por J. J. Cannell
15 Septiembre 2006
del Sitio Web
MedicalNewsToday
traducción de
Adela Kaufmann
Versión original en
ingles
A principios de abril de 2005, después de una primavera muy lluviosa,
una epidemia de gripe (epi: sobre - demic: gente) explotó a través
del hospital de máxima seguridad para criminales dementes, donde he
trabajado durante los últimos diez años.
No era la pandemia (pan:
todo - demic: gente) que todos tememos, sólo una epidemia.
El mundo está esperando y los gobiernos se están preparando para la
próxima pandemia. Una severa pandemia de influenza que matará a
muchos más estadounidenses de los que murieron en el World Trade
Center, la guerra de Irak, la guerra de Vietnam, y el huracán
Katrina combinados, tal vez un millón de personas en los EE.UU.
solamente.
Tal desastre rasgaría el tejido de la sociedad
estadounidense.
Nuestro país entero pudiera parecerse al Súper domo o la Calle
Bourbon después del huracán Katrina.
Es sólo una cuestión de cuándo llegará una pandemia, no es si, si
vendrá. Las pandemias de la gripe A vienen cada 30 años
aproximadamente, las severas cada cien años aproximadamente. La
última pandemia, la gripe de Hong Kong, se produjo en 1968 - matando
a 34.000 estadounidenses.
En 1918, la Gran Epidemia de gripe mató a
más de 500.000 estadounidenses. Tantos millones murieron en otros
países, no podían enterrar a los cadáveres.
Los adultos jóvenes sanos, en la plenitud de su vida en la mañana,
ahogándose en su propia inflamación al mediodía, extremadamente
pálidos para la puesta del sol, murieron a la medianoche.
Sus propios antibióticos naturales de amplio-espectro, llamados
péptidos antimicrobianos, no se encontraron por ninguna parte. Una
abrumadora respuesta inmune al virus de la gripe - células blancas
de la sangre liberando grandes cantidades de agentes inflamatorios
llamados citoquinas y quimioquinas en los pulmones de los condenados
– dieron como resultado millones de muertes en 1918.
Puesto que ahora soy un psiquiatra, y ya no soy médico general, no
estuve directamente involucrado en la lucha contra la epidemia de
influenza en nuestro hospital. Sin embargo, nuestros especialistas
en medicina interna trabajaron horas extras, diagnosticando y
tratando un número cada vez mayor de pacientes afectados.
Nuestro
director médico puso en cuarentena una sala tras otra mientras más y
más pacientes eran apoderados por escalofríos, fiebre, tos y severos
dolores de cuerpo que caracterizan la presentación clínica de la
gripe A.
La epidemia de gripe mata a un millón de personas en el mundo cada
año causando que la neumonía sea, "el capitán de los hombres de la
muerte."
Estas epidemias son a menudo explosivas; la palabra influenza o
gripe viene del italiano (latín medieval Influentia) o influencia,
debido a la creencia de que la epidemia repentina y abrupta se debió
a la influencia de una fuerza extraterrestre.
Un observador del siglo XVII la describió bien cuando escribió,
"Repentinamente surgió un Distemper, como si hubiera sido enviada
por algunas explosiones desde las estrellas, que se apoderaron de
muchos juntos: que en algunas ciudades, en el espacio de una semana,
más de mil personas cayeron enfermas a la vez.”
Creo que nuestro hospital se encontraba bajo estrellas de más suerte,
ya que sólo alrededor del 12% de nuestros pacientes fueron
infectados y nadie murió.
Sin embargo, al ir avanzando la epidemia, me di cuenta de algo
inusual.
En primer lugar, la sala de guardia de debajo de la mía
estaba infectada, y luego la de mi derecha, izquierda y al otro lado
del pasillo -, pero ningún paciente en mi ala de guardia se enfermó.
Mis pacientes se habían mezclado con los pacientes de las salas de
infectadas antes de la cuarentena.
Las enfermeras en mi unidad se
cruzaban con las unidades de las salas de infectados. Sin duda, mis
pacientes fueron expuestos a los virus de la influenza A. ¿Cómo
escaparon mis pacientes a la infección de lo que algunos piensan que
es el más infeccioso de los virus respiratorios?
Mis pacientes no eran más jóvenes, ni más saludables, y de ninguna
manera obvia diferentes de los pacientes en otras salas.
Al igual que otras salas, mis pacientes eran en su mayoría afro-americanos
que vinieron de las mismas prisiones y cárceles que los pacientes en
las salas infectadas.
Se les prescribió un surtido similar de
poderosos medicamentos psicotrópicos que utilizamos en todo el
hospital para reducir los síntomas de la psicosis, la depresión y
los violentos cambios de humor y para tratar de evitar que los
pacientes se suicidaran atacan a otros pacientes y al personal de
enfermería.
Si mis pacientes eran similares a los pacientes en todas las salas
adyacentes, ¿por qué ni siquiera uno de mis pacientes contrajo la
gripe?
Poco tiempo después, un grupo de científicos de la UCLA publicó un
notable artículo en la prestigiosa revista Nature. El grupo de la
UCLA confirmó otros dos estudios recientes, que demuestran que una
hormona esteroide natural - una hormona de la mayoría de nosotros
damos por sentada - fue, en efecto, un potente antibiótico.
En lugar
de a matar directamente las bacterias y los virus, la hormona
esteroide en cuestión aumenta la producción del cuerpo de un tipo
extraordinario de proteínas, llamadas péptidos antimicrobianos.
Los 200 péptidos antimicrobianos conocidos de destruir directa y
rápidamente las paredes celulares de las bacterias, hongos y virus,
incluyendo el virus de la influenza, y desempeñan un papel clave
para mantener los pulmones libres de infecciones. La hormona
esteroide que mostró estas notables propiedades antibióticas era la
simple y antigua vitamina D.
Todos los pacientes en mi guardia habían estado tomando 2.000
unidades de vitamina D todos los días durante varios meses o más. ¿Podría
ser la ésta razón por la cual ninguno de mis pacientes contrajo la
gripe?
Me puse en contacto con los profesores
Reinhold Vieth y Ed
Giovannucci y les dije sobre mis observaciones.
De inmediato me
aconsejaron recoger datos de todos los pacientes en el hospital que
hubiesen estado recibiendo 2.000 unidades de vitamina D, no sólo los
de mi guardia, para ver si los resultados eran estadísticamente
significativos.
Resulta que las observaciones sólo de mi guardia estuvieron en el
límite de la significancia estadística y pudieron haberse debido
únicamente al azar. Los administradores de nuestro hospital
acordaron, y todavía están tratando de recopilar datos de todos los
pacientes en el hospital a quienes se les administró 2000 o más
unidades de vitamina D en el momento de la epidemia.
Hace cuatro años, me convencí de que la vitamina D es única en el
mundo de las vitaminas, en virtud de tres hechos. En primer lugar,
es el único precursor conocido de la potente hormona esteroide
calcitriol, o vitamina D activada. La mayoría de las otras vitaminas
son antioxidantes o otros co-factores en reacciones enzimáticas.
La
vitamina D activada - como todas las hormonas esteroides – trabaja
el tejido del genoma, convirtiendo la producción de proteínas dentro
y fuera, como su cuerpo lo requiere.
Es decir, la vitamina D regula la expresión genética en cientos de
tejidos a través de todo su cuerpo. Esto significa que tiene el
mayor número de posibles mecanismos de acción como los genes que
damasquina.
En segundo lugar, la vitamina D no existe en cantidades apreciables
en la dieta humana normal. Es cierto que usted puede conseguir
varios miles de unidades en un día, si se come un festín de sardinas
para el desayuno, arenques para el almuerzo y salmón para la cena.
Las únicas personas que siempre consumieron regularmente tanto
pescado son los pueblos, como los Inuit, que viven en las latitudes
extremas de la latitud.
La leche de la cual estadounidenses dependen
para su obtención de vitamina D no contiene ninguna forma natural de
vitamina D, sino que el gobierno de los Estados Unidos requiere que
la leche fortificada sea complementada con vitamina D, pero sólo con
lo que ahora sabemos que son unas miserables 100 unidades por cada
vaso de ocho onzas.
El sistema de hormonas esteroides que la vitamina D siempre ha
tenido tiene sus orígenes en la piel, no en la boca.
Hasta hace muy
poco, cuando los dermatólogos y los gobiernos comenzaron a
advertirnos sobre los peligros de la luz del sol, los seres humanos
hicieron enormes cantidades de vitamina D donde los seres humanos
siempre lo habían hecho, donde la piel desnuda se encuentra con la
radiación ultravioleta B de la luz solar. Simplemente no se pueden
obtener cantidades adecuadas de vitamina D en nuestra dieta.
Si no nos exponemos a la luz ultravioleta, hay que obtener la
vitamina D de los suplementos dietéticos.
La tercera forma en la cual la vitamina D es diferente de otras
vitaminas es la gran diferencia entre la nutrición natural de la
vitamina D y la nutrición moderna. Hoy en día, la mayoría de los
seres humanos sólo obtienen alrededor de mil unidades de vitamina D
al día de la exposición al sol, mucha gente, como los
estadounidenses de edad avanzada o de África, reciben mucho menos
que eso.
¿Cuánto obtienen normalmente los humanos?
Una sola exposición al sol del verano, de veinte minutos, de todo el
cuerpo activará la entrega de 20.000 unidades de vitamina D en la
circulación de la mayoría de las personas en un lapso de 48 horas.
Veinte mil unidades, es el hecho más importante acerca de la
vitamina D.
Compare esto con las 100 unidades que se obtienen de un
vaso de leche, o los varios cientos de unidades diarias que el
gobierno de los Estados Unidos recomienda como "la ingesta adecuada."
Es lo que llamamos una diferencia de "orden de magnitud".
Los seres humanos evolucionaron desnudos en África ecuatorial, donde
el sol brilla directamente sobre la cabeza la mayor parte del año y
donde nuestra especie debe haber obtenido decenas de miles de
unidades de vitamina D todos los días, a pesar de que nuestra piel
el desarrolló grandes concentraciones de melanina (pigmentación
racial) para proteger de las capas más profundas de la piel.
Incluso después de que los humanos emigraron a las latitudes
templadas, donde nuestra piel rápidamente se aclaró para permitir la
rápida producción de más vitamina D, los seres humanos trabajaban al
aire libre.
Sin embargo, en los últimos 300 años, comenzamos a
trabajar en interiores, en los últimos cien años, comenzamos a
viajar dentro de coches, en las últimas décadas, que comenzamos a
usar bloqueadores solares y conscientemente evitamos la luz solar.
Todas estas cosas reducen los niveles sanguíneos de vitamina D. La
conclusión ineludible es que los niveles de vitamina D en los
humanos modernos no sólo son bajos – sino que son aberrantemente
bajo.
Hace unos tres años, después de estudiar todo lo que pude sobre la
vitamina D, comencé a probar los niveles de vitamina D en sangre de
mis pacientes, y a darles la literatura sobre la deficiencia de
vitamina D. Todos sus niveles en la sangre eran bajos, lo cual no es
sorprendente, ya que la deficiencia de vitamina D es prácticamente
universal entre las personas de piel oscura que viven en las
latitudes templadas.
Además, mis pacientes vienen directamente de la prisión o la cárcel,
donde reciben pocas oportunidades de exposición al sol. Después de
descubrir que todos mis pacientes tenían niveles bajos, muchos
profundamente bajos, comencé a educarlos y a ofrecerles la
prescripción de 2.000 unidades de vitamina D al día, el "límite
superior" impuesto por el gobierno de los Estados Unidos.
¿Podría la vitamina D ser la razón por la cual ninguno de mis
pacientes contrajo la gripe?
En los últimos años, docenas de
estudios médicos han llamado la atención hacia la deficiencia
mundial de vitamina D, especialmente entre los afroamericanos y los
ancianos, los dos grupos más propensos a morir de gripe.
Cáncer,
enfermedades cardiacas, derrames cerebrales, enfermedades
autoinmunes, depresión, dolor crónico, depresión, enfermedad de las
encías, diabetes, hipertensión y una serie de otras enfermedades han
sido recientemente asociadas a la deficiencia de vitamina D.
¿Habrá sido posible que la influenza también?
Entonces pensé en tres misterios que aprendí por primera vez en la
escuela de medicina en la Universidad de Carolina del Norte:
-
si bien el virus de la gripe existe en la población todo el año,
la gripe es una enfermedad del tiempo de invierno
-
los niños con raquitismo por deficiencia de vitamina D son mucho
más propensos a sufrir de infecciones respiratorias
-
las personas mayores en la mayoría de los países son mucho más
propensas a morir en el invierno que el verano (de excesiva
mortalidad invernal), y la mayor parte de ese exceso de mortalidad,
si bien aparece como cardíaca, es, de hecho, debido a la gripe.
¿Podría la vitamina D explicar estos tres misterios, misterios que
dan cuenta de cientos de miles de muertes todos los años?
Los estudios han encontrado que el virus de la gripe está presente
en la población durante todo el año, ¿por qué es una enfermedad del
tiempo del invierno? Incluso el resfriado común consiguió su nombre
porque es común en climas fríos y es poco frecuente en el verano.
Los niveles de vitamina D en sangre se encuentran en su nivel más
alto en el verano, pero llegan a sus niveles más bajos durante la
temporada de gripe y resfriados.
¿Podría tal simple explicación
explicar estos misterios?
El investigador británico, el Dr. R. Edgar Hope-Simpson, fue el
primero en documentar el aspecto más misterioso de la epidemia de
influenza, su exceso en el invierno y su escasez en el verano. Él
teorizó que operaba un desconocido "factor estacional", un factor
que pudiera influir en la inmunidad humana innata. Hope-Simpson fue
un médico general que se hizo famoso a finales de 1960 después de
haber descubierto la causa de la culebrilla.
Las autoridades del Reino Unido otorgaron cada premios que había a
él, no sólo por la importancia de su descubrimiento, sino porque él
hizo el descubrimiento por cuenta propia, sin el beneficio de una
cita de la universidad, y sin ningún entrenamiento formal en
epidemiología (la rama de detectives de medicamentos que buscan
metódicamente pistas sobre la causa de la enfermedad).
Después de su trabajo sobre las culebrillas, Hope-Simpson, pasó el
resto de su vida profesional estudiando la influenza. Concluyó que
un "factor estacional" estaba operando, algo que estaba regular y
predeciblemente alterando la inmunidad humana en el invierno y
restaurándola en el verano. Él descubrió que las comunidades muy
distantes entre sí por longitud, pero que compartían una similar
latitud, simultáneamente desarrollaban la gripe.
Él descubrió que las epidemias de influenza en Gran Bretaña en el
siglo 17 y 18 se produjeron simultáneamente en comunidades muy
distantes entre sí, antes de que el transporte moderno pudiera
explicar su rápida diseminación. Hope-Simpson concluyó que un
"factor estacional", estaba desencadenando estas epidemias. Fuera lo
que fuese, estaba seguro de que el mortal "cultivo" de la gripe que
brota alrededor del solsticio de invierno estaba involucrado
íntimamente con la radiación solar.
Hope-Simpson predijo que, una vez descubierto, el "factor
estacional" proporcionaría la clave para entender la mayoría de los
problemas de la influenza a los que nos enfrentamos".
Hope-Simpson no tenía forma de saber que la vitamina D tiene efectos
profundos en la inmunidad humana, no tenía manera de saber que
aumenta la producción de péptidos antimicrobianos de amplio
espectro, los péptidos que destruyen rápidamente el virus de la
gripe.
Sólo recientemente hemos aprendido cómo la vitamina D aumenta
la producción de péptidos antimicrobianos al mismo tiempo que impide
que el sistema inmunológico libere demasiadas células inflamatorias,
llamadas citoquinas y quimioquinas en el tejido pulmonar infectado.
En 1918, cuando los científicos médicos hicieron autopsias de
algunos de los cincuenta millones de personas que murieron durante
la pandemia de gripe de 1918, se asombraron al encontrar destruidas
las vías respiratorias, a veces estas citoquinas inflamatorias
habían provocado la completa destrucción de las células epiteliales
normales que revisten el tracto respiratorio. Era como si las
víctimas de gripe hubieran sido atacadas y asesinadas por su propio
sistema inmune.
Esta es una severa reacción inflamatoria se ha recientemente
encontrado que la vitamina D previene.
Posteriormente hice lo que los médicos han hecho durante siglos.
Experimenté, en primer lugar, en mí mismo y luego en mi familia,
tratando diferentes dosis de vitamina D para ver si tenían algún
efecto en las infecciones respiratorias virales. Después de eso, al
propagarse la palabra, varios de mis colegas médicos experimentaron
en sí mismos, tomando cursos de tres días de dosis farmacológicas
(2.000 unidades por kilogramo por día) de vitamina D a los primeros
síntomas de gripe.
También les pregunté a numerosos colegas y amigos que estaban
tomando dosis fisiológicas de vitamina D (5.000 unidades por día en
invierno y menos, o ninguna, en el verano) si alguna vez se
resfriaban o les daba gripe, y, si era así, cuan severas eran las
infecciones.
Me convencí de que las dosis fisiológicas de vitamina D
reducen la incidencia de infecciones respiratorias virales y que las
dosis farmacológicas mejoran significativamente los síntomas de
algunas infecciones virales respiratorias si se toman temprano en el
curso de la enfermedad.
Sin embargo, tales observaciones son tan personales, tan propensos a
estar prejuiciadas que son ciencia sin valor.
Mientras esperaba a que el hospital terminara de recolectar
información de todos los pacientes que estaban tomando vitamina D en
el momento del brote - para ver si realmente redujo la incidencia de
la gripe – decidí investigar a fondo la literatura, encontrando
todas las pistas en el mundo la literatura médica que indican si la
vitamina D juega un papel en la prevención de la gripe u otras
infecciones respiratorias virales.
He trabajado en el documento de más de un año, escribiéndolo con,
-
El Profesor Edward Giovannucci, de Harvard
-
El Profesor Reinhold Vieth, de la Universidad de Toronto
-
El profesor Michael Holick, de la Universidad de Boston
-
El Dr. Cedric Garland, profesor de U.C., San Diego
-
El Dr. John Umhau del Instituto Nacional de Salud
-
Madronich Sasha del Centro Nacional de Investigaciones
Atmosféricas
-
El Dr. Bill Grant en la luz del sol, Nutrición y el Centro de
Investigación en Salud
Tras numerosas revisiones, presentamos nuestro trabajo a la misma
revista muy respetada en donde el Dr. Hope-Simpson publicó la mayor
parte de su trabajo hace varias décadas.
Epidemiología e Infección, conocido como El Diario de Higiene en los
días de Hope-Simpson, recientemente publicó nuestro periódico. El
editor, el profesor Norman Noah, conocía al Dr. Hope-Simpson y le
ayudó enormemente con el documento.
En el documento, detallamos
nuestra teoría de que la vitamina D "estímulo de temporada” del Dr.Hope-Simpson hace tiempo olvidado." Propusimos que las
fluctuaciones anuales en los niveles de vitamina D explicaran la
estacionalidad de la influenza.
Las fluctuaciones periódicas estacionales en los niveles 25-hidroxido-vitamina
D, que causan recurrentes y predecibles deficiencias de vitamina D,
predisponen a las poblaciones humanas a las epidemias de gripe.
Hemos planteado la posibilidad de que la gripe sea un síntoma de
deficiencia de vitamina D de la misma manera que una forma inusual
de neumonía (Pneumocystis carinii) es un síntoma del SIDA.
Es decir, teorizamos que George Bernard Shaw tenía razón cuando
dijo:
"El microbio característico de una enfermedad podría ser un síntoma
en vez de una causa."
En el documento, proponemos que la vitamina D explica las siguientes
14 observaciones:
-
Por qué la gripe se produce previsiblemente en los meses
siguientes al solsticio de invierno, cuando los niveles de vitamina
D son los más bajos
-
Por qué desaparece en los meses siguientes al solsticio de verano
-
Por qué la gripe es más común en los trópicos durante la
temporada de lluvias
-
Por qué el clima frío y lluvioso asociado a la Oscilación Sureña
del Niño (ENOS), que impulsa a la gente dentro y reduce los niveles
de vitamina D en la sangre, está asociada con la gripe
-
Por qué la incidencia de la gripe está inversamente
correlacionada con la temperatura exterior
-
Por qué los niños expuestos a los rayos solares son menos
propensos a contraer resfriados
-
Por qué el aceite de hígado de bacalao (que contiene vitamina D)
reduce la incidencia de infecciones respiratorias virales
-
Por qué los científicos rusos encontraron que las lámparas de UVB
productoras de vitamina D reducen los resfriados y la gripe en niños
en edad escolar y trabajadores de fábricas
-
Por qué los científicos rusos encontraron que los voluntarios,
deliberadamente infectados con un virus debilitado de la gripe - por
primera vez en el verano y nuevamente en el invierno - muestran
diferencias significativas en los cursos clínicos en las diferentes
estaciones
-
Por qué las personas mayores que viven en países con alto
consumo de vitamina D, como Noruega, son menos propensos a morir en
el invierno
-
Por qué los niños con deficiencia de vitamina D y raquitismo
sufren frecuentes infecciones respiratorias
-
Por qué un médico observador (Rehman), que le dio altas dosis de
vitamina D a los niños que enfermaban constantemente de resfriados y
gripe, encontró que los niños tratados estaban repentinamente libres
de infección
-
Por qué las personas mayores son mucho más propensas a morir de
ataques al corazón en el invierno y no en el verano
-
Por qué los afro-americanos, con sus bajos niveles de vitamina D
en la sangre, son más propensos que los blancos a morir de influenza
y neumonía
Aunque nuestro trabajo discute la posibilidad de que dosis
fisiológicas de vitamina D (5.000 unidades al día) pueden prevenir
resfriados y gripes, y que los médicos pueden encontrar útiles las
dosis farmacológicas de vitamina D (2.000 unidades por kilogramo de
peso corporal por día durante tres días) en el tratamiento de
algunos del millón de personas que mueren en el mundo cada año de
gripe, les recordamos a los lectores que es sólo una teoría.
Al igual que todas las teorías, nuestra teoría debe resistir los
intentos de ser refutada con experimentos científicos bien
controlados y llevados a cabo desapasionadamente.
Sin embargo, como la deficiencia de vitamina D ha sido repetidamente
asociada con muchas de las enfermedades de la civilización,
señalamos que no es demasiado pronto para los médicos diagnosticar
agresivamente y tratar adecuadamente la deficiencia de vitamina D.
Le recomendamos que suficiente vitamina D sea tomada diariamente
para mantener los niveles de 25-hidroxi de vitamina D normales,
obtenidos a través de la exposición al sol durante el verano (50
ng/ml).
Para muchas personas, como los afroamericanos y las personas
mayores, esto requerirá de hasta 5.000 unidades diarias en invierno
y menos, o nada en el verano, dependiendo de la exposición al sol
durante el verano.
Reconocimiento
Queremos agradecer al profesor Norman Noah de la Escuela Londinense
de Higiene y Medicina Tropical, al profesor Robert Scragg de la
Universidad de Auckland y el profesor Robert Heaney de la
Universidad de Creighton por revisar el manuscrito y hacer muchas
sugerencias útiles.
-
Dr. John Cannel, Hospital Estatal de Atascadero, 10333 El Camino
Real, Atascadero, CA 93422, Estados Unidos, 805 468-2061,
jcannell@dmhash.state.ca.us
-
Profesor Reinhold Vieth, Mount Sinai Hospital de Patología y
Medicina de Laboratorio, Departamento de Medicina, Toronto, Ontario,
Canadá
-
Dr. John Umhau, Laboratorio de Estudios Clínicos y de Traducción,
Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo, los
Institutos Nacionales de Salud, Bethesda, MD
-
Profesor Michael Holick, departamentos de Medicina y Fisiología,
Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, Boston, MA, EE.UU.
-
Dr. Bill, SUNARC, San Francisco, CA
-
Dr. Sasha Madronich, División de Química Atmosférica del Centro
Nacional de Investigaciones Atmosféricas en Boulder, CO, EE.UU.
-
Profesor Cedric Garland, Departamento de Medicina Familiar y
Preventiva de la Universidad de California en San Diego, La Jolla,
CA
-
Profesor Edward Giovannucci, departamentos de Nutrición y
Epidemiología de la Escuela Harvard de Salud Pública de Boston, MA
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