Agosto 12, 2014
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
Nadie habla sobre ello aún.
Pero en estos momentos tenemos sobre la mesa todos los ingredientes
para un cóctel explosivo que puede alterar gravemente nuestras vidas
en los próximos meses.
Porque si las autoridades deciden expandir
la "epidemia de miedo" hacia el Ébola, si se producen
casos de infección por Ébola en diferentes países y continentes y al
final acaba creciendo el temor entre la población hasta convertirse
en paranoia, este invierno promete convertirse en un caos absoluto
que tardaremos mucho tiempo en olvidar.
¿Por qué razón?
Por culpa de un molesto invitado que nos visita cada año: la
gripe... (¿se
acuerdan del "H1N1"...?)
Y es que la combinación entre la gripe y el Ébola puede resultar
devastadora.
Y no, no estamos hablando de una mutación de los virus o de una
mortal combinación genética entre ambos, ni de ninguna fantasía
médica por el estilo. El caos puede llegar a producirse por causas
mucho más mundanas.
Recordemos que en sus primeros estadios, la gripe y el Ébola
comparten muchos de sus síntomas:
-
fiebre alta
-
dolor de cabeza
-
dolores musculares
-
dolor de garganta
-
debilidad generalizada
¿Qué sucederá, pues, cuando entre otoño e invierno empiece la
"temporada de la gripe" y centenares de miles de personas alrededor
del mundo comiencen a mostrar esos síntomas inicialmente compartidos
con el virus del Ébola?
Estamos hablando, de media, de entre 3 y 5 millones de personas que
anualmente presentan síntomas severos de gripe en todo el mundo. Y
hablamos solo de síntomas severos. Porque según algunos datos,
entre el 5% y el 20% de la población mundial se infecta de gripe
común, cada año.
La única forma de dirimir cuáles de ellos, en sus estadios
iniciales, estarán infectados de gripe o cuáles de ellos pueden
estar infectados por el Ébola, será sometiéndolos a análisis y
aislamiento preventivo.
Y eso será prácticamente imposible de conseguir. ¿Cómo lo harán las
autoridades sanitarias para aislar y analizar a tantos millones de
personas en todo el planeta?
Buscar a los posibles infectados por Ébola entre tantos infectados
por gripe sería como buscar una aguja en un pajar.
Enfrentarnos o no a esta potencial situación caótica, depende, en
gran medida, de la atención mediática que se le preste al Ébola y de
la sensación de temor o en casos extremos, de paranoia, que el virus
acabe generando entre la población.
Para ello, la respuesta y la actitud que ofrezcan las autoridades y
la imagen que nos vendan a través de los medios, resultará crucial.
Básicamente, las autoridades pueden ofrecer dos tipos de respuesta:
-
minimizar el problema o
-
maximizar el problema,
...cada una de las cuales nos aboca a
una serie de posibles escenarios.
1 - LAS
AUTORIDADES MINIMIZAN EL NIVEL DE AMENAZA DEL ÉBOLA
En principio, ésta sería la mejor opción para la ciudadanía.
Si eligen este camino, las autoridades, con la ayuda de los medios
de comunicación, evitarán que el miedo a la epidemia de Ébola derive
en un estado de paranoia generalizado entre la población.
Se ofrecerá una imagen de control de la situación y de tranquilidad
y la epidemia de Ébola se convertirá en un tema secundario del que
nadie deberá preocuparse excesivamente.
Así pues, éste sería el escenario más deseable, pues en principio,
evitaría el posible caos generado por la combinación de ambos brotes
víricos.
De todas formas, minimizar el peligro del Ébola, presenta dos
posibles desarrollos de los acontecimientos muy diferenciados entre
sí, que dependen de si la epidemia de Ébola, es efectivamente
controlada o no:
Opción A - El brote de Ébola es
debidamente controlado por las autoridades sanitarias
En tal caso, la "temporada de gripe" se desarrollará con
normalidad, como cada año y será posible diferenciar
positivamente los posibles casos de Ébola de los casos de gripe
estacional común.
La vida transcurrirá como hasta ahora y permitirá, incluso, que
los productores de vacunas contra el Ébola obtengan buenos
beneficios, aunque no resulten tan cuantiosos como los obtenidos
en un escenario de pánico generalizado.
Ésta es la situación que todos deseamos.
Opción B - Las autoridades
sanitarias no consiguen controlar adecuadamente el brote de
Ébola
En este caso nos enfrentamos a un escenario temible, pues
existiría la posibilidad de que la epidemia de Ébola se
extendiera inadvertidamente, camuflada entre los síntomas de la
gripe común.
En tal caso, el número real de infectados por Ébola sería
distorsionado, voluntaria o involuntariamente por las
autoridades, al menos inicialmente, hasta que toda medida
preventiva contra la expansión de la epidemia resultara ya
inefectiva.
Así pues, esta segunda opción acabaría derivando en una
propagación descontrolada de la epidemia de Ébola y por lo
tanto, en un estado real de pánico entre la población cuando
ello se hiciera evidente, llevándonos igualmente a las
situaciones expuestas en el siguiente apartado.
Éste sería el peor escenario posible.
2 - LAS
AUTORIDADES EXAGERAN EL NIVEL DE AMENAZA DEL ÉBOLA
Si por contra,
las autoridades y
los medios de comunicación,
exageran el peligro real del brote de Ébola, generarán una sensación
de temor excesivo entre la población, que podría acabar derivando,
en el peor de los casos, en un estado de paranoia generalizado.
Con la llegada de la gripe estacional, éste escenario nos conduciría
a un estado de caos. Poco importaría entonces que la epidemia
estuviera bajo control efectivo o no.
En ambos casos, muchas de las consecuencias que sufriríamos serían
similares:
Aumento de la paranoia ciudadana
A medida que cientos de miles de personas presentaran los
primeros síntomas de gripe, se produciría un efecto de
desconfianza creciente y recelo entre los propios ciudadanos,
que afectaría al correcto funcionamiento de la sociedad a todos
los niveles.
Establecimiento de medidas de
control draconianas
Ese estado de obsesión derivaría en la necesidad de establecer
un control exhaustivo de la población por parte de las
autoridades.
Los medios de transporte y todos los centros públicos se verían
afectados por estos controles. Esto podría repercutir gravemente
en la economía de muchos países, afectando al transporte de
pasajeros y mercancías.
Se harían necesarias grandes inversiones para establecer dichos
controles de seguridad, que deberían sufragarse con dinero
público, aumentando así el nivel de endeudamiento de los
Estados.
Ese dinero, fluiría hacia el sector privado, a través de
aquellas empresas que suministraran los recursos necesarios para
establecer las medidas de control.
El impacto económico que tendría la epidemia podría destruir,
pues, todo atisbo y posibilidad de recuperación económica
tras la gran crisis (aunque tal
recuperación haya sido impostada).
De hecho, podría llevarnos de cabeza a otro escenario de crisis
aún peor.
Colapso de los centros médicos y
del sistema sanitario
Ya hemos visto el despliegue de recursos necesario para aislar y
analizar a un solo sospechoso de infección por Ébola.
A medida que miles de personas presentaran los síntomas de la
gripe, tan difíciles de diferenciar en sus estados iniciales de
los del Ébola, los centros sanitarios se verían desbordados por
las circunstancias.
Esta incapacidad de las autoridades para afrontar la situación,
podría derivar en un crecimiento del descontento social, que por
su lado, no podría vehicularse adecuadamente a través de
manifestaciones, que probablemente serían declaradas ilegales
por el peligro sanitario.
Crecería la frustración ciudadana, convirtiendo la situación en
una olla a presión a punto de explotar, que requeriría, a su
vez, una mayor presencial policial y un mayor control y por lo
tanto, un mayor gasto para las arcas públicas.
Pero las consecuencias podrían ser
aún mucho peores
Como expusimos en un anterior artículo titulado,
¿ESTAMOS
AL BORDE DE UNA GRAN EPIDEMIA?,
el miedo a una epidemia podría ser utilizado para empezar a
implementar una serie de reformas sociales, económicas y
políticas de gran calado, que sentarían las bases para un
nuevo paradigma en el que nuestras libertades se verían
ampliamente restringidas.
Una de las claves para realizar estas transformaciones radicaría
en exagerar y magnificar el alcance real de la epidemia de
Ébola.
Y la gripe resulta ser el instrumento ideal para alcanzar dicho
objetivo…
Confusión entre los casos reales de
infectados por Ébola e infectados por gripe común
Ésta circunstancia abriría las puertas a todo tipo de
manipulaciones.
Muchas de las personas infectadas por gripe podrían ser
contabilizadas como casos de Ébola, creando así una "epidemia
artificial" a nivel mediático.
Se calcula que cada año mueren en todo el mundo entre 250000 y
500000 personas a causa de la gripe común. Gran parte de esas
víctimas podrían ser contabilizadas ahora como víctimas del
Ébola, en medio del caos y el descontrol propios de la
situación.
Éste sería quizás, el escenario deseado por aquellas empresas
que pudieran realizar un negocio directo a través del
tratamiento del Ébola, pues podrían aplicarlo a muchos pacientes
que solo estuvieran infectados por la gripe y obtener suculentos
beneficios (click imagen abajo) por ello.
Los mayores beneficiados, evidentemente, serían
los productores de vacunas
contra el Ébola, pues al exagerar la auténtica afectación de la
epidemia, aumentarían potencialmente la necesidad de su
producto.
La gripe se convertiría, pues, en su mejor socio.
CONCLUSIÓN
Queremos dejar claro que todo lo que hemos expuesto en este artículo
son solo razonamientos y conjeturas y que nadie debe interpretarlo
como una previsión.
No estamos diciendo que este invierno vaya a ser un caos.
Solo pretendemos advertir de las circunstancias que podrían llevar a
ese caos y de los peligros que puede representar la combinación
entre Ébola y gripe y de las mentiras, manipulaciones y
consecuencias que todo ello puede acarrear.
Os invitamos a que vosotros también realicéis vuestros propios
razonamientos y tratéis de prever los posibles escenarios venideros,
dependiendo de las diferentes circunstancias que puedan presentarse.
Sí queda claro, no obstante, que si se exagera o se maximiza el
riesgo real de la epidemia de Ébola, las consecuencias pueden llegar
a ser extremadamente graves y este invierno podemos vivir el mayor
caos de nuestras vidas.
Esperemos que se imponga la cordura, y las autoridades, así como los
medios de comunicación, no traten de vendernos un pánico
injustificado.
De todas formas, todo estará en nuestras manos. Todo dependerá de
nosotros.
Si las circunstancias se desarrollaran por el peor camino posible,
deberemos ser nosotros, la población, los que no "compremos" ese
miedo, los que mantengamos la compostura y no nos dejemos arrastrar
ciegamente a situaciones indeseables.
Deberemos ser nosotros los que no veamos a nuestros propios
vecinos como a nuestros enemigos ni a las autoridades como a
nuestros únicos salvadores. Deberemos ser cada uno de nosotros,
a nivel personal, los que mantengamos el equilibrio, la
responsabilidad y la confianza en nuestro propio criterio.
Nos salvará antes la solidaridad que la obediencia, que a nadie le
quepa duda.
¿Superaremos la prueba?
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