
	
	Junio 18, 2014
	
	del Sito Web
	
	GazzettaDelApocalipsis
	
	
	
 
	
	
	
	
 
	
	 
	
	
	Todas las personas con elevadas cotas de poder de este mundo y todos los 
	altos mandatarios, sin excepción, son conspiradores, mentirosos, 
	manipuladores y egoístas. Todos, y cada uno de ellos.
	
	A muchos les parecerá que ésta es una afirmación exagerada e incluso 
	temeraria y que no se puede generalizar. Pero aunque lo parezca, esto no es 
	un arrebato visceral e irreflexivo de rabia contra el poder establecido.
	
	Esta conclusión se basa en la lógica más básica y parece mentira que la 
	mayoría de gente aún se niegue a verlo.
 
	
	 
	
	 
	
	
	
 
	
	
	CONSPIRADORES
	
	Una de las frases que se ha puesto de moda últimamente es: 
	
		
		"yo no creo en teorías de la conspiración".
	
	
	Se trata de una frasecilla que mucha gente 
	pronuncia con semblante serio, revistiéndola además de un cierto tono de 
	superioridad intelectual que resulta francamente patético.
	
	Porque no creer en "teorías 
	de la conspiración" per se, refleja una ingenuidad 
	enternecedora… por no decir otra cosa.
	
	Y es que la conspiración y la confabulación son el estado natural de la 
	actividad política
	
	Son inherentes al ejercicio del poder.
 
	
	
	
 
	
	
	Al fin y al cabo, para que surja la conspiración o la confabulación, solo 
	hace falta que un grupo de personas con intereses comunes dispongan de 
	información privilegiada y de los recursos suficientes para llevar a cabo 
	las operaciones pertinentes.
	
	Intereses, información, recursos. Tres factores que encontramos de forma 
	natural en los círculos formados por gente poderosa.
	
	Lo que convierte la combinación de estos tres factores en "conspiración" o 
	"confabulación" es la ocultación de la información y de las maniobras 
	realizadas para alcanzar los objetivos.
	
	Es decir, el secretismo.
	
	Y el secretismo es la actitud lógica que convierte la información en poder:
	
	
		
		la única forma de convertir una información 
		de la que solo dispones tú en algo que solo sea ventajoso para ti, es 
		mantenerla oculta a ojos de los demás.
	
	
	Eso cae por su propio peso.
 
	
	
	
	
 
	
	
	Entonces es fácil deducir que la conspiración y la confabulación, es decir, 
	la actuación acordada y coordinada de un grupo de personas con intereses 
	comunes actuando con secretismo, debe ser la cosa más habitual del mundo.
	
	Mucho más habitual que grupos de personas poderosas regalando a espuertas la 
	información de la que disponen y haciendo públicas sus intenciones y 
	objetivos y con ello perdiendo toda la ventaja conseguida gracias a su 
	posición.
	
	Creer eso sí que es risible. Así pues, alguien puede decir que no cree en 
	"tal" o "cuál" teoría de la conspiración en concreto, analizando caso por 
	caso.
	
	Pero,
	
		
			- 
			
			¿Tiene alguna base lógica decir, en 
			términos generales, "yo no creo en conspiraciones"? 
- 
			
			¿Como se puede soltar tamaña memez sin 
			sonrojarse? 
	
	 
	
	 
	
	
	
 
	
	
	MENTIROSOS
	
	De lo expuesto anteriormente, podemos extraer una conclusión inquietante.
	
	Hemos visto que ejercer el poder implica necesariamente ocultar información. 
	Y ocultar información, implica a su vez, no decir la verdad sobre las 
	propias actividades e intenciones, con el fin de no perder la ventaja 
	obtenida.
	
	De lo que podemos deducir que ejercer el poder implica necesariamente 
	mentir.
	
	Como más poder acumula una persona, de más información privilegiada dispone 
	y por lo tanto, más esfuerzos debe realizar para ocultarla a los demás, lo 
	que conlleva que más mentiras debe fabricar para mantener su posición 
	ventajosa a salvo.
	
	Así pues, el ejercicio del poder, siempre y de forma sistemática, lleva 
	asociada la mentira. Y como más poder, más mentiras son necesarias para 
	mantener la posición de privilegio.
	
	Por lo tanto, creer en las palabras de alguien poderoso es ridículo, porque 
	por lógica, existen muchas probabilidades de que no diga la verdad.
	
	Recuérdalo cuando veas al presidente de tu gobierno, sea quien sea y ante 
	todo recuérdalo cuando observes el estúpido candor con que la población 
	escucha a sus mandatarios…
 
	
	 
	
	 
	
	
	
 
	
	
	MANIPULADORES
	
	A alguna gente le molesta la insistencia con la que tildamos de 
	"manipuladoras psicológicas" a
	las 
	élites gobernantes. Consideran que tenemos una visión de la 
	realidad propia de un paranoico.
	
	Pero si utilizamos de nuevo la lógica más básica, nos daremos cuenta, otra 
	vez, de que la manipulación psicológica también forma parte inherente del 
	ejercicio del poder.
	
	Para empezar, las personas que atesoran los puestos de privilegio en una 
	sociedad, son una pequeñísima minoría que depende plenamente para su 
	subsistencia de la mayoría subordinada.
	
	Esta élite se ve beneficiada por el funcionamiento del Sistema y sus 
	estructuras y por lo tanto, su interés primordial es mantenerlo en pie en 
	beneficio propio. Eso es evidente...
 
	
	
	
	
 
	
	
	Pero la pervivencia del Sistema se fundamenta, básicamente, en que la 
	mayoría de gente subordinada acate sus reglas y convenciones.
	
	Como hemos dicho otras veces, el Sistema vive en el interior de las mentes 
	de los individuos y las estructuras sociales, económicas y políticas 
	externas solo son un reflejo de esas estructuras psíquicas
	
	Si un porcentaje significativo de personas subordinadas dejara de creer en 
	el Sistema, la estructura externa se hundiría por completo.
	
	Con un número suficiente de gente dejando de acatar las leyes, las normas, 
	las creencias y las convenciones sociales, esa pequeña élite perdería su 
	posición de privilegio y se vería obligada a usar la fuerza represiva 
	directa para obligarles a obedecer sus dictados.
 
	
	
	
 
	
	
	Pero la represión directa y explícita comporta grandes desventajas: 
	
		
		para empezar conlleva un enorme gasto de 
		recursos y energías y además toda fuerza aplicada genera una fuerza de 
		oposición que debe controlarse aplicando una nueva fuerza aún mayor.
		
	
	
	En definitiva, se trata de una dinámica 
	ineficiente y potencialmente inestable, que tarde o temprano acaba 
	convirtiéndose en un mal negocio.
	
	Por lo tanto, la mejor forma de mantener el Sistema en pie es impedir que 
	los individuos lleguen a concebir ideas embrionarias que los lleven a poner 
	en duda las estructuras del propio Sistema.
	
	Y eso solo se consigue programando la mente de la población.
	
	Se trata, sin duda, del método de represión más eficiente, barato y 
	efectivo. Un método genial en el que las cadenas y las porras son 
	sustituidas por conceptos y creencias, es decir, puro software psíquico, que 
	una vez instalado en las mentes, las moldea a perpetuidad.
 
	
	
	
 
	
	
	Comprendido esto, 
	
		
			- 
			
			¿Qué es más lógico pensar?    
- 
			
			¿Que las personas que ocupan los puestos 
			de poder invierten gran parte de sus esfuerzos en manipular la 
			mentes de sus subordinados o que por contra no lo hacen y les dejan 
			pensar libremente por sí mismos con el riesgo que ello conlleva?
 
 
- 
			
			¿Hay alguna razón lógica para pensar que 
			las personas que controlan directa o indirectamente
			
			los medios de comunicación, los de 
			entretenimiento o
			
			la educación no van a utilizar 
			estos elementos en favor de sus intereses? 
	
	No seamos tan ingenuos…
 
	
	 
	
	 
	
	
	
 
	
	
	EGOÍSTAS
	
	Sabemos que lo que vamos a decir a continuación no va a gustar a mucha 
	gente, pues no es un punto de vista popular ni ofrece el típico mensaje 
	positivo cargado "de buen rollito".
	
	Pero creemos que el estado natural de todos los seres vivos, tiende a la 
	violencia y al egoísmo.
	
	Ésta tendencia natural se debe a un principio físico universal: 
	
		
		"la energía no se crea ni se destruye. Se 
		conserva".
	
	
	Ésta ley física se refleja a escala biológica en 
	toda su crudeza. 
	
	 
	
	Los seres vivos no pueden crear materia ni 
	energía de la nada. Para obtener la materia orgánica y la energía necesaria 
	para su subsistencia, deben arrebatársela a otros seres vivos.
	
	Por esa razón, todos los seres vivos nos comemos, devoramos y digerimos los 
	unos a los otros.
 
	
	
	
	
 
	
	
	Es una dinámica dolorosa y cruel, consustancial al funcionamiento del propio 
	universo, nos guste o no y que acaba derivando en actitudes esencialmente 
	egoístas y violentas.
	
	Egoístas porque todos los seres vivos anteponen sus necesidades biológicas a 
	las de los demás y violentas porqué todo ser vivo antepone su propia 
	supervivencia a las de los otros y hace uso de la fuerza a su disposición 
	con el fin de garantizarla.
 
	
	
	
	
 
	
	
	Ya hablamos de ello en un anterior artículo titulado:
	
	LA VERDAD SOBRE LA VIOLENCIA
	
	Esta visión del universo puede resultar desalentadora y cruel, sin embargo 
	alberga en su interior un mensaje absolutamente maravilloso, de una belleza 
	sin igual.
	
	Y es que nuestra mente es tan extraordinaria, que a pesar de partir de este 
	sustrato biológico universal tan egoísta y violento, nos permite crear 
	conceptos opuestos como la solidaridad o la empatía.
	
	
	
	La solidaridad o la empatía, en el fondo son manifestaciones de amor 
	desinteresado hacia los seres que nos rodean y forman parte de un nivel de 
	conciencia evolutiva superior. Algo que parece trascender más allá de la 
	biología pura y dura a la que todos estamos sometidos.
 
	
	
	
 
	
	
	Pero desgraciadamente, estos sentimientos tan nobles, no van necesariamente 
	ligados al desarrollo intelectual. Parece que no se pueden aprender o 
	condicionar: se sienten o no se sienten.
	
	Una persona puede tener un alto nivel intelectual y una buena educación y 
	sin embargo no sentir ningún tipo de apego ni amor por los seres que le 
	rodean.
	
	Las personas poderosas y los gobernantes son un claro ejemplo de ello. Todos 
	ellos se caracterizan por ser profundamente egoístas y albergar muy débiles 
	(por no decir nulos) sentimientos de solidaridad y empatía hacia los demás.
	
	La demostración de esto es bastante evidente: si albergaran este tipo de 
	sentimientos, no acumularían riquezas ni lujos innecesarios sabiendo que hay 
	tantas personas en el mundo que no pueden ni tan solo subsistir.
 
	
	
	
	
 
	
	
	Si les moviera la solidaridad y el amor hacia sus semejantes en lugar del 
	egoísmo, dedicarían sus recursos a transformar activamente las estructuras 
	del sistema para que no se produjeran tales injusticias, aunque ello fuera 
	en detrimento de sus privilegios.
	
	Es cierto que muchas personas ricas realizan generosos donativos de dinero a 
	través de las más variopintas fundaciones, ayudando a los pobres o a los 
	necesitados. 
	
	 
	
	Pero no hacen absolutamente nada para cambiar el 
	sistema que genera las injusticias, pues eso les perjudicaría. Solo dan 
	parte de su fortuna y consiguen desgravaciones fiscales con ello y 
	beneficios evidentes de cara a la opinión pública. 
	
	 
	
	El suyo, pues, no es un acto profundo de amor y 
	solidaridad, sino algo interesado.
 
	
	
	
	
 
	
	
	Ahora muchos dirán que lo que decimos es una tontería y que nadie jamás 
	haría un sacrificio de este tipo. 
	
	 
	
	Pero eso no hace más que reforzar lo que 
	tratamos de decir: y es que el egoísmo reina por encima de la solidaridad y 
	las clases dirigentes son el exponente más evidente de ello. Pero esto no es 
	lo peor.
	
	Las élites no se conforman con ser profundamente egoístas y tener un bajo 
	nivel de conciencia, convirtiéndose en una nutrida selección de lo más 
	abyecto de la especie humana.
	
	Además promueven tanto como les es posible que el resto de personas sean 
	como ellos y que las masas estén compuestas de personas egoístas, 
	insolidarias y poco empáticas.
 
	
	
	
 
	
	
	Hay una razón práctica en esta actitud: 
	
		
		las personas con un alto
		
		nivel de conciencia, representan el 
		mayor peligro para sus intereses.
	
	
	Cada vez que un individuo evoluciona hasta 
	alcanzar un elevado nivel de autoconciencia, el entorno formado por la masa 
	egoísta e insolidaria tiende a neutralizarlo como si fuera un cuerpo 
	extraño, con el fin de evitar un "efecto contagio".
	
	Y es que tristemente, una sola persona que albergue sentimientos de 
	solidaridad y amor hacia los demás resulta ser muy ineficiente cuando está 
	inmersa en un entorno competitivo basado en el egoísmo y eso la convierte en 
	fácilmente eliminable.
	
	Sin embargo, una masa suficiente de individuos conscientes y solidarios 
	puede crear estructuras mucho más poderosas y eficientes que las que forman 
	un conjunto de individuos egoístas.
 
	
	
	
 
	
	
	Y estas estructuras "revolucionarias" (por ir contracorriente a nivel 
	mental) pondrían realmente en peligro la supervivencia del sistema y los 
	intereses de aquellos que se benefician de él.
	
	Por lo tanto, para evitar la aparición de una cantidad crítica de individuos 
	conscientes, las élites promueven, tanto como pueden, el egoísmo y la 
	división en sus subordinados, con el fin de que ejerzan de anticuerpos ante 
	sus enemigos naturales.
	
	Y es que no solo son conspiradores, mentirosos y manipuladores, sino que 
	además se esfuerzan en corromper al resto de la sociedad con su egoísmo 
	enfermizo.
	
	Se han convertido, literalmente, en un foco de infección psicológica.
 
	
	
	
 
	
	
	Ciertamente, estas afirmaciones pueden resultar muy duras.
	
	Lo más posible es que a mucha gente le cueste aceptar estos puntos de 
	vista.
	
	La mayoría prefiere pensar que las conspiraciones, las mentiras y las 
	manipulaciones son hechos puntuales y extraordinarios que solo se producen 
	cuando el destino caprichoso reúne por azar a unas cuantas manzanas 
	podridas.
	
	Quieren creer que el sistema básicamente funciona, que las leyes son iguales 
	para todos y que solo algunos elementos corruptos minoritarios alcanzan los 
	puestos de poder y las desobedecen. Que la mayoría de gobernantes tienen 
	nobles intenciones y que algunos se pierden por el camino, aplastados por el 
	peso de la responsabilidad o las malas compañías.
	
	Y que podrán arreglarlo todo votando al partido adecuado en las urnas y que 
	algún día aparecerá un líder honrado que hará limpieza y servirá de ejemplo 
	a todos.
	
	Su inocencia resultaría divertida si no fuera tan dañina…