por Edgar González Ruiz

14 Agosto 2004

del Sitio Web RedVoltaire

 

 

El intento de derrocar el régimen de Hugo Chávez, promovido y financiado por el gobierno de Bush y en el que intervienen empresarios millonarios, activistas de la ultraderecha, militares sin escrúpulos y jerarcas católicos de dudosa trayectoria, sedientos de poder y privilegios, no es sólo es un complot reaccionario y apátrida sino que atenta contra el progreso y bienestar de todos los países latinoamericanos.
 




Monseñor Baltasar Porras
imagen de archivo 12 de abril 2002
 

 


El intento de derrocar el régimen de Hugo Chávez, promovido y financiado por el gobierno de Bush y en el que intervienen empresarios millonarios, activistas de la ultraderecha, militares sin escrúpulos y jerarcas católicos de dudosa trayectoria, sedientos de poder y privilegios, no es sólo es un complot reaccionario y apátrida sino que atenta contra el progreso y bienestar de todos los países latinoamericanos.

La participación directa de jerarcas como el obispo Baltazar Porras en la desestabilización del gobierno de Chávez ilustra una historia antigua en Latinoamérica:

la de jerarcas católicos que han apoyado a gobiernos conservadores, incluso a dictaduras militares, al grado de promover sangrientos cuartelazos, beneficiándose de su relación con las élites y procurando la implantación o preservación de leyes que atentan contra la libertad de conciencia y otorgan un inmenso poder a la jerarquía en ámbitos que van desde la educación hasta el ejército.

En el pasado, jerarcas apátridas han promovido la injerencia extranjera contra gobiernos que percibían como contrarios a sus intereses

 

Por ejemplo, en el derrocamiento de Jacobo Arbenz, en Guatemala en 1954 y antes, en México, en el cuartelazo contra Francisco I. Madero, en 1913; precisamente fueron políticos conservadores y jerarcas católicos quienes en 1864 gestionaron la intervención francesa para darle a ese país un monarca europeo, Maximiliano de Habsburgo.

Porras pertenece a esa ralea, pues es comparsa de la intervención estadounidense contra su propio país.

 

Entrevistado a sus 89 años de edad, en diciembre de 2000, el doctor Joaquín Mármol Luzardo, amigo del cardenal José Humberto Quintero relataba que este le dejó a Porras la encomienda de escribir un prólogo para el libro "El Arzobispo Felipe Rincón González” (Caracas, Ediciones Trípode, 1988), que es,

“una tremenda requisitoria contra muchos pastores de la Iglesia venezolana y de la forma como se entromete de manera venal con nuestras funciones eclesiásticas la Nunciatura”.

Prosigue Mármol:

“...Una vez que el libro salió a la calle la decepción del público exigente por este prólogo fue tremenda. Aquella excepcional obra estaba precedida por unas palabras huecas, pobres, insignificantes y hasta falsas.

 

Hubo quienes insistentemente le recriminaron a don Baltazar ésta, su pobreza de lenguaje y de espíritu ante una obra tan excelsa, hasta que un día se atrevió a hablar, y dijo a secas:

'Uno también tiene que cuidarse'.

Lo que lo decía todo: Ese cuidarse significaba, cuidar sus pasos hacia el gran ascenso que lo llevó primero a ser obispo auxiliar, luego Arzobispo, y estar como lo estuvo, muy cerca de ser Cardenal...”

Nacido en Caracas el 10 de octubre de 1944, Porras se ordenó en 1967, fue consagrado obispo en 1983.

 

Del 5 al 11 de agosto del año siguiente, Porras estuvo en Nicaragua, para asistir a una reunión de apoyo a la “contra” y específicamente para "poner en su lugar" a los sacerdotes que apoyaban el proceso sandinista, según relata el doctor José María Essayag (“¿Qué hacía ese cura de Porras allá?”, 4 de octubre de 2003: www,aporrea.org/dameletra.php).

 

Es decir, el prelado estaba, como en la actualidad, apoyando un movimiento reaccionario y auspiciado por Estados Unidos, sólo que no en Venezuela sino en otro país latinoamericano.
 



Otra imagen del arzobispo de Venezuela Baltasar Porras en vestimenta civil
Martes 10 de agosto 2004. Foto El Observador

 


En 1991, Porras fue promovido a la arquidiócesis de Mérida.

 

El 5 de diciembre de ese año, al tomar posesión de su cargo, el licenciado en Filosofía y ex-religioso carmelita Franklin Mendoza pidió un minuto de silencio por los asesinatos cometidos por el gobierno de Carlos Andrés Pérez; el flamante arzobispo no quiso secundar la protesta pero en la actualidad, como ha recalcado Mendoza en septiembre de 2003, sí tiene una activa intervención política contra el gobierno de Chávez, con una posición golpista y en alianza con sectores ultraderechistas.

A partir de 1999, Porras ha encabezado el episcopado venezolano, posición desde la que ha defendido las posiciones más conservadoras de catolicismo y los privilegios de la jerarquía, cuyas relaciones con el gobierno se han regido por un convenio con el Vaticano, establecido el 6 de marzo de 1964 y según el cual el Estado debe financiar la construcción de templos y otorgar un subsidio a la Conferencia Episcopal de Venezuela, además de que en algunas instancias como las Fuerzas Armadas existen servicios religiosos pero sólo de carácter católico.

 

Asimismo de acuerdo con el artículo 432 del Código Penal, el aborto está permitido sólo para salvar la vida de la madre.

En diciembre de 1999, el episcopado venezolano criticó el proyecto de Constitución aprobado en referéndum porque en su insaciable búsqueda de privilegios quería que no se hablara de "libertad de cultos", que se especificara la obligación de establecer concordatos con el Vaticano, otorgar un trato privilegiado a la Iglesia Católica frente a las demás, incluir el supuesto derecho a la educación religiosa y hasta incluir en la constitución una especie de prohibición de "ofender" a "la familia":

"Todos tienen el deber de respetar la familia en sus valores, sus creencias y sus derechos".

Como cabeza del episcopado, Porras ha insistido en la prohibición del aborto incluso en casos como el de violación, es decir, en castigar a las mujeres violadas que decidan abortar, así como en reivindicar una situación de privilegio para el clero católico.

En marzo de 2003, Baltazar Porras criticó una propuesta de ley para despenalizar el aborto en caso de un embarazo por violación, incesto o cuando exámenes médicos detecten malformaciones del feto. Porras catalogó como un "atentado" contra la mujer", dicha iniciativa del partido Movimiento Quinta República.

 

Dijo:

"Lejos de ser una consideración que intente dignificar la imagen de la mujer, simple y llanamente es un atentado más".

El 14 de julio de 1996, como vicepresidente y vocero de la Conferencia Episcopal Venezolana, Porras criticaba,

“...la baja calidad moral de programas de TV que presentan la homosexualidad, la infidelidad conyugal, el bisexualismo, la pornografía y la violencia como algo normal y aceptable; el pansexualismo que desemboca en una pérdida del auténtico sentido de la sexualidad humana y algunos de cuyos tristes efectos son: la inmensa cantidad de madres adolescentes y solteras y la tentación a caer en el crimen abominable del aborto”.

Igual que otros promotores clericales de la represión sexual, Porras ha sido acusado de no obedecer los preceptos que pregona.

 

Leemos en un artículo difundido en octubre de 2003 (www,agua-mansa.com):

“...Baltazar es multifacético: le mete a la política, le mete a la religión y le mete a otras cosas, por ejemplo, al amor. Lo cual no es criticable porque todo el mundo tiene derecho al amor, así esté vedado a los curas formalmente.

 

Sino que lo diga cierta profesora de historia de la Universidad de los Andes, Hilda Duque, vinculada a la Arquidiócesis.

 

¿Qué ocurre, por ejemplo, en el sector Chorros de Milla de la hermosa ciudad andina, en un apartamento discreto, construido especialmente para el inefable prelado?

 

Allí Baltazar Porras tiene su nidito de amor. A lo cual tiene pleno derecho, pero lo que sucede es que es muy hipócrita”.

Haciendo referencia a otros hechos de la historia de Porras prosigue el mismo documento:

“¿Sabe el Vaticano que el señor Baltasar Porras realizó actos de corrupción cuando se encontraba desempeñando funciones en la Arquidiócesis de Mérida, y se le descubrió que se quedó (robados) con unos 80 millones de bolívares que pertenecían a la Congregación de Hermanas Carmelitas? ¿Sabe el Vaticano que Baltasar Porras cometió actos ilícitos con la partida presupuestaria de la Arquidiócesis de Mérida?”.

No fue para reconocer cristianamente esas faltas sino para denunciar al gobierno de Chávez por supuestas agresiones que Porras viajó en abril de 2004 al Vaticano, propiciando así la intervención extranjera en los asuntos de su propio país.

Además de identificarse con corrientes reaccionarias contra las que tan duramente se ha luchado en las naciones americanas, Porras ha sido un jerarca por demás beligerante y conspirador, cuyos pronunciamientos suelen aparecer en páginas electrónicas de militares que autodenominándose partidarios de la democracia, bandera con la que Estados Unidos ha querido disfrazar los proyectos golpistas, pregonan abiertamente la insubordinación “legítima” contra el gobierno de Chávez (www,militaresdemocraticos.com).

Es bien conocida por diversos testimonios la participación de jerarcas católicos en el golpe de 2002 contra Chávez, al grado de que tanto Porras como el cardenal Ignacio Velasco firmaron el documento elaborado por el empresario Pedro Carmona, efímero dictador.

En octubre de 2003, el diario venezolano VEA dio a conocer la asistencia de Porras a lo largo de ese año en reuniones promovidas por el multimillonario Gustavo Cisneros y otros conspiradores con el objetivo de desestabilizar el país, mediante atentados terroristas, el primero de los cuales fue en septiembre de ese año el lanzamiento de explosivos contra las instalaciones del Regimiento Guardia de Honor, custodio del palacio presidencial, y que tuvo un papel destacado en la reconquista del palacio al fracasar el golpe del 2002.

 

Se buscaba volar los depósitos de gasolina que se encuentran allí provocando así centenares de víctimas y una gran conmoción.

Evocando el papel que jugó el arzobispo guatemalteco Mariano Rossell en la desestabilización de Arbenz, en 1954, Porras ha estado atacando cotidianamente al gobierno de Chávez, mediante estrategias bien conocidas como la de pintar un panorama apocalíptico de la Venezuela actual, y ha llegado incluso a pedir directamente su remoción mediante un referéndum, del cual parece ser su principal publicista.

Por ejemplo, en julio de 2004, Porras Cardozo declaró que,

"el referéndum para la revocación del mandato presidencial es una experiencia de soberanía popular y de protagonismo histórico" y exhortó a los venezolanos a participar en la consulta "como ejercicio de conciencia y responsabilidad ciudadana; de valoración de los resultados y de no realización de las promesas."

Ha dicho que,

"un referéndum para la revocación del mandato presidencial no es una elección cualquiera, es un instrumento legal previsto por la Constitución para pedir una rendición de cuentas a quien está ejerciendo el poder".

Contradiciendo su propia historia, ha señalado el prelado:

"Debemos oponernos a la idolatría del tener, del poder y del placer, no sólo por adhesión a nuestra fe monoteísta, sino también por fidelidad a la dignidad humana."

En abril de 2003, una página electrónica criticaba en estos términos a Porras:

“vomita su odio cuando afirma que en su diócesis aumentaron los secuestros y existe presencia de la guerrilla colombiana.

 

Eso es una simple mentira y el arzobispo lo sabe.

 

Eso sí, jamás ha abierto la boca para comentar los asesinatos de dirigentes agrarios a manos de sicarios contratados por los ganaderos de Mérida y el sur del Lago, ya que estos le dan dinero al prelado para callarlo. Y Baltazar Porras hace lo que sea por dinero...

 

Esos paramilitares a quienes encubre el arzobispo Porras asesinaron a dos personas en los últimos días. Los víctimas de estas autodefensas colombianas contratadas por ganaderos son Emilio Vergara Díaz y Pablo Guerrero González...”

Ese y otros episodios de la biografía de Porras obedecen a la lógica de la intriga, la complicidad y el encubrimiento, por lo que no sorprende el dato, difundido en abril de 2004 en archivos electrónicos acerca de una cuenta bancaria del conservador prelado amigo de los ricos que, según esa fuente, asciende a millones de dólares.