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por Javier Mendez Vedia
05 Diciembre 2012
del Sitio Web
ElDeber
Es una hormiga que finge ser avispa. O al revés.
Vive en un árbol,
al que defiende con su toxina.
Un laboratorio de Santa Cruz de La
Sierra (Bolivia)
utiliza parte
de esa sustancia para sanar la artritis reumatoide

Los experimentos que Gunther Holzmann
(1912-2001) hizo con su cuerpo ya rindieron frutos.
Este bioquímico
alemán, que desde 1954 se afincó en Santa Cruz de la Sierra, padecía
de artritis. Cuando supo que un insecto conocido como la "hormiga de
palo santo" aliviaba esos dolores, empezó a probar.
Entre diciembre de 1972 y mayo de 1974, todos los días, él y 21
pacientes soportaron las picaduras. Sus hijas ayudaban a recolectar
los insectos, utilizando las trampas que inventó.
Pruebas en
EE.UU.
Los antiguos romanos sabían que el veneno
de abeja actuaba como un
antiinflamatorio. En 1933 se publicaron las primeras investigaciones
sobre el tratamiento de la artritis con abejas, que no fue efectivo.
Era diferente el caso con el veneno de la hormiga de palo santo (Pseudomyrmex
triplarinus). Se hicieron pruebas en República Dominicana y el
departamento de Inmunología de la Universidad de Miami siguió
investigando. Se concentraron en un polisacárido del veneno, que es
el principio activo (la sustancia que cura).
Las pruebas continuaron hasta la década de los 80, con la
publicación de los ensayos en humanos:
-
el entumecimiento matinal
disminuía un 78%
-
la fuerza para agarrar objetos aumentó 22%
-
la
inflamación, de 19% de los casos, bajó a 3%
Fue el espaldarazo
definitivo. El beneficio ha llegado a unas 10.000 personas.
Se está
trabajando para empezar a exportar el tratamiento
Quisieron
Comprar y Anular La Patente
Un
gigante farmacéutico quiso comprar la patente del polisacárido
que cura la artritis reumatoide. Ofreció a Gunther Holzmann una tentadora suma con varios ceros.
La intención de ese laboratorio
no era masificar la venta del producto, sino archivar la patente,
puesto que su medicamento para la artritis era el sexto más vendido
de su lista.
La intención molestó a Holzmann, que decidió no vender la patente,
para poder ayudar al 6% de la población mundial, que padece este
problema.
“Algún día los que sufren de estos dolores me van a
agradecer”, comentó.
En ese 6% está Valeria Bergaretche (41), que
vive en Argentina y sufría de dolores insoportables. Recibió las
seis dosis del extracto de Pseudomyrmex triplarinus (EPT) y sus
dolencias desaparecieron.
Edmundo Medina (48) enfermó a los 35 años.
Se aplicó el EPT hace una década y al año siguiente volvió a hacerlo.
Hoy puede caminar. Las articulaciones no le duelen.
Información Adicional
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