De repente, se encontró en el patio de un palacio, ante una joven muy guapa de piel aceitunada. Vio que llevaba joyas de oro alrededor del cuello, de las muñecas y de los tobillos, así como un vestido blanco translúcido y el pelo negro y trenzado recogido regiamente bajo una alta tiara cuadrada. Cuando la miró, su mente se llenó de información sobre su vida.
Supo que era egipcia e hija de un príncipe, pero no de un faraón. Estaba casada. Su marido era esbelto y llevaba el pelo recogido en pequeñas trenzas que le caían a ambos lados de la cara.
La mayoría de aquellos «litos», que así se llaman, eran tan inclasificables que sólo alguien acostumbrado a verlos podía decir que estaban tallados por manos humanas. Varios expertos habían certificado su autenticidad previamente, de manera que Poniatowski conocía su antigüedad y sus orígenes históricos, pero ocultó esa información cuidadosamente para que no lo supiera Ossowiecki.
En varias ocasiones, lo que mencionaba Ossowiecki no coincidía con la información que Poniatowski había
escrito en sus notas, pero Poniatowski descubrió que el error
siempre estaba en sus notas y no en la información que daba
Ossowiecki. Ossowiecki trabajaba siempre igual. Sostenía un objeto en las manos y se concentraba hasta que la habitación, y su propio cuerpo incluso, se cubrían de sombras y casi dejaban de existir. Una vez finalizada la transición, se encontraba viendo una película tridimensional del pasado. Entonces, podía dirigirse a cualquier parte de la escena que quisiera y ver todo lo que deseara.
Mientras miraba el pasado, Ossowiecki llegaba a mover los ojos de un lado a otro como si lo que describía tuviera una presencia física real que estuviera delante de él. Veía la vegetación, la gente y las moradas en las que vivían.
En una ocasión, tras sostener en la mano una herramienta de piedra de la cultura Magdaleniense, una cultura de la Edad de Piedra que floreció en Francia de 15.000 a 10.000 años antes de Cristo, Ossowiecki le dijo a Poniatowski que los peinados de las mujeres magdalenienses eran muy complejos. El comentario pareció absurdo en aquel entonces, pero descubrimientos posteriores de estatuas de mujeres magdalenienses con peinados muy decorados demostraron que Ossowiecki tenía razón.
Realizó dibujos detallados de los animales que cazaban diversos pueblos, del estilo de las cabañas en las que vivían y de sus costumbres de enterramiento, declaraciones todas ellas confirmadas posteriormente por descubrimientos arqueológicos.
Norman Emerson, catedrático de Antropología de la Universidad de Toronto y fundador y vicepresidente de la Canadian Archaeological Association, también ha investigado la utilización de clarividentes en trabajos arqueológicos. Centró su investigación en un conductor de camión llamado George McMullen.
Al igual que Ossowiecki, McMullen también tiene la capacidad de psicometrizar objetos y de usarlos para sintonizar con escenas del pasado. Asimismo, puede conectar con el pasado tan sólo visitando una excavación arqueológica. Una vez allí, camina de un lado a otro hasta que se orienta. Entonces, empieza a describir el pueblo y la cultura que antaño floreció allí.
En una de esas ocasiones, Emerson le vio saltar sobre un trozo de tierra vacío y medir con los pasos lo que según él correspondía al emplazamiento de una cabaña iroquesa. Emerson delimitó la zona con estacas y a los seis meses desenterró la antigua estructura exactamente donde McMullen había dicho que estaba.
En 1973, durante una conferencia anual de los arqueólogos más importantes de Canadá, hizo la siguiente declaración:
Concluyó su conferencia afirmando que, a su juicio, las manifestaciones de McMullen abrían «un panorama completamente nuevo» para la arqueología y que se debería dar «prioridad absoluta» a estudiar la utilización de los psíquicos en las investigaciones arqueológicas.
En una serie de experimentos realizados en la década de 1960, W.H.C. Tenhaeff, director del Parapsychological Institute de la Universidad Estatal de Utrecht, y Marius Valkhoff, decano de la Facultad de Arte de la Universidad de Witwatersrand de Johanesburgo (Sudáfrica), descubrieron que el gran psíquico holandés Gerard Croiset podía psicometrizar hasta un fragmento mínimo de hueso y describir acertadamente su pasado.
El doctor Lawrence LeShan, psicólogo clínico de Nueva York, además de ser otro escéptico convertido en creyente, ha realizado experimentos similares con la famosa psíquica americana Eileen Garrett.
En la reunión anual de 1961 de la American Anthropological Association, el arqueólogo Clarence W. Weiant reveló que no habría hecho el famoso descubrimiento de Tres Zapotes, considerado universalmente como uno de los hallazgos arqueológicos de América Central más importantes que se han hecho jamás, si no hubiera contado con la ayuda de un psíquico.
Sus opiniones sobre el tema son tan firmes que ha escrito la voluminosa historia de la asociación entre clarividentes y arqueólogos, titulada The Secret Vaults of Time.
El pasado como holograma
La visión habitual del universo no acepta ese estado de cosas, pero el modelo holográfico sí. La idea de Bohm de que el fluir del tiempo es producto de una serie constante de envolvimientos y desenvolvimientos sugiere que el presente, cuando se envuelve y se convierte en parte del pasado, no deja de existir, sino que se limita a volver al almacén cósmico de lo implicado.
O, como dice Bohm,
Si la consciencia se origina también en lo implicado, como sugiere Bohm, significa que la mente humana y el registro holográfico del pasado existen ya en el mismo dominio, ya son vecinos, como quien dice.
Así pues, puede que lo único que se necesite para acceder al pasado sea cambiar el foco de atención. Quizá personas clarividentes como McMullen y Ossowiecki tengan simplemente una facultad innata para llevar a cabo ese cambio; en tal caso, lo que indica la idea holográfica es que esa facultad está latente en todos nosotros, como tantas otras aptitudes extraordinarias que hemos visto anteriormente.
Si el holograma es de «luz blanca» - una placa holográfica cuya imagen se puede ver a simple vista sin necesidad de una luz láser - cuando el observador se mueva junto a la película cambiando el ángulo de visión, verá el equivalente a una película tridimensional de la mujer soplando la burbuja de jabón.
En otras palabras: a medida que se oculten y se revelen las distintas imágenes, parecerá que fluyen todas juntas y crearán una ilusión de movimiento.
La teoría holográfica da a entender que ocurre lo mismo con nuestro pasado. En vez de desvanecerse en el olvido, también se queda grabado en el holograma cósmico y siempre es posible acceder a él una vez más.
Según ella,
El carácter no local de la retrocognición es igualmente holográfico.
Los psíquicos son capaces de acceder al pasado de una excavación arqueológica en concreto, tanto si se encuentran en ella como si están a muchos kilómetros de distancia. En otras palabras: no parece que la grabación del pasado esté almacenada en una localización única, sino que, al igual que la información en el holograma, es no local y se puede acceder a ella desde cualquier punto del marco espacio/tiempo.
El hecho de que algunos psíquicos ni siquiera necesiten recurrir a la psicometría para sintonizar con el pasado subraya el carácter no local del fenómeno. El famoso clarividente de Kentucky, Edgar Cayce, podía meterse en el pasado simplemente tumbándose en un sofá en su casa y entrando en un estado semejante al sueño.
Dictaba páginas y páginas de la historia de la raza humana, con frecuencia con una exactitud asombrosa. Por ejemplo, indicó con toda precisión la ubicación de la comunidad esenia de Qumrán y describió su papel histórico, once años antes de que el hallazgo de los manuscritos del Mar Muerto (en las cuevas de Qumrán) confirmara sus declaraciones.
Cuando Ossowiecki era pequeño, su madre le puso gotas en los ojos para intentar librarle de las bandas de colores que según él veía alrededor de la gente; McMullen también puede determinar el estado de salud de una persona mirando su campo de energía.
Esto sugiere que la retrocognición podría estar relacionada con la capacidad de ver los aspectos más sutiles y vibratorios de la realidad. Dicho de otra forma: tal vez el pasado no sea más que otra cosa codificada en el dominio de frecuencias de Pribram, una parte de los patrones de interferencia cósmicos que la mayoría de nosotros elimina y solamente unos pocos sintonizan y convierten en imágenes parecidas a los hologramas.
Como dice Pribram,
La idea de que el pasado se queda grabado holográficamente en las ondas cósmicas y que la mente humana puede tirar de él de vez en cuando y convertirlo en hologramas puede explicar también al menos algunas apariciones fantasmales.
Muchas de éstas parecen ser poco más que hologramas o grabaciones tridimensionales de una persona o escena del pasado. Por ejemplo, una teoría sobre los fantasmas dice que son el alma o el espíritu de un difunto, pero no todos los fantasmas son humanos. Hay muchos casos registrados de individuos que también ven fantasmas de objetos inanimados, lo cual contradice la idea de que las apariciones son almas descarnadas.
Phantasms of the Living, un conjunto de informes bien documentados de apariciones y otros fenómenos paranormales, compilados por la Society for Psychical Research de Londres en dos grandes volúmenes, ofrece muchos ejemplos. Uno de ellos es el de un oficial del ejército británico y su familia que vieron llegar un coche de caballos espectral y pararse sobre el césped. Tan real era el carruaje fantasmal que el hijo del oficial se acercó y vio en el interior lo que parecía una figura femenina.
La imagen se desvaneció antes de que pudiera verla mejor y no dejó huellas del caballo ni de las ruedas.
Esto indica que, además de las imágenes y los sonidos, las emociones que se sienten durante un acontecimiento también se quedan grabadas en el holograma cósmico. Además, parece que la intensidad emocional de tales acontecimientos es lo que les hace destacar en el registro holográfico, lo que posibilita su utilización involuntaria por parte de individuos normales.
Por ejemplo, en 1907, un antropólogo de la UCLA especialista en temas religiosos llamado W.Y. Evans-Wentz, animado por el poeta William Butler Yeats, emprendió un viaje de dos años de duración por Irlanda, Escocia, Gales, Cornualles y Bretaña, para entrevistar a personas que supuestamente se habían encontrado con hadas y otros seres sobrenaturales.
Evans-Wentz acometió el proyecto porque Yeats le había dicho que, a medida que los valores del siglo XX reemplazaban a las viejas creencias, los encuentros con las hadas eran cada vez menos frecuentes y era preciso documentarlos antes de que la tradición se perdiera completamente.
Evans-Wentz entrevistó a testigos que habían visto duendes con aspecto de hombres, con atuendos isabelinos, participando en cacerías, o en procesiones fantasmales que entraban y salían de los restos de antiguos fuertes, o que tocaban las campanas mientras estaban en las ruinas de iglesias antiguas.
Una actividad por la que mostraban una afición desmedida era la guerra. En su libro The Fairy-Faith in Celtic Countries presenta el testimonio de docenas de personas que aseguraban haber visto conflictos espectrales, prados bañados por la luz de la luna abarrotados de hombres con armaduras medievales luchando, o pantanos desolados cubiertos de soldados con uniformes de colores.
A veces, las luchas eran misteriosamente silenciosas. Otras veces eran auténticas algarabías; y otras veces ocurría lo más inquietante de todo: podían oírlos pero no verlos.
En cuanto se refiere al motivo de que los encuentros con los duendes o hadas fueran cada vez menos frecuentes, encontramos una pista en una observación realizada por uno de los entrevistados por Evans-Wentz.
Era un caballero de edad avanzada llamado John Davies que vivía en la isla de Man y que, tras describir numerosas visiones realizadas por personas buenas, declaró:
Como la «educación» comprendía sin duda un anatema contra la creencia en duendes, el comentario de Davies hace pensar que fue un cambio de actitud lo que causó que se atrofiaran las extendidas capacidades retrocognitivas de los habitantes de la isla de Man.
Queda subrayada una vez más la enorme
influencia de nuestras creencias a la hora de determinar qué dotes
extraordinarias potenciales manifestamos y cuáles no. Ahora bien, tanto si nuestras creencias nos permiten ver películas del pasado tipo hologramas como si hacen que el cerebro las elimine, los indicios apuntan a que existen pese a todo. Tampoco se limita esa clase de experiencias a los países celtas. Hay narraciones de testigos que han visto a soldados fantasmales vestidos con trajes hindúes antiguos en la India.
En Hawai, las manifestaciones de fantasmas son muy conocidas y los libros sobre las islas están llenos de relatos de individuos que han visto procesiones espectrales de guerreros hawaianos con mantos de plumas desfilando con antorchas y bastones de guerra. Hasta en los textos antiguos asirios se mencionan visiones de ejércitos espectrales librando batallas igualmente fantasmales.
A las cuatro de la mañana del 4 de agosto de 1951, un ruido de cañonazos despertó a dos mujeres inglesas que estaban de vacaciones en el pueblo costero de Puys Francia. Se acercaron corriendo a la ventana pero se quedaron sorprendidas al ver que, tanto el pueblo como el mar que se extendía tras él, estaban en calma y no había actividad alguna que pudiera explicar lo que estaban oyendo.
La British Society for Psychical Research investigó y descubrió que la secuencia cronológica de los hechos relatada por aquellas mujeres reproducía exactamente los informes militares de una incursión de los aliados contra los alemanes que tuvo lugar en Puys, el 19 de agosto de 1942. Al parecer, las mujeres habían oído el sonido de una matanza ocurrida nueve años antes.
Constituye, en esencia, una biblioteca de todo lo que ha sido alguna vez; si aprendiéramos a utilizar ese tesoro escondido, asombroso e infinito, a gran escala y de forma sistemática, podríamos ampliar nuestros conocimientos, tanto sobre nosotros mismos como sobre el universo en aspectos y maneras que no nos atrevemos a soñar todavía.
Llegará el día en que podamos manipular la realidad como el cristal en la metáfora de Bohm, trocando lo real y lo invisible como en un caleidoscopio y reviviendo imágenes del pasado con la misma facilidad con que encontramos hoy un programa en nuestro ordenador.
Pero ni siquiera esto es todo lo que puede ofrecer una interpretación más holográfica del tiempo.
Sin embargo, hay una colección enorme de datos que prueban que al menos algunos acontecimientos futuros son tan fáciles de ver como los pasados.
En los años setenta, Helmut Schmidt, un físico del Boeing Aircraft de Seattle, Washington, inventó un mecanismo que le permitía probar si se podían predecir hechos subatómicos al azar. Con la ayuda de tres voluntarios y más de sesenta mil pruebas realizadas, obtuvo resultados de mil millones contra uno contra el azar.
Ullman y sus colegas esperaban lograr un éxito entre ocho, pero descubrieron que algunos voluntarios podían tener hasta cinco «aciertos» de cada ocho.
La fotografía elegida al azar al día siguiente resultó ser la obra de Van Gogh Pasillo de hospital en St. Rémy, una acuarela en la que se ve a un paciente solitario, al fondo de un vestíbulo enorme y desierto, saliendo a toda prisa por una puerta bajo un arco.
En una ocasión, por ejemplo, a una persona con dotes inusuales que se llamaba Helia Hammid y era fotógrafa vocacional, le pidieron que describiera el lugar que visitaría Puthoff media hora después. Ella se concentró y dijo que podía verle entrando en «un triángulo de hierro negro».
El triángulo era «más alto que un hombre» y aunque no sabía qué era exactamente, oía un sonido rítmico agudo que sonaba «una vez por segundo más o menos».
Eligió uno al azar utilizando un generador de números aleatorios.
Contenía la dirección de un pequeño parque que distaba del laboratorio algo más de nueve kilómetros. Condujo hacia el parque y cuando llegó vio un columpio infantil (el triángulo de hierro negro) y caminó hasta el centro del mismo. Cuando se sentó, el columpio chirriaba rítmicamente mientras se balanceaba de delante hacia atrás.
Entonces, sin que Croiset dijera el nombre, ni la localización de la sala, ni la naturaleza del acontecimiento, el experimentador pedía al psíquico holandés que describiera la persona que se sentaría en la butaca durante la noche en cuestión.
Croiset, que estaba en Utrecht, Holanda, en aquel entonces, le dijo a Eisenbud que la persona que se sentaría en el asiento sería un hombre de un metro ochenta y cinco de altura, de pelo negro peinado hacia atrás, con un diente de oro en la mandíbula inferior, una cicatriz en el dedo gordo del pie, que trabajaba tanto en el campo de la ciencia como en la industria y que a veces llevaba la bata de laboratorio manchada por una sustancia química verdosa.
El 23 de enero de 1969, el hombre que se sentó en la butaca, que pertenecía a un auditorio de Denver, Colorado, se ajustaba a la descripción de Croiset en todos los aspectos salvo en uno: no medía un metro ochenta y cinco, sino un metro ochenta y siete centímetros.
Puthoff y Targ creen que la interconexión cuántica no local juega un papel en la precognición, y Targ ha afirmado que, en una experiencia de visión remota, la mente parece ser capaz de acceder a algún tipo de «sopa holográfica» o dominio holográfico, en donde todos los puntos están interconectados infinitamente no sólo en el espacio, sino también en el tiempo.
Según él,
Loye, que actualmente es codirector del Institute for Future Forecasting de Carolina del Norte, sabe de lo que habla.
Ha pasado las dos últimas décadas investigando la precognición y el arte de predecir en general y desarrolla técnicas para permitir a la gente ponerse en contacto con su propia consciencia intuitiva del futuro.
El psíquico Tony Cordero, nacido en Cuba, dice que cuando ve el futuro es como si contemplara una película en la mente.
La primera película de ese tipo la vio de niño y tuvo una visión de la toma del poder por parte de los comunistas en Cuba.
Para describir sus experiencias, los psíquicos utilizan palabras similares a las de Bohm.
Garrett describía la clarividencia como,
Todos somos precognitivos
El descubrimiento de Jahn y Dunne de que hasta personas normales obtienen buenos resultados en las pruebas de visión remota precognitiva indica el carácter extendido de dicha aptitud. Hay muchos descubrimientos, procedentes tanto de experimentos como de anécdotas, que proporcionan datos adicionales.
En un programa de la BBC de 1934, Edith Lyttleton, dama de la Orden del Imperio Británico y miembro de la familia Balfour, una estirpe destacada política y socialmente en Inglaterra, así como presidenta de la British Society for Psychical Research, invitó a los oyentes a que enviaran relatos de sus experiencias precognitivas.
Recibió un aluvión de cartas y, tras eliminar los casos que no ofrecían pruebas demostrables, todavía le quedaron los suficientes como para escribir un volumen sobre el tema.
De manera similar, sondeos dirigidos por Louisa Rhine revelaron que la precognición es mucho más frecuente que cualquier otra clase de experiencia psíquica.
Estamos tan absolutamente programados para creer que no es posible percibir el futuro, que nuestras capacidades precognitivas se han vuelto capacidades durmientes. Al igual que la fuerza sobrehumana que se exhibe en aquellas emergencias que ponen en peligro la vida, las capacidades precognitivas acuden a la mente en tiempos de crisis únicamente, cuando alguien cercano a nosotros está a punto de morir, cuando están en peligro nuestros hijos u otros seres queridos, etcétera.
El hecho de que las culturas primitivas casi siempre obtuvieran mejores resultados en las pruebas de percepción extrasensorial (PES) que las llamadas culturas civilizadas, pone de manifiesto que nuestra interpretación «sofisticada» de la realidad es la causante de nuestra incapacidad tanto para comprender como para utilizar la verdadera naturaleza de nuestra relación con el tiempo.
Incluso nuestros textos más antiguos rinden homenaje al poder premonitorio de los sueños, como pone de manifiesto el relato bíblico del sueño del faraón con las siete vacas gordas y las siete vacas flacas. La antigüedad de la tradición indica que la tendencia de las premoniciones a suceder durante el sueño se debe a algo más que al escepticismo actual hacia la precognición.
Quizá juegue un papel en este sentido la proximidad del inconsciente con el reino atemporal de lo implicado. Como nuestro ser soñador está más hondo en la psique que nuestro ser consciente - y por tanto más cerca del mar primordial, en el cual pasado, presente y futuro se convierten en uno - quizá le es más fácil acceder a la información sobre el futuro.
Otros estudios han confirmado asimismo que la hipnosis aumenta la percepción extrasensorial.
No obstante, los fríos datos estadísticos, por abrumadores que sean, jamás producen el mismo impacto que un ejemplo de la vida real. En su libro The Future is Now: The Significance of Precognition , Arthur Osborn recoge los resultados de un experimento de hipnosis/precognición en el que participó la actriz francesa Irene Muza.
Tras ser hipnotizada, le preguntaron si podía ver su futuro y ella contestó:
Los investigadores se quedaron perplejos y decidieron no decirle lo que había contado y sugestionarla para que, tras la hipnosis, olvidara todo lo que había dicho.
Cuando se despertó, no recordaba la predicción que había hecho para sí misma. No obstante, aunque lo hubiera sabido, no habría causado la clase de muerte que sufrió: a los pocos meses, su peluquero derramó accidentalmente alcohol sobre una estufa encendida, provocando que se incendiara el pelo y la ropa de la actriz.
En unos segundos se vio rodeada por las llamas y murió en un hospital horas después.
Si hubiera sabido el destino que se había predicho a sí misma, ¿habría sido capaz de evitarlo? Dicho de otra forma: ¿está el futuro fijado y predeterminado totalmente o se puede cambiar?
A primera vista, la existencia de fenómenos precognitivos parece indicar que la opción correcta es la primera, pero supondría un estado de cosas muy inquietante. Si el futuro fuese un holograma con los detalles más nimios fijados de antemano, significaría que no tenemos libre albedrío. Seríamos meras marionetas del destino que se mueven mecánicamente siguiendo un guión que ya está escrito.
Hay diecinueve casos documentados de personas que tuvieron destellos precognitivos del hundimiento del Titanic: entre ellos figuran viajeros que prestaron atención a sus premoniciones y sobrevivieron, pasajeros que no hicieron caso de sus presentimientos y se ahogaron, y personas que no entraban en ninguna de esas dos categorías.
Esta opinión, no obstante, lleva consigo otro problema: si el futuro todavía está en estado de flujo, ¿qué utiliza Croiset para describir a la persona que se sentará en una butaca en concreto, con diecisiete días de antelación? ¿Cómo puede ser que el futuro exista y no exista?
La cuestión es que no es el único holograma que existe. Hay muchas otras entidades holográficas similares flotando en las aguas de lo implicado, donde no existe el tiempo ni el espacio, nadando y chocando entre sí como tantas y tantas amebas.
Y Loye afirma que,
Así, el futuro de un universo holográfico dado está predeterminado, y cuando una persona tiene un atisbo precognitivo del futuro, está sintonizando con el futuro de ese holograma en concreto solamente.
Pero como las amebas, esos hologramas también se tragan y se engullen unos a otros de vez en cuando, fundiéndose y bifurcándose como globos protoplásmicos de energía, que es lo que realmente son.
A veces esos empujones nos sacuden y causan las premoniciones que nos asaltan de vez en cuando. Y cuando actuamos siguiendo una premonición y parece que alteramos el futuro, lo que estamos haciendo realmente es saltar de un holograma a otro. A esos saltos intraholográficos Loye los llama «holosaltos» y en su opinión son ellos los que nos proporcionan nuestra verdadera capacidad para ser libres y perspicaces.
Las descripciones de Bohm y de Loye parecen dos formas diferentes que intentan expresar lo mismo: una visión del futuro como un holograma lo bastante sustancial como para que podamos percibirlo, pero lo bastante maleable como para ser susceptible de cambio.
Otros han usado palabras distintas para resumir lo que parece ser la misma idea básica. Cordero describe el futuro como un huracán que se está empezando a formar y a cobrar impulso y que se hace más concreto e inevitable a medida que se acerca.
Ingo Swann, un psíquico de gran talento que ha obtenido resultados impresionantes en diversos estudios, entre otros la investigación de Puthoff y Targ sobre la visión remota, dice que el futuro está formado por «posibilidades cristalizantes».
Los kahunas hawaianos, muy estimados por sus poderes precognitivos, hablan del futuro como algo fluido, pero que está en proceso de «cristalización», y creen que los grandes acontecimientos del mundo cristalizan con mucha antelación, al igual que los hechos más importantes de la vida de una persona, tales como el matrimonio, los accidentes y la muerte.
Pero si la mente puede traspasar las fronteras del presente y acechar el paisaje nebuloso del futuro en alguna ocasión, ¿intervenimos también en la creación de acontecimientos futuros?
Dicho de otro modo: los caprichos de la vida, ¿son azarosos de verdad o desempeñamos un papel en la forja literal de nuestro propio destino?
Sorprendentemente, hay algunos datos intrigantes que insinúan que la segunda opción podría ser la correcta.
Sin embargo, en vez de preguntarles por el futuro, Whitton, que es licenciado en Neurobiología y un experto en hipnosis clínica, les pregunta por el pasado, por el pasado lejano para ser exactos. Durante las últimas décadas, en silencio y sin alharacas, ha estado reuniendo pruebas que apuntan a la reencarnación.
En las últimas décadas, un grupo pequeño pero creciente de investigadores con magníficos historiales ha recopilado una colección impresionante de datos sobre el asunto. Whitton es uno de ellos.
Es un fenómeno ampliamente reconocido, incluso por los escépticos.
Por ejemplo, en el manual de psiquiatría Trauma, Trance and Transformation, se advierte a los hipnotizadores primerizos que no se sorprendan si recuerdos como ésos afloran de manera espontánea en pacientes hipnotizados. El autor del texto rechaza la idea del renacimiento pero constata que, con todo y con eso, ese tipo de recuerdos puede tener un potencial curativo extraordinario.
Pero también hay numerosos casos documentados de personas que, guiadas por profesionales expertos, han tenido recuerdos que no parecen fantasías. A este grupo pertenecen los datos recopilados por Whitton.
Un aspecto sorprendente era el grado de coincidencia que había entre todas las experiencias. Todos contaban muchas vidas pasadas, algunos hasta veinte o veinticinco, aunque en la práctica se llegaba a un límite cuando Whitton les hacía regresar a lo que él llamaba «existencia cavernaria», donde una vida se hacía indistinguible de la siguiente.
Tenía asimismo un miedo irracional a romperse una pierna, fobia a viajar en avión, un problema terrible con morderse las uñas y una fascinación obsesiva por la tortura. Cuando era un adolescente, poco después de utilizar los pedales de un coche durante una prueba de conducción, tuvo una visión breve y enigmática en la que se vio en una habitación con un oficial nazi.
Durante la hipnosis, el hombre recordó que había sido un piloto británico durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando estaba sobre Alemania en una misión, su avión fue alcanzado por una lluvia de balas, una de las cuales penetró en el fuselaje y le rompió la pierna. Aquello a su vez le hizo perder el control de los pedales del avión y le obligó a hacer un aterrizaje forzoso.
Posteriormente le capturaron los nazis, le torturaron para sacarle información arrancándole las uñas y murió poco tiempo después.
Algunos hablaban incluso idiomas desconocidos para ellos. Un hombre, un científico conductista de 37 años, mientras revivía una aparente vida pasada como vikingo, vociferó unas palabras que posteriormente fueron reconocidas como noruego antiguo por autoridades lingüísticas.
Tras regresar a una antigua vida en la Persia antigua, el mismo hombre empezó a escribir con un tipo de letra parecida a la escritura árabe, de trazos delgados e inseguros, que un experto en lenguas de Oriente Próximo identificó como una muestra auténtica del pelvi sasánida, una lengua mesopotámica extinguida hace mucho tiempo que floreció entre los años 226 y 651 después de Cristo.
Según ellos, parte del propósito de esa situación era permitirles planear su próxima vida, esbozar literalmente los acontecimientos y circunstancias importantes que les ocurrirían en el futuro. Pero este proceso no era simplemente un ejercicio fantástico de buenos deseos. Whitton averiguó que, cuando estaban entre una vida y otra, entraban en un estado inusual de consciencia en el que adquirían un perfecto conocimiento de sí mismos y un acentuado sentido moral y ético.
Además, dejaban de ser capaces de justificar sus faltas y delitos y se veían a sí mismos con total sinceridad. Para distinguir ese estado mental profundamente consciente de la consciencia normal cotidiana, Whitton lo denomina «metaconsciencia».
Planeaban encuentros agradables con «compañeros del alma», individuos con los que habían construido una relación amorosa y mutuamente beneficiosa durante muchas vidas; y programaban acontecimientos «accidentales» para cumplir otros propósitos y acciones nobles.
Un hombre contó que, cuando estaba planeando su siguiente vida, visualizó,
Tales consecuencias no siempre eran agradables.
Tras regresar a un estado metaconsciente, una mujer que había sido violada a los treinta y siete años reveló que, en realidad, lo había planeado antes de llegar a esta encarnación. Explicó que para ella era necesario experimentar una tragedia a esa edad para obligarse a cambiar «toda su complexión anímica» y acercarse así a un entendimiento más profundo y más positivo del significado de la vida.
Otro individuo, un hombre afectado por una grave enfermedad hepática que entrañaba un riesgo para su vida, reveló que había elegido la enfermedad para castigarse por una transgresión que había llevado a cabo en una vida anterior. Sin embargo, desveló también que morir de la enfermedad del hígado no entraba en el guión y que antes de llegar a esta vida había dispuesto un encuentro con algo o alguien que le ayudara a recordar el hecho y le permitiera reparar su culpa y curar su cuerpo.
Fiel a su palabra, tras empezar las sesiones con Whitton, experimentó una recuperación completa y casi milagrosa.
Explicaban que no querían tener la tentación de interferir en el guión que les había escrito su ser metaconsciente.
La investigación de Whitton no constituye la única prueba
de que tal vez sea así. En un estudio estadístico de veintiocho
accidentes graves de tren en Estados Unidos, el parapsicólogo
William Cox averiguó que los días de accidentes cogía el tren mucho
menos gente que el mismo día en semanas anteriores. Los descubrimientos de Cox sugieren que, a lo mejor, todos estamos constante e inconscientemente preconociendo el futuro y tomando decisiones basadas en esa información: algunos optamos por evitar el percance y otros quizá elegimos experimentar situaciones negativas para cumplir designios y propósitos inconscientes, como la mujer que eligió vivir una tragedia personal y el hombre que optó por soportar una enfermedad hepática.
Es importante señalar que la existencia de esas agendas inconscientes no significa que nuestra vida esté predestinada rígidamente y que el destino sea inevitable.
El hecho de que muchos de los sujetos de las pruebas de Whitton pidieran no recordar lo que decían bajo hipnosis implica que el futuro sólo está esbozado a grandes rasgos y es susceptible de cambio.
Lleva más de treinta años realizando esa actividad y ha recopilado y analizado miles de casos por todo el planeta.
Generalmente, los niños empiezan a hablar de su «otra vida» entre los 2 y los 4 años y con frecuencia recuerdan un montón de detalles, como su nombre, los nombres de los miembros de su familia y amigos, dónde vivían, qué aspecto tenía su casa, cómo se ganaban la vida, cómo murieron e incluso información oscura, como el lugar donde escondieron dinero antes de morir y, en los casos relacionados con asesinatos, a veces recuerdan incluso quién les mató.
Ha averiguado que, aunque las condiciones materiales pueden variar sobremanera de una vida a la siguiente, la conducta moral de una persona, así como sus intereses, aptitudes y actitudes son las mismas. Individuos que fueron criminales en una existencia previa tienden a verse arrastrados nuevamente hacia una conducta criminal. Las personas que fueron generosas y amables siguen siendo generosas y amables, etcétera.
De todo esto Stevenson deduce que lo más importante no son los símbolos externos de la vida, al parecer, sino los internos, las alegrías, las penas y el «crecimiento interior» de la personalidad.
Por otra parte, Stevenson ha desvelado un fenómeno que no apareció en el estudio de Whitton, un descubrimiento que ofrece datos aún más espectaculares sobre el poder del inconsciente para elaborar las circunstancias de nuestra vida y para influir en ellas.
Lo que averiguó es que la encarnación previa de una persona afecta aparentemente a la forma y a la estructura misma de su cuerpo físico actual. Ha descubierto, por ejemplo, que los niños birmanos que recuerdan vidas previas como pilotos de las fuerzas aéreas británicas o americanas derribados sobre Birmania durante la Segunda Guerra Mundial tienen el pelo más rubio y la tez más clara que sus hermanos.
Otro ejemplo, un chico que recordaba que se había suicidado de un disparo en la cabeza en su encarnación pasada, aún tenía dos marcas de nacimiento que parecían cicatrices perfectamente alineadas con la trayectoria de la bala: una de ellas por donde la bala había entrado y la otra por donde había salido. Y otro más, un chico tenía una marca de nacimiento similar a una cicatriz quirúrgica, completada con una línea de marcas rojas que parecían las marcas de los puntos, en el sitio exacto en el que a su personalidad anterior le habían practicado una operación.
En algunos casos, ha podido obtener informes hospitalarios y/o de la autopsia de la personalidad fallecida y muestran que las heridas no sólo se produjeron, sino que estaban exactamente en el mismo sitio que la deformidad o la marca de nacimiento actuales.
A su juicio, esas marcas, además de proporcionar una prueba fehaciente a favor de la reencarnación, sugieren la existencia de algún tipo de cuerpo no físico intermedio que haga de portador de los atributos desde una vida a la siguiente.
Como dice él,
El «cuerpo plantilla» teórico de Stevenson recuerda la afirmación de Tiller de que el campo de energía humano es un plano holográfico que guía la forma y estructura que tendrá el cuerpo físico.
Dicho de otra manera: es una especie de plano tridimensional con arreglo al cual se forma el cuerpo físico. De manera similar, sus hallazgos con respecto a las marcas de nacimiento sustentan la idea de que, en el fondo, sólo somos imágenes, construcciones holográficas creadas por el pensamiento.
O como dice él,
Por poco ortodoxas que sean muchas de las conclusiones de Stevenson, se ha ganado el respeto de distintos sectores gracias a su reputación de investigador concienzudo.
Sus descubrimientos se han publicado en medios científicos tan distinguidos como el American Journal of Psychiatry, el Journal of Nervous and Mental Disease y el International Journal of Comparative Sociology.
Y el prestigioso Journal of the American Medical Association, en una crítica de uno de sus trabajos, afirmó que,
El pensamiento como constructor
Según el pueblo batta, de Indonesia, el alma o tondi determina todo lo que experimenta una persona y se reencarna de un cuerpo a otro; es asimismo el medio de reproducir la conducta y los atributos físicos de su ser anterior. También los indios ochibúes o chipevés creen que la vida de una persona está escrita de antemano por un espíritu o alma invisible y preparada para promover el crecimiento y el desarrollo.
Si una persona muere sin aprender por completo todas las lecciones que tiene que aprender, su cuerpo espiritual vuelve renaciendo en otro cuerpo físico.
Es la parte inconsciente de la persona que, como la metaconsciencia de Whitton, puede ver las partes del futuro que han cristalizado o se han «fijado». Es también la parte de nosotros responsable de la creación de nuestro destino, pero no está sola en el proceso.
Los kahunas, como muchos investigadores mencionados en el presente libro, creían que los pensamientos eran cosas y estaban formados por una sutil sustancia energética que ellos llamaban kino mea, o «materia nebulosa del cuerpo».
De ahí que nuestras esperanzas, miedos, planes, preocupaciones, culpas, sueños e imaginaciones no se desvanezcan una vez que abandonan la mente, sino que se conviertan en formas y éstas, también, se transformen en hebras en bruto con las que el ser elevado teje nuestro futuro.
Se decía que los kahunas poderosos que estaban en comunicación directa con su ser elevado podían ayudar a la gente a rehacer su futuro.
De manera similar, consideraban extraordinariamente importante tomarse un tiempo, a intervalos frecuentes, para pensar sobre la vida y para visualizar, en términos concretos, lo que uno desea que le suceda. Los kahunas afirmaban que así podemos controlar más conscientemente los hechos que nos ocurren y construir el propio futuro.
Por otra parte, se decía que los kahunas que tenían una sintonía extraordinaria con su ser elevado, podían conformar y reformar la materia nebulosa y, por ende, el cuerpo físico de otras personas y que así era cómo se realizaban las curaciones milagrosas. Esa visión ofrece asimismo una comparación interesante con algunas de las conclusiones que hemos sacado nosotros sobre la causa de que los pensamientos y las imágenes tengan un impacto tan poderoso sobre la salud.
Se decía que sólo los grandes yoguis expertos en contactar con los niveles más profundos de la mente eran capaces de utilizar conscientemente esa fuerza y que una de las cosas que hacían para lograrlo era visualizar repetidamente la curación deseada.
Los tantras tibetanos están llenos de ejercicios de visualizados o sadhanas, ideados con esa finalidad; los monjes de algunas sectas, como los kargyupa, pasan hasta siete años en completa soledad, en una cueva o en una habitación sellada, perfeccionando su capacidad de visualización.
Sostenían también que la realidad está dividida en una serie de planos del ser más sutiles, o hadarât, y que el plano de existencia contiguo al nuestro era una especie de plantilla en la cual el âlam al-mithâl tomaba forma de ideas-imágenes que, a su vez, determinaban finalmente el curso de la vida. Los sufíes añadían además un giro de su propia cosecha.
Pensaban que el chakra del corazón, o himma, era el causante del proceso y que, por consiguiente, controlar el chakra del corazón era un requisito previo para controlar el propio destino.
En su opinión, en cada momento de la vida creamos las imágenes y las pautas que dan energía y forma a nuestro futuro.
Como dijo él,
Lo cierto es que esas ideas se pueden encontrar en una gran variedad de fuentes.
Hoy incluso se sigue oyendo por todas partes la idea de que nuestros pensamientos crean nuestro destino.
Es el tema de libros de autoayuda que han sido éxitos de ventas, como el de Shakti Gawain, Visualización creativa, y el de Louise L. Hay, Usted puede sanar su vida. Hay, que dice que se curó a sí misma de un cáncer cambiando sus pautas mentales, imparte seminarios sobre sus técnicas con un éxito enorme. Es asimismo la principal filosofía inherente en muchas obras populares «canalizadas», como Un curso de milagros y los libros de Seth de Jane Roberts.
Jean Houston, antigua presidenta de la Association for Humanistic Psychology y directora actual de la Foundation for Mind Research de Pomona, Nueva York, la discute ampliamente en su libro The Possible Human.
En él, figuran varios ejercicios de visualización, uno de ellos bajo el título «Orquestando el cerebro y entrando en el holoverso».
En 1973, fundó el Instituto de Ciencias Noéticas, una organización con base en California que se dedica a investigar los poderes de la mente. El instituto sigue en plena forma todavía y entre sus proyectos actuales figura un estudio a gran escala del papel de la mente en las curaciones milagrosas y en las remisiones espontáneas, así como otro estudio del papel de la consciencia en la creación de un futuro global positivo.
En su opinión,
La popularidad actual de la idea de que creamos nuestro propio destino, ¿es sólo una moda o su presencia en tantas culturas y en tantas épocas diferentes es una señal de que es algo mucho más insondable, un signo de algo que todos los seres humanos saben intuitivamente que es verdad?
De momento, la pregunta permanece sin respuesta, pero en un universo holográfico - un universo en el que la mente participa con la realidad y lo más recóndito de la psique se puede manifestar en el mundo objetivo como una sincronicidad - la idea de que somos arquitectos de nuestro destino no resulta tan rocambolesca.
Parece probable, incluso.
Aunque no son pruebas concluyentes, cada una de ellas permite atisbar otras facultades que puede tener la consciencia en un universo holográfico y que trascienden el tiempo.
De momento, simplemente no lo sabemos, pero acontecimientos como ésos tal vez no sean tan imposibles como parecen, en un mundo formado no tanto por objetos sólidos que viajan por el espacio y por el tiempo, como por hologramas fantasmales de energía sostenidos por procesos relacionados, al menos en parte, con la consciencia humana.
Las pruebas presentadas en este capítulo indican que todavía somos niños en cuanto se refiere a entender la verdadera naturaleza del tiempo.
Y como los niños en el umbral de la edad adulta, deberíamos apartar nuestros miedos y aceptar cómo es el mundo en verdad. Porque en un universo holográfico, un universo en el que todas las cosas no son más que centelleos fantasmales de energía, tiene que cambiar algo más que nuestro entendimiento del tiempo.
Aún tienen que cruzar
nuestro paisaje otros brillos resplandecientes y quedan
profundidades aún más hondas que explorar.
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