por Teresa Forcades i Vila
Julio 2006
del Sitio Web
Fespinal
Teresa Forcades i Vila es monja benedictina. Doctora en medicina,
prepara un doctorado en teología. Perteneció al primer grupo de
jóvenes de Cristianisme i Justícia.
En el breve periodo que va de 2000 a 2003, casi la totalidad de las
grandes compañías farmacéuticas pasaron por los tribunales de EEUU,
acusadas de prácticas fraudulentas. Ocho de dichas empresas han sido
condenadas a pagar más de 2,2 billones de dólares de multa. En
cuatro de estos casos las compañías farmacéuticas implicadas - TAP Pharmaceuticals, Abbott, AstraZeneca y Bayer
- han reconocido su
responsabilidad por actuaciones criminales que han puesto en peligro
la salud y la vida de miles de personas1. ¿Cuáles son esas
actuaciones? ¿Quién recibe sus consecuencias? ¿Qué mueve a las
compañías farmacéuticas a actuar de tal forma? ¿Qué respuestas están
teniendo lugar ante esos abusos y cuáles deben producirse aún? En
este Cuaderno estudiaremos las actuales estrategias de esta
industria y el impacto directo que éstas tienen en la forma en que
concebimos la salud y la enfermedad y en los recursos que tenemos
para promocionar la primera y prevenir o curar la segunda. |
1. EL CASO DE LA “DISFUNCIÓN SEXUAL FEMENINA”
En el año 1998, la empresa Pfizer, la principal compañía
farmacéutica de EE.UU., comercializó un medicamento conocido con el
nombre de “Viagra” para el tratamiento de la disfunción sexual
masculina (concebida como disminución o desaparición de la capacidad
de erección).
Tres años más tarde, a 17 millones de hombres del
mundo entero les había sido recetado dicho medicamento y su volumen
de ventas en un solo año (2001) superaba los mil quinientos millones
de dólares.2 Con este nuevo producto, Pfizer había superado
largamente los criterios de definición de un “blockbuster”, que es
el nombre con que se conoce en el argot de las farmacéuticas un
medicamento con un volumen de ventas anual superior a los mil
millones de dólares (o de euros).
Los directivos de Pfizer se
preguntaron:
“¿Y si fuera posible conseguir un éxito semejante con
un producto similar dedicado a las mujeres?”.
El problema era que si
bien existía un criterio aparentemente claro para hablar de
“disfunción” en el caso de la sexualidad masculina (las dificultades
en la erección), en el caso de las mujeres esto era mucho más
difícil de definir y, sobre todo, de cuantificar o evaluar
objetivamente.
En el año 1997 -pocos meses antes de que Viagra apareciera en el
mercando- ya había tenido lugar en Cape Cod (Nueva York) el primer
encuentro de especialistas médicos para determinar el perfil clínico
de la "disfunción sexual femenina".3
2. PFIZER. Annual report 2001. www.pfizer.com citado en MOYNIHAN, R.
“The making of a disease: female sexual dysfunction”. BMJ 2003; 326:
45-47.
3. Suplemento especial. Int J Impotence Res 1998; 10 (supl 2): S
1-142 (The Cape Cod conference: sexual function assessment in
clinical trials, 30-31 May, 1997. Hyannis, Massachusetts, USA),
citado en MOYNIHAN 2003.
La iniciativa, organización y
financiación del encuentro corrieron a cargo de 9 compañías
farmacéuticas muy preocupadas por el hecho de que
no existiera una definición de este trastorno compatible con un
potencial tratamiento farmacológico.
Los promotores de tal encuentro eligieron entre sus colaboradores
directos las personas que debían asistir al mismo. El objetivo de la
reunión era diseñar la estrategia adecuada para crear una nueva
patología en función de los intereses económicos de la industria
farmacéutica. Un año y medio más tarde, en octubre de 1998, se
celebró en Boston la primera conferencia internacional para la
elaboración de un consenso clínico sobre la disfunción sexual
femenina.4
8 compañías farmacéuticas financiaron esta conferencia y
18 de los 19 autores de la nueva definición “consensuada
internacionalmente” admitieron tener intereses económicos directos
con estas u otras compañías.
Un año más tarde, en 1999, apareció un artículo en la revista JAMA
titulado “Disfunción sexual en EE.UU.: prevalencia y variables
predictivas”,5 en el que se afirmaba, supuestamente con objetividad
científica, que un 43% de la población femenina de EE.UU. sufría la
“nueva enfermedad” definida según los intereses de la industria
farmacéutica.
Los pasos seguidos para identificar a la “población
enferma” fueron los siguientes:
-
se elaboró una lista de 7
“problemas” considerados cada uno de ellos de suficiente
peso como para justificar el diagnóstico de la nueva
enfermedad si una mujer los había presentado durante dos
meses o más en el último año
-
se pasó el cuestionario a una
muestra de 1.500 mujeres
-
se evaluaron los resultados de
forma que responder “Sí” a uno solo de los ítems se
consideró criterio suficiente para identificar la
enfermedad. Uno de los 7 ítems era la ausencia de deseo
sexual.
Es decir, que las
mujeres que respondieron que no habían tenido deseo sexual durante
dos meses o más en el último año, automáticamente - independientemente
de si estaban de luto por la muerte de un ser querido, preocupadas
por falta o por exceso de trabajo, atrapadas en una relación
insatisfactoria o gozando de una etapa de plenitud interior -,
quedaron etiquetadas de “disfuncionales” y pasaron a engrosar el
porcentaje de candidatas potenciales para el tratamiento que la
industria farmacéutica confiaba poder desarrollar en breve.
Dos de
los tres autores del citado artículo tenían vínculos económicos con
laboratorios farmacéuticos.
El mismo año, en octubre de 1999, tuvo lugar un tercer encuentro
sobre el tema, organizado por la Facultad de Medicina de la
Universidad de Boston, pero promovido y financiado por 16 compañías
farmacéuticas. El 50% de los asistentes admitieron tener intereses
en la industria farmacéutica.6
4. BASSON R, BERMAN J, BURNETT A, DEROGATIS L, FERGUSON D, FOURCROY
J, et al. “Report of the international consensus development
conference on female sexual dysfunction: definitions and
classifications”. BMJ vol. 330. 22 enero 2005, 192-194.
5. LAUMANN E, PAIK A, ROSEN R. Sexual dysfunction in the United
States: prevalence and predictors. Urology 2000; 163: 888-93.
6. KASCHAK E, TIEFER L, eds. A new view of women's sexual problems.
Binghamton, NY: Haworth Press 2001: 70, citado en MOYNIHAN 2003.
Del encuentro surgió el Forum para la Función Sexual Femenina, que celebró dos
conferencias más en los años 2000 y 2001 en Boston gracias a la
financiación de 20 compañías farmacéuticas, lideradas por Pfizer.7
En el año 2003, esta manipulación de los criterios médicos en
función de los intereses comerciales fue denunciada por Ray Moynihan
en una de las re-vistas médicas de mayor prestigio, el British
Medical Journal.8 Los editores de la revista recibieron en 6 semanas
un total de 70 respuestas y comentarios con relación al artículo de Moynihan. 2/3 de las respuestas fueron de apoyo y confirmaron la
indignación de los profesionales de la medicina ante dicha
manipulación aunque, como deja bien claro una de las respuestas, sin
ellos no podría producirse.9
Si los médicos no colaborásemos con los
abusos de las compañías farmacéuticas, esos abusos no acontecerían.
En diciembre de 2004, la agencia reguladora de los medicamentos en
EE.UU. impidió que se comercializara el primer medicamento destinado a
sanar la “disfunción sexual femenina” (el parche de testosterona de
los laboratorios Proctor y Gamble).10
Los responsables de los
estudios clínicos - todos financiados y supervisados por Proctor y
Gamble - habían presentado sus resultados de forma sesgada, de modo
que lo que eran unos beneficios dudosos y unos más que probables
efectos secundarios peligrosos (cáncer de pecho y enfermedad
cardiaca) se anunciaban como beneficios claros y riesgos negligibles.
De momento aún no ha sido desarrollado ningún otro medicamento para
la disfunción sexual femenina, entre otras cosas debido a una
creciente conciencia por parte de todos los agentes implicados de
los efectos nocivos del exceso de influencia de las compañías
farmacéuticas en el ejercicio de la medicina.11
7.MOYNIHAN, 2003: 45.
8. MOYNIHAN, Ray. “The making of a disease: female sexual
dysfunction”. BMJ 2003; 326: 45-47.
9. TONKS, Alison associated editor BMJ. “Summary of electronic
responses. The making of a disease”. www.bmj.com 2003.
10. MOYNIHAN, Ray. “The marketing of a disease: female sexual
dysfunction”. BMJ 2005; 330: 192-194.
11. Son muchos los artículos y libros que han aparecido recientemente
denunciando este abuso. Además de los libros de PIGNARRE y AGNELL
que son los que he utilizado para la elaboración de este cuaderno,
el lector/a interesada puede recurrir a The $800 Million Pill de M
GOOZNER; Powerful Medicines de J AVORN; Overdo$ed America de J
Abramson o On the Take de J Kassirer.
La disfunción sexual femenina (como cualquier otra enfermedad) tiene
que ser estudiada en función de los intereses médicos de las mujeres
afectadas y no en función de los intereses económicos de algunas de
las empresas más ricas del planeta.
Los medicamentos genéricos son aquellos que se venden sin nombre
comercial, haciendo constar en la caja simplemente el nombre del
principio farmacológico (por ejemplo: ‘aspirina’ es un nombre
comercial que sólo puede utilizar la casa que se lo inventó, en
este caso la casa Bayer; ‘AAS’ (ácido acetil salicílico) es el
nombre genérico que corresponde al principio activo de la aspirina).
No es lo mismo ser VIH-positivo” que “tener la SIDA”. Con los
tratamientos actuales, una persona VIH-positiva puede vivir muchos
años sin desarrollar la enfermedad.
VIH: virus de la inmunodeficiencia humana SIDA: síndrome de la immunodeficiencia adquirida
|
2. EL CASO DE LOS MEDICAMENTOS ANTI-SIDA EN ÁFRICA
El 23 de marzo de 2005, el parlamento indio se vio obligado a
aprobar, por imperativo de los acuerdos internacionales de la
Organización Mundial del Comercio (OMC), una nueva ley de patentes
que modificaba la de 1970 para que en el futuro la comercialización
de medicamentos en India estuviera sometida al sistema de patentes.
Hasta aquel momento, en caso de que los propietarios de las patentes
hicieran un uso abusivo de las mismas (por ejemplo, proponiendo
precios inasequibles para la población india), los laboratorios
farmacéuticos de India podían producir legalmente preparados
genéricos de medicamentos que aún estaban protegidos por patentes en
los países ricos.
La industria india de genéricos daba trabajo en el año 2003 a
500.000 personas en más de 20.000 empresas (que, mediante contratos
subsidiarios, daban trabajo a un total de más de 2,5 millones de
personas).12 De acuerdo con la ley de 1970 que en marzo
de 2005 fue derogada, los genéricos indios podían ser
comercializados en otros países pobres, como la mayoría de países
del África sub-sahariana, donde hoy residen más de 30 de los 40
millones de personas infectadas con el VIH en todo el mundo.
Según informes de la ONU del año 2003,
más de 30 millones de personas están infectadas con el VIH en el
África sub-sahariana. En el estado de Botswana, por ejemplo, el 40%
de las mujeres están infectadas por VIH, y en el de Lesotho lo está
un tercio del total de la población.13
12. PIGNARRE 124
13. PIGNARRE, Philippe. El gran secreto de la industria farmacéutica.
Barcelona: Gedisa, 2005 (original francés de 2003) p.117
Por falta de medicamentos anti-rretrovirales,
tres millones de africanos mueren todos los años de SIDA.
Gracias a esta libre competencia que eliminaba el sistema de
patentes, el precio del tratamiento anti-rretroviral se había
reducido en el año 2004 de 1.500 a 150 dólares por persona y año.14
Además, dado que no tenían que respetarse las patentes que obligan a
producir cada medicamento por separado, los laboratorios indios
podían combinar los tratamientos múltiples en una sola pastilla. La
reducción del coste y la simplificación del tratamiento que supone
la combinación de tres principios activos diferentes en una única
pastilla han tenido efectos dramáticos en la posibilidad de tratar
con éxito la epidemia de SIDA.
A escala mundial, unas 350.000 personas en tratamiento
anti-rretroviral dependen de la producción de genéricos en India.
Este número representa la mitad de la totalidad que toma
tratamiento anti-rretroviral en los países en vías de desarrollo.
Ello significa que menos de un 2,5% de los seropositivos por VIH
reciben tratamiento en los países en vías de desarrollo.
Millones de
personas mueren todos los años a causa de ello. Con el reforzamiento
internacional del sistema de patentes, todos los medicamentos
creados entre 1995 y 2005 más todos los que se creen a partir de
2005, estarán protegidos por la patente y no entrarán en competencia
libre, con lo que su precio puede encarecerse más de 10 veces (como
mínimo).
Y esto, en cuanto a los medicamentos esenciales para tratar
la infección de VIH, otras infecciones muy prevalentes y
potencialmente mortales (como la malaria o la tuberculosis) o
el
cáncer. Entre 1995 y 2005 ha habido en India 8.926 demandas de
patentes que, debido a la nueva ley impuesta por la OMC, ahora
deberán ser revisadas.
De estas casi 9.000 patentes, más de 7.000
proceden de multinacionales extranjeras, con el gigante farmacéutico Pfizer al frente.
Pfizer es hoy la mayor compañía farmacéutica del mundo, y uno de los
principales agentes económicos en EE.UU. Pfizer doblegó al gobierno
francés en 2002 con la amenaza de retirarse de Francia si sus
demandas no eran atendidas, es decir, si el gobierno francés ponía
pegas a sus precios claramente abusivos; el gobierno francés cedió y
no hubo escándalo.15
14. Nota de prensa de los responsables de la Campaña para el acceso a
las medicinas esenciales de Médicos sin Fronteras (MSF).
Prognosis:
short term relief, long-term pain. The future of generic medicines
made in India. 21 abril 2005
15. PIGNARRE, p.140
Si un estado de la Unión Europea como Francia
tuvo que ceder a sus demandas, ¿con qué fuerza política podrían
oponerse a la imposición de pactos bilaterales desventajosos los
países en vías de desarrollo?
La relación directa entre la imposición de una patente y la
mortalidad de la población puede ejemplificarse con el caso de
Brasil.
En Brasil, desde que se votaron leyes que prohíben patentar
los medicamentos aparecidos en el mercado brasileño antes de 1997,
pudieron producirse localmente equivalentes genéricos de 8 de los 12
anti-rretrovirales disponibles mundialmente con una reducción de
promedio del coste del 79%. En el año 2003 se constató que se había
estabilizado la epidemia y se había reducido la mortalidad a la
mitad.16
Con la nueva legislación internacional
la producción de genéricos de Brasil también quedará bloqueada.
Por su interés, reproduciremos a continuación algunos extractos de
la carta que Karim Laouabdia, portavoz de la campaña para el
acceso a las medicinas esenciales de Médicos sin Fronteras
(MSF), dirigió el 20 de septiembre de 2005 a
Pascal Lamy con motivo de su
elección como director general de la Organización Mundial del
Comercio (OMC):
“La crisis VIH/SIDA ha evidenciado la necesidad urgente de asegurar
que los medicamentos esenciales estén disponibles a precios
asequibles. Hoy, aproximadamente la mitad del millón de personas que
reciben tratamiento anti-rretroviral en los países en vías de
desarrollo dependen de la industria de genéricos.
Las dosis
combinadas que se producen en India simplifican enormemente la
administración del tratamiento anti-rretroviral y han jugado en papel
crítico en hacer llegar el tratamiento a las áreas de escasos
recursos.
La Declaración de Doha de la OMC del año 200117 representó un paso
fundamental para aumentar el acceso a los medicamentos.
16. PIGNARRE, p.127 17. La
Declaración de Doha (Qatar) de 2001 modificó gracias a fuertes
movilizaciones internacionales el escandaloso acuerdo de la OMC
sobre la obligatoriedad de las patentes de 1994 (Acuerdo sobre los
Derechos de la Propiedad Intelectual vinculados al Comercio, ADPIC
en castellano y TRIPS en inglés). Algunas de las cláusulas más
abusivas del ADPIC son: obligación por parte del laboratorio que
desee producir genéricos de un medicamento patentado de comprar al
propietario no sólo el derecho de patente de aquel medicamento sino
también de otros productos que éste quiera imponerle (ventas
vinculadas); derecho del propietario de la patente a determinar la
forma bajo la que el laboratorio comprador tiene que producir su
producto genérico; obligación del comprador a informar al
propietario de la patente de todas las mejoras realizadas en el
producto; limitación o prohibición de las exportaciones (cf.
LECOURIEUX A. “Patentes que Matan”. A Le Monde Diplomatique.
Diciembre 2005).
Esta
declaración apoya de forma clara a cualquier gobierno en la tarea de
proteger la salud de su población utilizando las brechas
legislativas del ADPIC para superar las barreras impuestas por el
sistema de patentes, y ayuda a los países menos desarrollados
extendiendo el periodo de transición libre de patentes hasta el año
2016.
Desde entonces, sin embargo, hemos asistido al desmantelamiento
sistemático de la Declaración de Doha mediante acuerdos comerciales
bilaterales que imponen niveles de protección de la propiedad
intelectual mucho más elevados que los exigidos por la OMC.
El impacto de la protección de patentes en los programas del VIH
será muy evidente en los próximos años, en los que un número muy
elevado de pacientes que se encuentran hoy en tratamiento se verán
obligados a sustituir su actual tratamiento por medicamentos más nuevos, de segunda línea.
Estos
medicamentos son de promedio de 4 a 10 veces más caros que los de
primera línea, y casi todos son o serán patentados en países pobres
que tendrían la capacidad de producirlos en versión genérica (India,
Brasil y Tailandia).
(...) Además, el impacto de la nueva legislación de patentes no se
limita a los medicamentos anti-rretrovirales, sino que afectará de
forma progresiva a todo el conjunto de enfermedades por lo que
refiere a los medicamentos que se desarrollen a partir de ahora.
(...) Hasta el momento - y en contra de las promesas realizadas
- el
aumento de la protección de patentes en los países en vías de
desarrollo no ha contribuido al incremento de la investigación.
Muchas enfermedades graves son simple-mente ignoradas.
Vivimos las
consecuencias de ello en nuestro día a día asistencial: cuando se
trata de diagnosticar la tuberculosis en personas infectadas por VIH;
al tratar enfermedades tropicales como la leishmaniasis, que afecta
a 12 millones de personas; en el seguimiento de los infectados con
el VIH y en el tratamiento de los niños con VIH...”
Menos de 3 meses después de haber
expuesto la urgencia de esta situación ante la OMC, Médicos sin
Fronteras emitía un comunicado de prensa en el que denunciaba
que, además de prohibir la producción de genéricos en los países
pobres, las compañías farmacéuticas se negaban a comercializar en
dichos países los medicamentos que no les aportaban suficientes
beneficios.18
18. LORENZ J, BERMAN D. “Companies not selling new AIDS drugs in
Africa”. MSF, 8 diciembre 2005.
El ejemplo que ponían era el de la
combinación anti-rretroviral
Kaletra de la casa Abbott. La casa
Abbott ha comercializado recientemente una versión del Kaletra que
no necesita refrigeración. A pesar de la gran utilidad que un
preparado así tendría en el contexto africano, debido a las elevadas
temperaturas y a la frecuencia con que se interrumpe el suministro
eléctrico, la casa Abbott se ha negado a comercializarlo en
África.
En cuanto a otro de los medicamentos
anti-rretrovirales recomendado por la OMS, el
Tenofovir, la casa Gilead, que
tiene su patente, tampoco lo ha comercializado en África.
3. RIQUEZA Y PODER CONTRA LOS POBRES
El extraordinario incremento de poder político y económico de las
grandes compañías farmacéuticas estadounidenses se inició con la ley
de extensión de patentes (Ley Hatch-Waxman) que la mayoría
republicana de la era Reagan aprobó en 1984, y se consolidó con la
creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1994,
destinada a asegurar que la globalización no atentara contra los
intereses del gran capital.19
3.1. RIQUEZA Y PODER DE LAS GRANDES COMPAÑÍAS FARMACÉUTICAS Los márgenes brutos de esta industria son del 70 al 90% y su tasa de
ganancias es la más elevada de todas (según la revista Fortune fue,
en el año 2000, del 18,6%, versus el 15,8% de los bancos comerciales.
La tasa de ganancias de Pfizer, la mayor compañía farmacéutica, fue
en el año 2004 del 22% del total de las ventas, que fueron de 53
billones de dólares 20 (para poder evaluar la potencia económica de
una empresa así puede resultar ilustrativo hacer notar que el total
de ingresos impositivos del conjunto del Estado español aquel mismo
año - 2004 - fue de 138 billones de euros y que el total de ingresos
derivados de las declaraciones de Renta fue de 32 billones de
euros).21
19.PIGNARRE, pp.13-14 20. “The Fortune 500”, Fortune 18 abril 2005 (F28). Citado en AGNELL,
p. xv 21.www.documentacion.minhac.es
A pesar de dichas ganancias billonarias, la carga
impositiva de la industria farmacéutica es muy inferior a la media de las empresas (de un 16,2%
versus el 27,3% del promedio de la gran industria), mientras que su
principal producto (los medicamentos de receta) incrementa de precio
muy por encima del nivel de la inflación (de un 6 a un 20% todos los
años).22
El lobby de las compañías farmacéuticas de
EE.UU. (la
PhRMA)
contaba en el año 2000 con 297 lobbysters profesionales, es decir,
uno por cada dos congresistas.23 Dicho número - que ya superaba en
mucho el de cualquier otro grupo de presión –, ha sido triplicado en
los últimos años, de modo que en 2002 la PhRMA financió el trabajo
de 675 lobbysters, lo que significa que había, trabajando en
Washington, más promotores de los intereses de las compañías
farmacéuticas que congresistas.24
Ello (como veremos en el apartado
3.2) ha hecho posible que esta industria consiguiera las ventajosas
condiciones que le han permitido dominar progresivamente el mercado
mundial: el 60% de las patentes de medicamentos son de EE.UU., versus
el 20% de la Unión Europea, y EE.UU. domina el mercado de los 50
medicamentos más vendidos (todos, blockbusters).25
Las exenciones y reducciones de impuestos expuestas más arriba y la
multiplicación de leyes y pactos favorables a partir de la era
Reagan muestran que la situación actual de desproporcionado
privilegio de que disfruta la industria farmacéutica no es fruto del
“libre mercado” sino de una política deliberada destinada a proteger
una industria que en EE.UU. es tan estratégica como la del petróleo.
En el año 2002, la suma de las ganancias de las 10 compañías
farmacéuticas más importantes superó las ganancias combinadas de las
otras 490 empresas que aparecen en la lista de las 500 industrias
más provechosas de la revista Fortune (las 10 farmacéuticas más
importantes, juntas, tuvieron un beneficio total de 35,9 billones de
dólares y las restantes 490 empresas, juntas, tuvieron un beneficio
total de 33,7 billones de dólares).26
La Dra. Marcia Agnell, editora
jefe durante casi 20 años de la revista médica de mayor impacto, el
New England Journal of Medicine, afirma lacónicamente:
“Una
industria con tal volumen de ganancias es como un gorila de 500 Kg.:
hace lo que quiere”.27
22. El precio del conocido antialérgico de la casa Schering-Plough
Claritine subió 13 veces en 5 años, con un aumento total del precio
del 50%, 4 veces por encima del aumento de la inflación. Citado en
AGNELL, p. xx 23.PIGNARRE, p.19 24.AGNELL, p. 198 25. Recordamos que un blockbuster es un medicamento con un volumen de
ventas anual superior a los mil millones de euros o de dólares. 26.AGNELL, p. 11
27.AGNELL, p. 3
Y Philippe Pignarre, directivo durante
diecisiete años de una gran compañía farmacéutica y actual-mente
profesor de la Universidad de París-VIII, insiste en que el mercado
no es ni ha sido nunca una realidad “natural” sino “cultural” o
“social”, o
sea, fruto de reglamentaciones y normas que no regulan una “realidad
natural” previa al establecimiento de las normas sino que “hacen
posible”, “dan a luz” o “modifican” una realidad intrínsecamente
cultural. El mercado siempre tiene normas que lo regulan.
El “mercado libre” (libre mercado) no existe; existe, eso
sí, el “mercado salvaje”, es decir, el mercado regulado según los
intereses del rey de la selva o del gorila de 500 Kg., y el “mercado
menos salvaje”, en el que las normas intentan temperar la avidez de
los más fuertes.28
28. PIGNARRE, p. 129
3.2. ¿CÓMO UTILIZAN LAS FARMACÉUTICAS SU PODER ECONÓMICO? Las grandes compañías farmacéuticas utilizan hoy su riqueza y poder
para defender sus propios intereses a costa del bienestar, la salud
y la vida de otras personas.
De acuerdo con el informe elaborado el año pasado (2005) por la
comisión de expertos del Parlamento inglés, los intereses de la
industria farmacéutica y los del conjunto de la población no
coinciden:
esta comisión constató que es, “esencial poner en marcha
un régimen regulador eficaz que consiga que la industria
farmacéutica no perjudique el bien común” 29 y determina que “el
objetivo de los nuevos medicamentos debería ser conseguir que los
pacientes obtengan un beneficio terapéutico real”.30
29. HOUSE OF COMMONS. The Influence of the Pharmaceutical Industry.
22 marzo 2005. p.5 30. HOUSE OF COMMONS, p.7 31. HOUSE OF COMMONS, p.5
-
¿Qué significa
este lenguaje?
-
¿El Parlamento tiene que regular que las compañías
farmacéuticas se dediquen a crear medicamentos que sean útiles para
los pacientes?
-
Si no producen medicamentos útiles, ¿a qué se dedican
hoy por hoy estas compañías?
-
¿Cómo obtienen los mil millonarios
beneficios que
hacen que el mismo informe que estamos citando afirme que la
industria farmacéutica debe ser considerada “una joya en la corona
inglesa” porque es la tercera industria más rentable del país, tras
el turismo y la banca? 31
-
¿Cómo consigue sus beneficios esta
industria si su principal actividad no es realizar medicamentos
útiles?
Las principales estrategias utilizadas hoy por la industria
farmacéutica para obtener sus ganancias mil millonarias son las
siguientes:
-
comercializar y efectuar una
extraordinaria presión propagandística de los
medicamentos que fabrica, aunque no sean útiles y puedan
ser nocivos e incluso mortales
-
explotar al máximo los
medicamentos (incluidos los esenciales) en forma de
monopolio y en condiciones abusivas que no tienen en
cuenta las necesidades objetivas de los enfermos ni su
capacidad adquisitiva
-
reducir a la mínima
expresión o eliminar totalmente, en algunos casos, la
investigación de las enfermedades que afectan
principalmente a los pobres, porque no resultan
rentables, y concentrarse en los problemas de las
poblaciones con un alto poder adquisitivo, aun cuando no
se trate de enfermedades (como la proliferación de
“medicamentos” antienvejecimiento)
-
forzar las legislaciones nacionales e internacionales a que
favorezcan sus intereses, aunque sea a costa de la vida de millones
de personas
3.2.1. Medicamentos inútiles, nocivos e incluso mortales Datos de la agencia reguladora de los medicamentos de
EE.UU. (FDA) 32
muestran que entre 1998 y 2002 se registraron 8 suicidios en EE.UU.
entre enfermos de epilepsia que tomaban gabapentina de la casa
Pfizer (su nombre comercial es Neurontin).
En el primer semestre de
2003, el número de suicidios registrado fue de 17.
Después de que un
bufete de abogados estadounidense hiciera públicos dichos datos y se
abriera un registro propio de los citados incidentes, en los 12
meses que van de septiembre de 2003 a agosto de 2004 se documentaron
2.700 intentos de suicidio entre los enfermos que tomaban gabapentina, de los que 200 terminaron con la muerte del enfermo.
2.500 intentos fallidos y 200 muertes en 12 meses.
En noviembre de
2004 la revista British Medical Journal (BMJ) informaba del hecho
que, una vez se les habían remitido los datos, ni la compañía Pfizer
ni la agencia reguladora FDA habían tomado todavía medida alguna, ni
siquiera la de indicar en el prospecto el incremento del riesgo de
suicido.33 En el momento de escribir estas líneas he consultado la
página Web de la compañía Pfizer.
En los advertimientos, Pfizer deja
constancia de la posibilidad que el Neurontin incremente el riesgo
de suicido, pero para encontrar esta información tienen que leerse
26 páginas de explicaciones farmacológicas y de posibles efectos
secundarios.34
En cuanto al antidepresivo sertralina (Zoloft), también de la casa
Pfizer, el mismo BMJ informaba que la compañía había ocultado
información sobre los posibles efectos secundarios de intento de
suicidio y agresividad.35
Tras el caso de Christopher Pittman (un
niño de 12 años que empezó a mostrar un comportamiento altamente
agresivo a las pocas semanas de iniciar un tratamiento con
sertralina y que, dos días después de que le doblaran la dosis,
asesinó a sus abuelos e incendió su casa) y una acumulación de
evidencias en dicho sentido, la agencia europea de regulación de
los medicamentos finalmente ha desaconsejado su uso en menores.36
32.Food and Drug Administration (FDA)
33. EATON, Lynn. “More surveillance of drugs is needed to protect
public”. BMJ, 2004; 329:1124 34. www.pfizer.com/pfizer/download/uspi_neurontin.pdf
35. LENZER, Jeanne. “Documents missing from a 10 year old murder case
sen to the BMJ”. BMJ, 2004; 329: 1365 36. EATON, Lynn. “Regulator restricts use of SSRIs in children”. BMJ,
2005;330:984
Los medicamentos inútiles se conocen en el argot farmacéutico con el
nombre de “medicamentos yo también” (me-too drugs).
Estos medicamentos
se diseñan y comercializan con el objetivo de sustituir a un
medicamento anterior cuya patente está a punto de expirar. Por lo
que refiere a sus propiedades terapéuticas, son esencialmente las
mismas que las del medicamento anterior pero, dado que se aprueban
como si fueran medicamentos nuevos, la compañía farmacéutica que los
fabrica tiene derecho a explotarlos en régimen de monopolio
protegido por el derecho de patente durante unos cuantos años.
El
éxito de los medicamentos inútiles se explica únicamente por el
poder del marketing sobre los médicos y los pacientes (véase el
apartado 4.2).
Un ejemplo de estos medicamentos sería la
cerivastatina de la casa
Bayer (sus nombres comerciales son Baycol, Lipobay, Cholstat y
Staltor), un medicamento anticolesterol que en el año 2001 tuvo que
ser retirado del mercado cuando se comprobó que había sido el
causante de 1.100 casos de rabdomiolisis severa (destrucción
muscular que puede ser irreversible) y de un centenar de muertes.37
Otro ejemplo aún más reciente es el de los anti-inflamatorios Vioxx
(de la casa Merck) y Bextra y Celebrex (de Pfizer). Estos
medicamentos no demostraron ningún beneficio objetivo en los ensayos
clínicos previos a su comercialización que los comparaba con otros
anti-inflamatorios ya existentes,38 pero en 1998 y 1999 recibieron el
visto bueno de las agencias reguladores porque se esperaba que
tuvieran menores efectos secundarios.
En septiembre de 2004, Vioxx
se retiró del mercado después de que se constatara que sus efectos
secundarios no sólo no eran menores sino que incluso eran mortales (ataques
al corazón y embolias). La agencia reguladora de los medicamentos en
EE.UU. consideró que Vioxx podía haber sido responsable de 27.785
muertes por ataque al corazón entre 1999 y 2003.39
En abril de 2005, Bextra y Celebrex (de Pfizer) se retiraron también del mercado tras
unos cuantos meses de estira y afloja con las autoridades sanitarias
que pusieron de manifiesto la gran influencia política de estas
compañías.40
37. PIGNARRE, p. 37; AGNELL, p. 81; vegeu també www.humanite.fr 38.AGNELL, p. 269; PIGNARRE, p. 143
39. Estudi de David GRAHAM, director associat de ciència de l'oficina
per la seguretat dels medicaments de l'agència reguladora dels
medicaments dels EEUU (FDA's Office of Drug Safety). Citat a
www.consumeraffairs.com i a l'informe HOUSE OF COMMONS, pàgina 4. 40.AGNELL, pp. 270-72
Cuando se desarrolla un nuevo medicamento, siempre existe un riesgo
de efectos secundarios no deseados que no han podido detectarse en
la fase de estudio. Hay que contar con ello.
Pero, entonces, si todo
nuevo medicamento tiene un riesgo potencial de causar efectos
secundarios serios o incluso la muerte,
-
¿Por qué se desarrollan
medicamentos nuevos que no aportan ninguna mejora terapéutica
respecto a otros ya existentes?
-
¿Por qué los producen los
laboratorios?
-
¿Por qué las agencias reguladoras los aprueban?
-
¿Por
qué los médicos los recetan?
Dentro de este apartado de comercialización injustificada, deben
mencionarse por último los medicamentos destinados a curar enfermedades
- como la disfunción sexual femenina - que la industria farmacéutica ha creado según sus intereses.
Algunos ejemplos de condiciones de la vida humana etiquetados como
“enfermedad” para poder comercializar medicamentos que las sanen
serían:
-
la menopausia (para poder vender tratamientos hormonales
sustitutivos que hoy en día han demostrado un inaceptable nivel de
efectos secundarios)
-
la tristeza más o menos fisiológica, adaptativa o incluso creativa, que se etiqueta de
depresión, para
poder vender antidepresivos (que ya hemos visto que pueden causar
homicidios y suicidios) 41
-
las dificultades de memoria propias de
la gente mayor que se etiquetan como “déficit cognitivo incipiente”
para poder vender medicamentos antidemencia (al saber que sufren
demencia los ancianos se deprimen y entonces, además del medicamento
antidemencia, puede vendérseles un antidepresivo).
En inglés tienen
una expresión popular para denunciar esta penetración abusiva del
modelo médico en ámbitos de la vida que no le son propios; dicen: “a pill for every ill”.42
El informe 2005 de la comisión de expertos del Parlamento inglés
constata que en 2003 se vendieron en Inglaterra 650 millones de
medicamentos de receta (o sea, sin tener en cuenta todos los
medicamentos que pueden adquirirse directamente en la farmacia sin
que los recete un médico).
Este número refleja un incremento del 40%
respecto a los medicamentos vendidos 10 años antes y significa que
cada ciudadano inglés toma una media de 13,1 medicamentos de receta
al año.43
Este mismo informe especifica que,
“está claro que no puede acusarse
en solitario a la industria farmacéutica del problema de la medicalización de la sociedad, pero dicha industria ha exacerbado el
problema estimulando una confianza enfermiza en el uso de los
medicamentos; la tendencia actual es catalogar cada vez más y más
individuos como 'anormales' y necesitados de tratamiento
farmacológico”.44
Según la red de centros regionales de farmaco-vigilancia de Francia, todos los años, 1.300.000 franceses
son hospitalizados en el sector público por efectos indeseables de
un medicamento. Este número es el 10% del total de las
hospitalizaciones.
De estas personas, una tercera parte se
encuentran en estado grave y 18.000 mueren cada año (el doble del
número de muertes por accidentes de carretera).45
41. HOUSE OF COMMONS, p. 8, constata que un 65% de persones que
prenen antidepressius no els necessiten. Entre un 65 i un 95% la
indicació és dubtosa. Només en un 5% dels casos l'antidepressiu està
justificat mèdicament. 42. Podríem traduir "una prescripció (farmacèutica) per a cada
preocupació". 43.HOUSE Of COMMONS, p. 7 44.HOUSE Of COMMONS, p. 4
45. PIGNARRE, p.147. A Anglaterra, les hospitalitzacions a causa
d'efectes secundaris de medicaments representen un 5% del total (cf.
HOUSE Of COMMONS, p. 4).
3.2.2. Explotación de medicamentos esenciales en condiciones
abusivas Al discutir la comercialización de los anti-rretrovirales en África,
hemos visto el brutal impacto que la nueva legislación sobre
patentes, en vigor en 2005, tiene sobre el acceso a los medicamentos
esenciales en los países pobres.
Pignarre caracteriza así la
respuesta de las grandes compañías farmacéuticas a las denuncias que
les llegan de las organizaciones humanitarias:
“La industria farmacéutica explica que todo ataque al derecho de
patentes en el Tercer Mundo, y en particular en África, con relación
a los medicamentos contra el SIDA, significará el final de unas
investigaciones que ya nadie querrá financiar. (...) No obstante, si
se sigue dicho razonamiento, el progreso no podría continuar sin el
precio de millones de vidas humanas que habitan en el Tercer Mundo,
y ello teniendo en cuenta que este progreso del que se habla es sólo
una promesa…
Incluso si fuera una promesa plausible, se trataría de
optar por prolongar la duración y la calidad de vida de las
poblaciones privilegiadas del Norte a costa de acortar de forma
inmediata, en decenas de años, la esperanza de vida en el Sur. ¡Lo
que equivale a condenar al 90% de quienes tienen necesidad de
medicamentos para seguir viviendo, para que los precios sigan siendo
elevados para el 10% de los privilegiados!
Esta dialéctica obscena
en la que, de modo unánime, quiere encerrarnos la industria
farmacéutica de los países ricos, es el inicio de un reinado de
terror”.46
En plena polémica sobre la obligatoriedad impuesta a los países
pobres de respetar las abusivas patentes de los anti-rretrovirales a
costa de la vida de sus ciudadanos, la Organización Mundial de la
Propiedad Intelectual (OMPI)
- que forma parte de la ONU - elaboró un
documento de propaganda a favor de las compañías farmacéuticas en el
que tachaban de “mitos” y se refutaban con argumentos falsos las
seis acusaciones principales contra el sistema de patentes.
Reproducimos en versión resumida la formulación que hizo la OMPI de
tales “mitos” y algunos de los comentarios que hace sobre ello Ph.
Pignarre:47
46. PIGNARRE, p. 121 47. PIGNARRE, pp. 125-27
-
Las dificultades de acceso a la atención sanitaria y de
disponibilidad de medicamentos esenciales son consecuencia del sistema de patentes. Si
ello es un mito, ¿por qué los países que no respetaron el sistema de
patentes (como India) han podido actuar mucho mejor contra el SIDA
que los países que, por las buenas o por las malas, tuvieron que
aceptarlos?
-
El coste elevado de los medicamentos es principalmente una
consecuencia del sistema de patentes que permite que los
industriales fijen precios artificial-mente elevados.
Si ello es un mito, ¿por qué el fluconazol, un medicamento utilizado
en enfermos de SIDA, tiene un precio de mercado que varía entre 14 y
25 euros en los países donde Pfizer ha mantenido su monopolio y de
sólo 0,75 euros en los países donde existen genéricos? ¿Por qué la
compañía india de genéricos Cipla pro-pone a MSF un coste anual de
la triterapia anti-sida de 350 euros por paciente contra los 10.400
euros exigidos por los laboratorios occidentales?
-
El sistema de patentes favorece los intereses de los industriales
a expensas del
bien común. A la práctica existe contradicción entre los intereses
de los industriales y el bien común. El mercado en general - muy
particularmente el mercado de los medicamentos - no es libre; está
sometido a regulación en todos los países. Actualmente, esta
regulación favorece a los industriales. Como recomienda el comité de
expertos del Parlamento inglés, deberían modificarse las normas en
favor de la salud pública.
-
El sistema de patentes imposibilita una auténtica competencia.
Eso nadie lo dice. Sí permite la competencia, pero conforme a unas
reglas que no favorecen el bien común.
-
El sistema de patentes es singularmente injusto con los países
subdesarrollados, que deben dar respuesta a situaciones sociales y
económicas muy complejas y deberían estar exentos de las
obligaciones ligadas a la propiedad intelectual internacional,
especialmente en el caso de ciertos medicamentos.
Ello no sólo no es un mito sino que se trata de una urgencia
sanitaria de primera magnitud. Debe instaurarse un forum
internacional en el que EEUU no posea derecho de veto.
-
Los tratados internacionales sobre la protección mediante
patentes impiden el ejercicio del derecho humano fundamental a
disponer de los medicamentos que pueden salvar la vida.
Como hemos visto, hay casos en que esto es cierto. Es preciso un
nuevo sistema de patentes.
El abuso del actual sistema de
explotación de patentes no afecta sólo a los países del
Tercer Mundo. En los países ricos, cada vez hay más gente
que tiene dificultades para pagar el precio de los
tratamientos prescritos.
Estas personas tienen que hacer
equilibrios entre las facturas de alimentación o de
calefacción y las de los medicamentos. Para reducir gastos,
hay quien toma sus medicamentos día sí día no, y quien los
comparte con otros miembros de la familia. En EE.UU. no es
raro que el precio de tomar un medicamento durante un año
sea de 1.500 dólares. Las personas de más de 65 años toman
en este país (y cada vez más también en el nuestro) una
media de 6 medicamentos.
Ello representa un gasto de
9.000 dólares al año.48
48. AGNELL, pp. xxi-xxii
3.2.3. Investigación en función del beneficio económico potencial En 2001, el grupo de
Médicos sin Fronteras (MSF) para el estudio de
las enfermedades olvidadas publicó un in-forme titulado
Desequilibrio fatal que impactó a la opinión pública. MSF montó una
exposición itinerante para dar a conocer mejor los resultados de su
investigación.
El informe concluyó que las enfermedades que afectan
principal-mente a los pobres no tienen demasiadas opciones
terapéuticas disponibles y casi no se investigan, a pesar de que
afecten de forma grave o mortal a millones de personas y sean
potencialmente curables. Las enfermedades que afectan principalmente
a los pobres se investigan poco y las enfermedades que afectan sólo
a los pobres no se investigan nada.
Algunas de estas últimas no
tienen opción terapéutica alguna, como la fase crónica de la
enfermedad de Chagas, una infección que afecta a millones de
personas en Latinoamérica.
El título del informe, Desequilibrio fatal, se refiere al hecho de
que sólo el 10% de la investigación sanitaria mundial (la de las
compañías farmacéuticas más la de todos los gobiernos y
universidades del mundo) está dedicada a enfermedades que afectan al
90% de los enfermos del mundo. Es conocido el escandaloso
desequilibro de riqueza de nuestro mundo, donde el 20% de la
población mundial disfruta y malgasta el 80% de la riqueza del
planeta, y el 80% de la población malvive y muere con el 20%
restante de los recursos.
Podría pensarse que en el ámbito de las
enfermedades el desequilibrio podría corregirse en parte porque es
un tema que despierta la compasión y las ganas de ayudar, y donde
hay muchas organizaciones internacionales implicadas… Pues bien, el
desequilibro entre pobres y ricos propio de nuestro mundo no sólo no
se reduce en cuanto a la disponibilidad de medicamentos, sino que
resulta mucho peor.
El 90% de los recursos sanitarios son dedicados
a investigar las enfermedades que afectan al 10% de los enfermos
(los del Primer Mundo), y sólo un 10% de los recursos se dedican a
investigar las enfermedades que afectan al 90% de los enfermos. Este
dato se conoce como “desequilibrio 10/90”.49
49. “Fatal Imbalance” MSF, p.10
Las enfermedades tropicales son enfermedades olvidadas. Del total de
1.393 medicamentos comercializados entre 1975 y 1999, sólo 13 (1%)
estaban destinados al tratamiento de una enfermedad tropical. Las
enfermedades olvidadas incluyen: la malaria, la tuberculosis, la
enfermedad del suelo (tripanosomiasis africana), la enfermedad de
Chagas (tripanosomiasis sudamericana), la úlcera de Buruli, el
dengue, la leishmaniasis, la lepra, la filariasis y la
esquistosomiasis.
Excepto las dos primeras, todas estas enfermedades afectan casi exclusivamente a los
pobres.
Hasta hace muy poco, los pacientes que sufrían la enfermedad del
sueño sólo tenían una opción terapéutica, muy dolorosa y altamente
tóxica, porque el medicamento contenía arsénico. Para los que sufren
de forma crónica la enfermedad de Chagas, no existe aún tratamiento
(la enfermedad sólo se da en Latinoamérica y recibe el nombre del
médico brasileño que la describió por primera vez en 1909).
El
agente causal es un parásito trasmitido por insectos que pican a las
personas y les inoculan la infección. La fase aguda tiene una
mortalidad muy alta, sobre todo en niños, y la fase crónica tiene un
32% de mortalidad por las lesiones cardiacas y digestivas
ocasionadas por la multiplicación del parásito. Se estima que unos
20 millones de personas sufren dicha enfermedad.
Los autores del informe de MSF, en colaboración con la Escuela de
Salud Pública de Harvard, enviaron un cuestionario a las 20
compañías farmacéuticas más importantes del mundo solicitándoles
información sobre sus programas de investigación.
Sólo 11 empresas
respondieron; entre ellas, 6 de las 10 más importantes. Como hemos
visto, estas compañías son gigantes empresariales con miles de
millones de beneficios anuales. De estas 11 empresas, no había
ninguna que investigara la enfermedad del sueño y sólo 3 invirtieron
algo en una de las otras dos enfermedades más olvidadas del mundo:
la enfermedad de Chagas y la leishmaniasis.
Se puede objetar que las empresas privadas tienen derecho a invertir
su dinero allá donde les plazca, pero resulta que el dinero que
financia las investigaciones no es sólo privado, sino que en 6 de
las 11 compañías procedían de convenios con la sanidad pública. Es
decir, que el público en general pagamos dos veces por el mismo
producto y, además, no tenemos control democrático sobre las
prioridades con que se gasta dicho dinero.
Pagamos primero para
financiar las investigaciones y después para adquirir el producto.
¡Así no es de extrañar el nivel de beneficios!
De los 17 ensayos
clínicos que validaron los 5 medicamentos más vendidos durante el
año1995 (Zantac, Zovirax, Capoten, Vasotec y Prozac), sólo 1 había
sido financiado por la industria farmacéutica.
Del conjunto de
estudios que fueron relevantes para llegar a desarrollar estos cinco
medicamentos, sólo un 15% fueron financiados por la industria
farmacéutica; el 55% del trabajo de investigación provino de NIH
(institución pública que depende del gobierno de EE.UU. y es
financiada a través de los impuestos) y el 30% restante, de
instituciones académicas de fuera de EE.UU., financiadas en su mayoría
también con dinero público.50
Un estudio de The Boston Globe sobre
los 50 medicamentos más vendidos del 1992 al 1997 demostró que 45
habían recibido financiación pública.51
50. AGNELL, p. 65 51. AGNELL, p. 65
Los investigadores de MSF
dejan claro que no son sólo los laboratorios los responsables del
desequilibrio fatal, sino todas las instituciones públicas y
privadas que colaboran para que la producción de medicamentos se oriente de forma exclusiva a la ganancia económica y se
menosprecie el sufrimiento de los enfermos.52
Si, como hemos visto,
las enfermedades más estudiadas no son las enfermedades más graves
que afectan a la humanidad, ¿cuáles son, pues? Según el mismo
in-forme de MSF, en 2001 la mayor parte de los esfuerzos financieros
e intelectuales de la investigación sanitaria de todo el mundo
fueron destinados a investigar la impotencia, la obesidad y el
insomnio.53
Además de no ser tenidos en cuenta cuando de trata de decidir las
prioridades de la investigación de nuevos medicamentos, los enfermos
de los países pobres - especialmente los africanos - son utilizados
como cobayas para obtener informaciones sanitarias varias que
después rentabilizarán sin que ningún porcentaje de los beneficios
obtenidos retorne a aquéllos que quizás han pagado con su vida.
En
Kenya, por ejemplo, y bajo la responsabilidad de la Universidad de
Washington, se realizaron, a finales de la década de los noventa,
estudios clínicos para observar la evolución natural de la
enfermedad del SIDA.
Lo que significa que, con la excusa de que
hubieran muerto igualmente, se sometió a centenas de africanos a
pruebas complementarias para analizar cómo iban deteriorándose hasta
la muerte a medida que avanzaba la infección
sin ofrecerles en ningún momento el tratamiento que podría haberla
detenido.54
52. MSF, p. 10 53. MSF, p. 12 54. PIGNARRE, p. 150
En 2000, David Rothman, en el estudio
La vergüenza de la
investigación médica, demostró que en 15 de los 16 ensayos clínicos
que se llevaban a cabo en países en vías de desarrollo para estudiar
un método más económico de prevenir la transmisión del virus del SIDA
durante el embarazo, las mujeres de los grupos de control recibieron
un placebo (una pastilla de azúcar) en vez del tratamiento con AZT
que está demostrado que evita la transmisión materno-fetal del virus.
Según la convención de Helsinki para los protocolos éticos de la
investigación médica, lo que debería haberse hecho habría sido
comparar la nueva alternativa terapéutica con el tratamiento más
eficaz de todos los existentes. Esto es lo que hizo la Escuela de
Salud Pública de Harvard en su estudio en Tailandia. Fueron los
únicos que lo hicieron así.
El resto de los estudios - que reclutaron
a un total de 17.000 mujeres - permitieron que la mitad de dichas
mujeres se sometieran a las extracciones de sangre y las pruebas
complementarias requeridas en los protocolos de estudio y tomaran
diariamente una pastilla que era de azúcar y no servía para nada
mientras su salud iba empeorando por falta de tratamiento y el virus
iba infectando a los hijos que llevaban en su vientre.55
55. ROTHMAN, David. “The shame of medical research”. The New York
Review of Books, 30 noviembre 2000. Citado en Pignarre, p. 150.
3.2.4. Manipulación de la legislación del propio país y de los acuerdos internacionales Que la industria farmacéutica dispone en
EE.UU. (sede de las compañías
que dominan el mercado global) de un número de lobbysters
profesionales superior al número de congresistas, significa a la
práctica que cada parlamentario tiene asignado uno o más de estos
profesionales que estudian su perfil psicológico, su historia
personal y laboral y detectan los puntos débiles por los que pueden
presionarle para que vote - o proponga - en el Parlamento leyes
favorables a los intereses de la industria farmacéutica (que, como
hemos visto, son contrarios al bien común) y para que vote en contra
o desestime las propuestas contrarias a dichos intereses.
En el año
2002, 26 de estos 675 lobbysters eran ex parlamentarios, y 342 de
estos 675 eran ex trabajadores del Parlamento, y 20 habían detentado
cargos directivos.56
A la par que buscan influir en los más altos niveles del gobierno
supuestamente democrático de EE.UU., las compañías farmacéuticas han
empezado otra estrategia: promover organizaciones que se presenten a
sí mismas como iniciativas espontáneas promovidas y gestionadas por
ciudadanos preocupados por un tema que les afecta, cuando en
realidad dichos ciudadanos son trabajadores de las compañías
farmacéuticas pagados para promover los intereses de estas compañías
“desde abajo” y sin que se note.57
56. AGNELL, p. 198 57. AGNELL, p. 201
Estas asociaciones son
especial-mente útiles cuando se empieza a hablar de la posible
retirada del mercado de un medicamento nuevo debido a sus efectos
secundarios.
Cuando pasa algo así, estas asociaciones “espontáneas”
se quejan y se ocupan de bombardear a los medios de comunicación con
un alud de testimonios de pacientes que declaran haber experimentado
una gran mejoría con el nuevo medicamento que ahora quiere retirarse
y que no habían experimentado nunca antes con ningún otro
medicamento (y que, a cambio de su testimonio, reciben dinero u
otras compensaciones de parte de las compañías farmacéuticas que
comercializan el medicamento que ellos declaran que les resulta
vital).
Consecuencia directa y nefasta de esta indebida influencia y de esta
antidemocrática manipulación es que ni la agencia reguladora de los
medicamentos de EE.UU. (la FDA) ni ninguna otra agencia reguladora del
mundo exigen lo que parece lógico y natural en un mercado tan
sensible como el de los medicamentos: teniendo en cuenta que los
efectos secundarios de un medicamento nuevo pueden ser mortales,
parece obvio que la agencia reguladora exija que, para dar el visto
bueno necesario para comercializar un medicamento nuevo, tenga que
demostrarse que este medicamento es mejor que los tratamientos
disponibles hasta el momento.
Esto no funciona así. Para poder
comercializar un medicamento nuevo basta con demostrar que es mejor
tomarlo que no seguir tratamiento alguno. Así, los estudios clínicos
no se llevan a cabo comparando la eficacia del nuevo medicamento con
alguno de los antiguos, sino comparándola con la del “placebo” (una pastilla de azúcar).
Que para patentar un medicamento nuevo no se requiera demostrar que
este medicamento representa una mejora sobre los ya existentes
explica la proliferación de los medicamentos de “yo también”.
Medicamentos que, además de ser inútiles, pueden provocar la muerte
o enfermedades graves e irreversibles. Para una compañía
farmacéutica es mucho más rentable imitar un medicamento ya
existente y comercializarlo con una patente nueva cuando se le acabe
el derecho a explotar en régimen de monopolio la patente del primero
que investigar nuevas moléculas desde el principio. Del año 2000 al
año 2004 se aprobaron en EE.UU. 314 medicamentos nuevos de los que
sólo 32 pueden considerarse realmente “nuevos”.58
Como veremos, esta posibilidad de rentabilizar la industria
produciendo medicamentos que son simples imitaciones de otros ya
existentes y que no significan innovación alguna tiene mucho que ver
con la crisis en que se encuentra esta industria actualmente (ver el
apartado 4.1).
Que las agencias reguladoras exijan que los nuevos medicamentos
demuestren ser una mejora para poder patentarse parece una demanda
básica, pero quizás más básico sería todavía que los medicamentos
fueran evaluados por organismos independientes y no por los mismos
que tienen que explotarlos económicamente.
En estos momentos, ningún
país en el mundo cuenta con un organismo independiente para evaluar
la eficacia y la seguridad de los medicamentos. Las agencias
reguladoras existentes evalúan los datos que les ofrecen las
compañías farmacéuticas, pero no llevan a cabo ningún estudio
propio. Las compañías farmacéuticas fabrican los medicamentos, los
evalúan y los comercializan.
La única tarea que queda fuera de sus
competencias directas es la necesaria aprobación previa a su
comercialización.
Ésta es competencia de las agencias reguladoras
que son las mismas que, una vez un medicamento ha sido aprobado,
velan también para detectar la aparición de efectos secundarios no
previstos y son responsables de ordenar la retirada de un
medicamento del mercado si sus efectos secundarios se demuestran
peligrosos.
¿Han intentado las compañías farmacéuticas utilizar su
inmenso poder para controlar también las agencias reguladoras? La
respuesta es sí. ¿Lo han conseguido? En EE.UU., en buena parte, sí.
Veámoslo.
En el año 1992, el Congreso de los
EE.UU. aprobó una ley que permitía
a las compañías farmacéuticas acelerar la tramitación de las nuevas
patentes a cambio de una compensación económica.59
58. AGNELL, p. 234 59. Prescription Drug User Free Act, 1992.
La forma como
funciona es que cualquier compañía farmacéutica que desee patentar
un nuevo medicamento puede pagar - si quiere - una suma considerable a
la agencia reguladora FDA para que ésta pueda contratar más
trabajadores y así pueda decidirse con mayor diligencia si un
determinado medicamento debe o no aprobarse.
Oficialmente, no se trata de comprar el “visto bueno” gubernamental,
sino simplemente de contribuir económicamente al mejor
funcionamiento de la agencia reguladora. A la práctica, sin embargo,
lo que nos encontramos es que los lugares de trabajo de los
funcionarios que tiene que aportar la información necesaria para que
se decida si un medicamento se aprueba o no dependen en último
término de la compañía farmacéutica que tiene interés en patentar
dicho medicamento.60
En estas condiciones, no es de extrañar que
desde que se aprobó la citada ley haya habido un incremento no del
número de patentes concedidas (cosa lógica si se tiene en cuenta que
se ha aumentado el número de trabajadores) sino de su porcentaje
(antes se evaluaban, por ejemplo, 10 medicamentos nuevos cada año y
se concedía el visto bueno a 5; ahora se evalúan, por ejemplo, 100 y
se concede el visto bueno no a 50, como cabría esperar, sino a 80).
Esta situación irregular y comprometedora de la neutralidad de los
investigadores de la FDA no habría sido posible sin que la industria
farmacéutica controlara al mismo tiempo el nombramiento del máximo
cargo directivo de la FDA (cosa que ha hecho, por ejemplo, al
bloquear en el año 2002 la candidatura del respetado catedrático de
farmacología Dr. Alastair Wood en favor del poco reconocido Dr.
Mark
McClellan que, a parte de ser hermano del secretario de prensa de la
Casa Blanca, tenía el mérito de estar totalmente a favor de la
política del lobby de las compañías farmacéuticas
PhRMA y de sus
prácticas fraudulentas. El Dr. McClellan ha sido la máxima autoridad
de la FDA del año 2002 al año 2004).61
60. AGNELL, 208-11. 61. AGNELL, 211-14.
Pero eso no es todo.
En 1997, el Congreso legisló que una compañía
informática llamada “Drugdex” estaría desde aquel momento (además de
las dos compañías sin ánimo de lucro que habían realizado hasta
entonces ese trabajo) autorizada a elaborar y distribuir a cambio de
una suscripción anual de
3.823 dólares un listado propio de los usos de los medicamentos
destinado a ampliar de forma oficial los usos reconocidos por la
agencia reguladora FDA en el momento de garantizar la patente.
Podemos preguntarnos: ¿es posible utilizar un
medicamento para un uso no reconocido por la agencia
reguladora de los medicamentos?
La respuesta es sí, porque los
médicos estamos en principio autorizados a utilizar los
medicamentos de la forma y en la dosis que nos parezcan
oportunas, siempre bajo nuestra responsabilidad y siendo
concientes que podemos ser denunciados si realizamos un uso
indebido de los mismos. Pero un uso indebido no equivale a
un uso no sancionado por la agencia reguladora.
Los médicos tenemos que contar
con un margen de maniobra reconocido y respetado y es correcto que
así sea. Sin embargo, una cosa es permitir que cada médico utilice
su criterio clínico como le parezca oportuno bajo su responsabilidad
directa y otra muy distinta es crear, con el amparo parlamentario,
un segundo listado oficial de usos
de los medicamentos paralelo al de la agencia reguladora de los
medicamentos y mucho más amplio.
El beneficio directo para la industria farmacéutica está claro:
cuantas más indicaciones tengan los medicamentos, mayor mercado
potencial. La empresa Drugdex no pertenece a ninguna compañía
farmacéutica, pero forma parte del grupo empresarial
Thomson
Corporation, dedicado a organizar e impartir cursos de formación
permanente para médicos.
El vínculo con las compañías farmacéuticas
se establece de la siguiente forma:
-
una compañía
farmacéutica tiene interés en ampliar las
indicaciones de unos de medicamentos
-
entra en contacto con Drugdex
para solicitarle que incluya la nueva indicación en
su lista
-
Drugdex la incluye sin
evaluar con suficiente rigor los datos aportados por
la compañía farmacéutica
-
a cambio, la compañía farmacéutica financia un curso de formación
permanente impartido por los profesionales del grupo empresarial Thomson, al que pertenece Drugdex
-
para terminar de pulirlo, el tema del curso es, naturalmente, las
nuevas indicaciones del medicamento en cuestión.
A medida que el curso se imparte en más y más centros médicos, el
grupo Thomson sale ganando porque imparte el curso y cobra por ello,
y la compañía farmacéutica sale ganado porque los médicos
aleccionados por los profesionales de Thomson empiezan a recetar el
medicamento en cuestión para las nuevas indicaciones y amplían así
obedientemente el mercado y los beneficios.
Los médicos que recetan
medicamentos para indicaciones listadas en Drugdex están cubiertos
legalmente si surgen complicaciones. Además, el programa público
Medicare que ayuda a las personas mayores de EE.UU. a pagar el precio
de las recetas de medicamentos está obligado por ley a remunerar al
menos parcialmente las recetas si las indicaciones están listadas en
Drugdex.62
62. AGNELL, 202-06
A través del programa Medicare se produce una transferencia directa
de dinero público a los fondos de las compañías farmacéuticas; el
resto de sus beneficios proceden de los bolsillos de los pacientes
estadounidenses, especial-mente de los más mayores, que son los que
toman más medicamentos.
El medicamento Neurontin (gabapentina), del que he hablado en el
apartado 3.2.1, además de servir para la epilepsia, la indicación
médica para la que se le reconoció la patente, puede ser
“oficialmente” utilizado para 48 indicaciones más según la lista de
Drugdex. Estas indicaciones adicionales incluyen causas tan comunes
como el hipo, el tratamiento para dejar de fumar o la migraña.
Debe
recordarse aquí lo dicho en el apartado 3.2.1 del Neurontin: en
primer lugar, es un medicamento de los de “yo también”, es decir,
que no debería haber sido aprobado, en primer lugar porque no aporta
ningún beneficio real, y en segundo lugar porque,
“en los 12
meses que van de septiembre de 2003 a agosto de 2004 se documentaron
2.700 intentos de suicidio entre los enfermos que tomaban Neurontin,
de los que 200 terminaron con la muerte del enfermo” y porque “en
los advertimientos, Pfizer deja constancia de la posibilidad que el
Neurontin incremente el riesgo de suicido, pero para encontrar esta
información tienen que leerse 26 páginas de explicaciones
farmacológicas y de posibles efectos secundarios”.63
¿Cómo puede ser
que se apruebe oficialmente un medicamento con dicho perfil de
efectos secundarios para tratar 48 condiciones médicas distintas?
En este contexto, no es de extrañar que la comisión de expertos del
Parlamento inglés haya recomendado que su sistema de salud pública
adquiera la capacidad de llevar a cabo sus propios estudios y que
sea dotado de las competencias necesarias para poder exigir a las
compañías farmacéuticas que deseen patentar nuevos medicamentos que
realicen ensayos clínicos comparativos con los medicamentos ya
existentes que demuestren que los nuevos son más eficaces.64
En cuanto a la política internacional, las presiones de las grandes
compañías farmacéuticas se median de dos formas:
-
a través de la presión del gobierno de
EE.UU. sobre otros países, a los que amenaza con
sanciones económicas y a los que impone pactos
bilaterales desventajosos para ellos y beneficiosos
para la industria farmacéutica estadounidense
-
a través de la OMC,65 uno de cuyos primeros acuerdos fue el ADPIC
(TRIPS),66 que, además de imponer un sistema de patentes
abusivo a todos los países - incluidos los países en
vías de desarrollo - alargó el tiempo de explotación
de las patentes farmacéuticas de 17 a 20 años
63.Ver el apartado 3.2.1 de este cuaderno.
64. HOUSE OF COMMONS, p. 116 recomendaciones 18-20 (ver el resumen de
las recomendaciones del comité de expertos de la Cámara de los
Comunes en el apartado 4.2 de este cuaderno). 65.Organización Mundial del Comercio (OMC).
66. Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual vinculados al
Comercio (ADPIC; TRIPS en inglés).
En el momento de la creación de la OMC y la imposición del
ADPIC
(año 1995), la mayoría de los países del mundo ni tan siquiera
reconocían que pudieran patentar los medicamentos, puesto que no los
consideraban productos comerciales sino artículos “de primera
necesidad” a los que debía reconocerse derecho de acceso a todos los
enfermos, independientemente de su capacidad económica.
Las imposiciones de la OMC se aprobaron en 1995, pero a los países
pobres se les dio tiempo hasta el 2005 para prepararse.
El gobierno
de Sudáfrica, cuando se percató de que la aplicación de la nueva ley
significaría la imposibilidad de tratar a su población por falta de
dinero y que ello ocasionaría una extensión de la epidemia del SIDA,
anunció a finales de los años noventa que pasaría a producir
medicamentos anti-rretrovirales genéricos en laboratorios propios.
La
industria farmacéutica presionó al gobierno de EE.UU. y la administración Clinton amenazó a Sudáfrica con sanciones comerciales
insostenibles si se atrevía a producir sus propios medicamentos.
¿Dónde está, en todo esto, el “libre mercado”? No existe el libre
mercado. Existe el “mercado salvaje”, que es el mercado regulado por
las leyes que favorecen los caprichos de los más fuertes a costa de
la vida de los más débiles.
El 17 de febrero de 2006, el periódico inglés
The Independent
publicó una noticia que permite ver hasta qué punto es abusiva la
actuación de las compañías farmacéuticas con relación a los países
pobres y, en concreto, a África.67
El artículo denuncia el hecho que
las compañías farmacéuticas recorran desde hace años el continente
africano en busca de recursos naturales aprovechables para su
industria y los exploten en su propio beneficio haciendo caso omiso
de la convención de la ONU sobre la biodiversidad y la soberanía de
un país sobre sus recursos naturales.68
La compañía farmacéutica
SRPharma utilizó una micobacteria descubierta en Uganda en los años
setenta para desarrollar un medicamento para tratar las enfermedades
víricas crónicas, incluida la infección por VIH/SIDA. El director
general de SRPharma (ahora
Silence Therapeutics) reconoció que su compañía no ofreció a Uganda
ninguna compensación económica a pesar de que esta micobacteria - así
como los recursos naturales de cualquier país - está protegida por la
legislación internacional sobre biodiversidad.
SRPharma no respetó
la legislación internacional, no compensó a Uganda por explotar un
recurso natural de dicho país en su propio beneficio y tampoco
permitió a Uganda utilizar el medicamento fabricado con su
micobacteria para tratar a los enfermos ugandeses. El director
general de SRPharma se queja en este artículo de que este
medicamento no generó los beneficios esperados y se calla que atrajo
20 millones de dólares para financiar su desarrollo.
La casa
Bayer, por su lado, se ha beneficiado del descubrimiento de
una cepa bacteriana en el lago Ruiru de Kenya a partir de la que ha
fabricado un medicamento para tratar la diabetes (Precose
o Glucobay). Este medicamento ha generado más de 380 millones de
dólares en ventas. El grupo Bayer, que ha violado las mismas
convenciones internacionales que cuando le resultan beneficiosas no
tiene reserva alguna en imponer a otros, tampoco ha ofrecido nada a
cambio a Kenya.
Bayer admitió los hechos, pero se defendió indicando
que a pesar de que el origen del medicamento es la cepa bacteriana
de Kenya, su desarrollo biotecnológico hace que el producto final
sea completamente distinto y concluye que “lo que nosotros hemos
patentado no es la cepa bacteriana, sino el producto final”.
Los
investigadores responsables del estudio sobre las violaciones del
convenio de la biodiversidad en África 69 concluyen de forma muy
diferente:
“Nos encontramos ante una nueva forma de colonialismo”.
67. BUNCOMBE, Andrew. “African bio-resources 'exploited by West'”.
The Independent. 17 febrero 2006. 68. Convención internacional sobre diversidad biológica. ONU, 1992.
69. Mariam Mayet, del Centro Africano para la Biodiversidad, y Beth
Burrows, del Instituto Edmonds.
4. UNA CRISIS INTERNA
CAPACIDAD DE INNOVACIÓN TERAPÉUTICA SUBSTITUIDA POR MARKETING
En el bienio 1994-96, los grandes laboratorios estaban dispuestos a
pagar 59 millones de dólares a un laboratorio menor para adquirir
una molécula que hubiera completado con éxito las fases de estudio
preclínicas, con la intención de llevar a cabo bajo su
responsabilidad los necesarios estudios clínicos y poder patentar a
su nombre y comercializar en beneficio propio los medicamentos
obtenidos.
En el bienio 2000-02, la cifra que estos mismos grandes
laboratorios estaban dispuestos a pagar había aumentado a 148
millones de dólares.70
70.
PIGNARRE, p. 39
4.1. CRISIS ACTUAL DE LAS COMPAÑÍAS FARMACÉUTICAS Este dato revela el motivo de la gran crisis en que parece estar a
punto de entrar la industria farmacéutica: su capacidad innovadora
prácticamente ha desaparecido. Y, sin capacidad innovadora, la
industria no tiene futuro.
Esto lo reflejó The Wall Street Journal
en 2003 al constatar que las acciones de las empresas farmacéuticas
habían estado perdiendo valor durante más de un año.71
71. En el momento de escribir estas líneas se publica la noticia de
que el valor de las acciones de la compañía farmacéutica SkyePharma
se ha reducido a la mitad en los últimos 5 años y que el año pasado
la compañía fue incapaz de encontrar un socio financiero para poder
promocionar su nuevo medicamento antiasmático Flutiform (KOLLEWE, J.
“SkyePharma rebels lose vote to appoint Thian on board”. The
Independent 10 marzo 2006).
El estudio
prospectivo realizado por la consultoría de IBM concluyó que,
“El
beneficio por acción ofrecido por los 20 primeros laboratorios
mundiales a sus
accionistas, que en el periodo 1993-98 había sido del 28% de
promedio, cayó al 4-5% en los siguientes cinco años”.72
Otro dato significativo es la creciente frecuencia y el volumen de
las fusiones que han tenido lugar entre las diferentes grandes
compañías farmacéuticas los últimos años.
En el año 2002, Pfizer se
convirtió en el primer laboratorio mundial tras fusionarse con
Warner Lambert y Pharmacia (que, a su vez, había comprado Upjohn y
Monsanto).
Pfizer pasó con tal fusión a poseer el 11% del mercado
global. 5 años antes, Merck era el nº 1, pero sólo tenía el 5% del
mercado mundial.73
Esta extraordinaria concentración de capital crea
empresas-monstruo
muy difíciles de gestionar, desestructura los equipos investigadores
y los subordina a cargos administrativos no científicos que
interfieren en sus líneas de investigación.
J. Drews, ex
investigador de Hoffmann LaRoche, afirma:
“La industria farmacéutica
está sustituyendo su antigua organización investigadora por un
montaje técnico que todavía es capaz de realizar análisis,
experiencias con animales y síntesis químicas, pero que se encuentra
totalmente incapaz de desarrollar nuevas ideas o conceptos. Las
divisiones de investigación de los grandes laboratorios han dejado
de ser autónomas y ya no pueden autogestionarse.
Están dirigidas por
juristas, financieros, vendedores y gerentes comerciales incapaces
de imaginar el futuro si no es como sucesión lineal de los
desarrollos ya existentes (...) La industria farmacéutica ha creado
unas condiciones que eliminan la originalidad, la creatividad y la
libertad y favorecen el consenso, la imitación, la sumisión y el
espíritu repetitivo”.74
En el año 1990, un investigador eficiente podía llegara probar
contra los “blancos biológicos” conocidos la capacidad reactiva de
2.000 moléculas nuevas en un año. En el año 2000, un robot como los
que hoy están a disposición de los grandes laboratorios podía probar
6.000 moléculas en un solo día.75
72. LORELLE, Véronique. “Les industriels devront accelérer le
lancement de médicaments plus ciblés”. Le Monde, 15 enero 2003.,
citado en PIGNARRE, p. 29. 73.
PIGNARRE, p. 85
74. DREWS, Jürgen. In Quest of Tomorrow's Medicines. Springer: Nova
York, 1998. p. 221, citado en PIGNARRE, p. 91.
75.
PIGNARRE, p. 105
Pero dicho incremento cuantitativo
no se ha traducido en un aumento de la innovación, sino todo lo
contrario. En cinco años (de 1998 a 2002) se aprobaron en EE.UU. 415
medicamentos nuevos.
De éstos, sólo 133 (32%) estaban basados en
moléculas nuevas, y de estos 133, sólo 58 eran moléculas nuevas con
efectos diferentes de los efectos de medicamentos ya conocidos. La
distribución de estos 58 medicamentos auténticamente nuevos fue: en
1998 se descubrieron 16; en 1999 se descubrieron 19; en 2000, sólo
9, y en 2001 y 2002, sólo 7 cada año.
Ésta es la productividad real
de la industria más rentable económicamente en los EE.UU.: una
productividad irrisoria si se tiene en cuenta el dinero invertido
(unos 30 mil millones de dólares) y el volumen de las
aproximadamente 35 empresas implicadas (en el año 2003 Pfizer
contaba ella sola con más de 60 fábricas distribuidas en 32
países).76
Las consecuencias de esta política errónea han empezado a hacerse
evidentes para todos los implicados. A raíz de las controversias
sobre las patentes de los anti-SIDA en África, la política y los
privilegios de la industria farmacéutica han sido cuestionados a
escala internacional.
En el ámbito de EE.UU. (la mitad del mercado
global de medicamentos), los dos factores más importantes que han
desvelado la conciencia crítica han sido:
-
la creciente diferencia de precios entre
EE.UU. y Canadá en cuanto a los medicamentos protegidos
por patente
-
el carácter superfluo y potencialmente peligroso de los
medicamentos de “yo también”
Veamos estos factores con algo más de detalle.
-
El precio de un medicamento protegido por patente es en Europa o
en Canadá la mitad o incluso un tercio del precio del mismo
medicamento en EE.UU..
Desde 1987, en EE.UU. es ilegal importar
medicamentos de Canadá. A pesar de ello, en 2002, más de un millón
de ciudadanos de EE.UU. compraban regularmente sus medicamentos en
farmacias de Canadá (en muchas poblaciones cercanas a la frontera se
organizaban autobuses con tal finalidad).
Un año mas tarde, el 7% de
los ciudadanos de EE.UU. compraban medicamentos a Canadá a través de
Internet (el número de farmacias canadienses en Internet pasó de 10
en 1999 a 140 en 2003). La ciudad de Springfield (Massachussets)
decidió que, para reducir gastos administrativos, compraría en
Canadá todos los medicamentos de sus funcionarios públicos. Un
desafío abierto realizado con la intención de denunciar los precios
abusivos.
Boston y representantes gubernamentales de 12 estados más
se han adherido a la denuncia de Springfield y están buscando
alternativas para adquirir los medicamentos a precios más
razonables.77
-
Las grandes compañías de seguros y un número creciente de estados
han elaborado y aprobado formularios que excluyen los medicamentos
de “yo también”. Esto significa que las compañías de seguros sólo
cubren el coste de los medicamentos de sus asegurados si estos
medicamentos constan en su formulario.
En el caso de los estados, la
elaboración de un formulario afecta a las personas de más de 65 años
que tienen derecho a acogerse a un programa (Medicaid) que cubre en
parte el coste de los medicamentos. Como en el caso de las compañías
de seguros, los estados sólo cubrirán el coste de los medicamentos
que consten en su formulario, y no los que consten en los listados
oficiales de alcance federal controlados por la propia industria
farmacéutica.
En el año 2001 sólo dos estados tenían formulario; en
el año 2003, la mitad de los estados de EEUU lo tenían.78
76. AGNELL, p. 221 77. AGNELL, pp. 220-21
78. AGNELL, p. 227
4.2.
MARKETING VS. INNOVACIÓN TERAPÉUTICA Un estudio oficial llevado a cabo por una comisión de expertos
nombrada por el Congreso de EEUU estimó que el coste de producción
de un nuevo medicamento era en 1993 de 802 millones de dólares.79
79. "Estudio OTA". Marketletter. 13 gener 1997, pp.24-25, citat a
PIGNARRE, p. 24.
El
Centro para el Estudio de una Legislación Responsable de Washington
efectuó un contrainforme evaluando el coste de los medicamentos que
eran financiados a partes iguales por las compañías farmacéuticas y
por dinero público (los medicamentos llama-dos “huérfanos”, que
representan el 20% de los medicamentos comercializados en EE.UU. y
corresponden a medicamentos cuyo mercado potencial es demasiado
pequeño para compensar los gastos de investigación).
El coste total
de producción de un medicamento huérfano fue hasta tres veces menor
que el de un medicamento totalmente producido por una compañía
farmacéutica. Esta disparidad se produce porque, en el caso de los
medicamentos producidos por una compañía farmacéutica, en el
apartado de “producción” se incluyen parte de los gastos que son
propiamente de “promoción”.
En el caso de los medicamentos
huérfanos, esto no puede hacerse porque el compromiso es repartir a
partes iguales los gastos de “producción”, y no los de marketing.
La conclusión es que la mayor parte de los gastos de las compañías
farmacéuticas son actualmente gastos de marketing, pero no se
presentan como tales, sino que se disfrazan como gastos
de investigación o de producción para poder encarecer así aún más
los medicamentos.
En 2001, los médicos de EE.UU. recibieron las visitas de un total de
88.000 representantes de la industria farmacéutica que, además de
repartirles 11 mil millones de dólares en muestras gratuitas de
nuevos medicamentos para que “los probasen” con sus pacientes, les
ofrecieron regalos personales, viajes y otras compensaciones.
EE.UU. y Nueva Zelanda son los dos únicos países industrializados en
los que está permitido realizar propaganda directa a los pacientes
de los medicamentos de receta.
En el resto de países está prohibido
porque la vulnerabilidad del paciente puede ser manipulable y la
probabilidad de que un médico tenga en cuenta los deseos de su
paciente al recetar es también elevada, sobre todo cuando se trata
de elegir entre medicamentos que tienen los mismos efectos
terapéuticos, como los medicamentos de “yo también”.
Dos ejemplos de cómo puede ser manipulada esta vulnerabilidad son:
-
los anuncios de medicamentos del “canal paciente” (un canal de TV
que sólo se emite en hospitales). Hay que imaginar al paciente
acostado en su cama del hospital, preocupado porque no se encuentra
demasiado bien, oyendo toda clase de informaciones sesgadas sobre
los nuevos medicamentos que podrían curarle, presentadas muchas
veces por personajes famosos del mundo del espectáculo o
los deportes
-
el segundo ejemplo son los estudiantes de las escuelas
secundarias y campus universitarios a los que se dirigió una campaña
masiva de promoción de medicamentos antidepresivos; los centros
docentes, a cambio de elevadas cantidades de dinero, permitían que
médicos pagados por las compañías farmacéuticas dieran conferencias
a los estudiantes y les animaran a pedir a sus médicos o a los
médicos del campus que les recetaran antidepresivos para solventar
los problemas de personalidad y crecimiento propios de los
adolescentes y jóvenes
Un testimonio personal: recuerdo el gran impacto que tuvo en todos
los residentes de medicina interna una conferencia, de asistencia
obligatoria, que nos ofrecieron pocos meses después de nuestra
llegada al hospital de Buffalo (Nueva York) donde tendríamos que
llevar a cabo la residencia durante tres años.
Se nos informó de que
la tasa de suicidios entre los residentes de primer año era muy alta
y que haríamos bien en buscar cuanto antes el mejor tratamiento para
nuestra depresión (todos estábamos muertos de sueño y exhaustos por
tantas horas de guardias). Nos informaron también de que había
salido un nuevo tratamiento que parecía que podía prevenir la
depresión.
Tuve la suerte de que mi médico-tutor, un ex médico del
ejército de cierta edad y con mucha experiencia me advirtió de los
intereses que escondía aquel “acto académico”.
Me impresiona pensar
que podría haber muerto o enfermado de por vida a causa de los
efectos secundarios de un medicamento que había sido producido
únicamente por ánimo de lucro, evaluado y aprobado con escaso rigor,
que yo no necesitaba para nada y que me había sido promocionado en
un momento especialmente vulnerable.
A mí no me pasó, pero a otros - a miles de otros
- sí les ha pasado.
5. UNA OPORTUNIDAD PARA DESMANTELAR EL SISTEMA
Todas las fuentes consultadas para la elaboración de este cuaderno
coinciden en afirmar que el mal funcionamiento de la industria
farmacéutica puede corregirse (y debe corregirse con urgencia) en
beneficio de los enfermos, tanto los del Primer como los del Tercer
Mundo, y también en beneficio de la misma industria que, como hemos
visto, ha entrado en crisis.
Resumiré a continuación las
conclusiones de los autores más citados en este cuaderno.
PRINCIPALES CONCLUSIONES DE M. AGNELL, 2005
80
80. La Dra. Marcia Agnell ha sido editora jefe durante casi 20 años
de la revista médica de más impacto, el New England Journal of
Medicine.
-
Las compañías farmacéuticas
producen demasiados medicamentos de "yo también" y demasiado
pocos medicamentos auténticamente nuevos.
-
La agencia reguladora más
influyente del mundo (la FDA de EE.UU.) está demasiado
vinculada a la industria que tiene por obligación regular.
-
Las compañías farmacéuticas
tienen demasiado control sobre los ensayos clínicos que
sirven para evaluar la eficacia y la seguridad de sus
propios productos.
-
Las patentes y otros derechos de
monopolio tienen una duración excesiva y disfrutan de
demasiada elasticidad. Los medicamentos son patentados antes
de haberse realizado los ensayos clínicos que tienen que
demostrar su eficacia y confirmar su seguridad. Con ello, la
duración de la patente empieza a contar cuando todavía no puede comercializarse el medicamento. Así, a la duración de 20 años
prevista en la legislación actual tienen que restársele normalmente
de 3 a 5 años para completar los estudios clínicos. Debería
modificarse esta legislación de forma que el reloj empiece a contar
en el momento de comercialización del medicamento y no antes. (...)
La duración de la patente podría ser de 6 años.
(...) Los múltiples trucos legales mediante los que las compañías
farmacéuticas propietarias de una patente bloquean rutinariamente la
entrada en el mercado de los medicamentos genéricos durante 30 meses
después de que haya expirado su patente tienen que denunciarse y
tiene que modificarse la legislación para que tal abuso no sea
posible.
-
Las compañías farmacéuticas tienen demasiada influencia en la
educación médica que tiene que ver con sus productos (...).
-
Existe importante información sobre la investigación, el
desarrollo, el marketing y la determinación del precio de los
medicamentos que se mantiene en secreto.
-
Los precios de los medicamentos son demasiado elevados y
variables.
PRINCIPALES CONCLUSIONES DE P. PIGNARRE
81
81. Philippe Pignarre ha sido directivo durante diecisiete años de
una gran compañía farmacéutica y actual-mente es profesor de la
Universidad de Paris-VIII.
Los ciudadanos tienen que intervenir en los siguientes niveles:
-
Definición de las prioridades de investigación y de asignación de
recursos.
-
Desarrollo de la investigación (sb.
los ensayos clínicos)
-
Comercialización: política de patentes y precios, para conseguir
los siguientes objetivos:
-
Abrir licitaciones según
prioridades nacionales e internacionales definidas de la
forma más democrática posible (se podrían, entonces,
garantizar unas condiciones de comercialización
extraordinarias para quien encuentra una curación para
una de estas enfermedades prioritarias)
-
Dar valor a los principios activos y no a los nombres comerciales
(que las cajas de medicamentos - al revés de como se hace ahora -
tuvieran bien visible el nombre genérico y muy pequeño
el nombre comercial)
-
Premiar el valor añadido
real y no de promoción (¡un progreso de curación del 5%
no tiene por qué comportar un precio 10, 15 o hasta 100
veces superior!)
-
Negociar la duración de las patentes; por ejemplo, podrían
prolongarse en los países riscos a cambio de eliminarlas
en los países pobres (Bristol-Myers Squibb en el año 2001 anunció
que, cada 5 años, realizaría una donación de 100 millones de euros
para luchar contra el SIDA en África…, pero no liberó sus patentes)
-
Crear un observatorio de la
investigación, un registro independiente de los procesos
reales que han conducido al hallazgo de un nuevo
medicamento (para poder racionalizar la inversión y
evitar engaños). (...)
-
Decidir democráticamente. Esto debería ser una constante en toda
la dinámica económica, pero en el caso de la industria farmacéutica
es plenamente operativo y factible y de implementación inmediata,
porque para desarrollar un nuevo medicamento, son necesarios ensayos
clínicos, y los ensayos clínicos se hacen con gran número de
pacientes (o sea, de ciudadanos), que han de dar su consentimiento
informado (su aprobación)
PRINCIPALES CONCLUSIONES DEL INFORME 'DESEQUILIBRIO FATAL' DE MÉDICOS
SIN FRONTERAS, 2001
-
Las enfermedades que afectan principalmente a los pobres no se
investigan porque su investigación no resulta rentable para la
industria farmacéutica.
-
La OMS debe elaborar un plan de acción eficaz para resolver este
problema.
-
Los gobiernos de los países ricos y de los países pobres tienen
que invertir para compensar las deficiencias de la actual economía
de mercado.
-
Debe llevarse a cabo un análisis completo y ajustado del coste
real de producción de un nuevo medicamento.
-
A cambio del dinero público invertido en el estudio y desarrollo
de un
nuevo medicamento, debe exigirse que este medicamento sea accesible
y asequible económicamente para los enfermos.
-
Deben potenciarse las capacidades de investigación y producción
de medicamentos de los países pobres.
-
Es preciso un análisis independiente del impacto a largo plazo de
las actuales políticas sobre la capacidad de producir medicamentos
de los países pobres.
-
Debe crearse un nuevo organismo que trabaje para que las
enfermedades olvidadas puedan de dejar de serlo algún día. (...).
PRINCIPALES CONCLUSIONES DEL COMITÉ DE EXPERTOS DEL PARLAMENTO
INGLÉS, 2005:
-
Los medicamentos de “yo también” ha llegado a ningún acuerdo
sobre es-son un problema, pero la comisión no te punto.
-
Es preciso establecer un centro independiente para llevar a cabo los
ensayos clínicos, porque el sistema actual está demasiado sesgado.
-
La agresividad del marketing inmediato a la comercialización de un
nuevo medicamento, el alud de información que se distribuye y el
encubrimiento de esta información haciéndola pasar por educación
médica contribuyen a que se receten medicamentos de forma
inadecuada.
-
La falsificación de artículos científicos y la ocultación de los
resultados de los ensayos no favorables a la industria provoca la
proliferación de recetas inadecuadas.
-
La culpa de las recetas inadecuadas no es sólo de las compañías
farmacéuticas, sino también de médicos y otros profesionales que no
son lo suficientemente críticos y se muestran demasiado dispuestos a
aceptar los regalos de las compañías farmacéuticas y a dar por buena
la información que éstas les suministran.
-
El marketing de la industria farmacéutica es implacable y ubicuo y
se dirige no sólo a los profesionales si-no también a los pacientes
y al público en general.
-
Debe elaborarse un folleto para los pacientes con información
general y completa que indique cuál es el papel de los medicamentos
en el tratamiento de las enfermedades.
-
La publicidad dirigida directamente a los pacientes es inadecuada
e innecesaria en el Reino Unido. Esta publicidad tiene un alto
contenido emocional (...).
-
La publicidad indirecta a través de campañas educativas no está
lo suficientemente bien regulada.
-
A menudo, se desconoce qué tipo de apoyo reciben los grupos de
pacientes por parte de las compañías farmacéuticas. Esta información
tiene que ser pública.
-
La vigilancia de los medicamentos ya comercializados es
insuficiente.
-
El gobierno tiene que financiar el estudio de las alternativas
terapéuticas no farmacológicas que la industria farmacéutica ignora
porque no son rentables para ella.
-
Los médicos y otros profesionales con derecho a recetar tienen
que asumir su parte de culpa por los problemas resultantes de la
prescripción inadecuada de antidepresivos del tipo SSRI y de
anti-inflamatorios del tipo inhibidores COX-2. Estos medicamentos han
sido recetados a gran escala de forma indiscriminada. Esto ha sido
debido en parte a la intensa actividad de promoción, especialmente
en el momento de su comercialización, pero también es consecuencia
de haber mantenido en secreto información importante y de haber
aceptado de forma poco crítica la propaganda de las compañías
farmacéuticas. El marketing agresivo ha llegado a convencer a
demasiados profesionales del hecho que pueden receptar impunemente.
(...) No tenemos ningún mecanismo efectivo para temperar la
explosión de recetas de la que viene acompañada la comercialización
de un nuevo producto. Éste es el periodo más importante para
promocionar un nuevo medicamento, pero es preciso hacer notar que es también el periodo en que menos
cosas sabemos de sus efectos reales.
-
Recomendamos que el registro de ensayos clínicos lo mantenga un
organismo independiente y que los resultados de todos los estudios - los favorables y los desfavorables
- sean hechos públicos como
condición previa a la comercialización.
-
Que se limite la cantidad de muestras gratuitas que reciben los
profesionales que pueden recetar, especial-mente durante los
primeros seis meses de comercialización de un nuevo medicamento
(...).
-
Es preciso que las evaluaciones de la agencia reguladora y la
información y los criterios que ha utilizado para llevarlas a cabo
sean públicos. Que se incluyan ciudadanos en las comisiones de
estudio y se les ofrezca la formación y el apoyo suficientes para
que puedan jugar un papel activo en la toma de decisiones.
-
Deben investigarse mejor los efectos secundarios. Los observados
en los ensayos clínicos previos a la comercialización son
insuficientes.
-
Que la agencia reguladora contrate más personal para monitorizar
los nuevos medicamentos durante los primeros meses. Que todos los
nuevos medicamentos sean re-evaluados por la agencia reguladora de
forma sistemática cinco años después de su entrada en el mercado.
-
Recomendamos que la agencia reguladora posea la misma autoridad
para restringir los usos de un medicamento que la que tiene para autorizar su comercialización.
-
Recomendamos que se haga efectivo en todo el país el sistema de
registro de los efectos secundarios, que se investiguen todos los
casos y que ello se realice con transparencia y sin dar falsas
seguridades.
-
Recomendamos que exista un proceso público siempre que un
medicamento sea retirado del mercado debido a sus efectos
secundarios.
-
El marketing excesivo alienta a recetar medicamentos de forma
inadecuada. Las actuales estrategias para dar a conocer información
no sesgada son insuficientes. Recomendamos que la agencia reguladora
tenga derecho a veto sobre todo el material promocional de los
nuevos productos farmacéuticos y que se limite el derecho a recetar
nuevos medicamentos durante los dos primeros años de su
comercialización (...). Si al cabo de dos años no han existido
señales de alarma en cuanto a efectos secundarios peligrosos, puede
entonces ampliarse el derecho a recetarlos.
-
Recomendamos una mejor coordinación y prontitud en las tareas de
investigación de las quejas de marketing ilegal. En caso de que sea
preciso corregir la información engañosa, de-be asegurarse que la
corrección recibe tanta publicidad como recibió el engaño (...).
-
El mercado de genéricos es importante. Debe evitarse que las
compañías farmacéuticas manipulen la legislación de patentes para
alargarlas indebidamente.
-
Recomendamos que a los estudiantes de medicina se les enseñe a
evaluar de forma crítica los resultados de los ensayos clínicos, a
reconocer los efectos secundarios de los medicamentos y a
relacionarse adecuadamente con los representantes de las
farmacéuticas. Deben existir cursos de postgrado obligatorios para
todos los profesionales con derecho a recetar para que estén al día.
Deben regularse más estrictamente las prácticas de receta de los
profesionales.
-
Recomendamos que las asociaciones profesionales mantengan un
registro público de todos los regalos, dinero, honores y otros
beneficios que estas asociaciones y cada uno de sus miembros reciban
de parte de las compañías farmacéuticas. Cada miembro debería ser
responsable de mantener actualizado dicho registro (...).
-
Que se endurezcan las normas relativas a las campañas de salud
promocionadas por los laboratorios de modo que quede claro y sea
explícito para todos que aquella campaña ha si-do financiada por una
compañía que tiene en ello intereses económicos directos.
-
Que los grupos de pacientes declaren sus fuentes de financiación
y los
favores que reciben y lo hagan público.
-
Que la incidencia, el coste y las implicaciones de las
enfermedades causadas por los medicamentos sean investigadas de
forma sistemática por el Departamento de Sanidad junto con la
agencia reguladora de los medicamentos.
-
Que el gobierno cree un nuevo pro-grama que asegure el acceso a
los medicamentos a todos los enfermos, que garantice adecuadamente
la seguridad y la eficacia de estos medicamentos y su uso racional,
y vele para que los tratamientos farmacológicos se estudien
comparativamente con relación a los tratamientos no farmacológicos.
-
Que el sistema nacional de salud modifique su normativa y que los
tratamientos no farmacológicos se consideren de igual categoría que
los farmacológicos.
-
Que la responsabilidad de representar los intereses de la
industria farmacéutica sea transferida al Departamento de Comercio e
Industria para que el Departamento de Salud pueda dedicarse
exclusivamente, como es su obligación, a la regulación de los
medicamentos y a la promoción de la salud.
Tras haber estudiado el tema de los crímenes de las compañías
farmacéuticas, mi conclusión no es que la economía tiene que ser
regulada por la política…porque ya lo está siendo.
Como hemos visto,
sin las leyes favorables del Congreso estadounidense y sin los
acuerdos de la OMC no podría haber proliferado esta industria de la
forma en que lo ha hecho. Lo que es preciso es que la política
que necesariamente regula el mercado sea una política justa, una
política del bien común, una política que tenga en cuenta a todo el
mundo y no sólo a los más privilegiados.
Una política democrática no
sólo de forma.
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