmente
no pasa en la medicina convencional.
Pero lo más triste del caso
es algo que dijo Dean en televisión:
“Si hubiera usado drogas
para curar y recuperar la salud total de mis pacientes, otros
médicos hubieran seguido mis pasos y hubieran usado las mismas
drogas que yo, pero como no usé ninguna droga, nadie habló del
tema ni se interesó por saber cómo es que funcionó así.”
El
problema es que
la medicina está manejada por las compañías
farmacéuticas y enseñarle a la gente como funciona su propio
cuerpo es un mal negocio.
J.P.- En su libro usted hace referencia a la conciencia
colectiva diciendo:
“Así como una nación es el reflejo de las
características de sus ciudadanos, nuestra humanidad debe
reflejar la naturaleza básica de nuestras comunidades celulares”
¿Podría desarrollar más a fondo esta idea?
B.H.L.- Todo lo que necesitamos para sobrevivir, nuestras
células también lo necesitan, porque estamos alimentando
células. Las células necesitan oxígeno, comida, despojarse de
residuos, la temperatura correcta, un medio ambiente propicio, y
eso es exactamente lo que el ser humano necesita porque tiene 50
billones de células y todas necesitan lo mismo.
Entonces si
observamos cómo la célula vive su vida y vivimos nuestra vida de
la misma forma, estaremos viviendo en armonía con nuestras
células mucho más que como vivimos ahora. Si pensamos que somos
seis mil millones de personas viviendo en el mundo peleándonos
por sobrevivir y lo comparamos con los 50 billones de células
que viven en nuestro cuerpo en total armonía hasta que nos
morimos, nos daremos cuenta que algo estamos haciendo mal.
Si
analizamos esto veremos que en nuestro cuerpo cada célula tiene
trabajo, recibe un salario, tiene cobertura médica, el dinero
extra (energía) vuelve a la comunidad, y esto sin ser comunismo,
porque no todas las células reciben el mismo salario.
Las células de la piel no reciben la misma cantidad de dinero
(energía) que las neuronas, las neuronas están mejor pagas
porque tienen un trabajo más grande. Pero el punto es que todas
las células reciben los elementos básicos para una vida feliz y
ordenada. A ninguna le falta nada. Y la realidad nos indica que
nosotros vivimos en un mundo en donde hay hambre y al mismo
tiempo tenemos tanta comida que nos estamos matando solamente
por comer en exceso, esa es la principal razón por la que nos
morimos jóvenes.
Estamos comiendo los radicales libres de
nuestra propia digestión que es lo que nos mata. Quiero agregar
que nosotros deberíamos vivir hasta alrededor de los 140 años de
vida y la razón por la cual no lo estamos logrando es porque
nuestra dieta nos está matando y por el estrés. Debemos volver a
la dieta de nuestros ancestros, cuando no había supermercados y
todo era más simple y en menor cantidad.
Comían lo que tenían a mano en las
estaciones correspondientes en cantidades más pequeñas y vivían
más tiempo. Lo que sabemos ahora de los diferentes estudios que
se han hecho criando ratas, la mosca de la fruta o gusanos, es
que de vez en cuando, se han encontrado ejemplares que viven más
tiempo que el resto de la misma especie. Los científicos se
entusiasman porque creen que van a encontrar el gen de la
longevidad en ese espécimen.
Y lo que se
encuentra es una ironía: en cada situación en donde se ve que un
organismo ha vivido más tiempo, no fue debido a un gen que
agregó algo nuevo sino a un gen defectivo. Fue un gen que afectó
el metabolismo de la insulina, lo que significa que el organismo
no podía digerir bien la comida.
Entonces los científicos al ver
esto, le daban menos alimento al espécimen para ver si lo podía
digerir mejor en menor cantidad. El resultado fue que el
espécimen vivía el doble de tiempo que el resto. Con esto
llegamos a la conclusión de que es la cantidad de comida que
ingerimos lo que nos está matando. No necesitamos toda esa
comida para sobrevivir porque nosotros absorbemos energía de la
atmósfera.
Somos como
máquinas Tesla, que se cargan con la
energía del medio ambiente.
J.P.- Usted menciona en su libro que la epigenética está
sacando a la luz nuevas complejidades en relación a la
naturaleza de las enfermedades, incluyendo el
cáncer y la
esquizofrenia. ¿Podría aclarar ese concepto?
B.H.L.- Básicamente la vieja creencia dice que genes
defectuosos generan enfermedades. En la actualidad sabemos que
la epigenética modifica la lectura del gen.
La epigenética puede
modificar el gen y crear 30.000 variaciones diferentes del mismo
gen. Lo que significa que uno puede venir con un buen gen y
crear una variación que es mutante o puedes venir con una
variación mutante de un gen y crear una variación que es
saludable.
O sea que en la vieja versión nosotros somos los
genes, pero en la nueva versión “nosotros somos el resultado de
lo que escribamos en nuestros genes.”
Con esto quiero decir que
la mayoría de los diferentes tipos de cáncer son epigenéticos,
las personas no traían genes malos, fue su estilo de vida y su
conducta lo que causó que los genes se leyeran en forma
defectiva porque modificaron su lectura influenciados por la
epigenética, pero en forma negativa.
O sea que podemos causar un
cáncer con nuestra forma de vida, como también podemos curar un
cáncer con nuestra forma de vida cambiando nuestro programa. La
diferencia está en que si los genes nos controlan, como dice la
vieja teoría, entonces somos víctimas porque no los elegimos y
no los podemos cambiar. Cuando nos enteramos que alguien en
nuestra familia tuvo cáncer, inmediatamente pensamos que vamos a
tener cáncer.
La nueva ciencia nos dice que tenemos un grupo de
genes programados pero podemos reescribir lo que nosotros
queramos y si estamos en el medio ambiente correcto y tenemos el
apoyo correcto, podemos tener genes mutantes, reescribirlos y
convertirlos en normales. Pero la situación que la mayoría de la
gente está experimentando es que vinieron con genes normales y
terminaron alterándolos con su estilo de vida creando una
lectura negativa de los mismos.
A la vez manifiestan una
realidad negativa basada en la visión negativa que tienen.
J.P.- Es como en el caso de alguien que tiene un padre diabético
o una madre con cáncer o que sufrió un ataque al corazón y
piensa todo el tiempo que le va a pasar a él también porque lo
asocia con algo hereditario.
B.H.L.- Exactamente, la creencia es la que genera las
enfermedades y la profesión médica promueve también lo mismo,
con lo cual lo hace aun más grave porque ahora lo está diciendo
un profesional, ya no es más una idea del paciente. A muy
temprana edad hemos aprendido que lo que un profesional nos
dice, como en el caso de un médico, es verdad, sin cuestionarlo.
¿Qué pasa entonces cuando un médico nos dice que nos
vamos a
morir en una fecha determinada, ya sea en dos meses o en seis
meses?
Bueno, nuestra mente subconsciente nos dice,
"El doctor
siempre tiene razón, es un profesional".
Lo que nos haya dicho
ahora está en nuestro subconsciente y éste manifiesta
exactamente lo que el médico nos dijo.
J.P.- Es el llamado efecto nocebo, contrario al efecto placebo.
B.H.L.- Es exactamente el efecto nocebo o sea una creencia
negativa que causa la enfermedad. Ahora, ¿Cómo es que los
médicos son tan exitosos en diagnosticar cuándo va a morir el
paciente que tiene cáncer?
La respuesta es que ellos no
adivinaron nada, solamente enunciaron una fecha que se calcula
por la continuidad de la forma en que ha sido tratada la
enfermedad del paciente y los resultados negativos obtenidos
hasta ese momento. El paciente generó una creencia y esa
creencia es la que lo termina matando, a menos que se permita
cambiar su forma de pensar con respecto a su enfermedad y se dé
la oportunidad de curarse.
Así actúa la remisión instantánea en
una enfermedad terminal, la cual está totalmente ignorada por la
medicina tradicional.
J.P.- Sabemos que los pensamientos positivos tienen un profundo
efecto en nuestra conducta y en nuestros genes, pero en su libro
usted también aclara que esto sucede únicamente cuando los
pensamientos positivos están en armonía con la programación del
subconsciente.
B.H.L.- Lo que quiero decir es lo siguiente, muchas veces la
gente quiere cambiar cosas en su vida con pensamientos positivos
o afirmaciones como por ejemplo:
“quiero estar sano” o “quiero
una buena relación de pareja”, pero para la mayoría de la gente
esto no funciona y a la vez los frustra porque piensan: “si los
pensamientos positivos les funcionan a otras personas , ¿Por qué
no me funcionan a mi?”.
El problema es que los pensamientos
positivos vienen de la mente consciente y esta actúa el 5% del
día.
Ahora, la mente subconsciente está actuando el 95% del día,
entonces tenemos una vida en donde el 5% del tiempo tenemos
pensamientos positivos y si tenemos el subconsciente programado
con ideas contrarias a lo que queremos manifestar
conscientemente, el desbalance entre lo que queremos y lo que
tenemos grabado en el subconsciente es enorme.
A esto hay que
agregarle que la mente consciente puede percibir 40 estímulos
por segundo mientras que la mente subconsciente percibe 40
millones por segundo o sea que es un millón de veces más
poderosa y ¡actúa el 95% del tiempo!. Ante semejante diferencia
es imposible creer que si la mente consciente y la subconsciente
no están alineadas, los pensamientos conscientes positivos
puedan generar un cambio satisfactorio en nuestra realidad.
Pero
si tenemos una mente subconsciente que está de acuerdo con
nuestros pensamientos positivos conscientes, entonces ambas
mentes están en armonía y el cambio se manifiesta.
J.P.- Hay una película llamada "Water", producida por la
productora rusa, Saida Medvedeva, donde diferentes científicos
de todo el mundo hablan de las propiedades del agua y en
especial mencionan el poder curativo que tiene el “agua
estructurada” o agua que está en estado natural sin
modificaciones del medio ambiente polucionado.
¿Ha tenido alguna
experiencia al respecto?
B.H.L.- No directamente, pero sí estoy familiarizado con el
trabajo del Dr.
Masaru Emoto de Japón y su teoría de que
el agua
tiene memoria y puede ser influenciada o modificada por el medio
ambiente y por consiguiente puede influenciar las funciones
vitales del cuerpo humano.
Básicamente estamos hablando de los
principios de la homeopatía.
Lo que hemos comprobado por medio
de la física es que cuando el agua está en una solución y dos
moléculas de agua se acercan, se envían información una a la
otra por medio de una corriente eléctrica la cual genera una
vibración que se va pasando de molécula a molécula.
Así que si
le agregamos al agua un químico que tenga una cierta vibración,
las moléculas de agua reciben dicha vibración y la pasan a las
otras moléculas de agua hasta llegar a un punto en donde se
puede prescindir del químico original ya que las moléculas de
agua han absorbido toda la vibración.
Esto es lo que llamamos un
tratamiento homeopático, en donde el agua cargada con una cierta
vibración, al ser consumida por el paciente, modifica el agua de
su propio cuerpo.
Es uno de los procedimientos holísticos de
curación.
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