extraído del Periódico Jaque Mate del Sitio Web Scribd
Una mayoría ignora que el holocausto es la base de la financiación de Israel y, por tanto, del conflicto que aqueja Oriente Medio.
Medalla Nazi Sionista acuñada por orden de Goebbels en 1933, para conmemorar la expedición Nazi-Sionista a Palestina.
Un nuevo dato que hace
preciso investigar a fondo las oscuras conexiones entre sionismo y III Reich
El holocausto es definido como un suceso único e irrepetible, sin parangón en la historia y que por ello ha de ser recordado de manera única para evitar que suceda de nuevo.
El estado alemán regala abundante material militar a Israel que, complementado con las ingentes sumas que le regala EE.UU., constituyen gran parte de la riqueza israelí, basada en la extorsión y la especulación sobre un hecho histórico que diversos estudiosos, algunos encarcelados por ello, ponen en duda.
Entre ellos hay también judíos, como el norteamericano
Norman
Finkelstein, autor de
La industria del holocausto.
Hasta entonces, ni a los propios judíos les interesaba demasiado, y este hecho coincidió con la llegada de esos fondos. A ello contribuyeron tremendamente varios libros supuestamente autobiográficos, que se han demostrado falsos.
Tanto The Painted Bird, del exiliado polaco Jerzy Korsinsky (un relato de las andanzas de un niño por la Polonia rural) como Fragments, de Binjamin Wilkomirsky, basado en el anterior, son inventados, con el agravante de que el segundo fue galardonado con diversos premios de literatura judía, ni siquiera es hebreo.
El reputado escritor israelí, Boas Evron, afirma:
Esta manipulación se basa en su concepción de hecho irrepetible y sin parangón, a la manera de una religión mistérica.
Elie Wiesel afirma que el holocausto,
Es de reseñar que la palabra holocausto aparece 219 veces en el Antiguo Testamento, y era el sacrificio “en principio de animales” que el pueblo judío realizaba a Jehová.
Esa singularidad del holocausto proporcionó al pueblo judío el estado de Israel pero ni siquiera existe unanimidad respecto a la existencia de ese pueblo.
El escritor judío Arthur Koestler refutó a mediados del
siglo XX la existencia de un pueblo judío originario de Palestina al
descubrir para el gran
En el siglo IX, teniendo que elegir entre el imperio islámico y el bizantino, su monarca decidió convertirse al judaísmo, arrastrando a su pueblo a esa religión. Esa es la explicación de que una gran parte delos israelitas tengan los ojos azules y la tez blanca, pues son de raza aria, como sus antecesores, los khazares.
El holocausto ha dado al estado judío una coartada ante el resto de seres humanos, lo que, para Boas Evron,
El penúltimo capítulo de esta película que tanto afecta a la realidad que vivimos es el asunto del oro judío en las cuentas de Suiza.
Un día, las organizaciones sionistas empezaron a hablar de que muchos judíos depositaron en bancos suizos su dinero y oro pero, a consecuencia de su desaparición, esas cuentas no fueron reclamadas por sus familiares.
Los sionistas (Elie Wiesel, Simon Wiesenthal y después, el Consejo de comunidades judías) se acercaron a los banqueros suizos y les dijeron que querían 20.000 millones de dólares, amenazándoles con una ola de demandas; no en vano el 40% de los despachos de abogados punteros de Nueva York, son judíos. [Curiosamente, Hitler no invadió Suiza, y eso que allí viven alemanes...].
Para justificar el dinero que reclamaban, las organizaciones sionistas aumentaron enormemente la cifra tradicional de supervivientes del holocausto (100.000) con lo que, de paso, desmontaban el mito de que nadie salía vivo de allí y ¡acercaban las cifras a lo que mantenían los negacionistas del exterminio judío! Así, a finales del año2000, de acuerdo a las organizaciones judías, había el doble de supervivientes del holocausto que en 1945.
Otros de los datos que quizás llamarán la atención es que en EE.UU. existen siete grandes museos del holocausto (ninguno sobre los genocidios de indios o negros que, al fin y al cabo, son de allí) y más de cuatrocientas cátedras universitarias sobre el tema, aparte de que el día del holocausto se celebra en todos los estados.
Actualmente, son muchos los países que encarcelan a los investigadores del holocausto que no aceptan la versión oficial de los hechos. La razón, según el disidente Ernst Zundel es que “el holocausto es la espada y el escudo del estado de Israel”.
Con él se defiende (compra armas gracias a las reparaciones alemanas) y con
él ataca a quien ponga en duda la legitimidad del estado de Israel y su
acción en Palestina.
En 1959, una publicación sueca pone en duda la veracidad del relato en una serie de artículos que serían reproducidos por la revista americana Economic Council Setter del 15 de abril de ese mismo año.
Unos años antes, el 2 de octubre de 1955, el diario New York Times hablaba de que en el diario original había “aproximadamente 150 inscripciones" propias de una jovencita (“mamita me trata a veces como un bebé, lo que no puedo soportar”) con pocas referencias políticas. Sin embargo, el diario que se publicó contiene 293 páginas, plagadas de referencias políticas que presuponen un conocimiento de la historia impropio de una niña y con un estilo más propio de un adulto.
El propio semanario oficialista alemán, Der Spiegel, reconoció:
La investigación oficial llevada a cabo por la Dra. Hübner deduce que el diario publicado está compuesto de 177 capítulos (cartas),que proceden de cuatro diferentes fuentes:
La prueba definitiva de la falsedad del diario que contribuyó a crear el holocausto en el imaginario colectivo, es el pleito en el que se enzarzaron el escritor judío norteamericano Meyer Levin y el padre de Ana Frank, Otto, por los “derechos de autor de la obra, El diario de Ana Frank”.
El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court House de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por “fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas”.
El pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba sobre la dramatización escenográfica y venta del diario. El juez era el también judío Samuel L. Coleman, quien dictaminó en la sentencia que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el diario de Anne Frank”.
Entre la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción juris tantum de que el diario “es substancialmente una falsificación”, y que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin.
Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al Sr. Frank por cuatro millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito “para el fin que tenía que cumplir...”, pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película - del mismo título que la obra - aparecen también escenas escritas por él, no estaban contenidas en el diario original.
Dos ciudadanos alemanes, Edgar Geiss y Ernst Roemer, pusieron públicamente en duda, una vez más, la autenticidad del famoso diario.
Ante ello, el Tribunal del Distrito de Hamburgo encargó a la Oficina Federal Criminal Alemana (BKA) un examen de los textos para determinar científicamente si la escritura de éstos se había llevado a cabo durante los años 1941 a 1944, basándose en los análisis del papel y la escritura del manuscrito original. Este análisis químico y técnico fue llevado a cabo en abril de 1981, bajo la dirección del Doctor Werner.
El español Pedro Varela pasó cinco años en la cárcel por
defender todas las evidencias expuestas.
Coartada perfecta tachando de antisemita a cualquier persona, estado o institución que ose criticar o plantar cara a sus innumerables agresiones
Poca gente sabe que los sionistas colaboraron con los nazis, así como que hubo muchos judíos en la cúpula militar nazi. La razón es que ambos tenían un objetivo común: un estado judío independiente; una nueva patria.
Fuente: “Palestina Libre” del Sitio Web MusulmanesAndaluces
El autor del libro, Norman G. Finkelstein, considera que extraer dinero en el nombre de las victimas judías del Holocausto, reduce su martirio a una especie de casino de Montecarlo.
Finkelstein es un judío, nacido en Brooklyn, Nueva York. Sus
padres fueron los únicos miembros de la familia que sobrevivieron al
guetto de Varsovia y a los campos nazis. Su interés en el holocausto
judío es, pues, próximo. Filkelstein no oculta su indignación por el modo en
el que el genocidio nazi ha sido explotado y convertido en una "industria".
"ha sido utilizado para justificar las criminales políticas de Israel y el apoyo de EE.UU. a tales políticas".
Es interesante comprobar como de ser "un tema tabú" para las elites judías norteamericanas hasta finales de los años cincuenta, la Solución Final se convirtió en una industria a mediados de los años sesenta cuando el holocausto nazi fue "descubierto" por dichas elites y convertido en el Holocausto (con letra mayúscula).
En su libro, Finkelstein habla acerca de aquella notable
transformación.
De este modo "se adhirieron estrechamente a la política oficial norteamericana".
Alemania Occidental era entonces un estrecho aliado de EE.UU. en guerra fría y el liderazgo judío norteamericano escogió olvidar el holocausto. Mas aún, el Congreso Mundial Judío y la Liga Anti-difamación ayudaron a contener la "ola anti-alemana" que imperaba entre los judíos norteamericanos.
Así, aunque una minoría de judíos de izquierda hablaban acerca de la persecución nazi, las principales organizaciones judías ignoraron estas afirmaciones, que eran consideradas "propias de la causa comunista", y buscaron distanciarse de ellas. Por el contrario, estas organizaciones dirigieron sus criticas contra Rusia y denunciaron el "tradicional antisemitismo ruso".
Los lideres judíos deseaban congraciarse con la política
oficial estadounidense y probar que eran norteamericanos leales y
anticomunistas.
"la actitud de los lideres judíos de EE.UU. fue la de aconsejar a Israel que se plegara a los deseos de Eisenhower".
EE.UU. era el líder y los judíos norteamericanos sus leales
seguidores.
La industria que surgió en junio de 1967 creció tras la guerra de Octubre de 1973, no solo a causa del revés Israelí, sino también por la certidumbre de que la devolución de las tierras egipcias capturadas en 1967 no podría ser evitada.
"El poder judío en EE.UU. alcanzo su punto mas álgido en aquellos años", según Filkenstein.
El novelista judío norteamericano Philip Roth afirmo entonces que los niños judíos no heredaban,
"un cuerpo de leyes, un idioma o una religión", sino "un estado psicológico que podía resumirse en una frase: los judíos son mejores".
Para estos "mejores" judíos, el Holocausto sirvió como una excusa para "deslegitimar cualquier critica contra los judíos" y para "respaldar la pretensión de los judíos de ser un pueblo elegido". Una vez que esto se logro, la industria del Holocausto comenzó a buscar fines económicos y a recaudar dinero.
¿Como se logro hacer esto? Los suizos fueron "puestos de
rodillas" mediante "una desvergonzada campana de vilipendio".
La industria del Holocausto tiene en la actualidad
en su punto de mira a otros países como Austria u otros del antigua bloque
soviético (que dicho sea de paso fueron también victimas de la agresión
nazi). Los responsables políticos polacos temen que una reclamación de este
tipo "podría poner al país en una situación de bancarrota”.
Definidos como "aquellos que sufrieron el trauma de los guetos judíos , los campos de concentración y los campos de mano de obra esclava" el numero do judíos que sobrevivieron a la guerra fue calculado en unos 100.000. Sin embargo, dado que el gobierno alemán pagaba dinero a los supervivientes, "muchos judíos fabricaron un pasado falso" para recibir el dinero, según Filkenstein.
Stuart Eizenstat, jefe de la delegación norteamericana en las negociaciones sobre el trabajo esclavo en Alemania, en mayo de 1999, señalo el numero de judíos y no judíos supervivientes era de "unos 70.000 a 90.000 personas". Sin embargo, según la oficina del primer ministro Israelí, "el numero de superviviente vivos del Holocausto se acerca al millón". La definición ha sido ahora extendida para incluir también a "los que lograron huir de los nazis".
Así por ejemplo, mas de 100.000 judíos polacos que se
refugiaron en la Unión Soviética, podrían incluirse aquí.
La ironía de esto es que las cifras de supervivientes del holocausto crece sin cesar en lugar de disminuir.
"Una forma de negar el holocausto", en palabras de
Filkenstein.
Si el método de recolección de fondos fue bastante vulgar, no
menos escandalosa fue la distribución de los fondos obtenidos. Filkenstein
da varios ejemplos de ello. En diciembre de 1999, dos años después de que
los suizos accedieran a la entrega de 1.250 millones de dólares, menos de la
mitad de los 200 millones del Fondo Especial para las Victimas
Necesitadas del Holocausto, establecido en febrero de 1997, había sido
distribuido entre las victimas.
"paliar las necesidades de todo el pueblo judío, y no las de
aquellos judíos que fueron lo bastante afortunados para sobrevivir al
Holocausto y vivir hasta una edad avanzada" (!).
El Congreso Mundial Judío quiere que casi la mitad del dinero
entregado como compensación por los suizos sea reservado para las
organizaciones judías y la "educación en el Holocausto".
"algunas organizaciones judías que sean merecedoras de ello", una parte de él "debería ir a los centros educativos judíos".
Del mismo modo, las organizaciones reformistas y ortodoxas (dos ramas del judaísmo) afirman que,
"los millones de judíos muertos habrían preferido que su rama
del judaísmo fuera la beneficiaria financiera" . Además, el personal de estas organizaciones. las celebridades implicadas y los abogados están haciendo su propio agosto con estos temas. Así por ejemplo, el secretario ejecutivo de la Conferencia de Reclamaciones, Saul Kagan, recibe un salario anual de 105.000 dólares (unos 19 millones de pesetas).
El antiguo senador por Nueva York (y uno de los autores de la
ley que penaliza las inversiones extranjeras en Irán y Libia),
Alfonse D'Amato, que participó en las demandas contra bancos
alemanes y austriacos, recibió pluses de 350 dólares por hora. En los
primeros seis meses estos ingresos ascendieron a 103.000 dólares.
Según él, el Holocausto es un "misterio".
Se sitúa,
En resumen, "no es comunicable": "no podemos ni siquiera
hablar acerca de el". De este modo habla Elie Wiesel acerca del Holocausto.
"una organización deshonesta, que se conduce con secreto profesional y manchada por la corrupción moral".
"Es un cuerpo de oscuridad", añadió, "que esta maltratando a los supervivientes del Holocausto judío y a sus herederos, mientras que se asienta sobre una enorme cantidad de dinero que pertenece a individuos privados. Sin embargo, esta haciendo todo para heredar el dinero aunque ellos están todavía vivos".
El holocausto judío ha producido un considerable impacto en EE.UU..
Hasta mediados de los años sesenta el holocausto judío apenas
era mencionado en este país, pero hoy muchos más norteamericanos han oído
hablar del holocausto que de Pearl Harbor o el lanzamiento de las bombas
atómicas sobre Hiroshima o Nagasaki. Las universidades tienen cátedras para
el estudio del Holocausto y 17 estados requieren o recomiendan que las
escuelas desarrollen programas sobre él.
Cuando se le preguntó a la ex-secretaria de Estado
Madeleine Albright acerca del sufrimiento del pueblo de Irak a
causa de las sanciones, ella manifestó que "la elección era dura, pero el
precio merecía la pena" con el fin de conseguir sus objetivo.
Finkelstein cree que,
"cuando estas elites decidan que Israel es una carga onerosa o que los judíos estadounidenses ya no son necesarios para sus intereses, el lazo se romperá".
“Si Israel perdiera el favor de EE.UU., muchas de estos lideres (judíos) qué ahora defienden tenazmente a Israel denunciarían públicamente al Estado Israelí y a los judíos norteamericanos por haber convertido a Israel en una religión.
Y si las elites norteamericanas decidieran atacar a los judíos norteamericanos por convertir a Israel en una religión, no deberíamos sorprendernos si los lideres judíos de este país actuaran exactamente coma hicieron sus predecesores durante el holocausto nazi", señala Filkenstein.
El menciona en concreto a Yithak Zuckerman, uno de los organizadores de la insurrección del gueto de Varsovia en 1943, que afirmó:
"Los judíos llevan a los judíos a la muerte".
Filkenstein afirma pretender,
"restaurar el holocausto nazi como un tema racional de investigación", puesto que "solo así será posible aprender de él".
En lo que se refiere a los fallecidos, el más noble gesto seria, según el autor,
"preservar su memoria, aprender de su sufrimiento y dejarlos,
finalmente, descansar en paz". El libro de Filkenstein ha tenido una interesante acogida en EE.UU.: un silencio casi total (solo dos párrafos en The Chicago Sunday Times) y en el Reino Unido ha habido una respuesta similar.
El gran valor de esta obra descansa, sin embargo, en la
separación que el autor establece entre el verdadero holocausto judío,
y la desvergonzada explotación que de él han hecho algunos círculos
sionistas.
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